domingo, 7 de octubre de 2012

Capitulo 8


Capítulo 8

 

Acababa de meterse el vestido de terciopelo rojo por la cabeza cuando oyó que alguien llamaba a la puerta. Miró, muy nerviosa, a su tía, y dijo:

—Ya ha llegado, aún no estoy lista.

—Tómate tu tiempo —replicó la anciana—. Estoy deseando conocer a ese Peter Lanzani.

Las amables palabras de su tía no la engañaron. Sabía que no confiaba en Peter ni le gustaba que su sobrina pasara tiempo con él... aunque fuera por el bien de Espósito Enterprises.

—Sé amable con él —le suplicó ella—. Por favor. Recuerda que es la persona que ha comprado el árbol de Navidad más grande que has tenido nunca.

—Simplemente tengo unas cuantas preguntas para él —dijo la anciana con voz dulce.

La sacó un par de medias de la cómoda. ¿Cómo era posible que se hubiera retrasado tanto? Se había marchado de su despacho a las cinco en punto para ir a comprarse un vestido para la fiesta. Seguramente había cometido el error de llevarse a su tía. La anciana la había entretenido todo lo que había podido, tanto que a La le daba la sensación de que su tía esperaba que no llegara a tiempo a la cita.

Estaba terminando de ponerse las medias cuando oó que la anciana decía:

—Usted debe de ser Peter Lanzani. Yo soy Virginia Espósito. Mis amigos me llaman Ginny, pero prefiero que usted me llame Virginia.

Dios santo.

—¡Peter, salgo enseguida! —dijo en voz muy alta. Todo lo rápidamente que pudo, se pasó un cepillo por el cabello y empezó a maquillarse, pero su tía estaba calentando motores.

—Soy la tía de su antiguo jefe, el hombre al que usted despidió, y la tía abuela de su nueva jefa, la que lo despidió a usted.

La agarró un lápiz de labios y se lo pasó por la boca. Con eso valía.

—Siento haberte hecho esperar —dijo, saliendo prácticamente corriendo de su dormitorio.

—No pasa nada —dijo Peter—. Me alegro de haber tenido la oportunidad de conocer a tu tía.

Ginny sonrió dulcemente, pero no engañó ni por un instante a La. Esta sabía que la anciana había sacado las garras y estaba lista para atacar.

—No me esperes levantada, tía —le dijo.

—Espero que la traiga usted a casa esta noche —dijo Ginny, dirigiéndose a Peter.

—Por supuesto —afirmó él.

Entonces, la anciana se volvió a La.

—Haz todo lo posible por divertirte —le recomendó, como si pensara que no tenía muchas posibilidades de ello.

La cerró la puerta antes de que su tía pudiera seguir hablando.

—Tu tía es muy divertida —comentó Peter.

—No sé si será divertida, pero tiene mucho carácter. Siento que te haya hablado de esa manera.

—No puedo culparla. Después de todo, ella cree que yo despedí a su sobrino.

—Y eso fue lo que hiciste.

—La —comentó él, con un cierto tono de desesperación mientras se dirigían a su coche—.Ya hemos hablado antes de esto. Yo no despedí a tu padre.

La decidió guardar silencio. No quería volver a hablar de aquel tema justo en aquellos momentos. Sin embargo, cuando los dos estuvieron en el interior del coche, Peter volvió a retomar el asunto.

—Por aquel entonces, yo no paraba de viajar. No me interesaba en absoluto la política de la empresa. Un día, recibí un mensaje en el que se me decía que tu padre quería que yo regresara inmediatamente. Cuando volví, me dijo que se había enterado a través de una ftiente muy fiable de que algunos de los miembros del consejo estaban descontentos con su gestión. Me contó que incluso había oído que ellos ya habían elegido un sucesor. Me preguntó lo que yo sabía, y le dije que nada. Nadie me había comentado nada al respecto. Esa noche, recibí una llamada de Ward Harding. Me dijo que ci consejo había votado y que el resultado había sido unánime. Habían despedido a tu padre.

La miró por la ventana al pensar en el dolor que debía de haber sentido tu padre. Ward Harding había sido uno de sus mejores amigos.

—Entonces, Ward me preguntó si yo estaría interesado en sustituirle.

—Y tú dijiste que sí.

—No. Necesitaba tiempo para pensar en ello. Me gustaba viajar, y no sentía deseo alguno de verme arrastrado por la política de despachos. Cuando descubrí lo que pensaban hacer con tu padre, que era darle sólo una ínfima parte de lo que realmente se merecía, me pareció que no me quedaba elección. Hacerme cargo de la presidencia era el único modo de ayudarle.

A La le habría gustado creer que Peter no le estaba mintiendo y que había asumido la presidencia para ayudar a su padre, pero, por mucho que lo intentaba, no lo conseguía.

—Te lo creas o no, ésa es la verdad —dijo. Sus ojos parecían irradiar sinceridad.

—El creyó que tú lo habías traicionado, que habías sido tú el que había convencido al consejo para que lo despidiera.

—Necesitaba culpar a alguien, y me prefirió a mí en vez de hacerlo con sus mejores amigos.

La pensó en los hombres mujeres que componían el consejo, personas a las que había conocido desde la infancia. Deseó estrangularlos.

Sin embargo, era la noche de la fiesta de Navidad. No iba a estropearlo todo enfrentándose a ellos. Decidió cambiar de tema. Tenía que prepararse mentalmente para la tarea que le esperaba. Después de unos momentos de incómodo silencio, dijo:

—Por cierto, te agradezco mucho que me ayudaras anoche con el árbol.

—No tienes por qué.

—Espero que no llegaras demasiado tarde a tu cita. Ella no se enfadó demasiado contigo, ¿verdad? —dijo La, tan relajadamente como pudo.

—¿Mi cita?

—Sí, anoche no pude evitar escuchar tu conversación telefónica.

—No creo que una cena de negocios con Betty pueda calificarse como una cita.

—¿Con Betty? —repitió La con una sensación de alivio.

—Por supuesto. Siempre obligó a Betty a acompañarme a este tipo de actos, y ella siempre se queja. Como siempre me está recordando, no necesita otro hombre del que ocuparse.

 

—¿Y cuáles son los planes para esta noche? —preguntó La. De repente, se sentía muy contenta, como si le hubieran quitado un peso de encima.

—Mira, sé que no te gusta esto de fingir, pero creo que serviría de mucho...

—Eso espero.

—Esta noche voy a tratar de facilitarte las cosas todo lo que pueda. No creo que debamos excedemos.

Creo que servirá con que aparezcamos y nos marchemos juntos.

—Bien —dijo ella, con todo el entusiasmo que pudo reunir. ¿Cómo iba a decirle que se moría de ganas por tener otra oportunidad de besarlo?

Recorrieron el resto del camino en silencio. Cuando aparcaron, Peter le dijo:

—Espera a que yo te abra la puerta y te ayude a bajar del coche.

—Pensé que habías dicho que no hacía falta que hiciéramos demostraciones públicas de afecto.

—No me preocupa lo que puedan pensar los demás. Simplemente no quiero que te caigas. Está bastante empinado.

—Creo que podré conseguirlo yo sola —dijo, abriendo la puerta del coche y bajándose sin la ayuda de nadie.

—No puedes dejar pasar un desafío, ¿verdad?

Peter se acercó a ella y la tomó del braio. Cuando entraron en la sala en la que iba a celebrarse la fiesta, a La no le pasaron desapercibidas las miradas de asombro de todos los que los veían juntos. Entonces, tomaron el ascensor para subir a la planta principal de Espósito Enterprises. Estaba a rebosar de personas que bailaban y disfrutaban de la barra libre de champán.

—Parece que tu fiesta es un éxito —le dijo Peter al oído.

—Está en todo su apogeo.

—¿Te apetece algo de beber? —le preguntó él.

—Una copa de vino blanco, por favor —replicó ella. Cuando vio la sonrisa de Peter, sintió que se derretía por dentro.

—¿Qué es esto? —le preguntó a La su ayudante, Fran, en cuanto la primera se quedó sola—. ¿Has venido aquí con él?

—Sí.

Fran la miró en silencio durante unos instantes, como si esperara que La siguiera hablando, pero ésta prefirió no decir nada al respecto.

—La decoración es muy bonita —comentó, mirando a su alrededor.

—Después de que te marcharas, nos llamó uno de los compradores de Antigua. Está dispuesto a hacer una oferta.

—Genial. Sólo tengo que comentárselo a Peter —comentó, como si no le importara lo más mínimo tener su aprobación.

—Espero que no se ponga furioso —dijo Fran—. Antigua es su orgullo.

—No es ningún orgullo, sino sólo un hotel. Peter es un hombre de negocios. Estoy segura de que apreciará mucho lo que he hecho.

—La última persona que trató de hacer algo similar sin su aprobación fue despedido, pero claro, no eran amigos —replicó Fran, enfatizando la palabra.

Al escuchar las palabras de su secretaria, La sintió una cierta intranquilidad. Sabía que, si no estaba de acuerdo, Peter podía hacer que las cosas resultaran muy desagradables. Después de todo, ya lo había hecho antes.

Miró a su alrededor, pero no lo vio por ninguna parte. ¿No se suponía que tan sólo iba ir a buscarle una copa de vino?

—Bueno, no quiero hablar de negocios ahora. ¿Se está divirtiendo todo el mundo?

—Supongo que sí.

Cuando Fran se marchó, La se dirigió hacia la escalera. Desde allí, vio a Peter a la puerta de su despacho, charlando con el controlador jefe Estaba a punto de dirigirse hacia ellos cuando vio a uno de los miembros del consejo flirteando descaradamente con una mujer lo suficientemente joven como para ser su hija. John Robertson era un anciano muy desagradable, que se esforzaba mucho por hacerle la vida imposible. Apartó la mirada, esperando evitar el contacto visual, pero fue demasiado tarde.

—Mira quién está aquí —dijo con la voz tomada por el alcohol—. La mujer que, casi sin darse cuenta, ha hecho que nuestras acciones bajen diez puntos.

Su comentario tuvo el efecto deseado. Todos se quedaron en silencio. La trató de contener su humillación, consciente de que todos la estaban observando.

—¿Sólo porque has estudiado historia en el colegio te crees que estás cualificada para dirigir una empresa como ésta? —añadió John golpeándola en el pecho con un dedo.

—No le pongas las manos encima —dijo Peter, colocándose delante de La.

—Cometimos un grave error entregándole la presidencia —afirmó John, con el rostro enrojecido por la ira—. Las acciones no han hecho más que bajar desde entonces.

—En eso han influido varios factores.

—¿Cómo puedes defenderla? Su padre estuvo a punto de arruinar esta empresa y, aparentemente, ella tiene las mismas intenciones.

La ira se apoderó de La. Su padre siempre había considerado a John Robertson un buen amigo, pero, según Peter, éste lo había traicionado.

—¿Cómo te atreves a hablar de mi padre de ese modo? —le espetó, apretando los puños y dirigiéndose con toda intención hacia él. Sin embargo, Peter fue demasiado rápido.

—Ha llegado la hora de que te marches, John —le dijo, agarrándolo por las solapas y empujándolo hacia el ascensor.

Mientras Peter se ocupaba de John, La miró a su alrededor.

—Siento mucho todo esto —les dijo a los presentes—. Id a disfrutar de la fiesta.

Mientras todos se dispersaban lentamente, una profunda tristeza se apoderó de ella. A pesar de todos los esfuerzos que había realizado para organizar aquella fiesta, lo único que recordarían todos los presentes sería su enfrentamiento con John. Se acercó al bar pidió una copa de vino. Casi se había bebido la mitad cuando Peter volvió a reunirse con ella.

—Gracias —dijo ella.

—¿Podría hablar contigo a solas? —le preguntó él, dedicándole una mirada muy severa.

La dejó su copa y lo siguió hasta un despacho cercano. Tras cerrar la puerta, Peter encendió las luces y la miró muy seriamente.

—¿Estás intentando vender Antigua?

—Todavía no, aunque hay un comprador muy interesado.

 

—No vamos a vender Antigua —le espetó Peter con el ceño fruncido—. Has perdido el tiempo.

—He encontrado un hotel en Florida que tiene un gran potencial. Tiene sentido vender Antigua ahora, antes de que se empiecen a promocionar el resto de los hoteles que hay en la isla. Podríamos utilizar el dinero para financiar el hotel de Florida. De todos modos, aún no hay nada decidido. Quería contar con tu opinión antes.

—¿Y si yo no estoy de acuerdo? Con esto, sólo habremos conseguido irritar al comprador que hayas estado mareando.

—Yo no he mareado a nadie. Le he contado exactamente cuáles eran las circunstancias. Mira, Peter, déjame que te explique lo que he hecho. Dame una oportunidad...

Antes de que Peter pudiera responder, la puerta del despacho se abrió. El director de marketing entró del brazo de la de finanzas. Cuando vieron juntos a Peter y a La, se quedaron boquiabiertos de la sorpresa. Los dos se apartaron inmediatamente.

—Estábamos.., estábamos buscando servilletas —dijo el primero.

—Nosotros también —replicó La—, pero aquí no hay.

Con eso, salió del despacho seguida de Peter.

—Aquí no podernos hablar.

—Hablaremos mañana antes de que yo me ponga en contacto con el comprador.

—Eso no puede ser. Tengo una reunión que no puedo cambiar.

—Por favor, Peter. Dame una oportunidad. Deja que te demuestre que no estoy equivocada.

Peter dudó, pero no dejó de observarla con severidad.

—En ese caso, lo haremos ahora mismo. Ve a por tu abrigo —le dijo—. Me reuniré contigo abajo.

La se encontró con Fran en la segunda planta.

—Tengo que marcharme.

—¿Te vas? ¡No te puedes marchar! Aún no hemos hecho el brindis.

—Vas a tener que ocuparte tú de eso. Peter y yo tenemos que hablar del asunto de Antigua.

—¿Que os marcháis los dos? —preguntó Fran, atónita.

—Sí, pero... —se interrumpió. No podía negar una aventura. Se encogió de hombros—. Gracias por ocuparte de todo.

—De nada... Que te diviertas.

La sintió deseos de decirle que divertirse era lo último que iba a hacer, jamás había visto a Peter tan enojado... ni siquiera cuando lo despidió.

—Muy bien —dijo él, mientras se dirigían al coche—. ¿Adónde vamos? ¿A tu casa?

La pensó que su apartamento no era una buena elección, sobre todo porque su tía podría seguir haciendo comentarios despectivos sobre Peter.

—Vamos mejor a la tuya —respondió, sin dudarlo.

Sin decir ni una sola palabra, Peter dirigió el coche hacia su apartamento.

Aunque había sido La la que había sugerido que fueran a su apartamento, Peter no podía dejar de pensar que había sido una mala idea. Podría no haber estado mal si ella no hubiera ido ataviada con un ceñido vestido de terciopelo que dejaba muy poco a la imaginación.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? —le preguntó ella, cuando entraron en el ascensor del edificio.

—Cinco años.

Decidió que tenía que aferrarse a la ira. ¿Cómo podía haber decidido vender uno de los mejores hoteles sin consultarle primero?

Las puertas se abrieron directamente en el interior del apartamento. Peter encendió las luces y la ayudó a quitarse el abrigo sin fijarse en las curvas que realzaba aquel vestido. Mientras él colgaba los abrigos, La se acercó a la ventana y admiró la vista. Entonces, se dio la vuelta y le preguntó:

—¿Vas a poner árbol de Navidad este año?

—No. Nunca lo pongo. Como te he dicho, normalmente no estoy aquí en Navidad.

—Pero este año sí lo estarás.

—Pongámonos a trabajar, ¿de acuerdo? —dijo él, evitando iniciar así otra conversación personal. Eso resultaba demasiado peligroso estando solos en el apartamento.

Los dos tomaron asiento, y ella empezó a hablar. Una hora más tarde, lo miró y le preguntó:

—¿Ybien? ¿Qué te parece?

Peter se recostó sobre el respaldo de la silla, impresionado. Tenía que admitir que la propuesta no era tan descabellada como había pensado en un principio. Efectivamente, La había hecho un buen trabajo.

—Quiero echar un vistazo a ese hotel de Florida. Concierta una cita —dijo.

La sonrió. Evidentemente, se sentía muy orgullosa. Peter se percató de que un rizo se le había caído sobre un ojo. Tuvo que contenerse para no extender la mano para apartárselo. De repente, se dio cuenta de que no quería que ella se marchara. Como no había tomado nada en la fiesta, tenía algo de hambre.

—¿Tienes apetito?

—Un poco.

—Tengo una empleada que se ocupa de que no me falte lo básico, si quieres, podemos pedir algo de cenar.

—Vamos a ver qué tienes.

Peter la acompañó a la cocina. Allí, La abrió el frigorífico y miró en su interior.

 —¿Algo bueno?

—Tienes razón. No te falta lo básico —dijo ella, sacando un paquete de huevos, un poco de queso y pan.

—¿Vas a hacer tortillas?

—No, un suflé.

—Vaya. ¿Sabes cocinar? Creía que tu tía se ocupaba de las comidas en tu casa.

—He aprendido algunas cosas de ella —replicó con una sonrisa.

Una hora más tarde, el apartamento de Peter estaba inundado del cálido y hogareño aroma de galletas recién horneadas y de un esponjoso suflé.

 

Cuando se sentaron a la mesa, La esperó a que él lo prohara.

—Está delicioso —dijo, provocando una sonrisa en los labios de ella.

Las sonrisas de La tenían algo de especial, lo mismo que la ternura de sus ojos. Ambos gestos le provocaban extrañas sensaciones en el corazón. De repente, Peter sintió deseos de tomarla en brazos y de protegerla del mundo. De repente, recordó cómo se había sentido cuando Karen sonreía. La había amado con toda la pasión y la ingenuidad, pero se la habían arrebatado. ¿Sería para siempre cuando volviera a enamorarse?

—Peter... ¿En qué pensabas? Parecías estar muy lejos de aquí.

—Lo siento...

Se dijo que debía centrarse. Ella era una compañera de trabajo, pero... Recordó el modo en que se había sentido al tomarla en brazos, el modo en el que ella le había mirado a los ojos. Peter había sentido algo muy dentro, una sensación en el alma que no había experimentado desde hacía años, lo que era ridículo. No podía tenerla. Nunca. Su trayectoria profesional dependía de ello.

—Debería llevarte a casa —dijo—. Tu tía estará muy preocupada.

—No soy una niña, Peter. No tengo hora de llegada.

—Deja los platos donde están —insistió él, poniéndose de pie—. La doncella se encargará de recogerlos mañana.

Con eso, fue a por los abrigos y se dirigió al ascensor.

—Espera —dijo La, tocándole suavemente en el brazo—. ¿He dicho algo que te haya molestado?

¿Cómo podía explicarle que necesitaba sacarla de allí antes de que hiciera algo de lo que se arrepentiria La lo miraba fijamente con sus grandes ojos color esmeralda. Entonces, aquel maldito rizo volvió a caerle sobre los ojos. Aquella vez, no lo dudó. Extendió la mano y se lo apartó del rostro. En aquel momento, La lo besó.

14 comentarios:

  1. Peter esta cayendo hechizado por Lali!Me gustó el cap!

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  2. Me ENCANTA que mas te puedo decir Masss!!

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  3. otro!!! No nos dejes así!! me encanta más!!

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  4. LALI tieneia miedo de como iba tratar su tia a PETER y no se equivoco.

    PETER cada vez se siente mas atraido x LALI y no puede hacer nada.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  5. ya va a ceder peter
    @arimurb

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  6. Ahhhhhhhhh lo beso a Peter!!!!!
    Me encanto el cap!!!!! Masssss

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  7. Quiero saber como va a reacionar peter aaaaa!

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  8. Me encanta la nove el próximo capitulo mas mas

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  9. Me encanta el blog, me encanta la foto y me encanto el capitulo

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  10. No me gusto como trato la tia de Lali a Peter,y como John trato a Lali tampoco! Me encanta la novela Angie!!! MATO EL FINAL, quiero maaaaaaaas♥

    @Camhii_Infante

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  11. a no me muero rre lindo jajaja ya no lo puede ocultar mas me gusta por donde vamos jajajja lograron sacarme una gran sonrisa en mi dia sombrio espero a q se publique el otro

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  12. A pesar d tener k disimular ante todos ,Peter se siente más atraído x Lali ,más d lo k el mismo piensa.

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