viernes, 5 de octubre de 2012

Capitulo 7


Capítulo 7

 

Por los partidos de dobles de tenis, La sabía que si una pareja no era fuerte no había posibilidad alguna de ganar el partido. Por lo tanto, había regresado de las Bahamas con una nueva estrategia. Sólo había un modo de ganarse el respeto de Peter. Necesitaba demostrarle que era una socia digna de su confianza.

Afortunadamente, había encontrado el modo de hacerlo. Había estudiado los datos económicos y había llegado a la conclusión de que para incrementar el valor de las acciones tenían que vender algunas de sus propiedades más caras. Así, el dinero podría utilizarse para poder comprar y desarrollar otras propiedades y, de ese modo, expandirse.

Había encontrado algo así en Florida. Situado en el golfo de México, Mara del Rey era un antiguo hotel de lujo, un diamante en bruto. Cuando sólo era una adolescente, La había estado allí durante un torneo de tenis y, desde el momento en el que se había enterado que estaba a la venta, había comprendido que sería perfecto para Espósito. Sin embargo, ¿de dónde sacaría el dinero para comprarlo?

Afortunadamente, había un hotel que podían vender. Estaba en Antigua, y era uno de los que más beneficios les reportaban, algo que, sin duda, no tardaría en cambiar. Se iba a inaugurar otro importante hotel en la isla y, con toda segundad, la competencia afectaría los ingresos. Era mejor vender mientras aún era el mejor de la zona. Había estado realizando algunas indagaciones y creía estar muy cerca de haber encontrado un comprador. Cuando lo tuviera todo atado, esperaba presentárselo a Peter y demostrarle así de una vez por todas que sabía lo que estaba haciendo.

—¿Tanto te importa lo que piense Peter? —le preguntó su tía cuando La le explicó los detalles de su plan.

—Es mi socio, tía. Tenemos que llevarnos bien —respondió ella. Claro que le importaba. Y mucho.

—¿Qué ocurrió exactamente en las Bahamas? —inquirió, no sin cierta sospecha, la anciana.

—No mucho. Tuvimos una terrible reunión con Sabrina y... Nada más —concluyó, evitando entrar en detalles, sobre todo lo del momento en el que Peter la había visto prácticamente desnuda.

No podía contarle a su tía la verdad de lo ocurrido. No deseaba disgustarla, y no le cabía la menor duda de que su tía se disgustaría mucho si supiera que, desde que regresó de las Bahamas, La no había podido olvidar los besos que había compartido con Peter. Además de los besos, estaba el modo en el que la había hecho sdntirse, como si fuera la persona más interesante del mundo entero. Más que interesante. La había hecho sentirse muy hermosa.

Su tía no dejaba de mirarla con curiosidad, como estuviera intentando descifrar la verdad que había tras aquellas palabras. Como La sabía que no sería fácil que la anciana soltara el tema, decidió lanzarle un hueso.

—Debo admitir que Peter me sorprendió. Puede ser un hombre encantador cuando quiere...

—¿A qué te refieres?

—Se mostró muy amable y considerado. En realidad, se mostró muy preocupado por mí cuando fuimos a hacer esquí acuático.

—Bueno, eso es algo humano, pero no lo convierte en un ser amable.

—¿Sabías que estuvo comprometido? Ella murió atropellada por un conductor borracho. Por el modo en el que hablaba sobre ella, aún no se ha recuperado. Creo que ésa es la razón de que no se haya casado. Aún tiene el corazón roto.

—Ten cuidado, La. Un hombre así, que ha sufrido tanto, no es la mejor elección. Costará bastante sanar su corazón.

—Yo no pienso hacerlo.

—Pero te gustaría...

El silencio se adueñó de la sala. ¿Tenía razón su tía? ¿Acaso ansiaba La curar el corazón de Peter?

Era verdad que le resultaba imposible olvidarse del tacto de la mano de él contra la suya, de cómo se había sentido cuando él la miró a los ojos y susurró su nombre. Sin embargo, era consciente de que todo había sido ridículo. Una fantasía romántica inspirada por un romántico escenario. Nada más.

—Por supuesto que no —afirmó—. Si sintiera algo, sería más bien una atracción. Nada importante.

—Tengo que decir que no me sorprender que te sientas atraída por él. Es la primera vez que has estado a solas con un hombre en ¿cuánto tiempo?

—He estado muy ocupada...

—Sí, sí, ya lo sé. Has estado trabajando. Como va te he dicho antes, una empresa no puede invitarte a cenar. No te puede llevar un caldo cuando estás enferma. Ni tampoco puede mantenerte caliente en las frías noches de invierno.

—Lo entiendo.

—Una empresa puede mantenerte ocupada, pero no puede evitar la soledad. Me gustaría pensar que, si no estoy aquí las próximas navidades, tendrás a alguien más a tu lado.

—No hables así. Claro que estarás aquí. En cuanto al amor de mi vida, ¿quién sabe? Tengo que admitir que me siento más esperanzada de lo que he estado nunca.

—La... Un hombre como Peter puede servir como distracción, pero eso es todo. Una relación con él es una complicación que no necesitas.

—No te preocupes, tía. No me interesa tener una relación con Peter Lanzani.

Le había dicho a su tía una verdad a medias. Tal vez no deseara tener una relación con él, pero había una cosa completamente segura. Se moría de ganas por volver a besarlo.

Cuando La se marchó de su despacho, eran casi las siete en punto. El aire era frío y parecía que podía nevar. Se detuvo para colocarse la bufanda alrededor del cuello mientras miraba el escaparate de tina tienda. Era una escena sacada de un cuento de Navidad. La nieve caía mientras una pareja se besaba bajo el muérdago. Justo cuando empezaba a ponerse sentimental, sintió que una gota de agua helada le caía por la nariz. Miró hacia el cielo cubierto de nubes. La lluvia era el recordatorio de la vida real y de que, algunas veces, por mucho que su tía y ella lo desearan, no había nadie a quien besar bajo el muérdago.

Se apartó del escaparate y se acercó al borde de la acera para tratar de detener un taxi. Sabía que tenía muy pocas posibilidades de encontrar uno. Además, recordó que había prometido a su tía que compraría el árbol de Navidad.

De repente, sin que pudiera evitarlo, empezó a pensar en las palmeras, en las cálidas noches caribeñas y en el hombre que la había besado.

Tenía que evitar pensar en ello. Una cosa era agradar a un compañero de trabajo y otra muy distinta soñar que lo seducía. Aunque se había pasado el día preparando el contrato del hotel de Antigua, los pensamientos sobre Peter no habían dejado de interrumpir sus nobles motivos.

De hecho, varias veces al día había estado imaginándoselo en traje de baño o en la expresión que se le había dibujado en el rostro cuando abrió la puerta y la vio medio desnuda. Decidió que, fuera corno fuera, tenía que olvidar lo que había ocurrido en las Bahamas. Ya no era una adolescente, sino la presidenta de tina empresa, y Peter su socio.

Desde que regresaron de Bahamas, casi no lo había visto. A pesar de las intenciones que él había mostrado por fingir que existía un romance entre ellos, no habían tenido más contacto que el saludo ocasio— nal por los pasillos. No había habido ni miradas intencionadas, ni reuniones secretas...

 

—¿La?

Ella se dio la vuelta. Peter estaba a sus espaldas, tan guapo como siempre. Iba vestido con un abrigo negro de cachemir y una bufanda granate.

—Hola —consiguió decir ella.

—Ven. Cobíjate aquí —dijo, abriendo el paraguas.

—No, gracias. Al contrario de lo que dicen los rumores, no me voy a deshacer.

—Insisto —afirmó. Para cobijarse de la lluvia, tuvo que acercarse un poco más a ella—. ¿Adónde vas?

—A la Cincuenta y Ocho con la Primera —respondió, pensando en el árbol de Navidad.

—Tengo el coche aparcado muy cerca de aquí. Te llevo.

La sintió que se le aceleraban los latidos del corazón al pensar que iba a estar a solas con él.

Empezaron a caminar en silencio. Mientras esperaban que cambjara el semáforo, La sintió que él la estaba observando. Sin poder evitarlo, se alisó el húmedo cabello.

—Debo de parecer una rata mojada —dijo.

—Estás muy hermosa...

Hermosa. Había dicho hermosa.

De repente, fue muy consciente de la cercanía de Peter. Su masculina presencia parecía llenar la noche. Notó un escalofrío por la espalda, y recordó que aquella mañana, en su prisa por marcharse a trabajar, había tomado un abrigo más adecuado para la primavera que para un gélido día de invierno.

—Sujeta esto —le dijo Peter, entregándole el paraguas. Entonces, se quitó el abrigo y se lo entregó a ella—. Póntelo.

—No, no importa. Estoy bien.

—Insisto.

—Pero tú vas a tener frío.

—Póntelo. Creo que ya sabes que soy tan testarudo como tú.

Una vez más, La obedeció. Se puso el abrigo, disfrutando del agradable aroma que desprendía.

—¿Cómo te van las cosas en el trabajo? ¿Te han ido las cosas más fácilmente?

—Bueno, no me ha envenenado nadie el café, pero tampoco se pelean para estrecharme la mano. Sin embargo, el otro día escuché que unas mujeres hablaban de mí en el cuarto de baño. Parece que el hecho de que pasáramos la noche en las Bahamas ha dado lugar a ciertas habladurías. Francamente, me parece que algunas de las mujeres de la oficina esperan que estemos teniendo una aventura. Que tal vez el hecho de que tú tengas una aventura en el trabajo dé pie a que haya más.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Venga ya... Estoy segura de que has notado cómo revolotean a tu alrededor todas las mujeres.

—¿De qué diablos estás hablando?

—Peter, estoy segura de que debes de saber que muchas mujeres de las que trabajan con tigo tienen el anhelo, secreto unas veces y otras no tantas, de tener una aventura contigo. Todas saben que tienes como norma evitar relaciones sentimentales en el trabajo. Por eso, creen que, el hecho de que puedas estar teniendo una conmigo, sólo puede significar algo bueno. Si has sido capaz de romper tus normas por mí, tal vez las romperás también con ellas.

—Entonces, ¿dan por sentado que terminaremos rompiendo?

—Creo que sí. Después de todo, tú no eres exactamente hombre de una sola mujer.

—Entiendo —dijo con tina sonrisa—. En ese caso, cuando llegue la hora de romper, dejaré que seas tú quien lo haga.

—Eso sería fantástico. Te despido y, además, rompo contigo. Pasaré a la historia.

Peter se echó a reír. La se sintió muy orgullosa de haber provocado aquella reacción en él. Peter no era un hombre que riera con frecuencia.

—En ese caso —comentó—, tendremos que darles algo de qué hablar mañana por la noche.

—Así es —afirmó ella. Al día siguiente se iba a celebrar la tradicional fiesta de Navidad. Sintió una ligera excitación ante tal perspectiva.

Para tratar de disimular, La miró a su alrededor y vio que estaban frente a los grandes almacenes Saks. Como todas las navidades, los escaparates de la tienda estaban decorados magníficamente. En aquella ocasión, cada escaparate contenía un maniquí vestido de alta costura, representando una fantasía. El que estaba justamente enfrente de ellos iba vestido al estilo del siglo XVIII. La mujer que representaba iba elegantemente vestida y adornada con lujosas joyas. En la mano, tenía una carta de su amado en la que él afirmaba que no regresaría por Navidad.

—Creo que se supone que representa a la mujer que se cree que lo tiene todo, pero que siente a la vez que no tiene nada.

—¿Qué tiene eso que ver con las navidades?

—Bueno, para algunas personas, las navidades pueden ser una época del año muy solitaria. Resulta dificil no tener pareja en una época en la que se enfatiza la familia.

—Parece que hablas por experiencia.

—Bueno, supongo que sí. Hay veces en las que desearía tener esposo e hijos como algunas de mis amigas, veces en las que me da la sensación de que me estoy perdiendo algo.

—A mí me parece que eso forma parte de la naturaleza humana, ¿no crees? Hay ocasiones en las que uno no puede dejar de sentir que la hierba podría ser más verde.

—Tú también te sientes así.

—Claro. Hay veces en las que incluso desearía...

—¿Tener a alguien a quien besar bajo el muérdago? —le preguntó sin poder contenerse—. ¡Qué tontería acabo de decir! Tienes muchas mujeres a las que besar bajo el muérdago.

—Sé a lo que te refieres, y la respuesta es sí. Algunas veces me gustaría tener a alguien a quien besar bajo el muérdago. A alguien de quien estuviera enamorado...

Le gustó mucho que Peter fuera capaz de admitir algo tan personal. Demostraba que tenía corazón.

Mientras estaban frente al escaparate, se les unió una pareja con un árbol de Navidad.

—¿Has hecho ya todas tus compras de Navidad? —le preguntó a Peter, mientras seguían andando.

 

—No he empezado, pero, normalmente, suelo darles a todos vales regalo. ¿Y tú?

—Mi tía siempre se está quejando del frío, por lo que le he comprado un suéter una bufanda de cachemir.

De repente, La miró frente a ella y vio el árbol de Navidad del Rockefeller Center, que relucía con miles de bombillas de colores.

—¿Te importa que eche un vistazo? —preguntó—. No suelo venir por aquí.

—No tengo prisa.

—¿No tienes frío? No me importa devolverte tu abrigo.

—Estoy bien.

Peter la tomó del brazo, y juntos cruzaron la calle. Era el gesto protector de un caballero, pero, de repente, se transformó en una corriente eléctrica. Algo había cambiado entre ellos. Con aquel gesto inconsciente, habían dejado de ser compañeros de trabajo para convertirse en un hombre y en una mujer que pasan una tarde juntos.

Se acercaron a la barandilla para observar a la gente que patinaba abajo. A pesar de la lluvia, la escena era maravillosa. El enorme árbol de Navidad, los patinadores, los que habían ido de compras, las luces de colores... La respiró profundamente y notó el olor a castañas asadas.

—Me encanta esta época del año —dijo.

Peter sonrió.

—Ven conmigo.

La tomó de la mano. Y la condujo hacia el interior del edificio que había junto a ellos. Qué tenía en mente Peter la condujo hacia el ascensor y apretó el botón de la última planta. Cuando las puertas se abrieron, la condujo hacia las escaleras.

—¿Adónde vamos?

—Arriba —respondió Peter, mientras empezaba a subir las escaleras—. Un amigo mío es el dueño de este edificio. Todos los años celebra una fiesta de Navidad aquí.

Al llegar a lo alto de la escalera, abrió una puerta. Ella lo siguió y se detuvo en seco. El Rockefeller Center, iluminado en todo su esplendor para la época en la que se encontraban, estaba directamente enfrente de ellos.

—Es muy bonito —dijo, impresionada de que él se hubiera tomado el tiempo de enseñárselo.

Peter se acercó un poco más, sujetándole el paraguas sobre la cabeza. Sus miradas se cruzaron. Después de un momento de pausa, Peter rompió el contacto y apartó los ojos.

—Debería marcharme.

—Yo también. Le he prometido a mi tía que esta noche llevaría el árbol de Navidad.

—¿Tú sola?

—Siempre tengo que hacerlo sola.

—Supongo que no debería sorprenderme. Si hay una mujer capaz de llevar a casa un árbol sola, eres tú. Vamos a por ese árbol —afirmó, agarrándola por el brazo—. Conozco un lugar en Lexington. Desde allí, no hay mucha distancia a tu apartamento.

—¿Pero y tu coche?

—Ya regresaré a por él.

—No tienes que ayudarme.

—Insisto. ¿Quién sabe? Tal vez me ayude a encontrar el espíritu navideño.

—En ese caso, tienes que ponerte otra vez tu abrigo —dijo, aplacando las protestas de Peter.

Cuando volvieron a salir al exterior, la lluvia se había convertido en nieve.

—Mira esto —comentó ella, muy emocionada, mientras extendía una mano para tomar un poco—. Un día perfecto para ir a comprar el árbol.

Lentamente, empezaron a caminar entre los copos. Muy pronto, llegaron al lugar al que Peter se había referido. Normalmente, La no se demoraba mucho a la hora de elegir un árbol, pero aquella noche se tomó su tiempo. El vendedor señaló uno, y le dijo a Peter:

—¿Por qué no le compra a su novia el mejor árbol que tenemos?

La hizo ademán de corregir al hombre de su error, pero se detuvo. ¿Qué importaba que un desconocido creyera que eran amantes? Por su parte, Peter se limitó a sonreír.

—¿Te parece bien, querida?

—Si eso es lo que tú quieres, cariño —respondió ella, siguiéndole la corriente. Antes de que La pudiera impedírselo, Peter le había comprado el árbol—. No tenías por qué hacerlo...

Peter se limitó a sonreír.

—Yo llevaré la parte de arriba y tú la maceta —comentó—. Ve tú delante.

Entre los dos tomaron el árbol, aunque Peter prácticamente lo agarró por la mitad, con lo que transportaba la mayor parte del peso.

—¿Y dices que normalmente haces esto tú sola?

—No suelo elegir el árbol más grande del puesto.

Peter se echó a reír. El árbol era muy pesado, pero él lo llevaba como si fuera tan ligero como una pluma. Recordó los músculos que había visto en los brazos y en el torso de él, y no le quedó la menor duda de que podría llevar él solo el árbol entero y mucho más.

De repente, el estridente sonido de un teléfono móvil la sacó de sus pensamientos.

—Espera un momento —dijo Peter, dejando el árbol en el suelo. Al ver quién lo llamaba, adoptó una voz muy suave—. Hola... Sí, lo siento mucho. No, no te marches. Preséntales mis disculpas a tu familia. Estaré allí tan pronto como pueda.

La sintió que el alma se le caía a los pies. Resultaba evidente que se trataba de una mujer. Fuera quien fuera, estaba esperando a Peter con su familia. ¿Por qué le había dicho él a La que no estaba saliendo con nadie en aquellos momentos? ¿Le había mentido?

—Ya hemos llegado —dijo, deteniéndose en el portal de su casa.

Abrió la puerta, y juntos subieron el árbol hasta su apartamento. Ella no hacía más que pensar en la mujer que lo había llamado, en la mujer que lo estaba esperando. Se avergonzó profundamente de haberle dicho a Peter que le gustaría tener a alguien a quien besar bajo el muérdago. A pesar de lo que él había dicho, dudaba que le faltara tina mujer a la que besar, estuviera o no enamorado de ella.

Abrió la puerta de su apartamento y lo invitó a pasar.

—Ponlo en el rincón —dijo. Cuando Peter lo colocó, la copa del árbol alcanzaba prácticamente el techo—. Perfecto. Ahora sí que parece Navidad.

 

El abrigo de cachemir de Peter estaba cubierto de agujas de pino. Sin pararse a pensarlo, se las sacudió con la mano.

—Gracias —dijo.

—Hasta mañana —replicó. Entonces, se inclinó sobre ella.

Durante un instante, La creyó que iba a besarla, pero él se limitó a retirarle un mechón de cabello mojado de los labios.

Fue un pequeño acto de intimidad, una caricia de amante. Ella se obligó a apartarse, decidida a enmascarar los sentimientos enfrentados que estaba experimentando. Como no fue capaz de articular palabra, se limitó a abrir la puerta.

Peter sonrió, pero La vio algo en sus ojos que le hizo pensar. Tristeza. Con el corazón en la garganta, le dijo:

—Que te diviertas esta noche.

Peter estuvo a punto de no llegar a la cena a tiempo.

—¿Dónde has estado? —le preguntó Betty, cuando vio que él entraba precipitadamente por la puerta—. Creía que ibas a llegar a las ocho.

—Me he retrasado.

—¿Retrasado? —repitió ella, ayudándole a quitarse el abrigo—. Esta noche casi no he visto a mi familia. Me he perdido la cena porque tenía no llegar a tiempo.

—Lo siento —dijo Peter—. Cuando salía del trabajo me encontré a La.

—¿Ahora la llamas La?

—Iba a comprar un árbol de Navidad. Necesitaba ayuda —dijo él, ignorando las insinuaciones de su secretaria.

—A ver si lo entiendo. ¿Has llegado tarde a la cena de Empresarios de Nueva York porque tenías que ayudar a Lali Espósito a comprar un árbol de Navidad? No me lo puedo creer. Tú odias la Navidad todo lo que está relacionado con ella.

—Esto no tenía nada que ver con la Navidad, sino con ayudar a otra persona.

—Sorpresa número dos —comentó Betty con una sonrisa—. ¿Sabes que existe el rumor de que te estás enamorado de una presidenta? Estoy empezando a pensar que podría haber algo de verdad en eso.

Desde que regresaron de Bahamas, Peter no había podido dejar de pensar en La. La mujer que había conocido allí era mucho más compleja que la que había visto hasta entonces en su despacho. Desde que volvieron, la había visto muy poco, pero, en cada ocasión, los latidos del corazón se le habían acelerado. Se había sorprendido deseando acudir a la fiesta de Navidad del trabajo para poder volver a tener la oportunidad de estar con ella.

—A menos que se trate de otra cosa —añadió Betty—. Dijiste que estabas decidido a destruirla. ¿Vas a hacerlo también emocionalmente?

¿De verdad creía Betty que sería capaz de seducir a La sólo para vengarse?

—¿Es eso lo que piensas de mí?

—Lo sé todo sobre el falso romance, ¿recuerdas? ¿A qué viene todo esto?

—¿Me toca ya? —preguntó, mirando al escenario tras consultar su reloj. Se le había pedido que entregara uno de los premios.

—Es por sentimiento de culpabilidad, ¿verdad? —replicó ella, sin prestar atención a la pregunta—. Ella se enamoró de ti y ahora te sientes culpable. Me alegro. Todo el mundo sabe que estuvo perdidamente enamorada de ti cuando no era más que una adolescente. Tú fuiste su primer amor. Estoy segura de que ahora se siente muy confusa. Pobrecilla.

—¿Pobrecilla? Hace sólo una semana te preocupaba que fuera a despedirte.

—Bueno, no lo ha hecho. Ni siquiera consiguió despedirte a ti. Simplemente creo que quiso abarcar más de lo que podía, y ahora se ha enamorado del hombre que creía odiar. Probablemente se está imaginando unas románticas navidades contigo acurrucada delante de un buen fuego y, en vez de eso...

—Betty, te aseguro que no está confusa. Es una mujer de gran seguridad. Sabe perfectamente que la tregua que existe ahora entre nosotros es sólo temporal.

—Tal vez sea eso lo que te diga, pero sus actos demuestran lo contrario —afirmó Betty—. Te advierto que el árbol de Navidad no va a ser suficiente. Site sientes mal por dejar que vaya sola a comprarse el árbol de Navidad, no quiero ni imaginarme cómo te vas a sentir cuando le quites su empresa.

—Me gustaría que hubiera otro modo de hacer esto, pero no lo hay.

Betty dudó, y dijo:

—Entonces, ¿vas a seguir adelante con tus planes?

Peter no tuvo que preguntar a su secretaria a qué se refería. Lo sabía perfectamente. ¿Sería capaz de destruir a La?

—No hay elección.

13 comentarios:

  1. CHICAS HOY AVISE YO DE LA NOVE @martm_15 y necesito dos favores plis haganle publicidad a la nove y al blog y segundo si me pueden ayudar alguna chica q sea de Argentina Chile o Mexico me avisan por twitter GRACIAS

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  2. SI SE ME PASO ALGUNA POR AVISAR SORRY SOY NUEVA EN ESTO JEJEJE ME AVISAN PLIS

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  3. Me encanto , como te digo siempre angie la nove es lo maaaass

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  4. Me encantó el cap salvo por el final,aunq ya va a cambiar de idea!

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  5. Me encanto todo menos el final jeje Pero ya se wue cambiara no me preocupo Mucho Solo lo justo y necesario.... Jeje Masssssss

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  6. AAAAAAAA no te la puedo como le estaba pensando hacer eso es un estupido !!!! pobre lali q esta volviendo a sentir lo mismo q cuando era joven pero bueno ya vamos a ver q pasa.
    espero q suban las visitas voy a pensar a ver quien te promociona espero q se programe

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  7. LALI se va sentir muy mal cuando se entere las verdaderas intenciones de PETER.

    LALI ojaal logre demostar a PETER k ella es capzas de lograr hacer muchas cosas y savar adelante la empresa.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  8. me gusto quiero mas
    @arimurb

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  9. Siempre hay otra elección.

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  10. Lali Es una tierna total con los detalles de Navidad y peter debe de admites que tarde o temprano no va a poder de dejar de pensar en Lali y como conquistarla me encanta la nove massssss!

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  11. Mas noveeeeeee mucho mas

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  12. Me encanto el capitulo excepto por el final pero lo demás divino

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