viernes, 13 de septiembre de 2013

Capitulo 9


Hola!!!! chicas volvi! para las q no vieron el comentario q deje esq estaba a full con el cole por eso no habia podido subir,mil gracias a las q me desearon suerte con los examenes!

Aca esta el cap,vamos como por la mitad de la nove,asi q apurémonos a terminarla y luego vemos q pasa.

Etapa nuevo diseño nuevo jaja les gusta?

Las quiero montones firmen y les subo otro cap ♥



Capítulo 9



Lali se sintió cierta timidez cuando se sentó en el coche.
—Gracias por esto —dijo—. Habría lamentado despedirme de él enfadada.
Peter no respondió. Lali lo miró de lado. Parecía relajado, pero había algo en el gesto de su boca que le decía que estaba enfadado.
¿Con ella? ¿Con su abuelo? ¿Consigo mismo por meterse en semejante lío?
El aire acondicionado empezó a funcionar, removiendo la fragancia masculina de Peter. Cuando él tocaba la palanca de cambios, rozaba su pierna. Lali sintió calor.
—¡Di algo, por Dios! —dijo ella.
¿Qué iba a decir?, pensó Peter. ¿Que no sabía qué estaba haciendo allí con ella? ¿Que no sabía por qué se la llevaba a España con él?
—¿Qué hay en el paquete? —preguntó él.
—El regalo de cumpleaños de mi abuelo —contestó ella con voz sensual.
—No lo has abierto.
—No le gusta que abra los regalos delante de él, por si no me gusta lo que me ha regalado y ve la decepción en mi cara —balbuceó ella.
Estaba balbuceando, pensó Peter. ¿Estaba llorando? Peter no podía saberlo porque el cabello le tapaba el rostro.
—¿Te decepciona a menudo?
—Nunca. Me encanta todo lo que me regala. Estarás pensando que ya lo debe saber a estas alturas... —Lali se rió suavemente.
—Ábrelo —sugirió Peter.
—Más tarde.
Ya tenía demasiadas cosas por las que llorar como para agregar el llanto emocionado por el regalo de su abuelo.
Llegaron al final del camino y tomaron la única carretera verdadera de la isla.
—Lali... Si has cambiado de opinión, puedo darme la vuelta y...
—¡Voy a ir contigo! —gritó ella.
Peter se calló. Lali siguió en silencio.
Llegaron en diez minutos. Se encaminaron al aparcamiento que había al lado de la agencia de alquiler de coches.
Un Cessna de nueve asientos los estaba esperando en la estrecha pista. Un trabajador corrió a recoger su equipaje para llevarlo al avión. Peter salió de la agencia de alquiler de coches guardando su tarjeta de crédito. Llevaba unos pantalones grises y una camisa azul, y una chaqueta a juego colgada del brazo. Lali sujetó su bolso; deseó que no pareciera tan atractivo...
Llegar a Nassau fue un alivio.
Tenían que esperar dos horas allí, lo que les facilitó una excusa para estar un rato separados. Lali decidió hacer unas compras. Peter buscó algún sitio con acceso a Internet para descargar unos documentos y leerlos en el vuelo.
Cuando decidió regresar a buscar a Lali, Peter vio un tigre de peluche, con su arrogante cola en el aire. Lali no entendería la broma, pero no podía resistirse a comprárselo.
Cuando salió de la tienda, vio a Lali sentada en las inmediaciones, bebiendo una lata de bebida, rodeada de un montón de bolsas de regalo.
—Son regalos para mis amigos de Londres. Les gusta que les lleves algo.
Peter sonrió y se sentó a su lado. Luego le dio lo que había comprado para ella.
—Feliz cumpleaños —le dijo.
Ella lo miró, sorprendida, con aquellos ojos verdes que él adoraba.
—Ábrelo. No te preocupes, no soy tan sensible a la decepción como tu abuelo.
Lali le devolvió la sonrisa y le dio la lata de bebida para poder abrir el paquete. Mientras tanto, Peter bebió de su lata y espió a Lali cuando apareció el tigre ante sus ojos.
Hubo un momento de silencio, se ruborizó levemente; luego se rió. Era aquella risa clara como la luz, esa deliciosa risa que él había oído tantas veces dedicar a otra gente, menos a él.
—Un tigre... ¡Tonto! —lo miró—. ¿Cómo has sabido que tenía una colección de tigres de peluche en casa?
No lo sabía. Pero ahora lo sabía.
—Telepatía —respondió.
Lali se inclinó para darle un beso, dudó un momento, lo miró. El alzó una ceja... Pero en ese momento a ella no le importó nada derretirse por él y darle un beso, aunque fuera algo muy peligroso.
Sus labios se juntaron brevemente, indecisos.
«Sí, me desea, a pesar de Daniela», se dijo ella, triunfante.
—Gracias —murmuró Lali en voz alta.
—De nada.
Lali lo vio fruncir el ceño. ¿Estaría pensando en Daniela? Aquella sospecha la desanimó.
Peter no era el hombre adecuado, pensó.
—¿Quieres? —preguntó él, tendiéndole la lata de bebida.
Lali agitó la cabeza.
—Puedes terminártela, si quieres.
No la quería. Solo quería que él... Pero no tenía sentido, reflexionó Lali.
Peter se acercó a una papelera y tiró la lata. Cuando volvió, Lali no estaba. Se puso nervioso. ¿Por qué? Porque tenía un cabello dorado que le caía en los hombros como una cascada. Porque era alta y esbelta, joven y hermosa. Porque tenía la piel bronceada y unos ojos verdes preciosos, y tenía clase, y estilo... y porque atraía las miradas de todos los hombres que la veían...
Peter miró alrededor y descubrió a Lali ante un escaparate de una joyería que él había estado mirando hacía unos minutos.
—¿Cuál te gusta? —preguntó él por encima de su hombro.
Ella se sobresaltó, alzó la mirada, luego la desvió y se ruborizó como si hubiera estado haciendo algo prohibido.
—El de los diamantes con una esmeralda en el medio —respondió Lali con voz sensual.
Le gustaba que le hablase con voz sensual, reflexionó él.
Peter le sujetó las bolsas y puso la mano libre en su espalda.
—Entremos y te lo pruebas —murmuró suavemente.
—¿Qué...? ¡No podemos hacerlo!
Parecía sorprendida, eso le gustaba.
—Claro que podemos. Es una tradición.
«Tradición», se dijo Lali.
Peter la llevó a la tienda, dejó las bolsas en el suelo y pidió la bandeja de los anillos. Tomó el anillo de diamantes y esmeralda ante la sonrisa complaciente del dependiente, y lo puso en la mano izquierda de Lali.
—¿Qué te parece? —le preguntó.
—Es del tamaño justo —no pudo decir más.
—Pero, ¿te gusta?
—Sí —balbuceó.
—A mí también. Nos lo llevamos... —le dijo al dependiente.
—Pero... ¡Mira el precio! —exclamó ella mientras el dependiente se llevaba la tarjeta de crédito de Peter.
—Una dama no mira el precio —le dijo él.
—¡Pero no puedo permitir que compres algo tan caro! ¿Puedes comprarlo? No debiéramos hacerlo —dijo Lali con pánico en los ojos, destruyendo los escasos minutos de romanticismo que él se había permitido, sintió Peter—. Le hemos dicho a mi abuelo que mantendríamos esto en secreto.
—No habrá nada de secreto cuando vivamos juntos en España, Lali —señaló él.
Ella lo miró sobresaltada.
—Pero si no quieres el anillo...
—No... Sí... ¡Lo quiero!
—Bien. Una farsa no es una buena farsa sin todo lo que la rodea.
El corazón de Lali sintió que se hundía. Tragó saliva. Era una estúpida, pensó.
—Entonces, pagaremos a medias —afirmó Lali.
Si lo había hecho para devolverle el golpe, realmente lo había logrado, notó Lali al verlo ponerse rígido y decir:

—¿Crees que porque no tenga tantos millones como tu abuelo soy un pobre diablo?
—Simplemente, no quiero que te salgas de tu presupuesto solo porque yo te haya metido en esto.
—Bueno, piensa en el placer que te proporcionará el día en que me lo devuelvas.
El dependiente regresó para terminar la compra. Tal vez fuese una interrupción oportuna, pensó Lali, mientras veía a Peter firmar la factura y recibir su pasaporte y tarjeta de crédito, porque aquel último comentario lo había hecho para asestarle otro golpe.
De pronto, el anillo pareció perder importancia, anunciaron el vuelo, y se olvidaron por completo del episodio de la joyería, aunque el anillo brillaba en su dedo.
El avión iba lleno, pero en primera clase reinaba la tranquilidad.
Lali puso el tigre de peluche en el reposabrazos, entre los dos asientos. Era su regalo favorito, además del de su abuelo, por supuesto. El anillo no era más que una formalidad impuesta por la situación.
Peter se sumergió en la lectura. Se alegró de no haber confesado a Lali que aquel anillo era el mismo que él había elegido antes de que ella lo viera. Esos estúpidos comentarios podían llevar a embarazosas preguntas que no quería contestar. Lali estaba callada. Peter se arrepintió de todo el episodio. Hubiera deseado que jamás hubiera ocurrido.
—¿Quiere algo más para beber, señor Lanzani? —preguntó la azafata.
Peter notó un brillo seductor en la mirada de la mujer. Él rechazó la bebida. La azafata miró el anillo en el dedo de Lali. Tenía razón: ya lo habían cazado, pensó Peter.
—¿Y usted, señorita Esposito Herakleides?
—No, gracias —respondió Lali. «Y deja de mirar a mi hombre», habría añadido.
Lo observó leer, escribir notas, subrayar cosas... Todo lo hacía con un encanto especial, pensó Lali.
De pronto, Peter suspiró. Su pecho se expandió. Ella entrevió la piel bronceada entre los botones de la camisa. Una piel hermosa, dorada. «¡Cierra los ojos, y deja de fantasear, Lali!», pensó.
Cerró los ojos. Después de un rato, la revista que tenía entre los dedos se resbaló. Peter la rescató junto con el tigre, que también había empezado a resbalarse. Lo puso en el regazo de Lali. Lo miró como diciéndole: «¡Qué suerte tienes de estar con ella!», y reclinó el asiento de Lali para que durmiera mejor.
Ella dejó escapar un suspiro. La miró y descubrió las rozaduras en el cuello, producto de la pasada noche. Se había olvidado por completo de aquel maldito episodio con aquel deseo que lo estaba asaltando.
Al poco rato, Peter también se quedó dormido. Se despertó en medio del Atlántico y descubrió que Lali se había acurrucado de lado en su asiento, con la cara frente a él, y no solo eso, sino que había puesto una mano en su pecho viril y había metido dos dedos tibios en una abertura de la camisa.
Le gustaba tenerlos allí. No quería quitarlos, si bien la naturaleza le estaba advirtiendo que era peligroso. Peter cerró los ojos otra vez y se imaginó deslizando los dedos por el escote de su blusa, para acariciar sus senos. Luego se dio cuenta de lo que estaba pensando y reprimió aquellas imágenes. De ninguna manera. Abrió los ojos, por si en sueños hacía lo que había fantaseado despierto. Entonces cedió a su otro deseo: quitó la mano de Lali de su pecho y se puso de pie.
Cuando volvió, ella estaba despierta.
—¿Quieres beber algo? —le preguntó.
—Mmm... —dijo ella en medio de un bostezo—. Un té, creo, y... ¿Puedes preguntar si pueden traerme un sándwich?
—Por supuesto —Peter fue en busca de una azafata.
Cuando regresó, Lali no estaba. Cuando la azafata llevó el té y los sándwiches, Lali regresó a su asiento.
Se había refrescado y tenía mejor aspecto. Peter le sirvió el té.
—¿Tienes alguna preferencia? —le preguntó Lali, refiriéndose a los sándwiches.
«Te prefiero a ti», le hubiera contestado él, pero dijo:
—Me da igual. Estoy muerto de hambre. Nos hemos dormido durante la cena, al parecer.
—¿Tú también? —preguntó ella.
—Mmm.
—¿Has podido terminar el trabajo antes de dormirte?
—Mmm.
—¿No puedes decir nada más?
Él la miró, y ella comprendió que había más cosas que podía decir. Descubrió el deseo en su mirada de ojos grises. Ella lo deseaba también. Si se tocaban, ardería la pasión.

No se tocaron. Lali desvió la mirada, tomó su taza y bebió el té. El anillo brilló otra vez. Lali volvió a lamentar aquel gesto. Ese acuerdo era una farsa. El anillo era una farsa. Pero cuando lo miraba, le parecía que Lali le pertenecía.


@Angie_232alma

28 comentarios:

  1. QUIERO MAS Y SI NO FIRMAN PUES SERE YO FIRMANDO 20 VECES

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  2. Si se dijeran lo k d verdad sienten los dos,estallarían d amor.

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  3. El tigre k le regalo ,es un amor.Cosas sencillas tienen más valor sentimental .

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  4. Deberian decirse lo que sienten!!! Yo tambien quiero un anillo de diamantes con una esmeralda!!!
    @ROCHI16TA

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  5. Ah justo dije antes de dormir voy a ver sí hoy tengo suerte y subió! Y lo hiciste! =D me alegro que hayas vuelto se te extrañaba espero que te haya ido muy bien en los exámenes besos Naara

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  6. más más noveeeeeeeeeelaaaaaaa

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  7. más más más más más

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  8. angie!!! Maratón maratón maratón maratón

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  9. Que bueno que volviste! como te fue en los parciales?.. Siiii segui la nove.. ME ENCANTAA !!! :D

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  10. Hola, que tal? Me gustaria que pases a leer mi novela www.tusnovelalitter.blogspot.com ¿Recomendas mi novela? Si lo haces avisame y te recomiendo en mi blog, Besos

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  11. Me encanta!!!! Mas porfa!
    Besos! Aby:)

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  12. massssssssssssssssssssssss

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  13. Quiero mas nove hace poco empece a leer todas las noves y no hay ninguna que no me haya gustado subí mas por favor soy de Paraguay

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