Hola mis amores estoy de buen humor:) ya casi consigo el disco de teen angels y eme 15(grupo recomendadisamo no se van a arrepentir de escucharlo) otra cosa se que a mi no me importa mucho lo de las firmas pero veo que han bajado como pasa con muchas noves que yo leo que no puedo firmar porque no ando con tiempo y leo desde el cel pero para las que piden maraton ocupo que suban porfa y hare el esfuerzo de hacerlo! y otra cosa alguien que me ayude la otra semana a avisar que subo nove porfa tengo la lista en twitter seria como 2 veces pasa que ando sin tiempo porfa ayudenme:( y cualquier pregunta de la nove en mi twitter besitos las amo♥
Capítulo
7
La mudanza transcurrió sin
percances. Lali cerró su apartamento y se olvidó de él. Mudarse con Peter era
más una fusión natural de dos entidades, que una manera de resolver el problema
de a la cama de quién se retirarían por la noche.
La tía Vi dio la
bienvenida a la joven con un fuerte abrazo y un sermón respecto a portarse bien
con «su muchacho».
—Merece un poco de
felicidad por fin —le confió, mientras tomaban una taza de té—. Después de la
forma tan atroz en que lo trató esa mujer.
Lali se acostumbró a que
la tía Vi se refiriera a Tracy López como «esa mujer». Y durante las semanas
siguientes, cuando Lali se habituó a bajar cada mañana al apartamento de la
anciana para tomar con ella una taza de té, aprendió mucho sobre «esa mujer» y
la forma en que trató al «pobre Peter».
—Él hizo todo lo que pudo;
estaba loco por ella, la adoraba —el anciano rostro se ensombreció de
desaprobación y Lali se preguntó sobre la interpretación de la tía Vi respecto
a la relación de Peter con su ex esposa. Enamorado o no, no podía imaginárselo
en el papel de devoto esclavo adorador—. Y ella le pagó poniéndole los cuernos
con medio mundo y convirtiéndolo en el hazmerreír de todos sus amigos.
—¿La conoció usted?
—preguntó Lali.
—Sí —contestó la anciana—.
Es muy bella, eso sí. Morena y exótica, creo que es medio mexicana. Con ese
pelo largo, negro y rizado que tienen las latinas. Los ojos negros y grandes,
boca ancha, pintada de rojo —la desaprobación se reflejó en el rostro de la
anciana—. Alta y bien proporcionada. Pero, ¿para qué le sirve tanta belleza? Es
una buscona sin escrúpulos. Una vividora.
—He visto fotos de ella
—murmuró Lali, controlando la inevitable oleada de celos Peter no podía haber
encontrado dos mujeres tan distintas físicamente como Tracy y ella. Una
perturbadora idea la asaltó ¿se había dejado atraer por ella porque sus
sentidos por su exesposa eran tan profundos que había buscado deliberadamente
una completa antítesis?
—Bien, pues ya lo sabes
—resopló la tía Vi—. Peter se libró de ella por fin, aunque arruinó su fe en el
género humano —las dos mujeres permanecieron en silencio por un minuto, luego
la anciana dijo en tono reflexivo—: Tracy todavía viene a veces para pedir
dinero prestado, pero nunca se queda mucho tiempo. Sale del apartamento de mi
muchacho como a la hora, contoneándose como la gata exótica que es.
¿Dinero?, se preguntó Lali.
¿O para asegurarse de que todavía tenía cierto poder sobre los sentimientos de Peter?
Él había contado su
versión del matrimonio fracasado con diferentes palabras, pero con las mismas
amargas impresiones.
—Nos conocimos cuando ella
era principiante en el negocio, luchaba por abrirse camino hacia el éxito sin
tener la menor idea de cómo lograrlo. Yo era joven y arrogante, convencido de
mi propio genio —él había sonreído ante su propio engreimiento—. Vi potencial
en ella y le ofrecí ayuda —Lali y él charlaban en la cama, abrazados después de
haber hecho el amor—. Me llevó dos meses de paciencia, ella tiene un carácter
terrible, se enfurece por cualquier cosa. Fue una de las cosas que tuvo que
aprender a controlar. Ninguna mujer, por hermosa que sea, puede lograr nada en
el mundo de la moda sin aprender el arte de la paciencia.
—Podrías aplicarte tu
propio consejo —le dijo Lali en tono de broma. Lo había oído explotar más de
una vez en su estudio.
—Yo me puedo permitir
ciertos arranques temperamentales, ya que soy un genio —se defendió él,
bromeando—. Mientras que Tracy no podía andar destruyendo un valioso equipo
cada vez que algo no le salía como ella quería. Le enseñé a andar como es
debido, a hablar sin hacerme rechinar los dientes cada vez que abría la boca.
Le compré ropa, le mostré cómo usarla para sacar el mejor partido de sus
encantos. La relación era completamente inocente, pero… —suspiró con pesar—.
Supongo que es natural que cuando un hombre y una mujer pasan tanto tiempo
juntos como ella y yo, se conviertan en amantes. Luego la carrera de ella se
vio impulsada y la mía también, tengo que admitirlo. Todo el mundo quería que
Tracy trabajara para ellos, y su ciega confianza en mí significó la poco
envidiable tarea de espantarle los tiburones y buitres que la rodeaban, lo cual
causó problemas de toda clase, porque comenzábamos a movernos en direcciones
diferentes, y para entonces, ella ya dependía por completo de mí.
—Pero no serían tan
diferentes esos caminos, supongo —intervino Lali—. El mundo de los fotógrafos y
las modelos es el mismo.
—Ah, sí. Pero para ella lo
importante era la publicidad, mientras que yo había descubierto el gusto por el
retrato y comencé a formarme una clientela más personal. Diferentes caminos
—repitió con un encogimiento de hombros—. Pero los dos necesitábamos una base
sobre la cual trabajar y ella todavía necesitaba a alguien que la cuidara.
Éramos amantes, así que nos casamos.
—¿La amabas? —preguntó
Lali con voz inestable.
—¿Amarla? —Hizo una
mueca—. No sé; supongo que le tenía afecto. Tracy tenía una faceta simpática,
graciosa y lo pasábamos bien.
Peter se perdió por un
momento en un mundo propio, acariciando de manera distraída la piel desnuda de
Lali, mientras ella yacía acurrucada contra él, resentida por el tiempo que
Tracy le había robado de Peter, pero convencida de su propia importancia en la
vida de él.
—Los problemas surgieron
después, cuando ella consideró que ya no me necesitaba. Seguíamos compartiendo
el apartamento, todavía hacíamos el amor cuando estábamos allí al mismo tiempo,
que no era muy a menudo… luego, un día, a los tres años de casados, entró en el
apartamento y me informó con toda frialdad que se había quedado embarazada.
Lali se quedó inmóvil,
casi sin respirar. ¿Peter… padre?
—Luego me informó de los
trámites que había hecho para abortar —continuó él con voz grave—. Yo estaba
horrorizado. Tuvimos una pelea. La acusé de querer deshacerse de nuestro hijo y
ella se rió en mi cara y me confió que hasta tres hombres podían ser los padres
de la criatura. No dije nada más, abrí la puerta y la eché —Peter sacudió la
cabeza y apretó los labios—. Ya había tenido bastante de ella. Que se fuera al
infierno. Pero tres días después regresó, con muy mal aspecto y ya sin bebé.
Se calló, y Lali lo
estrechó con ternura, compartiendo su dolor.
—Nunca había odiado a
nadie en mi vida tanto como a ella en ese momento —admitió Peter con voz
tensa—. Después de un divorcio sórdido, se llevó la mitad de mis bienes, junto
con mi orgullo, mi dignidad y mi fe en las mujeres. Harto de todo, decidí
venirme a Londres.
—¿La has visto desde
entonces?
—Aparece de vez en cuando
con algún problema, sobre todo de tipo económico. Le gusta vivir a lo grande,
aunque cada vez gana menos. Le resuelvo el problema y se va.
Como había dicho la tía
Vi, como la gata que se ha tomado la leche, pensó Lali con rencor.
—No puedo dejar de
ayudarla. Supongo que en cierta forma me siento culpable por haberla dejado
desamparada como lo hice.
« ¡Y seguro que ella lo
sabe!» pensó Lali con acritud. «Y se aprovecha de ello para chantajearte a su
antojo».
—Pero todo el asunto me
dejó un sabor amargo que no quiero volver a experimentar. El matrimonio no es
para mí —declaró con desdeñoso cinismo—. El problema del matrimonio es que un
trozo de papel lo convierte a uno en la mitad de una pareja, cuando antes era
un ser completo. Crea un vínculo del que uno nunca se libera por completo.
Divorciado o no, uno siempre se siente responsable de la otra parte. Llámalo
condicionamiento por la educación, lavado de cerebro social… como quieras. El
hecho es que te conviertes en esclavo moral de otra persona.
Quizá porque ese vínculo
se forjó por amor, lo quisiera aceptar Peter o no. Y ese pensamiento la mantuvo
despierta hasta muy avanzada la noche, mientras él dormía a su lado.
Luego Peter hizo algo que
restauró por completo la confianza en sí misma de Lali. Como si percibiera en
su reposo la inquietud de ella, Peter se movió, buscándola a tientas.
—La —murmuró.
Ella se volvió a mirarlo y
permitió que la abrazara.
—La —volvió a murmurar él,
y con su nombre en los labios encontró la boca de ella con infalible instinto.
Le ofreció un beso que
provenía de más allá de lo físico y buscaba la certeza espiritual que ella
también necesitaba con desesperación, y todos los temores de la joven se
desvanecieron.
Peter no era consciente de
lo que había hecho. Podía reservarse sus verdaderos sentimientos cuando estaba
despierto, pero nada podría hacer respecto a los secretos que había revelado
mientras dormía.
—Te amo —musitó Lali
cuando sus bocas se separaron—. Te amo, pit.
—La —suspiró él, y por fin
ella se quedó dormida, serena en su inquebrantable fe en el amor que los unía.
Edward llegó unas tres
semanas después de que Lali se hubiera mudado con Peter, vestido con elegancia
y agitando en una mano un trozo de papel que contenía la fecha para la audición
de la actriz y una revista que le dejó en el regazo.
—Bien, preciosa —declaró
con entusiasmo—. Nuestro estimado Peter sin duda te ha hecho justicia. Tiene un
genio especial para captar la esencia de la gente; espero que nunca me apunte
con su lente —agregó con una mueca—. Me temo que no me gustaría verme tal como
soy, un pícaro de siete suelas. Iré a ver a la tía Vi, quizá tenga algún
pastelito casero que ofrecerme —y se fue, envuelto en una nube de loción, en
busca de algo para satisfacer su gula, dejando a Lali preguntándose de qué se
trataba todo eso.
Tomó la revista y hasta
que no leyó el famoso nombre en la portada, no recordó que el artículo sobre
ella estaba programado para publicarse ese mes… y que debido a ello había
conocido a Peter. Una leve sonrisa curvó sus labios al hojear la revista, con
curiosidad por ver cómo la había fotografiado él. Luego se apoyó en el respaldo
del asiento, contemplando con asombro su fotografía.
—La dama de plata —dijo
una voz profunda detrás de ella.
Lali se sobresaltó un
poco, pues no lo había oído entrar.
—Peter —murmuró, y
sonrió—. Edward me ha traído la revista, entusiasmado, y ahora entiendo la
razón. Realmente eres un genio del retrato.
—Te lo dije —se ufanó él,
llevándose los dedos a las solapas y sonriendo de oreja a oreja.
Lali observó otra vez las
fotos.
El vestido rojo que se
había puesto para la sesión fotográfica era perfecto. El pelo le caía en
cascada sobre los hombros, el sutil uso de la luz resaltaba los mechones más
rubios, de modo que brillaban como pura seda. Sus ojos eran de un azul profundo
y penetrante en la serenidad aristocrática de su rostro. Y sólo una leve y
enigmática curvatura en su suave boca daba un indicio de que algo sucedía
detrás de esa máscara impasible.
—Me pasé largas noches
preguntándome qué pasaba por tu mente en el momento en que capté esta foto
—repuso Peter—. Estaba en tus ojos, en tu misteriosa sonrisa.
—¿Por qué nunca me lo
preguntaste?
—Quizá temía la respuesta.
—Estaba pensando en ti
—susurró Lali.
—¿En mí?
—Atracción fatal —confesó
ella con una sonrisa—. Una mirada y ya estaba atrapada —«enamorada, total, loca
e irrevocablemente enamorada», se dijo. Y ése era el secreto que había tras la
enigmática sonrisa.
—En mí —murmuró Peter, y
sonrió complacido—. Y bien… ¿te gusta la foto?
—Es bella, muy bella.
—Tú eres bella —declaró
Peter, haciéndola volverse hacia él. La revista cayó al suelo—. Pero eso ya lo sabes…
yo lo único que hice fue descubrir tu esencia y captar lo que procuras ocultar
al mundo.
—Edward ha dicho algo
parecido —repuso Lali, sonriendo con ternura a los ojos dorados de su amado—.
Comentó tu genio para captar la esencia de la gente.
—¿Sí? —Peter alzó las
cejas con asombro—. Entonces es más sensible de lo que yo suponía.
—Gracias —dijo Edward
desde el umbral, avanzando con desparpajo—. He tenido mala suerte; la tía Vi no
ha horneado ni un pastelito. Creo que tuve mala suerte desde que entré por
primera vez en esta casa. Peter seduce a mi mejor actriz, de modo que no irá a
ganar montones de dinero a los Estados Unidos. La tía Vi no mantiene abastecido
el tarro de galletas para visitantes inesperados y golosos… ¡Y además ese perro
tonto trata de morderme! —parecía tan ofendido, que Lali fue a darle un abrazo
afectuoso—. Ni siquiera puedo recibir un beso de consolación de mi chica
favorita, sin que alguien me fulmine con la mirada —agregó en tono de cómica lamentación,
al notar el ceño de desaprobación de Peter.
—¡Cállate, Edward!
—exclamaron dos voces al unísono.
Lali obtuvo el papel
principal en la obra de teatro. Llegó radiante de alegría y fue a comunicar su
triunfo a Peter.
—¿Sobre qué trata la obra?
—quiso saber Peter, rodeándola con un brazo mientras salían del estudio.
—Sobre la aristocracia
francesa de nuestros días, donde todavía prevalecen los matrimonios por
conveniencia —explicó ella—. Yo represento a la hija única de un opulento
conde, a la que van a casar con un terrateniente, aún más rico, que ella no
soporta. Es arrogante y de una indiferencia desdeñosa —entraron a la cocina y
Lali fue a preparar café mientras Peter se sentaba a la mesa—. La obra trata
sobre la forma en que ella lucha contra las imposiciones familiares y los
prejuicios ancestrales.
—¿Termina casada con él?
—Sí —declaró Lali con una
mueca—. Pero por las razones apropiadas, y después de poner de rodillas al
arrogante tipo. Está escrita con mucho ingenio y gracia.
—¿Y quién hará el papel
del tipo arrogante?
—Antony Wade —anunció
ella, y observó cómo Peter se convertía de apacible interlocutor en celoso
amante.
—¡Wade es un libertino!
—le espetó.
—También Peter Lanzani,
según la gente —replicó Lali.
—¿Hay escenas de cama?
—Liam Michael es demasiado
buen escritor como para recurrir a esas tretas para lograr el éxito.
—Wade es famoso por tratar
de seducir a todas sus coprotagonistas —apunto Peter—. Le advertiré desde el
principio que no intente nada semejante contigo.
—¡No lo harás! —protestó
Lali, indignada. Luego su ira amainó, cuando un impulso travieso la hizo
agregar—: Si puedo enfrentarme a un gorila como tú, entonces Antony será un
chimpancé en comparación.
Peter se incorporó con
lentitud, y Lali lo observó con un escalofrío cuando alzó la cabeza para mirarla,
con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo me has llamado?
Ella sintió un delicioso
estremecimiento.
—Gorila —repitió, y emitió
una risita nerviosa cuando él se puso de pie. Extendió las manos hacia delante
en actitud defensiva—. No… Peter! —seguía riendo, mientras retrocedía—. No lo
he dicho en serio… de verdad… ¡era una broma… una broma!
Peter la atrapó en la
puerta y ella lanzó un grito agudo cuando la levantó en brazos para llevarla
hacia el dormitorio.
—Pensaba llevarte a una cena
especial de celebración —informó él con exasperante calma—. Pero he cambiado de
idea. Nos quedaremos aquí —la dejó caer sobre la cama—. Para que exploremos mis
cualidades gorilescas.
—De acuerdo, Peter
—susurró ella, pasándose la lengua entre los labios cuando él comenzó su escena
de striptease.
Peter alzó las cejas con
sorna.
—¿Percibo una nota de
sumisión femenina en tu voz?
—Sí, Pit —los ojos de la
joven eran como dos zafiros que brillaban con malicia—. Me avergüenza confesar
que los gorilas son mi debilidad.
—¿Y qué me dices de los
chimpancés como Antony Wade? —Preguntó él mientras se inclinaba sobre ella para
despojarla con metódica lentitud de su ropa—. ¿No son otra de tus debilidades?
Lali se negó a responder,
mirándolo con provocativa obstinación y con la boca firmemente cerrada.
—Te obligaré a contestarme
—le advirtió él con voz suave.
«Por supuesto que lo
harás, es lo que estoy esperando», pensó ella, y apretó la boca con más fuerza.
Peter era un amante
dominante. Le gustaba controlar cada una de las reacciones de ella con la
finura de un conocedor, y al hacerlo así mostraba a Lali nuevas dimensiones de
su amor con cada nuevo encuentro. Era sensible, imaginativo y sobre todo
paciente; algunas veces apasionado en su deseo de una entrega plena, pero nunca
cruel o egoísta. Enseñó a Lali a conocerse tan a fondo, que ella se desplegó en
sus manos como una flor exótica.
Durante los siguientes
meses vivieron en un estado de mutua euforia, y si nunca se hacían
declaraciones verbales de amor, eso no parecía importar, porque el amor estaba
patente cada vez que se miraban.
Sus vidas adquirieron una
armoniosa rutina. Lali iba a los ensayos cada mañana y Peter se metía en su
estudio. Cocinaban juntos, se bañaban juntos y charlaban sobre sus respectivas
experiencias cotidianas.
—Decadencia —opinó Lali la
primera vez que él sugirió esa forma de relajación, al concluir un arduo día de
trabajo—. ¡Pura decadencia!
—Pero deliciosa, ¿no? —Sonrió
él con desparpajo, hundiéndose en el agua espumosa, deslizándole un pie por la
parte interior del muslo—. Algo que los ingleses deberíais aprender de nosotros
es a diseñar mejor los cuartos de baño.
Sin nada que comentar ante
esa muestra de arrogancia, Lali optó por tácticas de distracción al agarrarlo
del pie y tirar de él. Tomado por sorpresa, porque estaba recostado con los
ojos cerrados y sonrisa beatífica, Peter no tuvo tiempo de agarrarse a la
bañera y se hundió con un barboteo dentro del agua jabonosa.
Lo que siguió fue una
nueva experiencia para Lali, efectuada por un maestro en el juego sensual, con
todas sus exquisitas variaciones.
Los días transcurrieron
con el mismo alborozo desenfadado, y lo único que Lali podía percibir en el
horizonte que pudiera estropear un poco las cosas, era el momento en que se
estrenara su obra. Eso significaba que tendría que trabajar por las noches y no
sabía cómo se tomaría Peter eso. No habían hablado todavía al respecto, pero
pronto tendrían que hacerlo.
Pero ese día era el
cumpleaños de Peter y ella no tenía intención de estropear las cosas
discutiendo nada serio con él. Celebrarían una pequeña fiesta, sólo con la
asistencia de Peter, Edward, la tía Vi y ella, y mientras se arreglaba para el
festejo, Lali estaba muy contenta.
Edward llegó temprano,
antes de que Peter saliera de su estudio. Lali estaba bajando las escaleras
para ver si la tía Vi necesitaba que la ayudara en la cocina.
—¡Yo abriré! —gritó a la
anciana para ahorrarle la molestia.
Abrió y encontró a su
agente con su habitual garbo y desenfado, vestido con un traje blanco y camisa
y zapatos negros. Llevaba en una mano un paquete envuelto para regalo y en la
otra un ramo de flores.
—¿Para mí? —preguntó Lali,
tomando las flores y aspirando con deleite su perfume. Sabía que las flores
eran para la tía Vi, como un pequeño homenaje a sus dotes de pastelera, pero
Lali no pudo resistir la tentación de bromear un poco.
Edward se sonrojó y luego
procuró recobrar el aplomo.
—Oh… sí, claro que son
para ti, preciosidad —farfulló, sonriendo como el gato de Alicia en el País de
las Maravillas—. ¿Para quién más podrían ser?
—No, puedo verlo en tu
cara, Edward. No son para mí, pero no te atreves a decírmelo —ya se notaba el
alivio en el rostro de su agente, y ella no pudo evitar confundirlo de verdad—.
Son para Peter, ¿verdad? Es su cumpleaños.
—Pero… —balbuceó otra vez
el pobre Edward.
—A Peter le encantan las
flores —añadió Lali con desenfado.
—¿De verdad? —Edward miró
con incertidumbre el paquete y las flores, y luego a Lali, con suspicacia.
—Te lo juro —le aseguró
ella—. Dale las flores y se mostrará muy conmovido.
En ese preciso momento
apareció Peter en el rellano de la escalera del primer piso.
Edward alzó la mirada
hacia él, se encogió de hombros y dejó el paquete envuelto en la mesa del
vestíbulo, antes de subir la escalera hacia Peter.
—Feliz cumpleaños —dijo,
ofreciéndole las flores.
—¿Para… mí? —Preguntó Peter
con azoro, y tomó el ramo, miró por un momento el rostro confuso de Edward,
luego a Lali, extrañado… y se encogió de hombros—. ¿Flores, eh? —murmuró—.
Gracias, Edward, estoy… conmovido. Me voy a dar una ducha y me reuniré con
vosotros… ¿no es amable Edward al traerme flores? ¿Eh, La? —su tono era muy
apacible—. Iré a ponerlas en agua para que no se marchiten —y se fue, silbando
alegremente, con el ramo de flores apretado contra su enorme pecho y dejando a
Lali desconcertada y a Edward aliviado
al ver su reacción.
Que turra la nancy esa es un mote que me a salido del alma. Me mato el final jejeje . Mass
ResponderEliminarq largo!Buenisimo,me encanta lo bien q estan funcionando!A la espera q algo suceda,no?
ResponderEliminarme encanta! mas mas mas
ResponderEliminarLALI Y PETER hasta ahora estna llevando una conviviencia tranquila k ojala no se arruine.
ResponderEliminarEdward y las flores para PETER jajaja
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
querida no te preocupes si bajan las firmas somos pocas pero te queremos jejeje estuvo bueno el cap creo q ya se q es lo q se viene te confieso q no entendi lo de las flores (y si medio colgada soy) pero bueno me gustaria ayudarte pero la otra semana es sonbre la comicacion que es lo q estudio en la U comunicacin social y periodismo asi q voy a estar a full con todo me alegro lo de los Cd y espero el prox cap
ResponderEliminarja ja ja me encanta más!
ResponderEliminarJajaja,Lali k pensó k lo tomaría mal ,y Peter los desconcertó.Mucho amor y tranquilidad ,seguro ese día del cumple d el aparece la lagartona d su ex,a fastidiar todo.
ResponderEliminarJaaja me estoy matando de risa ... Las flores para pit jaja.
ResponderEliminarNah nah mato!
Jjajajaja me rei mucho con lo de las flores.... me encanta la nove Angie!
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas Nooooooooooooveee
@Camhii_Infante
OTRO
ResponderEliminarLAS FLORES!