lunes, 3 de septiembre de 2012

Capitulo 2

Holaaaaa! como estan mis amores! yo al fin libre jaja espero que les guste esta nove! Gracias a Irene por las imagenes♥ bue me voy 15 firmitas y mas


Capítulo 2

—Tranquila… —unas manos delicadas sostuvieron a Lali por los hombros, mientras la voz suave y tranquilizadora repetía—: Tranquila…

Estaba temblando como una hoja, sentía las piernas como de goma. Peter Lanzani la ayudó con cuidado a sentarse otra vez en la silla, observando preocupado la palidez del rostro contraído de la joven.

—Edward —se volvió a mirar al agente—. ¿Qué diantres sucede con esta mujer?

—Sufre una reacción tardía de susto —anunció Edward y un instante después estuvo al lado de la actriz, se puso en cuclillas ante ella y le tomó las manos—. Lo siento, preciosa —se disculpó contrito—. No debí insistir en que viniéramos a la sesión. Podemos tenerla en otra ocasión. Reposa un momento y luego te llevaré a casa.

—Maldito sea, Ed —murmuró Lali, tratando de recuperarse. Sus labios temblaron en un sollozo desolado—. El puerco pervertido…

—¿Está hablando de mí? —inquirió Peter Lanzani con extrañeza.

—No, de Joel Blake —aclaró Edward, y volvió a tranquilizar a su representada—. Calma, La, no te atormentes más pensando en ese cerdo. Mejor recuerda que le di un buen puñetazo.

—¿De qué diantres hablan ustedes? —preguntó el fotógrafo, entre irritado y desconcertado.

Edward lo ignoró.

—Tendrá un ojo morado durante varios días —declaró con profunda satisfacción—. ¡Imagina al canalla arrogante tratando de explicarlo!

—¿Joel Blake la ha agredido sexualmente? —Peter entendió por fin, soltando a la joven de los hombros e incorporándose con furia.

—¡Nada menos que con la clásica excusa de la lectura de un libreto! —Bufó Edward—. ¡Y ella tiene contusiones para demostrarlo!

—¡Sandra! —La dorada voz perdió su sedosidad—. Pídele a tía Vi que prepare una tila para la señorita Esposito.

—Odio a los hombres —sollozaba Lali.

—¿A todos? —inquirió Peter con suave ironía mientras la tomaba en brazos y atravesaba con ella el estudio.

—Me siento sucia —gimió ella, abrazándose al fotógrafo.

—Es una reacción lógica —diagnosticó él—. Se sentirá mejor después de tomar la tila de tía Vi.

La joven sonrió. Avanzaba por la galería, y Lali mantuvo la cara contra el firme pecho masculino, muy consciente de su viril aroma y su tibieza. Atravesaron un amplio corredor hacia la otra ala de la casa y luego tomaron otro pasillo que los condujo a un cuarto donde el fotógrafo la depositó sobre algo blando. La cubrió con una manta y Lali se acostó de lado, buscando por instinto la almohada para apretarla contra sí, como una niña acurrucada en busca de consuelo.

Pudo oír a Edward explicar en tono apacible lo que le había sucedido antes, y cómo Peter mascullaba imprecaciones indignadas conforme se desarrollaba el relato.

Luego se abrió la puerta y el ambiente del cuarto cambió bruscamente.

—¿Qué demonios haces aquí? —preguntó el fotógrafo, rugiendo a alguna confiada víctima.

—Pobre criatura —repuso la tía Vi, dejando la bandeja de la tila en la mesilla y, sin hacer caso de la reconvención de su sobrino, tocó la frente de la actriz con una mano fresca y delicada—. ¿Qué has hecho esta vez, rufián, para reducirla a este estado?

—¿No te he dicho que no subas las escaleras? —Refunfuñó Peter—. ¡Así nunca vas a curarte de la artritis!

—¡No me levantes la voz, jovencito! —Replicó la mujer—. Todavía no estoy en la vejez —volvió su atención a Lali—. ¿Qué te ha hecho este bruto, querida? Te ha gritado como un energúmeno, ¿verdad?

Lali no respondió y sólo miró a la anciana con ojos llorosos, pero disfrutando perversamente de la turbación del fotógrafo.

La tía Vi se volvió hacia Peter.

—Peter… ¿qué le has hecho a esta criatura? —repitió—. ¿Cuándo vas a aprender a comportarte como un caballero?

—Ha dicho que mi abrigo de piel es un gato y que me tiño el pelo —lo acusó Lali, comenzando a disfrutar en grande de la ridícula situación.

Edward la miró con recriminación.

—La…

—Pobrecita —la compadeció la anciana—. ¿Qué más te ha hecho?

—¡Por todos los santos! —estalló Peter.

La tía Vi lo miró con severidad y Lali ocultó una sonrisa maliciosa.

Edward intervino entonces.

—Señora, no haga caso. Lali es actriz y le encanta exagerar las cosas. No ha sido su sobrino quien la ha molestado, sino otra persona.

Al final, Lali se quedó a solas con la anciana en la habitación y tuvo el consuelo de llorar en su hombro mientras le relataba la desagradable historia.

Cuando los sollozos de Lali cesaron, la buena mujer anunció:

—Bien, creo que es hora de que te tomes la tila. Toma, primero suénate la nariz.

La anciana le entregó un paquete de pañuelos de papel, y Lali se sonó mientras la tía Vi le servía la tila.

—Bien —la anciana le ofreció una humeante taza y se sentó a su lado—, de modo que llegaste aquí llena de rencor y repulsión y te desquitaste con mi Peter, ¿eh?

Lali alzó la cabeza al oír esas palabras, con los ojos relampagueantes.

—¡Su Peter es arrogante, insoportable y tiránico! —exclamó con ánimo rebelde.

—¿Mi Peter? —La anciana miró a Lali con reproche—. ¡Pero si es manso como un cordero! Grandote como un oso pero con el corazón de mantequilla.

Era como la madre gallina defendiendo a su polluelo y Lali tuvo que contener las ganas de reírse. La tía Vi se levantó y puso las tazas vacías en la bandeja, luego se volvió y sonrió a Lali, ya sin trazas de hostilidad.

—Supongo que quieres arreglarte un poco —dijo—. El cuarto de baño está ahí —señaló una puerta—. Cuando estés lista, podrás reunirte con Peter y con tu amigo en el salón. Da la vuelta a la izquierda, por la otra puerta, y es la segunda puerta a la derecha.

Luego salió y dejó a Lali sola, sintiéndose como una tonta, ahora que reflexionaba sobre su conducta.

—¡Caramba, Lali! —Exclamó en voz alta—, ¡cuando decides soltar el vapor acumulado, no retienes nada!

Se apoyó en la almohada y observó a su alrededor.

Era una habitación agradable y definitivamente masculina, decorada en tonos ocres.

Lali se incorporó y se pasó una mano por el enmarañado pelo. «Necesito mi bolso», se dijo. Luego hizo una mueca al recordar que estaba en el estudio. Sin duda encontraría un peine en el cuarto de baño.

Cuando se iba a levantar, se dio cuenta de lo grande que era la cama. Tenía que serlo, se dijo, evocando la visión del enorme fotógrafo acostado en ella, con el pelo enredado por el sueño y la piel brillante de…

Una súbita y perturbadora arremetida de sus sentidos la obligó a ponerse de pie de un salto, aturdida, con los ojos vidriosos por el impacto de esas inesperadas imágenes.

—¡Por Dios, Lali! —volvió a murmurar para sí, pasándose nerviosamente las sudorosas palmas por los costados, cuando sintió otra vez esa inquietante excitación que la había asaltado poco antes en el estudio. Lali se apresuró hacia el cuarto de baño, reprochándose ser tan vulnerable ante un hombre por quien sentía antipatía.

Diez minutos después, Lali vacilaba ante la puerta que la tía Vi le había indicado. Todavía se sentía como una tonta y no se atrevía a enfrentarse a quienes habían presenciado su desmayo. Por fin se atrevió a abrir la puerta.

Los dos hombres charlaban mientras saboreaban lo que parecía una copa de coñac. Pero cuando ella entró se callaron y se volvieron a mirarla con curiosidad.

Controlando su turbación, ella entró en el cuarto, mirando a su alrededor para no tener que enfrentarse a esos dos pares de ojos clavados en ella.

El salón estaba decorado en verdes apagados y grises pálidos, clásicos. Una hermosa alfombra hindú cubría parte del suelo de madera. El sol invernal se colaba por los cristales de la ventana.

—¿Ya te sientes mejor, La? —preguntó Edward.

—Sí, me siento mejor, gracias —Lali le ofreció una sonrisa trémula, mientras iba a ocupar un sillón.

Peter Lanzani la miraba con ojos penetrantes, analíticos. Lali no se atrevió a mirarlo de frente.

—Ya he quedado con Peter en que volveremos mañana, La —le informó su agente—. Sólo una hora por la tarde bastará y así podrás…

—¡Oh, no, por favor! —la idea de tener que pasar casi veinticuatro horas en nerviosa expectación de regresar allí para volver a ver al fotógrafo le resultaba perturbadora. Podía sentirse como una tonta en ese momento, pero sabía que al día siguiente se estremecería de vergüenza cada vez que recordara su escenita de ese día—. ¡Sabes que se supone que comienzo mis vacaciones mañana! ¿No puede esperar la sesión fotográfica hasta que regrese? —suplicó—. O, mejor aún, ¿no podríamos hacerla hoy? En realidad, ya estoy muy bien —la expresión de los dos hombres era dubitativa—. No me importa…

—Un retraso de un mes es impensable —le dijo su agente—. La revista que arregló esto necesita las fotos para el fin de semana.

Las fotografías debían acompañar un artículo en la revista Chic relacionado con ella, el cual debía publicarse en el número del siguiente mes.

—Entonces lo haremos ahora —declaró la actriz con firmeza.

—No —intervino Peter—. Por mí no hay problema, señorita Esposito; tengo tiempo de sobra. Pero me pregunto si está usted preparada para soportar toda otra vez. Después de todo, es…

—De verdad, estoy bien. Ya me he calmado —repitió ella, luego agregó con cierto embarazo—: Me siento un poco… tonta por mi desmayo, pero por lo demás me siento perfectamente capaz de posar para usted.

—Ya he mandado a mi personal a casa —declaró Peter en tono parsimonioso, mirándola con ojos penetrantes—. Si trabajamos ahora, tendrá que soportar mis tiránicas atenciones.

Lali se sonrojó, pero su sentido del humor acudió en su rescate. Miró al fotógrafo con expresión provocativa y dijo:

—Siempre puedo gritar, pidiendo auxilio a su tía Vi, si se pasa de la raya.

El rostro de Lanzani se suavizó en una sonrisa inteligente. Alzó las manos en un gesto de resignación.

—Entonces, empecemos —contestó y se puso en pie.

Todo resultó bien, sobre todo porque Peter procuró no irritar a la actriz. Mientras trabajaba, le explicaba sus métodos de trabajo y relataba algunas divertidas anécdotas relacionadas con su actividad.

El fotógrafo explicó que primero tomaba fotos en polaroid, como una especie de boceto, para tener una impresión inmediata de lo que quería y luego modificar algunos aspectos, alterar las luces, pedir a la modelo que cambiara un poco de posición, para lograr un mejor efecto, luego volvía a tomar otra polaroid, la revelaba y la observaba hasta encontrar la foto perfecta. Entonces utilizaba una cámara más convencional, más complicada, para las fotos definitivas.

—Descanse un momento —indicó a Lali en cierto momento y se incorporó, mirando por primera vez en mucho tiempo a la verdadera mujer y no a la modelo, y dedicándole una sorprendente sonrisa de oreja a oreja—. Por lo regular mis ayudantes se ocupan de estas cuestiones mundanas —comentó mientras cambiaba con habilidad el rollo de película.

De ese momento en adelante se absorbió en el arte de la creación, el instinto artístico ocupó el lugar de la razón lógica, y todo lo que Edward y Lali pudieron hacer fue observar fascinados el meticuloso proceso. Y cuanto más se asomaba él por la lente, más consciente de sí misma se sentía Lali, hasta sentir un inquietante temblor en todo el cuerpo.

—Su abrigo —dijo Peter con suavidad, y Lali parpadeó, luego se ruborizó cuando comprendió que él debía de haber terminado varios minutos antes, y ahora estaba delante de ella con el abrigo extendido entre las manos.

Parecía divertido, como si supiera dónde se había ido la joven en ese ensueño. La actriz se levantó y le dio la espalda para que la ayudara a ponerse el abrigo.

La piel la envolvió con la tibieza y la sensualidad del abrazo de un amante, y ella no pudo dejar de reconocer que era el contacto de las manos del fotógrafo en sus hombros lo que acentuaba esa sensación. Peter estaba parado detrás, muy cerca de ella, entre ambos fluyó un intenso mensaje sexual y la joven tembló. Peter soltó lentamente el aire que contenía en los pulmones y sus dedos se movieron con suavidad para sacarle el pelo del cuello del abrigo, extendiéndole la dorada cascada alrededor de los hombros, como reacio a romper el contacto.

—Gracias —murmuró ella.

—Cene conmigo —la invitó él con voz ronca, sin hacer caso de la presencia de Edward.

—No creo que…

—Por favor —la instó Peter con suavidad, y Lali no pudo resistirse al tono de súplica de su voz.

—Pu… pues… está bien —accedió.

El fotógrafo la volvió para mirarla de frente, sus extraños y cálidos ojos observaron el leve rubor de las mejillas de la actriz, el leve temblor de su vulnerable boca.

—Pasaré a recogerla a las ocho —indicó.

Lali asintió sin decir nada, y por fin encontró la fuerza para apartarse de él, caminando como un autómata hasta donde la esperaba Edward en pesaroso silencio.

Ya estaban en la puerta del estudio cuando la voz del fotógrafo los hizo detenerse.

—Lali…

—¿Sí? —ella no se volvió a mirarlo, no tuvo el valor suficiente.

—Dese un buen baño —dijo él con voz sedosa—. No quiero que me vuelva a confundir con ese cerdo de Blake.

Ella asintió despacio.

—No creo que exista esa posibilidad en absoluto —afirmó y oyó que él dejaba escapar el aire en un suspiro satisfecho.
Pd:Alguien falta de avisarle o ya no quiere que le avise?.

14 comentarios:

  1. Me encanto!! Me rei mucho cuando lali intento hechar la culpa a peter delante de la tia vjeje. Mas!!!. No es nada lo de las fotos ya sabes me tienes para lo k necesites. Una cosa e empezado mi primera nove mirala me haria mucha ilusion comenta alli si quieres Claro http://bloguay.com/ruizirene897

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  2. Me gusta mucho :))) mas mas mas

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  3. Jajajaj estuvo buenísima me encanto mas mas mas

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  4. "Un oso con corazon de manteca"me encantó,me pareció tan Peter JAJA!
    Me gusta,y cómo un día q comienza terrible se convirerte en GeNial!

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  5. BUENISIMOOOOOOOOO! Me encanta!!!

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  6. quiero otrooo, porfaaa! muy buen cap

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  7. Una genia la tía vi!! Peter todo un caballero quiero saber q pasa en esa cena! Más!!!!
    P.d: avísame a mi!! @vale_cadenas

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  8. Maas nove!!! Tienes nueva lectora!!!

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  9. muy buena quiero mas!!!
    @arimurb

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  10. Te leí en la tarde mientras estaba en el carro y la gente me miraba porq me reía y suspiraba sola jaja;)
    Masi_ruth

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  11. Jajaja,parece k Peter cambió d opinión respecto a las mujeres con Lali.Una grosa la tía Vi,se dió cuenta del sarcasmo d Lali,segurito k ya intuye k entre su sobrino y a la actriz ,surgió el amor,si, así d rapidito.

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