Ahora les vengo a proponer algo si le dan MG a mi pagina facebook.com/TeenAngelsYEme15CostaRica … les subo adelantos de la nove que dicen? solo me avisan.Sin mas les dejo nove:)
Capítulo
5
Se encendió la luz verde
del semáforo.
—¿Por qué? —preguntó el
fotógrafo con voz tensa, casi enfadada.
—Quizá tengo ganas de
tomar una taza de té con la tía Vi —repuso Lali en un intento de ligereza. Pero
el gesto de su acompañante era tan furioso como si ella le hubiera propuesto
algo inconcebible, espantoso.
—¿Tienes una idea de lo
que me has estado haciendo toda la noche, La? Me he estado muriendo de deseo
por ti, y sin embargo he tenido que controlarme, comportarme como un chico
serio y decente, cortejarte como un colegial… —hizo parecer reprochable todo
eso y ella se puso rígida de indignación—… ¡ya estaba decidido a llevarte a tu
casa y despedirme de ti con un casto beso de buenas noches!
—Bueno, si tanto te
molesta mi sugerencia… puedes…
—¿Sabes lo que me ha
provocado tu vestido? —La interrumpió con furia—. ¿El notar los pezones a
través del encaje, que cada vez que te mueves de cierta forma revela parte de
tu exquisita piel?
—Creo que estoy
aprendiendo a odiarte —masculló ella, profundamente herida por la acre censura
que consideraba injustificada—. He… he cambiado de idea. Llévame a mi casa.
Después de todo, no quiero estar contigo. No… —Tuvo que hacer una pausa para
controlar las lágrimas que amenazaban con desbordarse de sus ojos—. ¡No quiero
estar en brazos de un gorila agresivo! ¡Ya no te deseo!
—Calma, cariño —de repente
Peter se volvió tierno y gentil—. Vamos —dijo, tomándole una mano—. Lo siento…
me paso el tiempo repitiendo esto, ¿verdad? —Se burló de sí mismo con pesarosa
ironía—. Pero es verdad… lo siento. No llores, cariño. Me sentiré como una rata
si lloras.
—Eres una rata —sollozó
ella.
—De acuerdo —admitió él.
Con un profundo suspiro, le pasó el brazo libre por los hombros—. Acércate
—dijo con suavidad—. Vamos, pon la cabeza en mi hombro y te prometo que dejaré
de comportarme como un patán.
lali se dejó abrazar,
bufando un poco para demostrar su débil reticencia, luego cedió ante la suave
presión de su acompañante y apoyó la cabeza en su hombro. Era un hombro tan
ancho, tan fuerte, tan cálido y firme…
—Bruto —murmuró ella, sólo
para hacerle saber que aún no lo había perdonado del todo.
—Lo que tú digas, La
—concedió Peter—. Acabo de tomar la decisión de no contradecirte en nada… no me
gusta hacerte llorar, cariño… me dan ganas de llorar también.
Ablandada, Lali se
acurrucó contra él.
—Te eché de menos cuando
estuve lejos —murmuró.
—Si quieres que lleguemos
sanos y salvos a casa, más vale que no me digas cosas tan abrumadoras ahora.
Ella hizo un mohín.
—Sólo quería que lo
supieras.
—Lali…
—¡Está bien! Lo intento
—repuso la joven con enfado—. ¿Crees que yo no estoy tan alterada como tú? —apartó
la cabeza del hombro de él y se puso rígida en su asiento, con las mejillas
sonrojadas y la mirada relampagueante—. Me parece tan absurdo que dos personas
maduras y supuestamente sofisticadas se comporten así respecto a algo tan…
elemental como el sexo.
—No tiene nada de
elemental lo que estoy sintiendo por ti, Lali. Lo único que temo es que si no
llegamos pronto a mi casa este coche va a explotar.
—¡No estoy acostumbrada a
esto! —exclamó ella.
—Ya me lo has dicho.
Peter giró el volante con
tal violencia, que lali fue lanzada contra su hombro. Al mirar por la
ventanilla ella se dio cuenta de que estaban atravesando la verja de la casa de
él. Peter condujo el coche hacia la parte trasera de la casa, las puertas del
garaje comenzaron a abrirse con lentitud cuando ellos se aproximaron. Peter
metió el coche dentro, apagó el motor y se volvió a mirar a su acompañante.
—Es cierto —murmuró Lali
con voz suave.
—Lo sé —replicó él—. Tu
reputación es irreprochable.
Lali respingó.
—Y la tuya es… famosa.
—No me recrimines por no
poderte ofrecer lo mismo que tú —declaró él con una voz muy seria—. Sólo confía
en mí cuando te digo que esto es diferente —suspiró—. Yo tampoco estoy
acostumbrado.
Curiosamente, ella le
creyó.
—¿Podemos entrar a la casa
sin que se dé cuenta tu tía? —Preguntó la joven con inquietud—. Creo que esta
noche no estoy de humor para las habituales cortesías sociales.
—Por supuesto —afirmó Peter,
y se inclinó para tocarla.
Lali soltó un suspiro
trémulo, tomando esa gran mano en la suya para ponerla contra su mejilla. Peter
respondió besándola con suavidad en la boca, sin la pasión que los sacudía a
los dos.
Bajaron del coche sin
decir nada más, abrazándose al salir del garaje para dirigirse a la casa.
Entraron por una puerta trasera y ascendieron por un estrecho tramo de
escalera, llegaron al primer piso, atravesaron otra puerta y entraron en una
cocina.
—La casa está dividida en
cuatro secciones —respondió él a la pregunta implícita en la mirada de la
joven—. En un principio toda la casa pertenecía a tía Vi. Es la hermanastra de
mi madre. Heredó la casa de su padre y vivió aquí sola hasta que yo aparecí en
escena. Eso fue… —hizo una pausa para hacer un breve cálculo y se apartó, de
Lali para llenar el filtro de café—… hace cinco años. Había llegado de Nueva
York y buscaba un buen lugar para instalar mi estudio fotográfico. Vine a
visitar a la tía Vi, es mi único familiar vivo y pensé que debía conocerla… el
caso es que al llegar encontré afuera un letrero ofreciendo la propiedad en
venta. Conocí a esta anciana encantadora, acongojada por tener que deshacerse
de su querida casa y haciendo un valiente esfuerzo por no mostrar su desazón.
Peter se movía por la
cocina con la misma destreza que en el estudio. Para Rali era un placer
observarlo, oír su profunda voz metálica y estudiar el movimiento de sus firmes
músculos bajo la camisa.
—De modo que quería vender
la casa para irse a vivir a lo que los ingleses llaman una casa de retiro —su
mueca denotó lo que pensaba de tal eufemismo—. Fue entonces, cuando se me
ocurrió la idea de comprarle la casa, adaptarla y pedirle que ocupara una parte
de ella, diciéndole, para salvar su orgullo, que necesitaba a alguien que me
cuidara, que me protegiera de las lascivas sirenas que amenazaban mi virtud
—agregó con una sonrisa—. Para no alargar la historia… la tía Vi se quedó con
la mitad de la casa en un apartamento independiente. La otra mitad me sirve
como salones de recepción cuando necesito recibir gente. Aquí arriba tengo mi
estudio, mi despacho y… esto —señaló con un amplio movimiento del brazo el
apartamento en general. Luego llevó dos tazas de humeante café a la mesa y
acercó una silla para sentarse junto a la joven—. Tengo mi entrada
independiente, de modo que puedo entrar y salir como me place. También instalé
el servicio de intercomunicación, lo que permite a tía Vi llamarme en cualquier
parte de la casa cuando lo juzga necesario.
Peter dio un sorbo de café
y Lali hizo lo mismo.
—Una vez la robaron
—continuó él—. Por eso había decidido venderla, aparte de por la artritis,
claro —se echó un poco de leche en el café—. Tuve suerte de dar con este lugar.
Está bien situado, en el centro de Londres, donde viven la mayoría de mis
clientes y tengo al mismo tiempo mi lugar de trabajo y mi casa. La tía Vi y yo
nos llevamos muy bien.
—¿Ella nunca te reprende
por la vida licenciosa que llevas? —inquirió Lali con ánimo travieso
—En absoluto —repuso él
con suavidad.
Lali dio otro sorbo de
café, pero no quiso tomar más. Peter bebió del suyo, pero lo apartó también.
Miró a la joven con intensidad, y ella se estremeció.
—Lali…
Peter estaba sentado muy
cerca de ella. Lali lo miró con los párpados entornados; él parecía muy serio.
—Peter… estoy nerviosa.
Qué tontería, ¿verdad?
—Entonces nos terminamos el
café y te llevaré a tu casa —repuso Peter con mucha suavidad, y a Lali la
invadió una oleada de ternura—. No quiero precipitar las cosas, ni presionarte.
Lo que siento por ti es demasiado fuerte, demasiado profundo como para echarlo
a perder por mi impulsividad.
—No… No quería decir eso
—murmuró Lali—. Lo que pasa es que… —desvió la mirada con profunda turbación.
Peter la miró, extrañado.
—La… ¿vas a decirme que
eres…?
—¿Virgen? —la joven emitió
una risa breve, suave—. No.
Hubo una pausa tensa,
luego Peter le rozó la mejilla con una mano.
—No soy ningún Goliat,
¿sabes? —declaró él, y Lali se sonrojó, al comprender que se había adelantado.
Él se echó a reír. No fue
una risa divertida, ni burlona.
—Lali… —murmuró luego,
serio otra vez—. El amor tiende puentes sobre todo tipo de diferencias físicas.
Cuando hay suficiente pasión mutua, cariño y consideración…
—Entiendo —musitó la
joven, tratando de aparentar naturalidad, pero sin conseguirlo del todo.
Peter la miró con los ojos
entrecerrados.
—¿Cuánta… experiencia
tienes, La?
—No mucha —admitió ella.
—¡Vaya! —suspiró él—. No
mucha —repitió para sí—. Me pregunto lo que significa eso.
Volvió a suspirar y luego
la tomó por los hombros y la hizo sentarse en sus rodillas.
—¿Sientes esto? —Preguntó
en una especie de gruñido, sosteniéndole la mano contra el pecho, donde su
corazón latía con violencia—. ¿Recuerdas el beso que nos dimos en el coche,
antes de que te fueras de vacaciones? Entonces no me tenías miedo. Los latidos
de tu corazón estaban al mismo ritmo que los míos y me deseabas. Las únicas
incertidumbres que tenías entonces se referían a otras cuestiones más prácticas
—los ojos dorados escudriñaron el rostro de la actriz—. Cuando el deseo es tan
fuerte y la química funciona, y el tiempo y el lugar son apropiados, sólo puede
resultarnos perfecto, ¿no crees?
Ella asintió con timidez.
Por supuesto que lo sabía. No era una adolescente boba en su primer encuentro
con un hombre. Lo que pasaba era que… que… dejó de tratar de encontrar palabras
para explicar lo que le sucedía y clavó la mirada en las perturbadoras
profundidades de los ojos de Peter.
Lali entreabrió los labios
y se pasó la punta de la lengua entre ellos. Peter observó el movimiento con
tensa inmovilidad, con los ojos fijos en la húmeda punta de la lengua. Y la
química comenzó a hacer sus efectos, su cuerpo cobró vida propia al mirarse uno
al otro. La mente de la actriz fue disipando los temores y dudas ante la mágica
acción del insondable misterio del deseo.
—Bésame —susurró ella.
—¡Oh, Lali! —gimió Peter,
y la estrechó con vehemencia, apoderándose de sus labios con toda la avidez de su
sensual naturaleza.
Deslizó una mano por
debajo del vestido de la joven, moldeándole un sedoso hombro, con la otra mano
le tocó el rostro, con tal suavidad y ternura que quiso llorar, conmovida. Lali
abrió la boca y, en un frenesí de deseo y sensualidad, sus lenguas se
encontraron. Muy dentro de ella, en el centro mismo de su ser, Lali sintió su
propia reacción al ritmo de la lengua masculina; una llamarada surgió desde
allí para incendiar todo su cuerpo. Se arqueó hacia él, con los senos
palpitando por el exquisito dolor del deseo.
Peter murmuró algo contra su
boca. Ella le acariciaba los hombros con las manos, luego sus manos se
crisparon y le clavó las uñas en los firmes músculos. Peter se movió hacia
delante y su cuerpo la atrapó contra la mesa, haciéndola inclinarse hacia atrás
hasta que ella quedó tumbada sobre la dura tabla. Luego él se inclinó sobre
ella y con una ansiosa mano le apartó de los senos la parte superior del
vestido.
Lali sintió una ráfaga de
aire fresco en su enfebrecida piel, luego la mano de peter se cerró sobre un
palpitante seno, masajeándolo, envolviéndolo, frotando con el pulgar el pezón
hasta que un gemido de placer escapó de la garganta femenina.
—Peter… —musitó, y él se
apartó de ella mientras recobraba el aliento y miró con ojos ardientes la piel
desnuda de la joven. Luego la tomó en brazos.
Lali se abrazó a él
mientras la llevaba a la habitación. Estaba casi fuera de control cuando él la
depositó con delicadeza en la cama y se inclinó sobre ella para besarla otra
vez con pasión.
—¿Cómo te quito esto?
—preguntó él con voz ronca, tirando de su vestido.
—Se abrocha en la cintura —informó
la joven, casi sin aliento, y en seguida Peter desabrochó el vestido y separó
la tela para contemplar con ojos abrasadores la piel recién expuesta.
—Tan blanca, tan suave,
tan tersa —murmuró Peter—. Eres muy bella, Lali.
Una vez soltado el vestido
en el suelo, Peter se inclinó para besarla con pasión en los labios
entreabiertos, luego se apartó, negándose a escuchar la protesta trémula de
ella mientras ponía su atención en el pelo femenino para quitar con cuidado las
horquillas. Se tomó su tiempo, mientras extendía la suave y sedosa cascada
sobre la almohada.
—Así es como soñaba verte
—murmuró con ronca intensidad.
Luego se levantó de la
cama y Lali abrió los ojos para verlo quitarse la ropa. La única luz del cuarto
era la de la luna que se colaba a través de la ventana sin cortinas.
Peter se llevó las manos a
la hebilla del cinturón, después hizo una pausa.
—Cierra los ojos —ordenó
con suavidad.
Lali negó con la cabeza.
—No tengo miedo, peter —le
aseguró en un susurro muy leve—. Ya no. Te deseo y quiero mirarte.
El maravilloso pecho,
cubierto de fino vello, se ensanchó con una profunda inspiración; luego él dejó
escapar el aire mientras se despojaba de su última prenda. Peter conocía bien
el efecto que su físico ejercía sobre las mujeres. Incluso le producía cierta
sensación de poder y orgullo cuando ellas mostraban pasmo ante él. Pero no Lali.
Sentía una nueva y apremiante necesidad de no asustarla. Parecía tan
vulnerable, acostada allí, tan frágil y pura, tan adorable.
Ella lo observaba, toda
ojos, ojos lánguidos, líquidos. La luna se deslizaba sobre el pálido cuerpo
femenino, cubierto sólo por una minúscula prenda de seda y encaje. Sus cabellos
se abrían en abanico como una aureola dorada para la delicada belleza de su
rostro, y una oleada de deseo corrió en torrente por las venas del fotógrafo,
tensando sus músculos, manteniéndolo inmóvil, mientras contemplaba la
inmaculada belleza de la joven.
Como un dios, pensó Lali
con un estremecimiento, como el orgulloso Coloso de Rodas. La perfección
masculina personificada.
Cuando él se tumbó a su
lado, la joven suspiró con suavidad, entregándose a sus brazos como si fuera su
lugar natural. Peter la estrechó con fuerza, permitiéndose y permitiéndole el
infinito deleite de sentir sus cuerpos desnudos en un estrecho abrazo..
Las manos de Peter se
deslizaron por las esbeltas caderas femeninas, sus dedos apartaron con infinita
suavidad la última barrera de seda, con tan sensual delicadeza, que ella se
arqueó para facilitarle la ceremonia final y luego peter se plegó contra ella
para hacerla sentir la potencia de su deseo. Su boca buscó la de ella y otra
vez ambos ascendieron en una vertiginosa espiral de sensualidad.
La boca de Peter sobre su seno
era tibia y húmeda. Lali lanzó un ronco gemido ante la exquisita tortura del
contacto. Una mano le acariciaba el estómago, deslizándose por su leve y tensa
curva, buscando cada vez con mayor audacia las partes más sensibles,
excitándola hasta el frenesí.
—Mi dama de plata —susurró
él, cuando los dedos serpentearon hacia el suave vello rubio para tocar por fin
el punto más vulnerable de su femineidad. Ella se arqueó, gimiendo,
enfebrecida, y con todo cuidado, antes de que su propio delirio lo hiciera
perder el control, él la cubrió con su cuerpo.
Era duro y fuerte. Las
manos femeninas se movieron sobre su espléndido torso, acariciando,
deleitándose con el contacto. Apenas respiraban, aspirando el aire en suaves
jadeos, embelesados en su mutua belleza. Lali pudo sentir la presión que iba
creciendo en su interior y buscó el hombro de su amante con la boca para
mordisquearlo sensualmente.
—Peter —susurró con
desesperación—. Peter… —clavó las uñas en la piel masculina.
—Shh —él le pasó una mano
por la nuca y la miró con intensidad a los enfebrecidos ojos—. No temas, mi
amor… shh…
Cerrando los ojos, con el
rostro encendido de deseo, él se deslizó dentro de ella, tomándose su tiempo,
con los dientes apretados en su esfuerzo por hacer el momento perfecto para
ella. Lali lo ciñó con los brazos, abriendo su cuerpo para recibirlo con toda
la sensual promesa de su naturaleza apasionada, y todo el afán de contenerse
abandonó a Peter cuando se movieron juntos en perfecta armonía, con cada
vigorosa embestida de su cuerpo hundiéndolo más y más en el de la joven, hasta
que Lali conoció la plena fuerza de su virilidad, ascendiendo a alturas
insospechadas de plenitud sensual.
Peter la sintió dejarse
ir, sintió cómo se detenía su respiración, cómo se tensaba su cuerpo para luego
explotar al borde de un placer sin límites, y fue entonces cuando él la siguió,
soltando las riendas de su control, hasta que en un grito estrangulado los dos
se perdieron en el torbellino incandescente de la plenitud.
PD:lo se amaron el cap jaja yo tambien y porfa recuerden ayudarme besitooos♥
Wow!!! Más!
ResponderEliminarMe ENCANTOOOOOOOOO MASSSSSSS
ResponderEliminarQ encuentro!Pura pasion!
ResponderEliminarCasi se lo pierden x la pequeña discusión del principio.
ResponderEliminarHahaha sisisi me encanto estuvo hermoso gnual espectacular mas mas mas mas ...eres de costa rica ???
ResponderEliminarBueniisimmo!!! De q libro es? Te espero x la mia... aunq la mia la escribo yo... :S no se si te gustara.
ResponderEliminarAh y te añadi... me añadis? Besos soy @ta_volvera
ME FASCINO :)
ResponderEliminarCuando la termines pasame el nombre del libro y el autor y de la anterior tambien besos :)
Recordame x twitter lo de tu pagina xq ahora no llego...
besos
me encantoooo ! :) espero el proxiiiimooooo
ResponderEliminarEstuvo genial el cap oye mándame el link por twitter y te ayudo pq por aquí no me redirecciona, espero el sig cap
ResponderEliminarQue buen cap y mucha pasión.
ResponderEliminar@Masi_ruth