jueves, 25 de abril de 2013

Capitulo 16

Holaa paso a dejar nove!! gracias por sus firmass las quiero!
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CAPITULO 16
A Mariana se le revolvió el estómago.
–¿Sabes una cosa? –le dijo Juan Pedro muy tranquilo–. Odio a los romanos, pero debo reconocer que sus descendientes han fabricado un vehículo extraordinario.
Cambió de marcha y aceleró de nuevo, dejando atrás al Chevy. Atravesando la mediana, se internaron en el tráfico y tomaron una de las salidas a tal velocidad que lo único que Mariana vio fueron los destellos de las luces en una especie de mancha borrosa. Los chirridos de los frenos y las pitadas de las bocinas llenaron sus oídos, seguidos por el estridente sonido del metal cuando el Firebird, lleno de Daimons, chocó contra el Chevy negro. El Firebird empujó al otro vehículo hasta el muro de contención, donde dio una vuelta de campana y cayó sobre la autopista. Aún no era capaz de respirar con normalidad cuando el Chevy de los Daimons se detuvo al lado de la calzada sin golpear a ningún otro coche.
Thiago dio un alarido de júbilo mientras hacía girar al Lamborghini bruscamente hasta dejarlo en dirección contraria. Pisó los frenos a fondo y echó un vistazo al caos que acababan de dejar atrás.
Mariana se limitó a mirarlo con la boca abierta y todo el cuerpo temblando.
Él quitó la radio y la miró con una sonrisa triunfal.
–Y sin un solo arañazo en el Lamborghini… ¡Ja! Morded el polvo, cabrones chupa-almas.
Redujo marcha, pisó a fondo el acelerador y dio una vuelta completa en mitad de la calle, haciendo chirriar las ruedas antes de dirigirse al Barrio Francés.
Mariana permaneció en silencio, sin dar crédito a lo sucedido, y trató de relajarse tomando profundas bocanadas de aire.
–Te has divertido de lo lindo, ¿verdad?
–Joder, sí. ¿Les has visto la cara? –preguntó, soltando una carcajada–. Adoro este coche.
Ella miró al cielo suplicando ayuda divina.
–Dios mío, por favor, apártame de este loco antes de que muera de un susto.
–Venga ya –le dijo con voz juguetona–. No me digas que no te ha hecho correr la sangre.
–Sí, sí, claro. De hecho, me la ha acelerado tanto que no estoy segura de cómo ha logrado sobrevivir mi corazón. –Lo miró fijamente–. Eres un ser humano totalmente desquiciado.
La risa de Juan Pedro murió al instante.
–Solía serlo, al menos.
Mariana tragó saliva al percibir el vacío de su voz. Sin quererlo, acababa de encontrar un punto débil. El humor de ambos decayó bastante y Mariana le dio las indicaciones precisas para llegar a la casa de Mili, en St. Charles.
Pocos minutos después, aparcaban en el camino de entrada tras el Range Rover negro de Peter Alexander. El guardabarros trasero estaba ligeramente hundido tras su último encuentro con una farola. Pobre Peter, era un peligro en la carretera.
Mariana miró de soslayo a su compañero. Después de todo, y siguiendo con las comparaciones, Peter no era tan malo. Al menos, jamás la mataría de un infarto.
Thiago la ayudó a bajar del coche a través de la puerta del conductor y la precedió camino de la puerta. La antigua casa estaba completamente iluminada y, a través de las ligeras cortinas que cubrían las ventanas, Mariana pudo ver a Mili sentada en un sillón de la salita de estar.
Bajita y morena, Mili llevaba la larga melena recogida en una cola de caballo y su tripa había aumentado el doble desde la última vez que la vio. Aunque faltaban nueve semanas para que saliera de cuentas, la pobre Mili tenía todo el aspecto de ir a dar a luz en cualquier momento. Se estaba riendo de algo, pero no había señales de Peter ni de sus invitados.
Mariana se detuvo para acomodarse el pelo con la mano, enderezar su ropa sucia y abrocharse el polar para ocultar las manchas de sangre.
–Mili dijo que tendrían compañía, así es que creo que deberíamos intentar pasar desapercibidos, ¿de acuerdo?
Thiago asintió con la cabeza en el mismo momento en que ella tocaba el timbre. Tras una breve espera, la puerta se abrió y German Alexander apareció en el vestíbulo. Con su casi uno noventa de altura, German era tan deslumbrante como Juan Pedro. Tenían el mismo color de pelo, pero sus ojos eran del azul más profundo que ella hubiese visto jamás. Sus rasgos parecían esculpidos pero, teniendo en cuenta que era el hijo de la diosa Afrodita, no era de extrañar. La sonrisa de bienvenida se borró del rostro del hombre cuando miró a Thiago y al instante se quedó con la boca abierta.
Mariana comprobó que Thiago reaccionaba de la misma forma; parecía estar perplejo.
–¿German de Macedonia? –preguntó Thiago con incredulidad.
–¿Juan Pedro de Tracia?
Antes de que Mariana pudiera moverse, los dos hombres se fundieron en un abrazo, como si se tratara de dos hermanos largo tiempo separados. Su brazo siguió el movimiento del de Juan Pedro al abrazar a German.
–¡Por todos los dioses! –jadeó German–. ¿De verdad eres tú?
–No puedo creerlo –dijo Juan Pedro apartándose un poco para mirar a German de arriba abajo–. Pensaba que estabas muerto.
–¿Yo? –le preguntó German–. ¿Y tú qué? Oí que los romanos te habían ejecutado. ¡Por Zeus! ¿Cómo es posible que estés aquí? –En ese momento, bajó la mirada y vio los grilletes–. ¿Qué…?
–Por eso hemos venido –dijo Mariana–. Nos han encadenado y esperaba que tú pudieras separarnos.
–Los forjó tu padrastro –añadió Thiago–. ¿No tendrás una llave en algún lado, por casualidad?
German se rió.
–Supongo que no debería sorprenderme. Por lo menos esta vez no has traído a una princesa amazona con una madre iracunda exigiendo que se te corten ciertas partes de tu cuerpo… –German meneó la cabeza como si se tratase de un padre regañando a su hijo–. Dos mil años después y aún sigues metiéndote en líos increíbles.
Juan Pedro lo miró con una sonrisilla forzada.
–Algunas cosas no cambian jamás. Si consigues separarnos te deberé una, ¿no te importa?
German ladeó la cabeza.
–La última vez que hice recuento, me debías dos favores.
–¡Ah, sí! No me acordaba de lo de Primaria.
Por la expresión del rostro de German, Mariana supo que a él no se le había olvidado y la verdad era que mataría por enterarse de lo que había sucedido. Pero ya habría tiempo para eso más tarde. Lo primero era liberar su brazo. Movió la cadena, haciendo que tintineara.
German retrocedió y los invitó a entrar a la casa.
–Habéis tenido suerte –les dijo mientras los acompañaba hasta la salita.
Mili no se había movido del sillón; ahora sostenía a Vanessa en su regazo mientras la madre de German, rubia y espléndida, ocupaba un lugar en el sofá y jugaba con Niklos y uno de sus peluches. Un hombre moreno y alto estaba sentado junto a Afrodita y sostenía al pequeño en sus brazos, riéndose de los dos.
El Cazador Oscuro jadeó al ver la poco corriente escena familiar y apartó a Mariana con un brusco empujón, momentos antes de que Afrodita alzara la vista y maldijera.
Antes de Mariana pudiera entender lo que sucedía, la diosa alargó un brazo y de su mano surgió una especie de rayo luminoso que golpeó directamente a Thiago. El impacto lo tiró al suelo de espaldas, arrastrándola junto a él.

Continuara........................

PD:Les gusta como quedo el blog??? es tiempo de cambios jaja

Besos

An

12 comentarios:

  1. Ooo q lindo se reencontraron :3 xq afrodita hizo eso haha quiero más

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  2. me encanto el capitulo!! Fue muy lindo!! Espero mas,Giu

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  3. Thiago siempre en problemas Más!!

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  4. Se conocian! jajajja y ¿porque Afrodiata le lanzo no se que a PEter?

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  5. Pobre Lali, SIEMPRE se mete en problemas por culpa de PEter :P jajajaj
    Quiero mas
    Besos

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  6. A l menos la aparto d el sabiendo lo j haria Afrodita

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  7. pero que rayos paso :O

    grcias por recomendar mi blog

    novela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/

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  8. mas nove
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  9. de lluvia de sol tiempo de hacer amor jajajjajaja no? jajaja estoy loca amiga y otra vez re atrasada en todos los blog no se como voy a hacer me muero y si q tenian cuento estos quien se lo iba a imaginar...pero ahora lali va a saber el verdadero nombre jajajajajaj estoy pum para arriba con risa mal jajajajj

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