Y aun no he leido la proxima nove jaja asi que necesito tiempo por eso no subi el lunes ni martes entiendanme.
Gracias a las que me ayudaron con la pag son un amor las amo♥
A se me olvidaba ya estan las noves para descargar para las que no lo notaron jajala estan desde hace varios dias.
Y por ultimo !FELIZ CUMPLE CARINA ZAMPINI! la amo♥
Capítulo 6
Fue rápido, demasiado
rápido; las semanas de frustración y deseo contenido culminaron en esa mutua
explosión. Lali yacía muy quieta, acurrucada contra él, con la mejilla apoyada
en su pecho, que se agitaba y contraía recobrando la normalidad.
—¿Contenta? —preguntó él
con suavidad.
Ella asintió.
—¿Es siempre así?
—preguntó Lali con voz apacible.
Peter dejó de respirar por
un instante, luego lanzó un profundo suspiro.
—No. No siempre.
Ella notó el tono de
extrañeza en la voz de su amante mientras él se movía para agarrar la punta de
la sábana y cubrir con ella sus cuerpos.
—La, no eres una novata
para…
—Nunca había sido así para
mí antes —le confío ella en un susurro.
Peter se incorporó un
poco, apoyándose en un codo, para mirarla a la cara, para descifrar su
expresión, pero ella no se lo permitía, presionando la mejilla contra el pecho
de él, y el fotógrafo se rió con suavidad, divertido por la timidez de la
joven.
—También ha sido bastante
especial para mí, nena —declaró él con voz emocionada—. Estaba seguro de que
sería especial —continuó—. Pero no tan… espectacular. ¿La? —un súbito
pensamiento hizo tambalear su confianza—. ¿Has disfrutado? Quiero decir… ¿te…?
—Sólo he tenido otro
amante antes que tú —lo interrumpió ella con timidez.
—No quiero saberlo, Lali
—replicó Peter con voz tensa—. No soy partidario de intercambiar experiencias.
Así que…
—No —ella se incorporó de
repente, lo miró con ojos consternados y le puso un dedo en los labios—. No,
esto es importante para mí. Por favor, escúchame.
Peter lanzó un suspiro
resignado y el enfado se desvaneció un poco de su rostro.
—Yo tenía veinte años y
era muy ingenua… todavía lo soy —continuó ella—. Él era un joven actor, vanidoso
y egocéntrico —dijo Lali, y su boca se torció en una mueca desdeñosa—. Y un
completo egoísta.
—¿Estás tratando de
decirme que nunca…?
—No soy tan ingenua
—replicó ella—. El ego de él era demasiado grande para dejarme ir… intocada por
su «amor». ¿Me entiendes? —Peter frunció el ceño y Lali suspiró, deseando no
haber comenzado eso—. No tiene importancia, olvídalo —murmuró—. Ha sido una
tontería hablar de esto.
—Un momento —Pete le puso
una mano bajo la barbilla, para hacerla levantar la mirada hacia él—. ¿Qué es
lo que tratabas de decirme? ¿Acaso que no has…?
—No exactamente —repuso
Lali con una risita nerviosa, trémula.
—Entonces… ¿cómo…?
—Pues… él… me… —la joven
se removió con incomodidad. No podía decirlo en voz alta y, en un arranque de
bochorno, volvió la cabeza y se lo musitó al oído.
—¡Caramba! —murmuró Peter,
y Lali lo miró con cierta irritación por parecer tan complacido—. ¿Cuánto
tiempo duraste con él?
—Seis meses. Vivimos juntos
la mayor parte de ese tiempo, pero la relación fue un fracaso.
—No me extraña.
—Decidí dejarlo. A él no
le afectó mucho —la joven se encogió de hombros—. Dijo que estaba harto de mí.
Que a fin de cuentas yo no era bastante apasionada para su gusto.
—Pero ahora sabes que sí
lo eres —murmuró Peter, y la estrechó contra su pecho—. Y por lo que te dijo
ese cretino evitaste durante tres años cualquier relación seria, ¿verdad? ¿Por
qué hiciste conmigo una excepción a tu regla?
Ella sonrió.
—¿Por qué hiciste conmigo
una excepción a la tuya? —replicó, acurrucándose contra él—. Yo tenía entendido
que nunca cortejabas a tus modelos.
—Tú no eres modelo.
—Pero pertenezco al tipo
de mujeres que desprecias. El mundo superficial, frívolo del glamour y la vanidad desmesurada. ¿Por
qué, peter?
—¿El azar? ¿El destino? —Sugirió
él, pasándole un dedo por la espalda—. ¿Una irresistible tentación a mis
sentidos?
—Creo que lo que nos hizo
a los dos hacer una excepción a nuestra regla fue esto —dijo la actriz en un
susurro, y cubrió con su boca la de él, en un beso que los estremeció, aunque
carecía de tensión sexual. Era un beso que delataba ternura y apuntaba hacia
una palabra que aún no se atrevían a pronunciar.
Peter estaba conmovido,
pero en guardia cuando terminó el beso. A Lali no le preocupó su recelo. Las
palabras no necesitaban pronunciarse para confirmar lo que ya flotaba en el
aire entre ellos. El amor era la razón por la que ambos habían olvidado sus
reglas.
Lali bostezó y se acurrucó
más estrechamente contra él. No se habían dicho una sola palabra desde el beso,
y el ceño fruncido de su amante era la señal de sus pensamientos. Presionó la
boca contra su cálido cuello; luego cerró los ojos, deslizándose en un sueño
apacible.
Hicieron el amor durante
la noche con un fervor nacido de una compenetración emocional aún más profunda.
Se quedaron dormidos y
despertaron todavía abrazados, unidos física y espiritualmente.
Mientras desayunaban,
bromearon, charlaron, rieron y se acariciaron.
—He decidido ir a la
audición para la obra de teatro —anunció ella mientras tomaban el café.
Peter no comentó nada,
pero cuando sus músculos faciales se relajaron de manera visible, Lali
comprendió lo mucho que él ansiaba escuchar eso.
Lali dio un mordisco a su
tostada y la mantequilla derretida se le escurrió por la barbilla. Un largo
dedo detuvo el reguero y Peter se chupó la mantequilla con deliberada fruición
sexual.
—No puedo dejar que se
estropee mi mejor camisa con manchas de grasa —explicó, con un brillo en los
ojos.
Lali se había puesto la
camisa de etiqueta que él se había quitado la noche anterior. Le llegaba hasta
las rodillas. Pero olía a él y ella se deleitaba con el contacto de la tela que
lo había cubierto. Sin embargo, eso la hizo pensar en algo y frunció el ceño.
—Tendré que escabullirme
de aquí antes de que lleguen tus empleados y me encuentren en flagrante delito,
por decirlo así.
—¿Qué te importa lo que
los demás piensen? —inquirió él.
—¿Qué dirá tu tía Vi?
—Te reprenderá por empañar
mi virtud —predijo Peter con una sonrisa, y recibió un suave golpe en la
barbilla por su broma. Eso derivó en una pelea juguetona que terminó con los
dos tendidos en el suelo.
Allí permanecieron, Peter
encima de Lali, sonriéndose tontamente uno al otro, cuando al abrirse de manera
inesperada la puerta de la cocina, los dos se sobresaltaron y se llenaron de
bochorno.
—¡Oh! —exclamó Sandra,
mirándolos con ojos azorados.
—Vete, Sandra —pidió Peter
con bastante suavidad.
La pobre muchacha
parpadeó, se puso roja como un tomate y salió deprisa, dejándolos en un
silencio total, que fue roto cuando Lali fue presa de un ataque de risa.
—Me pregunto qué pensará
de ti Sandra ahora —comentó entre accesos de risa.
—En realidad nunca he sido
un monje —declaró Peter, luego maldijo su estúpida lengua cuando Lali dejó de
reírse. Lanzó un profundo suspiro—. No he querido decir eso —se disculpó—. Eres
la única mujer que ha estado en posición de ser encontrada a solas conmigo en
este apartamento.
—¿Otra excepción a tus
reglas?
Peter la miró con los ojos
entrecerrados por un momento, luego se incorporó y la ayudó a ponerse de pie.
—Iré a averiguar por qué
ha llegado tan temprano —murmuró y salió.
Cuando él regresó a
buscarla, ya vestido, Lali tenía puesta su ropa y estaba de pie junto a la
ventana del salón.
—Quería hacer algunas
fotos personales antes de que comenzara la jornada de trabajo —explicó Peter desde
el umbral—. Vino a la cocina a preguntarme si no había problema.
Lali asintió, sin decir
palabra.
—¿Quieres que te lleve a
tu casa? —le ofreció él con cortesía. Se había desvanecido la magia—. Lali…
—Sí, por favor —ella se
volvió y lo vio parado en el umbral, mirándola con ojos enigmáticos—. Tendré
que llamar a Edward —indicó, con más jovialidad de la que sentía, caminando
hacia él—. Debo informarle que ya estoy de regreso y pedirle que haga los
trámites para la audición.
Peter estaba bloqueando la
puerta; Lali no pudo mirarlo a los ojos. No tenía experiencia en ese tipo de
despedida. Se ruborizó y se sintió muy tonta.
—Pensé que podríamos hacer
juntos el equipaje —lo oyó murmurar—. Pero si lo prefieres…
—¿El equipaje? —ella alzó
la mirada, reflejando en sus ojos el súbito sobresalto de su corazón.
—El equipaje —repitió él,
sonriendo. Alargó una mano y le acarició el brazo antes de posarla en su
hombro—. Ya sabes —bromeó—. El equipaje, maletas, baúles, cosas así. Hacer el
equipaje como cuando alguien se cambia de casa… La —su voz se volvió insegura y
casi suplicante—: ¿Querrías… vivir conmigo?
Lali lo miró con los ojos
dilatados y tragó saliva.
—¿Cuánto… cuánto…?
—¿Cuánto tiempo? —terminó
por ella—. No puedo responder a eso —declaró con sinceridad—. No puedo hacer
predicciones sobre el rumbo que tomará nuestra relación. Lo único que sé es que
quiero tenerte a mi lado. Quiero despertar todas las mañanas como ésta, contigo
junto a mí. Quiero que estés conmigo todo el tiempo; el que te quede después de
tus compromisos de trabajo, por supuesto. ¿Qué dices?
—Sí —musitó ella. Eso fue
todo. Sólo «sí».
Peter la abrazó con fuerza
y la magia regresó. Lali se reía. Para él había salido el sol.
Peter recorría el
apartamento de Lali como un comprador en potencia. Lali lo observaba con
indulgencia. Él acababa de regresar, después de dejarla allí antes, para luego
ir a su estudio a trabajar durante un par de horas. Lali se había dado una
ducha y se había puesto un pantalón de pana marrón y un jersey verde oscuro.
Llevaba el pelo trenzado.
—¿Qué dijo Edward sobre tu
decisión? —inquirió Peter, fingiendo interés en la colección de discos de la
joven.
—Se mostró… resignado.
—Hmm —murmuró Peter.
—¿Y ese «hmm» qué se
supone que quiere decir?
—Eso… hmm —él se encogió
de hombros—. ¿Podemos llevarnos algunos de estos discos? —preguntó en tono
desenfadado—. Tienes unos álbumes sensacionales, La.
—Pit —insistió ella con
voz apacible, pero apremiante—. ¿Qué has querido decir con ese «hmm»?
Peter no respondió, sus
dedos recorrían la hilera de discos.
—He querido decir…
¡maldición! —gruñó y se incorporó para volverse a mirarla con ojos furiosos—.
¡He querido decir que no confío en que tu agente no trate de hacerte cambiar de
idea! He querido decir que no tiene sentido que renuncies a una película con
John Crowther como director, cuando en el teatro ganarías una miseria en
comparación.
Lali lo miró con gravedad.
—Trabajo en lo que me
gusta y no por el dinero que pueda ganar. Hago lo que quiero, cuando quiero y
como quiero.
—Estás hablando como
Edward —declaró Peter con una risa extraña.
Ella lo miró sin
parpadear.
—Si así lo quisiera, peter,
podría dejar de trabajar por completo y tendría suficiente dinero para vivir
bien el resto de mi vida. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Peter se había encerrado
en sí mismo. Lali sabía que estaba hablando de manera arrogante, pero no quería
que Peter pensara que ella accedía a vivir con él para que la mantuviera con lujos.
Según Edward, la ex esposa de peter lo había arruinado y, en el mundo en el que
los dos se movían, el dinero solía tener prioridad sobre otras consideraciones.
—Estoy tratando de
explicarte lo que Edward ya sabe…
Señaló hacia un aparador
de ébano, donde había dos grandes fotografías enmarcadas. Peter siguió la
dirección del dedo que apuntaba y se inclinó a observar las fotos. Lali tocó
uno de los marcos con la punta de los dedos.
—Mis padres —informó, y
luego señaló al hombre rubio y delgado de la foto—. Chris Esposito —dijo—. El
famoso pintor austríaco.
—¡Ca… ramba! —exclamó Peter,
impresionado.
—Mi madre era Anne
Mawdsley, hija de Sir Alan Mawdsley.
Peter silbó entre dientes,
reconociendo el nombre de uno de los más condecorados héroes ingleses de guerra.
—Siendo muy joven, mi
padre quedó atrapado en Alemania cuando se cerraron las fronteras austríacas.
Con el tiempo regresó a Austria y, con la ayuda de mi abuelo, llegó por fin
aquí, a Inglaterra… pero las cosas que vio antes de escapar, vivieron en sus
pesadillas durante el resto de su vida. Su obra fue realizada con la vaga
esperanza de sacar de su mente tales horrores al plasmarlos en los lienzos. No
lo logró del todo —Lali se calló, contemplando con tristeza la fotografía,
luego prosiguió—. No hace falta decir que cuando mi abuelo se lo presentó a mi
madre, se enamoraron y se casaron. Helen piensa que su amor por mi madre calmó
algo sus tormentos interiores, y me inclino a pensar que tiene razón… los dos
murieron en un accidente cuando estaban esquiando, hace poco más de cinco años.
—¿Quién es Helen?
—Mi hermana —Lali tomó la
otra fotografía y la sostuvo delante de ella, sonriendo con afecto—. Tiene seis
años más que yo.
—Se parece a ti —observó Peter—.
¿Con quién se está casando aquí?
—Con Stavros Kirilakis.
—¡Caramba!
—Es con ellos con quienes
he pasado mis tres semanas de vacaciones —comentó Lali—. Stavros es de Rodas
—sus labios esbozaron una extraña sonrisa, Peter la notó y se preguntó la
causa—. Tiene propiedades allí y en Atenas. La mayor parte de sus negocios los
atiende en Atenas, pasan casi todo el tiempo allí. Pero Stavros logró organizar
su agenda para que pudiéramos pasar juntos mis vacaciones en Rodas.
—Y los dejaste con la
curiosidad sobre tus razones para regresar antes de lo previsto a Londres
—dedujo él— ¿Cuáles son las posibilidades de que el gran griego me venga a
pedir cuentas en su calidad de celoso cuñado?
—Muchas —Lali sonrió—.
Stavros es un hombre grande, poderoso. Con un arraigado sentido de la lealtad
familiar. Es probable que te haga castrar ceremonialmente por atreverte a
seducirme —su sonrisa se tornó maliciosa, juguetonamente perversa.
—Antes tendría que
enfrentarse a mi tía Vi —replicó Peter, sonriendo a su vez.
—Es cierto —concedió Lali,
y soltó una risita divertida.
—Se me acaba de ocurrir
algo —dijo Peter, pensativo, como quien acaricia una idea apetecible—. ¡Podría
dejar la fotografía y vivir de ti! Hmm… Es una idea tentadora.
—Antes tendría que acceder
yo a mantenerte —señaló Lali—. Pero si tienes vocación de gigoló, creo que debo
advertirte que no puedo soportar a gente ociosa a mi alrededor, ni siquiera a
rubios grandes y guapos.
—Podría hacerte cambiar de
opinión respecto a eso —comentó él con deliberada intención.
Lali se replegó con falso
temor. Él tenía ese gesto de león a punto de lanzarse sobre su presa. Dio un
paso amenazador hacia ella y, con un gritito agudo, Lali se volvió y escapó. Peter
la siguió.
El que la hubiera
alcanzado en el dormitorio, insistía Lali después, se debía a la mala suerte de
ella y la buena fortuna de Peter.
PD:Alguien de costa ria que se quiera unir a un club de paulina goto??? nos faltan 5 porfa
MUY bueno!
ResponderEliminarMe ENCANTA MAS!!!!!
ResponderEliminarAy lo ame muy lindo el cap!
ResponderEliminarME ENCANTA. La nove esta buenisima! Para cuando un maratón?? jaja
ResponderEliminarjajajajaj muy buenos tus apuntes no lo había notado ya q dices q estas ocupada te tengo paciencia pq yo también ando rre ocupada con la U termino leyendo las novelas entre 11 y 12 de la noche me encanto el cap awww quiero un peter espero es siguiente (con paciencia jajaja)
ResponderEliminarMe encantó el cap, cuando tengas tiempo sube la nove, besos.
ResponderEliminar@Masi_ruth
Rápidito ,ese tiempo d vacaciones d Lali ,la separación le cayó mal.
ResponderEliminarson divinos, me encantan como se llevan y como van consolidando la pareja, si que van rápido!! Más!!
ResponderEliminarpaulina goto, la mexicana de mis xv? jeje a ella la vi ayer en un concierto :)
ResponderEliminarbeso sube pronto
att:alex