Capítulo 7
La mañana
llegó demasiado pronto, para el pesar de Mariana. Aunque encerrada en la habitación,
y protegida en los brazos de Peter, podía permitirse creer durante un rato que
todo era perfecto.Él era perfecto, pensó mientras contemplaba los rasgos de su
rostro. Dormía con los labio sligeramente separados, como siempre, y sus
espesas pestañas oscuras contra la suave línea de sus pómulos. A Lali se le
encogió el corazón. La atracción que ejercía sobre ella no había disminuido a
pesar de todo lo que había pasado entre ambos.Le acarició la nariz y se acercó
a él para darle un beso en los labios.—¿Este beso significa que me has
perdonado por todo esto? —susurró él abriendo los ojos.—Sss —lo silenció ella—.
No lo estropees.—Entonces bésame de nuevo —le pidió, y ella lo hizo. ¿Por qué
no? Para bien o para mal, era y siempre sería su hombre.Fue una lástima que el
teléfono de la mesita de noche empezara a sonar. Peter gimió de protesta y
agarró el auricular. Unos segundos más tarde, colgó y le dio a Lali un último
beso.—El deber me llama.Ah, el deber, pensó Lali, viendo cómo su príncipe se
levantaba y entraba en el baño.Volvió a salir a los diez minutos,
arrebatadoramente vestido en algodón blanco. Mariana se levantó, reacia a
afrontar el día, y se dirigió hacia el baño.Peter la detuvo al pasar a su lado
y la besó en la mejilla.—Dentro de quince minutos en la segunda cubierta —le
dijo—. Allí se servirá el desayuno con una sorpresa añadida.—Me prometiste que
no habría más sorpresas —protestó ella frunciendo el ceño.—Esta no cuenta, así
que date prisa, ponte algo que deje a todos boquiabiertos y prepárate para
caerte de
espaldas.Después de ducharse y ponerse un vestido celeste de algodón, y con su
pelirroja melena suelta por los hombros, subió a cubierta y vio a Rafiq, pero
no a Peter.Rafiq le sonrió y le apartó una silla. Iba vestido con unos
pantalones chinos de color negro y una camiseta blanca que se ceñía a su
musculoso tórax.—¿Por casualidad tu madre era una amazona? —le preguntó ella
secamente. Su padre era un hombre delgado, así que tendría que haber recibido
esos genes de alguien.—¿Te has levantado con el pie izquierdo? —le preguntó él
a su vez.—Odio las sorpresas —respondió mientras se sentaba.—Ya, y por eso lo
pagas conmigo, porque sabes que no puedo tomar represalias.—¿Dónde está Peter? —le
preguntó en tono más amable, ya que Rafiq tenía razón—. Me dijo que estaría
aquí.—El piloto que nos llevará a través del Canal de Suez ha llegado —explicó
Rafiq—. Es una muestra de cortesía que Peter vaya a saludarlo
personalmente.Mariana giró la cabeza y vio que Port Said se extendía frente a
ellos como un vasto polígono industrial. No era una bonita vista para acompañar
el desayuno, aunque el puerto parecía disponer de los mejores atracaderos.—¿Y
el resto de invitados?—Durmiendo o desayunando en sus habitaciones —dijo él sin
poder reprimir un bostezo.—¿No has dormido mucho? —Rafiq no respondió, pero la
expresión de su cara hizo que Lali pensara en bailadoras españolas—. Espero que
ella lo hiciera bien —murmuró.—Deliciosa —respondió él con una sonrisa y le
sirvió una taza de té—. Toma, tal vez esto te ayude a endulzar tu lengua tan
ácida.Ella reconoció en silencio que estaba muy ansiosa. Pero todo se debía a
que estaba harta de sorpresas desagradables y...El dulce sabor del té se le
revolvió en el estómago.—¿Qué pasa? —le preguntó Rafiq al ver cómo se ponía
pálida.—Creo que la leche está agriada —dijo ella dejando la taza.Rafiq agarró
el jarro de leche y la olió.—A mí me parece que está bien —dijo, pero se levantó
y fue a buscar más a la nevera.
En ese
momento apareció Peter, y a Lali se le pasaron las náuseas en cuanto le dio un
beso en la frente. Se sentó junto a la silla de Rafiq, que volvió enseguida con
la leche, y Lali se quedó impresionada de lo parecidos que eran los dos
hombres. Incluso vestían de forma similar, aunque los pantalones de Peter eran
de color beige y la camiseta era negra.Pero los dos eran irresistiblemente
atractivos. ¿Por qué entonces su amor por ellos era diferente?, se preguntó
mientras los observaba. Todo hubiera sido muy fácil si se hubiera enamorado de
Rafiq. Sin asuntos de gobierno, sin protocolos, sin la obligación de concebir a
un hijo y heredero...Pero a Rafiq lo quería como a un hermano, no como a un
amante. Además, él ya tenía a su misteriosa bailarina, pensó mientras se servía
otra taza de té.—Pareces pálida. ¿Te ocurre algo? —le preguntó Peter.—Odia las
sorpresas —dijo Rafiq.—Vaya, entonces no soy muy popular —dijo Peter—. Como la
leche y la mantequilla... —añadió,al ver cómo se tomaba el té y el pan solos.—La
leche estaba agriada y me revolvió el estómago, así que he decidido no
arriesgarme con la mantequilla.En los climas cálidos era normal que se
estropearan los alimentos, así que Peter no le dio más importancia al asunto...
hasta que llegó el café y Lali se sintió de nuevo indispuesta.Peter la vio
recostarse en la silla, más pálida que antes, y se preguntó si se debería a la
leche o a la ansiedad. Miró su reloj. Solo faltaban diez minutos. ¿Merecía la
pena hacerla esperar tanto?Rafiq se levantó y dijo que iba a llevarse a Samir
al gimnasio antes de permitirle desayunar. Ninguno de los dos pareció
enterarse, y entonces un coche se acercó por el muelle hacia ellos.Era un
modelo negro y lujoso, que daba una idea de a quién transportaba.—Tu sorpresa
está llegando —le dijo Rafiq a Juan Pedro, y los dejó a solas.Peter se puso en pie
e hizo que Mariana se levantara.—Vamos —le dijo, y la condujo hacia la puerta
del vestíbulo que daba a la pasarela del muelle.Desde allí vieron que del coche
salía una preciosa mujer rubia. A Lali el corazón empezó a latirle con fuerza.—Evie
—susurró—. Y Rashid —añadió al ver al jeque Rashid al—Kadah—. ¿Van a viajar con
nosotros? –sus ojos brillaban de entusiasmo, y miraba a Peter como si fuera el
hombre más maravilloso del mundo.—¿Su presencia hará que te sientas mejor?
Su respuesta
fue tan sincera como desinhibida. Le echó los brazos al cuello y le dio un beso
por el que Peter hubiera pagado la mitad de su fortuna.—Esperaba que después de
seis años esa irrefrenable pasión se hubiera enfriado un poco —dijo una voz en
tono burlón.—Habló el hombre con su hijo en un brazo y su hija en el otro —añadió
otra voz.Peter se quedó petrificado, pues no esperaba que los al—Kadah llevaran
a sus hijos. Por su parte, Lali se apresuró a apartarse de él, y los dos se
giraron para ver a Rashid, hombre orgulloso como ninguno, sosteniendo a su hijo
pequeño en un brazo, mientras que la preciosa Evie le liberaba del peso de su
hija de tres meses.Cruzaron la pasarela hacia ellos, y los peores temores de
Peter se cumplieron, al ver lágrimas en los ojos de Lali, que lloraba de
emoción al ver a la pequeña, mientras abrazaba a Evangeline al—Kadah.Rashid
esperó tras ellas con una sonrisa, esperando que lo dejaran subir al yate.—No
lo sabía —le dijo Mariana a Evie—. ¡La última vez que te vi ni siquiera estabas
embarazada!—En un año pueden pasar muchas cosas –recalcó Rashid.Evie se apartó
de la pasarela para que su marido pudiera pasar. Rashid dejó a su hijo en el suelo
y abrió los brazos para recibir a Lali.—¿Sigues tan presumido como siempre? —Lali
se echó a reír mientras se echaba en sus brazos, desafiando el estricto
convencionalismo árabe que impedía el contacto entre hombres y mujeres.Entonces
se dio cuenta de que Juan Pedro no se había movido. Lo miró por encima del
hombro de Rashid y le frunció el ceño para que espabilara.Mientras él saludaba
a Evie, ella se agachó para saludar al niño que se aferraba a la falda de su
madre. Tenía el pelo negro como su padre y los ojos dorados como su madre.—Hola,
Hashim —le sonrió cariñosamente. Se habían visto antes, pero seguro que el
pequeño no la recordaba—. ¿Está rico ese dedo?El niño asintió y siguió con el
pulgar en la boca.—Me llamo Mariana. ¿Crees que podemos ser amigos?—Rojo —dijo
él mirando a su pelo—. Como el sol.—Gracias —dijo Lali riendo—. Veo que vas a
ser tan vanidoso como tu padre.Hashim se volvió hacia Rashid, quien lo levantó
mientras hablaba con Peter, como si fuera
lo más
natural del mundo tener a su hijo en brazos.Lali tuvo que apartar las lágrimas
que volvían a afluir a sus ojos. Peter le pasó un brazo por los hombros,
sonriéndole a Evie y a los niños. Pero Mariana se dio cuenta de que Peter no
podía soportar ver lo que Rashid tenia y él no.Se le hizo un nudo en el estómago
y se sintió mareada de nuevo. Los dos hombres habían sido amigos toda la vida,
sus países eran fronterizos y nada podría interponerse en su amistad...excepto
el deseo de tener algo que uno poseía y el otro no. Un hijo.—¿Puedo? —le
preguntó a Evie, extendiendo los brazos.Evie le tendió al bebé sin dudarlo.—¿Qué
edad tiene? —preguntó ella. Era como abrazar a un ángel, suave y ligero.—Tres
meses —respondió Evie—. Es más callada que un ratoncito y más dulce que la
miel. Se llama Yamila Lucinda, pero nosotros la llamamos Lucy.Al oír la voz de
su madre, Lucy abrió los ojos, dejando ver dos perfectas amatistas semejantes a
las de su madre. Lali tuvo que reprimir las lágrimas otra vez.Minutos más
tarde, todos estaban en cubierta, tomando un refresco mientras hablaban animadamente.
Los demás invitados trataban a Rashid con gran respeto, como merecía por ser el
gobernante del estado de Behran. Mariana asumió el papel de anfitriona, y
percibió la tensión de su marido, pero no le dijo nada.Cuando el yate soltó amarras
y puso rumbo al Canal de Suez, apareció Medina al—Mahmud y le suplicó a Lali
que le dejara tomar en brazos al bebé. Era una mujer pequeña y nerviosa, pero
en cuanto abrazó a la pequeña le lanzó a Lali una mirada tan comprensiva que a
punto estuvo de hacerle perder la compostura. No quería la compasión de las
personas, ni quería sentirse como una inútil, así que entró en el salón y
encargó más bebidas por el teléfono interno.—Tengo que pedirte disculpas —le
dijo Peter acercándose a ella—. Cuando preparé esta sorpresa, no esperaba que
los al—Kadah trajeran a sus hijos.—Oh, no seas tan sensible —le espetó—. ¿En
serio crees que podría estar resentida por culpa de sus preciosos niños y por
no poder tener a los míos propios?—¡No digas eso! No es cierto, pero me
volverás loco si insistes en lo mismo.—Y tú deja de esconder la cabeza en la
arena, Peter —replicó ella—. ¡Porque ambos sabemos que eres tú quien se engaña
a sí mismo!Salió con paso airado, dejándolo a solas con su frustración. En las
escaleras se encontró con
Rafiq y
Samir. Rafiq la miró con ojos entrecerrados; seguramente se estaría preguntando
si había sido la leche la causa de sus mareos. Samir, por su parte, lo único
que vio fue un blanco para su ingenio. Cuando se unieron a los demás, el pequeño
hizo reír a todos contando cómo Rafiq lo había hecho trabajar en el
gimnasio.Mariana siguió con su papel de anfitriona, y tuvo que aguantar durante
diez minutos a Zafina,que no paraba de ensalzar las virtudes de su hija Nadira.
Por suerte Evie acudió en su ayuda, y le pidió que le enseñara su
habitación.Las dos mujeres bajaron, seguidas de Hashim, y entraron en la
habitación recientemente preparada por Faysal. También acudió una criada que
Evie había llevado, y que se llevó a los niños a la habitación contigua.—Bueno,
suéltalo —le pidió Evie en cuanto se quedaron solas—. ¿Por qué Peter insistió
tanto en que hiciéramos este viaje?Lali estalló en lágrimas y le contó toda la
historia. Cuando acabó, las dos estaban acurrucadas en la cama y Evie le
acariciaba el pelo.—Creo que estáis aquí para que yo me sienta mejor —dijo,
respondiendo a la pregunta inicial de Evie—. Porque todo el mundo sabe que los
al—Mahmud y los al— Yasin me quieren fuera de circulación. Peter ignora que yo
ya sé que Nadira al— Yasim es la esposa que el pueblo quiere para él.—Conozco
ese sentimiento —susurró Evie—. Supongo que es muy hermosa, sumisa y que le
encantan los niños.Lali asintió entre sollozos.—Solo la he visto en un par de
ocasiones, pero es muy dulce —confesó.—Muy apropiada para Peter...—Sí.—Y tú no
lo eres —Lali negó con la cabeza—. Entonces, ¿por qué estás aquí?—Dímelo tú —sugirió
ella sentándose en la cama—. ¡Porque yo no lo sé! Peter me da una razón y luego
me da otra. Es un cabezota y todo un experto en volverme loca. Su padre está
enfermo y yo adoro a ese anciano, por lo que Peter lo utiliza para mantenerme a
su lado.—El padre de Rashid murió en sus brazos mientras yo sostenía a Rashid
en los míos —le contó Evie—. Fue horrible, pero no hubiera querido estar en
otra parte. Él me necesitaba, como Juan Pedro te necesita a ti.—Oh, no lo
defiendas —protestó Mariana—. Hace que me sienta mezquina, aunque hubiera ido a
ver su padre solo con que me lo hubiera pedido. No necesito todo este embrollo.
—Pero tal vez
Peter sí lo necesite.—Si no dejas de ser tan razonable, voy a sentarme entre la
señora Yasin y la señora Mahmuden la cena de esta noche.—De acuerdo, entonces
enciérrate en el baño y arréglate para que podamos luchar juntas contra esas
viejas alimañas.Lali sonrió y se levantó de la cama, sintiéndose más animada.—Me
alegra que estés aquí, Evie.Fue una verdad que podría haber repetido cientos de
veces durante los días siguientes, cuando todo el mundo intentaba disfrutar del
crucero.Pero a pesar del buen ánimo había sentimientos y rencores ocultos. En
el complicado mundo de la política árabe, no había un derecho natural para la
sucesión en Rahman. Un líder no tenía por qué ser necesariamente hijo del
anterior, pero en su elección debían de estar de acuerdo todas las familias
tribales.Todo el mundo sabía que Peter era el candidato ideal, pues durante los
últimos cinco años había dirigido con notable eficacia el país en nombre de su
padre. Nadie quería romper ese equilibrio, y las otras familias habían
prosperado bajo el gobierno de los al—Qadim. Rahman era un país respetado en la
península arábiga. En el subsuelo había grandes reservas de petróleo, y en sus
fronteras se situaban importantes oasis.Pero al igual que la arena del
desierto, las opiniones cambiaban. Al—Mahmud y al— Yasin también habían
prosperado durante los treinta años del gobierno de al— Qadim, pero desde el
principio estuvieron en desacuerdo con la elección de Peter para casarse.
Aunque no podían criticar a Mariana Esposito por desatender al pueblo de
Rahman, sí veían con malos ojos su debilidad. En cinco años no había sido capaz
de concebir hijos, y a Juan Pedro lo dejó en una difícil situación ante sus iguales
cuando lo abandonó. Peter se había negado a considerar el divorcio como una
posibilidad y también a tomar una segunda esposa. Aquello enfureció a los
ancianos tradicionalistas, y en especial al jeque Abdul al— Yasin, quien nunca
se había recuperado de la ofensa que Peter le infligió al no tomar a su hija
Nadira como primera esposa.Cuando el padre de Peter cayó enfermo, Abdul vio la
oportunidad para resarcirse. Todo lo que necesitaba era que Peter aceptara
tomar a una segunda esposa, con el propósito de mantener el delicado equilibrio
entre familias. Todo el mundo, excepto Peter, estuvo de acuerdo en que ese
matrimonio solucionaría los problemas. No tendría por qué separarse de la
primera, pero su primer hijo nacería de Nadira al— Yasim, que era lo que
realmente importaba.¿Y las alternativas? El jeque Jibril al—Mahmud tenía un
hijo que podría ocupar el puesto que dejara libre el padre de Peter. Y tampoco
se podía ignorar al jeque Imran y a su hijo Samir. Tal vez Samir fuera
demasiado joven, pero su padre no.
Por su parte,
las mujeres libraban su batalla particular. Zafina al— Yasim quería a su hija
Nadira en el lugar de Mariana, y no perdía oportunidad para crisparla y hacerle
perder la compostura ante Juan Pedro.En medio de todo eso estaban el jeque
Rashid y su esposa Evie. Desde el matrimonio entre un oriental y una
occidental, el estado de Behran había prosperado imparablemente y se había convertido
en uno de los países más influyentes de Arabia. Pero ellos tenían un hijo, y
todo giraba sobre esa cuestión.La travesía por el Canal de Suez duró dos días,
y luego pasarían otros cinco hasta llegar a laciudad de Jeddah, en la costa de
Arabia Saudí. Cuando salieron del Canal, las líneas de batalla estaban
claramente de— finidas, respetando siempre la tregua de las mañanas, en las que
todo el mundo se ocupaba de sus propios asuntos y diversión.Por la tarde la
mayoría echaba una siesta, a menos que Samir propusiera algo más divertido,como
montar en motos acuáticas.En la cena se respetaba otra tregua, pero cuando
acababa se reanudaban las hostilidades, hasta que alguien lo dejaba y se iba a
la cama.La cama podría ser un santuario en el que refugiarse de los problemas
diarios, a no ser que se compartiera con un enemigo. En eso pensaba Peter cada
noche en la que se acostaba y se encontraba con la fría espalda de Lali.Estaba
enfadada con él por muchas razones, y a él le dolía verla tan desgraciada.
Sobre todo le dolía cuando la veía abrazar al pequeño Hashim, y se imaginaba su
sufrimiento por no poder tener un hijo propio.—Háblame, por Alá —le pidió en la
oscuridad.—Busca otra cama donde dormir.Bueno, al menos había conseguido que le
dijera algo, así que decidió agarrar al toro por los cuernos y se puso sobre
ella.—¿Qué quieres de mí? —le preguntó—. ¡Lo hago lo mejor que puedo!Ella abrió
los ojos y le clavó una mirada glacial.—¿Por qué todas estas molestias si voy a
dejarte en cuanto pueda?—¿Por qué?—Ya hemos discutido los porqués cientos de
veces. ¡Déjame! —lo empujó y se levantó de la cama. Atravesó la habitación y se
acurrucó en uno de los sillones.—Vuelve aquí, Mariana —le ordenó él.
—Me
arrepiento de estar aquí —dijo ella con voz ronca, señal de que estaba
llorando.Peter se maldijo a sí mismo. Se puso en pie y fue a arrodillarse junto
a ella.—Lo siento —le dijo—. Siento que la situación sea tan difícil para ti,
pero mi padre insiste en que los jefes de las familias dialoguen entre ellos.
Sabes que no tengo garantizado el derecho a la sucesión, y que debo conseguir
el apoyo de los demás.—Deja de comportarte como un cabezota y permite que me
vaya. Así no tendrás que vencer a nadie.—Te equivocas —dijo él con una mueca—.
Creo que, en el fondo quieren que libre esta batalla y que la gane, para que
pueda demostrar mi resolución.Mariana se pasó la mano por la mejilla. Él quiso
hacer lo mismo, pero el sentido común le aconsejó que no.—Esta noche Zafina me
preguntó si tenía idea de la vida a la que te estaba condenando,manteniendo un
matrimonio sin posibilidad de tener hijos.Los ojos de Peter ardieron de furia,
y tomó la silenciosa decisión de no permitir que Lali fuera a ninguna parte sin
él o sin Rafiq.—¿Por qué insistes en algo que sabes que es...? —empezó a
preguntar ella, pero Peter la hizo callar del modo más efectivo que sabía. Boca
a boca.Las palabras se perdieron en el calor de las lenguas. Ella se resistió
durante unos segundos, pero se rindió en cuanto sus dedos tocaron la piel
desnuda de Peter. Ella tenía puesto un pijama de seda, mientras que él estaba
desnudo.—Eres como un avestruz —lo acusó ella mientras él la sentaba sobre sus
caderas—. ¿Cuánto tiempo crees que puedes seguir ignorando...? —El volvió a
usar el mismo método para hacerla callar. La llevó hasta la cama, con sus
piernas aferradas a la cintura y sus uñas clavándose en sus hombros. Entonces
pensó que si intentaba una posición horizontal podían hacerse daño si seguían
abrazados así.Pero, ¿quién necesitaba una cama? Encontró la cintura del
pantalón del pijama y tiró de la seda hacia abajo, para tener acceso a lo que
más deseaba. Ella gimió cuando él la penetró confacilidad, y los besos ahogaron
cualquier sonido posterior.Mientras le apretaba las nalgas y se esforzaba por
guardar el equilibrio, Peter pensó cómo era posible que solo tres noches de
abstinencia lo hubieran dejado tan hambriento. En los doce meses que había
pasado sin hacerlo no había sufrido tanto.—Estás temblando —le dijo ella.
Pero no solo
estaba temblando. Estaba fuera de control, de modo que la acostó en la cama con
tanto cuidado como pudo, le apartó el pelo de la cara y la miró a los ojos.—¿Puedes
decirme cómo puedo rechazar esto? —le preguntó—. Tú y solo tú puedes hacerme
esto a mí. Y solo quiero que lo hagas tú.Pronunció las palabras entre besos
salvajes y violentos empujones de caderas. Mariana le tocó la cara, la boca,
los párpados...—Lo siento tanto... —le susurró.Aquello bastó para volverlo más
loco de lo que estaba. Se retiró, se irguió, caminó hacia el baño, cerró la
puerta a su paso y golpeó la pared con la mano. Los silencios después de hacer
el amor eran una cosa, pero las disculpas en mitad del sexo eran otra muy
distinta.
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¿Por qué
había tenido que decirlo? ¡No había tenido la intención de hacerlo! Lo dijo tan
solo porque vio que Peter estaba sufriendo.Oh, Dios, ¿qué iban a hacer el uno
con el otro?, se preguntó a sí misma. Se puso en pie, y entonces sintió las
náuseas con más fuerza que nunca. Corrió hacia el baño, con la esperanza de que
Peter no hubiera echado el pestillo.Con una mano en la boca y con la otra
intentando abrocharse el pijama, alcanzó la puerta justo cuando esta se abrió y
apareció un Peter completamente distinto.—Tu deseo se ha cumplido —la informó
fríamente—. Tan pronto como sea seguro hacerlo,arreglaré lo del divorcio. No
quiero tener que ver nada más contigo.Diciendo eso se marchó, sin saber que la
única respuesta de Mariana era llegar al inodoro atiempo.
noooooooooooooooo!! como lo dejas asiii!1
ResponderEliminarjajaja esperoo el proximooo con ansias jajaj
espero q sea hoy :)
Esto no es así ella se embaraza por fin y ahora el le quier dar el divorcio!! Más me encanta!
ResponderEliminarmmaaaaaaaaaaaaaaas!
ResponderEliminarahhhhhhhhhh dios miop esta nove me encanta justo que lali quedo embarazada le va a dar el divorcio no tienen que estar juntos escuchaste
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssss noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssss noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeee plisssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarporfa no te demores en subir nove porque tardas tanto minimo un dia PERO TU TE DEMORAS TODA LA SEMANA y con lo buena que es tu nove suve mas segido
ResponderEliminardecime q vas a subir otro
ResponderEliminarquiero masssss
besos
@ari_stafe
Ella esta embarazadisima! ahora cambiaran las cosas!
ResponderEliminarSi ahora se lee perfecto,esta buenisimo!
otrooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo otro
ResponderEliminarali esta embarazada y al tonto de peter se le ocurre darle el divorcio y cmo tipica telenovela peter no va a saver que va a ser papa porque lali no se lo va decir
ResponderEliminarputa justo cuando lali queda embarazada este le va a dar el divorcio si peter no se entera que va a ser papa dejo de leer la nove mas vale que se entere
ResponderEliminarmas noveeeee
ResponderEliminarHaz que se enteren de una vez que Lali esta embarazada! Esta clarisimo, como pueden estar tan ciego y no darse cuenta? Jaja me encanta ♥ Mas mas
ResponderEliminarmas mas mas mas mas mas!!!!!
ResponderEliminarmas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!mas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!
mas mas mas mas mas mas!!!!!
ahhhhhh esto se pone cada vez mejor!!!!! entre que los dos tiran para su lado y cuando estan juntos son un fuego y despues mandan señales cruzadas, ni ellos se entienden! Que bichos todos los que están en el barco!!! Felizmente Peter, todo tierno, llevo gente en la que Lali confía... igual, para mí, dentro de poco no va a hacer falta ningún impedimento porque con este capi quedó, al menos para mí, claro que van a ser papás ¿no? o me equivoco???
ResponderEliminarMAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE!!!! esta demasiado BUENA! :D
ResponderEliminarMe encanto!! Masss
Me avisas cuando subas mas
@MariaPia0598
Está embarazada que lindo y pues es verdad, cuando uno está con mucha tensión o preocupada, no puede tener hijos muchas veces entra el factor psicológico y pues en este caso, ambos disfrutaron sus encuentros y Lali quedó embarazada
ResponderEliminarMasi_ruth
NOOOOO :O tengo una mini duda en la intro no decia q ella fingia estar embarazada o fue q yo tuve un lapsus de mala lectura y tal vez empiezo a necesitar gafas jajajaja esta buenisimo ojala si este embarazada pq tanto sufrimiento no no jaja sigo el otro cap
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