Hola!! como andan? yo mal,me super enferme por eso y porq e andado sin tiempo no e subido sorry,y quedan como tres cap! ahora una duda?! cual otro blog? el de yago? porq ayer no actualize en ese y no tengo otro jaja solo por twitter me conecte a ratos! bueno las quierooo mucho!! sepan entender♥
Capítulo 10
A esas
palabras siguió un silencio sepulcral, hasta que Peter soltó un largo suspiro.—Ve
a ocuparte de nuestro padre —le dijo a Rafiq—. Tiene que saber que no traeré a
Lali devuelta a palacio si hay peligro de rumores. Si guarda alguna duda, la
pondré bajo la protección de Rashid.—No creo que Mariana. ..—¡Nadie tiene que
pensar ni creer nada sobre mi esposa! —el hecho de que le gritara a Rafiq demostraba
lo mal que estaba llevando el asunto—. ¡Ya nos han hecho demasiado daño las opiniones
de los demás! Por eso quiero que hables con nuestro padre, no conmigo. Nadie
más tiene que enterarse, ni siquiera Mariana. Si no me equivoco, tendrá que
descubrirlo por ella misma.—Entonces ni siquiera debo decírselo a nuestro padre
—dijo Rafiq.—Lali y él se comunican mediante el correo electrónico –explicó
Juan Pedro—. Al viejo puede resultarle muy difícil no decirle nada.—Puede que
todo este plan no sea más que una pérdida de tiempo —dijo Rafiq mirando su
reloj—.Dentro de una hora llegaremos a Jeddah. Si no te recompones a tiempo, a
Lali solo le hará falta una mirada a tu cara para saber que algo grave ha
ocurrido.Peter lo sabía, y enterró la cara entre las manos.—Esto es una locura —murmuró.
—Ha sido algo
inesperado —conformó su hermano—. ¿Y no crees que demasiado pronto para que alguien;
incluidos los al—Kadah, emita un juicio semejante?Rafiq tenía razón. Tres
semanas no era tiempo suficiente, aunque solo llevaba unos segundos concebir a
un hijo... Pero, ¿qué hombre? ¿Y el hijo de quién?Masculló varias maldiciones,
y se levantó para abrir la puerta que conectaba con la dependencia de su
ayudante.—¡Faysal! Encuentra a mi suegro esté donde esté. Tengo que hablar con
él urgentemente—volvió a cerrar con un portazo—. Que Alá me salve de las mentes
malvadas.—No te comprendo —dijo Rafiq frunciendo el ceño.—¡Tres semanas! Hace
tres semanas, Lali estaba durmiendo en la misma casa que Ethan Hayes. Fue una
de las razones por las que me vi forzado a traerla a este barco.
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Mariana no
vio a Peter hasta unos minutos antes de llegar a Yeddah. Casi todos los invitados
estaban tomando un refresco en cubierta, mientras contemplaban las maniobras de
atraque de un barco tan enorme.En señal de respeto a las costumbres árabes
saudíes, todos llevaban la ropa tradicional,incluido el pequeño Hashim, que
lucía una pequeña túnica blanca y un gutrah.Juan Pedro apareció vestido de la
misma manera, con Rafiq pisándole los talones.—Hola, forasteros —los saludó
Lali con una sonrisa—. ¿Dónde os habéis metido durante toda la mañana?—Trabajando
—respondió Rafiq devolviéndole la sonrisa, pero Peter ni siquiera la miró y se volvió
para hablar con Imran, el padre de Samir.Lali frunció el ceño. Peter parecía
distinto, como si estuviera controlándose. Pero entonces el pequeño Hashim le
llamó la atención, y no tuvo tiempo de seguir pensando.Una flota de limusinas
esperaba junto al embarcadero. Las despedidas y los agradecimientos se
prolongaron durante una hora. Uno a uno, los coches se fueron llenando y
llevándose a los pasajeros. El jeque Abdul y Zafina fueron los primeros, y Lali
supuso que se irían bastante aliviados, aunque se despidieron cortésmente. .Los
siguieron el jeque Imran y Samir, y luego el jeque Jibril y su esposa Medina,
quienes le repitieron varias veces a Juan Pedro que tenía su más completa
lealtad. En el caso de Jibril, el dinero significaba mucho más que el
poder.Rashid y su familia fueron los últimos en marcharse. A la semana
siguiente todos volverían a
reunirse,
cuando asistieran al aniversario del jeque Khalifa, pero en esa ocasión los
niños se quedarían en casa, por lo que a Lali le dio pena despedirse de ellos,
especialmente de Hashim.Cuando todo el mundo se fue, Rafiq se excusó y se fue a
buscar a Faysal, y Peter dijo que tenía que ir a darle las gracias al capitán.
De modo que la dejaron sola, sintiéndose un poco rechazada.Estaba segura de que
algo iba mal, aunque no imaginaba qué podía ser. Y, conociendo a Peter como lo
conocía, no podía esperar enterarse hasta que él quisiera contárselo. Así que
se encogió de hombros y siguió a Peter a agradecer a la tripulación sus
cuidados. Cuando acabaron tenían el tiempo justo para ir al aeropuerto si
querían llegar a Rahman antes del anochecer.Rafiq y Faysal fueron con ellos, lo
que le dio a Peter la excusa perfecta para mantener una conversación sencilla y
ligera. En la pista los aguardaba un jet Lear con el escudo dorado de Lanzan al—Qadim,
preparado para transportarlos a Rahman. El oasis de Lanzani al—Qadim tenía su
propio aeropuerto, y allí un todo terreno los esperaba para llevarlos al
palacio.A Mariana se le hizo un nudo en el estómago cuando pensó que aquel era
su hogar. Londres,Inglaterra... hacía tiempo que ya no lo eran.Atravesaron las
puertas de la entrada principal, y Peter la ayudó a bajar. Cuando entraron,se
encontró flanqueada por dos hombres de aspecto orgulloso.—Mi padre desea vemos
enseguida —dijo Peter—. Por favor, intenta no mostrarte muy afectada cuando lo
veas tan deteriorado.—Por supuesto —le aseguró ella. Le dolía que Peter creyera
necesario decírselo. Entonces vio al anciano jeque recostado entre un montón de
almohadones en su diván favorito.Sus hijos se adelantaron, y ella se mantuvo a
cierta distancia. Vio cómo el anciano les estrechaba a ambos las dos manos.
Siempre lo había visto tratar a sus hijos con igualdad. Los tres hablaron en
árabe entre ellos. Era un privilegio presenciar aquello. Cuando el jeque advirtió
la presencia de Lali, le brillaron tanto los ojos que ella comprobó cómo su
espíritu seguía vivo.—¿Y bien? ¿Qué te parecen mis dos guerreros? —le preguntó—.
Te han traído de vuelta con garbo y estilo. Una mujer no puede menos que estar
impresionada.—Impresionada por su arrogancia, su descaro y su despreocupación
por mi seguridad—respondió Lali—. Casi me ahogo en dos ocasiones, y me caí por
las escaleras. Y encima te atreves a estar orgulloso de ellos. Nadie se molestó
en acusarla de insolencia, porque el viejo se echó a reír. Mandó a sus hijos que
se retiraran, y le ofreció las huesudas manos a Mariana.
—Ven y
salúdame como es debido —le ordenó— Vosotros dos podéis marcharos. Mi nuera y
yo tenemos que hablar.Peter se quedó dudando, como preparándose para discutir,
pero el anciano lo fulminó con la mirada. Padre e hijo se enfrentaron en un silencioso
duelo, hasta que Peter asintió y se marchó,acompañado de Rafiq.—¿A qué viene
todo esto? —preguntó Mariana, dándole a su suegro un beso en la mejilla.—Se
preocupa por ti —le respondió el jeque.—O por ti —replicó ella.Él sabía a lo
que se refería y dejó escapar un suspiro.—Me muero —dijo sin más rodeos—. Peter
lo sabe. Los dos lo saben, y no les gusta saber que no pueden hacer nada.—¿Pero
te has resignado a lo peor? —le preguntó ella amablemente.—Sí. Ven, siéntate
aquí —le indicó el taburete almohadillado que había junto al diván—. Ahora,dime,
¿has regresado porque Peter te ha obligado o porque aún lo amas?—¿Puede ser por
ambas razones?—Él te necesita.—Pero no Rahman.—Ah... Ese estúpido de Abdul
pensó que podría forzamos, pero pronto se dio cuenta de lo contrario.—Entonces
fue el jeque Abdul quien conspiró contra mí —murmuró Lali.—¿Peter no te lo dijo?
—soltó un suspiro de impaciencia.— He sido un ingenuo al pensar en que lo
haría.—Tal vez por eso no ha querido dejarme a solas contigo —dijo ella con una
sonrisa—. Pero ya me lo había figurado. Lo sé todo sobre Nadira.La mención de
ese nombre no sentó bien al jeque Khalifa, que se retorció incómodo en el
diván,y alargó un brazo para tocarle la mejilla.—Rahman necesita a mi hijo, y
mi hijo te necesita a ti. Pase lo que pase en el futuro, necesito saber que
estarás aquí para apoyarlo cuando yo no esté.Aquellas duras palabras se le
clavaron a Lali en el interior. ¿Qué quería decir? ¿Que Nadira seguía siendo la
única opción si Peter quería seguir los pasos de su padre?
Antes de que
pudiera preguntar nada más, el jeque se recostó de espaldas, agotado. Y, sin
pensar, Lali siguió la rutina de siempre. Agarró el libro que yacía boca abajo
sobre la mesa y empezó a leer en voz alta.Pero su mente estaba en otra parte.
Pensaba en contratos y en los métodos de Peter. Parecía un hombre distinto, un
hombre que evitaba el contacto visual, corno si estuviera ocultando algo...El
anciano jeque no tardó en dormirse, y Mariana dejó el libro.Odiaba volver a
tener dudas. No tenía más remedio que contarle a Peter lo que Zafina le había
dicho, y esperar que lo negase todo para olvidar definitivamente el
asunto.Pero, ¿y si no lo negaba?, se preguntó mientras salía de la habitación
del jeque. La posibilidad la hizo caminar con pies de plomo por el abrillantado
suelo de palacio. No quería hacerlo, pensó mientras subía las escaleras de
mármol y atravesaba puertas de cedro y arcos de herradura. No quería darle a
entender que dudaba de su palabra.El corazón empezó a latirle con fuerza cuando
se acercó al despacho privado de Peter.Estaba a cinco metros de distancia
cuando la puerta se abrió y apareció Peter. Llevaba la cabeza descubierta, una
túnica blanca y un thobe azul. Al verla se detuvo, y su expresión se tornó inescrutable.Fue
como si le cerraran. una puerta en las narices. Las dudas afluyeron de golpe,
se le aceleró el pulso y un zumbido interno le resonó en los oídos. Una punzada
de calor le recorrió el cuerpo... y lo siguiente que supo fue que estaba en el
suelo de mármol, con Peter arrodillado junto a ella.—¿Qué te ha pasado? —le
preguntó con voz áspera y estridente cuando la vio abrir los ojos.Mariana no
podía responder. No quería responder. Volvió a cerrar los ojos y lo oyó
maldecir.Sintió una mano en la frente y otra en la muñeca. Peter le pasó los
brazos por detrás de los hombros y las rodillas y se puso en pie.—¡Ay! —exclamó
ella cuando sus pechos chocaron contra el esternón de Peter.Él se quedó de
piedra, pero ella no lo notó porque enseguida estalló en lágrimas. Se sentía más
débil y mareada que en toda su vida. Hundió la cara en el hombro de Peter y
dejó que la llevara a donde quisiera.Cuando volvió a abrir los ojos se encontró
en su antigua habitación. Él la acostó en la cama y se inclinó a su lado.—¿Qué
te ha dicho mi padre? —le preguntó—. ¡Sabía que no debía dejaros a los dos
solos! Te ha dicho que no deberías haber vuelto, ¿verdad?—¿Eso es lo que crees?
—tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas.
—Sí... ¡No!
Por si no lo has notado, mi padre ya no puede pensar con claridad.—El jeque
Abdul estaba detrás del complot para secuestrarme. En mi opinión, todo está muy
claro al respecto.—Sabía que iba a ser un error —dijo Peter con un suspiro, al
tiempo que se sentaba.—Me has mentido otra vez —lo acuso ella.—Por descuido —aceptó
él—. La implicación de Abdul no puede demostrarse. Solo son habladurías por las
que no se puede correr el riesgo de librar una guerra entre familias.—Pero tú
tienes el contrato que implica a Nadira por si las cosas se desmandan...Esa vez
sí vio que Peter se quedaba de piedra. Tenía la respuesta que había intentando evitar.
Ignorando los mareos, se sentó y se quitó las sandalias.—¿También te ha contado
eso? —le preguntó él con voz profunda.—Lo hizo Zafina.—¿Cuándo?—¿Importa cuándo
fue? El contrato existe y yo lo vi. Tú creíste oportuno no contármelo.
Pero,¿qué crees que significa para mí todo lo que está pasando aquí?—No
significa nada —dijo él—. Es solo una pedazo de papel con unas cuantas
palabras. No tiene ningún valor a menos que varias personas estampen su firma.—Pero
tú tienes una copia. Él no respondió.—La tenías incluso antes de ir a España a
buscarme. ¿De qué se trata? ¿De un seguro por si Rashid no podía sacarte de
apuros?—Podrías confiar en mí.—Y tú, mi señor jeque, deberías haber confiado en
mí. Tal vez entonces no nos viéramos en este problema —se levantó de la cama y
empezó a caminar.—¿Adónde vas? —le gritó—. Vuelve aquí. Tenemos que...La fría
mirada de Marina lo acalló, y el modo en que se llevó una mano a la frente y
otra al estómago lo hizo palidecer.—Voy al baño —le informó—. y luego voy a
acostarme y dormir. Te agradecería que no estuvieras aquí cuando vuelva.Peter
vio cómo se encerraba en el cuarto de baño. Se levantó y se acercó a la
ventana, desde donde contempló la oscuridad que se tragaba el exterior.
¿Qué podía
hacer? Zafina al— Yasin había empleado bien sus armas. Nada mejor para que
brantar la confianza de Mariana en él que un documento firmado. No se creería
que tan solo era una medida para ganar tiempo. ¿Cómo iba a creerlo, si él no le
había contado la verdad desde un principio?Suspiró y salió de la habitación.
Era mejor dejarla sola. No podía hacer nada para cambiarlo, porque tenía que
enfrentarse a otro grave problema.Tenía un contrato en el que expresaba su
acuerdo a tomar una segunda esposa. Y tenía una esposa de quien sospechaba que
llevaba dentro a su primer hijo. Lali jamás creería que eso no pudiera
protegerlo contra la sentencia de la carta.—Faysal —llamó al tiempo que entraba
en la oficina de su ayudante—. Dile a Rafiq que venga, por favor.
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—Estás tan
pálida como un fantasma —observó el anciano jeque.—Estoy bien —le aseguró
Mariana.—Me han dicho que te desmayaste el otro día.—El mar me sigue mareando —explicó
ella—. ¿Y tú cómo te has enterado?—Las paredes de palacio tienen ojos y oídos —respondió
él con una sonrisa—. Y por eso sé que cuando mi hijo no está conmigo, vaga por
ahí pensando que su padre ha muerto.—Es un hombre muy ocupado y tiene
obligaciones importantes.—También tiene una esposa que duerme en un sitio
mientras que él duerme en otro.—¿Quieres acabar este capítulo o no?—Preferiría
que confiaras en mí —le susurró el anciano—. Solías hacerlo antes de que cayera
enfermo.Lali dejó escapar un suspiro, soltó el libro, y se levantó para ir a
sentarse a su lado. Le tomó una mano, fría y esquelética, y la besó suavemente.—No
te preocupes tanto, viejo —le dijo con dulzura.— Sabes que cuidaré de tus dos
hijos por ti, te lo he prometido, ¿recuerdas?—Pero tú eres desgraciada. ¿Crees
que eso no me preocupa?—Yo... me rebelo contra las razones por las que estoy
aquí —no iba a mentirle. No era justo—. Ya conoces los problemas. No van a
retirarse solo porque Peter lo desee.—Mi hijo te desea sobre todas las cosas,
hija de Victor Esposito —le dijo, usando el modo árabe que tenía de llamarla,
porque sus leyes exigían que una mujer mantuviera el nombre del padre después
del matrimonio—. No hagas que elija demostrártelo.
Me encanta!!! Pero si lali esta embarazada es de peter no??? Más!!
ResponderEliminarme mueeroo ♥
ResponderEliminarmaaasss
ay no entiendo que le oculat peter a lali pucha suve massssssssssss
ResponderEliminarentendi mal o dijiste que quedan solo 3 cap tan corta es la nove
ResponderEliminarMas novee!! aunq hay algo q no entendi el hijo de lali es de peter??
ResponderEliminarqe le diga toda la verdad y si esta embarazada es de peter mass!
ResponderEliminarmas, vas a subir otro hoy????
ResponderEliminarsi quedan solo 3 capitulos porque no terminas la nove de una ves por todas
ResponderEliminarpara que alargarla tanto
AAAAAAA pero POR FAVOR AQUI QUIEN TIENE DUDAS YA, ME PARECE MUCHO...ojala Peter haga algo antes de q sea tarde, ya no se q mas decir ando de pocas palabras....espero q te mejores y como siempre te he dicho para lo q necesites me avisas gracias por publicar
ResponderEliminarbesos tk
Massssssss
ResponderEliminarPQ la duda?Pq tanto enojo?Q se sepa todo ya!
ResponderEliminarahhhhh necesito más nove!!!!
ResponderEliminarmas nove porfa de aqui vas a escribir para cuando si quedan tan pocos capis para que no haces sufrir tanto plissssssssssssss
ResponderEliminarSubi mas porfaa,me encantaa
ResponderEliminarhay como no le dice peter la duda q tiene a ver q dice lali
ResponderEliminarme encanta la relacion de lali con su suegro, es muy tierna
beso
Mas lindo el suegro de Lali, siempre apoyandola a ella, me recuerda a mi suegro y eso que le digo asi y ya no estoy con su hijo.
ResponderEliminarMas le vale a Peter creer que el hijo es de el.
Masi_ruth