Hola!!! lo se desaparecí un poco (o un poco mucho jaja) pasa q no me habia dado cuenta q llevaba mucho sin subir y cuando lo note no tenia tiempo!Gracias a todas por leer y firmar son un amor,y Chari gracias! quiero tener esa imagen y no la encuentro por cierto jaja a buscar esa mejor.
A todas FELIZ DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER ,porq cada una tenemos algo q nos hace especial el simple hecho de ser mujer!! nunca debemos olvidar cuando valemos ,por eso y por todo este es nuestro dia!:)
Bueno las dejo con nove,firmen porfa!!! bssss
CAPÍTULO 3
Mariana
se despertó con un fuerte dolor de cabeza y sintiéndose fatal.
¿Qué
había pas…?
Se
puso rígida al recordar al tipo oculto en casa de su hermana. Al recordar sus
palabras.
Aterrorizada, intentó incorporarse y descubrió al instante que se encontraba tendida en el suelo –que por cierto, estaba bastante frío – en una habitación cubierta de polvo.
Aterrorizada, intentó incorporarse y descubrió al instante que se encontraba tendida en el suelo –que por cierto, estaba bastante frío – en una habitación cubierta de polvo.
Y
esposada a un desconocido de pelo rubio.
Tenía
un grito atascado en la garganta, pero logró contenerlo.
Que
no cunda el pánico. Por lo menos hasta que descubras lo que ha sucedido. Según
parece, Rochi ha cumplido la amenaza de arreglar una cita a ciegas; como en
aquella ocasión en la que «accidentalmente» te encerró en la despensa con Randy
Davis durante tres horas. O cuando te «secuestró» y te metió en el maletero del
coche con aquel músico extraño.
Rochi
siempre le arreglaba citas muy poco ortodoxas con chicos. Aunque, para ser
justos, su hermana no solía dejar al tipo en cuestión inconsciente antes de
obligarlos a quedarse a solas.
Aunque
con Rochi siempre había una primera vez para todo. Y una cita «completamente a
ciegas» era muy de su estilo.
Obligándose
a no perder la calma hasta tener más información, Mariana echó un vistazo a su
alrededor. Estaban en un cuarto pequeño, sin ventanas y con una puerta de
hierro oxidada. Una puerta a la que no podía acercarse sin arrastrar a su
«amigo» por el suelo.
No
había muebles ni nada más. La única luz en la estancia procedía de una bombilla
que colgaba del techo, justo en el centro de la habitación.
Vale,
al menos el peligro no era inminente.
No
obstante, esa idea no ofrecía mucho consuelo. Echó un vistazo al cuerpo que
estaba a su lado. Se encontraba tumbado de costado, de espaldas a ella; y una
de dos: o estaba muerto o estaba inconsciente.
Pensando
que la segunda posibilidad sería mucho más agradable que la primera, se acercó
a él. Parecía bastante alto y, por la postura, se podía decir que lo habían
arrojado al suelo sin muchos miramientos.
Se
puso de rodillas lentamente; le temblaban las piernas. Se acercó al tipo de
modo que al aproximarse pudiera estirarle el brazo que, hasta ese momento,
tenía doblado en un ángulo extraño a causa del grillete.
El
hombre no se movió.
Lo
miró de los pies a la cabeza. Llevaba un abrigo de cuero negro, vaqueros del
mismo color y un jersey de cuello vuelto, también negro, que le daban un
aspecto extremadamente peligroso, aun en estado inconsciente y tumbado en el
suelo. Calzaba botas negras de motorista, con unas extrañas incrustaciones
plateadas en las suelas, bajo el talón.
El
pelo, rubio y ondulado, le caía sobre el rostro y le llegaba hasta la solapa
del abrigo, ocultando sus rasgos.
–
¿Disculpe? –susurró, mientras le tocaba el brazo–. ¿Está vivo?
Tan
pronto como su mano tocó el duro y bien formado bíceps le falló la respiración.
Ese cuerpo postrado era como acero al tacto. No había un lugar que pareciese
blando; rezumaba fuerza y agilidad.
¡Vaya,
vaya!
Y
antes de poder contenerse, deslizó la mano a lo largo del brazo. ¡Qué gustazo!
Dejó
escapar el aire de forma lenta.
–
¿Oiga? ¿Señor? –lo llamó de nuevo, mientras le sacudía el hombro–. Colega, ¿te
importaría mucho recuperar el conocimiento para que pueda marcharme? No me
apetece estar encerrada en una habitación con un muerto más tiempo del
necesario, ¿vale? Venga, por favor, no hagas que esto parezca Un fin de semana
con Bernie. Aquí sólo estoy yo y eres un hombre muy, muy grande.
Ni
se movió.
De
acuerdo, tendré que intentar otra cosa.
Mordiéndose
el labio, tiró del hombre hasta dejarlo tumbado sobre su espalda. Al girarlo,
el pelo cayó hacia los lados, junto al cuello del abrigo, y el rostro quedó a
la vista.
Y Mariana se quedó sin aliento. Vale, ahora sí
que estaba impresionada de verdad.
Era
guapísimo. Tenía un mentón fuerte y cuadrado y los pómulos marcados. Sus rasgos
eran aristocráticos, con un minúsculo hoyuelo en la barbilla.
¡Oh,
Señor! El tipo poseía esa clase de belleza masculina que solo un puñado de
mujeres tenía la suerte de ver en carne y hueso alguna vez en la vida.
Sus
labios eran los más atractivos que había visto jamás; llenos y expresivos. Esa
boca estaba hecha para dar besos largos y abrasadores…
En
realidad, el único defecto de su rostro era una delgada cicatriz que descendía
desde la oreja hasta la barbilla, a lo largo de la mandíbula.
Podía
rivalizar en apostura con el marido de Euge. Y Nico, el semidiós, era un duro
competidor.
Jamás
le había impresionado tanto la apariencia de un hombre. Siempre había preferido
la mente al cuerpo, especialmente porque cualquier hombre con la mitad de
atractivo del que poseía el que estaba tumbado delante de ella en esos
momentos, no solía tener un coeficiente intelectual mayor que el número de sus
zapatos.
Al
contrario de lo que le ocurría a su hermana Rochi, un culo bonito y unos
hombros anchos no conseguían llamar su atención, necesitaba algo más. Aunque…
Paseó
la mirada por ese cuerpo esbelto y musculoso. Con este hombre estaba más que
dispuesta a hacer una excepción.
Si
es que no estaba muerto, por supuesto.
Alargó
el brazo, insegura, y colocó la mano sobre la piel morena de su cuello, para
comprobar el pulso. Sus dedos encontraron una latido fuerte y regular.
Aliviada
por el hecho de que estuviese vivo, intentó sacudirlo de nuevo.
–Guapetón,
¿me oyes?
El
tipo lanzó un quejido y abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces.
Mariana se sobresaltó al ver aquellos ojos. Eran tan oscuros que parecían
negros y, cuando se fijaron en ella se dilataron de forma amenazadora.
La
agarró por los hombros al tiempo que soltaba una maldición.
Antes
de que tuviese oportunidad de moverse, el hombre ya había girado en el suelo
llevándola consigo y la tenía atrapada bajo su cuerpo sujetándole las muñecas a
ambos lados sobre la cabeza.
Esos
cautivadores ojos negros la estudiaban con suspicacia.
Mariana
no podía respirar. Cada centímetro del cuerpo del desconocido estaba
íntimamente pegado al suyo y acababa de darse cuenta de que sus brazos no eran
la única parte que estaba dura como una piedra. El tipo era sólido como una
roca.
Sus
caderas reposaban justo sobre las de ella y el duro y liso vientre masculino
estaba apoyado sobre su cuerpo de tal forma que la hizo sonrojarse sin remedio.
Comenzaba a desear a ese hombre; estaba muy excitada y le costaba trabajo
respirar.
Por
primera vez en su vida, quería alzar la cabeza y besar a un completo
desconocido.
¿Quién
era?
Para
su total asombro, él bajó la cabeza hasta ponerla muy cerca de su rostro y
aspiró con fuerza sobre su pelo.
Mariana
se tensó.
–
¿Me estás olisqueando?
El
cuerpo del hombre se agitó de la cabeza a los pies con la carcajada, profunda y
ronca, que siguió a su pregunta, y ella sintió un extraño estremecimiento.
–Sólo
estoy admirando tu perfume, ma fleur –le susurró suavemente al oído, con una voz
insinuante y un acento extraño que hicieron que Mariana se derritiera. Tenía
una voz tan grave que le recordaba al sonido de un trueno… y provocaba en su
cuerpo un efecto tan devastador como el de una tormenta.
De
acuerdo, el tipo la ponía muy caliente y su aliento sobre la oreja le erizaba
la piel y le provocaba continuos escalofríos.
–Tú
no eres Rochi Esposito–dijo en voz tan baja que, a pesar de que tenía los
labios pegados a su oreja, ella tuvo que esforzarse por escucharlo
Mariana
tragó saliva.
–Conoces
a Rochi.
–Shh
–le susurró al oído mientras sus pulgares le acariciaban las muñecas, que
todavía mantenía sujetas.
El
ritmo de esos dedos enviaba pequeñas descargas eléctricas a lo largo de sus
brazos. Los pezones se le endurecieron y sintió que el deseo la abrasaba.
El
desconocido movió la cabeza, acariciándola suavemente con la mejilla, de tal
forma que el roce de su barba volvió a hacer que se le erizara la piel. Jamás
en su vida había sentido algo tan excitante como el peso de ese cuerpo sobre
ella, ni había percibido un olor tan embriagador como el aroma especiado y
masculino de su piel.
–Nos
están escuchando –le dijo Juan Pedro. Acto seguido volvió a inspirar hondo de
nuevo para disfrutar de su olor.
Ahora
que estaba seguro de que la mujer no representaba ninguna amenaza debería
apartarse de ella, pero…
Había
pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo entre los muslos de una
mujer. Y una eternidad desde que se había atrevido a acercarse tanto a una.
Había olvidado la suavidad de unos pechos aplastados bajo su torso; la dulce
sensación de un aliento cálido en el cuello.
Pero
ahora que la tenía debajo…
¡Por
los dioses! Sí que lo recordaba. Recordaba lo que se sentía cuando unas manos
femeninas se deslizaban por su espalda desnuda; cuando una mujer se retorcía
bajo sus expertas caricias.
Por
un instante se abstrajo por completo e imaginó que se desnudaban allí mismo y
que podía explorar todas esas curvas femeninas de forma más placentera.
Y
mucho más íntima.
Cerró
los ojos e imaginó que deslizaba la lengua por sus pechos y jugueteaba con un
pezón erguido mientras ella enterraba las manos en su pelo.
La
mujer se revolvió bajo él, haciendo que la fantasía cobrase vida.
Mmm…
Estaba
claro que si ella descubriese quién era él, o lo que era, se desmayaría de
terror. Y, si se parecía en algo a su hermana, no dejaría de atacarlo hasta que
uno de los dos acabase muerto.
Una
pena, en realidad. Pero ya estaba acostumbrado a que la gente lo temiera. Era a
la vez la salvación y la maldición de los suyos.
–
¿Quién nos escucha? –susurró ella.
Abrió
los ojos y saboreó el sonido de esa voz suave y armoniosa. Cómo le gustaba el
cadencioso acento sureño… y el de esta mujer se deslizaba por su piel como la
seda más fina.
Haciendo
caso omiso de su férrea voluntad, su cuerpo se agitó en perversa respuesta. La
necesidad de probar esos labios llenos y entreabiertos mientras ella se abría
de piernas para permitirle hundirse en su calor, creció hasta el límite.
Sí,
cómo deseaba saborear a esta mujer…
Todo
su cuerpo.
Se
retiró un poco para estudiar mejor su rostro. Tenía una melena de un castaño
profundo, veteado con hebras cobrizas que reflejaban la luz. Los ojos azul
oscuro mostraban confusión y furia, un fiel reflejo de todo su carácter. En el
seductor rostro se apreciaba un diminuto lunar bajo el ojo derecho. Esa marca
era lo único que la distinguía de su hermana.
Eso
y su olor.
Rochi
llevaba perfumes caros que saturaban sus agudizados sentidos, mientras que esta
mujer olía ligeramente a rosas.
En
ese instante, Juan Pedro la deseó con una necesidad tan acuciante que se quedó
petrificado. Hacía siglos que no deseaba así a una mujer. Siglos desde que
había sentido algo, cualquier cosa.
El
rostro de Mariana se encendió al notar cómo su erección le presionaba la
cadera. Puede que el tipo no estuviese muerto, pero no había duda de que estaba
duro. Y eso no tenía nada que ver con el rigor mortis.
–Mira
tío, creo que necesitas encontrar otro sitio donde descansar.
Los
ojos de él se posaron hambrientos sobre sus labios y Mariana percibió el fiero
deseo que ardía en la profundidades de esa mirada negra como la noche. Al
instante, contrajo la mandíbula con fuerza, como si estuviese luchando consigo
mismo.
Su
fuerza masculina y su abierta sexualidad la abrumaban.
Allí,
debajo de él, se dio cuenta de lo vulnerable que era. Y de lo mucho que deseaba
probar esos hermosos labios.
La
idea la excitaba a la par que la aterrorizaba.
Él
parpadeó y, como si se hubiese cubierto con un velo, toda emoción despareció de
su rostro. Entonces la liberó.
Cuando
se apartó de ella Mariana vio una mancha de sangre en su jersey rosa.
–
¡Oh, Dios mío! –jadeó–. ¿Estás herido?
sube massssssss
ResponderEliminarMenudo escrutinio se hicieron.
ResponderEliminarMenudo escrutinio se hicieron.
ResponderEliminarMe fascino quiero más
ResponderEliminarMAS:D!!! Ya quiero Laliter♥....... Sonaly:)
ResponderEliminarMassss!! Me encanta la nove..... By: Marie:D!
ResponderEliminarYo quiero otro capi :)
ResponderEliminarMasi_ruth
mas noveee
ResponderEliminaramiga!!! espero veas esto pronto jajajaj voy a publicar algo en el blog y necesito que lo difundas plis tengo interne por muy poco y con dos lineas de señal QUE POBREZA jajajaj mañana tengo salida de campo asi q no voy a la U y no se si el internet quiera entrar el miercoles y me parece q hasta el find no me colocan internet y me parece que ya hable mucho jajajaja bye tk
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