Cap 8

Capítulo 8

Lali llegó tarde. Peter se había estado preguntando si habría cambiado de parecer cuando de pronto la vio.

Llevaba una maleta detrás de ella. Alta y delgada, había dejado atrás la imagen de la inocencia que había representado para su abuelo, y volvía a su papel de seductora de vestido ajustado y cabello suelto. Llevaba un par de gafas de sol en la cabeza.

No parecía contenta sino triste y sombría.

—Llegas tarde —dijo Peter—. Pensé que no vendrías.

—Bueno, aquí estoy, ya ves.

Le dio la maleta, se puso las gafas de sol, y se sentó en el coche.

Peter acomodó la maleta y se sentó frente al volante. Notó que Lali no miraba la casa de su abuelo.

—¿Le pareció bien que te vinieras conmigo? —se animó a decir.

—Sí.

Peter notó que estaba tensa.

—Me sorprende. Después de haber volado desde Grecia exclusivamente para pasar el cumpleaños contigo, pensé que se enfadaría.

—No vino de Grecia. Vino de Nassau, adonde volverá mañana, porque su amante lo espera allí.

Peter se sorprendió.

—No sabía que tenía una amante.

—Tiene varias —dijo Lali.

Peter sonrió.

—Entonces, ¿por qué no la trae aquí y se ahorra los viajes de avión?

—Un griego no le presenta su amante a su familia.

—Ah... ¿Y una griega tampoco presenta su amante a su familia?

—No eres mi amante.

—Él piensa que lo soy.

—También piensa que solo te casas conmigo por mi dinero —respondió ella—. Dice mucho acerca del poder que ejerzo en los hombres, ¿no crees?

También decía mucho acerca de su personalidad, pensó Peter.

—Le has dicho muchas mentiras para ahorrarle disgustos y él te paga no valorando el gesto.

Lali no contestó, pero tenía las manos apretadas en un puño.

Aquello le hizo pensar a Peter si no se habría arrepentido de su decisión de marcharse con él, pero era demasiado cabezota para admitirlo.

—Si prefieres quedarte... Comprendo que...

—No, no comprendes —de pronto lo miró con ojos de fuego—. ¡Y te guste o no, iré contigo!

—Entonces, ¿por qué estás tan enfadada?

—No estoy enfadada.

Peter extendió la mano y le quitó las gafas de sol.

—De acuerdo, estoy enfadada. Mi abuelo está enfadado. Mintió cuando nos dio a entender que aceptaba nuestra relación. Ahora dice que no dejará que te cases conmigo.

—Bien por él. Quiere decir que defiende tus intereses. Lo admiro por ello.

—¿También lo admiras por inventarse lo del asunto de España con el propósito de sacarte de la isla para alejarte de mí?

—¿Estás segura de ello? —Peter no lo admiraba por ello, no.

—Me lo dijo él mismo.

—¡Oh, qué lío hemos armado! Vuelve y dile la verdad, Lali. Esto ha ido muy lejos.

—¡No pienso decirle la verdad ahora! ¡Esta es mi vida, Peter! Tengo derecho a elegirla sin la interferencia de nadie.

—Yo también —contestó Peter con repentina decisión. Y volvió a arrancar el coche.

—¿Qué... estás haciendo?

—Volver.

—¿Por qué? ¿Porque de pronto te has dado cuenta de que podría retirarte del proyecto inmobiliario si me voy contigo?

Peter se quedó petrificado.

—¿Ha amenazado con hacer eso?

Ella no contestó, pero estaba clara la respuesta.

Peter regresó hacia la casa de Herakleides. Estaba enfadado.

Cuando llegó a la mansión, salió del coche y abrió la puerta a Lali para que saliera.

—Sal.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó ella.

—Pararle los pies.

Ya no se trataba de ayudar a Lali a salir de aquella situación, pensó Peter. Se trataba de su honor e integridad.

Lali no sabía qué pasaría. Una cosa era que ella estuviera enfadada con su abuelo, y otra muy distinta que hubiera logrado que Peter se enfadase tanto con el anciano.

—¡No lo disgustes! —exclamó ella.

Cuando Peter iba a cerrar la puerta del coche preguntó:

—¿Vas a decirle la verdad?

—No —contestó ella rebeldemente.

Peter asintió. Luego le tomó la mano y la arrastró con él.

Subieron la escalinata de la casa. La puerta de entrada estaba abierta.

La casa estaba en silencio y sus pasos sonaron en el suelo de baldosas blancas. Se dirigieron al despacho de Theron. El anciano estaba hablando por teléfono, pero en cuanto los vio aparecer, colgó y se puso de pie.

—Así que Lanzani te ha traído de vuelta... Me lo figuraba... —dijo Theron, mirando a Peter con cinismo. Luego dirigió su mirada a su nieta—. ¿Qué es lo que lo ha decidido? ¿El que te haya amenazado con no dejarte nada si se casa contigo, o el hecho de que el proyecto griego pueda irse al garete?

—Ninguna de las dos cosas —respondió Peter.

Le mostró las manos aún entrelazadas, y las apoyó en el escritorio de Theron. Era una declaración de intenciones, y Theron lo tomó así.

—Me retiro del proyecto griego —dijo Peter—. Tendrá la confirmación por escrito en cuanto pueda redactarla. En cuanto a su dinero... Dile, Lali.

¿Que le dijera qué? Una corriente de comunicación estaba pasando entre esos dedos, pero no tenía ni idea de qué era lo que Peter esperaba que dijera. Su abuelo la estaba mirando. Peter miraba a su abuelo, y ella sintió un nudo en la garganta al pensar que él estaría esperando que dijera toda la verdad.

—Peter no quiere tu dinero —empezó a decir Lali—. Esto no tiene nada que ver con mi dinero. Él solo quería...

—Amar a una mujer que merece ser amada simplemente por sí misma —siguió Peter—. Pero usted no parece estar de acuerdo. Así que al mismo tiempo que preparo mi dimisión, le sugiero que proteja a Lali de mis viles intenciones firmando un documento en el que se declare que yo no tendré acceso a su dinero de ninguna manera.

—¡Peter... no! —gritó ella—. No puedo dejar que pierdas tu medio de vida solo porque yo...

Peter la acalló besándola delante de su abuelo y sin recato. La besó hasta marearla.

Theron observó el beso. Vio su pasión y sintió su intensidad como el sonido de un tambor. Lali emergió en un estado de ruborizada confusión. De no haber sido por los rumores de que Peter estaba enamorado de una mujer casada, Theron se hubiera convencido de que estaba tan enamorado de Lali, como evidentemente ella lo estaba de él.

Pero existía ese rumor, pensó el anciano. Lo que hizo preguntarse a Theron si Peter estaría fingiendo. ¿Fingiría para que retirase las amenazas y cediera a los deseos de su nieta?

—Tendrá toda la documentación lista para que la firme cuando llegue a España —dijo Theron.

Los amantes tardaron un momento en responder. Él era un poco más alto que ella. Hacían buena pareja, pensó Theron.

—¿Para qué voy a ir a solucionar un problema que nunca existió? —preguntó Peter.

—El problema es real. El tema es que su socio estaba intentando arreglarlo sin tener que interrumpir sus vacaciones en el Caribe, señor Lanzani. Al parecer, han coincidido mi necesidad de alejarlo a usted de la isla con los problemas en España. Así que vaya y tome el avión, puesto que no tenemos nada más que hablar sobre este asunto, excepto confirmaros que espero veros a ambos en Atenas dentro de dos semanas, para el anuncio de vuestro compromiso formal.

«A no ser que el señor Lanzani encuentre un modo de librarse del compromiso para entonces», hubiera agregado Theron.

Peter tenía cara de estar contrariado, y su nieta lo miraba a él con expresión asesina.

—No quiero tu dinero —le dijo Lali.

Theron sonrió.

—Pero lo vas a tener, dulce ángel. Hasta el último dracma. Pero no gastarás ni una moneda en tu amante —Theron miró a Peter—. Tal vez pueda recomendarme a alguno de sus competidores para que lleve a cabo el proyecto de Grecia...

—Sabe que contaba con el mejor. Así que no deje de informar a Leandros de que me ha retirado del proyecto. Le aseguro que se alegrará mucho —con esas palabras, Peter se dirigió a Lali—. Despídete como es debido —le ordenó—. No te quiero a mi lado si vas a estar enfadada con él —entonces la besó en la boca nuevamente y se alejó, dejando a nieta y abuelo mirándolo, como si no fuera real.

Peter tampoco sabía si era real. Ciertamente se sentía diferente, vivo, lleno de energía, como si alguien le hubiera proporcionado el elixir de la vida.

¿Habría sido el beso de Lali?

«¡Cállate!», se dijo. Aquello era todo una farsa.

«Recuerda a Aidan Galloway», siguió. Algo sucedía entre Lali y el irlandés: sexo, amor, o lo que fuese, pensó.

—Ten cuidado con él —dijo Theron, distrayendo la atención de Lali de aquella figura masculina—. Te conoce bien, muchacha, y no creo que te guste.

¿Gustarle? ¡Le encantaba! Tenía ganas de ir tras él, tomarle la mano como antes, reírse, rodearlo con sus brazos y besarlo hasta cansarse.

—Quieres decir que a ti no te gusta —dijo Lali.

Se preguntó si su abuelo se habría dado cuenta que aquello era una farsa. «Una farsa», se recordó.

—Abuelo... No me estropees esto —comentó trémula.

—Es un hombre peligroso.

—Lo sé. Me gusta eso —confesó.

—Está enamorado de otra mujer.

—También lo sé —Lali asintió—. Pero lo quiero. Puedo hacer que me ame a mí en lugar de a ella, si me dan tiempo...

—¿Así que esto no es un truco para que Aidan vuelva a interesarse por ti?

Lali pestañeó. ¿También su abuelo?, pensó.

—Aidan sigue enamorado de Corin —protestó.

Theron se sintió preocupado, porque si no era por Aidan, entonces lo que le había dicho su nieta era verdad. Sin embargo, tenía el presentimiento de que había algo más, y tenía que saber qué era.

Theron rodeó el escritorio y sacó un paquete.

—Feliz cumpleaños, ángel mío —murmuró suavemente y le dio un beso en la mejilla.

—¡Te quiero, abuelo! —lo recompensó Lali.

—Lo sé, criatura.

Lali era la razón de su vida desde que ella tenía diez años.

—Y ahora ve a tomar el avión —le dijo.

Le habría dicho: «Ve y toma a tu hombre», pero se reprimió.

Lali se marchó con la promesa de llamarlo en cuanto llegasen a España. En cuanto ella se marchó, Theron descolgó el teléfono.

—¡Hola, Giorgio! —saludó—. Tengo un trabajo para ti, amigo mío. Escribe este nombre: Peter Lanzani ... —asintió—. Recoge cualquier dato que tengas... Busca toda la información que te sea posible. Hazlo cuanto antes.

Holaaaa,aca nove gracias x sus firmas!!! Besos chicas las quiero ♥

@Angie_232alma