Holaaaaa gracias por sus firmas!! me alegra q les guste la nove,y respecto la maraton casi nadie me dijo asiq por ahora no jaja espero a q quieran y lo hago,bye,besos
Capítulo 6
Mariana se
volvió y vio a Peter.—Si me excusáis —dijo Rafiq levantándose, y se marchó.Peter
iba vestido con pantalones cortos y una camiseta, pero su tensión era
palpable.Sostenía en la mano un bolígrafo de oro, lo cual indicaba que había
salido a toda prisa de su despacho.—Hemos llegado antes de lo previsto.—Me
resultaría de gran ayuda saber dónde estamos —dijo ella.—En Port Said —respondió
él, y puso una mueca de dolor que más o menos decía el resto.Port Said era la
entrada al Canal de Suez, que unía el Mediterráneo con el Mar Rojo. Si iban a cruzarlo
solo podía significar una cosa: Peter estaba listo para volver a casa, con lo
que su paraíso particular se desintegraría.Soltó el bolígrafo en la tumbona
donde Lali había estado y se sentó en una silla con un suspiro.—Siéntate
conmigo —le pidió a Mariana.—Antes cuéntamelo —dijo ella cruzando los brazos al
pecho.—No me lo pongas difícil. No quiero que haya distancia entre nosotros
cuando te hable.Pero ella no quería estar a su alcance cuando se lo contara.—Vas
rumbo a casa, ¿verdad?—Sí —confirmó él.—Así que las vacaciones se han acabado —dijo
ella con una risa amarga.Hacía calor y el sol brillaba con fuerza, pero ella
sentía frío y oscuridad. Aquello era el final.—¿Cómo vas a hacerlo? —le
pregunto—. ¿Vas a dejarme en el muelle con la misma ropa con la que llegué y a
decirme adios desde cubierta? ¿O me he ganado el billete de vuelta a San Esteban?—¿De
qué estás hablando? —le pregunto él, ceñudo—. Eres mi esposa, pero te comportas
como una amante.
Eso era lo
que había sido durante las dos últimas semanas, penso Mariana.
—Inshallah
—murmuro.El
sarcasmo hizo que Peter se pusiera en pie y fuese hacia ella. Lali sintió que
se le aceleraba el corazon y se maldijo a sí misma por ser tan débil ante el
deseo sexual. Pero, ¿Cómo mantenerse fría ante un metro ochenta de puro
músculo?Peter puso un brazo a cada lado y la miro fijamente. Ella podía sentir
en el rostro el calor de su respiracion.—Una amante sabe cuándo debe mantener
la boca cerrada, y una esposa le concede a su marido el honor de escucharlo
antes de emitir conclusiones equivocadas.—Acabas de decirme que nuestro tiempo
se ha acabado —le recordo ella—. ¿Qué más tienes que decir?—Lo que he dicho ha
sido que nuestro tiempo a solas se ha acabado —la corrigió él. La soltó de la
barandilla y la hizo sentarse junto a la mesa. Él se sentó a su lado, tan cerca
que tuvo que abrir las piernas para sujetar las suyas—. Y ahora escúchame,
porque esto es muy importante y no quiero distraerme con comentarios
insignificantes —ella quiso protestar pero él le puso un dedo en los labios—.
Sabes que mi padre siempre ha sido tu aliado más fuerte, y por él voy a
hablar... —la mención del jeque Khalifa hizo que la expresión de Lali se
ensombreciera con preocupación—.A medida que su salud empeora, se preocupa más
y más por el futuro de Rahman. Y no solo por eso. Se preocupa por ti, por mí, y
por las decisiones que me vea obligado a tomar por el bien del país.—¿Quieres
decir que has considerado la posibilidad de renunciar a tu derecho de sucesión?
—le preguntó Mariana, sorprendida.—Es una opción —confesó él—. Y será muy
atractiva cuando descubra el complot contra ti, que es lo que mucha gente
espera —añadió con ironía—. Pero le he asegurado a mi padre que no voy a apartarme
de mi deber, por lo que le preocupa que me vea forzado a sacrificarte por
conseguir el equilibrio. Eso me dejaría en una situación angustiosa.—Lo siento.—No
quiero tu compasión. Quiero tu ayuda —le dijo, con una dureza que revelaba su
disgusto por confesarlo—. El te quiere, Lali. Te ha echado mucho de menos desde
que te fuiste de Rahman.—Pero yo no lo abandoné del todo, Peter —se excusó ella—.
Me he comunicado con él todos los días mediante internet —incluso en el yate
había usado el ordenador de Faysal para acceder a su correo electrónico—.
Incluso leo los mismos libros que él para que podamos hablar de ellos.Y...
—Lo sé —la
interrumpió Peter con una triste sonrisa—. Me confía todo lo que le dices, por
lo que es consciente de ser un tirano que abusa de su autoridad y un hombre sin
principios.—Le dije esas cosas para hacerlo reír —dijo ella.—Eso también lo sé —le
aseguró, y le pasó un dedo por las mejillas—. Pero la verdad es que tu comunicación
con él es mil veces más dulce que la que tienes conmigo.Se refería a las cartas
que su abogado le había mandado pidiendo el divorcio.—Lo nuestro se había
acabado —le recordó ella—. Tendrías que haberlo dejado como estaba.—No se ha
acabado, y no puedo dejarlo como estaba.—Tu padre...Te necesita. y yo necesito
que me ayudes a aliviar su preocupación. Por eso te pido que nos reconciliemos.
Por el bien de mi padre si no puede ser por el tuyo y el mío.Lali no era
ninguna tonta, y sabía lo que Juan Pedro estaba ocultando.—¿Durante cuánto
tiempo?—Los médicos le han dado dos meses... tres como mucho. También nos han
advertido de un rápido deterioro a medida que se acerque al final. Por esto te
pido que lo hagas, para. ayudarlo a que su salida de este mundo sea
apacible.Oh, Dios, pensó Mariana llevándose una mano a los ojos. ¿Cómo iba a
negarse? Amaba al anciano jeque tanto como a su propio padre. Pero aún no
estaba dicho todo...—Y esa otra esposa que quieren para ti —le dijo—, ¿también
tengo que aceptar su inminente llegada?La expresión de Peter se ensombreció.—Concédeme
el honor de tener algo de sensibilidad —le espetó—. No tengo el menor deseo de sacrificarte
por mí. Y me resulta muy ofensivo que sospeches lo contrario.Aquello era muy
noble por su parte, pero...—Ella sigue ahí, Peter, oculta en las sombras —podía
hasta ponerle un nombre—. Y llevarme devuelta a Rahman no solucionará tus
problemas con las otras familias a menos que tomes a tu segunda esposa.—Los
ancianos y yo hemos llegado a un acuerdo. Por respeto a mi padre, dejarán las
cosas como están mientras siga vivo.—¿Y después?
—Me ocuparé
de ello cuando suceda, pero durante los próximos meses la tranquilidad de mi
padre es lo primero. ¿Lo harás?—¿De verdad piensas que podría negarme a
hacerlo? —preguntó ella. Separó la silla y se levantó.—Estás enfadada —le dijo
mirándola a los ojos.Pero el enfado no cubría lo que realmente estaba sintiendo.—En
principio acepto a desempeñar el papel de la esposa complaciente —declaró—.
Pero ahora voy a permitirme estar de mal humor. Porque no importa por qué lo
hayas hecho, Peter. Eres culpable por haberme usado del mismo modo que
planeaban los otros, y esto no te hace mejor que ellos.Se dio la vuelta y se
marchó. Peter se lo permitió, porque sabía que estaba diciendo la verdad y que
no podía ser rebatida.A los pocos segundos apareció Rafiq, con una expresión
interrogante.—No preguntes —le advirtió Lanzani—. Y ella aún no sabe ni la
mitad.—¿Qué mitad es la que sabe? —se aventuró a preguntar Rafiq.—Lo que viene
a continuación —respondió, y maldijo en silencio al ver lo cerca que estaban
del puerto—. ¿Cuánto tiempo queda?—Tienes una hora antes de que empiecen a llegar
los primeros invitados.Una sola hora para hablar y aclararlo todo...—Será mejor
que te prepares para sustituirme, Rafiq —dijo entre dientes—. Porque en este momento
estoy considerando la posibilidad de irme con mi esposa y olvidar que la sangre
de al—Qadim fluye por mis venas.—No creo que nuestro padre apreciara esa
decisión —comentó Rafiq.—No hace falta que me lo recuerdes.—Solo hablaba por mí
mismo. Porque no tengo el menor deseo de sustituirte, mi señor jeque.—Entonces,
¿cuál es tu deseo?—Ah... —Rafiq suspiró—. Desearía estar con mi mujer en un
hotel de Port Said. y que esta noche ella bailara para nuestros invitados, y
luego solo para mí, para que yo cayera rendido a sus pies.Y la estaría adorando
hasta el amanecer, antes de volver aquí a servirte, mi señor jeque—concluyó con
una reverencia burlona.A pesar de su malhumor, Peter no pudo reprimir una
sonrisa.
—Deberías
cambiar tus planes y traerla a cenar —le sugirió—. Causaría sensación, y yo lo apreciaría.—¿Y
Mariana?—Mariana no puede apreciar nada ahora —respondió poniéndose serio, y se
marchó en busca de su esposa.La encontró en el cuarto de baño. Había cerrado la
puerta, sin echar el pestillo, y se estaba duchando.Peter dudó. ¿Debería
esperar en el dormitorio hasta que saliera, o entrar por ella? La duda no duro
mucho, ya que enseguida comenzó a desnudarse. No era el momento para andarse
contonterías. Mariana había aceptado «en principio», por lo que tenía que
aprender las consecuencias. Entró en el baño y cerró la puerta a su paso.La vio
en la ducha, lavándose la cabeza, con chorros de espuma y burbujas cayendo por
su piel dorada.Peter sintió que su cuerpo despertaba, y se permitió una sonrisa
al pensar en lo fácil que sería poseer a aquella pequeña criatura. Entonces
ella notó su presencia y abrió los ojos.—¿Y ahora qué quieres? —preguntó de
mala manera. Peter no se molestó en contestar, ya que la respuesta era obvia.
En vez de eso se echó un generoso chorro de jabón líquido en la mano y empezó a
masajearle la piel. Ella retiró las manos del pelo y se las puso en el pecho,
intentando separarlo.—Gracias —dijo él, Y se extendió con calma el jabón sobre
su propio pecho—. ¿No crees que al compartir una tarea se hace más agradable?—Lo
que creo es que eres un odioso engreído, y quiero que salgas de aquí —le espetó
fríamente.—Cierra los ojos si no quieres que te entre champú —le aconsejó
él.Cuando ella levantó una mano para apartarse la espuma de la frente, él
alargó un brazo y dirigió el chorro de la ducha hacia su cara. Y entonces
aprovechó su desconcierto para besarla en la boca.Durante un delicioso momento
se permitió creer que había conseguido una fácil conquista.Pero el codazo que
recibió en las costillas y el mordisco en el labio inferior lo hicieron
retirarse.A Mariana le ardían los ojos al mirarlo.—Estás jugando con fuego,
jeque —le avisó.—¿Ah, sí? —preguntó él con la ceja arqueada, y le pasó una mano
por el vientre.—No tengo nada que decirte. Así que, ¿por qué no me dejas en
paz?
—No estoy
diciendo que hablemos —replicó él, y siguió bajando la mano.—¡Pues tampoco
vamos a hacer eso otro! —se retorció como una serpiente y se arrinconó en la esquina
de la ducha. Con un brazo se cubrió los pechos y con el otro las partes íntimas
inferiores.Parecía una virgen, aunque era una visión engañosa.—De acuerdo —frunció
el ceño y le concedió aquel tanto. Siguió enjabonándose, intentando ignorar la
creciente erección—. De todos modos, no tenemos tiempo. Nuestros invitados
llegarán dentro de una hora.—¿Invitados? ¿Qué invitados?—Los invitados que
vamos a llevar a Rahman para celebrar el trigésimo aniversario de mi padre en
el trono, que será dentro de diez días —explicó con calma mientras se enjuagaba—.
Ven,quítate el champú de la cabeza —se movió para hacerle sitio bajo el
chorro.Pero ella no se movió. Se había quedado atónita al recibir la noticia.—¿Desde
cuándo sabías que íbamos a tener invitados?—Desde hace un tiempo —agarró el
mango de la ducha y, tirando de ella hacia él, le quitó el champú él mismo.—¿Y
no has creído oportuno decírmelo hasta ahora?—Creía más oportuno disfrutar de
mi tiempo contigo —le dijo mientras le alisaba el pelo con el agua—. ¿Por qué?
¿Saberlo habría afectado a tu decisión de regresar a Rahman?Lali no lo sabía ni
quería saberlo. Unos minutos antes el ligero tacto de Peter había bastado para
encenderla de deseo, pero en esos momentos toda pasión había muerto.Peter
terminó de enjuagarla, la sacó de la ducha y la envolvió con una toalla.—Y el
resto de este viaje... —dijo Mariana—, y la celebración de tu padre... ¿Me vas
a mostrar en público por alguna razón en concreto?—Hay que demostrarle a
algunas personas que no voy a permitir ninguna imposición—respondió él sin
mirarla—. Y mi padre te quiere allí. Este será su último aniversario. No voy
anegarle nada.Por petición de Peter, Lali se puso una túnica blanca de seda
adornada con lentejuelas perladas que relucían con cada movimiento. De acuerdo
a la tradición árabe, la túnica tenía el escote alto, mangas largas y unos
pantalones interiores para cubrir las piernas. En la cabezallevaba un pañuelo
de seda, bajo el cual le habían recogido el cabello. El maquillaje era muy discreto,
con una ligera capa de rimel y un suave toque de pinta labios.A su lado estaba
el príncipe, vestido con una túnica blanca, una capa dorada y UD gutrah
blanco sujeto
por tres anillos de oro. Al otro lado, y un paso por detrás de ella, estaba
Rafiq,vestido igual que su hermano, pero sin los anillos en el gutrah.El jeque
Juan Pedro Lanzani al—Qadim y su esposa Leonora Lanzani al—Qadim estaban listos
para recibir a sus invitados, ya fueran amigos o enemigos.Rafiq era su
guardián, su protector, su hermano y amigo. Poseía su propio título, aunque nunca
lo había usado. Tenía el derecho de llevar los anillos dorados en el gutrah,
pero nadie se los había visto nunca. Su poder estribaba en la indiferencia que
mostraba hacia todo aquello que no le interesase y su amenaza emanaba de la
certeza de que daría su vida por las dos personas que tenía delante y por su
padre.Y eso tenían que tenerlo muy claro las dos primeras personas que llegaron
al yate: el jequeAbdul al—Yasin y su esposa Zafina. Tanto Peter como Rafiq
sabían que Abdul estaba detrás del complot para raptar a Mariana, pero el jeque
desconocía que lo sabían. Por eso había accedido a hacer aquel crucero por el
Mar Rojo, durante el cual tenía la intención de obligar a Peter a tomar a esa
segunda esposa.Lo que nadie sabía era que Mariana sospechaba que el jeque Abdul
había sido quien preparó su rapto. Y lo sabía porque Nadina, la hermosa hija
del jeque, era la elegida para convertirse en la segunda esposa de Peter.—¡Ah...
Juan Pedro! —los dos hombres se estrecharon la mano con cordialidad—. Te
complacerá saber que he dejado a tu padre en buenas manos. Lo vi esta mañana
antes de tomar el avión hacia El Cairo.—Tengo que agradecerte que le hayas
hecho compañía en nuestra ausencia —dijo Peter.—No, no, en absoluto —rechazó
Abdul—. Ha sido un honor... Mariana —se volvió hacia ella, pero hizo una
reverencia sin ofrecer contacto físico, como mandaba la tradición árabe—. Has
estado fuera mucho tiempo. Es un placer verte de nuevo.—Gracias —consiguió
esbozar una sonrisa, y reprimió el deseo de buscar la mano de Peter.Hubiera
sido una grave muestra de debilidad.—Rafiq –Abdul lo saludó con un asentimiento—.
Parece que sacrificaste a tu ganado en Schuler—KIeef.—Seguí un consejo, señor —respondió
Rafiq con respeto—. ¿Cómo es que no lo compró usted mismo?—Lo olvidé.Mientras
tanto, la esposa de Abdul, Zafina, permanecía callada detrás de su marido.
Mariana se había acostumbrado hacia tiempo a que las mujeres de Rahman no
hicieran notar su presencia cuanto estaban en compañía de hombres.
Pero esa
aparente discreción solo duraba hasta que las mujeres se encontraban solas.
Entonces cada una sacaba a la luz su sorprendente personalidad. Algunas eran
simpáticas y amables,algunas frías y distantes, algunas alegres y divertidas...
Zafina era una mujer que sabía cómo usar su poder, y no dudaba en hacerlo si le
servía para conseguir un objetivo. Gracias a su mente lista y aguda, su hijo se
había casado con la hija favorita de otro jeque.Había elegido a Juan Pedro para
desposar a su hija, Nadira, desde el día en que nació. Por eso no podía tenerle
aprecio a Mariana, quien podía sentir su rencor.—Zafina —dio un paso adelante,
decidida a mantener la cortesía—. ¿Cómo estás? Gracias por haber sacado tiempo
para estar aquí.—El placer es todo mío, señora —respondió la anciana—. Has
perdido peso, por lo que veo—añadió, aprovechando que su marido estaba hablando
con Peter—. El jeque Khalifa me dijo que habías estado enferma.Alguien tendría
que habérselo dicho, pero seguro que no había sido el padre de Peter. Por
suerte, llegaron otros invitados: el jeque Jibril al—Mahmud y su tímida esposa
Medina, quien miraba a su marido antes de atreverse a respirar.A continuación
llegaron el jeque Irnran al—Mukhtar y su hijo menor, Sarnir, que provocó una sonrisa
en todos, ya que se saltó las rígidas formalidades y fue directamente hacia
Lali.—¡Princesa! —la saludó, al tiempo que la abrazaba y le hacía dar vueltas.—Suéltala
—lo reprendió su padre—. Rafiq te mira con malos ojos.—¿Y Peter no? —preguntó
Sarnir.—Peter sabe lo que es suyo, pero el guardián es Rafiq. Y, además, todo
el mundo desaprueba tu comportamiento.Las familias al—Qadim y al—Mukhtar
formaban un bloque contra el formado por las familiasal—Mahmud y al— Yasin, por
lo que el viaje prometía ser interesante. Por primera vez en las últimas dos
semanas usaron el comedor principal, con una legión de camareros a su servicio.
La conversación transcurrió agradablemente, en gran parte gracias a Sarnir, que
se negó a que los otros hombres entablaran discusiones serias. Incluso las
mujeres se relajaron ante su encanto infantil.Pero Mariana permanecía callada y
solo hablaba cuando se dirigían a ella. Desde el otro extremo de la mesa Peter
la observaba comportarse como una perfecta anfitriona, y fue él único que
percibió su preocupación e inquietud.Su mirada era triste. Él le había hecho
daño al revelarle la verdad, y allí estaba, fingiendo que todo era perfecto
entre ellos, cuando lo que de verdad quería era matarlo por haberla hecho esperar
hasta el último minuto.
Se le encogió
el corazón cuando la vio reír mientras le daba un cariñoso cachete a Sarnir por
haber dicho algo escandaloso. Con él no se había reído desde la primera noche
que compartieron tras su larga separación. No importaba cuánto hubiera sonreído
o disfrutado durante las últimas semanas. Había algo en ella que a Peter se le
escapaba.«Te quiero», quería decirle. Pero el amor no significaba mucho para
una mujer que se sentía atrapada entre la espada y la pared.Entonces notó que
se hacía un repentino silencio en la mesa. Vio a Lali con la vista en el plato
y a Samir mudo de preocupación. ¿Qué había pasado? ¿Qué se había dicho? Rafiq
lo miraba, buscando consejo. Tuvo el terrible presentimiento de que se había
perdido algo importante, y no se le ocurrió nada que decir.Afortunadamente, su
hermano tomó la iniciativa.—Mariana, seguro que me entenderás si te ruego que
me des tu permiso para marcharme —le pidió con suavidad.Lali levantó la vista e
hizo un esfuerzo supremo por recuperar la compostura.—Sí, desde luego, Rafiq —contestó.—Tengo
que hablar contigo antes de que te vayas —le dijo Peter a Rafiq—. Samir, haz
los honores y llena de vino la copa de mi esposa.El pobre joven estuvo a punto
de volcar la botella, aliviado de poder hacer algo. Rafiq pasó junto a Peter
con una expresión furiosa en el rostro, y él vio cómo Lali le daba a Samir un golpecito
en la cabeza, como diciéndole que todo estaba bien.—¿Se puede saber qué me he
perdido? —le preguntó a Rafiq en cuanto se alejaron lo suficiente.—Si no me
gustara Samir lo habría estrangulado —,respondió con dureza—. Mariana le
preguntó cómo era su madre, y el crío empezó una cómica historia sobre cómo su
madre esperó sentada a que naciera su hija. Mariana se rió con humor, pero
entonces ese imbécil tuvo que sugerir que ya era hora de que concibiese a tu
hijo y heredero.
—Seguro que
no sabía lo que decía —dijo Peter.—Eso no fue lo que hundió a Mariana, sino el
silencio que siguió y la expresión blanca de tu cara. ¿Dónde tenías la cabeza?—Mi
mente estaba distraída.—¿Y qué me dices de tu expresión?—También la provocó la
distracción.—Se supone que debes estar siempre alerta. Ya es bastante
arriesgado traer al yate al hombre
que quiere
deshacerse de Lali, para que encima te permitas el lujo de distraerte.—Deja de
acusarme y preocúpate de hacerlo bien —le espetó Juan pedro con impaciencia—.
Sabes tan bien como yo que ni Abdul ni Jibril se atreverán a hacer nada, cuando
están aquí con el único propósito de convencerme.
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Lali intentó
darse ánimos a sí misma. La habían pillado por sorpresa y había mostrado la verdad
a todo el mundo, incluida a ella misma.—Samir —le dijo con amabilidad—, si me
sirves más vino, seré incapaz de mantenerme en pie cuando me levante.—Juan
pedro quiere que llene tu copa —insistió el chico.—Peter intentaba llenar un
hueco en la conversación, no hacerme caer bajo la mesa.Samir volvió a sentarse
con un suspiro de resignación.Peter volvió a la mesa, pero ella se negó a
mirarlo a los ojos y mantuvo la sonrisa hasta que le dolió la mandíbula.La cena
transcurrió sin más incidentes, pero cuando las mujeres se levantaron para
trasladarse al salón contiguo, Mariana no se sentía de humor para una sesión de
puñaladas. Y para corroborar sus temores, Medina y Zafina se pusieron a hablar
de Nadira, cuya belleza, según decían, no hacía más que crecer y sin duda
enamoraría al hombre que la tomara como esposa.Al menos no exaltaron sus virtudes
con los niños, pensó Lali. Se preguntó si conseguiría sobrevivir al resto del
viaje.Finalmente, consiguió reunirse a solas con Peter.—Te pido disculpas —le
susurró él—. Tenía la cabeza en otra parte, y no me enteré de lo que pasó hasta
que Rafiq me lo explicó.Ella no lo creyó, pero aceptó sus disculpas y se alejó,
temblando sin saber por qué. Se metió en la cama y, cuando estaba a punto de
quedarse dormida, notó la presencia de un cuerpo a su lado.—No recuerdo que
nuestro acuerdo incluyera compartir la cama —le dijo fríamente.—No recuerdo
haber acordado lo contrario –replicó Peter—. Duérmete —la rodeó con un brazo—.
Y puesto que estoy tan cansado como tú, no te hace falta este pijama para
sofocar mi lujuria.—A veces llego a odiarte —quería ser la última en hablar.
—Pues yo te
quiero y te querré hasta mi último aliento. Y cuando nos metan en nuestra
cripta de oro, será como ahora; con la fragancia de tus hermosos cabellos
contra mi rostro, y mi mano cubriéndote el corazón.Lali no pudo reprimir una
risita. lo que fue un gran error. El agotamiento de Peter desapareció y en su
lugar apareció el deseo más ardiente.¿Debería intentar detenerlo? No. ¿Quería
detenerlo? No. ¿Lo sabía él cuando empezó a quitarle el pijama y a llevarla con
sus caricias a la cúspide del placer? Sin duda...
Muy bueno,pero se me ha complicado un poquito leer sera tal vez combinacion de letrasy fondo!Muy kinda historia
ResponderEliminarAY Dios ya quien sabe donde iran a parar otra vez al principio no entendi mucho pero ya despues la capte toda amo esta nove es una de mis favoritas...no quiero criticar pero jajajaj la letra esta muy opca y no alcanzo a leer no se si para los demas es igual o no yo no puedo maraton el sabado depronto mañana o el domingo no se un beso me voy a dormir mañana hablamos tk
ResponderEliminarjajajajaj sabes q me acaba de pasar la letra aclaro un poco y leo mejor no se si soy yo o q jajajaj pq antees si podia leer nose q pasa
EliminarEs genial más!
ResponderEliminarhayy ,asss ♥
ResponderEliminarMe encanto el capitulo aunque Peter quedo como un estupido al no poner atencion a la conversacion y espero que Mariana lo perdone en la cama espero masssssss no te pierdas
ResponderEliminarMe encant[o el cap, ayer me paso omo a muchas, no podia leer bien, la letra muy oscura pero hoy la has aclarado y lei muy bien, gracias por esto.
ResponderEliminar@Masi_ruth
Lo amee!!! Mas tierno Peter al final !!! Me moronda amor con lo que dijo y Lali lo ama con todo su corazón
ResponderEliminarahhhh esta nove se pone cada vez mejor!!!! :) me encanta y ya, ya, ya necesito más jajajaja
ResponderEliminarme encanta!!
ResponderEliminarno se q me paso q me perdi con los capitulo jaja
el nuevo cambio del blog me perdio
me encanta como quedooooooooooooo
besotes y buen finde