CAPITULO 5
Vaya,
vaya, vaya.
Vale,
lo retiro. Sí que tenía un rasgo que le resultaba irresistible: su altura.
Siempre le habían chiflado los hombres más altos que ella. Y con este tipo
podría calzarse sin dificultad unos tacones de ocho centímetros sin ofender su
ego.
Le
sacaba una buena cabeza.
Y
eso le gustaba.
–
¿Cómo es que conoces a mi hermana? –le preguntó, intentando mantener sus
pensamientos ocupados en esa cuestión y no en lo mucho que deseaba probar esos
labios tan apetecibles.
–La
conozco porque no deja de cruzarse en mi camino. –Volvió a dar un tirón a los
grilletes–. ¿Qué os pasa a los humanos que tenéis una necesidad constante de
meteros en asuntos que deberíais ignorar?
–Yo
no me meto en asuntos que… –su voz se desvaneció cuando las palabras que él
acababa de pronunciar penetraron en su cerebro–. «Humanos», ¿a nosotros los
humanos? ¿Por qué has dicho eso?
El
tipo no contestó.
–Mira
–siguió ella, alzando el brazo para mostrarle el grillete–. Estoy encadenada a
ti y quiero una respuesta.
–No,
tú no quieres ninguna respuesta.
Vale,
eso sí que no. Aborrecía a los machos alfa. Esos tipos dominantes que parecían
decir con su actitud «Yo soy el tío, nena: yo conduzco» le daban arcadas.
–Muy
bien, machoman –le dijo irritada–. No soy ninguna descerebrada ligera de cascos
que se dedique a hacer ojitos y pestañear a los chulos vestidos de cuero. No
intentes tus tácticas de musculitos conmigo. Por si no lo sabes, en mi oficina
me llaman la rompepelotas.
Juan
Pedro la miró con el ceño fruncido.
–¿Machoman?
–repitió, incrédulo.
Jamás
en su extremadamente larga vida se había encontrado con alguien que tuviera la
osadía de enfrentarse a él. Durante su etapa mortal, había conseguido que
ejércitos enteros de romanos huyeran aterrorizados antes de llegar a
enfrentarse a ellos. Pocos hombres se habían atrevido a mirarlo frente a
frente. Desde que se convirtiera en Cazador Oscuro, legiones de Daimons y
apolitas temblaban ante su mera presencia. Su nombre era susurrado con temor y
reverencia, y esta mujer acababa de llamarlo…
–Chulo
vestido de cuero –repitió en voz alta–. Creo que jamás me había sentido tan
insultado.
–Entonces
es que has sido hijo único.
Él
soltó una carcajada por el comentario. En realidad, había tenido tres hermanas
más pequeñas que él, pero ninguna se había atrevido a insultarlo nunca.
Deslizó
la mirada por el cuerpo femenino. No era una belleza clásica, pero esos ojos
almendrados le conferían una apariencia exótica y le recordaban los de una
hechicera. El pelo, de color caoba, le caía desordenado alrededor de los
hombros. Pero habían sido esos ojos azules los que lo cautivaron. Cálidos e
inteligentes, lo observaban, entornados, con una mirada maliciosa.
Un
ligero rubor le cubría las mejillas, oscureciendo el azul de sus ojos. A pesar
del peligro en el que se encontraban, Juan Pedro se preguntaba si tendría la
misma apariencia después de toda una noche entera de puro sexo agotador. Se
imaginaba esos ojos oscurecidos por la pasión, el pelo enredado, las mejillas
enrojecidas por el roce de su barba y los labios húmedos e hinchados por sus
besos.
La
idea hizo que su cuerpo se incendiase.
Hasta
que sintió el familiar cosquilleo en la nuca.
–Pronto
amanecerá.
–¿Cómo
lo sabes?
–Lo
sé. –Tiró de ella hasta ponerla en pie y comenzó a examinar los herrumbrosos
muros en busca de una salida–. Una vez que nos liberen tendremos que encontrar
el modo de librarnos de los grilletes.
–Gracias
por señalar lo obvio. –Mariana miró la herida que tenía en el costado y que se
veía a través del desgarrón de la camisa–. Antes necesitas que te miren eso.
–No
quiera Dios que me desangre hasta morir, ¿eh? –preguntó con ironía–. Porque si
no, tendrás que arrastrar mi pútrido cadáver.
Ella
arrugó la nariz, asqueada.
–¿Podrías
ser un poco más morboso? ¡Jesús! ¿Quién era el ídolo de tu infancia?, ¿Boris
Karloff?
–En
realidad era Hannibal.
–Estás
intentando asustarme, ¿no es cierto? –preguntó ella–. Pues que sepas que no va
a funcionar. Crecí en una casa llena de poltergeist furiosos y con dos hermanas
que solían invocar demonios por el placer de luchar con ellos. Tío, he visto de
todo y tu humor negro no funciona conmigo.
Antes
de darse cuenta de lo que ella estaba haciendo, Mariana agarró el borde de la
camisa y la alzó. Se quedó helada al ver su estómago desnudo. Era liso y duro,
con unos fantásticos abdominales, bien marcados, que cualquier atleta
envidiaría. Pero lo que la dejó boquiabierta fueron las cicatrices que le
cubrían la piel.
Y,
lo que parecía peor, la horrible herida que le atravesaba el costado y que
llegaba por debajo las costillas.
–
¡Dios santo!, ¿qué te ha pasado?
Él
se bajó la camisa de un tirón y se alejó de ella.
–Si
te refieres a las cicatrices, tardaría años en contártelo. Si lo dices por la
herida, me la hizo un apolita de unos trece años al que confundí con un niño
que necesitaba ayuda.
–
¿Te tendieron una trampa?
Él
se encogió de hombros.
–No
es la primera vez.
Mariana
tragó saliva y lo miró de la cabeza a los pies. Lo rodeaba un aura poderosa y
letal. Se movía como un depredador ágil y sigiloso, y esos ojos… Parecían
fijarse no sólo en lo que se veía a simple vista. Esos crueles ojos negros
brillaban de forma espectral.
Y
le robaban el aliento cada vez que se posaban en ella.
Nunca
había visto a un hombre rubio con unos ojos tan oscuros. Ni tampoco había visto
a un hombre tan apuesto. Sus rasgos eran perfectos, como si hubieran sido
modelados por un artista. Exudaba virilidad; una sexualidad puramente masculina
que parecía casi sobrenatural. Conocía a muchos hombres que se esforzaban por
proyectar lo que la madre naturaleza le había concedido a éste a manos llenas.
–¿Qué
es un Cazador Oscuro? –le preguntó–. ¿Se parece en algo a Buffy, la Cazadora de
Vampiros?
Él
se rió.
–Sí.
Soy una adolescente bajita y emancipada que vaga por ahí luchando contra los
vampiros, con unos pendientes que los malos utilizarían para desgarrarme las
orejas y tirar de ellos hasta…
–Ya
sé que no eres una chica, pero ¿qué es un Cazador Oscuro?
Dejo
escapar un suspiro y tiró de ella para continuar examinando las paredes de la
habitación en busca de una puerta oculta.
–Resumiendo:
acabo con las criaturas que merodean durante la noche.
Mariana
sintió un escalofrío al escuchar su somera explicación, pero supo que había
mucho más. Parecía un tipo letal, aunque no había en él rastro alguno de
crueldad o vileza.
–¿Por
qué quieres matar a Cayo?
Él
la miró un instante antes de intentar forzar la puerta de nuevo. Sacudió con tanta
fuerza el pomo que a Mariana le sorprendió que no arrancara la cerradura de
cuajo.
–Porque
no sólo se dedica a matar humanos, también roba sus almas.
Ella
se tensó al escucharlo.
–¿Eso
es cierto?
–Acabas
de decir que lo has visto todo –se burló él–. Dímelo tú.
Mariana
sintió el repentino deseo de estrangularlo. Jamás en su vida se había
encontrado con un tipo más engreído y exasperante.
–
¿Por qué acabo siempre metida en todos estos fenómenos paranormales? –se
preguntó en un murmullo–. ¿Es demasiado pedir un día normal y corriente?
–La
vida rara vez es como desearíamos que fuese.
Ella
lo miró con el ceño fruncido, confundida por el extraño tono de voz.
Juan
Pedro ladeó la cabeza y alzó la mano para indicarle que guardara silencio.
El
pomo de la puerta hizo un sonido metálico.
–Toc,
toc –dijo Cayo–. Tenéis todo el día para buscar refugio. Cuando caiga la noche
saldremos de caza.
–Sí,
sí –contestó Thiago–. Tú y tu perrito, supongo.
El
tono jovial sorprendió a Mariana. Las inquietantes palabras de Cayo no habían
hecho mella en él.
–¿No
te asustan sus amenazas?
Thiago
la miró con severidad.
–Chère,
el día que alguien como él consiga asustarme, me pondré de rodillas y le daré
mi puñal para que me arranque el corazón. Lo que temo es el momento de
enfrentarnos a tu hermana y convencer a la Reina de la Testarudez de que se
mantenga alejada de todo esto hasta que yo sea capaz de localizar a Cayo y
mandar su alma al olvido, que es donde debe estar.
Mariana
se rió, a pesar del peligro que les rodeaba.
–¿La
Reina de la Testarudez? Ya veo que conoces muy bien a Rochi.
Juan
Pedro hizo caso omiso de su comentario mientras utilizaba su cuerpo para
protegerla y abría la puerta con precaución. Acto seguido, se detuvo y echó un
vistazo.
Al
otro lado de la puerta se extendía un estrecho pasillo, flanqueado por enormes
ventanas cubiertas de una espesa capa de polvo que oscurecía la luz del sol del
amanecer.
–Joder
–gruñó Juan Pedro en voz baja, mientras volvía a entrar a la habitación.
–¿Qué
pasa? –preguntó Mariana con el corazón desbocado a causa del terror–. ¿Hay
alguien ahí fuera?
–No.
–Entonces
vámonos –dijo, encaminándose hacia la puerta.
Él no se movió ni un milímetro. Con los dientes apretados volvió a mirar el pasillo y dijo algo en un idioma que
Él no se movió ni un milímetro. Con los dientes apretados volvió a mirar el pasillo y dijo algo en un idioma que
Mariana
desconocía.
–¿Cuál
es el problema? –preguntó ella–. Está amaneciendo y no hay nadie ahí fuera.
Vámonos de aquí.
Juan
Pedro respiró hondo, como si estuviese irritado.
–El
problema no es que haya gente. El problema es el sol.
–¿Y
qué problema puedes tener con el sol?
Dudó
unos instantes antes de abrir la boca y pasarse la lengua sobre unos colmillos
largos y afilados
CAPÍTULO 6
¡El
maravilloso tío bueno es un vampiro!
–¡No,
no, no y no! –El cuerpo de Mariana era presa de continuos estremecimientos de
terror y le estaba costando un esfuerzo supremo contener los chillidos–. ¿Vas a
chuparme la sangre?
Él
alzó una ceja en un gesto sarcástico.
–
¿Es que tengo pinta de abogado?
Mariana
ignoró el mordaz comentario.
–
¿Vas a matarme?
Él
soltó un suspiro exasperado y su rostro adoptó una expresión irritada.
–Si
tuviese intención de hacerlo, ¿no crees que ya estarías muerta?
Se
acercó a ella y le ofreció un amago de sonrisa maliciosa que Mariana reconoció
como un intento de intimidación. Y vaya si funcionó.
Thiago
alzó la mano que tenía libre para acariciarle la piel del cuello, bajo la que
latía la yugular. El roce, ligero como una pluma, provocó una oleada de
escalofríos por todo su cuerpo.
–Puestos
a pensarlo, podría dejarte seca y después arrancarte la mano de un bocado, para
librarme de ti.
Aterrorizada,
abrió los ojos de par en par.
–Pero…
estás de suerte; tampoco tengo intención de hacer eso.
–Deja
el sarcasmo, ¿vale? –balbució con el corazón desbocado, ya que no estaba muy
segura de que estuviese bromeando y de que en el momento menos pensado, se
abalanzara sobre ella con el rostro desencajado y comenzara a chuparle la
sangre–. Me resulta difícil hacer frente a esta situación. Ponte en mi lugar.
Lo único que hice fue ir a casa de Rochi para sacar a su perro porque si no iba
a hacerse pis en su cama. De ahí pasé a ser golpeada en la cabeza y he acabado
encadenada a un vampiro. Perdóname si parezco un poco trastornada en este
momento.
Para
su sorpresa, Juan Pedro alzó una mano y dio un paso hacia atrás.
–Tienes
razón. Supongo que no estás acostumbrada a que la gente te ataque sin motivo
aparente.
Por
su tono, Mariana supo que él –muy al contrario– tenía una amplia experiencia en
encontrarse en medio de este tipo de situaciones.
Juan
Pedro le respondió con una sonrisa forzada que no le llegó a los ojos.
–Si
te sirve de consuelo, no me alimento de humanos.
Por
alguna razón, la confesión sirvió para mejorar su ánimo. No es que acabara de
creérselo pero, aun así, se sentía más tranquila.
–Entonces,
¿eres como Ángel?
Él
puso los ojos en blanco.
–Ves
demasiada televisión –murmuró y añadió en voz más alta–: Ángel tiene alma. Yo
no.
–Me
estás asustando de nuevo.
La
expresión de su rostro indicó que estaba pensando en lo que le había dicho
antes: «Nena, todavía no has visto nada escalofriante».
Volvió
a mirar al pasillo.
–De
acuerdo. Vamos a tener que salir corriendo antes de que el sol avance. –Juan
Pedro le dedicó una mirada penetrante–. El problema más grave es que no sé
adónde lleva este pasillo. En el caso de que nos condujera a un lugar al aire
libre y sufriera una agonizante muerte por combustión espontánea, necesitaría
que me hicieras un favor.
–¿Un
favor? –preguntó con incredulidad. Desde luego qué cojones tenía el tío. La intimidaba,
la amenazaba ¿y se atrevía, después de todo, a pedirle un favor?–. Claro, ¿por
qué no? –le preguntó.
Se
quitó el anillo que llevaba en la mano derecha y se lo ofreció.
–Necesito
que lo guardes y que busques un árbol.
Mariana
miró el anillo con el ceño fruncido. Estaba rayado y tenía bastantes
abolladuras, lo que indicaba que había sido bastante maltratado. O que la mano
que adornaba había sufrido muchas vicisitudes.
Los
rubíes se engarzaban en la parte superior y sostenían una espada de diamantes,
rodeada por diminutas esmeraldas con forma de hojas de laurel y rematada por un
zafiro a modo de corona. Estaba claro que era una joya antigua y muy valiosa.
¿Por qué se lo confiaba a ella? Sin saber muy bien qué hacer con él, se lo
metió en el bolsillo de los vaqueros.
–¿Sirve
cualquier árbol? –le preguntó.
–Cualquiera.
Cuando estés debajo del árbol, pronuncia las siguientes palabras: «Artemisa, yo
te invoco en tu forma humana».
–Artemis…
Juan
Pedro le puso la mano sobre los labios.
–Por
Zeus, no lo digas hasta que yo haya desaparecido. Una vez hayas pronunciado las
palabras, espera hasta aparezca una mujer pelirroja, muy alta, y le dices que
necesitas protección frente a Cayo.
Mariana
arqueó una ceja.
–¿Quieres
que invoque a una diosa para que me proteja?
–Si
no lo haces, os atrapará a ti y a tu hermana.
–¿Es
que te importa?
–Mi
trabajo consiste en proteger a los humanos de los Daimons; eso es lo que hace
un Cazador Oscuro. –Aunque había adoptado una expresión dura, sus ojos
brillaban de un modo que le decía que tras aquella historia se ocultaba mucho
más.
–
¿Qué son los Daimons? –le preguntó.
–Son
vampiros con sobredosis de esteroides y complejo de dioses. Prométeme que lo
harás.
¿Por
qué no? Era una petición muy extraña pero, teniendo en cuenta que estaba
encadenada con unos grilletes a un vampiro, ¿quién era ella para decidir lo que
era extraño y lo que no?
–Vale.
–Bien.
Ahora, salgamos de aquí a toda prisa.
Antes
de que pudiera contestar, Juan Pedro agarró el grillete que rodeaba su muñeca y
corrió hacia la derecha, siguiendo el pasillo. Mientras corrían sobre el suelo
oxidado, Mariana se dio cuenta que estaban en una especie de fábrica
abandonada.
Al
final del pasillo encontraron unas escaleras que bajaban al piso inferior. Juan
Pedro tiró de ella hasta llegar al último escalón y aparecieron en una
habitación enorme con suelo de cemento. Las antiguas paredes metálicas estaban
abolladas y los rayos del sol se filtraban a través de las grietas.
El
Cazador Oscuro retrocedió hasta quedar en las sombras, lejos de la luz. Su
rostro parecía ligeramente quemado por el sol pero, en conjunto, no se veía muy
mal tras su loca carrera.
–¿Y
ahora qué? –le preguntó ella mientras recobraba el aliento.
Él
ni siquiera tenía la respiración alterada. Pero había clavado los ojos en sus
pechos con sumo interés y la miraba de forma un tanto… ardiente.
Mariana
cruzó los brazos como barrera de protección.
Y,
por primera vez, le vio esbozar una verdadera sonrisa cuando cayó en la cuenta
de que la mano de Thiago estaba peligrosamente cerca de su pecho. Tan cerca que
las puntas de sus dedos le rozaban el pezón.
Mariana
sintió que el fuego corría por sus venas. Bajó los brazos de inmediato hasta
dejarlos a ambos lados del cuerpo, todo ello bajo la sonrisa burlona de él que,
aunque malvada y de labios firmemente apretados, seguía siendo devastadora. El
brillo de diversión en sus ojos quitaba el aliento y su rostro se había
suavizado hasta mostrar un encanto juvenil que podría derretir el corazón de
cualquier fémina.
Echó
un vistazo alrededor de la fábrica vacía.
–Ahora
echo en falta un móvil o una línea de metro. Sabía que debería haber aceptado
la plaza de Nueva York.
Confundida,
Mariana alzó la mirada.
–¿Plaza?
¿A qué te refieres? ¿Es que lo de cazar es un empleo regularizado?
–Sí,
incluso me pagan.
–¿Quién
te paga?
En
lugar de contestar, Thiago alzó una mano indicando que guardara silencio; un
gesto que estaba empezando a cabrearla. Básicamente, porque siempre presagiaba
algún tipo de problema. Y ya estaba cansada de enfrentarse a los problemas de
Rochi.
Dos
segundos después, se escucharon los pasos de alguien que rodeaba el edificio
desde el exterior. Juan Pedro la ocultó entre las sombras, junto a él, mientras
escuchaban con atención. Había colocado el brazo libre alrededor de sus
hombros, para poder mantenerla pegada a su cuerpo.
Mariana
se quedó petrificada cuando su espalda se apoyó por completo en el pecho
masculino y la asaltó una oleada de inoportuno deseo. La tibieza que emanaba
del cuerpo de Juan Pedro la ayudaba a entrar en calor, y esa aura de virilidad
y poder masculino la subyugaban. Y aún más inquietante era el agradable aroma a
cuero y sándalo que comenzaba a invadir sus sentidos.
Deseaba
a este hombre.
Continuara............
Hola!!!! volviiii,perdon por la tardanza para reecompensar dejo dos caps,quieren q vallamos de 2 en 2 ?? esq de por si la nove es algo larga y no quiero durar mucho con ella,chicas subire cuando pueda ya q seguro el cole mucho no me va a dejar,pero subire mas seguido eso sii!!
Y gracias a todas las q me desearon feliz cumple!! las quiero montones a todass,Mar para cuando vuelvas:Fue re lindo lo q hiciste en el otro blog!! tk muychooo gracias!! jaja
Es nuevo tener 16 pero me gusta jaja Gracias a mis amigas q apesar de la distancia siempre estan ahiii!! ♥♥ Ellas saben quienes son♥
Y atrasado pero FELIZ DIA INTERNACIONAL DE CASI ANGELES Y LALITER!!!
Vieron q lindo regalo nos dieron La y Pit?? son un amor ♥♥
Y atrasado pero FELIZ DIA INTERNACIONAL DE CASI ANGELES Y LALITER!!!
Vieron q lindo regalo nos dieron La y Pit?? son un amor ♥♥
Ahora si un beso a todas!! las quieroooo y ya saben depende de las firmar seguire subiendo,ya q han bajado y no se q hacer,encerio aprecio a las q estan pero son poquitas y necesitamos recomendacion plishuu.Ayudenme con eso y seguire aca y si no ya veremos.
Besos
@Angie_232alma
muy buena
ResponderEliminar@arimurb
mas noveeeeeee
ResponderEliminarseguiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarsi, de 2 en 2 :D
ResponderEliminarMe encanta! Más!!
ResponderEliminarMe ENCANTA LA NOVEEE SEGUII!!!:)))
ResponderEliminarsi de 2 en 2 sube massssssssss
ResponderEliminarUna atraccion es lo k sienten
ResponderEliminarMe encanta! Aunque si no entendi una cosa: porque a Peter, lo llaman Juan Pedro y despues Thiago? jajjaa
ResponderEliminarEspero mas y si quieres, sube de 2 en 2 :9
Besos
Me encanta!! me encanta tambien que subas de 2 en 2!! pero...quiero saber que pasa jaja!besos!Giu
ResponderEliminarEsta buenísima quiero Masss
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