Holiii lidusss,volvi soy An,como vieron mi amiguchi me esta ayudando ! graciasss por sus firmass las amo! bueno aca dejo el penultimo cap,me tengo q ir un rato,pero luego si firman mucho cuando vuelva subo el FINAL♥
Capítulo
34
Sabía que
tendría que haberle dicho quién era el hombre ante el cual había llorado, pero
no tuvo ánimo para inquietarla otra vez.
Cuando el
manto quedó acomodado, Lali se sintió mejor. También la voz era alegre cuando
le dio las gracias. Al ver a su esposo cerca de la entrada, le dedicó una
amplia sonrisa. Peter se alegró tanto al ver que ya no lloraba que sonrió en
respuesta.
No, en ese
instante no la entristecería. Esperaría a que estuviesen solos y nadie fuese
testigo de la incomodidad de Lali.
La joven
subió los escalones con las manos unidas ante los pliegues del manto, atrayendo
la atención de Peter. Se detuvo ante él, inclinó la cabeza y murmuró en
gaélico:
—Te amo, Peter.
—Yo
también te amo, Lali.
Intentó
tomarla entre los brazos, pero Lali retrocedió y movió la cabeza.
—Tenemos
un invitado —le recordó.
—¿Tendré
que esperar hasta más tarde para... manosearte?
—Lo
escuchaste todo, ¿no es cierto?
—Sí
—admitió Peter—. Y sin embargo, no pareces demasiado enfadada conmigo.
—Tu rey es
un hombre muy bondadoso.
Atónito, Peter
quedó con la boca abierta.
—Entonces,
¿lo supiste desde el principio?
—¿De
verdad crees que le habría dicho que prestara atención si lo hubiese sabido
desde el principio? —murmuró—. Soy un poco lenta, Peter, pero no estúpida. Lo
supe cuando me prosterné.
Peter
comenzó a reír.
—No debes
decirle que lo sé —susurró la mujer.
—¿Por qué?
—Se
sentiría herido.
—¿En serio
lo crees?
Lali
asintió:
—Peter, él
cree estar protegiendo mis sentimientos. No tenemos que desilusionarlo.
Hizo una
reverencia y se marchó del salón antes de que Peter tuviese tiempo de responder
a esa afirmación ridícula. Y en ese momento, lo llamó el rey.
Peter
dijo:
—Edgar,
¿crees que tendría que retarte o darte las gracias por haberme obligado a
casarme con ella?
—Desde
luego, me lo agradecerás —repuso Edgar—. Y Henry nos desafiaría a los dos si
supiera la joya que nos entregó.
Los dos
hombres rieron.
—No
tendremos que esperar demasiado —predijo Peter—. Mi esposa es capaz de desatar
una guerra contra Inglaterra en un par de semanas. Hubo ocasiones en las que
creí que ella era el arma secreta de Henry.
Lali oyó
los aullidos de risa que emergían por las puertas del salón. Se preguntó cuál
sería el chiste que Peter acababa de contarle al rey, y pensó que quizá fuese
aquella desagradable historia acerca de la inglesa muerta.
Al
cerrarse las puertas tras ella estuvo a punto de caer de rodillas. Todos los
horribles comentarios que le hizo a Edgar le zumbaban en la cabeza. ¡Que el
Cielo la amparase, si hasta había llorado ante el rey!
Y el rey
le había brindado comprensión. Ese súbito pensamiento le caldeó el corazón de
gratitud. En realidad, era un hombre bondadoso.
—Lali,
¿qué haces aquí, sola? —preguntó Victorio.
—Victorio,
¿a qué viene semejante pregunta? ¿Acaso tengo que estar siempre escoltada?
—Así es
—respondió el guerrero, sin poder contenerse.
—¿Por orden
de Peter?
En lugar
de responderle, el hombre cambió de tema.
—Lali, una
de las cocineras se ha quemado una mano y quiere que le eches un vistazo.
De
inmediato, logró distraer la atención de la joven.
—¡Pobre
mujer! Llévame con ella ahora mismo, Victorio, y veré qué puedo hacer.
Pasó las
dos horas siguientes atendiendo a la mujer lastimada. En realidad, la quemadura
no era nada grave, pero Lali terminó haciendo una agradable visita a la gran
familia de la mujer.
Victorio
se quedó con ella todo el tiempo. Cuando regresaban a la casa principal, Lali
dijo:
—Victorio,
quisiera poner flores frescas en la tumba de María. ¿Me acompañas?
—Sí. —Al
pasar por los establos y ver a Maxi que alistaba el caballo, le gritó
informándole a dónde iban.
Mientras Lali
recogía flores silvestres, ella y Victorio guardaron un cómodo silencio. Cuando
los brazos de la joven desbordaban de flores, se encaminaron colina arriba,
hacia la tumba de María. Pasaron por el cementerio consagrado, cercado con
tablas de pino, y siguieron.
—Victorio,
¿estabas tú cuando María murió?
—Sí.
—Me han
dicho que se suicidó —prosiguió la joven—. El padre Jasper me contó que saltó
desde el acantilado.
Victorio
asintió e hizo un gesto hacia la loma que estaba a la izquierda de la sepultura
de María.
—Fue por
aquí.
—¿Alguien
la vio saltar?
Victorio
volvió a asentir:
—Sí, Lali.
—¿Estabas
tú? ¿Acaso viste...?
—Lali, ¿es
necesario que hablemos de esto?
Lali se
arrodilló junto a la tumba y quitó las flores viejas.
—Victorio,
sólo trato de entender —musitó—. ¿Me creerías loca si te dijese que tengo la
sensación de que María me pide que lo comprenda?
—Tal vez
sí —repuso Victorio, esforzándose por adoptar un tono ligero—. Alguien ya puso
flores en la sepultura —señaló, tratando de cambiar de tema.
—Yo lo hice
antes de ayer —respondió Lali.
No
pronunció palabra hasta que terminó de tapizar la sepultura con flores de
colores vivaces.
Victorio
esperó a que se volviese y le preguntó:
—Lali,
¿puedes explicarme qué quisiste decir con que María pide que la entiendas? —Se
apoyó sobre una rodilla y comenzó a retorcer una flor entre los dedos,
aguardando la respuesta. Advirtió que Lali daba suaves palmaditas en la tumba.
—No tiene
mucho sentido —barbotó de pronto Lali—. Cuando llegue el momento de decírselo a
Luz, ¿cómo podré hacérselo entender? Antes tengo que comprenderlo yo.
—¿Qué es
lo que necesitas entender? María estaba desesperada. Ella...
—Pero Victorio,
¿acaso tú la viste desesperada?
Victorio
movió la cabeza.
—No la
conocía lo suficiente para juzgar su estado de ánimo. Admito que me sorprendí
cuando...
—Entonces,
tú no percibiste que se sintiera muy desdichada. El padre Jasper se sorprendió
tanto como tú. A él le parecía contenta. Estaba impaciente por traer a su hija
aquí. Si hubiera temido u odiado a Peter, no habría querido traer a la niña.
—Quizá
creyó que no tenía alternativa —señaló Victorio.
Lali se
levantó y se encaminó hacia el borde desde el que había saltado María.
—Pudo
haberse caído. Sí, pudo haber sido un accidente. ¿Por qué todos la condenaron?
Se detuvo
cerca del borde. Un estremecimiento le pasó por los brazos y se los frotó como
para quitarse el frío.
—Cuando
conocí a Peter, le tenía un poco de temor. Pero no me llevó más de un día
comprender que es un hombre bueno y, desde el comienzo, supe que me cuidaría, Victorio.
Estoy segura de que María debió de sentir lo mismo.
Victorio
asintió.
—Lali, no
olvides que María no conocía bien a Peter, pues fue convocado a...
—¿Murió
pronto? —preguntó Lali.
—No
—repuso Victorio—. Aterrizó sobre esa saliente que está allá —dijo, señalando
una roca irregular—. Cuando Peter regresó, ya la habían sacado de allí. Nadie
podría haberla salvado, ni tú. Tenía la espalda quebrada.
—¿Ya
estaba muerta?
—Murió dos
días después —respondió Victorio—. No abrió los ojos, Lali, y creo que no
sufrió dolor.
—Perdió
pie —insistió la joven, tratando de convencerse.
—Lali, ya
tendríamos que regresar —afirmó Victorio, con intención de cambiar de tema—. Peter
debe de estar buscándote. Ahora que el rey se ha marchado...
—¿Qué? —lo
cortó Lali—. ¿Cuándo, Victorio? ¡Si acababa de llegar...!
—Se fue
mientras tú recogías flores, Lali.
—¡Diablos!
—musitó la muchacha—. No me despedí.
—Volverá
pronto —le prometió Victorio—. Peter es como un hijo para él y lo visita con
regularidad.
Un ruido
súbito atrajo la atención de Victorio y, en el instante en que se volvía, una
piedra grande lo golpeó en la cabeza. Vio una luz cegadora y se tambaleó hacia
atrás.
Lali se
dio la vuelta en el momento en que Victorio comenzaba a caer y, entonces, una
piedra le dio en la frente provocándole un tajo profundo. Gritó y aferró a Victorio
por detrás. Desesperada, trató de impedir que el soldado se cayera por el
precipicio.
Algo agudo
la hirió en el hombro y Lali gritó de dolor. El peso de Victorio era demasiado
para ella. Supo que caería, pero recordó que el acantilado se inclinaba hacia
la izquierda... ¿o era hacia la derecha?
—¡Por
favor, Dios, ayúdame! —gimió, aferrándose con más fuerza a la cintura del
guerrero, y empleando todas sus fuerzas para colocar a los dos hacia el
saliente más bajo.
Por la
cornisa del acantilado flotó el sonido fantasmagórico de una risa. Lali
protegió a Victorio hundiendo el rostro de este en el hueco de su propio
hombro. Enseguida la atravesó un dolor agudo que se irradió por todo el cuerpo,
provocado por las piedras sobre las que rodaban, y cuando por fin alcanzaron la
saliente el cuerpo de Victorio absorbió la mayor parte del impacto.
La risa se
oyó más cerca. Sobre el ojo izquierdo de Lali manó sangre, obstruyéndole la
visión. Se la enjugó con el dorso de la mano y empujó otra vez a Victorio
contra la pared de roca. Hizo esfuerzos desesperados para que los dos quedaran
ocultos del enemigo. Mientras lo acomodaba sobre el saliente, Victorio se
quejó; le tapó la boca con la mano y se tendió encima de él.
Pasaron
largos minutos hasta que percibió que habían cesado esas risas odiosas. Le
latían el hombro y el antebrazo y Lali estiró la otra mano para masajearse,
tratando de aliviar el dolor. Al sentir la empuñadura de una daga que emergía
del brazo, gimió y dejó caer la mano al costado. Supo que el objeto agudo era
una daga: ¡alguien le había arrojado su propia daga!
Oyó que
alguien gritaba su nombre pero no respondió hasta que reconoció la voz:
—Estamos
aquí, en el saliente —gritó, sintiendo que el alivio le ahogaba la voz.
—¡Dios
mío, Lali, qué...! —exclamó Maxi, al inclinarse por el acantilado y ver el
rostro de Lali que lo miraba—. Dame la mano, muchacha.
—Ten
cuidado, Maxi. No te arrodilles tan cerca del borde. Alguien quiso herirnos a Victorio
y a mí. Mira atrás para cerciorarte de que estamos a salvo.
Maxi hizo
lo que le pidió y, cuando se volvió hacia la joven, la expresión de su rostro
asustó a Lali.
—Victorio
está herido —dijo precipitadamente, sin hacer caso de la mano que le tendía—.
Si lo dejo, rodará hacia el abismo.
Maxi hizo
un gesto de comprensión. Comenzaba a retirar la mano cuando, de pronto, Lali se
estiró y se la aferró:
—¡Quiero a
Peter! —gritó—. Pero no quiero que nos dejes solos aquí, Maxi. Por favor, no
nos dejes.
El guerrero
le apretó la mano.
—Sujeta a Victorio,
Lali. No te dejaré. Gritaré pidiendo ayuda.
Para Lali
fue la idea más maravillosa que había oído jamás, y se lo dijo, con frases
entrecortadas. El dolor era tan intenso que casi no podía pensar con claridad.
—Lali,
suéltame la mano. Sé que confías en mí.
—¿Lo
sabes?
Le dedicó
una sonrisa tierna.
—Por eso
te aferraste a mí —le dijo—. Ahora, suéltame. Sujeta a Victorio —dijo, con voz
suave, tranquilizadora.
—Sí
—aceptó Lali, esforzándose en concentrarse en lo que le decía—. Que sujeté a Victorio.
Lo haré, Maxi. Yo lo protegeré.
Por fin,
le soltó la mano.
—Muy bien,
chica —oyó Lali, mientras se inclinaba otra vez hacia Victorio. Apoyó la cabeza
del herido sobre su falda—. En unos minutos, Peter estará aquí, Victorio. Maxi
nos cuidará hasta que él llegue.
El grito
ronco de Maxi hizo rodar unos guijarros que cayeron por la loma y Lali cerró
los ojos. De súbito, el saliente comenzó a girar alrededor hasta que toda su
mente pareció dar vueltas al unísono.
Y ya no
pudo pensar.
Lali no se
recobró hasta que sintió que alguien le tiraba de las manos. Abrió los ojos y
vio a Peter inclinado sobre ella.
—Peter
—musitó, extasiada. Intentó alcanzarlo, pero el dolor del antebrazo se lo
impidió. Compuso una sonrisa al ver que aún estaba sobre el saliente.
La
expresión del esposo era sombría y, al advertirlo, Lali frunció el entrecejo.
—No
construyas una caja. Peter, prométemelo. No construyas una caja para mí.
Por la
expresión perpleja del esposo comprendió que no sabía de qué le hablaba.
—Ibas a
hacer un ataúd para Pablo, ¿recuerdas? ¡Por favor...!
—No haré
una caja para ti, mi amor —musitó Peter.
Lali
sonrió otra vez.
—Me siento
tan dichosa de verte...
La mano
del hombre tembló.
—Yo
también me siento dichoso de verte —le dijo con voz ronca.
—Perdí mi
daga.
Al
parecer, a Lali le costaba tanto como a Peter creerlo. Mientras el esposo le
apartaba con suavidad el cabello del rostro, frunció el entrecejo tratando de
recordar cuál era la otra pregunta que quería formularle.
Un
instante después desistió.
—Peter, la
daga...
—Mi amor,
no te preocupes por la daga —la tranquilizó Peter—. Lali, ¿puedes mover las
piernas? Quiero tomarte en brazos y alzarte hasta mis hombres. Tesoro, ahora
suelta a Victorio. Déjame...
—¿Victorio?
—Sí, mi
amor, a Victorio.
Lali miró
cómo Peter comenzaba a apartarle las manos del pecho de Victorio, y entonces
recordó todo.
—Lo golpeó
una piedra —dijo—. Peter, el impacto lo hizo caer hacia atrás. Iba a resbalar
por el borde y yo me fui tras él —se apresuró a decir—. Era muy pesado y, como
no podía evitar que cayese, le rodeé la cintura con los brazos e hice que los
dos cayésemos sobre al saliente.
Sin
advertir la mueca angustiada de Peter, la joven le sonrió.
—No podía
recordar en qué dirección estaba, pero adiviné bien, ¿verdad?
—Así es
—le dijo Peter, en un murmullo ronco.
—Primero
tendrás que alzarlo a él —le ordenó. La voz de Lali ya era asombrosamente
clara. Se sentía tan aliviada por la presencia de Peter que sintió ganas de
llorar.
Peter
resolvió no contradecirla. Alzó a Victorio, se lo colocó sobre los hombros como
haría una mujer con un chal, y se irguió. Con las piernas separadas para
mantener el equilibrio, levantó lentamente al soldado desvanecido por encima de
la cabeza.
—Ya
tenemos las manos —gritó Maxi hacia abajo.
Cuando le
quitaron el peso, Peter apartó las piernas de Victorio de la pared de piedra y
volvió a arrodillarse junto a Lali. La joven vio que tenía los ojos húmedos y
comprendió que debía de estar causándole una gran angustia.
—Estaré
bien, Peter. Te dije que no te dejaría.
Peter no
podía creerlo. ¡Lali lo consolaba a él!
—No, no me
dejarás —murmuró, en tono cariñoso—. Ya veo que la sangre que hay en tu rostro
es sólo aparente —agregó, al recordar que eso había dicho la misma Lali con
respecto a la herida del pecho de Pablo.
—Tengo mi
daga en el hombro —barbotó la joven.
Peter no
pareció reaccionar, y Lali comprendió que la herida no debía de ser tan
espantosa como imaginaba. Aun así, necesitó que se lo asegurara:
—¿Es
horrible, Peter?
—No —respondió
el hombre—. Además, no está en el hombro, Lali.
—Yo la
siento —insistió la mujer. Quiso girar la cabeza para mirar, pero Peter le
sujetó la barbilla.
—Está en
el antebrazo —le aclaró—. Eres muy afortunada: pasó a través de la grasa.
—No tengo
nada de grasa —protestó Lali. Vio que Peter desgarraba una tira de su propio
manto pero no adivinó para qué—. ¿Estás seguro, Peter? ¡Oh, Dios, me dolerá
mucho cuando...!
No terminó
la frase, y Peter ya le había quitado el puñal con la velocidad de un rayo. Le
vendó el brazo con la tira de tela antes de que Lali tuviese fuerza suficiente
para gritar.
—¡Ya está!
No te ha dolido, ¿verdad? —preguntó.
—¡Sí me ha
dolido!
—¡Tranquila,
mi amor! —la calmó—. Si seguías afligiéndote pensando en el momento en que te
quitara la daga, te enfermarías.
Tenía
razón, y Lali también lo sabía.
—Si tenías
que recibir una herida, elegiste el mejor lugar. El puñal no se clavó en el
hueso.
Lali ahogó
una exclamación.
—¡Ya sabía
que me echarías la culpa! —le dijo. Concentrada en discutirle, no advirtió que Peter
la había tomado en brazos y se ponía lentamente de pie—. Yo no me hice herir,
bien lo sabes.
—Lo sé, mi
amor, pero eres muy amable en recordármelo —le dijo. La alzó sobre la cabeza. Lali
miró hacia abajo y Peter sintió que se ponía tensa. Pensó en advertirle que no
mirara hacia abajo, pero luego desistió. La advertencia no haría más que
hacerle notar lo precario de la situación—. Al menos, recuperaste la daga
—afirmó, con tono extrañamente alegre.
—Es cierto
—exclamó a regañadientes—. ¡Peter, me duele! —gritó, cuando el esposo, sin
querer, le rozó el brazo, y cerró los ojos soportando el intenso dolor.
—Lo
siento, Lali. No quería lastimarte, chica—. La angustia que revelaba la voz de Peter
oprimió el corazón de Lali.
Ay muero por saber quien es el culpable... es increible lo valiente que es Lali
ResponderEliminarQuiero saber que pasa no me dejes asi Masssssss TQ
ResponderEliminarmasssssssssss
ResponderEliminarseguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarseguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarseguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarAY noooo no comprendo como todo se arreglara en un capitulo jajajajaja pero bueno gracias por terminarla hoy para q pudiera leerla te voy a hacer un regalo jajaja
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarotro otro otro
ResponderEliminarjuro qe estuve a punto de llorar demonios qien sera el asesino!!! maaaasss
ResponderEliminarmassssssssssssssss
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarotroo cap porfa
ResponderEliminarsube mass
ResponderEliminarme encanto!!
ResponderEliminarquien es el asesino?
ResponderEliminarsube el final hoy porfa!!
ResponderEliminarmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmas
ResponderEliminarmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmas
ResponderEliminarmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasvmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmasmas
ResponderEliminarQue valiente que es Lali! Peter, que tierno que es! Quiero el final por favor, quiero saber quien es el culpable, aunque si mi cabeza no se hizo una pelicula equivocada se quien fue el culpable. Por algo me dijiste que odiabas a esa persona. -Yami-
ResponderEliminarsip creo q ya sabes jaja orita subo!!
Eliminarsube el final. No nos dejes asi!
ResponderEliminarQuien tiene la culpa?? ya lo uqiero sabeeeer
ResponderEliminarsube mas :D
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