CAPITULO 7
¿Estás
loca? ¡Este tipo es un vampiro!
Vale,
pero un vampiro que está como un tren.
Juan
Pedro no podía respirar debido a la proximidad del cuerpo de Bella. Sus
agudizados sentidos la percibían por completo. Escuchaba el ritmo alocado de su
corazón, la sequedad de su boca y, lo que era peor, podía paladear su deseo.
Y
eso lo estimulaba aún más. Y le recordaba por qué había establecido el hábito
de evitar a las mujeres tanto como le resultaba posible. Maldito seas, Cayo.
Porque, en esos instantes, le resultaba muy difícil recordar que no podía
poseerla. Y aún más difícil era obviar su aroma. O su forma de moverse, como la
de una bailarina segura de sus pasos. Su cuerpo esbelto era la personificación
de la elegancia y no le costaba mucho esfuerzo imaginarla sentada a horcajadas
sobre él mientras le proporcionaba un placer sexual que, estaba completamente
seguro, ningún otro hombre le había dado antes.
Su
entrepierna se tensó hasta un punto cercano al dolor. No podía recordar la
última vez que se había puesto tan duro por una mujer. Y tenía que echar mano
de toda su fuerza de voluntad para no besarla; y para no enterrar los labios en
su garganta e inhalar ese aroma dulce y cálido mientras… Flexionó los dedos,
aumentando la presión que ejercía sobre los hombros de la chica, al darse
cuenta de que sólo tenía que bajar la mano unos centímetros y podría acariciar
su pecho. Tan sólo unos centímetros…
De
repente, el sonido de un walkie-talkie rompió el silencio.
–Es
un albañil –susurró Mariana, echando a correr hacia una ventana.
Juan
Pedro siseó cuando ella lo arrastró hacia la luz del sol y volvió bruscamente a
la sombra.
–Lo
siento –murmuró. Se acercó con cuidado a la ventana, asegurándose de no exponer
a Thiago a los rayos del sol–. ¡Eh! –exclamó para llamar la atención del
trabajador, que se encontraba a unos metros de distancia, hurgando en un viejo
tractor.
El
albañil la miró, perplejo. Se acercó a la ventana con el ceño fruncido y miró
hacia el interior. Entrecerró los ojos al encontrarlos.
–¿Qué
están haciendo aquí? Esta zona está cerrada al público.
–Es
una larga historia –le contestó Mariana–. La versión resumida es que me dejaron
tirada. ¿Por casualidad no tendría un móvil? Necesito hacer una llamada. ¿Le
importaría prestármelo?
Aún
frunciendo el ceño, el tipo le pasó el móvil a través de la ventana.
Juan
Pedro se lo quitó de inmediato.
–¡Oye!
–le espetó, alargando el brazo para volver a cogerlo.
Poniéndolo
fuera de su alcance, la ignoró mientras marcaba un número.
–¿Dónde
estamos? –le preguntó al trabajador mientras se colocaba el teléfono en la
oreja.
–En
la antigua planta Olson.
–¿En
Slidell?
Mariana
alzó una ceja, atónita al comprobar que el Cazador Oscuro había reconocido el
lugar. Ella llevaba toda la vida viviendo en Nueva Orleáns y no tenía ni idea
de que existiese este sitio.
–Sí
–contestó el hombre.
Juan
Pedro asintió con la cabeza.
–Oye
–le dijo a su interlocutor–, soy yo. Estoy en la antigua planta Olson, en
Slidell. ¿Sabes dónde está?
Hizo
una pausa para escuchar lo que tuviese que decirle la persona que se encontraba
al otro lado de la línea.
Mariana
lo observó atentamente. Le sorprendía que fuese capaz de hablar sin enseñar los
colmillos, pero los disimulaba muy bien. Y, ahora que lo pensaba, ¿cómo podía
un vampiro estar tan bronceado y su piel ser cálida al tacto? ¿Cómo tenía
pulso? ¿Cómo es que su corazón seguía latiendo? ¿No se suponía que los vampiros
eran no-muertos, pálidos y fríos?
–Sí
–dijo Juan Pedro–. Necesito que me saques de aquí, preferiblemente antes de que
el día avance.
El
Cazador Oscuro cortó la llamada y arrojó el teléfono al trabajador, que
esperaba al otro lado de la ventana.
–¡Eh!
–le gritó Mariana, sacando el brazo por la ventana para reclamar el teléfono–.
Lo necesito.
–¿A
quién vas a llamar? –le preguntó Juan Pedro de modo amenazador.
–No
es asunto tuyo.
Él
le quitó el teléfono de nuevo.
–Mientras
estemos encadenados es asunto mío.
Mariana
lo miró con los ojos entrecerrados y agarró el teléfono.
–Tócame
las narices, tío, y doy dos pasos a la derecha.
La
furiosa y candente mirada que le dedicó el Cazador Oscuro hizo que un
escalofrío le recorriera la espalda.
–No
te atrevas a llamar a tu hermana.
La
furia que reflejaba su rostro consiguió que Mariana recapacitara y retrocediera,
ya que no quería tentar a la suerte. Le entregó el teléfono al hombre.
–Gracias
–le dijo.
El
tipo se colocó el móvil en el cinturón y la miró de forma acusadora.
–Tienen
que marcharse, ya saben que esto es…
El
Cazador Oscuro alzó la mano y los ojos del hombre perdieron toda expresión.
–No
hay nadie en el edificio. Ve a hacer tu trabajo.
El
tipo se alejó sin decir una palabra más.
¿Control
mental? Mariana miró boquiabierta a Thiago. Por supuesto que tenía poderes
mentales. Era un vampiro.
–Será
mejor que no uses ese truco conmigo –le dijo Mariana.
–No
te preocupes. Eres demasiado obstinada para que funcione.
–Bien.
–No,
desde mi punto de vista no es bueno.
Aunque
las palabras fueron más bien cortantes, había una luz en la profundidad de sus
ojos que indicaba que no estaba tan molesto como pretendía hacerla creer.
Ella
lo miró con recelo. Estaba apoyado sobre una columna, con aire despreocupado y,
aun así, Mariana tenía la impresión de que estaba absolutamente atento a todo
lo que los rodeaba, tanto en el interior del edificio como en el exterior.
–
¿Por qué te convertiste en un vampiro? –le preguntó antes de pensar lo que iba
a decir–. ¿Has convertido a alguien en contra de su voluntad?
Él
abrió los ojos y alzó una ceja.
–Nadie
se convierte en Cazador Oscuro a menos que lo desee.
–Y
tú estuviste de acuerdo porque querías… –su voz se desvaneció mientras esperaba
que él le explicara.
–…acabar
con las humanas entrometidas que no dejan de darme la lata con sus preguntas.
Mariana
debería estar asustada, pero aún resonaban en sus oídos las palabras de Cayo,
según las cuáles Juan Pedro jamás haría daño a un humano.
¿Sería
cierto?
Recorrió
con la mirada su delicioso cuerpo, deseando poder estar completamente segura.
Ambos se quedaron callados durante unos instantes, hasta que fue incapaz de soportarlo por más tiempo.
Ambos se quedaron callados durante unos instantes, hasta que fue incapaz de soportarlo por más tiempo.
–Entonces
–dijo, intentando romper el incómodo silencio–, ¿cuánto crees que tendremos que
esperar?
–No
lo sé.
–¿A
quién llamaste? –Un nuevo intento de conversación.
CAPITULO 8
–A
nadie.
Mariana
respiró hondo y luchó por controlar el súbito impulso de estrangularlo.
–No
te gusta que te hagan preguntas, ¿verdad?
–¿Quieres
que te sea sincero? Ni siquiera me gusta hablar. Prefiero esperar en silencio.
–¿Ensimismado?
–Sí.
Mariana
sopló un resoplido.
–Bueno,
pues resulta que estoy aburrida, y si tengo que estar aquí esperando a que
vengan a por nosotros, me gustaría entretenerme con algo.
La
mirada de Juan Pedro descendió hasta sus labios y, muy despacio, siguió bajando
hasta sus pechos y sus caderas. Después cerró los ojos, pero Mariana había
visto el deseo voraz en aquellas profundidades oscuras. Podía sentir su deseo;
un deseo violento y exigente.
–Se
me ocurre un modo de entretenerte…
Ella
abrió los ojos de par en par.
–No
irás a morderme, ¿verdad?
Thiago
le contestó con una pícara sonrisa.
–No
quiero morderte, agapeemenee. Quiero desnudarte y mordisquear cada centímetro
de tu piel, especialmente tus pec…
Mariana
alargó un brazo y le tapó la boca con la mano para hacerlo callar. La suavidad
de esos labios, en contraste con la aspereza de su barba, la dejó aturdida. Y
el contacto de su piel bajo la mano provocaba una especie de descarga
eléctrica. Tragando saliva, se apartó de él.
–Pensaba
que los vampiros no podían tener relaciones sexuales.
Él
alzó una ceja y la miró con expresión burlona.
–¿Qué
tal si tú y yo llevamos a cabo un pequeño experimento, sólo para probar?
Mariana
pensó que debería sentirse molesta. Debería enfadarse. Debería sentirse de
cualquier forma, salvo excitada por sus palabras.
Pero,
mientras recorría con la mirada ese cuerpo esbelto y perfecto, la idea
comenzaba a resultarle cada vez más atractiva.
Juan
Pedro notó su confusión. Estaba considerando su oferta. Si el ardor en su
entrepierna no hubiese sido tan insoportable, incluso se habría reído. Pero,
tal y como estaban las cosas, ni él mismo estaba muy seguro de si su
proposición había sido un simple jueguecito o de si lo había dicho en serio. Lo
único que sabía con certeza era que su cuerpo respondía al de ella. Era
exactamente el tipo de mujer que siempre le había atraído: inteligente y
valiente.
En
pocas palabras: fascinante.
Echó
un vistazo a la pared que se alzaba tras ella e imaginó lo que sentiría al
apoyarla allí mientras la penetraba fuerte, rápido y salvajemente. Casi podía
sentirse ya en su interior. Podía escucharla gemir en su oído y él… Juan Pedro
sacudió la cabeza para alejar las imágenes. Había ocasiones en las que odiaba
sus habilidades psíquicas. Y ésta era, definitivamente, una de ellas.
Pasándose
la lengua por los labios resecos, recordó la época de su vida en la que no
habría dudado en llevarse a una mujer como ésta a la cama. Una época en la que
le habría quitado esa ropa conservadora y anodina y hubiese besado cada centímetro
de su piel desnuda hasta que se entregara al deseo y se comportara con salvaje
desenfreno. Una época en la que la hubiese acariciado hasta llevarla al borde
de la locura una y otra vez, mientras ella se aferraba a él pidiéndole más.
Apretó
los dientes al sentir que la sangre comenzaba a hervirle. Cómo le gustaría
volver a vivir aquellos días.
Pero
eso había sido mucho tiempo atrás. Y no importaba lo mucho que la deseara, ella
no estaba disponible para él.
Jamás
conocería su cuerpo.
Jamás
la conocería a ella. Punto. Por eso no le había preguntado el nombre ni le
había dicho el suyo. No tenía ninguna intención de usarlo. Ella no era nada más
que otra persona anónima a la que había jurado proteger. No habría más
intimidad que ésa entre ellos. Era un Cazador Oscuro, y ella una humana no
iniciada. No les estaba permitido mezclarse.
Alzó
la vista al escuchar el lejano aullido de una sirena que se aproximaba y dio las
gracias silenciosamente a Agustin por su don de la oportunidad.
Mariana
echó un vistazo por la ventana al escuchar la ambulancia. Era muy raro que se
detuviera frente a la fábrica. Al instante, las puertas del edificio se
abrieron, dejando paso a la ambulancia.
–
¿Nuestro taxi? –preguntó.
El
Cazador Oscuro asintió.
Una
vez la ambulancia estuvo en el interior de la fábrica, de modo que la luz del
sol no la alcanzará, un hombre afroamericano muy alto salió de ella y se
acercó. Dejó escapar un largo silbido al ver el rostro de Juan Pedro, quemado
por el sol.
–Tío,
estás hecho un desastre. ¿Debería preguntar por los grilletes?
Thiago
echó a andar hacia el conductor de la ambulancia, precediendo a Mariana.
–No,
a menos que quieras morir.
–Vale
–dijo el hombre, de buen humor–. Puedo imaginármelo, pero tenemos un problema:
no vais a pasar desapercibidos en una bolsa para cadáveres, con eso puesto. La
gente va a notarlo sin ninguna duda.
–Ya
lo he pensado –dijo Thiago–. Si alguien pregunta diles que morí de un infarto
durante una salvaje sexcapada con ella.
Una
escalofriante sensación descendió por la espalda de Mariana al recordar esa
misma palabra en boca de Eugenial el día anterior.
–¿Cómo
has dicho?
Thiago
la contempló con una mirada divertida y le hizo saber que estaba disfrutando
enormemente con su tormento.
–Y
que no puede encontrar la llave.
Agustin
soltó una carcajada.
–De
eso nada –le dijo Mariana acaloradamente.
Thiago
le dedicó esa sonrisa pícara suya que la dejaba totalmente derretida. La forma
en que sus ojos la recorrieron de arriba abajo le provocó un estremecimiento.
–Mira
el lado bueno: tendrás una fila de hombres interesados en pedirte una cita.
–No
tiene gracia.
Juan
Pedro se encogió de hombros.
–Es
la única manera de salir de aquí.
–Será
para ti –le contestó ella–. Yo puedo salir caminando ahora mismo y hacer que te
desintegres.
Él
alzó una ceja.
–Inténtalo.
Y
lo hizo. Para darse cuenta al instante de que los vampiros altos y peligrosos
no se mueven ni un milímetro a no ser que quieran hacerlo.
–Vale
–dijo ella, frotándose la muñeca que el grillete acababa de marcar–. Nos vamos
en la ambulancia entonces.
Juan
Pedro abrió la marcha.
Cuando
llegaron a la parte trasera del vehículo, él la alzó con tal facilidad que la
dejó perpleja. Ella se colocó en el lado izquierdo, intentando dejarle sitio,
pero era tan alto que tuvo que agacharse y, con un movimiento grácil, se tumbó
en la camilla, en el interior de la bolsa negra que estaba abierta para
resguardarlo.
Sin
decir una sola palabra, Agustin cerró la cremallera.
–
¿Hacéis esto con mucha frecuencia? –preguntó Mariana.
Agustin
sonrió de forma indolente a su amigo.
–De
vez en cuando.
Mariana
frunció el ceño cuando Agustin ajustó la cremallera de modo que su mano quedara
en el exterior y la de Thiago cubierta por el plástico negro. Le parecía muy
extraño que el hombre estuviese tan dispuesto a ayudar a un vampiro.
–¿Cómo
os conocisteis vosotros dos? –le preguntó a Agustin.
–Me
estaba alimentando de un cadáver cuando él llegó –le contestó Thiago desde el
interior de la bolsa.
Hola!!!! aca dejo dos caps mas! :)
Aclaro:Peter le dijo a Lali q se llamaba Thiago,por eso cuando ella piensa en el o le habla es con ese nombre!
Buenooooo las dejo chicas +12 firmar solo hasta q esten subire,se q no estoy con nove todos los dias pero tampoco es facil alistar los caps y eso! hoy subo porq como veran es Semana Santa y estoy digamos "libre" con unas tareitas q ya hize no mass,pero bue GRACIAS POR LEER BESOS!!
PD:Quien quiere q lo agregue al grupo de la nove me dejan su face!! ya q aca no tengo el link pero las q quieran y faltan las agrego!
@Angie_232alma
MAS NOVEEEEE
ResponderEliminarEse vampirito se las trae.Lali si tiene coraje ,jajaja querer hacer k ande a semejante cuerpazo,jajaja pero ella lo intenta igual
ResponderEliminarMe encanta más!!
ResponderEliminarame laaa novelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mas mas mas
ResponderEliminarmas novelaaa porfavor esta genial
ResponderEliminarEpa que lali con coraje que tenemos!!me encanta la nove, espero mas ajjaja!besos!Giu
ResponderEliminarSube massss
ResponderEliminarMassss
ResponderEliminarSube masssss
ResponderEliminarGsghfjdjdgdudfy otrooooo
ResponderEliminarBesos
Ahora lo de Thiago esta aclarado! ajajja Pero aun no entiendo que tienen que ver estos lali y peter con los de la nove de Juli! jjajaj ¿Este Peter es el hermano de German (Peter de Juli) y se volvio Cazador Oscuro o que? jajaajj
ResponderEliminarEspero otro capitulo
Besos
Ma
ResponderEliminarMas mas mas mas :D me encanta!!!
ResponderEliminar@Camhii_Infante
VOLVI jajajajaja o tendria q ser risa malvada juajuajua no mentira esta intrigante no se a donde van a parar pero OPA como vuela la mente de peter mass amiga mass jajaja (es en todo hipnótico)
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