Capítulo 11
No hagas que
elija...», al día siguiente aquellas palabras seguían sonando en la cabeza de
Mariana .Mareos por la mañana, mareos por la noche, mayor sensibilidad en los
pechos y algunos otros cambios corporales que no podía seguir ignorando. Todo
eso le decía algo que no estaba segura de querer saber.Embarazada. Podía estar
embarazada. No era seguro, ya que nunca había tenido una menstruación muy
regular, pero aún era pronto para saberlo. Ni siquiera llevaba un mes con Peter.
¿Cómo podía estar segura en tan poco tiempo? En esos momentos tenía la mente en
blanco, pero fue en esa mañana cuando sus sospechas se intensificaron. Al
levantarse de la cama se había sentido mareada y con náuseas antes de poner los
pies en el suelo. Luego, en la ducha, comprobó los cambios en su cuerpo.
Además, también se sentía distinta por dentro.Era el instinto femenino, aunque
al mismo tiempo albergaba dudas, ya que los médicos le habían dado pocas
probabilidades de que aquello sucediera.¿Y Peter? No se atrevía a contárselo,
por miedo a infundarle falsas esperanzas. Necesitaba uno de esos tests de
embarazos. Pero, ¿cómo conseguirlo sin llamar la atención de medio Rahman? No
podía visitar a ningún farmacéutico sin que se corriera la voz.«Llama a Peter»,
le increpaba la voz de la conciencia. «Pídele que traiga un test».Sí, desde luego.
¿Cómo iba el jeque Juan Pedro al—Qadim Lanzani a entrar en una farmacia para
comprar un test de embarazo?Rafiq... No, Rafiq tampoco. Oh, Dios, ¿por qué no
había más mujeres en aquel maldito palacio?¿Y las criadas? Había docenas a su
servicio, todas ellas propensas a difundir rumores por el país.Como si hubiera
conjurado a una, se oyó un golpe en la puerta y una criada entró en la habitación.
Le llevaba el vestido que Lali había encargado.—Es muy bonito, mi señora —le
dijo con timidez.Y muy rojo, pensó Lali con el ceño fruncido. ¿Por qué había
tenido que elegirlo rojo? Lo había confeccionado un diseñador local a la moda
árabe. Era de fina seda, con pantalones a juego
y thobe, y
con hilos dorados hermosamente bordados.—La señora brillará sobre todas las
estrellas mañana por la noche —dijo la criada.«Mañana por la noche», repitió
Mariana para sí misma. Era la noche de celebración del aniversario del jeque Khalifa,
por lo que tendría que recibir a cientos de invitados, cuando lo único que
quería hacer era...¿Pero dónde tenía la cabeza?, pensó con furia. Se acercó
rápidamente al teléfono que había junto a la cama.Embarazada.Se le hizo un nudo
en el estómago y se le cortó la respiración. Era una situación desesperada.El
miedo se mezclaba con la esperanza y con mil cosas más...—Gracias, Leila —consiguió
decirle a la criada, que esperaba inmóvil como una estatua.Cuando la puerta se
cerró, agarró la agenda telefónica y pasó las páginas con dedos temblorosos,
hasta encontrar el número de Evie al—Kadah, en Behran.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
Peter estaba
harto. Aún le quedaban cinco horas para llegar a casa, de vuelta del palacio
del jeque Abdul. Debería sentirse satisfecho, pues había conseguido que la
reunión fuera como él quería. Tenía la copia del contrato, después de haber
aireado unas cuantas verdades, y había hecho que el jeque y su esposa comprendieran
su equivocación.Pero aquello había requerido cinco horas de coche a través de
las montañas de Rahman, y otras cinco de vuelta. A Rafiq podía sentarle bien la
conducción, pero a él no. Se sentía tenso e impaciente, y no veía el momento de
regresar junto a Lali con la conciencia limpia.Por ello el pinchazo que
sufrieron no fue bien recibido. Cuando consiguieron levantar el coche,
sujetando el gato entre las rocas, el sol empezaba a ponerse. Luego, habiendo
recorrido tan solo un kilómetro, se quedaron atascados en la arena. y en esa
ocasión no pudo culpar a Rafiq, ya que se había hecho cargo del volante él
mismo. Aunque no perdieron mucho tiempo empujando el vehículo, tuvieron que
detenerse de nuevo cuando los sorprendió una tormenta de arena.Como consecuencia,
ya era muy tarde cuando franquearon las puertas de palacio. Y cuando entró en
el dormitorio, después de haberse sacudido la arena, encontró a Lali
dormida.¿Debía despertarla o marcharse?, pensó mientras la contemplaba. Estaba
acostada de lado,con una mano sobre la almohada donde él debería estar.Murmuró
algo en sueños, tal vez porque sintiera su presencia, y Peter estuvo tentado de
acostarse junto a ella, despertarla y contárselo todo.
Pero no era
el momento para un discurso semejante. Podría volverse en su contra y a ella hacerle
daño. y el día siguiente ya prometía bastantes conflictos. No había necesidad
de empeorarlo con una ridícula esperanza.De modo que no la despertó y se dio la
vuelta, sin darse cuenta de que ella abría los ojos y lo veía alejarse.El deseo
de llamarlo, de ir tras él y revelarle sus sospechas, sacudió todos los
músculos y nervios de Lali. Pero no era justo ofrecerle falsas esperanzas. Lo
mejor sería esperar hasta que estuviese segura.La puerta que separaba las dos habitaciones
se cerró, aislándolos a cada uno en la suya.El día siguiente transcurrió de
forma similar. Él la evitaba y ella lo evitaba. Caminaban por el palacio en
direcciones opuestas, como si fueran dos satélites programados para no
cruzarse. A las seis de la tarde Mariana estaba preparándose en su habitación
para la cena. A las siete estaba lista, después de haber cambiado cien veces de
vestido antes de decidirse por el conjunto rojo.Cuando Peter entró minutos más
tarde, la dejó sin respiración. Alto, esbelto y con la cabeza descubierta,
llevaba una túnica azul con un cuello trenzado de oro. Una amplia faja dorada resaltaba
su torso.Era la arrogancia personificada. Un príncipe entre los hombres. Para
Lali, el único.—Estás preciosa —murmuró.Ella quiso responder, pero no se
atrevía a decir nada, por miedo a estropearlo todo.—El perdón, querida, es solo
una sonrisa —le dijo caminando hacia ella.—¡Pero no tienes nada por lo que
perdonarme! —protestó.—¿Echarme de tu cama no exige perdón? —le preguntó con la
ceja arqueada.—Te fuiste por voluntad propia —le respondió—. En lo que tú
definirías como un berrinche.—Los hombres no tienen berrinches.«Pero tú no eres
un hombre cualquiera», le quiso decir.—¿Entonces qué hacen?—Se retiran de la
lucha cuando saben que no pueden ganar —le dijo con una sonrisa, y sacó una caja
envuelta con seda negra y atada con una cinta—. Toma, un regalo para hacer las
paces.Ella supuso que contendría una joya. pero al sostenerla comprobó que era
demasiado ligera.Entonces el corazón le dio un vuelco ante una terrible
sospecha.—¿Qué es? —preguntó con recelo.
—Ábrelo y lo
veras.Ella desató el lazo con dedos temblorosos y descubrió una caja dorada.
Podía contener cualquier cosa, pero contuvo la respiración mientras levantaba
la tapa.Entonces frunció el ceño, sin saber por qué Peter le regalaba una caja
llena de pedazos de papel... hasta que reconoció el sello estampado en uno de
los trozos.—¿Sabes lo que es? —le preguntó él con calma.—Sí.—Las tres copias
del contrato son ahora nuestras —le explicó—. y en el ordenador de Faysal se ha
borrado cualquier evidencia de que alguna vez se redactó. Ya está; ahora
podemos volver a ser amigos —le quitó la caja de las manos y la arrojó sobre la
cama.—Pero esto no cambia el hecho de que fue escrito —señaló ella—. Ni
garantiza que no pueda volver a escribirse si fuera necesario.—Tú misma lo has
dicho —respondió él—. Si fuera necesario. Te he entregado los pedazos como muestra
de que no lo es. Se acabó, Mariana. No quiero perder más tiempo con los
ambiciosos planes de Abdul.—¿Esperas que me lo crea?—Sí —respondió con total
convicción.Ella levantó la vista, y por primera vez en días se miraron a los
ojos. Y entonces Lali se dio cuenta de por qué evitaban el contacto visual
cuando había tensión entre ellos. Sus mirada simplicaban la verdad. La verdad
absoluta. Ella lo amaba y él la amaba. ¿Qué o quién podría interponerse?—Creo
que estoy embarazada —susurró.Vio que Peter se quedaba pálido y que cerraba los
ojos, como si fuera a desmayarse.Llevaba días esperando ese momento, pensó él.
Y cuando por fin llegaba, ¡se quedaba conmocionado sin poder reaccionar!—Podría
matarte por esto —murmuró—. ¿Por qué me lo dices aquí y ahora, cuando dentro de
diez minutos tenemos que bajar a saludar a un centenar de invitados?—No te gusta...
—dijo ella con voz temblorosa. No había sido la respuesta que esperaba.—Dame
fuerzas —masculló él entre dientes—. ¡Estúpida mujer! ¡Pues claro que me gusta!
¡Pero mírame! Estoy más pálido que un muerto.—Me has dado algo que necesitaba,
y yo he querido darte lo que tú necesitabas.
—¿Diez
minutos antes de enfrentarme a lo más alto de la sociedad árabe?—Vaya, muchas
gracias por preocuparte de cómo me siento yo —espetó, y se dio la vuelta.Oh,
qué Alá lo ayudase. ¿Qué estaba haciendo? La sujetó por los hombros y la hizo
girarse.Ella también estaba temblando. Era tan delicada y frágil, tan
hermosa...Y entonces la besó. ¿Qué otra cosa podía hacer?—No tendría que
habértelo soltado así –murmuró ella a los pocos segundos.—Sí, claro que sí—argumentó
él—. ¿Cómo si no?—Puede que no sea cierto.—Lo sea o no, lo afrontaremos juntos.
Te quiero, ¿no basta con eso?—¿Para ti? —la miró corno una niña indefensa. —Todo
Rahman sabe lo que siento por ti, Lali –le dijo tristemente—. Pero nunca hemos
hablado de cómo vives tú esta situación.—No soporto que sigas defendiendo mi
lugar en tu vida —reconoció ella.—Me gusta defenderte.—No le dirás esto a
nadie, ¿verdad? —le preguntó de repente—. Tienes que mantener el secreto hasta
que estemos seguros.—¿Crees que soy tan manipulador? Mañana llamaremos al médico.Lali
negó con la cabeza.—Si hacemos eso, todo Rahman lo sabrá en menos de cinco
minutos. Recuerda lo que pasó cuando fui a verlo para averiguar por qué no
podía quedarme embarazada.—Pero tenemos que saber. ..—Evie va a traerme un test
de embarazo —lo interrumpió—. La llamé y se lo conté. Al menos puedo confiar en
que ella no se lo dirá a nadie.—¿Qué dijo?—Dijo que debía decírtelo —respondió
con una triste sonrisa—. Pero desearía no haberlo hecho, porque al mirarte
tengo el horrible presentimiento de que se te va a notar.«Confiésalo», se
ordenó Juan Pedro a sí mismo. «Cuéntaselo antes de que los al—Kadah le digan que
tú ya lo sabías».Un golpe en la puerta los distrajo. Peter abrió y vio a Rafiq.—Los
invitados empiezan a llegar —le informo—.Tendríais que estar abajo.
Invitados...
Cielos, su vida estaba en crisis y él tenía que ser cortés con los invitados.—Dentro
de cinco minutos.—¿Estás bien? —le preguntó Rafiq con el ceño fruncido.—Cinco
minutos —repitió, y cerró la puerta.Dejó que Lali terminara de maquillarse,
reprimiendo el deseo de besarla hasta la extenuación, y fue a la otra
habitación a ponerse el gutrah con los anillos dorados. Al volver vio que
también Lali se había cubierto la cabeza con un pañuelo rojo con adornos
dorados.—Es la hora del espectáculo —dijo él.En efecto". Fue como en el
yate, pero a una escala mucho mayor. Tuvieron que saludar a jefes de estado de
toda Arabia, diplomáticos del extranjero, altas personalidades... Algunos
llevaban a sus esposas, hijos e incluso hijas, y otros acudían solos. Algunas
mujeres llevaban velo, y todas iban vestidas con los exóticos colores que tanto
favorecían a las mujeres árabes.Todo el mundo fue cortés y atento, y todos se
preocuparon por el estado del jeque Khalifa,quien aún no había aparecido.
Aquella era su noche, y los médicos habían insistido en que tomara sedantes
durante todo el día para conservar sus escasas fuerzas. Pero cuando Lali había
ido a visitarlo, lo encontró animado y entusiasmado.—Rafiq debería estar aquí —le
dijo a Peter, cuando Se dio cuenta de que su hermano había desaparecido.—Tiene
otras obligaciones —respondió él, y se volvió para recibir al siguiente
invitado.El jeque Abdul acudió sin su esposa Zafina, lo que era una ausencia
significativa. Se mostró cortés con Mariana, que era lo más que podía esperarse
de él. También llegaron el jeque Jibril,acompañado de su esposa Medina, y el
jeque Irnran con Samir.Cuando entraron el jeque Rashid y Evie e intercambiaron
miradas, Lali se ruborizó. Pero también se ruborizó cada vez que Peter la
miraba y veía el secreto ardiendo en sus ojos.—No... —le susurró, apartando
rápidamente la mirada.—No puedo evitarlo —respondió él.—Inténtalo —en ese
momento la llegada de nuevos invitados llamó su atención.Su corazón estuvo a
punto de detenerse por la sorpresa,Dos hombres vestidos al estilo occidental,
con traje negro, camisa blanca y corbata. Lali ahogó una exclamación de alegría
y se arrojó en los brazos de su padre.Alto, delgado y en muy buena forma para
sus cincuenta y cinco años, Víctor Esposito Frayne recibió a su hija y aceptó
el beso en la mejilla.—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me lo dijiste? Ethan... —le
agarró una mano—. ¡No puedo creerlo! Hablé contigo esta mañana. ¡Pensé que
estabas en San Esteban!—No, estaba aquí, en el hotel Marrito —respondió su
padre con una sonrisa—. Gracias a tu marido.Lali se volvió y miró a Peter.—Te
quiero —le dijo sin poder contenerse.—Está empeñada en ruborizarme —dijo Peter.
La tomó por la cintura y le tendió la mano a su suegro y a Ethan Hayes—. Me
alegra que hayáis podido venir.—Yo también —respondió Ethan con un cierto tono
de dureza.Pero Lali estaba demasiado contenta para notarlo, incluso para oír
los rumores que circulaban por la sala de su supuesta relación con el socio de
su padre.De repente todo el mundo calló, porque Rafiq había entrado, empujando
una silla de ruedas en la que iba sentado el jeque Khalifa ben Jusef al—Qadim
Lanzani.Parecía diminuto y frágil junto a la enorme envergadura de su hijo.
Solo era una sombra de lo que fue, pero sus ojos brillaban y sus labios
sonreían.—Sed todos... bienvenidos —los saludó con gran esfuerzo—. Por favor,
no me miréis como si estuvierais en mi funeral, porque he venido para
divertirme.Todos se relajaron, y Rafiq lo llevó hasta el extremo de la sala.—Víctor
—saludó al padre de Mariana—. Te he robado a tu hija, de modo que ahora es mía.
Te pido disculpas, pero no lo lamento.' ¿Entiendes?—Creo que podemos compartirla
—respondió Víctor Frayne Esposito elegantemente.—Y... ah... —volvió la atención
a Ethan—. Señor Rayes, es un gran placer para mí conocer al buen amigo de Lali.
Quiero que Víctor y tú vengáis a verme mañana. Tengo un proyecto que puede
interesaros... Rafiq, llévame a ver al jeque Rashid.Lali pasó el brazo por la
cintura de Peter, y observó cómo el anciano cumplía con su última comparecencia
social.Rafiq lo acomodó en su diván favorito, desde don— de podía controlar
toda la fiesta, y los viejos jeques de las tribus del desierto se sentaron a su
alrededor.Peter se llevó a Víctor y a Ethan para presentarlos a los invitados,
y la tímida Median al—Mahmud aprovechó el momento para acercarse a Lali. Las
dos se pasearon de grupo en grupo.
La fiesta parecía ser un éxito. Los sirvientes
servían café y dulces, y el aire estaba impregnado de un delicioso olor a
incienso.Pero entonces Lali oyó tras ella la voz del jeque Abdul.—Una
estratagema muy hábil. Estoy impresionado. ¿Cuántos de los aquí presentes
pensarían ahora que el señor Hayes es el amante de su encantadora esposa?Lali
fingió no enterarse y siguió caminando y luciendo una sonrisa. Pero el daño
estaba hecho. La fiesta se había arruinado para ella. No se le había ocurrido
que su padre y Ethan estuvieran allí por otra razón que no fuera
complacerla.Evie acudió en su ayuda.—Dime dónde puedo refrescarme un poco —le
pidió.Lali se excusó ante las personas con las que estaba, pero una mano la
agarró por la manga.—He visto tu cara —le dijo Medina—. El jeque Abdul tiene
una lengua mordaz tras la visita que le hizo Peter ayer, y su mujer está en
purdah.Purdah era la práctica musulmana por la que se mantenía a las mujeres
alejadas del contacto con los hombres.—¿Qué pasa? —le preguntó Evie cuando las
dos se alejaron.—Nada —respondió Lali. ¿A qué visita se refería Medina?La
velada transcurrió sin incidencias, y cuando Peter le sugirió a su padre que se
despidiera,el anciano jeque no protestó. Rafiq lo volvió a sentar en la silla
de ruedas y se lo llevó discretamente por una puerta lateral, tal y como el
propio Khalifa había decidido.—¿Cuánto tiempo? —preguntó gravemente Víctor.—No
mucho —le respondió Lali, y se esforzó por animarse, ya que el jeque había
querido que su trigésimo aniversario se recordara por la hospitalidad, no por
su necrológica.Era muy tarde cuando se marchó el último de los invitados.
Mariana pensó que podía permitirse un suspiro de alivio, por lo bien que había
ido todo. Pero entonces recordó que aún quedaba algo por aclarar. El corazón se
le aceleró cuando Peter se acercó a ella y juntos subieron las escaleras hasta
sus aposentos privados.—¿Te ha traído Evie... ?—Sí —lo interrumpió ella
apartándose de él—. No quiero saberlo —estaba aterrorizada.—Mañana la respuesta
será la misma, y al día siguiente y al otro.
Tal vez fuera
una suerte que el teléfono empezase a sonar. Peter contestó, y al cabo demedio
minuto esbozó una triste sonrisa.—Mi padre está inquieto —le dijo a Lali—.
Necesita hablar. ¿Te importa que vaya con él, o llamó a Rafiq y...?—No —se
apresuró a negar—. Ve tú.—No... no harás nada sin mí, ¿verdad?Ella negó con la
cabeza.—Mañana —le prometió—. Cu... cuando haya descansado.Peter se acercó y le
dio un beso de comprensión.—Acuéstate e intenta dormir; Volveré tan pronto como
pueda.Se dirigió hacia la puerta, y entonces Lali recordó el otro motivo de su
inquietud.—Peter... Has invitado a mi padre y a Ethan con un propósito
especial, ¿verdad?Él se detuvo y se volvió para mirarla.—Limitar los daños —le
confirmó—. Puede que no nos guste tomar una medida tan humillante, pero había
un problema que debía ser resuelto.
Inshallah
—se encogió
de hombros y salió.
Continuara........
Solo queda el final firmen y lo subo!!
Y Mar gracias por ofrecerme tu ayuda:) lo tengo en cuenta♥
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas el finallll hoooy :)
ResponderEliminarSiiii xfaaaaa :)
ResponderEliminarmaas
ResponderEliminarhermoso capitulo, espero el ultimo
ResponderEliminarmassss nove porfissss
ResponderEliminarhay hay ya falta solo el final y tengo mis dudas sobre el padre de lali
ResponderEliminary sobre nadina, que no se en que anda
quieroooo massssssssssss
beso
Mass
ResponderEliminarahhhhh quiero que se sepa de una buena vez lo del embarazoooo, es necesaario confirmarlo el ultimo cap jajajaja!!
ResponderEliminarespero el siguiente , me encanta la noveeee
masssssssssssssssssssssssmassssssssssssssssssssssssssssssnove massssssssssssssssssssssssvane
ResponderEliminarmas nove maria
ResponderEliminares muy buenA
AISH jajajajaj bueno se viene el final si no esta embarazada es que se va a morir jjajjajajaaj (muy atinada mi suposición PERO POR FAVOR) jajajaja ash q miedito hasta a mi me da cosa saber si esta o no y me qde intrigada por saber para q los trajo pero todo se resolvera...he dicho jajajaja DENADA tu sabes tengo q dejar de ser caradura ademas te debo muchisimas
ResponderEliminarbye besos tk
quiero el final quiero el final! aunque dios mio.. es triste que ya termine ajaj besos! espero mas!! Giu
ResponderEliminarAmooooooo tu NOVE
ResponderEliminarel final va hoy ciertoooooooooooo?
ResponderEliminarmaaass ♥
ResponderEliminarVamos por el final!
ResponderEliminarmas nove porfis
ResponderEliminarmas nove porfa terminala
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminarmaas nove
ResponderEliminarmaas porfavor
ResponderEliminarQue buen capi mil gracias
ResponderEliminar@Masi_ruth
y el ultimo?
ResponderEliminar