Hola!! perdon por la tardanza! aca otro cap,besos
Capítulo 4
DOS horas,
pensó Mariana al quitarse el reloj de oro y dejarlo sobre la encimera de
mármol, junto a los pendientes y el collar de diamantes.Dos horas juntos y ya
se estaban haciendo daño.Dejó escapar un suspiro y se sentó en la taza del
inodoro. A su alrededor todo era blanco.Azulejos, baldosas, techo, cerámica.
Sin duda hacia falta un toque de color para. ..
Cerró los
ojos. Se estaba refugiando tras una actitud profesional para intentar evitar
los pensamientos que la atosigaban.La situación era absurda, especial y
agridulce. No sabía si reírse por los extravagantes métodos de Juan Pedro para
unirlos, o llorar por la angustia que les estaba causando.Al final hizo las dos
cosas. Soltó una carcajada, que pronto se transformó en un sollozo. Cada mirada,
cada roce, era un acto de amor que los mantenía unidos. Cada palabra, cada
pensamiento, era un acto de dolor que los separaba.¿Qué podía hacer? Sabía que
no merecía la pena luchar por nada. ¿Tendría que aceptar el sacrificio de
seguir siendo su primera esposa mientras él tomaba a una segunda? No, no podría
vivir sabiendo que cuando no se acostaba con ella lo estaba haciendo con
otra.Empezó a temblar. No podía ni pensar en esa posibilidad. Ni siquiera era
una opción, y Peter lo sabía. Si antes lo había sugerido fue por estar furioso.
Siempre era lo mismo. Provocar estallidos de cólera, seguidos del perdón y la
sensualidad, para acabar en el vacío que los separaba.Vacío.Se levantó, y gimió
de dolor. Tenía el cuerpo agarrotado y entumecido. ¿Era por la caída por las
escaleras, por el sexo o por el estrés? Seguramente fuera por todo ello.Se
sentía mareada. Entró en la ducha y dejó que el agua se deslizara por su
cuerpo. ¿Por qué Peter tenía que ponerlos en una situación sin salida ¿Cuántas
veces tenía que hacerla sufrir hasta que aceptara que el matrimonio se había
acabado?Deber. Era por su maldito deber de concebir un heredero. A cualquier
otro hombre le hubiera bastado con el amor, pero ella se había enamorado de un
príncipe, no de un hombre. Y el príncipe se había enamorado de una mujer
estéril.
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¿Qué estaría
haciendo allí metida?, pensó Peter mirando el reloj. Llevaba media hora encerrada
en el baño. Si no salía en dos minutos, iba a entrar a buscarla. Nada se
desarrollaba según lo planeado. Se dio una palmada en la frente y se maldijo a
sí mismo por su arrogancia. Había creído que bastaría con atrapar a Lali para
que todo volviera a la normalidad entre ellos.Su intención había sido
asegurarse de que ella estuviese a salvo en el lugar al que pertenecía.Pero en
vez de eso le había dado un susto de muerte, había estado a punto de perderla
en el mar,le había mentido y la había hecho salir corriendo y desplomarse por
las escaleras. y lo último había sido encerrarse en el baño: por culpa de una
estúpida sugerencia. ¡Una sugerencia que para ambos era ridícula!
Que Alá lo
perdonase, rezó mientras se acercaba a la puerta del baño. Ella no lo haría.
Estaba hecha de una pasta más fuerte de lo que parecía. Peter levantó un puño
y, justo cuando iba a golpear la puerta, esta se abrió.Lali estaba envuelta en
una toalla, y el pelo le caía mojado a ambos lados de la cara,como un velo de
satén. Los dos se quedaron mirándose el uno al otro.—¿Estás bien? —preguntó él
finalmente.—Claro —respondió ella—. ¿Por qué no habría de estarlo?Él no supo qué
contestar. Dio un paso adelante, la estrechó entre sus brazos y la besó con
pasión. Cuando se retiró para tomar aire ella estaba sin aliento.—Peter...—No —la
interrumpió—. Ya hemos hablado bastante por esta noche.Volvió a la habitación
para recoger la bata blanca de seda que tenía preparada para ella.Lali vio que
el compartimento había sido ordenado, y que habían colocado en el centro una mesa
para la cena. La comida esperaba en un carrito.Vio también que 1as luces se
habían bajado y que unas velas iluminaban la mesa. No era tonta, sabía que su
marido había preparado el ambiente para una segunda seducción.—Póntela —ofreció
él, y abrió la bata en sus manos. Ella se quedó dudando unos momentos, con los
ojos cerrados.—Solo por esta noche —dijo al fin—. Mañana me llevarás de vuelta
a San Esteban.«Jamás», estuvo a punto de decir él.—Mañana... hablaremos de ello
—se limitó a prometer.Ella lo miró recelosa, pero asintió y se giró para
permitirle que le pusiera la bata.Él supo que no merecía esa concesión, y quiso
devolverla con un beso especial. Pero en vez de eso le dio la vuelta y,
pasándole las manos por los hombros y la cintura, le ató el cinturón.—La calma
que sigue a la tormenta —dijo ella con una sonrisa.—Mejor así que lo que en
verdad quería hacer —respondió él con pesar.—¿Te refieres a esto? —preguntó
ella, y lo miró a los ojos para que él pudiera ver lo que estaba pensando.
Entonces lo besó, y al separarse le dedicó una sonrisa burlona.Cuando se giró,
le rozó con los dedos la parte más endurecida de su cuerpo. Peter dejó escapar
una risita. Lali podía tener un aspecto suave, pero por dentro ardía en llamas.
Cenaron
salmón hervido con espinacas y asado de vaca con crema. Peter le sirvió vino
blanco, y él bebió agua con gas. El vino hizo que Mariana se ablandara un poco,
pero consiguió recordar que solo iba a ser una noche maravillosa. Cuando
acabaron la cena y Peter sugirió que dieran un paseo por cubierta, ella se
sentía lo bastante animada como para acompañarlo.En el exterior soplaba una
cálida brisa. Los dos caminaron descalzos, vestidos tan solo con las batas, y
parecían ser los dos únicos tripulantes del barco.—Rafiq está entreteniendo a
Ethan... ahí arriba —explicó Peter cuando ella le preguntó dónde estaba todo el
mundo. Le indicó con la mano las luces que brillaban en las ventanas del
puente.—¿No deberíamos unimos a ellos?—No creo que apreciaran la interrupción.
Están jugando al póquer con algunos miembros de la tripulación, y nuestra
presencia mermaría su... entusiasmo.Lo que realmente quería decir era que no
quería compartirla con nadie.—Tienes respuesta para todo, ¿eh? —susurró ella.—Eso
intento —dijo con una sonrisa tan seductora que Mariana tuvo que apartar la
mirada.Se acercó a la barandilla y miró hacia abajo, hacia la espuma que
levantaba el casco. Navegaban a gran velocidad, y ella se preguntó a qué
distancia estarían de San Esteban.Pero no se lo preguntó a Peter, porque con
ello solo conseguiría provocar una discusión.—Es un yate impresionante, incluso
para un jeque del petróleo —observó.—Sesenta metros de eslora por nueve de
manga —dijo él apoyándose de espaldas en la barandilla. Le pasó el brazo por la
cintura y la hizo girarse, para que pudiera seguir las indicaciones de su mano—.
En la cubierta superior está el puente de mando, desde donde mi buen capitán
mantiene el rumbo. En la segunda cubierta está el solarium y el salón
principal. La mitad de la cubierta donde nos encontramos está reservada para
nuestro uso personal, con compartimentos privados, mi despacho, etc., mientras
que la otra mitad se destina a usos comunes.—Cielos, tienes suerte de ser tan
rico —dijo ella con un suspiro.—Todavía no he acabado —replicó él—. Bajo
nuestros pies hay seis suites privadas para alojar a la realeza. Luego está la
sala de máquinas y los camarotes de la tripulación. Hay también una piscina, un
gimnasio y un surtido de juguetes náuticos para hacer agradable la travesía.—¿Y
tiene algún nombre este palacio flotante?—Mmm... Sexy Lady —susurró, e inclinó
la cabeza para morderle el cuello.—¡Déjate de bromas! —lo acusó ella, dándose
la vuelta para mirarlo.
—Está bien —se
encogió de hombros—. Estoy bromeando.—¿Cómo se llama? —volvió a preguntar
riendo. El corazón le dio un vuelco al contemplarlo allí,tan apuesto y
relajado, luciendo una sonrisa natural y sincera. Dios, ¿cómo no amarlo tanto?
Era su... La risa murió en sus labios al ver su expresión—. No —no podía
haberlo hecho. No habría sido capaz de...—¿Por qué no? —preguntó él en un suave
tono de desafío.—¡En este caso no! —le espetó. No estaba segura de que se
estuvieran refiriendo a lo mismo, pero tenía un horrible presentimiento.—Es una
tradición ponerle a un barco el nombre de tu amada —señaló él—. Y, además, ¿por
qué tengo que excusarme cuando no podría haberte hecho un mejor cumplido?—Porque...
—empezó a decir con voz temblorosa.—No te gusta.—¡No! —casi inmediatamente
cambió de opinión—. ¡Sí, me gusta! Pero no tendrías que haberlo hecho. Tú...Él
la hizo callar con un beso, y ella se olvidó de lo que estaba diciendo. Solo
fue consciente de la ola de calor que la invadía, tan peligrosamente seductora
que...Se dejó llevar por la pasión que demandaban aquellos fuertes brazos y por
la insaciable avidez de sus besos.—¿Vamos a la cama? —le sugirió él con un
susurro.—Sí —aceptó ella, entrelazando los dedos en sus cabellos y hundiendo la
lengua entre sus labios.Peter dejó escapar un ronco gemido y curvó una mano
sobre sus muslos, la pasó por debajo de la bata y le agarró el glúteo. La piel
estaba ardiendo. Tan solo unas hebras de seda los separaban de la fusión. Podrían
hacer el amor allí mismo, contra la barandilla, a ojos de cualquiera que mirase
en su dirección.—Vamos a la cama —dijo él. Los ojos le brillaban de pasión y
tenía las mejillas acaloradas—.¿Puedes andar o quieres que te lleve?—Puedo
correr —respondió ella, y, tirando de él, empezó a avanzar a grandes zancadas,
con la risa de Peter siguiéndola.De vuelta en el compartimento, en donde ya
habían recogido los restos de la cena, se quitaron las batas y se acostaron sin
perder tiempo.Hicieron el amor una y otra vez, sin temor de los breves vacíos
que pudieran surgir entre acto y acto, hasta que, finalmente, se durmieron,
abrazados, entrelazados, como si el sueño fuera una
prolongación
del beso.
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Cuando
Mariana despertó se encontró sola en la cama. Se quedó tumbada durante un
rato,viendo los rayos de sol que se filtraban entre las cortinas, e intentando
no pensar.Después de una noche de fantasía, había vuelto la realidad. Y no era
cálida como el sol, sino fría, como una sombra que se cernía sobre ella.Un
ruido llamó su atención. Movió ligeramente la cabeza y vio que Peter salía del
baño. Iba casi desnudo, con una toalla enrollada a la cintura. Su cuerpo,
deliciosamente esculpido en fibray músculo, apenas tenía vello, lo que le
permitía a Lali deleitarse con la visión de su poderosa anatomía. Lo vio abrir
un cajón y sacar unos calzoncillos blancos. Dejó caer la toalla,ofreciendo una
fugaz, pero gloriosa vista de sus nalgas endurecidas. Se puso también unos
pantalones cortos y una camisa blanca de algodón indio que se ajustaba a sus
anchas espaldas.—Puedo sentir cómo me miras —dijo sin darse la vuelta.—Me gusta
mirarte —dijo ella. Y era cierto.El se giró, sin abrocharse la camisa, y se
acercó a la cama. A Mariana empezó a latirle con fuerza el corazón.A mí también
me gusta mirarte —murmuró, y se inclinó para besarla. Olía a frescor, y tenía
el rostro recién afeitado.—Vuelve a la cama —le pidió ella.¿Para que puedas
embelesarme? Ni hablar, querida. No hay que abusar de lo bueno.La besó otra vez
y se retiró con una sonrisa, pero Lali pudo ver la dureza de su mirada, lo que
indicaba que Juan Pedro ya había vuelto a la realidad.Se dio la vuelta y abrió
un armario repleto de ropa femenina.—Levántate y vístete —le ordenó—. Dentro de
quince minutos servirán el desayuno en cubierta.Se dispuso a abrir la puerta,
al tiempo que las sombras de la realidad se cernían sobre Lali.—No ha cambiado
nada, Juan Pedro —le dijo con calma—. Cuando salga de esta habitación, no volveré
a entrar.Él se detuvo, pero no se volvió para mirarla.—Estás de vuelta al lugar
que perteneces. Esta habitación es solo una parte —dijo, y se fue sin darle la
oportunidad de discutir.
Mariana se
quedó un rato contemplando los rayos de sol sobre la alfombra. Finalmente, dejó
escapar un suspiro y se levantó. Era el momento de enfrentarse a la siguiente de
tantas discusiones.
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En otra
habitación no muy lejana, Peter se enfrentaba a otro rival. Ethan Hayes estaba
allí,furioso. Tenía una cicatriz en la mandíbula que hubiera espantado a Lali,
y un terrible dolor de cabeza por haber bebido demasiado la noche anterior.—¿Qué
te ha impulsado a cometer una locura semejante? —le preguntó a Juan Pedro.—Te
pido disculpas por mis hombres. Su... entusiasmo por el trabajo los perdió, me
temo.—Y tanto... —repuso él tocándose la mandíbula—. ¡Estuve inconsciente
durante diez minutos! Y cuando recupero el conocimiento me encuentro en un yate
en el que no quiero estar, y no veo a Mariana por ninguna parte.—Ella también
está preocupada por ti, si eso te sirve de consuelo.—No, por supuesto que no.
¿Qué demonios hay de malo en tomar contacto por los medios convencionales? Le
diste un susto de muerte, y a mí también.—Lo sé, y te pido disculpas de nuevo.
Digamos que serás generosamente recompensado por esta... interrupción.—No
quiero ninguna recompensa —espetó Ethan—. ¡Lo que quiero es ver por mí mismo
que Mariana se encuentra bien!—¿Estás insinuando que podría hacerle daño a mi
propia esposa?—¿Cómo voy a saberlo? —el tono de Ethan era deliberadamente
provocador—. El entusiasmo puede ser contagioso.Los dos hombres no se gustaban
el uno al otro, aunque era raro que lo demostraran. Pero cuando las chispas
empezaron a saltar entre ellos, la discusión se hizo más peligrosa. Tal vez
Mariana prefiriera creer que Ethan no estaba enamorado de ella, pero la pasión
con que Ethan pronunciaba su nombre y el brillo que aparecía en sus ojos al
hablar de ella preocupaban a Peter, para quien solo el sentido del honor
obligaba a Ethan a respetar el anillo de casada.Pero eso no tranquilizaba al
Jeque. Aquel caballero inglés podía conseguir a cualquier mujer si se lo
proponía.¿Tenía miedo de que eso ocurriera?, se preguntó a sí mismo. Sí, lo
tenía. Siempre lo había tenido, aunque luchaba por mantener las apariencias.
Necesitaba la cooperación de Ethan Hayessi iba a sacarlo del yate antes de que
Lali lo viera.
De modo que
soltó un suspiro, que daba a entender su nulo interés por un enfrentamiento.—El
tiempo es vital —le dijo, y le explicó la verdad a Ethan.—¿Un complot para
deshacerse de ella? —Ethan se quedó petrificado.—Un complot para usarla como
medio de coaccionarme para que haga ciertas concesiones—corrigió Juan Pedro—.
Sigo creyendo que no quieren convertir esto en un incidente internacional, por
lo que no tienen interés en hacerle daño.—Su rapto ya es un incidente
internacional —señaló Ethan.—Solo si llega a ser de dominio público. Cuentan
con que Víctor y yo guardemos silencio por el bien de Mariana.—¿Lo sabe ella?—Aún
no. y no lo sabrá si puedo evitarlo.—Entonces, ¿por qué cree que está aquí?—¿A
ti qué te parece? Mientras esté bajo mi protección nadie podrá tocarla.La risa
de Ethan sorprendió a Peter.—Es inútil, Lanzani. Mariana se resistiría hasta el
fin antes de hacer lo que tú quieres que haga solo porque hayas decidido que
así debe ser.—Por eso necesito tu ayuda —replicó Peter—. Necesito que abandones
el yate antes de que ella pueda usar tu salida como excusa para irse contigo.Al
principio Ethan se opuso, pero acabó aceptando, aunque no muy convencido.—No
vuelvas a hacerle daño —le advirtió a Juan Pedro.—El bienestar de mi esposa ha
sido y será siempre lo más importante para mí —respondió él con firmeza.—Se lo
hiciste hace un año —le recordó Ethan clavándole la mirada—. Y un hombre solo
dispone de una oportunidad para enmendarlo.—Permíteme un consejo —le dijo Juan
Pedro con ojos brillantes—. No presumas entender una relación matrimonial hasta
que no te involucres en una.—Reconozco a una mujer con el corazón destrozado
cuando la veo —insistió Ethan.—¿Y acaso no ha tenido el corazón destrozado en
el año que hemos estado separados?Aquella replica fue la definitiva. Ethan
asintió con la cabeza y se volvió para salir por la puerta y encontrarse con
Rafiq.
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Al mismo
tiempo que Rafiq escoltaba a Ethan a la lancha, Mariana se ponía una chaqueta
blanca de lino que combinaba con los pantalones blancos también de lino que
había elegido.Bajo la chaqueta llevaba un top verde claro, y se había recogido
el cabello en una coleta con un pañuelo verde de seda. Al volverse hacia la
puerta se dijo que, si conseguía ignorar el dolor interior, podría enfrentarse
a Peter.Al salir del compartimento se encontró con un hombre barbudo vestido
con una túnica blanca y el típico gutrah en la cabeza.—¡Faysal! —exclamó con
sorpresa. Faysal la saludó juntando las manos y haciendo una reverencia. A Juan
Pedro le irritaban esas muestras de respeto, pero Mariana prefería ignorarlas—.
No sabía que estabas en el yate. ¿Estás bien?—Muy bien, mi señora —respondió
él, pero bajo la barba Lali creyó ver que se ruborizaba por la intimidad que
ella le demostraba.—¿Y tu esposa?—Oh, ella también está muy bien. El... eh...
problema que sufría ya ha desaparecido. Le estamos a usted muy agradecidos por
asegurarse de que recibiera los mejores cuidados.—Lo único que hice fue
indicarle la dirección correcta, Faysal —dijo Mariana con una sonrisa—.y estoy
muy agradecida de que confiara en mí.—Le salvó la vida.—Muchas personas le
salvaron la vida —Mariana traspasó la barrera invisible que los hombres árabes
levantaban entre las mujeres y ellos, y presionó sus manos contra las de Faysal—.
Pero tú y yo somos buenos conspiradores, ¿eh, Faysal?—Desde luego, mi señora —estuvo
a punto de esbozar una sonrisa, pero estaba tan tenso por el contacto físico
que Mariana lo soltó—. Si es tan amable de acompañarme —hizo una reverencia—,
la escoltaré hasta mi señor Peter .«Mi señor Peter». Mariana sintió que el
ánimo volvía a decaerle, mientras Faysal la invitaba a bajar los escalones por
los que había caído la noche anterior. Al otro lado del vestíbulo había una
escalera que conducía a la cubierta superior.Al llegar arriba, se detuvo para
mirar alrededor. El cielo estaba completamente despejado,sobre un mar color
turquesa. El sol le dio en la cara y tuvo que entornar los ojos para protegerse
del brillo que reflejaba la pintura blanca del yate.—Veo que has hecho
ruborizar a Faysal —dijo una voz profunda.Mariana se dio la vuelta. No vio a
Faysal, pero sí aJuan Pedro, sentado junto a una mesa dispuesta para el
desayuno a la sombra de una gigantesca lona. Se esforzó por controlar
losnervios.—Detrás del protocolo siempre se esconde un ser humano. Solo tienes
que mirarlo.—Yo no he inventado el protocolo. Han sido generaciones de
tradición familiar las que han convertido a Faysal en el hombre que es.—Te
adora como a un dios.—Ya ti como a su ángel de la guarda.—Al menos conmigo se
siente cómodo para confiarme sus problemas.—Solo después de que yo le
aconsejara que era eso lo que debía hacer.—Oh... —Lali no se había dado cuenta
de eso.—Vamos, protégete del sol antes de que te quemes. El sol apretaba con
fuerza, pero Mariana prefería mantener las distancias.—Esperaba que Ethan
estuviera aquí contigo. Y puesto que no lo está, creo que iré a buscarlo.En ese
momento se oyó el motor de una lancha que se alejaba del yate. Mariana se quedó
inmóvil, y Peter supo que había visto a Ethan, quien se despedía con la mano.—Dile
adiós, querida —le dijo Peter—. Apreciará saber que estás bien.—Eres una rata —murmuró
ella.—Del desierto —replicó él secamente. Le pasó un brazo por los hombros e
hizo con el otro un gesto de despedida.Lali también lo hizo, y Peter no pudo
menos que admirarla por ello.Cuando la lancha se perdió en la distancia, Mariana
siguió con la vista fija en el horizonte,aferrada a la barandilla con unos
dedos que parecían garras.—Intenta verlo de esta manera —le aconsejo Peter—.
Nos hemos ahorrado otra discusión.
Wow.. más más !!
ResponderEliminarno te la puedo pero este chico quiere que lo cojan a golpes o q??? mucho $%$&$%&$ piiii y todo lo q sea pobre mariana osea se entiende la historia pero q tampoco mande cascaras (dicho colombiano) jajajja esta buenisimo espero el sig cap
ResponderEliminarbesos ya casi acabo con la U y hablamos
qe pasa qe la tiene qe proteger mass!
ResponderEliminarEstoy un poco confundida... Porque Peter protege a Lali teniéndola abordo????
ResponderEliminarCreo que necesio otro CAP para aclarar mis confusiones jajaj
Gracias por los caps
Saluditos
@Titel842
Me encanta más!
ResponderEliminarYoo tampoco entiendo de que la quieren proteger Peter y Ethan y aparte Lali no sabe que está en peligro de algo.
ResponderEliminarPobre Lali, Peter ni siquiera le da un poco de libertad y la verdad no creo qe Peter se salve de esta ultima pelea.
MEEEEEEEEE ENCAAAAAAAAAAAAAANTA!
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
ResponderEliminarMuy a su manera ,quiere reternerla ,para protegerla ,ya sabremos d que,y para mí ,para intentar k ella se quede definitivamente con él.Ahora se da cuenta LAli, k Peter le permitió hacer cosas ,k en su cultura quizás ,no están permitidas a las mujeres,xk la ama,y eso se nota.
ResponderEliminarprotegerla a su manera eh.. Espero que todo se evuelva bien! perdon por no firmar antes!! besos.. espero mas! Giu
ResponderEliminarayyy que guacho!!!! Me encanta el caracter de Lali! jajaja se preocupa por todos y aunque se hace la dura, lo ama!
ResponderEliminarMAS NOVE!!!! :D besos
mas noveee la verdad es q me encantaa esta muy buena aunq hat cositas q ni entiendo, como x ej xq se separa lali xq no es solamente xq es esteril ay otras cosas!! x fas subi mas!! esta genial!!!!
ResponderEliminarEsta buena la nove y PEeter la quiere poteger pero como no puede decirle la verdad la ataca cuando en si la Ama
ResponderEliminar@Masi_ruth