lunes, 25 de noviembre de 2013

Capitulo 16



Capítulo 16

EL palacio de Al-Qadim era impresionante con el cielo oscuro de fondo. Sus paredes de piedra habían sido alumbradas desde abajo. Peter estaba impresionado por aquella belleza.
Pero no deseaba estar allí. Estaba harto de representar papeles por hacer un favor a la gente.
Acababa de dejar de representar un papel para meterse en otro. Ahora sería el centro de las críticas de los árabes, quienes le habían dado el papel de amante de la esposa del jeque, Daniela Al-Qadim.
—Peter, si no quieres seguir con esto, dilo —dijo Victor.
—Estoy aquí, ¿no? —respondió malhumorado.
Lali, la seductora, Lali, la tentadora. Lali, la serpiente, había hecho de las últimas semanas un perfecto paraíso, antes de volver a su estado original... ¿Y cuál era ese? Lali, la niña mimada, caprichosa y rica que siempre quería que se hiciera su voluntad.
El problema era que le había gustado hacer el papel de esclavo suyo. Lo excitaba. Lo hacía sentir vivo.
Se había hecho un tatuaje en uno de los lugares más erógenos solo para volverlo loco.
—Me parece que con este humor, no podrás estar muy sociable.
—Ya verás cómo cambio cuando se levante el telón. Estaré tan sociable con tu yerno que se preguntarán si la aventura la he tenido con él.
—No seas cínico.
Victor se estaba enfadando. Peter no podía culparlo.
—Debiste traerla contigo si no puedes pasar un día sin ella sin ponerte insoportable.
—¿De quién estamos hablando? —preguntó Peter con un brillo de advertencia en los ojos.
Victor sonrió simplemente.
—No he estado en San Esteban recientemente, pero hasta la chica de la limpieza de la oficina de Londres sabe que te has traído un souvenir del Caribe.
Un souvenir del infierno, pensó él. Luego recordó su expresión cuando la había visto por última vez, y se le hizo un nudo en el estómago.
La había herido. Sabía que la heriría. Por ello había querido saber lo que sentía Lali antes de contarle lo de su viaje.
Él había querido que ella comprendiera. Había querido que confiara en él. Que hubiera comprendido que él no podía estar enamorado de otra mujer, ¡cuando era totalmente suyo!
¿Y ahora qué? ¿Qué estaba haciendo aí? Debía volver. Ir a hablar con ella. Tenía razón en muchos sentidos. Él debería haber tenido en cuenta sus sentimientos antes que otros.
Juró en silencio.
El coche se detuvo delante de un domo de lapislázuli con pilares de mármol blanco. Un poco más lejos se veía la entrada de un edificio con una araña de cristal veneciano. Victor salió del coche. Peter hizo lo mismo. Se irguió y acomodó los hombros para sacudirse la tensión acumulada por la discusión con Lali hacía horas y poder afrontar la situación que lo esperaba allí.
Victor y Peter lucían trajes oscuros y camisas blancas. Entraron en una habitación de gran colorido. Peter divisó a Daniela enseguida. Llevaba un traje de seda rojo con ribetes dorados, y se la veía radiante. A su lado, estaba el hombre al que había adorado desde el primer momento, hacía unos cinco años: el jeque Hassan Al-Qadim, que parecía un poco pálido.
Tal vez hubiera dejado huella en él la tensión de las últimas semanas. Victor le había contado lo que había ocurrido en ese tiempo. Hassan había librado la batalla de su vida intentando mantener a su lado a la esposa que había elegido, y conservando la posición de sucesor de su padre, como dirigente de Rahman. Y había logrado el éxito en ambos frentes.
Peter sintió que el vello de su nuca se erizaba. Se dio la vuelta, y descubrió lo que había supuesto. La gente lo estaba mirando, ávida de curiosidad.
¿Esperaban presenciar una escena? ¿Lo miraban de aquel modo porque esperaban que Hassan pidiera su espada para cortarle la cabeza?
Luego se dio cuenta de que no tenía sentido imaginarse aquello. Puesto que aquella actitud de Hassan hubiera demostrado que creía que los rumores eran ciertos.
El hombre era más sutil. Tenía estilo, pensó Peter. Hassan no demostró ni un ápice de la antipatía que siempre había existido entre ellos, sino que tocó el brazo de Daniela y llamó su atención en dirección adonde estaban Victor y Peter.
Daniela se dio la vuelta hacia ellos. Su rostro se iluminó. Un par de ojos verdes, deslumbrantes, pero no tanto como los de otra persona, se fijaron en la cara de Victor y en la de él. Una expresión de alegría iluminó su rostro, y fue en dirección a ellos.
Todos los presentes parecieron dar un paso atrás, en estado de shock, al esperar que Daniela demostrase sus verdaderos sentimientos por aquel hombre occidental. Victor, alto, delgado, en muy buena forma para sus cincuenta y cinco años, recibió a su hija con un abrazo. Peter se sintió aliviado.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no me lo has dicho? —preguntó Daniela a su padre, entre lágrimas—. Peter... —dirigió los ojos a él—. ¡No puedo creerlo! ¡Creí que estabas en San Esteban! —luego volvió a hablar a su padre—: ¡Pero si esta mañana hablé contigo, y estabas en tu oficina de Londres!
—No, estaba en un hotel de aquí —sonrió su padre—. Agradece a tu marido la sorpresa...
Hassan se acercó a Daniela, y le rodeó la cintura. Ella lo miró, feliz, y le dijo:
—Te quiero...
—Le gusta hacerme sonrojar —dijo Hassan. Luego dio la mano a su suegro, y después a Peter—. Me alegro de que hayáis podido venir. Es un honor recibiros en nuestra casa.
—El honor es mío —respondió Peter con una sonrisa que tenía un toque de ironía.
Hassan hizo una mueca, luego miró a Daniela, que estaba demasiado excitada como para notar lo que sucedía a su alrededor.
Peter se dio cuenta de que Daniela no sabía que él estaba allí para salvar su reputación. Eso hablaba en favor de su marido, puesto que había tenido el detalle de no preocuparla.
¿Habría podido amarla él de aquel modo?
Miró a Daniela. Estaba radiante, feliz, riendo... Pero él vio de pronto a Lali radiante, feliz, riendo... Peter se preguntó si alguna vez había amado realmente a Daniela.
Recordó a Lali. Ella lo excitaba, lo embrujaba, lo miraba con deseo, lo amaba...
¿Lo amaba?, se preguntó.
Sus piernas parecieron perder consistencia, y su corazón se sobresaltó.
¡Estaba claro! ¡Había estado ciego!
—Peter, ¿te sientes bien?
Peter miró a Daniela.
—Sí, estoy bien —sonrió—. Me alegro de verte tan feliz.
—¡Soy muy feliz! ¡Inmensamente feliz!
—Bien, esta vez no dejes que la felicidad se te escape.
—No lo haré —prometió ella, y se aferró al brazo de Hassan.
Se suponía que debía reírse, y lo hizo. Todo el mundo se dio la vuelta para mirarlo. Hassan, temeroso de que pudiera estropearse su plan, se rió también. Y Victor lo hizo también.
Pero entonces, como animada por aquel momento de peligro, los presentes volvieron a sufrir un sobresalto. Todos dejaron de hablar. Reinó el silencio, y entonces apareció el hermanastro de Hassan, Rafiq, empujando una silla de ruedas en la que iba el jeque califa Ben Jusef Al-Qadim.
Peter lo había visto una sola vez, hacía cinco años, en la boda de su hijo. Pero aun así, le costó creer los cambios que habían operado en él. El hombre era tan delgado y frágil al lado de su hijo pequeño, que parecía una sombra de sí mismo. Pero sus ojos estaban brillantes, y parecía contento.
Los asistentes parecieron sorprendidos por su aspecto de enfermo, pero él los sorprendió aún más exclamando:
—Bienvenidos... ¡Bienvenidos, todos! —saludó—. Por favor, no me miréis como si estuvieseis en mi velatorio, porque os aseguro que he venido aquí a divertirme.

Después de aquello, la gente se relajó. Aquellos que lo conocían bien incluso sonrieron. Mientras su hijo lo llevaba por el salón, él iba saludando a todo el mundo.
—Victor, te he robado a tu hija. Ahora es mi más preciada hija. Te pido disculpas, pero no lo siento, como comprenderás.
—Creo que podemos compartirla —respondió Victor con una sonrisa.
—Y... ¡Ah! Señor Lanzani, es un placer conocer al amigo de Daniela...
Nadie se perdió aquel mensaje.
—¡Y Victor... señor Lanzani... vengan a verme mañana! Tengo un proyecto que creo que puede ser de gran interés para ustedes... ¡Ah! Rafiq, llévame para que pueda ver al jeque Raschid...
Y así ocurrió. Con un simple intercambio de saludos corteses, los rumores habían sido disueltos y olvidados, porque no había nadie allí capaz de cuestionar la fidelidad de Daniela después de que el mismo Califa hubiera dejado tan clara su postura.
El anciano califa avanzó, y el foco de atención cambió de dirección. Durante las siguientes dos horas, Hassan acompañó a Victor y a Peter por toda la sala y los presentó a todas las personas influyentes. A Peter no le interesaban esas personas. A él le interesaba Lali.
¿Dónde estaría? ¿Estaría aún en la mansión de San Esteban? ¿O había cumplido su palabra y se había marchado a Atenas? Quería saberlo. Necesitaba saberlo. Su teléfono móvil parecía quemarle en el bolsillo.
Al final, no pudo aguantarlo. Salió al exterior a ver si podía establecer la comunicación. No hubo problema, así que llamó a la mansión. Se quedó esperando que contestasen. Saltó el contestador.
Alguien se paró a su lado. Era Hassan, con una actitud más amable que nunca.
—Gracias —dijo—. Tengo con usted una enorme deuda de gratitud por venir aquí.
Peter no supo de dónde le llegó la idea, pero sintió tal desesperación por estar en otro sitio y no aguantar un minuto más allí, que preguntó:
—¿Cree que podría pagarme esa deuda facilitándome una rápida salida de aquí?
Hassan se puso rígido.
—¿Le desagrada nuestra hospitalidad?
—No —se rió Peter, sin humor, porque en realidad sentía temor—. Necesito estar en otro sitio.
Lali lo estaba llamando, pensó. Estaba invocando su presencia, como la bruja que era. Lo sentía. Y él quería volver con ella. Él la necesitaba.
Tal vez el jeque Hassan no fuera tan arrogante como había supuesto siempre. Porque lo miró simplemente, vio algo en su expresión... Mal de amores... Tristeza del corazón... Y con un chasquido de dedos llamó a un sirviente.

—Que preparen mi avión para una salida inmediata —le ordenó—. Señor Lanzani, su transporte a... donde sea, lo está esperando.

Hola chicas soy Marchu hoy subo yo porque Anige me lo pidio y tambien les pide disculpas a ustedes porque ha tenido muchos inconvenientes con su internet por eso no ha subido nove y ustedes dira y esta que si tiene porque no sube (si antes le ayudaba mucho a An) pues a mi tambien se me complico la cosa y por eso tambien les digo que si hay errores en el cap me perdonen porque no lo quise leer antes asi que espero lo disfruten 

11 comentarios:

  1. No dejes de subir por favor! ya se esta poniendo más interesantee

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  2. Gracias a las 2 por subir capis estando ocupadas, espero con ansias próximo capi.
    @Masi_ruth

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  3. Hola Gracias por subir espero que sus inconvenientes se resuelvan pronto besos Naara

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  4. YA vi que si tiene errores voy a ver si lo cambio

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  5. Todo arreglado y ahora Peter a solucionar su temita.
    Gracias x subir cap.

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  6. más más más más más más más más

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