martes, 4 de diciembre de 2012

Capitulo 5


Hola!! como andan?? les gusta como quedo el blog? jaja ya tiene espiritu navideño! quieren q deje los copos de nieve?? jaja esq estan grandes,pero son lindos!! bueno aca el cap 5!! a y quieren una mini maraton?? el sabado puede ser q dicen? si van a firmar la hago!! pueden?  bueno me voy besos♥


Capítulo 5

ALGUNA vez tendremos que llegar a puerto —dijo Mariana fríamente. Se separó de él y se dirigió hacia las escaleras, decidida a encerrarse en el compartimento.—Vuelve aquí —le ordenó Juan pedro—. Estaba bromeando. Ya sé que tenemos que hablar.Pero ambos sabían que no había estado bromeando. Peter Lanzan era un monstruo despiadado y egoísta, y ella... Dejó de pensar y de caminar cuando se encontró de frente con un gigante con barba y los aguileños rasgos de un guerrero del desierto.

—Vaya, mira a quién tenemos aquí —dijo ella—. El amigo y conspirador de mi señor jeque.Rafiq había abierto la boca para saludarla, pero se limitó a hacer una leve reverencia.—No sé cómo puedes inclinarte ante mí, cuando ambos sabemos que no me tienes el más mínimo respeto —lo acuso ella.—Te equivocas —replicó él—. Te guardo un profundo respeto.—¿Incluso cuando me pones un saco por la cabeza?—El saco fue un mal necesario —explicó—. Brillabas con tanta fuerza que hubieran podido vemos. Aun así, te pido disculpas si mis acciones te ofendieron.—¿Sabes lo que realmente necesitas, Rafiq al—Qadim? Necesitas a alguien que te busque una esposa. ¡Una mujer que convierta tu vida en un infierno para que no tengas tiempo de entrometerte en la mía!—Tienes razón de estar enfadada —concedió él—. Lamento de corazón lo del saco y, por favor,ten por seguro que si hubieras caído al mar, habría saltado por ti.—Pero no antes que yo, creo —dijo Peter en tono impaciente—.Lali, sal del sol. Es absurdo que te quemes solo porque estés enfadada.Mariana no se movió, pero sí lo hizo Rafiq. En dos zancadas se puso junto a ella y la protegiódel sol con su impresionante sombra, lo que irritó más a Peter.—Seguro que tienes una razón mejor para estar aquí, Rafiq.—Desde luego. El jeque Abdul quiere hablar urgentemente contigo. .—¿Está preocupado? —preguntó Peter con una leve sonrisa.—Cubriéndose las espaldas.—Entonces puede esperar a que acabe mi desayuno —dijo volviendo a la mesa—. Mariana, si no vienes enseguida tendrás que atenerte a las consecuencias.—¿Ahora me vienes con amenazas?—Dile al jeque que hablaré con él más tarde —le dijo a Rafiq, ignorando la pregunta.Rafiq dudó. Prefería quedarse protegiendo a Lali del sol, pero tenía que entregar el mensaje de Peter. Estaba dividido entre dos lealtades. Lali vio que Peter estaba poniéndolo a prueba, y decidió ponérselo fácil. Se acercó a la mesa, por lo que Rafiq hizo una reverencia y se marchó.—Gracias —dijo Peter con una sonrisa fugaz.

—No tenías que desafiarlo a hacer eso —lo reprendió—. Ha sido un abuso de tu autoridad.—Tal vez, pero todo tiene su fin.—¿El fin de recordarle su lugar en la vida?—No, el fin de recordarte a ti el tuyo —la miró con dureza—. Los dos ejercemos el poder a nuestra manera, Mariana. Tú has demostrado el tuyo permitiendo que Rafiq se marchara con el orgullo intacto.Tenía razón, aunque ella no quisiera admitirlo.—A veces eres muy cruel —le espetó, y para su sorpresa Peter se echó a reír.—¿Me llamas cruel a mí después de haberle amenazado con una esposa? Él ya tiene una mujer —le confesó—. Una española morena, con ojos color rubí y piel dorada —le desabrochó la chaquet ay se la quitó mientras hablaba—. Es bailadora de flamenco y famosa por encender los deseos masculinos con su peculiar estilo de seducción —le rozó con los labios la esbelta curva del hombro—. Pero Rafiq asegura que nada es comparable a cuando baila solo para él.—¿La has visto bailar? —antes de que se diera cuenta, se había vuelto para mirarlo con un brillo de celos en sus ojos verdes.—Eres tan posesiva que puedo sentir las cadenas alrededor de mi cuello —dijo él arqueando una ceja.—Y tú eres un engreído.—¿Porque me gusten las cadenas? No era justo, pensó ella. Podía seducirla en cuestión de segundos.—Prefiero té en vez de café —murmuró, decidida a no dejarse vencer.Él soltó una cálida carcajada, divertido por la ingenuidad de sus tácticas esquivas. Pero de repente dejó de reír y soltó un grito ahogado.—¡Estás herida! —exclamó al ver la magulladura en el hombro.—No es nada —intentó no darle importancia, pero Peter se puso a examinar con cuidado cada palmo de piel expuesta.—¿He sido yo o la caída?—La caída, desde luego —respondió con el ceño fruncido. Peter jamás le había dejado una marca.—¿Tienes más?

—Una pequeña, en la cadera derecha —no le dijo nada del dolor en el costado de la cabeza, porque sabía que Peter no estaba preparado para oírlo—. ¿Por qué no lo dejas de una vez? —le preguntó cuando él empezó a desatarle los pantalones—. ¡No es nada!Pero él no escuchaba. Los pantalones cayeron al suelo, y con los dedos levantó el borde de las braguitas para inspeccionar la zona.—Me tienes a tus pies —le dijo a modo de disculpa.—Ya lo veo —dijo ella con voz temblorosa—. Ahora levanta y deja que me vista. ¡Puede venir alguien, por amor de Dios!—No, si le tienen aprecio a sus vidas —respondió él, pero le subió los pantalones.Por desgracia, Faysal escogió ese momento para hacer una de sus silenciosas apariciones.Lali ya estaba cubierta, pero no le resultó difícil imaginar lo que Faysal debía de estar  pensando. El color de sus mejillas hablaba por sí solo.—¡Espero que esta interrupción merezca la pena! —le espetó Peter.—Mis más sinceras disculpas —dijo Faysal postrándose en una profunda reverencia. Mariana pensó que se iba a arrojar a sus pies—. Su honorable padre, el jeque Khalifa, desea hablar con usted inmediatamente, señor.Peter agarró a Lali y la hizo sentarse en una silla.—Faysal, mi esposa desea tomar té —Faysal corrió a cumplir la orden—. Come —le ordenó a Lali sin mirarla. Ella casi sonrió, al verlo tan desconcertado.Él la besó en los labios y se marchó, con la promesa de volver enseguida.Pero los minutos pasaron y Peter no volvía. Cuando estaba terminando el desayuno,apareció Rafiq y le comunicó que Juan pedro estaba ocupado con asuntos de estado.«Asuntos de estado» siempre habían significado horas y horas de ausencia.—¿Te importa si te hago compañía? —le preguntó Rafiq.—¿Órdenes de estado? —le preguntó secamente, pero él le sonrió y ella le indicó una silla—.Háblame de tu amante española.Rafiq dejó escapar un suspiro y se quitó el gutrah. Era un gesto que podía significar muchas cosas: cansancio, furia, represión, o, en ese caso, aceptación de la derrota.—Peter ha perdido la razón —se quejó.—Pero aun así lo amas sin reservas, Rafiq, hijo de Khalifa al—Qadim.Él arqueó una ceja. En algunas cosas era tan parecido a Peter que hubieran podido ser

gemelos.—Hijo bastardo —la corrigió él—. Y tú también lo amas, así que no hablemos de eso.Rafiq era el hijo de una hermosa amante francesa del jeque Khalifa, quien había muerto al darlea luz. Juan Pedro solo era seis meses mayor que él, por lo que tan escasa diferencia de edad tendría que haberlos hecho enemigos irreconciliables, por tener uno lo que el otro jamás tendría. Pero los dos hombres no podrían haberse querido más ni aunque hubieran sido hijos de la misma madre.Juntos habían formado una alianza en la que descansaba el poder de su padre, y en la que también se protegió Mariana.—Convéncelo para que me deje marchar —le pidió con calma.—Te ha echado de menos.—Convéncelo —insistió.—Se sentía solo sin ti.—Por favor...—la voz se le quebró al tragar saliva.Rafiq alargó un brazo y le apretó la mano.—Es imposible —le dijo, y ella lo creyó.Rafiq se puso en pie y la hizo levantarse.—¿Adónde vamos?—A dar una vuelta por el barco, con la esperanza de que la diversión te haga olvidar tu intención de derribar mis defensas.Mariana sabía que nadie había podido nunca derribar las defensas de Rafiq, pero no discutió,y él volvió a ponerse el gutrah, ofreciendo otra vez su aspecto orgulloso.—Si eres tan amable de precederme, mi señora, iremos por un sombrero antes de empezar.Varias horas más tarde estaba acostada en una tumbona de cubierta. Se había puesto un biquini blanquinegro y una camiseta blanca. Rafiq le había enseñado casi todos los rincones del yate, y le había presentado al capitán, Tariq al—Bahir, el único árabe en una tripulación compuesta por veinte españoles.Luego, había almorzado con Rafiq y con Faysal. Cuando se quedó sola por la tarde, Lali no pudo dejar de imaginarse a Peter en su despacho, tratando los «asuntos de estado». Cerró los ojos y lo vio rodeado por el teléfono, el fax, el ordenador... Recordó su impaciencia cada vez que ella lo había interrumpido tiempo atrás para recordarle la hora o para insistirle en que tomaran juntos un café, y el suspiro de sumisión, cuando finalmente se relajaba.

Recordó cómo se acomodaban en los sillones junto a la ventana del despacho... los dos mismos sillones que estaban estratégicamente colocados en el compartimento privado del yate.El corazón le dio un vuelco, e intentó no pensar en lo que se moría por hacer.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
Peter pensaba de forma similar, tendido en una tumbona junto a ella. Lali estaba dormida, y no se había enterado de que él estaba allí. No lo había interrumpido ni una sola vez en las horas que había estado encerrado en su despacho.¿Había esperado que lo hiciera?, se preguntó a sí mismo. Tuvo que reprimir un suspiro, porque no quería despertarla. Todavía tenían cosas de las que hablar, pero cuanto más las postergara, mejor. Estaba seguro de que a ella no iban a gustarle.Cerró los ojos y reflexionó sobre los asuntos que lo habían mantenido ocupado. El estado de Rahman se componía de varias familias tribales. Los al—Qadim y los al—Mukhtar contra los al—Mahmud y los al—Yasin. Para preservar el equilibrio de poder y evitar una guerra, Peter se había visto forzado a aceptar un compromiso con la ayuda de un viejo amigo.El bostezo de Mariana le hizo abrir los ojos, a tiempo de ver cómo se estiraba sinuosamente.Era tan esbelta y hermosa, de proporciones y rasgos tan perfectos; con una boca que invitaba a besarla con solo mirarla y... No pudo aguantarlo más. Se levantó y se inclinó para tomarla en brazos.Ella se despertó de golpe y lo miró furiosa.—¿Qué haces? —protestó—. Estaba muy cómoda aquí...—Lo sé, pero yo también quiero estar cómodo, y no lo estaba —la llevó al vestíbulo y subió los escalones—. Abre la puerta —le ordenó, y se sorprendió al ver cómo ella obedecía sin rechistar. Al entrar, cerró la puerta con el pie y la vio mirar hacia la cama, pero la llevó hasta los sillones y la sentó en uno de ellos.—Supongo que tendrás una buena razón para traerme aquí.—Sí —se sentó en el otro sillón y la miró a los ojos. Aquellos hermosos ojos verdes que siempre intentaban ocultar los sentimientos, sin éxito—. Tenías razón —empezó con una confesión—. Se me ha presionado para que tome a otra esposa. ..Mariana tendría que habérselo esperado. Siempre lo había temido; entonces, ¿por qué se sentía cómo si le hubiera clavado un puñal?—¿Y tú has aceptado? —consiguió preguntar.—No —negó con firmeza—. Por eso estás conmigo ahora. Y por eso tienes que quedarte —hizo una pausa antes de seguir—. Se tramó un complot para secuestrarte. La intención era utilizarte como

arma para que yo diese mi brazo a torcer. Cuando lo descubrí, decidí frustrar sus planes raptándote yo mismo.—¿Quién fue? —susurró ella, pero tenía el horrible presentimiento de saber la respuesta.—¿Quién organizó el complot? Aún estamos intentando confirmarlo. Pero, fuera quien fuera,estaban vigilando tu casa la otra noche, esperando a que tu padre y Ethan se marcharan a la fiesta en el yate de Petronades. Entonces hubieran ido por ti.—Sabía que alguien me observaba —recordó ella con un estremecimiento—. Podía sentirlo.—Sí, me figuraba que podrías —la alabó él—. Es el entrenamiento que te inculcamos, y nunca lo has olvidado.—Pero eso era diferente —se levantó y se abrazó—. ¡Tendría que haberlo tenido en cuenta!—No... no te preocupes —Peter también se levantó y la abrazó. Estaba pálida y temblorosa—.Mi gente también te observaba —le aseguró—. El chófer era de los míos, y también el guarda de la puerta. No hubo ni un solo momento en el que no estuvieras a salvo.—¡Pero eso no quita que quisieran secuestrarme! —gritó llena de dolor—. ¿Qué le pasa a tu gente que no pueden actuar de un modo normal? —le espetó—. ¡Tendrías que haberme llamado a mí, no a mi padre! ¡Y, en primer lugar, tendrías que haber aceptado el divorcio! ¡Nada de esto habría pasado!—Tú también formas parte de mi gente —le recordó él con voz cortante. La mención del divorcio lo había puesto rígido.—¡No, yo no! ¡Solo soy una persona normal que ha tenido la desgracia de enamorarse de alguien extraordinario!—Al menos no podrás negar que amas a esa persona extraordinaria —replicó él con arrogancia—.Y no me mires así. ¡No soy tu enemigo!—¡Sí que lo eres! —¿por qué tendría que haberse fijado en alguien así?—. ¿Y qué pasa ahora?¿Voy a tener que pasarme el resto de mi vida escondiéndome solo porque tú eres demasiado cabezota para dejarme marchar?—Claro que no —frunció el ceño con impaciencia—. Deja de complicar más las cosas...—Pero, ¿cómo crees que me sienta saber que no estaba segura por las calles de San Esteban?¿Que mi vida y mis derechos humanos dependían de los juegos de alguna mente retorcida?—Siento que se haya llegado a esto...—¡Pues tú no eres mejor que ellos! Hasta hoy, has usado el rapto, la seducción y la intimidación para recuperar a tu esposa. ¿Se supone que debo sonreír a las cámaras ocultas, para

que todo Rahman sepa lo fuerte que eres? ¿Tengo que permitir que Rafiq me encierre en un saco,y postrarme a tus pies para salvar tu dignidad?—Sigue hablando así y te aseguró que te arrepentirás —le advirtió con voz adusta.—¡Me arrepiento de haberte conocido! —los ojos le ardían de furia y todo el cuerpo le temblaba—. ¡Seguro que lo próximo será encerrarme en prisión hasta que aprenda a comportarme!—Esta es tu prisión —respondió él extendiendo los brazos. Ahora deja de gritarme como una verdulera. Tenemos que...—¡Quiero recuperar mi vida sin ti! —lo cortó ella.Entonces se encontró con el príncipe. El rostro de Juan pedro, los ojos, su expresión... todo cambió con un solo pestañeo. Flexionó los hombros, como si fuera un águila amenazadora extendiendo las alas, y a Mariana se le pusieron los pelos de punta al contemplar la metamorfosis. De pronto era como si la presencia de Peter llenara la habitación.—Quieres vivir sin mí —dijo—. Pues hazlo. Te dejaré marchar y te concederé el divorcio. Ya está hecho,
inshallah
—cruzó la habitación y ordenó que llevaran té.«Inshallah». La palabra dejó petrificada a Mariana. «Si Dios quiere». La voluntad de Alá. Una decisión que implicaba el final. Juan Pedro había accedido a dejarla marchar, y ella no podía moverse ni respirar ante el poder que emanaba aquel decreto.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
Lali no se lo merecía, pensó Juan pedro mientras miraba el teléfono. Estaba furiosa, dolida,conmocionada...Y tenía todo el derecho a estarlo y a desahogarse. Por eso había querido contarle la verdad en privado.Una parte de la verdad, al menos. El resto tendría que esperar, porque...¡Demonios, él también estaba furioso! No había otra persona en el mundo que se atreviera a hablarle así.La miró, pero ella no se movió. Tenía el pelo despeinado. estaba descalza y tenía los brazos y piernas descubiertos. Parecía una estatua.Y a él le gustaba. Su cuerpo reaccionó a aquella visión, reemplazando la furia por curiosidad.Siempre lo había embelesado, ya estuviera enojada o triste, ya fuera apasionada o fría.
lnshallah.
Era la voluntad de Alá que él amara a aquella mujer sobre todas las otras. ¿DejarJa marchar? ¡No mientras pudiera impedirlo!Agarró un camello de piedra arenisca, lo sostuvo unos segundos y lo volvió a soltar. El silencio era tan denso que casi podía palparse.

«Dime algo, háblame», deseó para sí. «Demuéstrame que mi mujer sigue viva tras esa fachada de hielo». Pero su orgullo le impedía pronunciar esas palabras.Un golpe en la puerta le indicó que el té había llegado. Ella no se movió, mientras él abría y recogía la bandeja que llevaba el camarero, ni cuando la dejó en una mesita y la miró.
lnshallah,
 pensó de nuevo, y abandonó la lucha. Caminó hacia ella y le puso una mano en la mejilla, le acarició la garganta con el pulgar y le hizo levantar el rostro.Ella lo miró fijamente y tomó una profunda inspiración antes de hablar.—Ten cuidado con lo que deseas —le susurró.—Si el amor pudiera hacerse o encargarse, seguiríamos aquí —le respondió él gravemente.Entonces el hielo se derritió, las puertas se abrieron, y ella le echó los brazos al cuello, hundió la cara en su pecho y empezó a llorar.¿Qué hacer con una mujer con el corazón destrozado? Llevarla a la cama, hacerle el amor hasta que no importara nada más. Y luego afrontar la realidad.El crepúsculo oscurecía la habitación, derramando sobre ellos sus sensuales colores. Después de hacer el amor, él la llevó a la ducha y allí siguieron amándose. Se lavaron y se secaron el uno al otro sin dejar de besarse. Sin decir nada. Era mejor no arriesgarse con la intromisión de las palabras.—¿Y ahora qué? —preguntó Mariana finalmente.—Navegaremos por el océano en nuestra isla particular, lejos del resto del mundo.—¿Por cuánto tiempo?—Todo el que sea posible —no tuvo el valor de darle otra respuesta.Era un error, pero los dos pretendieron creer que todo era maravilloso. Como una segunda luna de miel. Rieron y disfrutaron como dos recién casados. Los asuntos de estado se relegaron aun segundo plano, por detrás de otras ocupaciones más placenteras. Hicieron
windsurf
en las costas griegas, bucearon sobre los restos de naufragios, montaron en motos acuáticas en remotas partes del Mediterráneo...Pasaron las semanas y Mariana recuperó el peso que había perdido durante los meses que pasó sin Juan Pedro. Su piel adquirió además un saludable bronceado. Cuando los asuntos de estado eran urgentes, Rafiq estaba siempre dispuesto para sustituir a Peter .Y entonces ocurrió. En una calurosa tarde, cuando Peter se encerró en su despacho, y Faysal, Lali y Rafiq estaban leyendo tranquilamente en cubierta, Mariana levantó la vista y recibió el impacto de su vida al ver tierra.

—Oh, Dios mío —se levantó y se acercó a la barandilla—. ¿Dónde estamos, Rafiq?—Al final de nuestro tiempo a solas —respondió una voz profunda.

11 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me encanta!!mas noveee

    ResponderEliminar
  2. AY ME ENCANTO!! QUIERO YA EL PROXIMO! BESOS!!! :D GIU

    ResponderEliminar
  3. massssssssss esta buenisima

    ResponderEliminar
  4. haaaaaa :O a donde llegaron dios !! massssss qe lindo fondo me gusta el aspeecto del blog :$ llegan al .... como se llama donde vive peter listo asi lo dejo llegan o no ¿? si puedes pasate por mi novela

    ResponderEliminar
  5. ME encanta!! Llegaron al país de peter?? o donde?? lali queda embarazada?? Más

    ResponderEliminar
  6. no te la puedo...amo esta nove cada dia mas interesante...se q el q hablo fue peter pero tengo cosita de lo q vaya a pasar.
    no se si pueda formar parte del maraton pq creo q tengo planes no estoy segura te estaria confirmando. como ya te dije buenisimo el blog en esta epoca ya quedan 2 dias para verme jajjajaja me estoy agrandando con esto un beso tk me voy a dormir

    ResponderEliminar
  7. mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

    ResponderEliminar
  8. Mori de ternura con los dos, ae el cap, espero que no sean cosas muy malas las que siguen
    @Masi_ruth

    ResponderEliminar