sábado, 22 de septiembre de 2012

Final De Atraves De Tus Ojos

Llego el final de la nove! Gracias a todas por acompañarme siempre las quiero! a y feliz dia de la primavera/otoño/paz atrasado jaja pasa que en mi pais no se celebra! Quieren que suba la intro hoy??

Capítulo 13

Pero cuando Peter llegó, la tomó tan de sorpresa que ella olvidó su promesa de escucharlo, y el impacto y la ira la hicieron lanzarle más insultos de los que se creía capaz.

Fue muy temprano, a la mañana siguiente. Después de una noche de inquieta duermevela, Lali se levantó, se puso un pantalón corto y una camiseta y, como se había convertido en su costumbre desde que llegó a la villa, salió en silencio antes de que los demás se despertaran.

La bahía privada estaba muy bella a esa hora. El mar susurraba perezosamente contra la playa, incitando a la joven a la orilla y haciéndola contener el aliento ante el primer contacto del agua fresca y limpia con sus pies descalzos. Permaneció allí durante un rato, mirando a su alrededor con una profunda sensación de paz. El barco de Stavros se balanceaba con suavidad, amarrado al muelle natural que se adentraba en la bahía. El barco estaba en semioscuridad y su proa brillaba a la primera luz del sol. El agua era muy profunda allí, lo cual permitía que la embarcación se acercara tanto a tierra, y tan clara y transparente, que Yannis y Lali solían sentarse en las rocas para contemplar, fascinados, la variada y multicolor vida submarina.

Esa mañana el aire estaba muy quieto; apenas alguna brisa fugaz perturbaba la tranquilidad de la bahía, y Lali permaneció allí para disfrutar de la paz, observando con una sonrisa el salto de un entusiasta pez en medio de las aguas. Un ave marina volaba en silencio y Lali alzó la cabeza para observarla planear a través de la bahía de un lado a otro, extendiendo majestuosamente las alas. Otro chapoteo la hizo volver la mirada hacia el agua, buscando con los ojos entrecerrados el remolino que le mostraría dónde había saltado esa vez el pez. No pudo ver señales en medio de la bahía y comenzó a recorrer con la mirada el ensombrecido perímetro, sabiendo que era una búsqueda inútil, pero disfrutando de la maravillosa simplicidad de no tener otra cosa que hacer que observar y escuchar, absorber y sentir.

Fue entonces cuando lo vio, moviéndose con dorada gracia a través del agua, surgiendo de las sombras desde la dirección del yate hacia la brillante luz del sol, avanzando en línea oblicua hacia donde ella estaba.

¡Un hombre!, reconoció la joven con una agitación de alarma. No cabía duda de que se trataba de un hombre que nadaba hacia la orilla desde el barco.

El nadador surgió del agua como un dios marino, el agua chorreaba por sus hombros y su magnífico torso. La hipnotizada joven apenas era capaz de respirar al verlo como alguna vez había imaginado verlo. Su Coloso emergiendo de su reino acuático para ir hacia ella. Su corazón respondió con violencia, golpeando contra sus costillas.

Peter —murmuró.

Él no dijo nada, sólo siguió acercándose con aire tan decidido, que hizo a Lali retroceder, amedrentada.

—¿Qué… haces aquí?

Si esperaba que la pregunta lo detuviera, pronto se desengañó. Peter ni siquiera vaciló. Siguió saliendo del agua y pronto la joven vio su pequeño bañador, que no dejaba nada a la imaginación, las rodillas sólidas y seguras, los muslos firmes y musculosos. Siguió avanzando y el agua salpicaba a sus pies.

Lali emitió una risita nerviosa.

—Tú… tú… —farfulló la joven, retrocediendo a medida que él avanzaba, con las manos extendidas frente a ella, tratando de parecer tranquila, aunque por dentro era una masa de confusión y alarma—. ¿Dormiste anoche en el barco?

No hubo respuesta. Peter se acercó y se irguió ante ella como un gigante mítico, vengador. Esos ojos de león entrecerrados se clavaron en los de Lali, dándole apenas un indicio de lo que pretendía hacer antes de inclinarse y, con una facilidad que la enfureció, la alzó en vilo y se la echó al hombro. Antes de que ella pudiera siquiera darse cuenta de lo que estaba sucediendo, Peter se volvió y comenzó a caminar hacia el muelle.

—¡Peter! —Lali luchó por desasirse—. ¿Qué haces? ¡Peter! —gritó ella otra vez, cuando él no dio señales de oírla y siguió caminando—. ¡Suéltame! —exigió ella, pataleando con furia, pero él le atrapó las piernas y se las retuvo con firmeza, y siguió caminando como si lo que llevara a cuestas fuese un saco.

Apretando con fuerza los labios, Lali comenzó a golpearle la espalda con los puños. Él permaneció impávido.

—Peter… —dijo ella en tono de advertencia—. Si no me pones en el suelo en este mismo momento… comenzaré a gritar. Y toda la gente de la casa me oirá y vendrán corriendo en mi rescate.

«Inténtalo», la desafió Peter sin palabras. Y Lali lo hizo, lanzando unos gritos que la asombraron a ella misma. Pero en vano. Peter mantuvo su paso regular, ignorándola por completo y ella comenzó a sentir un flujo de temerosa excitación corriendo por sus venas. Era alarmante ser llevaba en brazos de un gigantón silencioso, sin poder hacer nada por evitarlo, sintiéndose impotente, vulnerable. No importaba que ella lo conociera y supiera sin lugar a dudas que Peter no pensaba hacerle ningún daño físico. La alarmaba la forma en que él se comportaba, tan decidido e impasible y sin hacer caso de sus airadas protestas.

Ahora la llevaba por el rompeolas, acercándose al lugar donde el sol todavía no penetraba en camino directo hacia el barco, y Lali comenzó a forcejear en serio, tratando frenéticamente de zafarse del abrazo, con el rostro encendido de ira y humillación. Volvió a gritar, fuerte y durante largo rato y Peter  le soltó las piernas el tiempo suficiente para darle un azote.

—¡Oh! —chilló ella, mortificada—. ¡Te mataré por esto, Peter Lanzani! —Farfulló con voz sofocada, volviendo a golpearlo con los puños—. ¡Te odio… te odio!

Peter ni siquiera la humilló con una carcajada, sino que llegó hasta el barco y subió con agilidad a cubierta. El barco se bamboleó un poco y él hizo una pausa el tiempo suficiente para recobrar el equilibrio, luego bajó los escalones que conducían a la pequeña cabina, deslizando a su presa por su hombro hasta que ella quedó apretada firmemente a su cuerpo, con las caras al mismo nivel y los ojos reflejando diferentes emociones: lo de ella una furiosa frustración, los de él una fría determinación.

Peter cruzó la puerta de la cabina y soltó a la joven, mirándola impasible mientras ella se apartaba de él con furiosos movimientos y atravesaba el cuarto, con el rostro rígido y enrojecido. Luego, con una reverencia burlona que provocó un gruñido feroz de la joven, Peter salió de la cabina y cerró la puerta.

—¿Qué estás haciendo? —gritó Lali y corrió hacia la puerta a tiempo para oír el pestillo que se corría al otro lado. Sintió que le temblaban las piernas y se agarró al marco de la puerta, desesperada al oír los pasos de Peter, que regresaban con calma a cubierta—. ¡Peter! —golpeó la puerta con los puños hasta que le dolieron los nudillos.

Pudo oírlo caminar arriba y alzó los ojos al techo, como siguiendo su trayectoria. Hubo una pausa, luego el silencio la hizo contener el aliento, y cuando oyó el ruido de motores su ira creció.

¡La estaba secuestrando!, comprendió con una furia que disfrazaba apenas el aleteo de excitación que le estaba provocando la táctica cavernícola de Peter.

—¡Peter Lanzani! ¡Baja inmediatamente y sácame de aquí! —gritó a pleno pulmón y pateó el suelo con indignación.

El barco empezó a moverse, girando con lentitud sobre su eje, y el motor vibró pesadamente mientras se completaba la maniobra. Luego la joven oyó el cambio cuando Peter abrió la válvula de admisión y el barco surcó las aguas mar adentro.

Lali corrió hacia la portilla y se asomó afuera tratando de abrirla, y sus ojos brillaron al trazar cuidadosamente la dirección que tomó el barco una vez que se alejó del rompeolas. Luego la joven regresó a la puerta y la golpeó con los puños apretados, gritando toda suerte de improperios a su captor hasta que, exhausta y acalorada, se desplomó sobre el banco, con el cuerpo empapado en sudor y la garganta dolorida y seca de tanto gritar.

—¡Nunca te perdonaré esto! —Fue su último y más agudo grito—. ¡Espera a que Stavros se entere, tendrá mi autorización para castrarte!

«De hecho», pensó ella con ánimo vengativo, «quizá yo misma lo haría».

Se levantó, fue hacia el pequeño frigorífico y se alegró al encontrarlo lleno de bebidas enlatadas.

Tomó una Coca Cola, la abrió y se la bebió con gusto.

—Espero que te estés asando ahí afuera —masculló con encono y dio otro sorbo de refresco—. Espero que estés complacido contigo mismo, Peter Lanzani. Ya me vengaré —siguió refunfuñando—. ¡Me desquitaré! —gritó a todo pulmón, y luego fue a sentarse otra vez al banco a esperar de manera más tranquila su suerte.

Más tarde, Lali no pudo decir qué la había enfurecido más: la insufrible calma con la que él la había secuestrado o el exasperante silencio al que la había sometido. Ciertamente no temía por su vida, ni por el secuestro en sí. En realidad, cuando recordaba esa parte admitía que le había parecido bastante excitante. Pero, a medida que pasaban los minutos y el barco seguía su curso alrededor de la isla, y el hombre que conducía la embarcación mantenía su abrumador silencio, Lali sintió un verdadero desgaste mental y emocional.

Estaba sentada muy quieta en el banco, cuando el barco se detuvo por fin. Los motores cesaron su ronroneo, y Lali oyó el ruido del ancla al descender; luego los pasos de Peter que bajaban la escalera y la puerta que se abría.

Lali notó con un estremecimiento esa expresión de inflexibilidad en su rostro. Su cuerpo, cubierto todavía tan sólo por el pequeño bañador, llenaba el hueco del umbral con una imperiosidad que indicaba que todavía no había terminado la dura prueba a la que la estaba sometiendo.

—Vamos —ordenó en tono tajante, agitando una mano hacia ella—. Afuera.

—¡Vaya! ¡Conque el hombre habla, después de todo! —Bufó Lali con acritud, negándose a obedecer, con la barbilla alzada en rebeldía—. Vete al infierno —agregó con frialdad.

148 Peter estuvo a su lado con tal presteza que Lali saltó de su asiento, mientras escapaba un jadeo de sus labios cuando las manos de él la agarraron por los hombros con rudeza para obligarla a ponerse de pie.

—¡Habla! —Dijo Peter con aspereza—. Y ha estado atormentado durante tanto tiempo, que ya no conoce otra cosa… así que no me provoques más, a menos que quieras sufrir las consecuencias —le advirtió—. Porque es posible que este «coloso» se haya visto obligado a ponerse de rodillas por algún tiempo, pero ahora está dispuesto a presentar batalla. De modo que te aconsejaría controlar tu lengua, a menos que…

—¿Quién te ha dado derecho a…?

—¡Fuera! —la interrumpió Peter con aspereza, señalando hacia la puerta con aire autoritario—. ¡Fuera!

Y Lali salió, demasiado temerosa para desahogarse otra vez. Pero le dirigió una mirada desdeñosa antes de moverse, echando la cabeza atrás de manera altanera y orgullosa.

El sol ya estaba en su cénit y Lali sintió su calor quemándole la piel cuando subió a la cubierta. Peter había anclado el barco en una pequeña bahía besada por el sol, su playa era de arena blanca.

—Bien —indicó esa autoritaria voz detrás de la joven, haciéndola sobresaltarse y escabullirse con rapidez a un lado del barco, aferrándose con nerviosismo a la barandilla. Se volvió a tiempo para observar la sombría mirada de satisfacción en el rostro de Peter ante el temor que despertaba en ella—. Ahora voy a hablar y tú me escucharás, La. ¿Entendido?

Ella asintió, tragando saliva.

—Quiero explicarte algo respecto a Tracy. Ella…

—¡No! —Lali no pudo contener la negativa.

Peter la miró con los ojos entrecerrados, amenazantes.

—Creí que habíamos convenido en que…

—Si, pero… no quiero oír hablar de tu ex-esposa —se apresuró a decir la joven—. Sólo dime una cosa; el resto puedes guardártelo.

Peter vaciló, pero luego asintió con expresión seria.

—Bien., ¿qué quieres saber?

—¿Estás aquí porque tus… tus sentimientos hacia mí resultaron más fuertes que tu sentido del deber hacia Tracy, o porque ella te rechazó?

Peter la estudiaba con ceño adusto; su piel estaba más bronceada de lo que Lali recordaba, y el sol brillaba en el fino vello que cubría su piel, enmarcándolo en un halo de oro bruñido.

Mágico, místico, mítico, pensó ella sin aliento, y el deseo de correr hacia él y echarse a sus pies la hizo estremecerse. Luego Peter sonrió y fue una sonrisa tan extraña, que mantuvo a la joven inmóvil contra la barandilla.

—Yo sabía que eras más importante para mí desde el momento mismo en que saliste ese día del salón —admitió Peter con voz ronca. Alzó una mano hacia ella, luego la dejó caer y la sonrisa tembló y se desvaneció—. ¡No quiero volver a vivir nunca una hora como la que sufrí después de esa escena! —repuso con la voz quebrada por la emoción, y Lali notó cómo palidecía él—. Te tuve ante mí desangrándote y no podía hacer ninguna maldita cosa para evitarlo. Me quedé parado allí mirándote hacer el equipaje, te observé sacar cada una de tus cosas hasta dejar el lugar limpio de… —se le volvió a quebrar la voz—… de cualquier prueba de que alguna vez estuviste allí, y yo quería ponerme de rodillas y pedirte perdón.

—¿Por qué no lo hiciste?

—Era demasiado tarde, ¿no? Era demasiado tarde desde que permití a Tracy engatusarme con su…

—Te he pedido que no hables de ella —lo interrumpió Lali, y supo que el rencor que sentía hacia la otra mujer se traslucía en su voz—. No soy una de esas mujeres a las que les gusta saber que son una segunda parte en cualquier cosa, Peter, así que si quieres que sigamos discutiendo de esto, no quiero volver a oír el nombre de tu ex-esposa.

Un músculo saltó en la mandíbula de Peter.

—Está bien, lo acepto —accedió, entendiendo más de lo que estaba dispuesto a aceptar. La Lali de antes no se habría mostrado tan vengativa hacia otro ser humano. Él había puesto esos sentimientos en su corazón al utilizar de manera involuntaria e irresponsable a Tracy como arma para herirla—. Tan sólo déjame decirte que recobré la cordura demasiado tarde para salvarnos del desastroso curso que yo mismo nos había fijado.

—¿Lo intentaste?

—Oh, sí, claro que lo intenté —la boca de Peter se torció con amargura—. Aunque, debo decirlo, tu forma de humillarme en el restaurante fue una especie de venganza, ¿verdad? —volvió a hacer una mueca amarga, y ella tuvo la decencia de sonrojarse. Esa escena había sido bastante jugosa para aparecer en los periódicos y Peter no salió muy airoso de ella—. Después de eso decidí que no merecía la pena volver a intentarlo, pues era evidente que en tu corazón no había sitio para el perdón… y yo también tengo mi orgullo, ¿sabes?

Sí, lo sabía.

—¿Entonces qué haces aquí, si te parece inútil?

—Ah… esta situación es diferente —repuso él, arrastrando las palabras y relajándose un poco por fin—. Si lo recuerdas bien, tú pediste verme.

Era cierto. Lali se movió con inquietud en su asiento bajo la imperturbable mirada del coloso.

—¿Y por qué las tácticas de cavernícola? —quiso saber ella, mirándolo con actitud desafiante.

En el rostro de Peter se desplegó su habitual sonrisa y sus cejas se alzaron para darle un encanto malicioso, juguetón.

—Ha funcionado, ¿no es cierto? —declaro en tono burlón—. Te he traído donde quería y con el mínimo de esfuerzo requerido… y entiende esto, La —prosiguió, causando su enojo al agitar un dedo ante ella—. Eso ha sido sólo un ejemplo de cómo pienso comportarme de hoy en adelante. El problema contigo es que vives en un mundo de fantasía. No me extraña que tengas éxito en la profesión que has elegido; tener una imaginación desbordante como la tuya debe de ser una enorme ventaja. Pero resulta desastrosa para los simples mortales que tratan de acercarse a ti. De modo que este mortal —se señaló a sí mismo con el dedo, sin hacer caso de la rigidez que causaba en Lali su crítica— decidió subir a su cumbre, puesto que no vio otra forma de llegar hasta ti… de modo que aquí está —anunció con una exasperante reverencia burlona—. Tu «coloso» ha ascendido. Y estás a punto de aprender, Lali Esposito, que nosotros los dioses no aceptamos tonterías de nuestras temperamentales mujeres. O me sigues o me pongo rudo. Así de sencillo.

Lali se puso de pie, perpleja por la arrogancia de Peter, indignada ante su insolente suposición de que ella se sometería a sus demandas dictatoriales.

—Ah… si yo fuera un hombre… —masculló con furia, y sus senos subieron y bajaron con agitación bajo la camiseta.

—Si fueras un hombre todo esto no tendría lugar, querida… —se burló Peter y luego agregó—: ¿Te gustaría tener aquí a tu poderoso cuñado?

—¡Stavros te tiraría por la borda si supiera cómo me has tratado!

—Stavros, querida mía, fue precisamente quien me dio la idea de tratarte así.

Lali lo miró boquiabierta, consternada, furiosa.

¡Todos los hombres eran unos…! Sacudió la cabeza con disgusto y Peter se limitó a sonreír muy complacido de sí mismo, tan tranquilo ahora que parecía casi indolente, mirándola con interés, mientras ella pasaba de un nivel de ira al siguiente, hasta que en el colmo de la exasperación lanzó un grito y trató de arañarlo en la cara antes de que él la sometiera.

Pero Peter la volvió a sorprender. Antes de que ella pudiera hacer nada, la alzó en vilo y la lanzó por la borda.

Ella reapareció en la superficie, farfullando, tosiendo y lo vio apoyado con toda naturalidad en la barandilla, sonriéndole complacido.

—Sabes nadar, ¿verdad? —le preguntó.

« ¡Que si sé nadar! ¡Ya le enseñaré cómo nado!» Con una impecable brazada se volvió y se hundió bajo la superficie para nadar bajo el agua en dirección a la playa. Después de un minuto emergió otra vez a la superficie para recobrar el aire. Para entonces ya estaba a medio camino de la playa, y de allí en adelante continuó nadando con más vigor que elegancia.

Antes de que llegara a las aguas poco profundas, Peter ya estaba nadando a su lado, y ella le lanzó una mirada destinada a ahogarlo. No funcionó. Como Peter había dicho, se guiaba por la pauta de los dioses; era indestructible.

Peter la rodeó con un brazo por la cintura para ayudarla a incorporarse en la parte poco profunda, sosteniéndola por un momento, mientras ella recobraba el aliento, respirando él también con dificultad, mientras el agua chorreaba de la ropa de ella, que parecía casi desnuda.

En la expresión de Peter había una intensidad y una urgencia que pusieron a Lali a la defensiva otra vez.

Los ojos leoninos de él brillaban de manera extraña, y su rostro estaba tenso por una pasión contenida.

—¡Te… te odio…Peter Lanzani! —Jadeó la joven—. No eres más que un bruto y un…

El resto de la andanada fue acallado por un beso cálido. Los brazos masculinos la abrazaron estrechamente, las manos se deslizaron por su espalda y Lali estuvo perdida.

Su rendición fue tan rápida, sus ávidos sentidos estaban tan ansiosos por saborearlo y sentirlo, que la sacudieron en arrollador torrente, quemándola en su urgencia por volver a conocer el acoplamiento perfecto.

—No me odias, La —murmuró él con voz intensa contra los labios suavizados por el beso—. Me amas. Y lo sabes muy bien.

—¡No! —negó ella, tratando de desasirse.

—¡Sí! —porfió Peter, mirándola con ojos relampagueantes—. ¡Me amas! ¡Siempre me has amado y aunque nunca nos volvamos a ver después de este día, siempre me amarás!

Las lágrimas inundaron los ojos de la joven y Peter las vio brotar, con la mandíbula rígida, negándose a ceder un ápice hasta sacarle la reacia declaración.

—Dilo, La —ordenó con voz tensa y dándole una vigorosa sacudida—. ¡Dilo, por todos los santos, y sácanos de esta congoja!

—¡Te amo! —prorrumpió ella por fin con voz sofocada y hundió el rostro en el hombro amado para llorar inconteniblemente.

Peter la estrechó con ternura, colocó la cabeza sobre la de ella con enorme suavidad y su cuerpo de gigante se estremeció.

—Cásate conmigo, La —murmuró.

Ella no respondió y siguió sollozando.

—Cásate conmigo —la apremió él otra vez—. Y déjame pasar el resto de mi vida demostrándote lo mucho que te amo.

—Hasta que Tracy aparezca otra vez —musitó ella entre sollozos y abrazándose a él con una especie de frenesí.

Peter lanzó un profundo suspiro.

—Tracy ya no es responsabilidad mía, La. Aprendí esa penosa lección la última vez que me la enseñaste. Por lo general no necesito que me enseñen dos veces la misma lección.

—¿Cómo puedo estar segura de eso?

—Casándote conmigo. Además, señorita, quedamos en que no quería usted oír hablar de Tracy.

Lali se apartó un poco de él.

—Dime lo que pasó con ella —murmuró.

—Le dije con toda claridad que se largara de mi vida… y ella se fue —confesó Peter. Alzó las manos para acariciarle con suavidad los brazos. Lali no quería mirarlo a la cara—. Pero no antes de que ella me confesara todas sus mentiras. Se hizo esterilizar después del aborto. Su italiano no quería casarse, sólo la echó de su lado cuando se hartó de ella. Ella leyó sobre nosotros en los periódicos, vio que una posible pensión a perpetuidad se le iba de las manos y decidió venir a jugar su última carta. Y eso —suspiró— es todo. No me volverá a molestar —sus palmas moldearon distraídamente los hombros de Lali—. Tengo que… decírtelo, La —agregó con cierto titubeo—. No pude dejarla ir sin nada… le puse una boutique en Nueva York. Por lo último que he sabido, está disfrutando enormemente de su posición de mujer de negocios y ha convertido la tienda en un verdadero éxito. Algo que debe concedérsele es que tiene buen gusto y elegancia.

—Sí, le concederemos eso —repuso Lali con burlona magnanimidad, y alzó la cara para dirigir a su amado una sonrisa trémula.

Sus ojos estaban todavía enrojecidos por el llanto y un estremecimiento sacudió el enorme cuerpo de Peter cuando bajó la cabeza para rozarle con suavidad la boca con sus labios.

—Sabes que no me gusta verte llorar, La—musitó—. ¿Por qué no cedes y me dices que sí te casarás conmigo? Así no habrá razón para que vuelvas a llorar nunca.

—Arrogante —gruñó Lali, pero su sonrisa fue clara por fin y adornada por ese amor que él había creído que nunca volvería a ver en sus ojos azules como el cielo de verano—. Está bien, me casaré contigo… pero con una condición.

Peter se puso tenso, apartándose de ella para mirarla con los ojos entrecerrados, y Lali mantuvo la expresión seria para que él no supiera si estaba bromeando o no.

—Está bien —suspiró Peter por fin—. ¿Cuál es la condición?

—Que me lleves en brazos al barco otra vez, ya que has tenido la desfachatez de tirarme por la borda —lo desafió la joven, con los ojos muy abiertos e inocentes—. ¿No eres tú quien dice tener poderes divinos? —Comenzó a reírse nerviosamente cuando él empezó a entender la broma—. ¡El primer Coloso me habría llevado con toda facilidad!

Comenzó a retroceder, temerosa, a pesar de su ánimo juguetón; le brillaban los ojos con malicioso regocijo y Peter se quedó mirándola por un momento, sin moverse, contemplando con deleite el magnífico cuerpo apenas cubierto por la ropa que se le pegaba por el agua, el pelo rubio como el trigo, las mejillas sonrosadas y la boca suave, plena y muy roja.

—Ésa es mi condición —insistió la joven, agitando un dedo ante la cara de él—. Eres tú quien ha dicho que yo quería un dios a quien amar, así que…

La sonrisa de Peter fue cautivadora y sus grandes hombros se alzaron y descendieron con resignación, luego comenzó a saltar entre las olas para acercarse a ella.

Lali estaba a punto de volverse para echarse a nadar, cuando él la atrapó, y un chillido agudo escapó de su garganta cuando la alzó con facilidad y se la echó al hombro, sin hacer caso de la forma en que ella se agarraba a su pelo, ni de sus gritos y ruegos de que la soltara, hasta que ella terminó suplicando cuando el agua llegó al pecho de Peter. Pero él siguió avanzando hasta quedar cubierto por el agua hasta la barbilla.

—Suéltame, Peter —suplicó Jessica—. Me retracto. Me casaré contigo de todas formas… aunque no seas el dios que yo creía.

Él ya parecía dispuesto a soltarla, pero al oír estas últimas palabras la agarró por los tobillos con más fuerza y siguió mar adentro hasta quedar cubierto por el agua, Lali forcejeó para desasirse, en un acceso de verdadero pavor, hasta que Peter la soltó.

Sus cabezas surgieron a la superficie al mismo tiempo, los dos riendo, y Lali fue otra vez hacia los brazos de su coloso.

—Te amo, La. Te amo…

—¡No! —Ella le tapó la boca con una mano—. No hay necesidad de palabras —dijo con suavidad—. Ya no. ¡No las necesito, sólo te necesito a ti!

Nadaron juntos hacia el barco, Peter subió antes a cubierta y luego ofreció una mano a Lali para ayudarla a subir.

—Tengo algo que enseñarte —anunció él en cuanto sus pies tocaron la cubierta. Peter la tomó de la mano y la condujo hacia la pequeña cabina, luego la soltó para agacharse bajo el banco y sacar un paquete de allí.

Se lo entregó a Lali con solemnidad.

—Ábrelo —la instó—. Es para ti.

Emocionada, Lali abrió el paquete con manos temblorosas y extrajo un estuche de tamaño regular. Miró a Peter con ojos interrogantes, pero él permaneció mirándola con gravedad, sin delatar nada, y ella se obligó a abrir el estuche.

Era una pequeña estatua de bronce, recubierta de oro, del Coloso de rodas. La la sostuvo con ternura entre las manos, volviéndola de un lado a otro, con el corazón henchido de emoción al volver a mirar a su coloso de carne y hueso.

—¿Es el mismo?

Peter asintió.

—Christos Vangelis lo reparó para mí. Sugirió que quizá convendría comprar uno nuevo, pero yo quería éste, con el cuello dañado y todo —su voz se enronqueció por la emoción—. Es para ti, La. Lo mandé arreglar para devolvértelo.

Las lágrimas le hicieron un nudo en la garganta a la joven mientras las manos que sostenían la hermosa estatua temblaban.

—No, Peter —declaró con voz quebrada—. Es tuyo. Lo compré para ti…

—Me lo tengo que volver a ganar —dijo Peter—. ¡Y esta vez de manera honesta!

—Entonces no es de ninguno de los dos —manifestó Lali, deslizando otra vez la estatua en su estuche. Una extraña sonrisa cruzó su cara cuando volvió a mirar a su amado—. Quizá nunca nos perteneció. Quizá he sido culpable de un pecado terrible al esperar que fueras lo que no eres, Peter… lo lamento.

Un emotivo suspiro sacudió el cuerpo de Peter.

—Lo pondremos en un lugar de honor en el apartamento cuando lleguemos a casa —decidió—. Es un símbolo de nuestro amor.

—Me gusta la idea —murmuró Lali y se deslizó con suavidad en los brazos amados. Después de todo, pensó, el Coloso pertenecía al sol, al cielo y a la gente de Rodas. Ella tenía su propia versión viviente en sus brazos y era mucho más deseable que cualquier imagen esculpida.

FIN♥

14 comentarios:

  1. Me ENCANTO!!!! TRACY NO SE MERECIA NI UNA BOUTIQUE PERO BUE JEJE INTRODUCCION YA!!!

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  2. Me encanto, un final diferente, pero genial!!! Al fin terminaron juntos!!! Je!

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  3. ME ENCANTO! La verdad una yegua Tracy ¬¬ No se merecia nada pero bue, Peter es muy bueno!
    ¿como se llama la autora de esta nove?
    Espero la proxima!
    Besos

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  4. PETER se pasa como la va tratar asi a lALI al princio todo fue idea del cuñado.

    PETER no tenia k darle nada Tracy no se lo merecia dsp del daño k le causo

    LALITER la fin estan juntos.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    ESPERO K PUESDAS SUBIR LA INTRO

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  5. EXCELENTE FinaL!A punto de morir ahogada pero finalmente escucho la verdad !JAJA
    MUY LINDA HISTORIA!

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  6. awww jajajaja eso era lo que tenia que haber hecho desde un principio, estuvo buenísima, espero el siguiente argumento y también espero que sea tan bueno como todos los que has publicado hasta ahora

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  7. muy buena buen final y muy linda historia
    @arimurb

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  8. Hahaha estuvo hermoso me encanto :3 hahaha hermosos

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  9. Tenía k ser Stavros el d la idea.Lali durita hasta el final ,jajaja,no pudo resistirse a k le contara k pasó con la ex,k no se merecía nada ,despues d todas las mentiras y el sufrimiento k les causó a los dos ,¡¡¡k se las hubiese arreglado sola ,si tan buena era para los negocios!!!.

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  10. La ame me encantoo ya quiero leer la otra nove x lo qe lei en la intro debe estar muy buena..Un genio Stavros qeria qe Lali y Peter esten juntos me gusto la idea de el es un genio me causo gracias qe ella qeria qe la lleve hasta el barco en brazos y a mitad de camino ya qeria qe la baje jajaja geniall..♥♥

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  11. tracy no se merecia nada mas que ser tirada por la borda por turra!!!! que bueno que peter abrio los ojos y lo mejor es que se casan jeje hermosa la nove ya quiero leer la proxima besos

    ATT:Alex

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  12. Me encantó el final gracias por compartirla.
    @Masi_ruth

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  13. aaaah lo ame ke bn estubo gracias besos♥♥♥

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