jueves, 4 de julio de 2013

Cap 1

Capítulo 1

PARAÍSO era una soñolienta isla del Caribe. Tenía un bar en la playa, ron en cantidad y el especial sonido de la música de allí, lo que agregaba sensualidad al aire caliente de la tarde. Alejado de la construcción de madera en la que se hallaba el bar, el azul del mar golpeaba perezosamente la orilla de arena blanca.
Sentado en un taburete del bar, con un vaso de ron entre sus dedos, Peter Lanzani decidió que estaba a gusto. Atrás había dejado el impulso de llamar por teléfono, la sensación de sentirse desnudo en pantalones cortos, o caminando descalzo. «Sin preocupaciones», como solían decir los del lugar. Ahora comprendía lo que querían decir.
—¿Quiere que le sirva otra copa, señor Lanzani?
El acento melódico característico de la isla hizo que Peter alzara la mirada para descubrir a una hermosa mulata que servía en la barra. Su sonrisa parecía invitarlo a algo más.
—Sí, claro. ¿Por qué no? —él le devolvió la sonrisa y le dio el vaso, ignorando la intención oculta de aquel ofrecimiento.
El sexo en aquel clima cálido era la serpiente del paraíso. A medida que subía la temperatura del cuerpo, aumentaba aquel apetito.
Tal vez debiera considerar lo que ofrecían aquellos ojos de terciopelo marrón de la chica del bar. Pero no había ido a la isla para satisfacer aquel placer. Con solo llevarse un dedo a la comisura de la boca recordaría por qué debía tener cuidado con las mujeres. La herida del labio y la de la mejilla hacía días que se habían borrado, pero el daño a su dignidad seguía intacto. Era mejor no dejar escapar al tigre herido que había en él. Podría desquitarse con una mujer inocente. Sería mejor encerrarlo y evitar la tentación a toda costa.
Y ciertamente, tentaciones no faltaban, reflexionó, cuando se dio la vuelta y observó a la joven que atraía toda la atención de la pequeña pista de baile.
«La ama de la serpiente», la llamó en silencio, mientras observaba sus movimientos sensuales al ritmo de la música. Era rubia color caramelo, alta y delgada. Lucía un bronceado perfecto que contrastaba con un llamativo vestido rosa muy corto. En el pelo llevaba una flor rosa a juego. Irresistible, en otras palabras.
No era de extrañarse que todos los hombres la mirasen embobados. Tenía clase, estilo, belleza, gracia, y bailaba como una sirena, cambiando de pareja con la facilidad de alguien que está acostumbrado a ser el centro de atención.
Sus acompañantes parecían disfrutar de la oportunidad de estar cerca de ella, posar sus manos en su incomparable cuerpo y mirar aquellos hermosos ojos verdes, o ver cómo su deliciosa boca se abría en una sonrisa que les prometía todo.
Y su nombre era Lali. Lali, la tentación, la ruina del hombre.
O la tentación de aquellos jóvenes que querían ser Adán.
Lali lo tenía todo, una de las pocas afortunadas que gozan de todo lo que se puede tener. Una niña de papá, aunque en este caso era una niña de su abuelo. Y única heredera de su fabulosa fortuna.
El dinero era afrodisíaco, pensó Peter cínicamente. Aunque hubiera sido horriblemente fea, aquellos hombres se habrían arrojado a sus pies del mismo modo. Pero, como ocurría muchas veces, a su fortuna debía agregar una sorprendente belleza.
Lali se empezó a reír. El sonido era suave, liviano y atractivo. El pobre joven a quien iba dirigida su risa casi estuvo a punto de arrodillarse ante ella. De pronto, Lali se encontró con la mirada cínica de Peter, y se puso seria, dando paso a una mirada desafiante, como diciéndole «Ven conmigo, si te atreves». Él la conocía. Se habían visto varias veces en casa de su abuelo, en Atenas, en el último año. Peter en su papel de arquitecto, conocido por su genio creador en complejos turísticos integrados en su medio natural. Lali, en su papel único de niña mimada de su abuelo, regalo de los dioses.
No se gustaban. De hecho, había surgido una cierta antipatía entre ellos. A Peter le molestaba que ella se creyera que había sido puesta sobre la tierra para que la adorase todo el mundo, y a Lali parecía disgustarle la negativa de Peter a caer rendido a sus pies. Por lo tanto, era molesto que estuvieran veraneando en el mismo sitio. La isla era lo suficientemente pequeña como para que se encontrasen a menudo. Y cuando ocurría, la hostilidad flotaba en la atmósfera. La gente que los rodeaba lo notaba, y no sabía qué hacer para aligerarla.
Peter solía solucionarlo apartándose de la escena, diciendo que debía marcharse.
Aquella vez se había apartado dándose la vuelta, quedando frente a la barra y a la copa que acababan de ponerle. Pero la imagen de Lali seguía en su mente, bailando en la pista. Orgullosa, desafiante, desvergonzadamente provocativa, excitándolo.
Era la serpiente en el paraíso.
Lali siguió sonriendo a pesar de todo. Despreciaba a Peter. La hacía sentir mimada, egoísta y vanidosa. Habría preferido que hiciera lo de costumbre: que se hubiera marchado. Así no habría tenido que verlo coqueteando con la camarera.
¿No sabía a lo que se arriesgaba Peter? ¿No sabía que el amante marinero de la chica lo haría trizas si lo sorprendía seduciendo a su mujer? ¿O era la chica la que lo estaba seduciendo? Debía de ser así, porque Peter Lanzani era muy atractivo.
Tenía un cuerpo perfecto, pensó Lali. En traje y corbata, tenía aspecto de hombre dinámico. En aquel momento, con pantalones cortos y camiseta blanca, debería tener una apariencia completamente distinta, pero no era así. Seguía siendo dinámico, pensó Lali, echándole una ojeada de arriba abajo: piernas fuertes, cubiertas de vello dorado por el sol, pies bronceados de dedos largos... ¿Que cómo sabía que el vello de sus piernas se había vuelto dorado por el sol? Porque se lo había visto antes. ¡Lo había visto aquella terrible noche, en la casa de Atenas de su abuelo! ¡Cuando se había atrevido a entrar en su habitación y lo había sorprendido sin ropa!
Sintió calor al recordarlo. Pero no era debido al recuerdo de la atracción, aunque siempre había existido, sino a lo mal que se había sentido en aquella situación. Había entrado en su habitación para aclararle algo que la había visto hacer con Aidan Galloway. Indignada, se había dirigido al dormitorio de Peter sin pensarlo, y se había detenido confusa, al verlo recién salido de la ducha, prácticamente desnudo, a excepción de la toalla que llevaba en la cabeza. Inmediatamente se había cubierto otras partes con la toalla. ¡Pero después de que lo hubiera visto!
¡Qué vergüenza! ¡Aún le parecía sentir el fuego en sus mejillas!
«¿Qué pasa? ¿Que el señor Galloway ha vuelto con su prometida, y has decidido probar suerte conmigo?», recordó las palabras de Peter con una mueca de dolor.
—¿Te he pisado? Lo siento —se disculpó su compañero de baile en aquel momento. Evidentemente, el muchacho había malinterpretado el gesto de dolor de Lali.
—No, está bien... —respondió ella dulcemente a Raoul Delacroix sin molestarse en aclarar su error.
Lali había salido corriendo en aquella ocasión sin responder a Peter. Pero al día siguiente había transformado su incomodidad en orgullo: ¡No se rebajaría a explicarle nada a él!
La había hecho sentirse culpable. ¡Y lo odiaba por ello! ¡Y por ser tan apuesto! ¡Y por su aspecto frío y distante que impedía que se acercase a él para aclararle algo que cambiaría su imagen de ella!
Pero, ¿era necesario que lo hiciera?, se preguntó de repente. ¡Y se sorprendió al ver cuánto le importaba lo que Peter pensara de ella!
—Cena conmigo esta noche —le dijo de repente su compañero de baile, apretándola un poco más—. A solas. En algún lugar tranquilo y romántico donde nadie pueda interrumpirnos.

—Sabes que no, Raoul —sonrió Lali para suavizar su negativa mientras quitaba la mano de Raoul de su trasero—. Nos estamos divirtiendo en grupo, no hay un romance entre nosotros...
—Un romance puede ser divertido —Raoul alzó la mano que ella había rechazado y le tocó el labio inferior.
Lali quitó su dedo y notó un gesto de desagrado en Raoul.
Raoul Delacroix era un apuesto americano-francés de ojos negros, pero no tenía efecto alguno en ella. Le habría gustado sentirse atraída por él. Porque era de su edad, y una persona afín a ella... No como Peter Lanzani, que era de otra generación. Ella tenía veintitrés años, y él treinta y siete.
—No te confundas. Hoy es mi cumpleaños y estamos divirtiéndonos.
—Mañana es tu cumpleaños —la corrigió Raoul.
—Como sabes, mi abuelo llega mañana para celebrarlo. Lo que significa que tendré que comportarme con decoro durante todo el día. Por eso hemos acordado celebrarlo con los amigos con un día de antelación. ¡No me arruines la noche, Raoul!
Era un ruego y una advertencia. Porque Raoul se había puesto un poco pesado últimamente.
Raoul Delacroix era hermanastro de André Visconte, el dueño del único hotel de la isla. Así que, como el resto de la gente cuyas familias tenían propiedades allí, iba a pasar las vacaciones a la isla desde la infancia. Eran buenos amigos y siempre habían sabido que un romance estropearía la relación de la que disfrutaban. Raoul conocía las reglas, así que el querer romperlas en aquel momento era irritante, y una pena, porque Raoul era muy ameno cuando no pensaba en otras cosas.
—La playa es un lugar muy romántico...
—Tranquilo, ya tendrás oportunidad de seducir a otras mujeres en ella —bromeó ella.
—Lo sé. Ya lo he probado con un par de chicas. Pero solo lo he hecho para practicar. Para prepararme para la mujer que amo —agregó.
¿Quería decir que esa mujer era ella? Ella se rió. Era gracioso.
Después de un momento, Raoul se rió también, y la atmósfera entre ellos se relajó. Y al poco rato, otro admirador tomó el lugar de Raoul.
Peter vio el gesto de Raoul en el espejo cuando se alejó de Lali. No le gustó. ¿De qué habrían estado hablando? No era asunto suyo, se dijo. Lali debía saber que estaba jugando con fuego con todos esos jóvenes rebosantes de testosterona. ¿Lo sabría?
En aquel momento, entró Aidan Galloway al bar. El atractivo americano de sangre irlandesa se detuvo, divisó su objetivo y se dirigió directamente a Lali.
Hacía un mes que Peter había visto a Aidan por última vez. Había sido en Atenas, cuando el abuelo de Lali lo había invitado a su casa, junto con otros miembros de la familia Galloway. Entonces, no había tenido ojos más que para su prometida. Pero desde que se encontraba en la isla, no la había visto. Y desde entonces Aidan no tenía ojos más que para Lali.
Alguien se sentó en un taburete a su lado y lo distrajo de observar la vida y amores de Lali Esposito. Era Jack Banning, directivo del único hotel de la isla, cuyo dueño era André Visconte. Jack era un americano grandote, fuerte como una roca.
—Mañana saldré a pescar con mi barco. Si te interesa venir, estás invitado.
—¿Saldrás temprano? —preguntó Peter.
—Cuando salga el sol —comentó Jack—. Conviene tomar mucho café solo por la mañana y no trasnochar la noche antes, si quieres aprovechar el día.
La camarera los interrumpió con un vaso de ron para Jack. Este conversó con su empleada durante unos minutos, pero la chica no dejó de mirar a Peter mientras tanto. Cuando se retiró, Jack miró a Peter con complicidad masculina.
—¿Prefieres otro deporte esta noche?
—No, hoy no, gracias —sonrió Peter y bebió de su vaso.
—Ni ningún otro día, por lo que he oído.
—¿Es una pregunta, realmente, o una crítica velada al uso que pueda dar a la rica y variada hospitalidad de la isla?
—Ninguna de las dos cosas. Era solo una observación. Quiero decir, mírate, hombre —bromeó Jack—. Eres atractivo, tienes buen físico, y sé que le has robado el corazón a más de una mujer desde que has llegado. Pero tú no les has hecho el menor caso.
Peter no quería mujeres, ni romances, ni sexo. Y hacía todo lo posible por alejarse de ello. La isla estaba llena de mujeres que hubieran aceptado un pequeño romance de vacaciones. Lo sabía. Pero él estaba haciendo un esfuerzo por no ceder a la tentación.
Y esa no era la única tentación... Después estaba la otra tentación... Aquella que lo golpeaba cada vez que miraba a Lali Esposito Herakleides, y recordaba un incidente ocurrido cuando ella había entrado en su habitación y lo había encontrado desnudo... Lo había mirado. Y sus hormonas habían respondido con la misma ferocidad de cuando era adolescente... Y lo peor había sido que ella se había dado cuenta...
Lali estaba bailando en el bar con Aidan Galloway en aquel momento. El lenguaje del cuerpo revelaba algo distinto que cuando había estado bailando con otros hombres. Mostraba seriedad, tensión. Le recordaba al beso que había presenciado en la casa de Atenas de su abuelo. Habían estado tan absortos, que no se habían dado cuenta de su aparición, ni de que los había visto la prometida de Aidan, quien casi se había desmayado en brazos de otro joven Galloway.
Lali era una mujer sin escrúpulos en lo relativo a los hombres de otras mujeres. Su única misión era seducir a todos los hombres con aquellos inmensos ojos verdes.
A Peter le encantaban aquellos ojos verdes...
Aquel pensamiento lo sorprendió. ¿Qué diablos le sucedía? Tal vez fuera hora de volver a ponerse el traje y tomar su teléfono móvil.
—¿Y tú? —preguntó a Jack Banning—. ¿Degustas la miel de esos placeres a menudo aquí?
Jack agitó la cabeza.
—El jefe me mataría si lo hiciera —murmuró Jack—. No... —dio un trago a su bebida—. Tengo a una adorable viuda que vive en la isla de al lado, que me mantiene en forma en ese aspecto.
Peter pensó que sería el tipo de mujer que dejaría libre a Jack, sin compromisos, sin lazos afectivos. Sabía bien de qué se trataba, porque él mismo había tenido más de una mujer de ese tipo.
—Es una buena mujer —agregó Jack, como si necesitase aclararlo.
—No lo dudo —contestó Peter.
Peter había llegado a apreciar a Jack en el tiempo que llevaba en la isla. No le sorprendía que André Visconte lo hubiera elegido. Incluso Peter estaba pensando en Jack para que llevase el negocio del nuevo complejo turístico que pensaban construir en España.
—Un huracán sorprendió a su esposo en el mar hace cuatro años. La dejó embarazada y con el corazón roto.
Lo que le daba a entender a Peter que Jack estaba enamorado de la viuda. Y que no estaría dispuesto a irse a España y abandonar aquel lugar.
—Entonces, ¿cuál es el motivo que te lleva al celibato? —preguntó Jack con curiosidad.
«Lo mismo que a ti», pensó Peter. «Me enamoré de una mujer casada, solo que su marido está vivito y coleando».
—Hay que moderar los excesos —contestó Peter.
Peter vio que Jack le miraba la mejilla en la que había tenido una herida hacía unos días. Los primeros días de su estadía en la isla había sido evidente. Las especulaciones acerca de cómo se había hecho la herida habían corrido como un río entre los veraneantes, y su rechazo a explicarlo no había hecho más que aumentar el fuego en la imaginación de la gente.
Pero la mirada de Jack le indicaba que había adivinado.
Peter suspiró. Jack también. Y ambos hombres se llevaron el vaso a la boca y no dijeron nada más.
Jack echó una mirada al bar. Peter se quedó pensando en una mujer pelirroja de piel blanca, que estaba curando su mal de amores con el hombre equivocado, desde su punto de vista. Pero con el hombre correcto, según ella. Y Peter se preguntó cómo se hacía para curar un amor no correspondido.
—Prueba el sexo —dijo Jack de pronto, como adivinando sus pensamientos—. Es mejor que desear lo inalcanzable.

Peter se rió.
—¿Es un consejo para mí o para ti? —preguntó.
—Para ti —hizo un gesto grave y agregó—: El mío, es un caso perdido. ¡Y encima, el hijo de la viuda me llama «papá»! —se puso de pie y dio una palmada a Peter en la espalda—. Avísame si decides venir a pescar —dijo y se marchó.
Peter se quedó mirándolo. Vio que Jack se detenía a conversar con varias personas cuando estaba saliendo. Lali fue a su encuentro. Lali, la tentadora. Peter echó una ojeada al bar y descubrió a Aidan con gesto sombrío. Otra víctima de Lali, junto con Raoul Delacroix, quien la miraba con la misma expresión que la de Aidan.
En cuanto a Lali, esta estaba rodeando el cuello de Jack con sus largos brazos y pidiéndole un beso. Jack se lo dio y sonrió después de que ella le dijera algo. Finalmente, logró que el administrador saliera a bailar con ella. Jack le rodeó la estrecha cintura y bajó la cabeza para mirarla a los ojos. Ambos se movieron armoniosamente al compás de la música.
De pronto, Peter supo que era el momento de marcharse. Terminó la copa y se puso de pie. Dejó el dinero en la barra y dijo adiós a la muchacha que estaba detrás de ella.
Cuando pasó junto a los bailarines le pareció que Lali se acercaba más al cuerpo de Jack. ¿Lo haría a propósito para que él lo notase?, se preguntó Peter. Imposible. A Lali Esposito Herakleides le desagradaba él. Y a él tampoco le gustaba ella.
En la calle lo envolvió el calor húmedo. Había nubes en el cielo amenazando con estropear la puesta de sol. Podría haber tormenta, predijo, mientras se alejaba hacia su casa en la playa.
Detrás de él sonó la risa de una mujer desde el bar. Sin pensarlo, Peter cambió repentinamente de dirección, caminó por la arena hacia el mar y se zambulló.
—Ni se te ocurra —advirtió Jack a Lali—. Es muy mayor y peligroso para una dulce chica como tú.
Lali dejó de mirar por la ventana a Peter corriendo hacia el mar, y miró a Jack.
—No sé de qué estás hablando —dijo.
—Serías como un aperitivo para el apetito de Peter Lanzani—le dijo Jack seriamente.
—Como tú, quieres decir. El malo de Jack —Lali se acercó provocativamente a él.
Jack se apartó con una sonrisa.
—Si te viera tu abuelo, te encerraría. Envías señales peligrosas...
—Mi abuelo me adora y no haría nada así.
—Tu abuelo, pequeña sirena, llega a esta isla mañana —le recordó—. Espera a que vea la expresión de tu cara y veremos lo que hace...

Chicas aca el cap:) espero les guste!! firmen y subo el siguiente!!! 

Besos

@Angie_232alma

23 comentarios:

  1. Ahhhhhhhh!!!!me eeennnnncaaantaaaaaa!!!!!
    Subi mas porfa!
    Y si, tu nove la rompe!!!!!!!
    Besos! Aby:)

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  2. Sube +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ me encanto
    ana

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  3. Me encanta ame la novela sigue subiendo

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  4. Sube otro porfa esta super buena la nove

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  5. MAS QUIERO MAS AMO A PETER Y LALI SIGUE SUBIENDO E LEYDO CADA NOVELA TUYA PORFAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA QUIERO ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ y soy LALITER forever

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  6. Lali toda una matajari.Para mi lo hace para provocar a Peter,xk sabe d sus amorios con la mujer casada.Y k se gustan los dos ,lo tengo clarito.

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  7. amiga esta nove esta q ROM PE TO DO jajajjaja no te la puedo esq es intrigante tengo tantas preguntas q ni por donde empezar jajaja bue besos seguila

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  8. me confundi pensé que ya la había leído pero no! Subí más! Besos. Naara

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  9. Me encanto defintivamente! te seguire
    te espero http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
    subi nuevo cap, besos!

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  10. Otro cap por fa! Besos

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