Capítulo 5
Las casas de
la playa eran todas muy pintorescas, pero muy sencillas. Ideales para descansar
después de un día de sol y mar, o para que una persona soltera como Peter
pasara sus vacaciones. El problema surgía cuando las personas eran dos.
Un silencio
incómodo se instaló entre ellos.
Lali se
aferró a la sábana y pensó en algo que decir para romper aquella tensión. Peter
encendió las luces; la luz hirió los ojos de Lali.
—Lo siento
—dijo él—. No pensé que...
—Está bien
—murmuró ella sin mirarlo.
—El
dormitorio está en aquella puerta. El cuarto de baño es la otra —le dijo Peter.
Ella asintió.
—¿Quieres
beber algo? ¿Algo caliente como té o café?
Lali no supo
qué decir. Se sentía confusa, desorientada.
—Esto ha sido
un error. Creo que sería mejor... —comentó ella.
Lali dio un
paso y volvió a sentir el mareo y el dolor de cabeza. Volvió a sentir la
debilidad en las piernas. Sintió que iba a desmayarse.
Peter volvió
a sujetarla.
—¿Tienes
miedo de estar sola aquí conmigo, o esto es parte del shock? —preguntó Peter.
—El... shock
—dijo Lali, pensando en que se trataba de ambas cosas—. Peter... necesito
sentarme.
—Lo que
necesitas es un médico.
—No.
—Entonces,
una cama —insistió él, después de suspirar ante su cabezonería—. Al menos
podrías dormir hasta que se te pasara el efecto de lo que has tomado.
Peter estaba
a punto de alzarla nuevamente cuando Lali lo detuvo.
—Lo que... Lo
que me gustaría hacer realmente es ducharme —le dijo Lali—. Quiero borrar el
contacto con sus manos...
Hubo un
silencio.
—Lali, ¿él no
te...?
—No. No lo
hizo —respondió Lali, pero empezó a temblar.
—Ese es el
cuarto de baño —dijo él bruscamente.
Lali volvió a
sentir que él la alzaba en brazos y la llevaba al cuarto de baño. La dejó
sentada en la banqueta y abrió el grifo de la ducha.
—Quédate ahí
—le ordenó Peter mientras salía.
Volvió en
segundos.
—Aquí tienes
toallas limpias. Y una camiseta mía —las dejó en su regazo—. Pensé que sería
más cómoda que la sábana.
Fue un
intento de aliviar la atmósfera con humor.
Lali hizo un
esfuerzo por sonreír.
—El blanco me
sienta mal —respondió.
La camiseta
era blanca. Ambos la miraron. Había sido un error tonto que no tenía por qué desencadenar
un río de lágrimas, pero ella empezó a llorar.
Peter se
acercó a ella y se agachó.
—¡Eh!
—murmuró—. No pasa nada. No me he ofendido porque no te guste mi camiseta...
A ella le
gustó su reacción. Le había gustado todo lo que había hecho por ella. Y lo peor
era que ella no le gustaba a él.
—¡Siento
mucho haberte causado todas estas molestias! —Lali estalló en llanto y volvió a
cubrirse con la sábana.
—Creí que
estábamos de acuerdo en que no ibas a volver a disculparte —le recordó él.
—Pero me
siento tan mal... Y sé que tú debes odiar todo esto...
—Odio todo lo
que te ha sucedido... Y lo que ha hecho que nos encontremos en esta situación.
El resto lo haremos mañana, cuando te sientas con más fuerzas de enfrentarte a
ello.
Lali asintió.
—Me ducharé
ahora —dijo ella.
—¿Crees que
puedes quedarte sola? ¿No te desmayarás o...?
—Estaré bien
—asintió Lali.
Él no estaba
tan seguro, notó Lali. La miró y ella recordó lo patética que se había visto en
el espejo y volvió a ponerse a llorar.
Volvió a usar
la sábana como pañuelo para enjugar las lágrimas, pero esa vez fue él quien lo
hizo.
—¡Estaré
mejor pronto! —exclamó Lali—. Por favor, Peter, vete de aquí... —ella tenía
miedo de echarse en sus brazos.
—No cierres
con llave. Si me necesitas, grita.
Lali no
gritó, pero él se mantuvo cerca por si lo necesitaba. Finalmente, Peter decidió
ordenar la habitación, hacer mejor la cama y ponerse una camiseta limpia. Luego
fue a hacer una taza de té.
Cuando
acababa de poner una bandeja en la mesa baja del salón, se abrió la puerta del
cuarto de baño.
Peter alzó la
mirada. Lali estaba de pie en el quicio de la puerta. Llevaba una toalla en la
cabeza y la camiseta que le había dado. Le llegaba a la mitad de las piernas y
las mangas cortas cubrían gran parte de sus brazos. Pero se equivocaba en
cuanto al color blanco.
—¿Quieres té?
—Sí, por
favor —contestó ella.
Parecía tan
incómoda como él en aquella situación. Finalmente anduvo unos pasos y se sentó
en la silla que había al lado del sofá. Después de preguntarle cómo quería el té,
Peter le dio una taza. Bebieron en silencio.
—¿Tienes un
peine o algo así, que pueda usar?
—Sí, claro.
Tienes secador en el cuarto de baño —fue a buscar un peine y volvió con él.
Peter se
sentó. Ella se peinó delante de él. Era una escena muy hogareña.
—Dormiré en
el sofá —dijo ella.
—No. Yo
también debo proteger mi honor. Yo dormiré en el sofá.
—Pero...
—No hay
discusión —la interrumpió él.
De pronto la
vio agotada.
—Venga, ya
está bien —Peter tomó su muñeca y tiró de ella.
La puso de
pie y la arrastró al dormitorio.
—Mi pelo...
—No me
asustaré si dejas que se te seque solo —respondió Peter.
Pero Peter
sabía que era él quien no aguantaba más aquella situación. Debía controlar
aquellas sensaciones, aunque no supiera de qué se trataba.
La habitación
estaba lista. Lali miró la cama, luego toda la habitación. Se quedó en
silencio.
—Estás a
salvo aquí, Lali —le aseguró él.
Ella asintió,
se soltó de su mano y dio unos pasos.
De pronto se
dio la vuelta y lo miró.
—¿Puedes
quedarte? —lo sorprendió—. Solo unos minutos. No quiero estar sola...
En cuanto lo
dijo, Lali sintió que había sido un error. Le bastó con ver la cara de Peter.
Parecía sorprendido.
Lali se
cubrió la cara. A él no le tenía simpatía. Sin embargo, allí estaba ella,
rogándole que le hiciera compañía.
—Imagina que
no he dicho nada —se corrigió Lali y caminó hacia la cama. Se sentía confusa,
mareada... ¡Y deseaba que Raoul Delacroix no hubiera nacido!
El brazo que
la rozó para abrir la colcha la sobresaltó.
—Métete
dentro —le ordenó Peter.
Como si fuera
una niña, pensó Lali.
Ella
obedeció, avergonzada ante la situación.
—Buenas
noches —dijo.
—Calla
—respondió Peter, y se echó a su lado, encima de la colcha—. Me quedaré hasta
que te duermas.
—No hace
falta que lo hagas. He cambiado de idea. No...
El modo en
que la miró fue suficiente para acallarla.
—Oye, niña,
no incordies. Si necesitas que esté aquí, me quedaré, si quieres que me vaya,
me iré. Eres tú quien decide...
—Quédate
—dijo ella en un susurro.
Sin decir
nada más, Peter se tumbó boca arriba y se quedó mirando el techo. Acurrucada a
su lado, Lali se imaginó la maldición silenciosa que le estaría echando él.
Ella le
hubiera dicho que lo sentía, pero sabía que no quería oírlo. Lo mejor sería
cerrar los ojos e intentar dormir.
Cinco minutos
le daría, pensó Peter. Le daría cinco minutos para dormirse y luego saldría de
allí.
Miró su
reloj. Eran las dos.
Lali suspiró.
Él se dio la vuelta y sintió que su corazón se rompía al ver un reguero de
llanto en sus mejillas.
Lali había
salido de una pesadilla, y él ponía un tiempo límite para consolarla y
ayudarla.
Peter
suspiró. A ella le gustaba sentirlo cerca. Si había un lugar seguro, era al
lado de él, pensó. Al día siguiente sería distinto. Volverían las hostilidades.
Él volvería a poner distancia... Pero en aquel momento, le gustaba pensar en él
como su ángel de la guarda. Y con ese pensamiento se quedó dormida.
«Otros cinco
minutos», pensó Peter. Lali se relajó finalmente y su respiración se hizo
regular. Se quedaría otros cinco minutos, hasta que se hubiera dormido
profundamente. Luego, cambiaría la comodidad de la cama por la incomodidad del
sofá.
Se le
cerraban los párpados. Peter hizo un esfuerzo por abrir los ojos. Se movió,
bostezó, y entonces oyó algo que le pareció:
—No.
Se quedó
otros cinco minutos, porque no quería que ella se despertase en una cama
extraña estando sola, y se asustase. Se quedaría otros cinco minutos.
Lali salió
lentamente del sueño, mezclando las imágenes con la realidad. La había
despertado un ruido, aunque no había sabido qué era, solo que había acelerado
sus latidos y que la había forzado a abrir los ojos. Entonces, se encontró con
la cara de Peter, dormido. Estaba echado a su lado, con sus piernas y sus
brazos alrededor de ella, ¿o eran los miembros de ella los que estaban
entrelazados a los de él?
No tuvo
tiempo de pensar en ello porque el ruido volvió a sonar. Lali levantó la cabeza
de la almohada. Estaba segura de que Peter estaba despierto también. Ambos
miraron hacia la entrada de la habitación, y se quedaron estupefactos.
Theron Herakleides
estaba de pie frente a ellos. Parecía un Dios griego, con sus rizos canosos
enmarcando una cara de rasgos toscos que se estaba preparando claramente para
estallar.
—Abuelo...
—balbuceó Lali.
Peter juró por
lo bajo. El anciano los miró con ojos de fuego.
No podían
hablar.
Theron lo
hizo por ellos.
—Dentro de
una hora, en mi despacho de la casa principal. Allí os espero —ordenó, como un
trueno.
Luego se
marchó, dejándolos allí, con el sentimiento de culpabilidad de dos amantes que
hubieran sido sorprendidos haciendo el amor.
—¡Oh, Dios
santo! —dijo Lali, incorporándose.
Peter se puso
de pie. No podía creer lo que estaba sucediendo.
—¿Cómo has
entrado aquí? —preguntó Lali estúpidamente.
—¿Que cómo he
entrado aquí? ¡Esta es mi cama!
Ambos habían
reaccionado instintivamente. Ahora volvían a la realidad. Lali empezó a
recordar. Peter se dio cuenta de que su mente pasaba del horror de la noche
anterior al shock de esa mañana. Se puso pálida.
Peter
suspiró.
—Ha sido
culpa mía. Me he quedado dormido. Iré a hablar con él.
—¡No! —gritó Lali
histéricamente—. No te creerá. ¡Debo ser yo quien lo haga! —comenzó a
aproximarse, temblorosa, al borde de la cama. Se puso de pie y empezó a buscar
en el suelo.
—Zapatos
—balbuceó nerviosamente.
—No has
traído zapatos. Yo te traje en brazos, ¿no recuerdas?
Ella se llevó
la mano a la boca, horrorizada, mientras otro flujo de recuerdos atravesaba su
mente. No tenía zapatos, ni ropa. Peter parecía leer sus pensamientos.
Recordaría otra cama, otra habitación.
¿Habría visto
Theron Herakleides la habitación de la casa de Lali también? Peter se dio
cuenta de lo que podría estar pensando el abuelo de Lali: un apasionado
episodio en casa de su nieta, antes de pasar a casa de él, donde habrían repetido
la orgía.
Se quedó sin
aliento.
—Yo le daré
una explicación —dijo él—. Puedes quedarte aquí mientras yo...
—¿Quieres
escucharme, Peter? ¡No te creerá! —exclamó ferozmente Lali—. Créeme. Él ha
visto lo que ha visto.
—La verdad
tiene una cara y un nombre, Lali, y cuando lo agarre con mis manos, dirá la
verdad a tu abuelo.
Lali se quedó
mirándolo. Luego, caminó hacia la puerta.
—¿Adónde vas?
—A ver a mi
abuelo antes que tú —respondió firmemente.
—lALI...
—¡No! ¡Te he
dicho que lo haré yo! —gritó con lágrimas en los ojos—. ¡Tú nunca lo
comprenderás!
Después de
decir aquello, Lali se marchó dejando a Peter confuso.
Por supuesto
que él lo había comprendido. Desde el mismo momento en que había entrado en la
habitación de Lali había sabido de qué se trataba, se dijo arrogantemente, Peter.
Y le dolía que ella no lo viera.
¡Theron Herakleides
Esposito esperaba que los dos acudieran a su despacho, y eso era lo que
sucedería!
Ups! los cacho,y ahora q cren q pase???
Besitos
PD:Chicos me pueden seguir en mi nuevo twitter porfa? es @AliadosdeOriana se los agradeceria montones!
@Angie_232alma
Me encanta!!!!!
ResponderEliminarSubii mass porfa!!!!!!
Besos! Aby
Más Me encanta!
ResponderEliminarmas mas mas!!!!! seguro el viejo piensa q la deshonro q ahora se casen!! jjjaa!
ResponderEliminarbesos!
@belteje
Oriana? Dios sin comentarios...muy bueno el capitulo
ResponderEliminarporque lo dices???? es de un club de fans q tengo con una amiga
Eliminarperdón por e comentario no quise fue lo primero que se me pasó y no tendría que haberlo puesto pero no pude con mi genio cada uno es libre de ser fan de quién quiera obviamente yo ya tengo una opinión formada pero desde hace mucho con respecto a esa chica pero no todo el mundo tiene que opinar como una nuevamente disculpas
Eliminarmás más más que miedo le tiene lali a su abuelo o también miedo a decepcionarlo a ver como queda peter en el medio de todo esto igual es Obvio que la ayuda porque siente algo por ella pero no quiere reconocerlo =P
ResponderEliminarmassssss masssssssssss
ResponderEliminarComo me gusta k el k los pillara sea el abuelo.
ResponderEliminaraqui viene el.... BOOM!
ResponderEliminarmas xfa c;
Ah que buena está ésta nove me encanta besos. Naara
ResponderEliminarUuuh jaja lo que se viene :P es obvio que los dos se quieren, Lalu ya casi lo dijo, ahora falta Peter jajaja
ResponderEliminarespero mas
Besos
más más más más más
ResponderEliminar=O más
ResponderEliminarotro otro otro más
ResponderEliminarvolvi amiga volvi jajajaj agh q bien se siente jajajaj
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