viernes, 14 de septiembre de 2012

Capitulo 7

Pasen por esta nove:) es de @morditaaa mordiaaa.blogspot.com 

Hola mis amores estoy de buen humor:) ya casi consigo el disco de teen angels y eme 15(grupo recomendadisamo no se van a arrepentir de escucharlo) otra cosa se que a mi no me importa mucho lo de las firmas pero veo que han bajado como pasa con muchas noves que yo leo que no puedo firmar porque no ando con tiempo y leo desde el cel pero para las que piden maraton ocupo que suban porfa y hare el esfuerzo de hacerlo! y otra cosa alguien que me ayude la otra semana a avisar que subo nove porfa tengo la lista en twitter seria como 2 veces pasa que ando sin tiempo porfa ayudenme:( y cualquier pregunta de la nove en mi twitter besitos las amo♥



Capítulo 7

La mudanza transcurrió sin percances. Lali cerró su apartamento y se olvidó de él. Mudarse con Peter era más una fusión natural de dos entidades, que una manera de resolver el problema de a la cama de quién se retirarían por la noche.

La tía Vi dio la bienvenida a la joven con un fuerte abrazo y un sermón respecto a portarse bien con «su muchacho».

—Merece un poco de felicidad por fin —le confió, mientras tomaban una taza de té—. Después de la forma tan atroz en que lo trató esa mujer.

Lali se acostumbró a que la tía Vi se refiriera a Tracy López como «esa mujer». Y durante las semanas siguientes, cuando Lali se habituó a bajar cada mañana al apartamento de la anciana para tomar con ella una taza de té, aprendió mucho sobre «esa mujer» y la forma en que trató al «pobre Peter».

—Él hizo todo lo que pudo; estaba loco por ella, la adoraba —el anciano rostro se ensombreció de desaprobación y Lali se preguntó sobre la interpretación de la tía Vi respecto a la relación de Peter con su ex esposa. Enamorado o no, no podía imaginárselo en el papel de devoto esclavo adorador—. Y ella le pagó poniéndole los cuernos con medio mundo y convirtiéndolo en el hazmerreír de todos sus amigos.

—¿La conoció usted? —preguntó Lali.

—Sí —contestó la anciana—. Es muy bella, eso sí. Morena y exótica, creo que es medio mexicana. Con ese pelo largo, negro y rizado que tienen las latinas. Los ojos negros y grandes, boca ancha, pintada de rojo —la desaprobación se reflejó en el rostro de la anciana—. Alta y bien proporcionada. Pero, ¿para qué le sirve tanta belleza? Es una buscona sin escrúpulos. Una vividora.

—He visto fotos de ella —murmuró Lali, controlando la inevitable oleada de celos Peter no podía haber encontrado dos mujeres tan distintas físicamente como Tracy y ella. Una perturbadora idea la asaltó ¿se había dejado atraer por ella porque sus sentidos por su exesposa eran tan profundos que había buscado deliberadamente una completa antítesis?

—Bien, pues ya lo sabes —resopló la tía Vi—. Peter se libró de ella por fin, aunque arruinó su fe en el género humano —las dos mujeres permanecieron en silencio por un minuto, luego la anciana dijo en tono reflexivo—: Tracy todavía viene a veces para pedir dinero prestado, pero nunca se queda mucho tiempo. Sale del apartamento de mi muchacho como a la hora, contoneándose como la gata exótica que es.

¿Dinero?, se preguntó Lali. ¿O para asegurarse de que todavía tenía cierto poder sobre los sentimientos de Peter?

Él había contado su versión del matrimonio fracasado con diferentes palabras, pero con las mismas amargas impresiones.

—Nos conocimos cuando ella era principiante en el negocio, luchaba por abrirse camino hacia el éxito sin tener la menor idea de cómo lograrlo. Yo era joven y arrogante, convencido de mi propio genio —él había sonreído ante su propio engreimiento—. Vi potencial en ella y le ofrecí ayuda —Lali y él charlaban en la cama, abrazados después de haber hecho el amor—. Me llevó dos meses de paciencia, ella tiene un carácter terrible, se enfurece por cualquier cosa. Fue una de las cosas que tuvo que aprender a controlar. Ninguna mujer, por hermosa que sea, puede lograr nada en el mundo de la moda sin aprender el arte de la paciencia.

—Podrías aplicarte tu propio consejo —le dijo Lali en tono de broma. Lo había oído explotar más de una vez en su estudio.

—Yo me puedo permitir ciertos arranques temperamentales, ya que soy un genio —se defendió él, bromeando—. Mientras que Tracy no podía andar destruyendo un valioso equipo cada vez que algo no le salía como ella quería. Le enseñé a andar como es debido, a hablar sin hacerme rechinar los dientes cada vez que abría la boca. Le compré ropa, le mostré cómo usarla para sacar el mejor partido de sus encantos. La relación era completamente inocente, pero… —suspiró con pesar—. Supongo que es natural que cuando un hombre y una mujer pasan tanto tiempo juntos como ella y yo, se conviertan en amantes. Luego la carrera de ella se vio impulsada y la mía también, tengo que admitirlo. Todo el mundo quería que Tracy trabajara para ellos, y su ciega confianza en mí significó la poco envidiable tarea de espantarle los tiburones y buitres que la rodeaban, lo cual causó problemas de toda clase, porque comenzábamos a movernos en direcciones diferentes, y para entonces, ella ya dependía por completo de mí.

—Pero no serían tan diferentes esos caminos, supongo —intervino Lali—. El mundo de los fotógrafos y las modelos es el mismo.

—Ah, sí. Pero para ella lo importante era la publicidad, mientras que yo había descubierto el gusto por el retrato y comencé a formarme una clientela más personal. Diferentes caminos —repitió con un encogimiento de hombros—. Pero los dos necesitábamos una base sobre la cual trabajar y ella todavía necesitaba a alguien que la cuidara. Éramos amantes, así que nos casamos.

—¿La amabas? —preguntó Lali con voz inestable.

—¿Amarla? —Hizo una mueca—. No sé; supongo que le tenía afecto. Tracy tenía una faceta simpática, graciosa y lo pasábamos bien.

Peter se perdió por un momento en un mundo propio, acariciando de manera distraída la piel desnuda de Lali, mientras ella yacía acurrucada contra él, resentida por el tiempo que Tracy le había robado de Peter, pero convencida de su propia importancia en la vida de él.

—Los problemas surgieron después, cuando ella consideró que ya no me necesitaba. Seguíamos compartiendo el apartamento, todavía hacíamos el amor cuando estábamos allí al mismo tiempo, que no era muy a menudo… luego, un día, a los tres años de casados, entró en el apartamento y me informó con toda frialdad que se había quedado embarazada.

Lali se quedó inmóvil, casi sin respirar. ¿Peter… padre?

—Luego me informó de los trámites que había hecho para abortar —continuó él con voz grave—. Yo estaba horrorizado. Tuvimos una pelea. La acusé de querer deshacerse de nuestro hijo y ella se rió en mi cara y me confió que hasta tres hombres podían ser los padres de la criatura. No dije nada más, abrí la puerta y la eché —Peter sacudió la cabeza y apretó los labios—. Ya había tenido bastante de ella. Que se fuera al infierno. Pero tres días después regresó, con muy mal aspecto y ya sin bebé.

Se calló, y Lali lo estrechó con ternura, compartiendo su dolor.

—Nunca había odiado a nadie en mi vida tanto como a ella en ese momento —admitió Peter con voz tensa—. Después de un divorcio sórdido, se llevó la mitad de mis bienes, junto con mi orgullo, mi dignidad y mi fe en las mujeres. Harto de todo, decidí venirme a Londres.

—¿La has visto desde entonces?

—Aparece de vez en cuando con algún problema, sobre todo de tipo económico. Le gusta vivir a lo grande, aunque cada vez gana menos. Le resuelvo el problema y se va.

Como había dicho la tía Vi, como la gata que se ha tomado la leche, pensó Lali con rencor.

—No puedo dejar de ayudarla. Supongo que en cierta forma me siento culpable por haberla dejado desamparada como lo hice.

« ¡Y seguro que ella lo sabe!» pensó Lali con acritud. «Y se aprovecha de ello para chantajearte a su antojo».

—Pero todo el asunto me dejó un sabor amargo que no quiero volver a experimentar. El matrimonio no es para mí —declaró con desdeñoso cinismo—. El problema del matrimonio es que un trozo de papel lo convierte a uno en la mitad de una pareja, cuando antes era un ser completo. Crea un vínculo del que uno nunca se libera por completo. Divorciado o no, uno siempre se siente responsable de la otra parte. Llámalo condicionamiento por la educación, lavado de cerebro social… como quieras. El hecho es que te conviertes en esclavo moral de otra persona.

Quizá porque ese vínculo se forjó por amor, lo quisiera aceptar Peter o no. Y ese pensamiento la mantuvo despierta hasta muy avanzada la noche, mientras él dormía a su lado.

Luego Peter hizo algo que restauró por completo la confianza en sí misma de Lali. Como si percibiera en su reposo la inquietud de ella, Peter se movió, buscándola a tientas.

—La —murmuró.

Ella se volvió a mirarlo y permitió que la abrazara.

—La —volvió a murmurar él, y con su nombre en los labios encontró la boca de ella con infalible instinto.

Le ofreció un beso que provenía de más allá de lo físico y buscaba la certeza espiritual que ella también necesitaba con desesperación, y todos los temores de la joven se desvanecieron.

Peter no era consciente de lo que había hecho. Podía reservarse sus verdaderos sentimientos cuando estaba despierto, pero nada podría hacer respecto a los secretos que había revelado mientras dormía.

—Te amo —musitó Lali cuando sus bocas se separaron—. Te amo, pit.

—La —suspiró él, y por fin ella se quedó dormida, serena en su inquebrantable fe en el amor que los unía.

 

 

Edward llegó unas tres semanas después de que Lali se hubiera mudado con Peter, vestido con elegancia y agitando en una mano un trozo de papel que contenía la fecha para la audición de la actriz y una revista que le dejó en el regazo.

—Bien, preciosa —declaró con entusiasmo—. Nuestro estimado Peter sin duda te ha hecho justicia. Tiene un genio especial para captar la esencia de la gente; espero que nunca me apunte con su lente —agregó con una mueca—. Me temo que no me gustaría verme tal como soy, un pícaro de siete suelas. Iré a ver a la tía Vi, quizá tenga algún pastelito casero que ofrecerme —y se fue, envuelto en una nube de loción, en busca de algo para satisfacer su gula, dejando a Lali preguntándose de qué se trataba todo eso.

Tomó la revista y hasta que no leyó el famoso nombre en la portada, no recordó que el artículo sobre ella estaba programado para publicarse ese mes… y que debido a ello había conocido a Peter. Una leve sonrisa curvó sus labios al hojear la revista, con curiosidad por ver cómo la había fotografiado él. Luego se apoyó en el respaldo del asiento, contemplando con asombro su fotografía.

—La dama de plata —dijo una voz profunda detrás de ella.

Lali se sobresaltó un poco, pues no lo había oído entrar.

—Peter —murmuró, y sonrió—. Edward me ha traído la revista, entusiasmado, y ahora entiendo la razón. Realmente eres un genio del retrato.

—Te lo dije —se ufanó él, llevándose los dedos a las solapas y sonriendo de oreja a oreja.

Lali observó otra vez las fotos.

El vestido rojo que se había puesto para la sesión fotográfica era perfecto. El pelo le caía en cascada sobre los hombros, el sutil uso de la luz resaltaba los mechones más rubios, de modo que brillaban como pura seda. Sus ojos eran de un azul profundo y penetrante en la serenidad aristocrática de su rostro. Y sólo una leve y enigmática curvatura en su suave boca daba un indicio de que algo sucedía detrás de esa máscara impasible.

—Me pasé largas noches preguntándome qué pasaba por tu mente en el momento en que capté esta foto —repuso Peter—. Estaba en tus ojos, en tu misteriosa sonrisa.

—¿Por qué nunca me lo preguntaste?

—Quizá temía la respuesta.

—Estaba pensando en ti —susurró Lali.

—¿En mí?

—Atracción fatal —confesó ella con una sonrisa—. Una mirada y ya estaba atrapada —«enamorada, total, loca e irrevocablemente enamorada», se dijo. Y ése era el secreto que había tras la enigmática sonrisa.

—En mí —murmuró Peter, y sonrió complacido—. Y bien… ¿te gusta la foto?

—Es bella, muy bella.

—Tú eres bella —declaró Peter, haciéndola volverse hacia él. La revista cayó al suelo—. Pero eso ya lo sabes… yo lo único que hice fue descubrir tu esencia y captar lo que procuras ocultar al mundo.

—Edward ha dicho algo parecido —repuso Lali, sonriendo con ternura a los ojos dorados de su amado—. Comentó tu genio para captar la esencia de la gente.

—¿Sí? —Peter alzó las cejas con asombro—. Entonces es más sensible de lo que yo suponía.

—Gracias —dijo Edward desde el umbral, avanzando con desparpajo—. He tenido mala suerte; la tía Vi no ha horneado ni un pastelito. Creo que tuve mala suerte desde que entré por primera vez en esta casa. Peter seduce a mi mejor actriz, de modo que no irá a ganar montones de dinero a los Estados Unidos. La tía Vi no mantiene abastecido el tarro de galletas para visitantes inesperados y golosos… ¡Y además ese perro tonto trata de morderme! —parecía tan ofendido, que Lali fue a darle un abrazo afectuoso—. Ni siquiera puedo recibir un beso de consolación de mi chica favorita, sin que alguien me fulmine con la mirada —agregó en tono de cómica lamentación, al notar el ceño de desaprobación de Peter.

—¡Cállate, Edward! —exclamaron dos voces al unísono.

 

 

Lali obtuvo el papel principal en la obra de teatro. Llegó radiante de alegría y fue a comunicar su triunfo a Peter.

—¿Sobre qué trata la obra? —quiso saber Peter, rodeándola con un brazo mientras salían del estudio.

—Sobre la aristocracia francesa de nuestros días, donde todavía prevalecen los matrimonios por conveniencia —explicó ella—. Yo represento a la hija única de un opulento conde, a la que van a casar con un terrateniente, aún más rico, que ella no soporta. Es arrogante y de una indiferencia desdeñosa —entraron a la cocina y Lali fue a preparar café mientras Peter se sentaba a la mesa—. La obra trata sobre la forma en que ella lucha contra las imposiciones familiares y los prejuicios ancestrales.

—¿Termina casada con él?

—Sí —declaró Lali con una mueca—. Pero por las razones apropiadas, y después de poner de rodillas al arrogante tipo. Está escrita con mucho ingenio y gracia.

—¿Y quién hará el papel del tipo arrogante?

—Antony Wade —anunció ella, y observó cómo Peter se convertía de apacible interlocutor en celoso amante.

—¡Wade es un libertino! —le espetó.

—También Peter Lanzani, según la gente —replicó Lali.

—¿Hay escenas de cama?

—Liam Michael es demasiado buen escritor como para recurrir a esas tretas para lograr el éxito.

—Wade es famoso por tratar de seducir a todas sus coprotagonistas —apunto Peter—. Le advertiré desde el principio que no intente nada semejante contigo.

—¡No lo harás! —protestó Lali, indignada. Luego su ira amainó, cuando un impulso travieso la hizo agregar—: Si puedo enfrentarme a un gorila como tú, entonces Antony será un chimpancé en comparación.

Peter se incorporó con lentitud, y Lali lo observó con un escalofrío cuando alzó la cabeza para mirarla, con los ojos entrecerrados.

—¿Cómo me has llamado?

Ella sintió un delicioso estremecimiento.

—Gorila —repitió, y emitió una risita nerviosa cuando él se puso de pie. Extendió las manos hacia delante en actitud defensiva—. No… Peter! —seguía riendo, mientras retrocedía—. No lo he dicho en serio… de verdad… ¡era una broma… una broma!

Peter la atrapó en la puerta y ella lanzó un grito agudo cuando la levantó en brazos para llevarla hacia el dormitorio.

—Pensaba llevarte a una cena especial de celebración —informó él con exasperante calma—. Pero he cambiado de idea. Nos quedaremos aquí —la dejó caer sobre la cama—. Para que exploremos mis cualidades gorilescas.

—De acuerdo, Peter —susurró ella, pasándose la lengua entre los labios cuando él comenzó su escena de striptease.

Peter alzó las cejas con sorna.

—¿Percibo una nota de sumisión femenina en tu voz?

—Sí, Pit —los ojos de la joven eran como dos zafiros que brillaban con malicia—. Me avergüenza confesar que los gorilas son mi debilidad.

—¿Y qué me dices de los chimpancés como Antony Wade? —Preguntó él mientras se inclinaba sobre ella para despojarla con metódica lentitud de su ropa—. ¿No son otra de tus debilidades?

Lali se negó a responder, mirándolo con provocativa obstinación y con la boca firmemente cerrada.

—Te obligaré a contestarme —le advirtió él con voz suave.

«Por supuesto que lo harás, es lo que estoy esperando», pensó ella, y apretó la boca con más fuerza.

Peter era un amante dominante. Le gustaba controlar cada una de las reacciones de ella con la finura de un conocedor, y al hacerlo así mostraba a Lali nuevas dimensiones de su amor con cada nuevo encuentro. Era sensible, imaginativo y sobre todo paciente; algunas veces apasionado en su deseo de una entrega plena, pero nunca cruel o egoísta. Enseñó a Lali a conocerse tan a fondo, que ella se desplegó en sus manos como una flor exótica.

Durante los siguientes meses vivieron en un estado de mutua euforia, y si nunca se hacían declaraciones verbales de amor, eso no parecía importar, porque el amor estaba patente cada vez que se miraban.

Sus vidas adquirieron una armoniosa rutina. Lali iba a los ensayos cada mañana y Peter se metía en su estudio. Cocinaban juntos, se bañaban juntos y charlaban sobre sus respectivas experiencias cotidianas.

—Decadencia —opinó Lali la primera vez que él sugirió esa forma de relajación, al concluir un arduo día de trabajo—. ¡Pura decadencia!

—Pero deliciosa, ¿no? —Sonrió él con desparpajo, hundiéndose en el agua espumosa, deslizándole un pie por la parte interior del muslo—. Algo que los ingleses deberíais aprender de nosotros es a diseñar mejor los cuartos de baño.

Sin nada que comentar ante esa muestra de arrogancia, Lali optó por tácticas de distracción al agarrarlo del pie y tirar de él. Tomado por sorpresa, porque estaba recostado con los ojos cerrados y sonrisa beatífica, Peter no tuvo tiempo de agarrarse a la bañera y se hundió con un barboteo dentro del agua jabonosa.

Lo que siguió fue una nueva experiencia para Lali, efectuada por un maestro en el juego sensual, con todas sus exquisitas variaciones.

Los días transcurrieron con el mismo alborozo desenfadado, y lo único que Lali podía percibir en el horizonte que pudiera estropear un poco las cosas, era el momento en que se estrenara su obra. Eso significaba que tendría que trabajar por las noches y no sabía cómo se tomaría Peter eso. No habían hablado todavía al respecto, pero pronto tendrían que hacerlo.

Pero ese día era el cumpleaños de Peter y ella no tenía intención de estropear las cosas discutiendo nada serio con él. Celebrarían una pequeña fiesta, sólo con la asistencia de Peter, Edward, la tía Vi y ella, y mientras se arreglaba para el festejo, Lali estaba muy contenta.

Edward llegó temprano, antes de que Peter saliera de su estudio. Lali estaba bajando las escaleras para ver si la tía Vi necesitaba que la ayudara en la cocina.

—¡Yo abriré! —gritó a la anciana para ahorrarle la molestia.

Abrió y encontró a su agente con su habitual garbo y desenfado, vestido con un traje blanco y camisa y zapatos negros. Llevaba en una mano un paquete envuelto para regalo y en la otra un ramo de flores.

—¿Para mí? —preguntó Lali, tomando las flores y aspirando con deleite su perfume. Sabía que las flores eran para la tía Vi, como un pequeño homenaje a sus dotes de pastelera, pero Lali no pudo resistir la tentación de bromear un poco.

Edward se sonrojó y luego procuró recobrar el aplomo.

—Oh… sí, claro que son para ti, preciosidad —farfulló, sonriendo como el gato de Alicia en el País de las Maravillas—. ¿Para quién más podrían ser?

—No, puedo verlo en tu cara, Edward. No son para mí, pero no te atreves a decírmelo —ya se notaba el alivio en el rostro de su agente, y ella no pudo evitar confundirlo de verdad—. Son para Peter, ¿verdad? Es su cumpleaños.

—Pero… —balbuceó otra vez el pobre Edward.

—A Peter le encantan las flores —añadió Lali con desenfado.

—¿De verdad? —Edward miró con incertidumbre el paquete y las flores, y luego a Lali, con suspicacia.

—Te lo juro —le aseguró ella—. Dale las flores y se mostrará muy conmovido.

En ese preciso momento apareció Peter en el rellano de la escalera del primer piso.

Edward alzó la mirada hacia él, se encogió de hombros y dejó el paquete envuelto en la mesa del vestíbulo, antes de subir la escalera hacia Peter.

—Feliz cumpleaños —dijo, ofreciéndole las flores.

—¿Para… mí? —Preguntó Peter con azoro, y tomó el ramo, miró por un momento el rostro confuso de Edward, luego a Lali, extrañado… y se encogió de hombros—. ¿Flores, eh? —murmuró—. Gracias, Edward, estoy… conmovido. Me voy a dar una ducha y me reuniré con vosotros… ¿no es amable Edward al traerme flores? ¿Eh, La? —su tono era muy apacible—. Iré a ponerlas en agua para que no se marchiten —y se fue, silbando alegremente, con el ramo de flores apretado contra su enorme pecho y dejando a Lali desconcertada  y a Edward aliviado al ver su reacción.

10 comentarios:

  1. Que turra la nancy esa es un mote que me a salido del alma. Me mato el final jejeje . Mass

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  2. q largo!Buenisimo,me encanta lo bien q estan funcionando!A la espera q algo suceda,no?

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  3. LALI Y PETER hasta ahora estna llevando una conviviencia tranquila k ojala no se arruine.

    Edward y las flores para PETER jajaja

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  4. querida no te preocupes si bajan las firmas somos pocas pero te queremos jejeje estuvo bueno el cap creo q ya se q es lo q se viene te confieso q no entendi lo de las flores (y si medio colgada soy) pero bueno me gustaria ayudarte pero la otra semana es sonbre la comicacion que es lo q estudio en la U comunicacin social y periodismo asi q voy a estar a full con todo me alegro lo de los Cd y espero el prox cap

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  5. Jajaja,Lali k pensó k lo tomaría mal ,y Peter los desconcertó.Mucho amor y tranquilidad ,seguro ese día del cumple d el aparece la lagartona d su ex,a fastidiar todo.

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  6. Jaaja me estoy matando de risa ... Las flores para pit jaja.
    Nah nah mato!

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  7. Jjajajaja me rei mucho con lo de las flores.... me encanta la nove Angie!

    Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas Nooooooooooooveee

    @Camhii_Infante

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