Capítulo
10
Edward la llamó por
teléfono cuando estaba a punto de salir hacia el teatro.
—¿Qué te parece una cena
en Dino's después de la función? —la invitó él.
—No tan apetecible como
una rica cena en un restaurante muy exclusivo, con un hombre muy atractivo,
cuyo encanto sólo es eclipsado por su increíble apostura —replicó Lali en tono
de broma.
—¿Quién, dónde, cómo?
—preguntó Edward después de una pausa.
—¿Quién? Un extranjero
moreno y misterioso —declaró ella—. ¿Dónde? En el Fortescue, que incluso tú
debes admitir que es mejor que Dino's. ¿Y cómo? ¡Una cita telefónica! —mintió
con desenfado, sintiéndose animada después de varias semanas.
—¿Qué clase de respuestas
son ésas? —la reprendió Edward.
—Las únicas que vas a
recibir —replicó Lali—. Ahora debo irme o llegaré tarde.
—En serio, Lali… —Edward
no la había creído, era obvio.
—Lo siento, mi querido
amigo —insistió ella—. Esta noche no estoy libre —y con esa réplica tan
satisfactoria colgó el auricular sonriendo maliciosamente.
Stavros fue al camerino al
terminar la función. Su expresión era de auténtica admiración.
—Querida Lali, cada vez
actúas mejor —se sentó en una silla para esperar a que ella terminara de
arreglarse.
La joven le dirigió una
mirada por el espejo del tocador.
—Las actrices tenemos la
habilidad de convertir nuestras experiencias emocionales en arte —comentó y se
cepilló el pelo.
—Liam Michael es un autor
inteligente —gimió Stavros—. Ha captado muy bien la psicología de los
personajes y reflejado con ingenio el absurdo de los matrimonios de
conveniencia.
—En tu país las familias
todavía arreglan los matrimonios, ¿no? —comentó ella con una sonrisa irónica—.
Pero tú no te dejaste manipular.
—Como explica muy bien
Michael en su obra, no se puede educar a los hijos de acuerdo con las normas de
la sociedad moderna y luego aceptar mansamente los convencionalismos ancestrales.
—Tus padres te habían
elegido una chica griega de familia rica, ¿verdad? —Lali desapareció tras el
biombo.
—La hija del más feroz
rival mercantil de mi padre —admitió su cuñado—. ¡Pelo negro, ojos negros…
corazón negro! Mimada, egoísta y muy decidida a atraparme en su envenenada red.
Me costó mucho tiempo convencerla, así como a nuestras familias de que no
cedería a sus absurdos designios.
—¿Ofendieron a Helen?
—algo en el tono de Stavros hizo sospechar a Lali que su rencor provenía de
eso.
—Lo intentaron —gruñó
Stavros—. Pero ya no fueron tan… impulsivos la segunda vez.
Sí, pensó Lali. Stavros les
habría enseñado muy bien la lección. Salió del biombo para decírselo, y sé
quedó muda ante la mirada de admiración que le dedicó su cuñado.
—Soy un hombre afortunado
al tener una cuñada tan hermosa —comentó.
—Y yo de tener un cuñado
tan galante —respondió Lali con una gran sonrisa. Stavros tomó el mantón de la
joven y se lo puso sobre los hombros.
—Veo que me pasaré la
noche quitándote de encima a los moscardones, en lugar de cenar —dijo él con un
suspiro trágico—. ¡Y yo que me muero de hambre!
El restaurante estaba
lleno a esa hora de la noche. Tomaron asiento y él sonrió con pesarosa ironía
ante las miradas de interés y admiración que recibía la actriz.
—El precio de la fama
—murmuró.
—No me molesta —replicó
ella—. Parte del éxito de un actor o una actriz se debe a que reconozcan tu
cara, pero no soy tan conocida como para necesitar guardaespaldas.
—Eso sí que debe de ser un
fastidio —coincidió Stavros, mirando a su alrededor. Luego volvió su atención a
su bello acompañante, dispuesto a hacerla olvidar sus desdichas y
tribulaciones. Lo logró tan bien, que cuando pusieron frente a ella un
delicioso postre, consiguió olvidarse de Peter durante casi diez minutos.
Mientras charlaban sobre
su tema favorito: Helen y Yannis, Lali notó con extrañeza que Stavros se ponía
tenso de repente y que sus ojos se entrecerraban un poco al seguir el avance de
alguien, más allá del campo de visión de la joven.
Una extraña expresión
cruzó el rostro del griego, luego se inclinó hacia delante para decir a Lali en
tono confidencial:
—Si no me equivoco… —le
apretó una mano—… creo que un hombre muy atractivo, con el rostro de cierto
dios solar, que ambos conocemos, acaba de entrar al restaurante y parece buscar
con la mirada a cierta persona en particular.
Lali tragó saliva.
—¿Es…?
—Peter —verificó Stavros,
y de inmediato Lali sintió la mirada de Peter clavarse en ella—. Tranquila,
Lali —la instó Stavros con suavidad—. Helios lleva su escudo dorado en actitud
de defensa. Tú debes hacer lo mismo.
Lali bajó la mirada a la
mesa, tratando con desesperación de controlar su agitación.
—Supongo que no se
acercará a la mesa, ¿verdad?
—Lamento decirte que
supones mal, querida. El coloso parece dispuesto a interrumpir nuestro
coloquio.
—¡Maldición!,
Stavros la miró con
extrañeza.
—¿No te parece curioso que
venga aquí la misma noche en que tú vienes a cenar? A menos que vengas
habitualmente a este restaurante.
—No seas bobo, Stavros
—replicó ella—. Sabes muy bien que rara vez asisto a lugares como éste.
—Entonces Helios está aquí
a propósito —decidió él con satisfacción—. ¿Podría ser que tiene espías que le
pasan información de tus movimientos y el hecho de que un apuesto caballero
extranjero te haya invitado a cenar lo haya impulsado a venir a conocer al
posible rival?
—¡Eres muy fantasioso,
Stavros! —negó Lali con cierta irritación.
—Piénsalo, querida
—insistió su cuñado, sin soltarle la mano—. Desde luego no ha venido aquí para
calmar su hambre a estas horas.
Lali dejó escapar un
suspiro trémulo.
—Edward —murmuró, y estaba
a punto de lanzar una andanada furiosa contra la traición del pobre Edward
cuando una figura imponente se irguió ante su mesa.
—Hola, La —gruñó Peter.
Lali sintió que un rubor
traicionero encendía sus mejillas.
—Peter —murmuró.
Por nada del mundo pudo
obligarse a levantar la mirada hacia él y la tensión comenzó a crecer con el
silencio. Lali permaneció con la mirada fija en su copa de vino mientras Peter
seguía parado con rigidez entre Stavros y ella.
—¿Cómo… estás? —fue Peter
quien rompió el insoportable silencio.
Tan formal, pensó ella con
acritud. ¡Tan civilizado! La irritación la hizo alzar la barbilla y el orgullo
mirarlo a los ojos.
—Bien —replicó con
frialdad, y luego estropeó su altivez al mirarlo con ávida intensidad, notando,
consternada, los cambios producidos en él, las señales de un hombre sometido a
enormes presiones.
Peter tampoco podía
mirarla a los ojos; su mirada parecía clavada en la forma en que la mano de
ella se aferraba a la de Stavros.
—Tengo que hablar contigo
—indicó él con voz tensa—. En privado.
Su mirada se desvió con
inquietud alrededor del salón; la mayor parte de los comensales observaban la
escena con velada curiosidad.
—Sólo unos minutos, La
—agregó él con voz ronca, cuando ella no replicó—. Es todo lo que quiero, sólo
unos minutos a solas contigo.
—No —la negativa de ella
fue terminante—. No tenemos nada que decirnos.
—¡Cinco minutos, La! —Suplicó
él con aspereza—. ¿No me puedes conceder cinco minutos?
—La dama ha dicho que no
—repuso una voz indolente, haciendo que Peter se volviera a mirar con furia a
Stavros, quien alzó las cejas en apacible desafío.
Peter masculló algo
ininteligible, luego hizo que Lali se pusiera rígida, cuando se agachó a su
lado, sin importarle las miradas curiosas, sin importarle nada mientras ponía
su rostro a unos centímetros del de ella.
—Por amor de Dios, La —le
rogó—. Permíteme que te explique lo de…
—Mándame una carta —replicó
Lali con frialdad—. Ya he sufrido tu clase de explicaciones y no me someteré a
una segunda sesión.
—Quiero hablarte sobre
Tracy —insistió el fotógrafo. Yo…
—¿Quién es Tracy?
—intervino Stavros.
—Su esposa —explicó Lali.
—Mi exesposa —rectificó Peter—.
La…
—Querida Lali… —lo
interrumpió Stavros, alzando las cejas entre perplejo y divertido—. Es
definitivamente arriesgado enredarse con un casado. No es bueno para tu imagen
pública, ¿sabes?
—¿Quién es este patán? —Rugió
Peter, lanzando a Stavros una mirada asesina—. ¿Un protegido de Edward? Habla
igual que él.
¡Patán!, Lali miró
nerviosamente a su cuñado para ver cómo se tomaba el insulto. Pero, para su
asombro, él parecía muy divertido.
Peter tomó a la actriz de
un brazo.
—Déjalo, La —la instó con
apremio—. Ven conmigo para que pueda…
—Suéltame —ordenó ella en
un susurro furioso, mirándolo con frialdad—. ¿Todavía no has aprendido a
comportarte en público?
Peter apartó la mano, pero
no despegó los ojos de ella.
—Líbrate de ese tipo, La
—la instó en un susurro suplicante—. Y hablaremos del asunto.
Ella estuvo a punto de
ceder ante el dolor reflejado en los ojos de Peter. Luego Stavros hizo un
movimiento amenazante hacia Peter y Lali extendió una mano para contenerlo.
Stavros se calmó de inmediato, atrapando la temblorosa mano de la joven y
llevándosela a los labios. Peter volvió la cabeza con violencia y lanzó un gruñido
tan salvaje, que Lali se sobresaltó. Todo sucedió tan de repente que ella no
comprendió en realidad lo que estaba sucediendo, hasta que observó el brillo
malicioso de los ojos de Stavros y se dio cuenta de que él estaba irritando a Peter
deliberadamente.
—¡Mándalo al infierno, La!
—masculló peter.
—¡No…Vete! —exclamó ella,
mirando de manera furtiva a su alrededor—. ¡Me avergüenzas en público!
—¡Él es quien nos pone en
vergüenza! —Replicó Peter con furia—. ¿De dónde has sacado a este tipo?
—rugió—. Si andas buscando a alguien para reemplazarme, ¡por amor de Dios!,
busca a alguien con más…
—Si yo fuera usted, señor
Lanzani, tendría más cuidado al mencionar mis defectos. No soy el tipo de
hombre que acepta la crítica con calma —Stavros ya no se reía. Su voz era
tranquila pero firme—. Dejemos algo en claro: su mayor estatura no me intimida.
Si me obliga, podría estropearle ese rostro de dios pagano.
Hubo un silencio breve,
pero pesado después de esas palabras, mientras Peter se daba cuenta de a quién
estaba insultando.
—Stavros Kirilakis
—murmuró, sacudiendo la cabeza—. Es el gran Kirilakis en persona.
—Y usted no es bienvenido
a mi mesa —Stavros había perdido todo su humor—. Hágame el favor de irse, señor
Lanzani, antes de que lo haga echar.
—Stavros… —suplicó Lali
con voz trémula. Una cosa era que ella fuera brusca con él, y otra muy distinta
dejar que Stavros lo maltratara—. Por favor, déjame…
Stavros alzó las cejas con
ironía.
—Éste es el hombre que te
trató como si fueras una golfa, ¿no?
Peter emitió un leve
gruñido y mostró los dientes en una mueca terrible.
—¡Lali no es una golfa!
—rugió.
—Eso lo sé muy bien
—replicó Stavros—. Me parece que es usted quien debería recordarlo, señor
Lanzani, pero, en caso de que no comprenda por completo el significado de mi
comentario, se lo explicaré con bastante claridad antes de que se vaya —se
inclinó hacia delante y Lali sintió una profunda desazón en espera de las
siguientes palabras de su cuñado—. Sólo le he recordado a Lali que usted la
trató como si fuera una golfa. La ha humillado demasiado, señor Lanzani, y ya
no quiere nada con usted… ¡nada! ¡Así
que haga el favor de largarse!
Peter recibió la andanada
sin inmutarse, luego se volvió con lentitud a mirar a Lali, cuya cabeza estaba
inclinada y sus mejillas sonrojadas por el bochorno.
—Sabes que podría matarlo,
¿verdad, La? —dijo en tono calmado, pero intenso—. Sabes que podría romperle el
alma si quisiera. Él podrá alardear lo que quiera sobre su poder, pero no me
iré de aquí hasta que seas tú quien me lo impida. ¡La… escúchame, por favor!
—Vete, Peter —indicó ella
con voz constreñida—. Stavros tiene razón. Ya no quiero nada contigo. Dejemos
las cosas así.
—Te amo —confesó él con
voz enronquecida.
—Demasiado tarde —masculló
Lali y lo miró con odio—. Regresa con tu maldita conciencia, Peter. ¡Estoy
harta de ti y de tu complejo de culpa!
Peter palideció, buscando
el hermoso rostro de Lali con una expresión sombría que denotaba el profundo
dolor que ella le había causado. Luego pareció recobrar el aplomo, se puso
lentamente de pie y Lali tuvo que desviar la mirada, sintiendo un dolor tan
intenso como el que él sufría.
La mano de Peter sobre su
hombro la hizo ponerse rígida, pero no hubo señales de agresión, sólo una
especie de dolorida gentileza.
—Está bien, La —murmuró—.
Que seas feliz, amor mío.
—Nunca pensé que podrías
ser tan inflexible, Lali —declaró Stavros después de que Peter se fuera—. Ni
tampoco el tipo de persona que goza de la venganza. Lo has dejado sin nada,
¿comprendes? Sin nada.
Sin nada. Así la había
dejado él, después de todo. Le había costado dos largos y penosos meses ver con
claridad lo que significaba ese «nada». Significaba una página en blanco sobre
la cual comenzar a escribir de nuevo. Si Peter lamentaba ahora sus acciones,
era problema suyo. Si le llevaba dos meses hacerse a la idea, lo único que le
quedaba a ella era compadecerlo, pero sólo por el tiempo perdido.
Aceptó una cita con Antony
Wade, y al hacerlo descubrió que detrás de la imagen del símbolo sexual se
ocultaba un hombre tímido y gentil.
—Basta con que hagas el
papel de un policía en televisión y automáticamente te catalogan de duro
—comentó él—. Tardé dos años en convencer a la gente de que me aceptara como
actor serio. Apenas trabajé durante un período. Mi agente, aterrado de que el
público olvidara mi cara, arregló que se me viera por la ciudad con cada actriz
que tuviera algún éxito; de ahí mi reputación.
—Y eso resultó más difícil
de borrar que tu imagen de la televisión, ¿verdad?
—Puedo soportarlo siempre
que me sigan llegando buenos papeles, como éste que estoy interpretando ahora.
Lali estudió su atractivo
rostro y se descubrió haciéndolo con nuevos ojos. Tenía el aspecto de alguien
que había tenido una infancia difícil, pero que sabía convertir esa dureza en
una altivez orgullosa que le servía en sus caracterizaciones.
—Querían que hiciera una
prueba cinematográfica para uno de los estudios más importantes de Hollywood
—le confió Lali con cierta timidez—. Eso no quise considerarlo siquiera. Ya
estaba harta del cine y su falso glamour.
Todo es tan impersonal. Una escena pierde su sentido cuando se repite por sexta
vez en unos cuantos minutos. Debe de ser lo mismo en la televisión, supongo.
—Peor —declaró Antony—. Al
menos una película tiene un principio, un desarrollo y un final, pero…
—No siempre se rueda en el
orden correcto —apuntó Lali.
—Cierto —concedió Antony—.
Pero una serie de episodios de una hora parece interminable. Uno comienza a
detestar ese trabajo, pero el dinero y la notoriedad actúan como una droga. De
modo que uno se obsesiona con las encuestas de popularidad.
—Total, que estamos de
acuerdo en que el teatro resulta más satisfactorio —concluyó Lali.
Su amistad se hizo más
firme. Lali dejó muy en claro desde el principio que no estaba interesada en
nada más profundo, y él lo aceptó.
—Sé lo de tu relación con Peter
Lanzani —dijo él con llaneza—. Entiendo lo que significa recuperarse de un
fracaso —le habló de la mujer de la que se había enamorado y no le había correspondido—.
Era mayor que yo y ni siquiera muy bella, pero me enamoré como un bobo y ella
me trató con desdén. Eso fue hace varios años y ahora me alegro de que me
rechazase, pero entonces… —se calló el resto; no había necesidad de explicaciones,
comprendió Lali. Luego Antony le tendió una mano—. Entonces, amigos, La. Nada
más y nada menos.
Lali comenzó a creer que
se estaba olvidando de Peter. Cada vez eran menos frecuentes las ocasiones en
las que ansiaba verlo, tocarlo, oír su profunda voz y ya pensaba con más
claridad y se entregaba con creciente entusiasmo y pasión a su trabajo teatral.
Peter empezaba a ocupar un lugar un tanto remoto en su romántico corazón.
Pero luego sucedió lo
inesperado, volviendo a sumirla en un torbellino emocional.
Que paso??!!. Me Encanta. Massss .Toda la suerte del Mundo!!!
ResponderEliminarotro y escribe mas seguido quiero masssssssss
ResponderEliminarMuy bueno!Yo lo hubiera escuchado a peter,q sera lo q va a suceder?
ResponderEliminarQuiero saber que le sucedió a lali, quiero otro capiiiiii
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaas Noveeeeeeeeeeee!
ResponderEliminarque paso??? Me ponia muy nerviosa que el constantemente la llamaba la!!! cuando se estaba muriendo de celos !! Más!!!
ResponderEliminarahhh non nos dejes asi qqe le paso a Lali??
ResponderEliminarNo nos dejes así! No es justo! Queremos más!!!!!! Pliiiiiiis! :D
ResponderEliminarquiero mas novelitaaaaaaaaaaaa.. que paso ???? quiero saber que tenia para decirle peter .. maaaas
ResponderEliminarLALI con ese cuñado que tiene como dusfrito hacer enojar a PETER-
ResponderEliminarPETER no poia mas de los celos.
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Meeeeeeeeee ENCANTA! Maaaas <3 Quiero que se arreglen YA, YA, YA! JAJA
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas Noooooveeeeee please...
@Camhii_Infante
Me Re Gusto
ResponderEliminarPero Te Juro Me Dolieron
En El Alma Las Palabras De Lali
Mas Nove!!!
¡K tengas muchísima suerte!.Peter celoso ,parece k ya ha tirado la toalla,k no la molesta más después d esa cena k ella tuvo con su cuñado.
ResponderEliminarmassss pofavor
ResponderEliminarAlgo me dice que Peter tiene nueva pareja.
ResponderEliminar@Masi_ruth
AQUI ESTOY POR FIN VIERNES VOLVÍ :P aaaaaaa no puedo creer todo lo q paso, pero Peter es un tonto ella se lo advirtió y el no quiso oírla pero me imagino que el volverá a insistir mejor dicho voy a ver q pasa SIGO LEYENDO
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