viernes, 14 de diciembre de 2012

Capitulo 10


Hola!! como andan? yo mal,me super enferme por eso y porq e andado sin tiempo no e subido sorry,y quedan como tres cap! ahora una duda?! cual otro blog? el de yago? porq ayer no actualize en ese y no tengo otro jaja solo por twitter me conecte a ratos! bueno las quierooo mucho!! sepan entender♥


Capítulo 10

A esas palabras siguió un silencio sepulcral, hasta que Peter soltó un largo suspiro.—Ve a ocuparte de nuestro padre —le dijo a Rafiq—. Tiene que saber que no traeré a Lali devuelta a palacio si hay peligro de rumores. Si guarda alguna duda, la pondré bajo la protección de Rashid.—No creo que Mariana. ..—¡Nadie tiene que pensar ni creer nada sobre mi esposa! —el hecho de que le gritara a Rafiq demostraba lo mal que estaba llevando el asunto—. ¡Ya nos han hecho demasiado daño las opiniones de los demás! Por eso quiero que hables con nuestro padre, no conmigo. Nadie más tiene que enterarse, ni siquiera Mariana. Si no me equivoco, tendrá que descubrirlo por ella misma.—Entonces ni siquiera debo decírselo a nuestro padre —dijo Rafiq.—Lali y él se comunican mediante el correo electrónico –explicó Juan Pedro—. Al viejo puede resultarle muy difícil no decirle nada.—Puede que todo este plan no sea más que una pérdida de tiempo —dijo Rafiq mirando su reloj—.Dentro de una hora llegaremos a Jeddah. Si no te recompones a tiempo, a Lali solo le hará falta una mirada a tu cara para saber que algo grave ha ocurrido.Peter lo sabía, y enterró la cara entre las manos.—Esto es una locura —murmuró.

—Ha sido algo inesperado —conformó su hermano—. ¿Y no crees que demasiado pronto para que alguien; incluidos los al—Kadah, emita un juicio semejante?Rafiq tenía razón. Tres semanas no era tiempo suficiente, aunque solo llevaba unos segundos concebir a un hijo... Pero, ¿qué hombre? ¿Y el hijo de quién?Masculló varias maldiciones, y se levantó para abrir la puerta que conectaba con la dependencia de su ayudante.—¡Faysal! Encuentra a mi suegro esté donde esté. Tengo que hablar con él urgentemente—volvió a cerrar con un portazo—. Que Alá me salve de las mentes malvadas.—No te comprendo —dijo Rafiq frunciendo el ceño.—¡Tres semanas! Hace tres semanas, Lali estaba durmiendo en la misma casa que Ethan Hayes. Fue una de las razones por las que me vi forzado a traerla a este barco.
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Mariana no vio a Peter hasta unos minutos antes de llegar a Yeddah. Casi todos los invitados estaban tomando un refresco en cubierta, mientras contemplaban las maniobras de atraque de un barco tan enorme.En señal de respeto a las costumbres árabes saudíes, todos llevaban la ropa tradicional,incluido el pequeño Hashim, que lucía una pequeña túnica blanca y un gutrah.Juan Pedro apareció vestido de la misma manera, con Rafiq pisándole los talones.—Hola, forasteros —los saludó Lali con una sonrisa—. ¿Dónde os habéis metido durante toda la mañana?—Trabajando —respondió Rafiq devolviéndole la sonrisa, pero Peter ni siquiera la miró y se volvió para hablar con Imran, el padre de Samir.Lali frunció el ceño. Peter parecía distinto, como si estuviera controlándose. Pero entonces el pequeño Hashim le llamó la atención, y no tuvo tiempo de seguir pensando.Una flota de limusinas esperaba junto al embarcadero. Las despedidas y los agradecimientos se prolongaron durante una hora. Uno a uno, los coches se fueron llenando y llevándose a los pasajeros. El jeque Abdul y Zafina fueron los primeros, y Lali supuso que se irían bastante aliviados, aunque se despidieron cortésmente. .Los siguieron el jeque Imran y Samir, y luego el jeque Jibril y su esposa Medina, quienes le repitieron varias veces a Juan Pedro que tenía su más completa lealtad. En el caso de Jibril, el dinero significaba mucho más que el poder.Rashid y su familia fueron los últimos en marcharse. A la semana siguiente todos volverían a


reunirse, cuando asistieran al aniversario del jeque Khalifa, pero en esa ocasión los niños se quedarían en casa, por lo que a Lali le dio pena despedirse de ellos, especialmente de Hashim.Cuando todo el mundo se fue, Rafiq se excusó y se fue a buscar a Faysal, y Peter dijo que tenía que ir a darle las gracias al capitán. De modo que la dejaron sola, sintiéndose un poco rechazada.Estaba segura de que algo iba mal, aunque no imaginaba qué podía ser. Y, conociendo a Peter como lo conocía, no podía esperar enterarse hasta que él quisiera contárselo. Así que se encogió de hombros y siguió a Peter a agradecer a la tripulación sus cuidados. Cuando acabaron tenían el tiempo justo para ir al aeropuerto si querían llegar a Rahman antes del anochecer.Rafiq y Faysal fueron con ellos, lo que le dio a Peter la excusa perfecta para mantener una conversación sencilla y ligera. En la pista los aguardaba un jet Lear con el escudo dorado de Lanzan al—Qadim, preparado para transportarlos a Rahman. El oasis de Lanzani al—Qadim tenía su propio aeropuerto, y allí un todo terreno los esperaba para llevarlos al palacio.A Mariana se le hizo un nudo en el estómago cuando pensó que aquel era su hogar. Londres,Inglaterra... hacía tiempo que ya no lo eran.Atravesaron las puertas de la entrada principal, y Peter la ayudó a bajar. Cuando entraron,se encontró flanqueada por dos hombres de aspecto orgulloso.—Mi padre desea vemos enseguida —dijo Peter—. Por favor, intenta no mostrarte muy afectada cuando lo veas tan deteriorado.—Por supuesto —le aseguró ella. Le dolía que Peter creyera necesario decírselo. Entonces vio al anciano jeque recostado entre un montón de almohadones en su diván favorito.Sus hijos se adelantaron, y ella se mantuvo a cierta distancia. Vio cómo el anciano les estrechaba a ambos las dos manos. Siempre lo había visto tratar a sus hijos con igualdad. Los tres hablaron en árabe entre ellos. Era un privilegio presenciar aquello. Cuando el jeque advirtió la presencia de Lali, le brillaron tanto los ojos que ella comprobó cómo su espíritu seguía vivo.—¿Y bien? ¿Qué te parecen mis dos guerreros? —le preguntó—. Te han traído de vuelta con garbo y estilo. Una mujer no puede menos que estar impresionada.—Impresionada por su arrogancia, su descaro y su despreocupación por mi seguridad—respondió Lali—. Casi me ahogo en dos ocasiones, y me caí por las escaleras. Y encima te atreves a estar orgulloso de ellos. Nadie se molestó en acusarla de insolencia, porque el viejo se echó a reír. Mandó a sus hijos que se retiraran, y le ofreció las huesudas manos a Mariana.


—Ven y salúdame como es debido —le ordenó— Vosotros dos podéis marcharos. Mi nuera y yo tenemos que hablar.Peter se quedó dudando, como preparándose para discutir, pero el anciano lo fulminó con la mirada. Padre e hijo se enfrentaron en un silencioso duelo, hasta que Peter asintió y se marchó,acompañado de Rafiq.—¿A qué viene todo esto? —preguntó Mariana, dándole a su suegro un beso en la mejilla.—Se preocupa por ti —le respondió el jeque.—O por ti —replicó ella.Él sabía a lo que se refería y dejó escapar un suspiro.—Me muero —dijo sin más rodeos—. Peter lo sabe. Los dos lo saben, y no les gusta saber que no pueden hacer nada.—¿Pero te has resignado a lo peor? —le preguntó ella amablemente.—Sí. Ven, siéntate aquí —le indicó el taburete almohadillado que había junto al diván—. Ahora,dime, ¿has regresado porque Peter te ha obligado o porque aún lo amas?—¿Puede ser por ambas razones?—Él te necesita.—Pero no Rahman.—Ah... Ese estúpido de Abdul pensó que podría forzamos, pero pronto se dio cuenta de lo contrario.—Entonces fue el jeque Abdul quien conspiró contra mí —murmuró Lali.—¿Peter no te lo dijo? —soltó un suspiro de impaciencia.— He sido un ingenuo al pensar en que lo haría.—Tal vez por eso no ha querido dejarme a solas contigo —dijo ella con una sonrisa—. Pero ya me lo había figurado. Lo sé todo sobre Nadira.La mención de ese nombre no sentó bien al jeque Khalifa, que se retorció incómodo en el diván,y alargó un brazo para tocarle la mejilla.—Rahman necesita a mi hijo, y mi hijo te necesita a ti. Pase lo que pase en el futuro, necesito saber que estarás aquí para apoyarlo cuando yo no esté.Aquellas duras palabras se le clavaron a Lali en el interior. ¿Qué quería decir? ¿Que Nadira seguía siendo la única opción si Peter quería seguir los pasos de su padre?

Antes de que pudiera preguntar nada más, el jeque se recostó de espaldas, agotado. Y, sin pensar, Lali siguió la rutina de siempre. Agarró el libro que yacía boca abajo sobre la mesa y empezó a leer en voz alta.Pero su mente estaba en otra parte. Pensaba en contratos y en los métodos de Peter. Parecía un hombre distinto, un hombre que evitaba el contacto visual, corno si estuviera ocultando algo...El anciano jeque no tardó en dormirse, y Mariana dejó el libro.Odiaba volver a tener dudas. No tenía más remedio que contarle a Peter lo que Zafina le había dicho, y esperar que lo negase todo para olvidar definitivamente el asunto.Pero, ¿y si no lo negaba?, se preguntó mientras salía de la habitación del jeque. La posibilidad la hizo caminar con pies de plomo por el abrillantado suelo de palacio. No quería hacerlo, pensó mientras subía las escaleras de mármol y atravesaba puertas de cedro y arcos de herradura. No quería darle a entender que dudaba de su palabra.El corazón empezó a latirle con fuerza cuando se acercó al despacho privado de Peter.Estaba a cinco metros de distancia cuando la puerta se abrió y apareció Peter. Llevaba la cabeza descubierta, una túnica blanca y un thobe azul. Al verla se detuvo, y su expresión se tornó inescrutable.Fue como si le cerraran. una puerta en las narices. Las dudas afluyeron de golpe, se le aceleró el pulso y un zumbido interno le resonó en los oídos. Una punzada de calor le recorrió el cuerpo... y lo siguiente que supo fue que estaba en el suelo de mármol, con Peter arrodillado junto a ella.—¿Qué te ha pasado? —le preguntó con voz áspera y estridente cuando la vio abrir los ojos.Mariana no podía responder. No quería responder. Volvió a cerrar los ojos y lo oyó maldecir.Sintió una mano en la frente y otra en la muñeca. Peter le pasó los brazos por detrás de los hombros y las rodillas y se puso en pie.—¡Ay! —exclamó ella cuando sus pechos chocaron contra el esternón de Peter.Él se quedó de piedra, pero ella no lo notó porque enseguida estalló en lágrimas. Se sentía más débil y mareada que en toda su vida. Hundió la cara en el hombro de Peter y dejó que la llevara a donde quisiera.Cuando volvió a abrir los ojos se encontró en su antigua habitación. Él la acostó en la cama y se inclinó a su lado.—¿Qué te ha dicho mi padre? —le preguntó—. ¡Sabía que no debía dejaros a los dos solos! Te ha dicho que no deberías haber vuelto, ¿verdad?—¿Eso es lo que crees? —tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas.

—Sí... ¡No! Por si no lo has notado, mi padre ya no puede pensar con claridad.—El jeque Abdul estaba detrás del complot para secuestrarme. En mi opinión, todo está muy claro al respecto.—Sabía que iba a ser un error —dijo Peter con un suspiro, al tiempo que se sentaba.—Me has mentido otra vez —lo acuso ella.—Por descuido —aceptó él—. La implicación de Abdul no puede demostrarse. Solo son habladurías por las que no se puede correr el riesgo de librar una guerra entre familias.—Pero tú tienes el contrato que implica a Nadira por si las cosas se desmandan...Esa vez sí vio que Peter se quedaba de piedra. Tenía la respuesta que había intentando evitar. Ignorando los mareos, se sentó y se quitó las sandalias.—¿También te ha contado eso? —le preguntó él con voz profunda.—Lo hizo Zafina.—¿Cuándo?—¿Importa cuándo fue? El contrato existe y yo lo vi. Tú creíste oportuno no contármelo. Pero,¿qué crees que significa para mí todo lo que está pasando aquí?—No significa nada —dijo él—. Es solo una pedazo de papel con unas cuantas palabras. No tiene ningún valor a menos que varias personas estampen su firma.—Pero tú tienes una copia. Él no respondió.—La tenías incluso antes de ir a España a buscarme. ¿De qué se trata? ¿De un seguro por si Rashid no podía sacarte de apuros?—Podrías confiar en mí.—Y tú, mi señor jeque, deberías haber confiado en mí. Tal vez entonces no nos viéramos en este problema —se levantó de la cama y empezó a caminar.—¿Adónde vas? —le gritó—. Vuelve aquí. Tenemos que...La fría mirada de Marina lo acalló, y el modo en que se llevó una mano a la frente y otra al estómago lo hizo palidecer.—Voy al baño —le informó—. y luego voy a acostarme y dormir. Te agradecería que no estuvieras aquí cuando vuelva.Peter vio cómo se encerraba en el cuarto de baño. Se levantó y se acercó a la ventana, desde donde contempló la oscuridad que se tragaba el exterior.

¿Qué podía hacer? Zafina al— Yasin había empleado bien sus armas. Nada mejor para que brantar la confianza de Mariana en él que un documento firmado. No se creería que tan solo era una medida para ganar tiempo. ¿Cómo iba a creerlo, si él no le había contado la verdad desde un principio?Suspiró y salió de la habitación. Era mejor dejarla sola. No podía hacer nada para cambiarlo, porque tenía que enfrentarse a otro grave problema.Tenía un contrato en el que expresaba su acuerdo a tomar una segunda esposa. Y tenía una esposa de quien sospechaba que llevaba dentro a su primer hijo. Lali jamás creería que eso no pudiera protegerlo contra la sentencia de la carta.—Faysal —llamó al tiempo que entraba en la oficina de su ayudante—. Dile a Rafiq que venga, por favor.
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—Estás tan pálida como un fantasma —observó el anciano jeque.—Estoy bien —le aseguró Mariana.—Me han dicho que te desmayaste el otro día.—El mar me sigue mareando —explicó ella—. ¿Y tú cómo te has enterado?—Las paredes de palacio tienen ojos y oídos —respondió él con una sonrisa—. Y por eso sé que cuando mi hijo no está conmigo, vaga por ahí pensando que su padre ha muerto.—Es un hombre muy ocupado y tiene obligaciones importantes.—También tiene una esposa que duerme en un sitio mientras que él duerme en otro.—¿Quieres acabar este capítulo o no?—Preferiría que confiaras en mí —le susurró el anciano—. Solías hacerlo antes de que cayera enfermo.Lali dejó escapar un suspiro, soltó el libro, y se levantó para ir a sentarse a su lado. Le tomó una mano, fría y esquelética, y la besó suavemente.—No te preocupes tanto, viejo —le dijo con dulzura.— Sabes que cuidaré de tus dos hijos por ti, te lo he prometido, ¿recuerdas?—Pero tú eres desgraciada. ¿Crees que eso no me preocupa?—Yo... me rebelo contra las razones por las que estoy aquí —no iba a mentirle. No era justo—. Ya conoces los problemas. No van a retirarse solo porque Peter lo desee.—Mi hijo te desea sobre todas las cosas, hija de Victor Esposito —le dijo, usando el modo árabe que tenía de llamarla, porque sus leyes exigían que una mujer mantuviera el nombre del padre después del matrimonio—. No hagas que elija demostrártelo.

16 comentarios:

  1. Me encanta!!! Pero si lali esta embarazada es de peter no??? Más!!

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  2. ay no entiendo que le oculat peter a lali pucha suve massssssssssss

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  3. entendi mal o dijiste que quedan solo 3 cap tan corta es la nove

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  4. Mas novee!! aunq hay algo q no entendi el hijo de lali es de peter??

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  5. qe le diga toda la verdad y si esta embarazada es de peter mass!

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  6. mas, vas a subir otro hoy????

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  7. si quedan solo 3 capitulos porque no terminas la nove de una ves por todas
    para que alargarla tanto

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  8. AAAAAAA pero POR FAVOR AQUI QUIEN TIENE DUDAS YA, ME PARECE MUCHO...ojala Peter haga algo antes de q sea tarde, ya no se q mas decir ando de pocas palabras....espero q te mejores y como siempre te he dicho para lo q necesites me avisas gracias por publicar
    besos tk

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  9. PQ la duda?Pq tanto enojo?Q se sepa todo ya!

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  10. mas nove porfa de aqui vas a escribir para cuando si quedan tan pocos capis para que no haces sufrir tanto plissssssssssssss

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  11. hay como no le dice peter la duda q tiene a ver q dice lali
    me encanta la relacion de lali con su suegro, es muy tierna
    beso

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  12. Mas lindo el suegro de Lali, siempre apoyandola a ella, me recuerda a mi suegro y eso que le digo asi y ya no estoy con su hijo.
    Mas le vale a Peter creer que el hijo es de el.
    Masi_ruth

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