sábado, 1 de diciembre de 2012

Capitulo 4


Hola!! perdon por la tardanza! aca otro cap,besos



Capítulo 4

DOS horas, pensó Mariana al quitarse el reloj de oro y dejarlo sobre la encimera de mármol, junto a los pendientes y el collar de diamantes.Dos horas juntos y ya se estaban haciendo daño.Dejó escapar un suspiro y se sentó en la taza del inodoro. A su alrededor todo era blanco.Azulejos, baldosas, techo, cerámica. Sin duda hacia falta un toque de color para. ..

Cerró los ojos. Se estaba refugiando tras una actitud profesional para intentar evitar los pensamientos que la atosigaban.La situación era absurda, especial y agridulce. No sabía si reírse por los extravagantes métodos de Juan Pedro para unirlos, o llorar por la angustia que les estaba causando.Al final hizo las dos cosas. Soltó una carcajada, que pronto se transformó en un sollozo. Cada mirada, cada roce, era un acto de amor que los mantenía unidos. Cada palabra, cada pensamiento, era un acto de dolor que los separaba.¿Qué podía hacer? Sabía que no merecía la pena luchar por nada. ¿Tendría que aceptar el sacrificio de seguir siendo su primera esposa mientras él tomaba a una segunda? No, no podría vivir sabiendo que cuando no se acostaba con ella lo estaba haciendo con otra.Empezó a temblar. No podía ni pensar en esa posibilidad. Ni siquiera era una opción, y Peter lo sabía. Si antes lo había sugerido fue por estar furioso. Siempre era lo mismo. Provocar estallidos de cólera, seguidos del perdón y la sensualidad, para acabar en el vacío que los separaba.Vacío.Se levantó, y gimió de dolor. Tenía el cuerpo agarrotado y entumecido. ¿Era por la caída por las escaleras, por el sexo o por el estrés? Seguramente fuera por todo ello.Se sentía mareada. Entró en la ducha y dejó que el agua se deslizara por su cuerpo. ¿Por qué Peter tenía que ponerlos en una situación sin salida ¿Cuántas veces tenía que hacerla sufrir hasta que aceptara que el matrimonio se había acabado?Deber. Era por su maldito deber de concebir un heredero. A cualquier otro hombre le hubiera bastado con el amor, pero ella se había enamorado de un príncipe, no de un hombre. Y el príncipe se había enamorado de una mujer estéril.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
¿Qué estaría haciendo allí metida?, pensó Peter mirando el reloj. Llevaba media hora encerrada en el baño. Si no salía en dos minutos, iba a entrar a buscarla. Nada se desarrollaba según lo planeado. Se dio una palmada en la frente y se maldijo a sí mismo por su arrogancia. Había creído que bastaría con atrapar a Lali para que todo volviera a la normalidad entre ellos.Su intención había sido asegurarse de que ella estuviese a salvo en el lugar al que pertenecía.Pero en vez de eso le había dado un susto de muerte, había estado a punto de perderla en el mar,le había mentido y la había hecho salir corriendo y desplomarse por las escaleras. y lo último había sido encerrarse en el baño: por culpa de una estúpida sugerencia. ¡Una sugerencia que para ambos era ridícula!

Que Alá lo perdonase, rezó mientras se acercaba a la puerta del baño. Ella no lo haría. Estaba hecha de una pasta más fuerte de lo que parecía. Peter levantó un puño y, justo cuando iba a golpear la puerta, esta se abrió.Lali estaba envuelta en una toalla, y el pelo le caía mojado a ambos lados de la cara,como un velo de satén. Los dos se quedaron mirándose el uno al otro.—¿Estás bien? —preguntó él finalmente.—Claro —respondió ella—. ¿Por qué no habría de estarlo?Él no supo qué contestar. Dio un paso adelante, la estrechó entre sus brazos y la besó con pasión. Cuando se retiró para tomar aire ella estaba sin aliento.—Peter...—No —la interrumpió—. Ya hemos hablado bastante por esta noche.Volvió a la habitación para recoger la bata blanca de seda que tenía preparada para ella.Lali vio que el compartimento había sido ordenado, y que habían colocado en el centro una mesa para la cena. La comida esperaba en un carrito.Vio también que 1as luces se habían bajado y que unas velas iluminaban la mesa. No era tonta, sabía que su marido había preparado el ambiente para una segunda seducción.—Póntela —ofreció él, y abrió la bata en sus manos. Ella se quedó dudando unos momentos, con los ojos cerrados.—Solo por esta noche —dijo al fin—. Mañana me llevarás de vuelta a San Esteban.«Jamás», estuvo a punto de decir él.—Mañana... hablaremos de ello —se limitó a prometer.Ella lo miró recelosa, pero asintió y se giró para permitirle que le pusiera la bata.Él supo que no merecía esa concesión, y quiso devolverla con un beso especial. Pero en vez de eso le dio la vuelta y, pasándole las manos por los hombros y la cintura, le ató el cinturón.—La calma que sigue a la tormenta —dijo ella con una sonrisa.—Mejor así que lo que en verdad quería hacer —respondió él con pesar.—¿Te refieres a esto? —preguntó ella, y lo miró a los ojos para que él pudiera ver lo que estaba pensando. Entonces lo besó, y al separarse le dedicó una sonrisa burlona.Cuando se giró, le rozó con los dedos la parte más endurecida de su cuerpo. Peter dejó escapar una risita. Lali podía tener un aspecto suave, pero por dentro ardía en llamas.

Cenaron salmón hervido con espinacas y asado de vaca con crema. Peter le sirvió vino blanco, y él bebió agua con gas. El vino hizo que Mariana se ablandara un poco, pero consiguió recordar que solo iba a ser una noche maravillosa. Cuando acabaron la cena y Peter sugirió que dieran un paseo por cubierta, ella se sentía lo bastante animada como para acompañarlo.En el exterior soplaba una cálida brisa. Los dos caminaron descalzos, vestidos tan solo con las batas, y parecían ser los dos únicos tripulantes del barco.—Rafiq está entreteniendo a Ethan... ahí arriba —explicó Peter cuando ella le preguntó dónde estaba todo el mundo. Le indicó con la mano las luces que brillaban en las ventanas del puente.—¿No deberíamos unimos a ellos?—No creo que apreciaran la interrupción. Están jugando al póquer con algunos miembros de la tripulación, y nuestra presencia mermaría su... entusiasmo.Lo que realmente quería decir era que no quería compartirla con nadie.—Tienes respuesta para todo, ¿eh? —susurró ella.—Eso intento —dijo con una sonrisa tan seductora que Mariana tuvo que apartar la mirada.Se acercó a la barandilla y miró hacia abajo, hacia la espuma que levantaba el casco. Navegaban a gran velocidad, y ella se preguntó a qué distancia estarían de San Esteban.Pero no se lo preguntó a Peter, porque con ello solo conseguiría provocar una discusión.—Es un yate impresionante, incluso para un jeque del petróleo —observó.—Sesenta metros de eslora por nueve de manga —dijo él apoyándose de espaldas en la barandilla. Le pasó el brazo por la cintura y la hizo girarse, para que pudiera seguir las indicaciones de su mano—. En la cubierta superior está el puente de mando, desde donde mi buen capitán mantiene el rumbo. En la segunda cubierta está el solarium y el salón principal. La mitad de la cubierta donde nos encontramos está reservada para nuestro uso personal, con compartimentos privados, mi despacho, etc., mientras que la otra mitad se destina a usos comunes.—Cielos, tienes suerte de ser tan rico —dijo ella con un suspiro.—Todavía no he acabado —replicó él—. Bajo nuestros pies hay seis suites privadas para alojar a la realeza. Luego está la sala de máquinas y los camarotes de la tripulación. Hay también una piscina, un gimnasio y un surtido de juguetes náuticos para hacer agradable la travesía.—¿Y tiene algún nombre este palacio flotante?—Mmm... Sexy Lady —susurró, e inclinó la cabeza para morderle el cuello.—¡Déjate de bromas! —lo acusó ella, dándose la vuelta para mirarlo.

—Está bien —se encogió de hombros—. Estoy bromeando.—¿Cómo se llama? —volvió a preguntar riendo. El corazón le dio un vuelco al contemplarlo allí,tan apuesto y relajado, luciendo una sonrisa natural y sincera. Dios, ¿cómo no amarlo tanto? Era su... La risa murió en sus labios al ver su expresión—. No —no podía haberlo hecho. No habría sido capaz de...—¿Por qué no? —preguntó él en un suave tono de desafío.—¡En este caso no! —le espetó. No estaba segura de que se estuvieran refiriendo a lo mismo, pero tenía un horrible presentimiento.—Es una tradición ponerle a un barco el nombre de tu amada —señaló él—. Y, además, ¿por qué tengo que excusarme cuando no podría haberte hecho un mejor cumplido?—Porque... —empezó a decir con voz temblorosa.—No te gusta.—¡No! —casi inmediatamente cambió de opinión—. ¡Sí, me gusta! Pero no tendrías que haberlo hecho. Tú...Él la hizo callar con un beso, y ella se olvidó de lo que estaba diciendo. Solo fue consciente de la ola de calor que la invadía, tan peligrosamente seductora que...Se dejó llevar por la pasión que demandaban aquellos fuertes brazos y por la insaciable avidez de sus besos.—¿Vamos a la cama? —le sugirió él con un susurro.—Sí —aceptó ella, entrelazando los dedos en sus cabellos y hundiendo la lengua entre sus labios.Peter dejó escapar un ronco gemido y curvó una mano sobre sus muslos, la pasó por debajo de la bata y le agarró el glúteo. La piel estaba ardiendo. Tan solo unas hebras de seda los separaban de la fusión. Podrían hacer el amor allí mismo, contra la barandilla, a ojos de cualquiera que mirase en su dirección.—Vamos a la cama —dijo él. Los ojos le brillaban de pasión y tenía las mejillas acaloradas—.¿Puedes andar o quieres que te lleve?—Puedo correr —respondió ella, y, tirando de él, empezó a avanzar a grandes zancadas, con la risa de Peter siguiéndola.De vuelta en el compartimento, en donde ya habían recogido los restos de la cena, se quitaron las batas y se acostaron sin perder tiempo.Hicieron el amor una y otra vez, sin temor de los breves vacíos que pudieran surgir entre acto y acto, hasta que, finalmente, se durmieron, abrazados, entrelazados, como si el sueño fuera una

prolongación del beso.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
Cuando Mariana despertó se encontró sola en la cama. Se quedó tumbada durante un rato,viendo los rayos de sol que se filtraban entre las cortinas, e intentando no pensar.Después de una noche de fantasía, había vuelto la realidad. Y no era cálida como el sol, sino fría, como una sombra que se cernía sobre ella.Un ruido llamó su atención. Movió ligeramente la cabeza y vio que Peter salía del baño. Iba casi desnudo, con una toalla enrollada a la cintura. Su cuerpo, deliciosamente esculpido en fibray músculo, apenas tenía vello, lo que le permitía a Lali deleitarse con la visión de su poderosa anatomía. Lo vio abrir un cajón y sacar unos calzoncillos blancos. Dejó caer la toalla,ofreciendo una fugaz, pero gloriosa vista de sus nalgas endurecidas. Se puso también unos pantalones cortos y una camisa blanca de algodón indio que se ajustaba a sus anchas espaldas.—Puedo sentir cómo me miras —dijo sin darse la vuelta.—Me gusta mirarte —dijo ella. Y era cierto.El se giró, sin abrocharse la camisa, y se acercó a la cama. A Mariana empezó a latirle con fuerza el corazón.A mí también me gusta mirarte —murmuró, y se inclinó para besarla. Olía a frescor, y tenía el rostro recién afeitado.—Vuelve a la cama —le pidió ella.¿Para que puedas embelesarme? Ni hablar, querida. No hay que abusar de lo bueno.La besó otra vez y se retiró con una sonrisa, pero Lali pudo ver la dureza de su mirada, lo que indicaba que Juan Pedro ya había vuelto a la realidad.Se dio la vuelta y abrió un armario repleto de ropa femenina.—Levántate y vístete —le ordenó—. Dentro de quince minutos servirán el desayuno en cubierta.Se dispuso a abrir la puerta, al tiempo que las sombras de la realidad se cernían sobre Lali.—No ha cambiado nada, Juan Pedro —le dijo con calma—. Cuando salga de esta habitación, no volveré a entrar.Él se detuvo, pero no se volvió para mirarla.—Estás de vuelta al lugar que perteneces. Esta habitación es solo una parte —dijo, y se fue sin darle la oportunidad de discutir.

Mariana se quedó un rato contemplando los rayos de sol sobre la alfombra. Finalmente, dejó escapar un suspiro y se levantó. Era el momento de enfrentarse a la siguiente de tantas  discusiones.
%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
En otra habitación no muy lejana, Peter se enfrentaba a otro rival. Ethan Hayes estaba allí,furioso. Tenía una cicatriz en la mandíbula que hubiera espantado a Lali, y un terrible dolor de cabeza por haber bebido demasiado la noche anterior.—¿Qué te ha impulsado a cometer una locura semejante? —le preguntó a Juan Pedro.—Te pido disculpas por mis hombres. Su... entusiasmo por el trabajo los perdió, me temo.—Y tanto... —repuso él tocándose la mandíbula—. ¡Estuve inconsciente durante diez minutos! Y cuando recupero el conocimiento me encuentro en un yate en el que no quiero estar, y no veo a Mariana por ninguna parte.—Ella también está preocupada por ti, si eso te sirve de consuelo.—No, por supuesto que no. ¿Qué demonios hay de malo en tomar contacto por los medios convencionales? Le diste un susto de muerte, y a mí también.—Lo sé, y te pido disculpas de nuevo. Digamos que serás generosamente recompensado por esta... interrupción.—No quiero ninguna recompensa —espetó Ethan—. ¡Lo que quiero es ver por mí mismo que Mariana se encuentra bien!—¿Estás insinuando que podría hacerle daño a mi propia esposa?—¿Cómo voy a saberlo? —el tono de Ethan era deliberadamente provocador—. El entusiasmo puede ser contagioso.Los dos hombres no se gustaban el uno al otro, aunque era raro que lo demostraran. Pero cuando las chispas empezaron a saltar entre ellos, la discusión se hizo más peligrosa. Tal vez Mariana prefiriera creer que Ethan no estaba enamorado de ella, pero la pasión con que Ethan pronunciaba su nombre y el brillo que aparecía en sus ojos al hablar de ella preocupaban a Peter, para quien solo el sentido del honor obligaba a Ethan a respetar el anillo de casada.Pero eso no tranquilizaba al Jeque. Aquel caballero inglés podía conseguir a cualquier mujer si se lo proponía.¿Tenía miedo de que eso ocurriera?, se preguntó a sí mismo. Sí, lo tenía. Siempre lo había tenido, aunque luchaba por mantener las apariencias. Necesitaba la cooperación de Ethan Hayessi iba a sacarlo del yate antes de que Lali lo viera.

De modo que soltó un suspiro, que daba a entender su nulo interés por un enfrentamiento.—El tiempo es vital —le dijo, y le explicó la verdad a Ethan.—¿Un complot para deshacerse de ella? —Ethan se quedó petrificado.—Un complot para usarla como medio de coaccionarme para que haga ciertas concesiones—corrigió Juan Pedro—. Sigo creyendo que no quieren convertir esto en un incidente internacional, por lo que no tienen interés en hacerle daño.—Su rapto ya es un incidente internacional —señaló Ethan.—Solo si llega a ser de dominio público. Cuentan con que Víctor y yo guardemos silencio por el bien de Mariana.—¿Lo sabe ella?—Aún no. y no lo sabrá si puedo evitarlo.—Entonces, ¿por qué cree que está aquí?—¿A ti qué te parece? Mientras esté bajo mi protección nadie podrá tocarla.La risa de Ethan sorprendió a Peter.—Es inútil, Lanzani. Mariana se resistiría hasta el fin antes de hacer lo que tú quieres que haga solo porque hayas decidido que así debe ser.—Por eso necesito tu ayuda —replicó Peter—. Necesito que abandones el yate antes de que ella pueda usar tu salida como excusa para irse contigo.Al principio Ethan se opuso, pero acabó aceptando, aunque no muy convencido.—No vuelvas a hacerle daño —le advirtió a Juan Pedro.—El bienestar de mi esposa ha sido y será siempre lo más importante para mí —respondió él con firmeza.—Se lo hiciste hace un año —le recordó Ethan clavándole la mirada—. Y un hombre solo dispone de una oportunidad para enmendarlo.—Permíteme un consejo —le dijo Juan Pedro con ojos brillantes—. No presumas entender una relación matrimonial hasta que no te involucres en una.—Reconozco a una mujer con el corazón destrozado cuando la veo —insistió Ethan.—¿Y acaso no ha tenido el corazón destrozado en el año que hemos estado separados?Aquella replica fue la definitiva. Ethan asintió con la cabeza y se volvió para salir por la puerta y encontrarse con Rafiq.

%%%~~~~~~~~~~~~~~~~~~~%%%
Al mismo tiempo que Rafiq escoltaba a Ethan a la lancha, Mariana se ponía una chaqueta blanca de lino que combinaba con los pantalones blancos también de lino que había elegido.Bajo la chaqueta llevaba un top verde claro, y se había recogido el cabello en una coleta con un pañuelo verde de seda. Al volverse hacia la puerta se dijo que, si conseguía ignorar el dolor interior, podría enfrentarse a Peter.Al salir del compartimento se encontró con un hombre barbudo vestido con una túnica blanca y el típico gutrah en la cabeza.—¡Faysal! —exclamó con sorpresa. Faysal la saludó juntando las manos y haciendo una reverencia. A Juan Pedro le irritaban esas muestras de respeto, pero Mariana prefería ignorarlas—. No sabía que estabas en el yate. ¿Estás bien?—Muy bien, mi señora —respondió él, pero bajo la barba Lali creyó ver que se ruborizaba por la intimidad que ella le demostraba.—¿Y tu esposa?—Oh, ella también está muy bien. El... eh... problema que sufría ya ha desaparecido. Le estamos a usted muy agradecidos por asegurarse de que recibiera los mejores cuidados.—Lo único que hice fue indicarle la dirección correcta, Faysal —dijo Mariana con una sonrisa—.y estoy muy agradecida de que confiara en mí.—Le salvó la vida.—Muchas personas le salvaron la vida —Mariana traspasó la barrera invisible que los hombres árabes levantaban entre las mujeres y ellos, y presionó sus manos contra las de Faysal—. Pero tú y yo somos buenos conspiradores, ¿eh, Faysal?—Desde luego, mi señora —estuvo a punto de esbozar una sonrisa, pero estaba tan tenso por el contacto físico que Mariana lo soltó—. Si es tan amable de acompañarme —hizo una reverencia—, la escoltaré hasta mi señor Peter .«Mi señor Peter». Mariana sintió que el ánimo volvía a decaerle, mientras Faysal la invitaba a bajar los escalones por los que había caído la noche anterior. Al otro lado del vestíbulo había una escalera que conducía a la cubierta superior.Al llegar arriba, se detuvo para mirar alrededor. El cielo estaba completamente despejado,sobre un mar color turquesa. El sol le dio en la cara y tuvo que entornar los ojos para protegerse del brillo que reflejaba la pintura blanca del yate.—Veo que has hecho ruborizar a Faysal —dijo una voz profunda.Mariana se dio la vuelta. No vio a Faysal, pero sí aJuan Pedro, sentado junto a una mesa dispuesta para el desayuno a la sombra de una gigantesca lona. Se esforzó por controlar losnervios.—Detrás del protocolo siempre se esconde un ser humano. Solo tienes que mirarlo.—Yo no he inventado el protocolo. Han sido generaciones de tradición familiar las que han convertido a Faysal en el hombre que es.—Te adora como a un dios.—Ya ti como a su ángel de la guarda.—Al menos conmigo se siente cómodo para confiarme sus problemas.—Solo después de que yo le aconsejara que era eso lo que debía hacer.—Oh... —Lali no se había dado cuenta de eso.—Vamos, protégete del sol antes de que te quemes. El sol apretaba con fuerza, pero Mariana prefería mantener las distancias.—Esperaba que Ethan estuviera aquí contigo. Y puesto que no lo está, creo que iré a buscarlo.En ese momento se oyó el motor de una lancha que se alejaba del yate. Mariana se quedó inmóvil, y Peter supo que había visto a Ethan, quien se despedía con la mano.—Dile adiós, querida —le dijo Peter—. Apreciará saber que estás bien.—Eres una rata —murmuró ella.—Del desierto —replicó él secamente. Le pasó un brazo por los hombros e hizo con el otro un gesto de despedida.Lali también lo hizo, y Peter no pudo menos que admirarla por ello.Cuando la lancha se perdió en la distancia, Mariana siguió con la vista fija en el horizonte,aferrada a la barandilla con unos dedos que parecían garras.—Intenta verlo de esta manera —le aconsejo Peter—. Nos hemos ahorrado otra discusión.

13 comentarios:

  1. no te la puedo pero este chico quiere que lo cojan a golpes o q??? mucho $%$&$%&$ piiii y todo lo q sea pobre mariana osea se entiende la historia pero q tampoco mande cascaras (dicho colombiano) jajajja esta buenisimo espero el sig cap
    besos ya casi acabo con la U y hablamos

    ResponderEliminar
  2. Estoy un poco confundida... Porque Peter protege a Lali teniéndola abordo????
    Creo que necesio otro CAP para aclarar mis confusiones jajaj
    Gracias por los caps
    Saluditos
    @Titel842

    ResponderEliminar
  3. Yoo tampoco entiendo de que la quieren proteger Peter y Ethan y aparte Lali no sabe que está en peligro de algo.

    Pobre Lali, Peter ni siquiera le da un poco de libertad y la verdad no creo qe Peter se salve de esta ultima pelea.

    ResponderEliminar
  4. MEEEEEEEEE ENCAAAAAAAAAAAAAANTA!

    ResponderEliminar
  5. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

    ResponderEliminar
  6. Muy a su manera ,quiere reternerla ,para protegerla ,ya sabremos d que,y para mí ,para intentar k ella se quede definitivamente con él.Ahora se da cuenta LAli, k Peter le permitió hacer cosas ,k en su cultura quizás ,no están permitidas a las mujeres,xk la ama,y eso se nota.

    ResponderEliminar
  7. protegerla a su manera eh.. Espero que todo se evuelva bien! perdon por no firmar antes!! besos.. espero mas! Giu

    ResponderEliminar
  8. ayyy que guacho!!!! Me encanta el caracter de Lali! jajaja se preocupa por todos y aunque se hace la dura, lo ama!

    MAS NOVE!!!! :D besos

    ResponderEliminar
  9. mas noveee la verdad es q me encantaa esta muy buena aunq hat cositas q ni entiendo, como x ej xq se separa lali xq no es solamente xq es esteril ay otras cosas!! x fas subi mas!! esta genial!!!!

    ResponderEliminar
  10. Esta buena la nove y PEeter la quiere poteger pero como no puede decirle la verdad la ataca cuando en si la Ama
    @Masi_ruth

    ResponderEliminar