domingo, 9 de septiembre de 2012

Capitulo 5 y Favor

Hola bueno primero que todo muy doloroso lo de blanca la hija de benja vicuña espero que puedan salir adelante.

Ahora les vengo a proponer algo si le dan MG a mi pagina  facebook.com/TeenAngelsYEme  les subo adelantos de la nove que dicen? solo me avisan.Sin mas les dejo nove:)

Capítulo 5

Se encendió la luz verde del semáforo.

—¿Por qué? —preguntó el fotógrafo con voz tensa, casi enfadada.

—Quizá tengo ganas de tomar una taza de té con la tía Vi —repuso Lali en un intento de ligereza. Pero el gesto de su acompañante era tan furioso como si ella le hubiera propuesto algo inconcebible, espantoso.

—¿Tienes una idea de lo que me has estado haciendo toda la noche, La? Me he estado muriendo de deseo por ti, y sin embargo he tenido que controlarme, comportarme como un chico serio y decente, cortejarte como un colegial… —hizo parecer reprochable todo eso y ella se puso rígida de indignación—… ¡ya estaba decidido a llevarte a tu casa y despedirme de ti con un casto beso de buenas noches!

—Bueno, si tanto te molesta mi sugerencia… puedes…

—¿Sabes lo que me ha provocado tu vestido? —La interrumpió con furia—. ¿El notar los pezones a través del encaje, que cada vez que te mueves de cierta forma revela parte de tu exquisita piel?

—Creo que estoy aprendiendo a odiarte —masculló ella, profundamente herida por la acre censura que consideraba injustificada—. He… he cambiado de idea. Llévame a mi casa. Después de todo, no quiero estar contigo. No… —Tuvo que hacer una pausa para controlar las lágrimas que amenazaban con desbordarse de sus ojos—. ¡No quiero estar en brazos de un gorila agresivo! ¡Ya no te deseo!

—Calma, cariño —de repente Peter se volvió tierno y gentil—. Vamos —dijo, tomándole una mano—. Lo siento… me paso el tiempo repitiendo esto, ¿verdad? —Se burló de sí mismo con pesarosa ironía—. Pero es verdad… lo siento. No llores, cariño. Me sentiré como una rata si lloras.

—Eres una rata —sollozó ella.

—De acuerdo —admitió él. Con un profundo suspiro, le pasó el brazo libre por los hombros—. Acércate —dijo con suavidad—. Vamos, pon la cabeza en mi hombro y te prometo que dejaré de comportarme como un patán.

lali se dejó abrazar, bufando un poco para demostrar su débil reticencia, luego cedió ante la suave presión de su acompañante y apoyó la cabeza en su hombro. Era un hombro tan ancho, tan fuerte, tan cálido y firme…

—Bruto —murmuró ella, sólo para hacerle saber que aún no lo había perdonado del todo.

—Lo que tú digas, La —concedió Peter—. Acabo de tomar la decisión de no contradecirte en nada… no me gusta hacerte llorar, cariño… me dan ganas de llorar también.

Ablandada, Lali se acurrucó contra él.

—Te eché de menos cuando estuve lejos —murmuró.

—Si quieres que lleguemos sanos y salvos a casa, más vale que no me digas cosas tan abrumadoras ahora.

Ella hizo un mohín.

—Sólo quería que lo supieras.

—Lali…

—¡Está bien! Lo intento —repuso la joven con enfado—. ¿Crees que yo no estoy tan alterada como tú? —apartó la cabeza del hombro de él y se puso rígida en su asiento, con las mejillas sonrojadas y la mirada relampagueante—. Me parece tan absurdo que dos personas maduras y supuestamente sofisticadas se comporten así respecto a algo tan… elemental como el sexo.

—No tiene nada de elemental lo que estoy sintiendo por ti, Lali. Lo único que temo es que si no llegamos pronto a mi casa este coche va a explotar.

—¡No estoy acostumbrada a esto! —exclamó ella.

—Ya me lo has dicho.

Peter giró el volante con tal violencia, que lali fue lanzada contra su hombro. Al mirar por la ventanilla ella se dio cuenta de que estaban atravesando la verja de la casa de él. Peter condujo el coche hacia la parte trasera de la casa, las puertas del garaje comenzaron a abrirse con lentitud cuando ellos se aproximaron. Peter metió el coche dentro, apagó el motor y se volvió a mirar a su acompañante.

—Es cierto —murmuró Lali con voz suave.

—Lo sé —replicó él—. Tu reputación es irreprochable.

Lali respingó.

—Y la tuya es… famosa.

—No me recrimines por no poderte ofrecer lo mismo que tú —declaró él con una voz muy seria—. Sólo confía en mí cuando te digo que esto es diferente —suspiró—. Yo tampoco estoy acostumbrado.

Curiosamente, ella le creyó.

—¿Podemos entrar a la casa sin que se dé cuenta tu tía? —Preguntó la joven con inquietud—. Creo que esta noche no estoy de humor para las habituales cortesías sociales.

—Por supuesto —afirmó Peter, y se inclinó para tocarla.

Lali soltó un suspiro trémulo, tomando esa gran mano en la suya para ponerla contra su mejilla. Peter respondió besándola con suavidad en la boca, sin la pasión que los sacudía a los dos.

Bajaron del coche sin decir nada más, abrazándose al salir del garaje para dirigirse a la casa. Entraron por una puerta trasera y ascendieron por un estrecho tramo de escalera, llegaron al primer piso, atravesaron otra puerta y entraron en una cocina.

—La casa está dividida en cuatro secciones —respondió él a la pregunta implícita en la mirada de la joven—. En un principio toda la casa pertenecía a tía Vi. Es la hermanastra de mi madre. Heredó la casa de su padre y vivió aquí sola hasta que yo aparecí en escena. Eso fue… —hizo una pausa para hacer un breve cálculo y se apartó, de Lali para llenar el filtro de café—… hace cinco años. Había llegado de Nueva York y buscaba un buen lugar para instalar mi estudio fotográfico. Vine a visitar a la tía Vi, es mi único familiar vivo y pensé que debía conocerla… el caso es que al llegar encontré afuera un letrero ofreciendo la propiedad en venta. Conocí a esta anciana encantadora, acongojada por tener que deshacerse de su querida casa y haciendo un valiente esfuerzo por no mostrar su desazón.

Peter se movía por la cocina con la misma destreza que en el estudio. Para Rali era un placer observarlo, oír su profunda voz metálica y estudiar el movimiento de sus firmes músculos bajo la camisa.

—De modo que quería vender la casa para irse a vivir a lo que los ingleses llaman una casa de retiro —su mueca denotó lo que pensaba de tal eufemismo—. Fue entonces, cuando se me ocurrió la idea de comprarle la casa, adaptarla y pedirle que ocupara una parte de ella, diciéndole, para salvar su orgullo, que necesitaba a alguien que me cuidara, que me protegiera de las lascivas sirenas que amenazaban mi virtud —agregó con una sonrisa—. Para no alargar la historia… la tía Vi se quedó con la mitad de la casa en un apartamento independiente. La otra mitad me sirve como salones de recepción cuando necesito recibir gente. Aquí arriba tengo mi estudio, mi despacho y… esto —señaló con un amplio movimiento del brazo el apartamento en general. Luego llevó dos tazas de humeante café a la mesa y acercó una silla para sentarse junto a la joven—. Tengo mi entrada independiente, de modo que puedo entrar y salir como me place. También instalé el servicio de intercomunicación, lo que permite a tía Vi llamarme en cualquier parte de la casa cuando lo juzga necesario.

Peter dio un sorbo de café y Lali hizo lo mismo.

—Una vez la robaron —continuó él—. Por eso había decidido venderla, aparte de por la artritis, claro —se echó un poco de leche en el café—. Tuve suerte de dar con este lugar. Está bien situado, en el centro de Londres, donde viven la mayoría de mis clientes y tengo al mismo tiempo mi lugar de trabajo y mi casa. La tía Vi y yo nos llevamos muy bien.

—¿Ella nunca te reprende por la vida licenciosa que llevas? —inquirió Lali con ánimo travieso

—En absoluto —repuso él con suavidad.

Lali dio otro sorbo de café, pero no quiso tomar más. Peter bebió del suyo, pero lo apartó también. Miró a la joven con intensidad, y ella se estremeció.

—Lali…

Peter estaba sentado muy cerca de ella. Lali lo miró con los párpados entornados; él parecía muy serio.

—Peter… estoy nerviosa. Qué tontería, ¿verdad?

—Entonces nos terminamos el café y te llevaré a tu casa —repuso Peter con mucha suavidad, y a Lali la invadió una oleada de ternura—. No quiero precipitar las cosas, ni presionarte. Lo que siento por ti es demasiado fuerte, demasiado profundo como para echarlo a perder por mi impulsividad.

—No… No quería decir eso —murmuró Lali—. Lo que pasa es que… —desvió la mirada con profunda turbación.

Peter la miró, extrañado.

—La… ¿vas a decirme que eres…?

—¿Virgen? —la joven emitió una risa breve, suave—. No.

Hubo una pausa tensa, luego Peter le rozó la mejilla con una mano.

—No soy ningún Goliat, ¿sabes? —declaró él, y Lali se sonrojó, al comprender que se había adelantado.

Él se echó a reír. No fue una risa divertida, ni burlona.

—Lali… —murmuró luego, serio otra vez—. El amor tiende puentes sobre todo tipo de diferencias físicas. Cuando hay suficiente pasión mutua, cariño y consideración…

—Entiendo —musitó la joven, tratando de aparentar naturalidad, pero sin conseguirlo del todo.

Peter la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Cuánta… experiencia tienes, La?

—No mucha —admitió ella.

—¡Vaya! —suspiró él—. No mucha —repitió para sí—. Me pregunto lo que significa eso.

Volvió a suspirar y luego la tomó por los hombros y la hizo sentarse en sus rodillas.

—¿Sientes esto? —Preguntó en una especie de gruñido, sosteniéndole la mano contra el pecho, donde su corazón latía con violencia—. ¿Recuerdas el beso que nos dimos en el coche, antes de que te fueras de vacaciones? Entonces no me tenías miedo. Los latidos de tu corazón estaban al mismo ritmo que los míos y me deseabas. Las únicas incertidumbres que tenías entonces se referían a otras cuestiones más prácticas —los ojos dorados escudriñaron el rostro de la actriz—. Cuando el deseo es tan fuerte y la química funciona, y el tiempo y el lugar son apropiados, sólo puede resultarnos perfecto, ¿no crees?

Ella asintió con timidez. Por supuesto que lo sabía. No era una adolescente boba en su primer encuentro con un hombre. Lo que pasaba era que… que… dejó de tratar de encontrar palabras para explicar lo que le sucedía y clavó la mirada en las perturbadoras profundidades de los ojos de Peter.

Lali entreabrió los labios y se pasó la punta de la lengua entre ellos. Peter observó el movimiento con tensa inmovilidad, con los ojos fijos en la húmeda punta de la lengua. Y la química comenzó a hacer sus efectos, su cuerpo cobró vida propia al mirarse uno al otro. La mente de la actriz fue disipando los temores y dudas ante la mágica acción del insondable misterio del deseo.

—Bésame —susurró ella.

—¡Oh, Lali! —gimió Peter, y la estrechó con vehemencia, apoderándose de sus labios con toda la avidez de su sensual naturaleza.

Deslizó una mano por debajo del vestido de la joven, moldeándole un sedoso hombro, con la otra mano le tocó el rostro, con tal suavidad y ternura que quiso llorar, conmovida. Lali abrió la boca y, en un frenesí de deseo y sensualidad, sus lenguas se encontraron. Muy dentro de ella, en el centro mismo de su ser, Lali sintió su propia reacción al ritmo de la lengua masculina; una llamarada surgió desde allí para incendiar todo su cuerpo. Se arqueó hacia él, con los senos palpitando por el exquisito dolor del deseo.

Peter murmuró algo contra su boca. Ella le acariciaba los hombros con las manos, luego sus manos se crisparon y le clavó las uñas en los firmes músculos. Peter se movió hacia delante y su cuerpo la atrapó contra la mesa, haciéndola inclinarse hacia atrás hasta que ella quedó tumbada sobre la dura tabla. Luego él se inclinó sobre ella y con una ansiosa mano le apartó de los senos la parte superior del vestido.

Lali sintió una ráfaga de aire fresco en su enfebrecida piel, luego la mano de peter se cerró sobre un palpitante seno, masajeándolo, envolviéndolo, frotando con el pulgar el pezón hasta que un gemido de placer escapó de la garganta femenina.

—Peter… —musitó, y él se apartó de ella mientras recobraba el aliento y miró con ojos ardientes la piel desnuda de la joven. Luego la tomó en brazos.

Lali se abrazó a él mientras la llevaba a la habitación. Estaba casi fuera de control cuando él la depositó con delicadeza en la cama y se inclinó sobre ella para besarla otra vez con pasión.

—¿Cómo te quito esto? —preguntó él con voz ronca, tirando de su vestido.

—Se abrocha en la cintura —informó la joven, casi sin aliento, y en seguida Peter desabrochó el vestido y separó la tela para contemplar con ojos abrasadores la piel recién expuesta.

—Tan blanca, tan suave, tan tersa —murmuró Peter—. Eres muy bella, Lali.

Una vez soltado el vestido en el suelo, Peter se inclinó para besarla con pasión en los labios entreabiertos, luego se apartó, negándose a escuchar la protesta trémula de ella mientras ponía su atención en el pelo femenino para quitar con cuidado las horquillas. Se tomó su tiempo, mientras extendía la suave y sedosa cascada sobre la almohada.

—Así es como soñaba verte —murmuró con ronca intensidad.

Luego se levantó de la cama y Lali abrió los ojos para verlo quitarse la ropa. La única luz del cuarto era la de la luna que se colaba a través de la ventana sin cortinas.

Peter se llevó las manos a la hebilla del cinturón, después hizo una pausa.

—Cierra los ojos —ordenó con suavidad.

Lali negó con la cabeza.

—No tengo miedo, peter —le aseguró en un susurro muy leve—. Ya no. Te deseo y quiero mirarte.

El maravilloso pecho, cubierto de fino vello, se ensanchó con una profunda inspiración; luego él dejó escapar el aire mientras se despojaba de su última prenda. Peter conocía bien el efecto que su físico ejercía sobre las mujeres. Incluso le producía cierta sensación de poder y orgullo cuando ellas mostraban pasmo ante él. Pero no Lali. Sentía una nueva y apremiante necesidad de no asustarla. Parecía tan vulnerable, acostada allí, tan frágil y pura, tan adorable.

Ella lo observaba, toda ojos, ojos lánguidos, líquidos. La luna se deslizaba sobre el pálido cuerpo femenino, cubierto sólo por una minúscula prenda de seda y encaje. Sus cabellos se abrían en abanico como una aureola dorada para la delicada belleza de su rostro, y una oleada de deseo corrió en torrente por las venas del fotógrafo, tensando sus músculos, manteniéndolo inmóvil, mientras contemplaba la inmaculada belleza de la joven.

Como un dios, pensó Lali con un estremecimiento, como el orgulloso Coloso de Rodas. La perfección masculina personificada.

Cuando él se tumbó a su lado, la joven suspiró con suavidad, entregándose a sus brazos como si fuera su lugar natural. Peter la estrechó con fuerza, permitiéndose y permitiéndole el infinito deleite de sentir sus cuerpos desnudos en un estrecho abrazo..

Las manos de Peter se deslizaron por las esbeltas caderas femeninas, sus dedos apartaron con infinita suavidad la última barrera de seda, con tan sensual delicadeza, que ella se arqueó para facilitarle la ceremonia final y luego peter se plegó contra ella para hacerla sentir la potencia de su deseo. Su boca buscó la de ella y otra vez ambos ascendieron en una vertiginosa espiral de sensualidad.

La boca de Peter sobre su seno era tibia y húmeda. Lali lanzó un ronco gemido ante la exquisita tortura del contacto. Una mano le acariciaba el estómago, deslizándose por su leve y tensa curva, buscando cada vez con mayor audacia las partes más sensibles, excitándola hasta el frenesí.

—Mi dama de plata —susurró él, cuando los dedos serpentearon hacia el suave vello rubio para tocar por fin el punto más vulnerable de su femineidad. Ella se arqueó, gimiendo, enfebrecida, y con todo cuidado, antes de que su propio delirio lo hiciera perder el control, él la cubrió con su cuerpo.

Era duro y fuerte. Las manos femeninas se movieron sobre su espléndido torso, acariciando, deleitándose con el contacto. Apenas respiraban, aspirando el aire en suaves jadeos, embelesados en su mutua belleza. Lali pudo sentir la presión que iba creciendo en su interior y buscó el hombro de su amante con la boca para mordisquearlo sensualmente.

—Peter —susurró con desesperación—. Peter… —clavó las uñas en la piel masculina.

—Shh —él le pasó una mano por la nuca y la miró con intensidad a los enfebrecidos ojos—. No temas, mi amor… shh…

Cerrando los ojos, con el rostro encendido de deseo, él se deslizó dentro de ella, tomándose su tiempo, con los dientes apretados en su esfuerzo por hacer el momento perfecto para ella. Lali lo ciñó con los brazos, abriendo su cuerpo para recibirlo con toda la sensual promesa de su naturaleza apasionada, y todo el afán de contenerse abandonó a Peter cuando se movieron juntos en perfecta armonía, con cada vigorosa embestida de su cuerpo hundiéndolo más y más en el de la joven, hasta que Lali conoció la plena fuerza de su virilidad, ascendiendo a alturas insospechadas de plenitud sensual.

Peter la sintió dejarse ir, sintió cómo se detenía su respiración, cómo se tensaba su cuerpo para luego explotar al borde de un placer sin límites, y fue entonces cuando él la siguió, soltando las riendas de su control, hasta que en un grito estrangulado los dos se perdieron en el torbellino incandescente de la plenitud.


PD:lo se amaron el cap jaja yo tambien y porfa recuerden ayudarme besitooos♥

10 comentarios:

  1. Q encuentro!Pura pasion!

    ResponderEliminar
  2. Casi se lo pierden x la pequeña discusión del principio.

    ResponderEliminar
  3. Hahaha sisisi me encanto estuvo hermoso gnual espectacular mas mas mas mas ...eres de costa rica ???

    ResponderEliminar
  4. Bueniisimmo!!! De q libro es? Te espero x la mia... aunq la mia la escribo yo... :S no se si te gustara.
    Ah y te añadi... me añadis? Besos soy @ta_volvera

    ResponderEliminar
  5. ME FASCINO :)
    Cuando la termines pasame el nombre del libro y el autor y de la anterior tambien besos :)
    Recordame x twitter lo de tu pagina xq ahora no llego...
    besos

    ResponderEliminar
  6. me encantoooo ! :) espero el proxiiiimooooo

    ResponderEliminar
  7. Estuvo genial el cap oye mándame el link por twitter y te ayudo pq por aquí no me redirecciona, espero el sig cap

    ResponderEliminar
  8. Que buen cap y mucha pasión.
    @Masi_ruth

    ResponderEliminar