jueves, 6 de diciembre de 2012

Capitulo 6


Holaaaaa gracias por sus firmas!! me alegra q les guste la nove,y respecto la maraton casi nadie me dijo asiq por ahora no jaja espero a q quieran y lo hago,bye,besos


Capítulo 6

Mariana se volvió y vio a Peter.—Si me excusáis —dijo Rafiq levantándose, y se marchó.Peter iba vestido con pantalones cortos y una camiseta, pero su tensión era palpable.Sostenía en la mano un bolígrafo de oro, lo cual indicaba que había salido a toda prisa de su despacho.—Hemos llegado antes de lo previsto.—Me resultaría de gran ayuda saber dónde estamos —dijo ella.—En Port Said —respondió él, y puso una mueca de dolor que más o menos decía el resto.Port Said era la entrada al Canal de Suez, que unía el Mediterráneo con el Mar Rojo. Si iban a cruzarlo solo podía significar una cosa: Peter estaba listo para volver a casa, con lo que su paraíso particular se desintegraría.Soltó el bolígrafo en la tumbona donde Lali había estado y se sentó en una silla con un suspiro.—Siéntate conmigo —le pidió a Mariana.—Antes cuéntamelo —dijo ella cruzando los brazos al pecho.—No me lo pongas difícil. No quiero que haya distancia entre nosotros cuando te hable.Pero ella no quería estar a su alcance cuando se lo contara.—Vas rumbo a casa, ¿verdad?—Sí —confirmó él.—Así que las vacaciones se han acabado —dijo ella con una risa amarga.Hacía calor y el sol brillaba con fuerza, pero ella sentía frío y oscuridad. Aquello era el final.—¿Cómo vas a hacerlo? —le pregunto—. ¿Vas a dejarme en el muelle con la misma ropa con la que llegué y a decirme adios desde cubierta? ¿O me he ganado el billete de vuelta a San Esteban?—¿De qué estás hablando? —le pregunto él, ceñudo—. Eres mi esposa, pero te comportas como una amante.

Eso era lo que había sido durante las dos últimas semanas, penso Mariana.
—Inshallah
—murmuro.El sarcasmo hizo que Peter se pusiera en pie y fuese hacia ella. Lali sintió que se le aceleraba el corazon y se maldijo a sí misma por ser tan débil ante el deseo sexual. Pero, ¿Cómo mantenerse fría ante un metro ochenta de puro músculo?Peter puso un brazo a cada lado y la miro fijamente. Ella podía sentir en el rostro el calor de su respiracion.—Una amante sabe cuándo debe mantener la boca cerrada, y una esposa le concede a su marido el honor de escucharlo antes de emitir conclusiones equivocadas.—Acabas de decirme que nuestro tiempo se ha acabado —le recordo ella—. ¿Qué más tienes que decir?—Lo que he dicho ha sido que nuestro tiempo a solas se ha acabado —la corrigió él. La soltó de la barandilla y la hizo sentarse junto a la mesa. Él se sentó a su lado, tan cerca que tuvo que abrir las piernas para sujetar las suyas—. Y ahora escúchame, porque esto es muy importante y no quiero distraerme con comentarios insignificantes —ella quiso protestar pero él le puso un dedo en los labios—. Sabes que mi padre siempre ha sido tu aliado más fuerte, y por él voy a hablar... —la mención del jeque Khalifa hizo que la expresión de Lali se ensombreciera con preocupación—.A medida que su salud empeora, se preocupa más y más por el futuro de Rahman. Y no solo por eso. Se preocupa por ti, por mí, y por las decisiones que me vea obligado a tomar por el bien del país.—¿Quieres decir que has considerado la posibilidad de renunciar a tu derecho de sucesión? —le preguntó Mariana, sorprendida.—Es una opción —confesó él—. Y será muy atractiva cuando descubra el complot contra ti, que es lo que mucha gente espera —añadió con ironía—. Pero le he asegurado a mi padre que no voy a apartarme de mi deber, por lo que le preocupa que me vea forzado a sacrificarte por conseguir el equilibrio. Eso me dejaría en una situación angustiosa.—Lo siento.—No quiero tu compasión. Quiero tu ayuda —le dijo, con una dureza que revelaba su disgusto por confesarlo—. El te quiere, Lali. Te ha echado mucho de menos desde que te fuiste de Rahman.—Pero yo no lo abandoné del todo, Peter —se excusó ella—. Me he comunicado con él todos los días mediante internet —incluso en el yate había usado el ordenador de Faysal para acceder a su correo electrónico—. Incluso leo los mismos libros que él para que podamos hablar de ellos.Y...

—Lo sé —la interrumpió Peter con una triste sonrisa—. Me confía todo lo que le dices, por lo que es consciente de ser un tirano que abusa de su autoridad y un hombre sin principios.—Le dije esas cosas para hacerlo reír —dijo ella.—Eso también lo sé —le aseguró, y le pasó un dedo por las mejillas—. Pero la verdad es que tu comunicación con él es mil veces más dulce que la que tienes conmigo.Se refería a las cartas que su abogado le había mandado pidiendo el divorcio.—Lo nuestro se había acabado —le recordó ella—. Tendrías que haberlo dejado como estaba.—No se ha acabado, y no puedo dejarlo como estaba.—Tu padre...Te necesita. y yo necesito que me ayudes a aliviar su preocupación. Por eso te pido que nos reconciliemos. Por el bien de mi padre si no puede ser por el tuyo y el mío.Lali no era ninguna tonta, y sabía lo que Juan Pedro estaba ocultando.—¿Durante cuánto tiempo?—Los médicos le han dado dos meses... tres como mucho. También nos han advertido de un rápido deterioro a medida que se acerque al final. Por esto te pido que lo hagas, para. ayudarlo a que su salida de este mundo sea apacible.Oh, Dios, pensó Mariana llevándose una mano a los ojos. ¿Cómo iba a negarse? Amaba al anciano jeque tanto como a su propio padre. Pero aún no estaba dicho todo...—Y esa otra esposa que quieren para ti —le dijo—, ¿también tengo que aceptar su inminente llegada?La expresión de Peter se ensombreció.—Concédeme el honor de tener algo de sensibilidad —le espetó—. No tengo el menor deseo de sacrificarte por mí. Y me resulta muy ofensivo que sospeches lo contrario.Aquello era muy noble por su parte, pero...—Ella sigue ahí, Peter, oculta en las sombras —podía hasta ponerle un nombre—. Y llevarme devuelta a Rahman no solucionará tus problemas con las otras familias a menos que tomes a tu segunda esposa.—Los ancianos y yo hemos llegado a un acuerdo. Por respeto a mi padre, dejarán las cosas como están mientras siga vivo.—¿Y después?

—Me ocuparé de ello cuando suceda, pero durante los próximos meses la tranquilidad de mi padre es lo primero. ¿Lo harás?—¿De verdad piensas que podría negarme a hacerlo? —preguntó ella. Separó la silla y se levantó.—Estás enfadada —le dijo mirándola a los ojos.Pero el enfado no cubría lo que realmente estaba sintiendo.—En principio acepto a desempeñar el papel de la esposa complaciente —declaró—. Pero ahora voy a permitirme estar de mal humor. Porque no importa por qué lo hayas hecho, Peter. Eres culpable por haberme usado del mismo modo que planeaban los otros, y esto no te hace mejor que ellos.Se dio la vuelta y se marchó. Peter se lo permitió, porque sabía que estaba diciendo la verdad y que no podía ser rebatida.A los pocos segundos apareció Rafiq, con una expresión interrogante.—No preguntes —le advirtió Lanzani—. Y ella aún no sabe ni la mitad.—¿Qué mitad es la que sabe? —se aventuró a preguntar Rafiq.—Lo que viene a continuación —respondió, y maldijo en silencio al ver lo cerca que estaban del puerto—. ¿Cuánto tiempo queda?—Tienes una hora antes de que empiecen a llegar los primeros invitados.Una sola hora para hablar y aclararlo todo...—Será mejor que te prepares para sustituirme, Rafiq —dijo entre dientes—. Porque en este momento estoy considerando la posibilidad de irme con mi esposa y olvidar que la sangre de al—Qadim fluye por mis venas.—No creo que nuestro padre apreciara esa decisión —comentó Rafiq.—No hace falta que me lo recuerdes.—Solo hablaba por mí mismo. Porque no tengo el menor deseo de sustituirte, mi señor jeque.—Entonces, ¿cuál es tu deseo?—Ah... —Rafiq suspiró—. Desearía estar con mi mujer en un hotel de Port Said. y que esta noche ella bailara para nuestros invitados, y luego solo para mí, para que yo cayera rendido a sus pies.Y la estaría adorando hasta el amanecer, antes de volver aquí a servirte, mi señor jeque—concluyó con una reverencia burlona.A pesar de su malhumor, Peter no pudo reprimir una sonrisa.

—Deberías cambiar tus planes y traerla a cenar —le sugirió—. Causaría sensación, y yo lo apreciaría.—¿Y Mariana?—Mariana no puede apreciar nada ahora —respondió poniéndose serio, y se marchó en busca de su esposa.La encontró en el cuarto de baño. Había cerrado la puerta, sin echar el pestillo, y se estaba duchando.Peter dudó. ¿Debería esperar en el dormitorio hasta que saliera, o entrar por ella? La duda no duro mucho, ya que enseguida comenzó a desnudarse. No era el momento para andarse contonterías. Mariana había aceptado «en principio», por lo que tenía que aprender las consecuencias. Entró en el baño y cerró la puerta a su paso.La vio en la ducha, lavándose la cabeza, con chorros de espuma y burbujas cayendo por su piel dorada.Peter sintió que su cuerpo despertaba, y se permitió una sonrisa al pensar en lo fácil que sería poseer a aquella pequeña criatura. Entonces ella notó su presencia y abrió los ojos.—¿Y ahora qué quieres? —preguntó de mala manera. Peter no se molestó en contestar, ya que la respuesta era obvia. En vez de eso se echó un generoso chorro de jabón líquido en la mano y empezó a masajearle la piel. Ella retiró las manos del pelo y se las puso en el pecho, intentando separarlo.—Gracias —dijo él, Y se extendió con calma el jabón sobre su propio pecho—. ¿No crees que al compartir una tarea se hace más agradable?—Lo que creo es que eres un odioso engreído, y quiero que salgas de aquí —le espetó fríamente.—Cierra los ojos si no quieres que te entre champú —le aconsejó él.Cuando ella levantó una mano para apartarse la espuma de la frente, él alargó un brazo y dirigió el chorro de la ducha hacia su cara. Y entonces aprovechó su desconcierto para besarla en la boca.Durante un delicioso momento se permitió creer que había conseguido una fácil conquista.Pero el codazo que recibió en las costillas y el mordisco en el labio inferior lo hicieron retirarse.A Mariana le ardían los ojos al mirarlo.—Estás jugando con fuego, jeque —le avisó.—¿Ah, sí? —preguntó él con la ceja arqueada, y le pasó una mano por el vientre.—No tengo nada que decirte. Así que, ¿por qué no me dejas en paz?

—No estoy diciendo que hablemos —replicó él, y siguió bajando la mano.—¡Pues tampoco vamos a hacer eso otro! —se retorció como una serpiente y se arrinconó en la esquina de la ducha. Con un brazo se cubrió los pechos y con el otro las partes íntimas inferiores.Parecía una virgen, aunque era una visión engañosa.—De acuerdo —frunció el ceño y le concedió aquel tanto. Siguió enjabonándose, intentando ignorar la creciente erección—. De todos modos, no tenemos tiempo. Nuestros invitados llegarán dentro de una hora.—¿Invitados? ¿Qué invitados?—Los invitados que vamos a llevar a Rahman para celebrar el trigésimo aniversario de mi padre en el trono, que será dentro de diez días —explicó con calma mientras se enjuagaba—. Ven,quítate el champú de la cabeza —se movió para hacerle sitio bajo el chorro.Pero ella no se movió. Se había quedado atónita al recibir la noticia.—¿Desde cuándo sabías que íbamos a tener invitados?—Desde hace un tiempo —agarró el mango de la ducha y, tirando de ella hacia él, le quitó el champú él mismo.—¿Y no has creído oportuno decírmelo hasta ahora?—Creía más oportuno disfrutar de mi tiempo contigo —le dijo mientras le alisaba el pelo con el agua—. ¿Por qué? ¿Saberlo habría afectado a tu decisión de regresar a Rahman?Lali no lo sabía ni quería saberlo. Unos minutos antes el ligero tacto de Peter había bastado para encenderla de deseo, pero en esos momentos toda pasión había muerto.Peter terminó de enjuagarla, la sacó de la ducha y la envolvió con una toalla.—Y el resto de este viaje... —dijo Mariana—, y la celebración de tu padre... ¿Me vas a mostrar en público por alguna razón en concreto?—Hay que demostrarle a algunas personas que no voy a permitir ninguna imposición—respondió él sin mirarla—. Y mi padre te quiere allí. Este será su último aniversario. No voy anegarle nada.Por petición de Peter, Lali se puso una túnica blanca de seda adornada con lentejuelas perladas que relucían con cada movimiento. De acuerdo a la tradición árabe, la túnica tenía el escote alto, mangas largas y unos pantalones interiores para cubrir las piernas. En la cabezallevaba un pañuelo de seda, bajo el cual le habían recogido el cabello. El maquillaje era muy discreto, con una ligera capa de rimel y un suave toque de pinta labios.A su lado estaba el príncipe, vestido con una túnica blanca, una capa dorada y UD gutrah
blanco sujeto por tres anillos de oro. Al otro lado, y un paso por detrás de ella, estaba Rafiq,vestido igual que su hermano, pero sin los anillos en el gutrah.El jeque Juan Pedro Lanzani al—Qadim y su esposa Leonora Lanzani al—Qadim estaban listos para recibir a sus invitados, ya fueran amigos o enemigos.Rafiq era su guardián, su protector, su hermano y amigo. Poseía su propio título, aunque nunca lo había usado. Tenía el derecho de llevar los anillos dorados en el gutrah, pero nadie se los había visto nunca. Su poder estribaba en la indiferencia que mostraba hacia todo aquello que no le interesase y su amenaza emanaba de la certeza de que daría su vida por las dos personas que tenía delante y por su padre.Y eso tenían que tenerlo muy claro las dos primeras personas que llegaron al yate: el jequeAbdul al—Yasin y su esposa Zafina. Tanto Peter como Rafiq sabían que Abdul estaba detrás del complot para raptar a Mariana, pero el jeque desconocía que lo sabían. Por eso había accedido a hacer aquel crucero por el Mar Rojo, durante el cual tenía la intención de obligar a Peter a tomar a esa segunda esposa.Lo que nadie sabía era que Mariana sospechaba que el jeque Abdul había sido quien preparó su rapto. Y lo sabía porque Nadina, la hermosa hija del jeque, era la elegida para convertirse en la segunda esposa de Peter.—¡Ah... Juan Pedro! —los dos hombres se estrecharon la mano con cordialidad—. Te complacerá saber que he dejado a tu padre en buenas manos. Lo vi esta mañana antes de tomar el avión hacia El Cairo.—Tengo que agradecerte que le hayas hecho compañía en nuestra ausencia —dijo Peter.—No, no, en absoluto —rechazó Abdul—. Ha sido un honor... Mariana —se volvió hacia ella, pero hizo una reverencia sin ofrecer contacto físico, como mandaba la tradición árabe—. Has estado fuera mucho tiempo. Es un placer verte de nuevo.—Gracias —consiguió esbozar una sonrisa, y reprimió el deseo de buscar la mano de Peter.Hubiera sido una grave muestra de debilidad.—Rafiq –Abdul lo saludó con un asentimiento—. Parece que sacrificaste a tu ganado en Schuler—KIeef.—Seguí un consejo, señor —respondió Rafiq con respeto—. ¿Cómo es que no lo compró usted mismo?—Lo olvidé.Mientras tanto, la esposa de Abdul, Zafina, permanecía callada detrás de su marido. Mariana se había acostumbrado hacia tiempo a que las mujeres de Rahman no hicieran notar su presencia cuanto estaban en compañía de hombres.

Pero esa aparente discreción solo duraba hasta que las mujeres se encontraban solas. Entonces cada una sacaba a la luz su sorprendente personalidad. Algunas eran simpáticas y amables,algunas frías y distantes, algunas alegres y divertidas... Zafina era una mujer que sabía cómo usar su poder, y no dudaba en hacerlo si le servía para conseguir un objetivo. Gracias a su mente lista y aguda, su hijo se había casado con la hija favorita de otro jeque.Había elegido a Juan Pedro para desposar a su hija, Nadira, desde el día en que nació. Por eso no podía tenerle aprecio a Mariana, quien podía sentir su rencor.—Zafina —dio un paso adelante, decidida a mantener la cortesía—. ¿Cómo estás? Gracias por haber sacado tiempo para estar aquí.—El placer es todo mío, señora —respondió la anciana—. Has perdido peso, por lo que veo—añadió, aprovechando que su marido estaba hablando con Peter—. El jeque Khalifa me dijo que habías estado enferma.Alguien tendría que habérselo dicho, pero seguro que no había sido el padre de Peter. Por suerte, llegaron otros invitados: el jeque Jibril al—Mahmud y su tímida esposa Medina, quien miraba a su marido antes de atreverse a respirar.A continuación llegaron el jeque Irnran al—Mukhtar y su hijo menor, Sarnir, que provocó una sonrisa en todos, ya que se saltó las rígidas formalidades y fue directamente hacia Lali.—¡Princesa! —la saludó, al tiempo que la abrazaba y le hacía dar vueltas.—Suéltala —lo reprendió su padre—. Rafiq te mira con malos ojos.—¿Y Peter no? —preguntó Sarnir.—Peter sabe lo que es suyo, pero el guardián es Rafiq. Y, además, todo el mundo desaprueba tu comportamiento.Las familias al—Qadim y al—Mukhtar formaban un bloque contra el formado por las familiasal—Mahmud y al— Yasin, por lo que el viaje prometía ser interesante. Por primera vez en las últimas dos semanas usaron el comedor principal, con una legión de camareros a su servicio. La conversación transcurrió agradablemente, en gran parte gracias a Sarnir, que se negó a que los otros hombres entablaran discusiones serias. Incluso las mujeres se relajaron ante su encanto infantil.Pero Mariana permanecía callada y solo hablaba cuando se dirigían a ella. Desde el otro extremo de la mesa Peter la observaba comportarse como una perfecta anfitriona, y fue él único que percibió su preocupación e inquietud.Su mirada era triste. Él le había hecho daño al revelarle la verdad, y allí estaba, fingiendo que todo era perfecto entre ellos, cuando lo que de verdad quería era matarlo por haberla hecho esperar hasta el último minuto.

Se le encogió el corazón cuando la vio reír mientras le daba un cariñoso cachete a Sarnir por haber dicho algo escandaloso. Con él no se había reído desde la primera noche que compartieron tras su larga separación. No importaba cuánto hubiera sonreído o disfrutado durante las últimas semanas. Había algo en ella que a Peter se le escapaba.«Te quiero», quería decirle. Pero el amor no significaba mucho para una mujer que se sentía atrapada entre la espada y la pared.Entonces notó que se hacía un repentino silencio en la mesa. Vio a Lali con la vista en el plato y a Samir mudo de preocupación. ¿Qué había pasado? ¿Qué se había dicho? Rafiq lo miraba, buscando consejo. Tuvo el terrible presentimiento de que se había perdido algo importante, y no se le ocurrió nada que decir.Afortunadamente, su hermano tomó la iniciativa.—Mariana, seguro que me entenderás si te ruego que me des tu permiso para marcharme —le pidió con suavidad.Lali levantó la vista e hizo un esfuerzo supremo por recuperar la compostura.—Sí, desde luego, Rafiq —contestó.—Tengo que hablar contigo antes de que te vayas —le dijo Peter a Rafiq—. Samir, haz los honores y llena de vino la copa de mi esposa.El pobre joven estuvo a punto de volcar la botella, aliviado de poder hacer algo. Rafiq pasó junto a Peter con una expresión furiosa en el rostro, y él vio cómo Lali le daba a Samir un golpecito en la cabeza, como diciéndole que todo estaba bien.—¿Se puede saber qué me he perdido? —le preguntó a Rafiq en cuanto se alejaron lo suficiente.—Si no me gustara Samir lo habría estrangulado —,respondió con dureza—. Mariana le preguntó cómo era su madre, y el crío empezó una cómica historia sobre cómo su madre esperó sentada a que naciera su hija. Mariana se rió con humor, pero entonces ese imbécil tuvo que sugerir que ya era hora de que concibiese a tu hijo y heredero.
—Seguro que no sabía lo que decía —dijo Peter.—Eso no fue lo que hundió a Mariana, sino el silencio que siguió y la expresión blanca de tu cara. ¿Dónde tenías la cabeza?—Mi mente estaba distraída.—¿Y qué me dices de tu expresión?—También la provocó la distracción.—Se supone que debes estar siempre alerta. Ya es bastante arriesgado traer al yate al hombre

que quiere deshacerse de Lali, para que encima te permitas el lujo de distraerte.—Deja de acusarme y preocúpate de hacerlo bien —le espetó Juan pedro con impaciencia—. Sabes tan bien como yo que ni Abdul ni Jibril se atreverán a hacer nada, cuando están aquí con el único propósito de convencerme.
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Lali intentó darse ánimos a sí misma. La habían pillado por sorpresa y había mostrado la verdad a todo el mundo, incluida a ella misma.—Samir —le dijo con amabilidad—, si me sirves más vino, seré incapaz de mantenerme en pie cuando me levante.—Juan pedro quiere que llene tu copa —insistió el chico.—Peter intentaba llenar un hueco en la conversación, no hacerme caer bajo la mesa.Samir volvió a sentarse con un suspiro de resignación.Peter volvió a la mesa, pero ella se negó a mirarlo a los ojos y mantuvo la sonrisa hasta que le dolió la mandíbula.La cena transcurrió sin más incidentes, pero cuando las mujeres se levantaron para trasladarse al salón contiguo, Mariana no se sentía de humor para una sesión de puñaladas. Y para corroborar sus temores, Medina y Zafina se pusieron a hablar de Nadira, cuya belleza, según decían, no hacía más que crecer y sin duda enamoraría al hombre que la tomara como esposa.Al menos no exaltaron sus virtudes con los niños, pensó Lali. Se preguntó si conseguiría sobrevivir al resto del viaje.Finalmente, consiguió reunirse a solas con Peter.—Te pido disculpas —le susurró él—. Tenía la cabeza en otra parte, y no me enteré de lo que pasó hasta que Rafiq me lo explicó.Ella no lo creyó, pero aceptó sus disculpas y se alejó, temblando sin saber por qué. Se metió en la cama y, cuando estaba a punto de quedarse dormida, notó la presencia de un cuerpo a su lado.—No recuerdo que nuestro acuerdo incluyera compartir la cama —le dijo fríamente.—No recuerdo haber acordado lo contrario –replicó Peter—. Duérmete —la rodeó con un brazo—. Y puesto que estoy tan cansado como tú, no te hace falta este pijama para sofocar mi lujuria.—A veces llego a odiarte —quería ser la última en hablar.

—Pues yo te quiero y te querré hasta mi último aliento. Y cuando nos metan en nuestra cripta de oro, será como ahora; con la fragancia de tus hermosos cabellos contra mi rostro, y mi mano cubriéndote el corazón.Lali no pudo reprimir una risita. lo que fue un gran error. El agotamiento de Peter desapareció y en su lugar apareció el deseo más ardiente.¿Debería intentar detenerlo? No. ¿Quería detenerlo? No. ¿Lo sabía él cuando empezó a quitarle el pijama y a llevarla con sus caricias a la cúspide del placer? Sin duda...

10 comentarios:

  1. Muy bueno,pero se me ha complicado un poquito leer sera tal vez combinacion de letrasy fondo!Muy kinda historia

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  2. AY Dios ya quien sabe donde iran a parar otra vez al principio no entendi mucho pero ya despues la capte toda amo esta nove es una de mis favoritas...no quiero criticar pero jajajaj la letra esta muy opca y no alcanzo a leer no se si para los demas es igual o no yo no puedo maraton el sabado depronto mañana o el domingo no se un beso me voy a dormir mañana hablamos tk

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    1. jajajajaj sabes q me acaba de pasar la letra aclaro un poco y leo mejor no se si soy yo o q jajajaj pq antees si podia leer nose q pasa

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  3. Me encanto el capitulo aunque Peter quedo como un estupido al no poner atencion a la conversacion y espero que Mariana lo perdone en la cama espero masssssss no te pierdas

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  4. Me encant[o el cap, ayer me paso omo a muchas, no podia leer bien, la letra muy oscura pero hoy la has aclarado y lei muy bien, gracias por esto.
    @Masi_ruth

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  5. Lo amee!!! Mas tierno Peter al final !!! Me moronda amor con lo que dijo y Lali lo ama con todo su corazón

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  6. ahhhh esta nove se pone cada vez mejor!!!! :) me encanta y ya, ya, ya necesito más jajajaja

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  7. me encanta!!
    no se q me paso q me perdi con los capitulo jaja
    el nuevo cambio del blog me perdio
    me encanta como quedooooooooooooo
    besotes y buen finde

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