Capítulo 4
—Como ya te he dicho, Peter —dijo La,
aún turbada por el beso—, no soy actriz.
—Pues es mejor que lo intentes, dado que
es el único modo de recuperar la empresa de tu padre. Por lo tanto, no quiero
más rabietas.
—Cada vez que me rocas, siento más
antipatía por ti.
—Bueno, si todo va como debe —afirmó Peter,
acercándola tanto a él, que La pudo sentir su aliento sobre la mejilla—, para
el final de la velada me odiarás por completo —añadió. La soltó, pero consiguió
retenerla de la mano—. ¿Vamos?
El sol de mediodía se reflejaba sobre el
Caribe azul. Se dirigieron hacia la blanca arena, donde les esperaba una
impaciente Sabrina. La se sorprendió mucho al ver que Sabrina llevaba un
biquini blanco aún más pequeño que el suyo.
Miró de reojo a Peter. Si Sabrina se
había puesto aquel biquini para impresionarle, no parecía que hubiera surtido
efecto alguno. El miraba intensamente a La.
—Ha llegado el momento de actuar —le
dijo en voz muy baja.
—Bueno —dijo Sabrina. Al ver a La, la
sonrisa le desapareció del rostro—. Veo que has recibido el biquini. ¿Quién
hubiera dicho que tenías una figura tan espléndida bajo esas ropas tan amplias?
—La está en una excelente forma fisica
—dijo Peter, sonriendo con orgullo. La no pudo evitar sentirse algo ofendida al
ver cómo se hablaba de sus atributos fisicos. Se apretó un poco más la toalla
alrededor de la cintura—. Es una estupenda jugador de tenis. Incluso jugó en
Wimbledon.
—En la competición júnior de Wimbledon
—le corrigió La, algo avergonzada por la exageración.
—Impresionante —dijo Sabrina, a quien,
evidentemente, no le importaba nada—. ¿Sabe hacer esquí acuático?
¿Por qué insistía Sabrina en hablar con Peter
como si ella no estuviera presente?
—No, no sabe —contestó La, refiriéndose
a sí misma en tercera persona
—Oh, es una pena —replicó Sabrina—. Tal
vez prefieras quedarte aquí y acomodarte en una hamaca. No tardaremos mucho,
¿verdad, Peter?
—Sin embargo, siempre estoy dispuesta a
probar algo nuevo —afirmó La, con todo el entusiasmo que pudo reunir.
Peter se montó en el barco y extendió la
mano. La se obligó a agarrarle de la mano y a subir a la embarcación.
Cuando el barco arrancó, Sabrina se cayó
contra Peter.
—Vaya —dijo Peter, y la ayudó a
incorporarse mientras ella le dedicaba una sonrisa de agradecimiento.
Entonces, fue cuando La lo comprendió
todo. Sabrina no sólo era una ex novia, sino que estaba tratando de volver a
serlo. Sin embargo, ¿era sincera su atracción o acaso, tal y como Peter había
mantenido, sólo estaba tratando de calibrar su respuesta? Después de todo, ¿qué
mejor modo de ver si su relación con La era real?
Como si estuviera pensando lo mismo, Peter
se colocó detrás de La y le deslizó el brazo por los hombros. Ella lo miró, y Peter
le sonrió
—¿Saben vuestros compañeros lo que hay
entre vosotros? —preguntó Sabrina, mirándolos fijamente.
—No —contestó La.
—Sí —dijo Peter, exactamente al mismo
tiempo. Entonces, él le apretó los hombros a La y siguió hablando—. No lo
supieron durante mucho tiempo. pero, ahora, por lo que ha ocurrido...
—Cuando lo despedí —comentó La.
—Se ha hecho evidente que hay algo.
—Entiendo —replicó Sabrina, tomando un
frasco de loción solar. Se puso un poco en la mano y extendió una de sus largas
piernas. En una escena propia de una película X, empezó a extenderse la crema
por la pierna. Cuando terminó, miró a Peter y le ofreció el frasco—. ¿Crema?
El se volvió a La, y le preguntó:
—¿Te importaría ponerme un poco en la
espalda?
—No —respondió ella. Se echó un poco en
las manos y se obligó a tocarle la piel desnuda. Era suave y cubría una espalda
formada por fuertes músculos.
Se los recorrió con un gesto sensual e
íntimo. No era la clase de actividad que hubiera llevado a cabo con un
compañero de trabajo, pero no se podía permitir sentirse avergonzada. Sabrina
no dejaba de observarlos.
—Gracias —dijo Peter con voz ronca,
mientras Sabrina le indicaba al hombre que pilotaba el barco que se detuviera—.
Sabes cómo untar crema... —añadió con una pícara sonrisa.
Sabrina le entregó a Peter un chaleco
salvavidas y le preguntó:
—¿Por qué no vas tú primero?
A continuación, le ayudó a ponerse el
chaleco y aprovechó la oportunidad para frotarle un poco de crema que le había
quedado en el hombro.
—Se te había olvidado —comentó,
sonriendo malvadamente a La.
Esta no pudo evitar sentirse molesta por
el descarado flirteo de la mujer. Si Peter fuera de verdad su novio, estaría
completamente furiosa en aquellos momentos.
Peter se lanzó al agua y con mucha
agilidad, se subió a su esquí. Entonces, levantó los pulgares para indicarle al
piloto del barco que estaba preparado. Sabrina, entonces, cernió toda su
atención en La.
—Peter y yo nos conocimos en un barco,
practicando esquí acuático. Fue muy romántico. Me caí y me tuvieron que bajar
del barco. Peter se ofreció voluntario.
La asintió. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Le daba la sensación de que Sabrina le estaba poniendo a prueba.
—Peter es un hombre muy galante —dijo.
—Supongo que vosotros dos os conocisteis
en el trabajo.
—Conocí a Peter cuando vino para
trabajar con mi padre —comentó ella, recordando exactamente lo que había
ocurrido—. Yo me enamoré de Peter en el momento en el que lo vi. Por supuesto,
él no lo sabía. Yo sólo tenía quince años —añadió, volviendo a sentir el dolor
que había experimentado entonces—, y creo que él no sabía siquiera que yo
existía. Sin embargo, yo estaba tan colada por él... Utilizaba toda clase de
excusas para ir al trabajo con mi padre sólo por ver a Peter. Había una pequeña
fuente para beber agua justo delante de su despacho. Yo me pasaba horas allí.
—Amor a primera vista —comentó Sabrina,
llena de sarcasmo—. Qué bonito. Supongo que eso significa que hay una
importante diferencia de edad entre vosotros.
—En realidad, no. Unos once años. Peter
era bastante joven cuando empezó. Es una de esas diferencias de edad que se
reduce con los años.
Miraron hacia atrás, pero Peter había
desaparecido.
—Da la vuelta —le dijo Sabrina al
piloto, señalando un punto que se veía en el horizonte.
Cuando regresaron al lugar en el que
estaba Peter, él señaló la toalla y pareció indicarle a La que se la diera.
Ella se la entregó justo cuando Sabrina se levantaba para hacerlo.
—Gracias, nena —dijo él.
Nena. La había llamado «nena». Jamás le
había gustado aquel término.
—¿De qué habéis estado hablando? —les
preguntó.
—Ha sido tan tierno. Lali me ha estado
contando cómo se enamoró de ti a primera vista. Cómo se pasaba horas y horas en
la fuente para beber que había a la puerta de tu despacho, esperanto tan sólo
que le dedicaras una sonrisa. Parece que eras demasiado irresistible —comentó
Sabrina, mientras se colocaba un salvavidas.
—¿Es eso cierto? —le preguntó él a La.
—De eso hace mucho tiempo. Yo sólo era
una niña.
Sabrina saltó al agua y se montó encima
del esquí. Cuando el barco arrancó, Peter rodeó a La con un brazo, sujetándola
con fuerza contra su cuerpo. Estaban piel contra piel. Ella notaba los
movimientos de la respiración de Peter, la humedad de su piel. La se apartó un
poco, con la excusa de volverse a mirar a Sabrina. que esquiaba como una
verdadera profesional.
—Es buena —comentó.
Sin embargo, Peter no estaba mirando a
Sabrina. No hacía más que mirarla a ella. Lo hacía seductoramente, como si
estuviera disfrutando del momento.
—Creo que Sabrina sigue interesada por
ti —dijo La.
—No. Estuvimos juntos hace mucho tiempo.
Ademas, no es del tipo de mujeres de las que se enamoran.
Cuando Sabrina terminó de esquiar. Peter
la ayudó a volver a subir al barco.
—¿Te gustaría volver a esquiar, Peter?
—le preguntó, mientras se secaba.
La decidió intervenir. No pensaba
quedarse a un lado, dejando que los dos demostraran sus cualidades.
—Me gustaría intentarlo —anunció.
—Muy bien —dijo Sabrina con un tono de
voz algo paternalista—. Tiene espíritu, Peter. Salta al agua —añadió,
refiriéndose de nuevo a La—. Te tiraré otro esquí.
—¿Qué tiene de malo el que habéis
utilizado vosotros?
—Resulta más fácil con dos —comentó Peter.
De reojo, vio que Sabrina hacia un gesto
con la cara, como si se estuviera burlando de ella.
—Probaré con uno —anunció.
—Es mejor que vayas con dos —le dijo Peter
con firmeza.
—No te preocupes por mí, cariño —replicó
ella, arrojándose al agua.
Se dirigió hacia el esquí y trató de
ponérselo. Sin embargo, la bota estaba preparada para el pie de Sabrina, que
era mucho más pequeño que el suyo. Estuvo un rato peleando con el broche y, al
final, terminó por levantar la mirada. No había error posible a la hora de
interpretar el brillo que se vislumbraba en los ojos de Sabrina. Entonces, La
vio que Peter se arrojaba al agua. A pesar de todo, La no pudo evitar sentir
una sensación de alivio al ver que se acercaba a ella para ayudarla.
—Está atascado —dijo, entregándole el
esquí.
—¿Qué es lo que pasa? —le preguntó él—.
¿Por qué no quieres utilizar dos esquís?
¿Por qué? ¿Tal vez porque su ex había
utilizado tan sólo uno y porque... se estaba comportando como una estúpida?
—Me pareció más conveniente —mintió.
Trató de no prestar atención a la mirada
de increLaidad de Peter. Entonces, él le gritó a Sabrina:
—Tira otro esquí.
Sabrina hizo lo que él le había pedido.
El esquí aterrizó en el agua muy cerca de ellos. Estuvo a punto de golpear a La
en la cabeza.
—¡Eh! —gritó Peter—. ¡Ten cuidado!
El le ajustó los esquís para que le
encajaran con su número de pie.
—Agárrate a mí —le dijo. De mala gana, La
le rodeó el cuello con los brazos para no moverse mientras él le ajustaba los
esquís—. No tienes por qué hacer esto, ¿sabes?
—Quiero hacerlo —afirmó ella, soltándose
de él.
—Muy bien. El mar está algo picado, por
lo que es mejor que permanezcas en la estela del barco.
La estela. Por supuesto. La sabía que
podía hacerlo. Había ganado muchas competiciones en tenis, por lo que podría
conseguir no caerse al agua. Tampoco podía ser tan dificil...
Peter volvió a subirse al barco. ¿Qué
diablos le ocurría a La? Sabía que Sabrina había estado intentando provocarla,
pero La era demasiado inteligente como para dejarse llevar.
Se sentía muy impresionado con el modo
en el que La estaba manejando la situación. Estaba realizando un buen trabajo.
Le había sorprendido mucho el modo tan sensual con el que le había untado la
crema en la espalda, masajeándole los hombros y acercándose a él lo suficiente
como para que Peter notara los senos contra la piel. Lo había hecho bien, tanto
que el cuerpo de Peter había cobrado vida, hecho que no había pasado
desapercibido par alguien como Sabrina, que tanta facilidad tenía para leer a
los hombres.
De todos modos, ¿quién podía culparlo?
Después de todo, La estaba medio desnuda con aquel biquini. Cada centímetro de
su hermoso y tonificado cuerpo estaba al descubierto. No podía hacer otra cosa
más que mirar sus generosos y erguidos pechos, sus esbeltas y perfectas
caderas.
—Está lista —le dijo Sabrina al piloto
del barco.
La embarcación arrancó, y Peter observó
con tristeza cómo La salía volando por los aires y caía al agua.
—¡Para el motor! —gritó, arrojándose al
agua, preparado para sacar a una La inconsciente. Sin embargo, ella levantó
inmediatamente la cabeza.
—Casi lo había conseguido —replicó
alegremente.
—Ya basta —dijo Peter, nadando hacia
ella—. Sube al barco.
—No pienso abandonar ahora —repuso La,
agarrando un esquí para volver a ponérselo.
—La...
—Vuelve a subir al barco. Por favor. Sé
que puedo hacerlo... Peter miró hacia la embarcación y vio que Sabrina los
estaba observando atentamente. No podía discutir con ella allí. De mala gana,
le entregó el esquí a La y regresó al barco. —Está decidida —comentó al salir
del agua. Peter estaba a punto de descubrir lo obstinada que La era. Una y otra
vez, ella cayó al agua, pero no mostró indicación alguna de sentirse cansada o
de desear dejarlo. Estaba decidida a conseguirlo. Cuando La volvió a caerse,
Sabrina suspiró y dijo: —¿ Cuánto tiempo va a seguir con esto? —Hasta que lo
consiga —respondió Peter sin dudarlo. —Bueno, Peter —ronroneó Sabrina,
reclinándose contra la barandilla del barco y estirándose seductoramente—,
jamás me explicaste por qué rompiste lo que había entre nosotros. —Creía que
nos habíamos entendido. Ya sabes que te dije que no estaba preparado para el
compromiso. —¿Y ahora sí lo estás? —Yo... —dudó, mirando a La, que, a pesar de
caerse una y otra vez, no hacía más que volver a ponerse de pie y sonreír—. Yo
no planeé lo que ha ocurrido con La. Ha sido una de esas cosas... Empezó a
animar a La. Una y otra vez, ella se ponía de pie. Cuando por fin consiguió
mantenerse de pie, él empezó a saltar y a aplaudir. La lanzó un grito de
alegría. Justo en aquel momento, Sabrina le indicó al piloto que virara. Peter
sabía que aquello obligaría a La a abandonar la estela del barco, algo que era
demasiado peligroso. —¡No! —le gritó a Sabrina. Sin embargo, ya era demasiado
tarde. La perdió el equilibrio y cayó estrepitosamente. Peter saltó del barco,
seguro de que nadie podía escapar a una caída como aquélla sin sufrir daño
alguno. Una vez más, ella lo sorprendió. —¿Me has visto? —le preguntó,
emergiendo en el agua con una sonrisa de oreja a oreja. —Tienes suerte de no
haberte hecho daño —gruñó él, agarrando los esquís. —La, lo siento —se disculpó
Sabrina cuando subieron al barco—. Nos estábamos alejando demasiado, por lo que
decidí volver y... —Deberías haberle dicho que soltara la cuerda —le espetó Peter,
muy enojado. Dijera Sabrina lo que dijera, él sabía que estaba mintiendo. Todo
había sido intencionado, y había sido una suerte que La no estuviera herida. Lo
único que tenía era un fuerte golpe en una pierna, que sin duda, se convertiría
en un buen hematoma. —¿Tienes una bolsa de hielo? —le preguntó a Sabrina. —No
es necesario —dijo La. Sin embargo, Peter no escuchó. La ayudó a sentarse antes
de colocarle la bolsa de hielo contra la pierna. —Ya está bien. Volvamos a
tierra. Sabrina se encogió inocentemente de hombros y regresaron en silencio.
Cuando por fin llegaron al embarcadero, Peter se preocupó de ayudar a La a
bajar a tierra. —Os veré a la hora de cenar —dijo Sabrina alegremente. Cuando
por fin estuvieron a solas, Peter le dijo: —¿Qué diablos estabas tratando de
hacer? ¿Matarte? —¿De qué estás hablando? Estaba practicando el esquí acuático.
—Sabes muy bien de qué estoy hablando. Estabas tratando de demostrar algo. Tu
naturaleza competitiva estuvo a punto de hacer que resultaras gravemente
herida. —Supongo que me debería sentir emocionada al ver que demuestras tanta
preocupación por mí. —Te recuerdo que no tenías que demostrar nada. —Eso ya lo
sé —afirmó ella, apartándose de él. En aquel momento, el viento le agitó los
pocos mechones secos que tenía en su hermosa cabellera. Los ojos le brillaban y
las pálidas mejillas se habían rubonzado por efecto de la ira. De repente, Peter
sintió unos enormes deseos de besarla. —Bueno, ¿cómo crees que fueron las cosas
con Sabrina? Peter se obligó a apartar la mirada. Ver aquel cuerpo casi desnudo
bastaba para confundir hasta las más firmes intenciones. —Resulta dificil
saberlo... —Yo creo que ella sigue interesada en ti. —Ya te dije que todo ha
terminado entre nosotros. —Sí, bueno. Se ha esforzado mucho en encontrar un
biquini tan minúsculo. —Ella viste así. —Además, está el modo en el que te
tocaba... —¿Acaso estás celosa? —¿Yo? Por supuesto que no, pero creo que
Sabrina sí lo está. Peter sabía que no era así. El constante flirteo de Sabrina
era sólo una prueba para ver si él mordía el anzuelo. No le quedaba duda alguna
que el hecho de que quisiera que sus asesores revisaran el contrato era tan
sólo una excusa para ganar tiempo. La y él aún tenían que esforzarse mucho para
convencerla. Tenían que demostrarle que el amor que había entre ellos era
tempestuoso y apasionado, un amor capaz de desesperadas rupturas y de
reencuentros apasionados. —Durante la cena, le voy a pedir a Sabrina que baile
conmigo. Quiero que te comportes como si estuvieras muy celosa. Quiero que te
marches del comedor. —¿Que me marche del comedor? En otras palabras, quieres
que me comporte como una beep. —No. Quiero que te portes como una mujer que
cree que su pareja está flirteando con otra mujer. Quiero que te comportes como
una mujer que no puede soportar ni siquiera el pensamiento de que el hombre que
ama toque a otra mujer. —No todas las mujeres se portan de un modo tan
inmaduro. —Cierto, pero estamos intentando venderle que lo de mi despido fue un
acto de pasión. Ella necesita pruebas.
—¿Se te ha ocurrido alguna vez que lo del
despido podría haber sido culpa tuya? Tal vez decidiste marcharte porque me
viste flirteando con otro hombre y no pudiste soportar el hecho de que otro me
tocara. —¿Lo siento, guapa, pero Sabrina me conoce a mí, recuerdas? —dijo,
tocándole suavemente la mejilla. Los ojos se le oscurecieron inmediatamente,
por lo que apartó la mano—. Yo no soy un hombre celoso.
LALI a pesar de las caidas no dejo de intentar obvio no l bia dar el gusto a Sabrina de k se burlara de ella.
ResponderEliminarPETER staba muy preocupado x LALI aun asi ella no dejo de intentar.
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
PETER no es celoso ps ojaal k LALI haga algo para demostrar si es cierto eso k el dice.
ResponderEliminarBUENISIMO EL CAP
MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
Hace un tiempo k leo tus noves y me encantan.
ResponderEliminarEntiendola situacion le pasa a muchas chicas con sus blogs.
Espero que se animen a firman y asi cintinues con la nove.
RESPERO TU DECISION.
CUIDATE
muy buena lali no se va a dejar
ResponderEliminar@arimurb
Me encanta!! Más!!
ResponderEliminarMe encantan las novelas tuyas! Son hermosas! Person por no comentar es que vivo en Israel y no siempre puedo por la diferencia de horas y que mi copmu es media loca jaj. Pero siempre te leo! (:
ResponderEliminarPerdon***
EliminarA mi me gusta ,eso está claro ,pero aunque siempre comento ,muchas veces es en otro día ,xk me retraso.Pero aunque exista ese retraso ,tienes el comentario en todos los caps.
ResponderEliminarPeter es un soberbio,se merece k alguien le haga ojitos a La.La es una luchadora,y no se va a dejar vencer tan fácilmente.
ResponderEliminarMaaaaaaaaas Noveeeeeeee! :D
ResponderEliminarNo me cae bien nada bien Sabrina, espero que Peter, no caiga "en sus encantos"
Un saludo! (:
me encanto
ResponderEliminarLali deberia provocarlo a él para ver q hace!
ResponderEliminarEste juego de simulacion cada vez los va enroscando máa a ellos mismos!
ResponderEliminarmass
ResponderEliminarsube otro
ResponderEliminarme encanto
ResponderEliminarmas mas mas mas
ResponderEliminarOdio las personas como sabrina...y como Peter jajajajja esq son tan...agh bueno x me gusto el cap como siempre lali no se deja de nadie y eso esta bien sigo leyendo!!!
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