Capitulo 11

Fto editada por mi!:) jaja Hola! aca el cap 11 :) tengo 6 cosas para decir:
1.Ya subi la intro de MI nove en https://www.facebook.com/groups/LlegaEnFormaDeAmor
luego la subo aca.
2.Ya @RossXV enpezo a subir el corto Firmen para q siga:)
3.Ya casi nadie firma:( plis recuerden +10 PORFA! solo asi subire
4.Recomiendo las noves de @Ickzzy son geniales!
5.Y perdon a las chicas q suben nove aveces no puedo firmar ando super ocupada!
6.(ya casi termino jaja)Plis las q tienen twitter sigan a @likealovesonng soy owner ahi y estare haciendo aveces pedidos de icons:)
Ahora si gracias a todas mis fieles lectoras jaja martm_15 sos una genia gracias por todo! y Chari me entere de Pedro jaja FELICIDADES! noemi gracias por firmar siempre a todas GRACIAS!

Capítulo 11

 

Cuando llegaron a Mara del Ray, casi había anochecido, pero, incluso bajo la suave luz del crepúsculo, resultaba evidente que el hotel necesitaba una rehabilitación en profundidad. A pesar de todo, el hotel seguía teniendo un gran encanto y unas vistas espectaculares del golfo de México.

—Tienes que utilizar la imaginación —le dijo a Peter, después de que el dueño se lo hubiera mostrado a los dos.

Peter comprendía perfectamente el interés de La en aquel lugar. El lugar era uno de los sitios más románticos que había visto nunca. Sin embargo, no se podía comparar con Antigua. Se volvió al dueño y pidió que le dejara hablar con La a solas.

—No creo que este lugar vaya a funcionar.

—¿Por qué no?

—Porque vamos a tener que invertir mucho dinero en él para que alcance el nivel del resto de nuestros hoteles. ¿De dónde vamos a sacar el dinero para poder empezar?

—De Antigua.

—No quiero arriesgar un valor seguro por esto.

—Tal vez deberíamos dejar que fuera el consejo el que decidiera.

—Deberías haberte dado cuenta a estas alturas que los miembros del consejo no son amigos tuyos.

—Está bien. ¿Por qué no me cuentas tus preocupaciones para ver si yo puedo resolvértelas?

—Ya lo he hecho.

—Esto no tiene nada que ver con Antigua, ¿verdad? Más bien con la persona que está a cargo.

—Yo estoy completamente a favor de comprar propiedades muy baratas y reconvertirlas en lo que fueron. Desgraciadamente, este hotel ni es barato ni puede volver a ser lo que fue.

—Estamos interesados —le dijo La al dueño, después de hacerle una indicación para que se acercara—. Mucho, pero mi socio y yo tenemos que hablarlo un poco más.

—Tenemos otras dos ofertas —comentó el hombre—. No les queda mucho tiempo para hablarlo.

—Resulta dificil verlo a oscuras —afirmó Peter—. Por lo que podemos ver, este hotel podría estar cayéndose a trozos.

—Quédense esta noche como invitados míos —dijo el dueño—. Por la mañana, podrán comprobar que es tan hermoso como por la noche.

—Buena idea —afirmó La.

—Yo no puedo —replicó Peter—. Tengo que regresar.

—Por favor, Peter —le suplicó ella—. Como tú mismo has dicho, ¿cómo podemos tomar una decisión si casi no vemos?

Al ver cómo lo miraban los ojos verdes de La, sintió que su decisión flaqueaba. Justo en aquel momento, su teléfono móvil empezó a sonar. Era Betty, con buenas noticias. Sabrina había decidido vender. Cerró el teléfono, y dijo:

—Ha llamado Sabrina. Quiere que nos reunamos con ella mañana por la mañana.

El rostro de La se iluminó.

—Lo hemos conseguido —exclamó, arrojándose espontáneamente a los brazos de Peter. Él la abrazó muy tensamente, tratando de no disfrutar con el contacto corporal.

De repente, La pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo.

—Lo siento, creo que me he dejado llevar.

—Tienes razón para estar contenta. Aparentemente, a Sabrina también le interesa este hotel. Me da la sensación de que cuando se enteró de que los dos veníamos a verlo juntos, terminó por convencerse de que lo nuestro iba en serio.

—A mí me parece una tontería regresar a Nueva York cuando tenemos que ir a las Bahamas mañana por la mañana. Es mejor que nos quedemos aquí. Por la mañana, podremos echarle otro vistazo al hotel y luego marcharnos a ver a Sabrina.

Cuando regresaron al hotel, el dueño les acompañó a sus habitaciones, que estaban la una al lado de la otra. En cuanto los dos se quedaron a solas en sus habitaciones, Peter abrió la puerta que las comunicaba.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella.

—No me gusta que estés sola. Mantendremos la puerta abierta.

—Peter, habíamos acordado que lo de anoche fue...

—La —dijo él, interrumpiéndola—, créeme si te digo que no tengo intención de repetir nada, pero me siento responsable de tu integridad. Además —añadió, mientras entraba en la habitación de La con su portátil—, tenemos trabajo que hacer. Debemos ponernos en contacto con el consejo y fijar una reunión para cuando regresemos...

Oyó que La se metía en el cuarto de baño. Cuando la puerta volvió a abrirse y ella pasó a su lado, Peter creyó ver piel desnuda. Mucha piel.

—Hasta luego —dijo ella.

—¿Adónde vas?

—Voy a darme un baño —respondió La mientras se colocaba una toalla alrededor de la cintura.

—No es seguro.

—Volveré enseguida —anunció, antes de salir de la habitación.

Peter se mesó el cabello con una mano. ¿Qué diablos le pasaba? Parecía una mezcla entre un devoto padre y un amante celoso. Todo menos un hombre de negocios que estaba de viaje con una colega.

A pesar de todo, no le gustaba que La se marchara a la playa a aquellas horas...

Sin pensárselo más, se levantó y salió tras ella.

Eran casi las diez de la noche, y la playa estaba desierta. La noche era muy clara, y el cielo estaba cuajado de estrellas.

—¡La! —gritó, examinando el agua. No contestó nadie—. ¡La!

Por fin la vio en la distancia. Se estaba acercando hacia la orilla. Cuando por fin se puso de pie en el agua, su cuerpo relució bajo la luz de la luna. Peter la observó sin poder apartar la mirada. Parecía una hermosa sirena saliendo del mar.

Sin poder evitarlo, tomó la toalla y se la colocó sobre los hombros. Ella le tocó la mejilla y, entonces, Peter vio el deseo en su mirada. No necesitó nada más. La besó con desesperación, reclamando ávidamente lo que tanto deseaba. A continuación, le tocó los senos y sintió cómo los pezones se erguían bajo su contacto.

De repente, ella dio un paso atrás.

 

—Creía que habíamos acordado que esto no volvería a ocurrir.

—Hay un problema con eso.

—¿Un problema? —repitió ella débilmente, mientras Peter le besaba el cuello.

—Bueno, en realidad hay muchos problemas.

Sin decir nada más la tomó en brazos y la llevó a la habitación. Abrió la puerta de una patada y la dejó sobre la cama. La tenía el cabello revuelto por el viento y las mejillas aún arreboladas por los besos. Tenía un aspecto salvaje... La miró a los ojos y, lentamente, le fue quitando el traje de baño para poder acariciarla a placer. A los pocos segundos, la tuvo completamente desnuda. Ella empezó a acariciarle la pechera de la camisa y fue bajando hasta llegar al firme bulto que se le había formado a él en la entrepierna. Le bajó la cremallera y le sacó el miembro viril. Entonces, empezó a acariciárselo con los dedos.

A continuación, se arrodilló encima de él y lo guió hacia el interior de su cuerpo. Comenzó a moverse como una mujer poseída, decidida a buscar su propio placer. Peter la observó atentamente, controlando su propio deseo hasta que ella contuvo la respiración y empezó a temblar de puro placer. Entonces, él se permitió compartir aquel gozo con ella.

Mientras La lo besaba tiernamente, Peter la abrazó con fuerza.

—¿Qué es lo que me has hecho? —susurró—. ¿Qué me has hecho?

A la mañana siguiente, La se levantó en medio de un revuelo de sábanas. Al contrario de la vez anterior, no sintió deseo alguno de marcharse. Se sentía feliz donde estaba, acurrucada entre los brazos de Peter.

—Buenos días —dijo él, acariciándole el labio inferior con un dedo.

—Buenos días —repitió ella, abrazándose más a él.

Desde la cama, escucharon cómo el hotel iba despertándose poco a poco. Efectivamente, las paredes no estaban insonorizadas.

—Me sorprende que nadie llamara a seguridad anoche —susurró él con voz sugerente. La se echó a reír, pero inmediatamente se quedó en silencio—. Es demasiado tarde para arrepentirse.

—No me arrepiento de nada.

—Me alegra oír eso —dijo Peter, tras darle un dulce beso.

La miró el reloj y vio que era prácticamente la hora de marcharse. Peter pareció leerle el pensamiento.

—Supongo que deberíamos vestirnos.

—Tú primero. Yo quiero permanecer aquí tumbada durante un rato.

Peter la besó y, de mala gana, se separó de ella. De repente, La sintió un extraño vacío en el estómago y en el corazón. La tristeza se apoderó de ella. Deseó que su situación fuera diferente, que se hubieran conocido en otras circunstancias. Tal vez entonces habrían tenido una oportunidad...

Decidió aprovechar los pocos momentos que les quedaban juntos. Abrió la puerta y vio que él estaba bajo el chorro del agua. Al verla, Peter extendió la mano con una pícara sonrisa en los labios.

La entró en la ducha y sintió cómo el agua le caía por el cuerpo. Vio también cómo el pene de Peter se iba haciendo cada vez más grueso. El tomó el jabón y empezó a deslizárselo por la espalda y por las piernas. Entonces, le colocó la mano en la entrepierna y empezó a acariciarla. Cuando La creyó que ya no podía soportarlo más, Peter la levantó y la penetró, sujetándola con fuerza contra la pared.

Cuando terminaron, la envolvió con una toalla y la besó.

—Cada vez me gusta más este hotel.

De repente, alguien llamó a la puerta de Peter.

—Señor Lanzani, ¿están listos para recorrer el hotel?

Se vistieron rápidamente y salieron. Mientras recorrían el hotel, a La no le pasó desapercibido el cambio que se había producido en Peter. No dejaba de bromear e incluso de reírse con el dueño del hotel. Sin poder evitarlo, La pensó en sus padres y en lo que habrían sentido al recorrer juntos el primer hotel que compraron. Por supuesto, no era la primera vez para Peter, pero sí para ella.

Aunque al final Peter no accedió a comprar el hotel, sí que consintió al menos en considerarlo. La sabía que, fuera cual fuera la decisión que tomara, ella tendría que confiar en él. Por primera vez, vio luz al final del túnel. Peter era su socio, pero también mucho más. Era su amigo.