miércoles, 10 de julio de 2013

Cap 4



Capítulo 4


Peter se despertó sobresaltado con el grito de una mujer. Se quedó inmóvil un momento, tratando de discernir entre el sueño y la vigilia. No estaba seguro de que no fuera alguien que gritaba en un sueño.
Cuando oyó el segundo grito, saltó de la cama. Se puso unos pantalones cortos y corrió hacia la puerta de entrada.
Estaba oscuro afuera. No se movía una hoja. Miró hacia el mar esperando encontrar a alguien con dificultades, pero no había nadie. El grito había sido cerca. Más cerca de la casa que del mar.
Luego, se oyó otra vez. Se dio la vuelta para mirar en dirección a la casa de Lali y entonces vio una silueta masculina bajando las escaleras del porche.
Era Lali quien gritaba. Su corazón se aceleró.
—¡Eh! —gritó, haciendo que la figura que bajaba los escalones se detuviera un momento.
Estaba muy oscuro para verlo. Pero Peter sospechaba algo, y caminó hacia la pared que separaba ambas casas. El nombre de Aidan Galloway sonaba en su cabeza.
—¿Qué sucede? —preguntó.
Pero lo único que logró fue que el hombre se diera la vuelta y huyese.
Peter tuvo el presentimiento de que había sucedido algo. Nadie huía así por nada. Sin pensarlo, Peter corrió detrás de la figura después de saltar la pared que separaba las casas. Pero el personaje desapareció. Lo único que llegó a ver Peter fueron las luces de un coche en la carretera.
Juró en silencio y corrió a ver a Lali. Subió los escalones del porche y golpeó la puerta.
—¿Lali? ¿Estás bien?
Ella no contestó.
—¡Lali! —gritó.
No hubo respuesta.
La puerta estaba entreabierta. Él no conocía la casa, así que tenía que moverse con cuidado en la oscuridad. Se chocó contra algo duro. Era una lámpara de pie. Encendió la luz. Los muebles del salón eran de mimbre. Había una cocina en un extremo, y dos puertas que debían de llevar al cuarto de baño y al único dormitorio de la casa.
—¿Lali? —volvió a gritar.
Se acercó a las otras puertas. Abrió una de ellas y la estancia se iluminó parcialmente con la luz del salón.
Lo que vio lo dejó petrificado.
La habitación era un desastre. Lali estaba sentada en el centro, tirada en el suelo, como si fuera un objeto más. La luz hacía brillar su cabello, una cortina de seda que ocultaba su rostro. Estaba abrazada a sí misma y acurrucada. A su lado yacían los restos de su vestido rosa hecho trizas.
—¡Dios santo! —exclamó Peter cuando se dio cuenta de lo que había sucedido.
—Vete —le dijo Lali con voz entrecortada por el llanto.
Peter no le hizo caso y se acercó. Se agachó frente a ella y le preguntó:
—¿Estás herida? —extendió una mano y le tocó levemente el cabello.
Su respuesta fue sorprendente. Hizo un solo movimiento violento y se puso de pie. Le dio la espalda y estalló en llanto. Todo su cuerpo temblaba.
Ethan se levantó lentamente tratando de decidir cuál sería su siguiente movimiento. Estaba claro que Lali había sufrido algún tipo de asalto, que estaba en estado de shock y que tal vez...
—Te odio, ¿lo sabes? —dijo ella de pronto—. Realmente... te odio por entrar aquí de este modo.
—Oí un grito, salí a ver qué sucedía, y vi que alguien salía de tu casa —explicó Peter—. Había algo en su manera de moverse que me hizo... Lali... —de pronto cambió de tema—. Estás temblando. Da la impresión de que te vas a derrumbar... Deja que...
—¡No me toques! —exclamó Lali. Luego, se le aflojaron las piernas y se derrumbó al borde de la cama.
Peter no sabía bien qué hacer. Lali no quería que él estuviera allí con ella, pero no podía abandonarla en aquel estado. Sus ojos se fijaron en el vestido rosa, en el sujetador tirado junto a él. El cuadro sugería una violación, o al menos un intento de violación.
Miró alrededor. La cama estaba deshecha y hecha un lío de sábanas. Tiró de una punta y envolvió a Lali con una sábana. No estaba desnuda; cuando se había puesto de pie había notado que tenía unas braguitas rosas, pero nada más.
Peter se agachó un poco para quedar a la altura de ella. Lali estaba aferrada a la sábana, con el rostro oculto aún, y los hombros temblando.
—¿Qué ha sucedido, Lali?
—¿Tú que crees? —respondió ella amargamente—. ¡Supongo que piensas que me lo merezco!
—No.
—Mientes —sollozó y se cubrió la cara con la sábana.
—Lali, ninguna persona cuerda puede creer que una mujer se merece lo que parece que ha sucedido aquí —insistió él.
—Estoy borracha —admitió ella.
Él olía el alcohol.
—Ha sido culpa mía.
—No —contestó él. Le habría gustado tocarla, pero no se atrevió.
—No siento las piernas. Ni siquiera sé cómo he llegado aquí. Creo que puso algo en la última copa que bebí.
—Posiblemente.
Lali se pasó la sábana por el rostro, luego la bajó. Peter, finalmente, pudo ver su cara. Tenía los labios hinchados y la piel irritada por el roce de una barba áspera.
Lali soltó la sábana y se echó el pelo hacia atrás. Luego se agarró la cabeza y empezó a hamacarse hacia adelante y hacia atrás.
Peter apretó los dedos en un puño. Ella lo notó.
—Estoy bien —dijo Lali, temblorosa—. Solo necesito...
—¿Qué te ha hecho? —preguntó él.
Sabía que ella no querría contestar. Pero tal vez necesitase un médico o una declaración ante la policía.
Pero Lali agitó la cabeza, y no quiso contestar. Luego se estremeció violentamente, y estalló en un compulsivo llanto.
—Oye, Lali, ¿me dejas que te abrace? Necesitas que alguien te abrace, pero no quiero...
—Tú me odias —sollozó ella.
—No, no es verdad —Peter suspiró—. Iré a llamar a la policía —Peter se irguió.
—¡No! —gritó ella y se derrumbó.
Él la sujetó con dificultad. Entonces ella lloró desesperadamente en su hombro. Luego se aferró al cuello de Peter. La sábana empezó a caerse, y Peter la sujetó y se la colocó encima de los hombros, luego la rodeó con sus brazos.
Sus lágrimas comenzaron a humedecer su hombro y su cuello mientras lloraba y temblaba. Lali olía a alcohol y a algo más sutil, y él deseó que no se diera cuenta de que sus pechos desnudos se estaban apretando contra su igualmente pecho desnudo. Lali estaba tibia y era suave, y parecía tan infinitamente frágil que era como abrazar una obra de arte. Peter miró el desastre alrededor, y pensó que era el escenario menos adecuado para estar abrazando a la mujer perfecta.
Aquel pensamiento lo sobresaltó. Tal vez él también estuviera en estado de shock por la situación.
Lali fue dejando de llorar lentamente, y poco a poco fue soltándose de su cuello. Las viejas tensiones entre ellos comenzaron a erigirse; aparecieron las barreras defensivas de siempre... Llegó el silencio y con él la desesperación de Lali se transformó en incomodidad.
Lali bajó las manos de su cuello y apartó el rostro del hombro de Peter. Luego se apartó de él sujetando firmemente la sábana para taparse. No podía creer que hubiera hecho aquello, que hubiera llorado en el hombro de Peter, y menos con los pechos desnudos contra su pecho viril.
¿Qué haría ahora?, se preguntó.
Peter no dijo nada. Ella no sabía qué decir.
—Lo siento —dijo Lali por fin débilmente.
—No digas eso —respondió él seriamente, apartándose un poco.

Ella se atrevió entonces a mirar aquel pecho lleno de vello, que había sentido, tibio y áspero, contra sus senos.
Pero, ¿qué le estaba sucediendo?, reflexionó Lali. Confusa, se tapó nuevamente el rostro con la sábana. ¿Qué pensaba realmente él? ¿Querría marcharse? Lali sabía bien qué pensaba Peter de ella.
Ella era una libertina a los ojos de Peter, una vampiresa sin escrúpulos.
—¡Di algo! —exclamó ella de repente. No podía soportar el silencio.
—Dime qué ha sucedido.
—¡No lo recuerdo! —sollozó y se puso de pie. Pero sus piernas estaban débiles aún.
Peter le sujetó el brazo para ayudarla y la llevó al borde de la cama para que se sentase.
Lali estaba en estado de shock, pero parte de ella se daba cuenta de que Peter no sabía qué hacer en aquella situación.
—Lo siento —volvió a decir—. No puedo pensar con claridad... —respiró profundamente—. Estábamos... Estábamos todos en la casa de la playa de Aidan... Era la fiesta de mi cumpleaños, y supongo que estábamos todos un poco borrachos. Aidan estaba preparando un cóctel... —su voz se debilitó.
Después ya no recordaba nada, hasta el momento en que se vio allí, en su casa, con Raoul, y a este desvistiéndola.
«Tranquila, Lali. Estás en casa... Te voy a acostar...», recordó las palabras de Raoul.
«A acostar...», pensó Lali, y el estómago se le revolvió. Se aferró al brazo de Peter para no caerse. Estaba mareada y no sentía las piernas.
Y lo peor era que no quería soltarse de Peter. No comprendía por qué aquel hombre de gesto frío y actitud distante, que censuraba su comportamiento, la reconfortaba y le inspiraba confianza.
—Yo le creí —dijo Lali mirando a Peter—. ¿Cómo he podido hacerlo? —exclamó—. ¿Cómo no supe que tenía otras intenciones?
—Te puso algo en la bebida —le recordó Peter—. No te atormentes con algo sobre lo que no has tenido control.
Lali tragó saliva y se aferró más firmemente al brazo de Peter.
—Debo de haberme desmayado —continuó diciendo ella—. Lo siguiente que recuerdo es que me estaban besando... Yo pensé que era un sueño... —se llevó temblorosamente los dedos a sus labios y puso gesto de dolor al descubrir que no había sido un sueño—. Creo... Creo que grité. Creo... que le pegué. Pude... levantarme de la cama. Sé que grité otra vez porque aún escucho el grito dentro de mi cabeza... —dijo con un hilo de voz.
Peter la abrazó. Aquel abrazo fue como un regalo para ella.
Pero Peter no estaba pensando en regalos, sino en que le hubiera gustado dar un puñetazo a Aidan Galloway. Estaba pensando en cómo una mujer orgullosa y alegre como aquella había podido ser reducida a eso por un energúmeno incapaz de controlar su libido. También estaba pensando en el modo en que Lali se había abrazado a él, sin dudarlo.
—Creí que era mi amigo.
Peter notó la pena en sus palabras.
—Podemos equivocarnos al juzgar a la gente...
Ella asintió, apoyada en el pecho de Peter. Él hubiera deseado que no lo hiciera, porque empezaba a sentir la respuesta en otras partes de su cuerpo. No lo comprendía, pero aquella mujer lo hacía reaccionar de una forma que jamás había experimentado antes. No era solo cuestión de sexo, pensó. Le gustaba el modo en que había confiado en él a pesar de lo que acababa de vivir, la forma en que se había aferrado a él con aquellos brazos delgados y largos.
—Eres demasiado amable conmigo.
—¿Preferirías que te hubiera advertido contra los riesgos de coquetear con muchos jóvenes sexualmente saludables?
—Como lo acabas de hacer, ¿quieres decir? —ella alzó la mirada, atemorizada.
Era vulnerable, pensó Peter. Demasiado vulnerable. Le hubiera gustado besarla para borrar sus temores. ¡Lo que no hubiera esperado era que Lali le rodease el cuello y comenzara a besarlo! ¡Algo que sucedió en realidad!
Peter se sorprendió, pero se entregó al placer de sentir sus labios... Hasta que se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se separó de ella.
—¿Qué diablos...? —exclamó Peter.
Lali se apartó de él y lo miró.
Peter estaba tan alterado, que no podía seguir.
—¡Dios santo, Lali! ¿A qué juegas?
Ella pareció volver en sí. Lo miró horrorizada.
—¡Oh! —gimió, estremecida, y quiso alejarse, pero sus piernas le fallaron otra vez.
Peter juró entre dientes y la sujetó nuevamente. Luego, la tumbó en la cama. La miró como si se tratase de una extraterrestre. Ella gimió y se llevó una mano a la boca. Peter realmente tomó consciencia de que el desgraciado le había puesto algo muy potente en la bebida, y que le seguía haciendo efecto.
—Lo siento —seguía diciendo ella—. No sé qué me ha pasado. Yo no...
—Hay que llamar a un médico... —decidió Peter.
—¡No!
—Hay que llamar a la policía para que atrapen a ese desgraciado. Así podremos saber qué le ha puesto a la bebida.
—No —gimió ella.
Pero Peter no la escuchó. Buscó un teléfono y se dirigió hacia él. Cuando Lali lo vio, se levantó de repente.
—¡No, Peter, por favor...! —le rogó—. ¡La policía, no! No llames a un médico... ¡Estoy bien!
Lali se interpuso, implorante, entre el teléfono y Peter. Este la miró.
—¡En pocos minutos, estaré bien! —exclamó.
Vio que Peter daba dos pasos más y sintió el calor de las lágrimas en sus párpados.
—Por favor... —le rogó—. No comprendes. El escándalo... Mi abuelo... Se va a culpar a sí mismo... ¡No podría soportarlo! ¡No podría soportar que no me volviese a mirar como antes! —agregó Lali, angustiada—. Mira...
Al menos, Peter se había detenido, y eso hacía que el pánico cediera y le permitiese mover las piernas.
—Estaba borracha. Ha sido culpa mía...
—No hay excusa que justifique una violación, Lali.
—Pero... No llegó a eso. Pude... detenerlo antes de que pudiera... —Lali no pudo continuar. No podía pronunciar aquella palabra. Tragó saliva—. Lo superaré —insistió—. Pero solo si podemos mantener el secreto entre tú y yo... ¡Por favor, Peter, por favor...! —repitió Lali penosamente.
Lali le rogaba como quien ruega por su vida. Pero él veía el horror en sus ojos, el dolor, el daño y el sentido de traición, los labios hinchados, y la piel marcada, y los efectos de una sustancia que le hacía perder el control.
¿Esperaba que se olvidara de ello?
Peter miró la habitación. Era evidente que aquel era el escenario de un delito. Aquel hombre era peligroso. Había que detenerlo y hacer que pagase sus culpas.
Peter volvió a mirar a Lali para decirle aquello, pero vio sus ojos llenos de lágrimas, la desesperación en su rostro, la angustia y el temblor en sus labios... Y se calló.
Lali no estaba en condiciones de pasar por otro trance aquella noche. Peter finalmente cedió a sus ruegos.
—De acuerdo —dijo, reacio—. Dejaremos el resto para mañana. Pero ahora no puedes quedarte aquí sola...
No quiso agregar: «Por si vuelve». Pero supo que Lali lo había pensado al verla temblar.
—Gracias —susurró ella.
Él no quería las gracias. Quería saber qué hacer ahora. Miró a Lali para ver si encontraba la respuesta y volvió a ver una flor estremecida, solo que aquella vez era una azucena, cubierta con aquella sábana blanca.
Peter se sintió conmovido ante aquella imagen.
—¿Cómo te sientes? ¿Crees que puedes vestirte?
—Sí —susurró ella.
—Bien. Hazlo. Luego te llevaré a la casa principal —dijo, pensando en que allí habría personal doméstico que pudiera cuidarla.

—No, a la casa, no. Los criados se lo contarían a mi abuelo y... —su voz se interrumpió. Lo miró abriendo los ojos y agregó—: ¿Puedo quedarme contigo? Solo el resto de la noche. Te prometo no causarte más problemas. Sólo...
Él se sintió conmovido por sus ruegos. Mentalmente trató de buscar una alternativa, pero no la encontró.
—Por supuesto —contestó.
Al ver que ella iba a darle las gracias nuevamente, Peter agregó:
—No lo digas.
—No iba a decir «gracias» —balbuceó ella—. Iba a decir «lo siento».
Peter se sintió irritado.
—Tampoco digas eso. No quiero tus gracias ni tus disculpas —replicó, dirigiéndose hacia la puerta.
Lo que quería era matar a Aidan.
Estaba enfadado, pensó Lali. No lo culpaba. Seguramente acababa de estropearle las vacaciones con todo aquello.
Lali se dio la vuelta para vestirse. Estaba mareada y confusa aún. No llegaba a comprender totalmente lo que le había sucedido aquella noche. Pero al verse reflejada en el espejo se sobresaltó y gimió.
Peter se detuvo y la miró.
—Parezco una prostituta —susurró ella, alzando una mano para quitarse la flor del cabello.
Una prostituta muy bella, especial, pensó él.
—Recoge la ropa. Vayámonos de aquí —dijo.
Aún estremecida por su imagen, Lali apenas se movió. Él se acercó y la alzó en brazos.
—¡Puedo caminar! —protestó ella.
—Disfruta del paseo —respondió él mientras la sacaba de la habitación y de la casa.
Desde las sombras, una figura los observó ir de una casa a la otra.
Lali estaba demasiado fascinada por Peter y su increíble fuerza masculina como para darse cuenta. Miró su rostro, su pelo. Sintió el urgente deseo de probar sus labios, como lo había hecho antes.
Se estremeció al recordarlo. ¿Por qué lo habría hecho? ¿Qué le habría puesto Raoul en la bebida?
—En cuanto al beso de antes... —empezó a decir ella.
—Olvídalo —le dijo él, desviando la mirada.
Era un gran esfuerzo no querer ser consciente del cuerpo que llevaba. No necesitaba además mirarla a los ojos, ni que le recordase aquel inesperado beso.
Así que intentó concentrarse en las diferentes maneras de hacerle pagar a Aidan lo que había hecho. Violación y uso de drogas... pensó.
El beso de Lali era producto de ese estado. Nada más. Pero él sentía aún la huella de sus labios contra los de él.
Lali representaba un peligro, la tentación, la atracción sexual. Y solo un tonto no se habría dado cuenta de que ella sentía lo mismo por él. Aunque posiblemente el efecto de la droga había potenciado la reacción hacia él.
Lali era un riesgo y un atractivo peligro. De todos modos, era un riesgo que no podía asumir, pensó mientras atravesaba el umbral de su casa.
Entonces, ¿qué estaba haciendo?
No quería responderse esa pregunta.

Niñas cap larguitoooo,vieron?? muchas acertaron jaja y a la q pregunto soy de Costa Rica y ayer mas bien hacia mucho calor aca jaja pero si no subi es xq no estaba.

Buenoss firmennn y subo! jaja

Las quierooo

16 comentarios:

  1. Que hdp ese aidan o no se que! Que valla y lo c*gue a trompadas Peter!!!
    Me encanta tu nove!!!!!!
    Besos! Aby:)

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  2. Ahora peter la ayudara a superar todo esto! Más!

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  3. AMIGGAAAA jaajjaja me mato el cap no te la puedo menos mal si estaba peter sera q ahora el abuelo le va a decir q se case con el???

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  4. Peter ya debe estar cambiando d opinion respecto a ella.La va a querer proteger y pobre Roulan cuando Peter se entere k fue el,se merece una buena paliza y la carcel

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  5. Mas mas mas!!!!
    @belteje

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  6. Pobre Lali felizmente Peter escuchó los gritos
    @Masi_ruth

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  7. capitulazo!!! Me encanto quiero saber como sigue ahora todo en casa de peter :D besos Naara

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  8. más más más más más más

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  9. Espero que peter la proteja y la cuide
    Suuubi maas!
    te espero http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
    besos!

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  10. mmmmmmaaaaaaaaasssss

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  11. otro cap por fa! Más más más más más quiero saber que va a hacer peter a partir de ahora seguro la va a cuidar :p costa rica que lindo lugar!Aunque no conozco sólo por fotos!

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  12. otroooooooo en un momento me angustie pensé que la había lastima encima el idiota de raoul le gusta lali pero la droga para otro? Es un enfermos peter se hace pasar por el novio para que no vuelvan a inventar lastimarla besos

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  13. +++++++++++++++++++++

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