lunes, 26 de noviembre de 2012

Cap 2


Holaaaaa mmm la meyoria me dijo q prefiere los cap largos,pero todas no jajacreo q todos no son asi este me parece q no tanto asi q las entiendo jaja la verdad a mi no me gustan los cap muy largo jaja vean como esta este y me dicen!! Les tengo q pedir un favor!! alguien q tenga fotos laliter editadas en photoshop?? o en todo caso q las sepa manejar plis? esq Irene y yo andamos buscando,espero nos ayuden! por ultimo gracias a todas por pasar a leer las quiero!!
Capítulo 2

A Mariana se le hizo un nudo de histeria en la garganta.

—Pero... ¿por que? –balbució con voz ahogada. Antes de que Juan Pedro pudiera responderse oyó a Ethan gritar el nombre de Mariana. Ella sevolvió, pero Peter la agarró por la muñeca.

—¡Diles que se aparten! –gritó.

—Cállate —le ordenó él con voz de hielo .Aquel tono la dejó perpleja, pues jamás lo había utilizado antes.

Lo miró desconcertada, pero él ni siquiera la miraba. Tenía la vista fija en un punto cerca de las puertas de hierro. Hizochasquear los dedos y sus hombres se dispersaron como una bandada de murciélagos, llevándosea Ethan con ellos.

—¿Qué van a hacer con él? –preguntó Mariana. Peter no respondió.

Otro hombre se acercó y ella reconoció un rostro familiar.

—Rafiq –murmuró. Fue todo lo que pudo decir antes de que Peter le pasara un brazo por la cintura y la hiciera volverse hacia él. Los pechos de Lali chocaron con una pared de músculo, y sus muslos ardieron al sentir el poder que emanaba de aquel cuerpo. Levantó la vista y vio su expresión de furia.

—Sss... –susurró él—. Es absolutamente necesario que hagas todo lo que te digo. No podemos tener testigos.

—¿Testigos de qué?
Juan Pedro esbozó una gélida sonrisa antes de responder.

—De tu secuestro –le dijo con suavidad. Ella ahogó un grito, al tiempo que los faros de un coche os iluminaban. Rafiq se movió, y lo siguiente que Mariana supo fue que le echaban una especie de saco negro por la cabeza. Por un segundo no pudo creerse lo que estaba pasando, hasta que Juan Pedro la soltó, de modo que la mortaja cayera hasta los tobillos.

—Oh, ¿cómo puedes hacerme esto? –se retorció, intentando liberarse, pero unos fuertes brazos la sujetaron.

—Solo tienes dos opciones, querida –oyó que Juan Pedro le susurraba al oído—. Puedes quedarte quieta por tu propia voluntad, o Rafiq y yo nos encargaremos por ti. ¿Está claro? Por supuesto que sí, pensó Mariana.

—Jamás te perdonaré esto –le espetó. Su respuesta fue colocarla entre Rafiq y él y empujarla hacia delante. Acalorada y cegada, Mariana no podía saber adónde la llevaban. Soltó un gemido de terror.

—Tranquila –le dijo Peter—. Estoy aquí.
Aquello no sirvió para tranquilizarla. Sintió que caminaba por una superficie metálica yrugosa.

—¿Qué es esto? –preguntó con voz temblorosa.—La pasarela que conduce a mi yate –respondió él.
Su yate...

—¿Un nuevo juguete, Juan Pedro? –había un ligero tono de burla en la pregunta.

—Sabía que te encantaría. ¡Vigila dónde pisas! –exclamó cuando ella metió la punta del pie entre la reja metálica. Pero Mariana no podía ver nada por culpa del saco, El pie se le dobló, haciéndola caer hacia delante. El saco también le impidió aferrarse a algo con la mano. Soltó un gritó de pánico al imaginarse la caída a las negras aguas del puerto, envuelta en el sudario de la muerte.

Entonces unas fuertes manos la agarraron por la cintura, la levantaron y la apretaron contra un pecho familiar. Ella se acurrucó como una niña y empezó a temblar, mientras oía las maldiciones de Peter. Cuando subieron a cubierta, Peter volvió a dejarla en el suelo. Ella se alejó de él e intentó arrancarse el saco con dedos temblorosos. Se hizo la luz y una suave brisa alivió el sofocante calor.

Tiró la tela al suelo y se volvió para enfrentarse a sus dos raptores. Sus verdes ojos le brillaban de furia y humillación. Juan Pedro y Rafiq la observaban. Ambos llevaban túnicas negras bajo capas de azules, atadas ala cintura con anchas fajas blancas. Sus rostros, uno con barba, el otro impecablemente afeitado, estaban enmarcados por el típico gutrah azul, y los dos aguardaban con insolente arrogancia la explosión de Mariana.

Ella empezó a caminar hacia ellos. Por ser quienes eran, ¿creían que podían tratarla así? El pelo se le había soltado y le caía como una llamarada sobre los hombros. Se le habían caído los zapatos y el chal, y se sentía minúscula ante aquellos dos hombres indomables y orgullosos, cuyos oscuros ojos no ofrecían el menor atisbo de disculpa.

—Quiero ver a Ethan –dijo con frialdad. Estaba claro que era lo último que esperaban oír de ella. Rafiq se puso rígido, y Peter pareció sentirse terriblemente ofendido. Hinchó el pecho y con un movimiento de mano despidió a Rafiq, quien salió y cerró la puerta a su paso.

Los dos se quedaron solos y en silencio, inmóviles, él mirándola a los ojos y ella centrando lavista en algún punto sobre su hombro derecho. Había amado a aquel hombre durante cinco años, creyendo que su matrimonio era irrompible. Pero se había acabado, y Peter no tenía derecho de hacerle aquello.

—Por preservar la armonía —dijo él finalmente—, te sugiero que te abstengas de pronunciar el nombre de Ethan Hayes en mi presencia —pasó junto a ella y se acercó a un mostrador que ocupaba toda una pared.

—¿Y de quién más podría hablar si he visto cómo tus hombres le daban una paliza y se lo llevaban? –le espetó.

—No le han dado una paliza —abrió un armario, lleno de todas las bebidas posibles.

—¡Cayeron sobre él como una panda de asesinos!

—Solo le quitaron las ganas de pelear.

—¡Me estaba defendiendo!

—Eso es cosa mía.
Ella no pudo evitar una carcajada.

—¡Te aseguro que a veces tu arrogancia me sorprende hasta a mí!

—¡Y tu absurdo rechazo a los buenos consejos me sorprende a mí! —sacó una botella de agua mineral y cerró el armario con un portazo. Se volvió y le clavó la mirada de sus ojos negros llenos de furia. Dejó la botella en lo alto del armario y avanzó hacia ella con paso amenazante.

—No sé lo que pasa contigo —estalló Mariana—. ¿Por qué me atacas de esta manera si no he hecho nada?

—¿Te atreves a preguntar eso, cuando es la primera vez que nos vemos en un año y lo único en lo que puedes pensar es en Ethan?

—Ethan no es tu enemigo.

—No —se paró a medio metro de ella—. Pero sí es el tuyo.
Ella dio un paso atrás. No lo quería tan cerca.

—No sé a qué te refieres.

—En Rahman, la mujer casada que vive con otro hombre que no sea su marido ha de pagar un duro castigo —siguió avanzando hacia ella.

—¿Estás diciendo que Ethan y yo nos acostamos juntos? —lo miró con ojos muy abiertos.

—¿Lo dices tú?
La pregunta fue como una bofetada en la cara.

—¡No!—Demuéstralo.

—Sabes que Ethan y yo no tenemos ese tipo de relación.
—Te lo repito —insistió él—; demuéstralo.
Mariana empezó a crisparse cuando vio que hablaba en serio.

—No puedo —reconoció—. Pero sabes que no me acostaría con él, Peter. Lo sabes —enfatizó con vehemencia. ¡Cuánto lo odiaba por eso! Cuánto lo odiaba y amaba al mismo tiempo... Con una fuerza mayor a la de cualquier tortura.

—Entonces, haz el favor de explicarme, si vives bajo el mismo techo que él, ¿cómo puedo convencer a mi pueblo de tu fidelidad?—Ethan y yo no hemos pasado ni una noche juntos a solas —protestó ella—. Mi padre siempre ha estado con nosotros en la mansión hasta hoy, que ha tenido que quedarse en Londres.—Es suficiente —dijo él asintiendo—. Ahora comprenderás por qué te hemos salvado a tiempo decometer el que para mi pueblo es el peor de los pecados —hizo un gesto de rechazo con la mano—.Allí yo soy tu salvador, y es mi deber protegerte.Sin decir más, se quitó el gutrah y se alejó de ella, dejándola sin argumentos para rebatir.—No pienso volver contigo —fue lo único que se le ocurrió decir, y se dio la vuelta fingiendo interés por la habitación.Estaban encerrados en lo que parecía una cabina privada, lujosamente amueblada con maderade palisandro. Un gran diván demostraba cuál era la función del compartimento.Pero no fue la cama lo que llamó su atención, sino los dos sillones y la mesita junto a unascortinas aterciopeladas color crema. El corazón se le encogió al re— conocer el conjunto, y sellevó una mano a los ojos. ¿Por qué tenía que hacerle eso? Juan pdro supo que había visto los sillones, pues parecía que estaba contemplando una escultura de oro. Tomó un pequeño sorbo de la copa de vino blanco que le había servido. La concentraciónde alcohol podría ser muy pequeña, pero aun así el líquido prohibido le abrasó el estómago.—Has perdido peso —dijo cuando ella se dio la vuelta.—He estado enferma...con gripe.—Eso fue hace semanas —el hecho de que no se mostrara sorprendida por esa certeza le dijo que ya habría supuesto que la vigilaba—. Y el peso se recupera con facilidad.—Y tú conoces muy bien los efectos de una enfermedad, claro —replicó ella, burlándose de la salud de hierro de Juan Pedro.—Te conozco a ti, y sé que cuando estás triste...

—He estado enferma, no triste.—Me echabas de menos. Y yo a ti. ¿Por qué hay que negarlo?—¿Puedo tomar una? —preguntó, señalando la copa que Juan Pedro mantenía en la mano. Era un modo de decirle que iba a ignorar esos comentarios.—Es para ti —respondió él, y le ofreció la copa.Ella la miró con cautela. ¿Debería beber? ¿No sería mejor intentar huir?Pero la hermosa mujer del príncipe nunca había sido una cobarde. Incluso cuando lo abandonó un año atrás lo hizo con coraje.—Gracias —tomó la copa y se la llevó a los labios, sin saber que él había rozado el borde con los suyos.La vio dar un sorbo y ahogar un suspiro, y la vio mirarlo directamente a los ojos. Entonces se dio cuenta de que era la primera vez que lo miraba desde que se quitó el saco. Incluso semanas antes de dejar Rahman había dejado de mirarlo. Él mismo tuvo que reprimir un suspiro al sentir cómo se le endurecían los músculos, sacudidos por el deseo de agarrarla y obligarla a poner los ojos en él.Pero no era ese el momento para jugar a ser el marido dominante, ya que con toda seguridad lo rechazaría igual que había hecho tantas veces un año atrás.—¿La fiesta en el yate de Petronades era una trampa? —preguntó ella de repente.Peter esbozó una sonrisa. Había creído que Lali estaba tan absorta con su presencia física como él con la suya. Pero no; su mente siempre conseguía sorprenderlo.—La fiesta era auténtica —le respondió—. Pero no el motivo por el que tu padre no ha podido acudir a tiempo.La sinceridad le sirvió al menos para atraer su mirada a los ojos, aunque fuera solo por un breve instante y con el ceño fruncido.—Pero acabas de decirme que...—Lo sé —la interrumpió—. Hay muchas razones por las cuales estás aquí ahora conmigo, querida—le susurró con amabilidad—. y casi todas pueden esperar para ser explicadas.—Quiero saberlo ahora —insistió ella. La idea de que su propio padre pudiera formar parte del complot le ensombreció el rostro.Juan Pedro negó con la cabeza.—Ahora me toca a mí. Me toca gozar de tu regreso al lugar al que perteneces.

—¿Secuestrada? —preguntó ella alzando el mentón—. ¿Negándole a una mujer el derecho adecidir por sí misma?—Somos gente romántica —se excusó él—. Nos encanta el drama, la poesía y las historias de amantes unidos por las estrellas que atraviesan el infierno para encontrarse de nuevo.Al ver sus lágrimas se dio cuenta de que había dicho demasiado. Alargó un brazo y agarró la copa antes de que ella la dejara caer involuntariamente.—Nuestro matrimonio fue un drama.—No —negó él—. Eres tú quien se empeña en convertirlo en un drama.—¡Porque detesto tus ideas!—Pero no a mí —añadió, sin mostrarse afectado por la declaración.—Te dejé, ¿recuerdas? —empezó a retroceder, asustada por el brillo de sus ojos.—Y me mandaste cartas periódicamente para asegurarte de que no te olvidara.—¡Cartas en las que te pedía el divorcio! —gritó ella.—El contenido de las cartas es secundario respecto a su verdadero propósito —dijo con una sonrisa—. En realidad, han sido muy reconfortantes durante los dos últimos meses.—Por Dios, eres tan vanidoso que me extraña que no te hayas casado contigo mismo.—Qué dura llegas a ser —soltó un suspiro.—¿Dejarás de acecharme como si fuera tu presa?—Deja de esconderte como si lo fueras.—No quiero seguir casada contigo —declaró.—Pues yo no estoy preparado para dejarte marchar, así que parece que estamos en un callejón sin salida. ¿Quién crees que dará su brazo a torcer?Al verlo frente a ella, tan orgulloso y arrogante, Mariana supo cuál de los dos daría su brazo atorcer. Por eso se había mantenido lo más lejos posible de él. Podría enamorarla en cuestión de segundos, ya que todo su odio se convertía en adoración nada más mirarlo.El alzó una mano y le rozó los labios con la punta de los dedos. Ella se estremeció de arriba abajo, y él aprovechó para sujetarla por la nuca.

—Mirándome ahora, ¿eh? —se burló él—. Mirando a este hombre en cuyos ojos te gustaría ahogarte, cuya nariz puede parecerte espantosa pero que tan difícil te resulta no tocarla... Sin olvidar su boca, de la que te mueres por tomar posesión con la tuya.—¡No te atrevas! —le advirtió, temerosa de que Juan Pedro pudiera descubrir lo cobarde y débil que era.—¿Por qué no? —replicó él, y empezó a inclinar la cabeza.—Antes dime una cosa —la desesperación la hizo hablar a toda prisa—. ¿Tienes algún otro yate en otra parte en el que tu segunda esposa espera su turno?En el agobiante silencio que siguió a la pregunta, Mariana contuvo la respiración al ver cómo el rostro de Peter palidecía. Para un árabe era la peor ofensa posible, y aunque Juan Pedro nunca había descargado en ella su ira, en esos momentos parecía más amenazante y peligroso quenunca.Pero lo único que hizo fue dar un paso atrás, frío y distante.—¿Te atreves a acusarme de no tratar con igualdad a mis esposas? Mariana se quedó inmóvil, sintiendo cómo sus defensas se resquebrajaban.—Te fuiste... y te casaste de nuevo —murmuró, y entonces sus emociones estallaron en mil pedazos.Peter tendría que haberlo supuesto, pero el enfado solo le había permitido centrarse en su orgullo. Así que, cuando Mariana se dio la vuelta y echó a correr llorando hacia la puerta, lo pilló desprevenido.Oyó que Rafiq gritaba, y luego el chillido de Mariana al caer, no a las oscuras aguas delMediterráneo, sino la alta escalinata que bajaba al vestíbulo principal.


PD:ok me equivoque si quedo largo jaja mejor desde el proximo lo subire en 2 partes depende de como sea y la opinon de ustedes,besitos♥

18 comentarios:

  1. ay espero mas!! el capitulo me gusta de todas manera, largo o asi tambien esta bien ajaj yo no los hago muy largos porque a veces se que es dificil para quien lee mantener la concentracion y no aburrirse! yo trato de no aburrir mientras escrivo ajaj pues no se si me sale! a vos seguro que si! Espero mas! me encanto! besos!

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  2. woww !!!! Pobre Lali :/// e pobre Peter tambien. jajaja mas mas mas mas !!

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  3. Me gustan tanto las historias de príncipes árabes !!!!!!!!!!!

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  4. Muy bueno!Me gusta cómo viene la historia!

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  5. me encanto masssssssssssss nove esta buenisima

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  6. me encantaa!! tienes que seguir!! :)

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  7. masssssssssssssssssssssss nopveeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  8. me encantó el capítulo! La arrogancia de él, las ganas de ella de escapar porque sabe que al primer movimiento la enamora de nuevo ahhhh MAS NOVE!!! A parte quiero saber que le pasó y si tiene alguna otra esposa esperando por el :S

    MAS NOVE!!! ;)

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  9. NOOOO esto esta muy bueno...me provoca cogerlo a golpes como puede ser tan imbecil?? agh pobre lali...ojala el aprenda unas cuantas cosas pq asi yo tambien me divorcio...este el cap estuvo bueno de largo yo opino q como te quede mejor para mi esta bien...creo q esta semana voy a andar muy ocupada asi q anota los temas q tenemos q hablar para no olvidarnos jajajajaja un beso ya casi acabo la U uff tk

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  10. A mi me encantan los capitulos largos y este me parecio un poco corto jajaja

    Soy tan tonta que ya no entendi si Peter tiene otra esposa o no...

    Y eso de "Te fuiste....y te casaste de nuevo" lo dice Peter a Lali o Lali a Peter, porque ella fue la que se fue pero segun esto Peter tiene otra esposa...entonces? Ella se fue y el se volvió a casar?

    O todo es parte de la ofensa que Lali le quiere hacer a Peter?

    Ahhhhhhhh

    Espero entender mas en los proximos capitulos

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  11. Mmmm no entendí muy bien la ultima parte Lali se escapa y cae por las escaleras???
    Mas nove plis :)
    Saludillos :D
    @Titel842

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  12. a mi me gustan los capitulos largos! jeje espero subas pronto me encanto, quiero saber que pasa ya!!! besos
    ATT:alex

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  13. Yo prefiero los caps largos,ya lo dije y lo mantengo .Peter como árabe puede tener varias esposas ,pero LAli es europea ,y no concibe la bigamia.No se conocían suficiente como para k LAli supiera, k el podría tener tantas esposas como quisiera, no solo ella en exclusividad.

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  14. Me encanta la nove, siempre he estado interesada por la cultura arabe, y lo que yo digo siempre digo cómo pueden compartir a 1 hombre las mujeres, yo no podría me volvería loca, soy celosa y lo que es mío es mío y eso le sucede a Lali, lo que tengo entendido es que si uno desea en el caso de hombres tiene otra mujer pero no es obligatorio por ello Lali quizás está enojada.
    @Masi_ruth

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