Capítulo 16
EL palacio de
Al-Qadim era impresionante con el cielo oscuro de fondo. Sus paredes de piedra
habían sido alumbradas desde abajo. Peter estaba impresionado por aquella
belleza.
Pero no
deseaba estar allí. Estaba harto de representar papeles por hacer un favor a la
gente.
Acababa de
dejar de representar un papel para meterse en otro. Ahora sería el centro de
las críticas de los árabes, quienes le habían dado el papel de amante de la
esposa del jeque, Daniela Al-Qadim.
—Peter, si no
quieres seguir con esto, dilo —dijo Victor.
—Estoy aquí,
¿no? —respondió malhumorado.
Lali, la
seductora, Lali, la tentadora. Lali, la serpiente, había hecho de las últimas
semanas un perfecto paraíso, antes de volver a su estado original... ¿Y cuál
era ese? Lali, la niña mimada, caprichosa y rica que siempre quería que se
hiciera su voluntad.
El problema
era que le había gustado hacer el papel de esclavo suyo. Lo excitaba. Lo hacía
sentir vivo.
Se había
hecho un tatuaje en uno de los lugares más erógenos solo para volverlo loco.
—Me parece
que con este humor, no podrás estar muy sociable.
—Ya verás
cómo cambio cuando se levante el telón. Estaré tan sociable con tu yerno que se
preguntarán si la aventura la he tenido con él.
—No seas
cínico.
Victor se
estaba enfadando. Peter no podía culparlo.
—Debiste
traerla contigo si no puedes pasar un día sin ella sin ponerte insoportable.
—¿De quién
estamos hablando? —preguntó Peter con un brillo de advertencia en los ojos.
Victor sonrió
simplemente.
—No he estado
en San Esteban recientemente, pero hasta la chica de la limpieza de la oficina
de Londres sabe que te has traído un souvenir del Caribe.
Un souvenir
del infierno, pensó él. Luego recordó su expresión cuando la había visto por
última vez, y se le hizo un nudo en el estómago.
La había
herido. Sabía que la heriría. Por ello había querido saber lo que sentía Lali
antes de contarle lo de su viaje.
Él había
querido que ella comprendiera. Había querido que confiara en él. Que hubiera
comprendido que él no podía estar enamorado de otra mujer, ¡cuando era
totalmente suyo!
¿Y ahora qué?
¿Qué estaba haciendo aí? Debía volver. Ir a hablar con ella. Tenía razón en
muchos sentidos. Él debería haber tenido en cuenta sus sentimientos antes que
otros.
Juró en
silencio.
El coche se
detuvo delante de un domo de lapislázuli con pilares de mármol blanco. Un poco
más lejos se veía la entrada de un edificio con una araña de cristal veneciano.
Victor salió del coche. Peter hizo lo mismo. Se irguió y acomodó los hombros
para sacudirse la tensión acumulada por la discusión con Lali hacía horas y
poder afrontar la situación que lo esperaba allí.
Victor y Peter
lucían trajes oscuros y camisas blancas. Entraron en una habitación de gran
colorido. Peter divisó a Daniela enseguida. Llevaba un traje de seda rojo con
ribetes dorados, y se la veía radiante. A su lado, estaba el hombre al que había
adorado desde el primer momento, hacía unos cinco años: el jeque Hassan
Al-Qadim, que parecía un poco pálido.
Tal vez
hubiera dejado huella en él la tensión de las últimas semanas. Victor le había
contado lo que había ocurrido en ese tiempo. Hassan había librado la batalla de
su vida intentando mantener a su lado a la esposa que había elegido, y
conservando la posición de sucesor de su padre, como dirigente de Rahman. Y
había logrado el éxito en ambos frentes.
Peter sintió
que el vello de su nuca se erizaba. Se dio la vuelta, y descubrió lo que había
supuesto. La gente lo estaba mirando, ávida de curiosidad.
¿Esperaban
presenciar una escena? ¿Lo miraban de aquel modo porque esperaban que Hassan
pidiera su espada para cortarle la cabeza?
Luego se dio
cuenta de que no tenía sentido imaginarse aquello. Puesto que aquella actitud
de Hassan hubiera demostrado que creía que los rumores eran ciertos.
El hombre era
más sutil. Tenía estilo, pensó Peter. Hassan no demostró ni un ápice de la
antipatía que siempre había existido entre ellos, sino que tocó el brazo de Daniela
y llamó su atención en dirección adonde estaban Victor y Peter.
Daniela se
dio la vuelta hacia ellos. Su rostro se iluminó. Un par de ojos verdes,
deslumbrantes, pero no tanto como los de otra persona, se fijaron en la cara de
Victor y en la de él. Una expresión de alegría iluminó su rostro, y fue en
dirección a ellos.
Todos los
presentes parecieron dar un paso atrás, en estado de shock, al esperar que Daniela
demostrase sus verdaderos sentimientos por aquel hombre occidental. Victor,
alto, delgado, en muy buena forma para sus cincuenta y cinco años, recibió a su
hija con un abrazo. Peter se sintió aliviado.
—¿Qué estás
haciendo aquí? ¿Por qué no me lo has dicho? —preguntó Daniela a su padre, entre
lágrimas—. Peter... —dirigió los ojos a él—. ¡No puedo creerlo! ¡Creí que
estabas en San Esteban! —luego volvió a hablar a su padre—: ¡Pero si esta
mañana hablé contigo, y estabas en tu oficina de Londres!
—No, estaba
en un hotel de aquí —sonrió su padre—. Agradece a tu marido la sorpresa...
Hassan se
acercó a Daniela, y le rodeó la cintura. Ella lo miró, feliz, y le dijo:
—Te quiero...
—Le gusta
hacerme sonrojar —dijo Hassan. Luego dio la mano a su suegro, y después a Peter—.
Me alegro de que hayáis podido venir. Es un honor recibiros en nuestra casa.
—El honor es
mío —respondió Peter con una sonrisa que tenía un toque de ironía.
Hassan hizo
una mueca, luego miró a Daniela, que estaba demasiado excitada como para notar
lo que sucedía a su alrededor.
Peter se dio
cuenta de que Daniela no sabía que él estaba allí para salvar su reputación.
Eso hablaba en favor de su marido, puesto que había tenido el detalle de no
preocuparla.
¿Habría
podido amarla él de aquel modo?
Miró a Daniela.
Estaba radiante, feliz, riendo... Pero él vio de pronto a Lali radiante, feliz,
riendo... Peter se preguntó si alguna vez había amado realmente a Daniela.
Recordó a Lali.
Ella lo excitaba, lo embrujaba, lo miraba con deseo, lo amaba...
¿Lo amaba?,
se preguntó.
Sus piernas
parecieron perder consistencia, y su corazón se sobresaltó.
¡Estaba
claro! ¡Había estado ciego!
—Peter, ¿te
sientes bien?
Peter miró a Daniela.
—Sí, estoy
bien —sonrió—. Me alegro de verte tan feliz.
—¡Soy muy
feliz! ¡Inmensamente feliz!
—Bien, esta
vez no dejes que la felicidad se te escape.
—No lo haré
—prometió ella, y se aferró al brazo de Hassan.
Se suponía
que debía reírse, y lo hizo. Todo el mundo se dio la vuelta para mirarlo.
Hassan, temeroso de que pudiera estropearse su plan, se rió también. Y Victor
lo hizo también.
Pero
entonces, como animada por aquel momento de peligro, los presentes volvieron a
sufrir un sobresalto. Todos dejaron de hablar. Reinó el silencio, y entonces
apareció el hermanastro de Hassan, Rafiq, empujando una silla de ruedas en la
que iba el jeque califa Ben Jusef Al-Qadim.
Peter lo
había visto una sola vez, hacía cinco años, en la boda de su hijo. Pero aun
así, le costó creer los cambios que habían operado en él. El hombre era tan
delgado y frágil al lado de su hijo pequeño, que parecía una sombra de sí
mismo. Pero sus ojos estaban brillantes, y parecía contento.
Los
asistentes parecieron sorprendidos por su aspecto de enfermo, pero él los
sorprendió aún más exclamando:
—Bienvenidos...
¡Bienvenidos, todos! —saludó—. Por favor, no me miréis como si estuvieseis en
mi velatorio, porque os aseguro que he venido aquí a divertirme.
Después de
aquello, la gente se relajó. Aquellos que lo conocían bien incluso sonrieron.
Mientras su hijo lo llevaba por el salón, él iba saludando a todo el mundo.
—Victor, te
he robado a tu hija. Ahora es mi más preciada hija. Te pido disculpas, pero no
lo siento, como comprenderás.
—Creo que
podemos compartirla —respondió Victor con una sonrisa.
—Y... ¡Ah!
Señor Lanzani, es un placer conocer al amigo de Daniela...
Nadie se
perdió aquel mensaje.
—¡Y Victor...
señor Lanzani... vengan a verme mañana! Tengo un proyecto que creo que puede
ser de gran interés para ustedes... ¡Ah! Rafiq, llévame para que pueda ver al
jeque Raschid...
Y así ocurrió.
Con un simple intercambio de saludos corteses, los rumores habían sido
disueltos y olvidados, porque no había nadie allí capaz de cuestionar la
fidelidad de Daniela después de que el mismo Califa hubiera dejado tan clara su
postura.
El anciano
califa avanzó, y el foco de atención cambió de dirección. Durante las
siguientes dos horas, Hassan acompañó a Victor y a Peter por toda la sala y los
presentó a todas las personas influyentes. A Peter no le interesaban esas
personas. A él le interesaba Lali.
¿Dónde
estaría? ¿Estaría aún en la mansión de San Esteban? ¿O había cumplido su
palabra y se había marchado a Atenas? Quería saberlo. Necesitaba saberlo. Su
teléfono móvil parecía quemarle en el bolsillo.
Al final, no
pudo aguantarlo. Salió al exterior a ver si podía establecer la comunicación.
No hubo problema, así que llamó a la mansión. Se quedó esperando que
contestasen. Saltó el contestador.
Alguien se
paró a su lado. Era Hassan, con una actitud más amable que nunca.
—Gracias
—dijo—. Tengo con usted una enorme deuda de gratitud por venir aquí.
Peter no supo
de dónde le llegó la idea, pero sintió tal desesperación por estar en otro
sitio y no aguantar un minuto más allí, que preguntó:
—¿Cree que
podría pagarme esa deuda facilitándome una rápida salida de aquí?
Hassan se
puso rígido.
—¿Le
desagrada nuestra hospitalidad?
—No —se rió Peter,
sin humor, porque en realidad sentía temor—. Necesito estar en otro sitio.
Lali lo
estaba llamando, pensó. Estaba invocando su presencia, como la bruja que era.
Lo sentía. Y él quería volver con ella. Él la necesitaba.
Tal vez el
jeque Hassan no fuera tan arrogante como había supuesto siempre. Porque lo miró
simplemente, vio algo en su expresión... Mal de amores... Tristeza del
corazón... Y con un chasquido de dedos llamó a un sirviente.
—Que preparen
mi avión para una salida inmediata —le ordenó—. Señor Lanzani, su transporte
a... donde sea, lo está esperando.
Hola chicas soy Marchu hoy subo yo porque Anige me lo pidio y tambien les pide disculpas a ustedes porque ha tenido muchos inconvenientes con su internet por eso no ha subido nove y ustedes dira y esta que si tiene porque no sube (si antes le ayudaba mucho a An) pues a mi tambien se me complico la cosa y por eso tambien les digo que si hay errores en el cap me perdonen porque no lo quise leer antes asi que espero lo disfruten
Más me encanta!!
ResponderEliminarNo dejes de subir por favor! ya se esta poniendo más interesantee
ResponderEliminarGracias a las 2 por subir capis estando ocupadas, espero con ansias próximo capi.
ResponderEliminar@Masi_ruth
Hola Gracias por subir espero que sus inconvenientes se resuelvan pronto besos Naara
ResponderEliminarYA vi que si tiene errores voy a ver si lo cambio
ResponderEliminarTodo arreglado y ahora Peter a solucionar su temita.
ResponderEliminarGracias x subir cap.
más más más más más más más más
ResponderEliminar++++++
ResponderEliminarmás más más más
ResponderEliminarmaaaaaaaaaasssssssss
ResponderEliminarmás por fa!
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