Holitas! saben que yo no pido muchas firmas pero porfa avisenme si les gusta la nove porque veo que casi nadie firma y recuerden si alguien ya no quiee que le avise o me falta alguien diganme porfa! Y a las nuevas lectoras bienvenidas me alegra que se pasen! Miren chicas de 22000 visitas casi nadie firma jaja animense plis! ahora si besitossss-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo 1
Era casi medianoche. Faltaban dos
semanas para Navidad y, por primera vez en meses, estaban solos. Como si
estuviera anticipando lo que estaba a punto de ocurrir, Peter sonrió,
desafiándola en silencio. Alto y de una ruda belleza, con espeso cabello negro
y penetrantes ojos azules, Peter Lanzani era la clase de hombre que estaba
acostumbrado a conseguir lo que deseaba. Como un pirata moderno, recorría el
mundo adueñándose de hoteles ruinosos, diamantes en bruto, y convirtiéndolos en
lujosos complejos hoteleros.
Había llegado el momento, Lali respiró
profundamente para armarse de valor. Estaba decidida a pronunciar las tres
palabras que llevaba años queriendo decir. Estaba tan cerca, que podía oler el
carísimo aftershave que él utilizaba y el frescor a menta de su aliento.
—Estás despedido, Peter.
Los músculos de la mandíbula de Peter se
tensaron, y los ojos se le oscurecieron cuando comprendió el impacto de
aquellas palabras.
—No voy a permitir que me arrebates esta
empresa —le dijo.
Una cierta aprensión recorrió a Lali de
la cabeza a los pies. Después de todo, aquél era el hombre que había orquestado
un motín en la empresa, llegando incluso a traicionar a su propio mentor. Desde
entonces, el dominante estilo de dirección de Peter había convertido Espósito
Enterprises en una empresa puntera, reportándole a su indómito líder fama y
admiración. Lali no pudo evitar preguntarse qué sería capaz de hacerle a ella.
Sin embargo, si pensaba que una amenaza
le iba a ayudar a conservar su trabajo, estaba muy equivocado. Lali le había
prometido a su padre en el lecho de muerte que se vengaría del hombre que le
había arrebatado su empresa. Que un día, ella conseguiría despedir a Peter Lanzani.
Desde que ella regresó al negocio hacía
seis meses. la actitud de Peter la había empecinado más en su decisión. El
había hecho lo imposible por ponerle las cosas difYciles, tratándola más como
una irritante colegiala que como una dotada mujer de negocios. Se enfrentaba a
ella en todos y cada uno de los aspectos de la agenda de Lali, desde el color
del nuevo logotipo al rumbo que debía tomar la empresa. Era como si siguiera
considerándola la misma chica que se había enamorado tan perdidamente de él,
cuando sólo una mirada de Lanzani le ponía alas en el corazón. Debería hal)erse
dacio cuenta de que había perdido el poder sobre Lali hacía mucho tiempo.
—No puedes hacer nada —replicó Lali—. Yo
soy la presidenta del consejo.
—Una situación que tiene que ver más con
el número de acciones que con la pericia empresarial.
—Mi padre siempre deseó que yo tomara
las riendas de esta empresa. Llevo mucho tiempo trabajando muy duro para llegar
a este momento, Peter. Tengo la mayoría de las acciones y estoy preparada.
—Tal vez tu padre fundara esta empresa,
pero he sido yo el que la ha convertido en lo que es. Esta empresa me necesita.
—No. Esta empresa no te necesita. Ni yo
tampoco.
—¿Y el consejo está de acuerdo?
—preguntó él, cruzándose de hombros.
En realidad, a Lali le había costado
mucho conseguir la aprobación del consejo para despedir a Peter. Al final, no
les había quedado más remedio que estar de acuerdo con ella. Después de todo,
tal y como Peter acababa de decir ella era la dueña de dos tercios de las acciones.
—Sí —respondió.
El reflejo de la ira en los ojos de Peter
resultó inconfundible. Se levantó y le dio la espalda para dingirse a la
ventana. Desde el último piso de uno de los rascacielos de Nueva York, podía
contemplar la ciudad, iluminada para las inminentes fiestas navideñas, a vista
de pájaro.
—No quiero hacerte daño, Mariana —dijo,
refiniéndose a ella por su nombre completo, que casi nunca utilizaba.
—¿Hacerme daño? —replicó Lali. Había
sido ella la que acababa de despedirlo.
—Te garantizo que si sigues adelante con
esto, lo lamentarás —le espetó, al tiempo que se daba la vuelta para mirarla.
—No lo creo —repuso ella. ¿Quién se
creía que era? Se puso de pie y se estiró la chaqueta—. Debido al gran trabajo
que has realizado y a la contribución que has hecho a esta empresa, te
permitiré marcharte con una dignidad que jamás tuviste con mi padre. Tienes
todo el día de mañana para vaciar tu despacho.
—Así que ésta es tu venganza, ¿verdad?
Deberías saber que yo no tuve nada que ver con el modo en el que tu padre fue
despedido.
—Tal vez tú no fuiste el que apretó el gatillo,
pero sí el que cargó el arma.
Bravo. Había trabajado mucho en aquella
frase, a pesar de que jamás había creído que llegara a pronunciarla. Realizó
una breve y firme inclinación de cabeza.
—Adiós, Peter.
Sintió que los ojos de Lanzani no la
abandonaban mientras salía del despacho. Cerró la puerta y, con un suspiro de
alivio, se apoyó contra la puerta del despacho de Peter. Lo había conseguido.
Había despedido a Peter Lanzani y había sobrevivido. Había esperado un largo y
sangriento enfrentamiento, pero, en un instante, todo había terminado. Todos
sus años de estudio y trabajo le habían dado su recompensa. Peter Lanzani ya no
volvería a ser parte de su vida ni de la empresa de su padre.
La secretaria de Peter salió del
ascensor y sonrió a Lali. Betty llevaba años trabajando en Espósito y había
sido la secretaria de Peter desde la llegada de éste a la empresa.
—Hola, Lali —dijo alegremente.
Lali sintió el aguijonazo de la
culpabilidad. Al contrario que su jefe, Betty era buena y amable. Por alguna
razón que Lali no era capaz de entender, Betty sentía devoción por su jefe. Lali
sabía que Betty se disgustaría mucho cuando se enterara de la noticia.
—¿Qué estás haciendo aquí tan tarde? —le
preguntó Lali.
—Peter quería unos datos tan pronto como
fuera posible —respondió Betty, haciendo un gesto de desaprobación con los
ojos—. Algunas personas no tienen respeto por las navidades. Sólo he hecho la
mitad de mis compras. ¿Has empezado ya tú?
Lali había terminado porque sólo tenía
una persona en su lista: Ginny. Con casi ochenta años, Ginny era su tía abuela,
el único pariente que le quedaba con vida y su mejor amiga. Lali siempre se
había sentido muy unida a ella, sentimiento que se había acrecentado aún más a
la muerte de su padre. Ginny se había quedado con su custodia, por lo que Lali
se había mudado al pequeño apartamento de la mujer. Años más tarde, Lali le
había pagado el favor llevándosela a su apartamento de Nueva York para poder
cuidar de ella. Aunque su tía gozaba de buena salud y habría podido vivir sola
en su apartamento, le gustaba estar con Lali, y ésta también lo prefería.
Después de años de vivir sola, resultaba agradable contar con un poco de
compañía.
—Yo ya he terminado con mis compras
—dijo.
—¡Qué suerte! ¿Cómo tienes tiempo? Estás
aquí todo el día.
—Por Internet.
—Ah. A mí me gusta hacer las compras a
la manera tradicional. Me encanta ir de tiendas en Navidad. Hay una gran
emoción en el ambiente, ¿no te parece?
—Sí —contestó Lali, dándose cuenta de
que aún seguía apoyada contra la puerta del despacho de Peter, como si
estuviera bloqueándole el paso a Betty. Se apartó y tomó la mano de la
secretaria—. Sólo quiero que sepas que, a pesar de lo ocurrido con Peter, tú no
tienes nada de lo que preocuparte.
Entonces, tras dejar a una Betty
completamente confundida, se dirigió rápidamente al ascensor. Se metió dentro
justo cuando Betty entraba en el despacho de su jefe. Mientras las puertas del
ascensor se cerraban, Lali vio a Peter durante un instante. La estaba mirando
directamente a ella. Sin embargo, no lo hacía como un hombre que acabara de
perder su trabajo. Su mirada era de pena. De lamento.
¿Por qué se sentía apenado por ella?
—Qué raro —comentó Betty, mientras
entraba en el despacho—. Me pregunto lo que ha querido decir con eso.
Peter miró el montón de documentos que
su secretaria llevaba en la mano.
—¿Son ésos los datos que te he pedido?
La secretaria asintió y le entregó los
papeles.
—Ella me ha dicho que no tengo que
preocuparme a pesar de lo que te ha ocurrido. ¿Sabes a qué se refiere?
—Me acaba de despedir —respondió Peter,
hojeando los documentos como si no hubiera ocurrido nada.
—¿Cómo? —preguntó Betty, muy
sorprendida—. Eso es imposible.
—Mariana ha decidido que está lista para
hacerse cargo de Espósito Enterprises.
—Eso es ridículo. Es demasiado joven.
—Tiene la misma edad que su padre cuando
fundó esta empresa.
—Pero si la empresa eres tú. Si no fuera
por ti, las acciones no valdrían nada.
—Creo que ella no se da cuenta de eso.
Siente que esta empresa es suya por derecho. Era la empresa de su padre y, por
lo tanto, le pertenece.
Betty se sentó, completamente atónita. Peter
aprovechó el silencio para hojear rápidamente los documentos. Era un listado de
todas las empresas que habían adquirido acciones de Espósito Enterprises a lo
largo de las dos últimas semanas. La mala gestión de Mariana había debilitado a
la empresa y, por lo tanto, el valor de las acciones. Todo esto se unía a los
rumores de las tensiones existentes entre Peter y la presidenta de Espósito
Enterprises. Los expertos del mundo empresarial sabían que la marcha de Peter
convertiría a la empresa en un objetivo prioritario para una absorción y, por
los datos que tenía ante él, ya había varios buitres ambiciosos engullendo
ávidamente acciones.
Al repasar las empresas, le llamaron la
atención los nombres de algunas de ellas. Todas eran empresas propiedad de una
mujer con la que Peter había salido en una ocasión; Sabrina Vickers. Sabrina
era dueña de varias empresas, todas las cuales tenían nombres diferentes. Sólo
podía haber una razón para que estuviera comprando tantas acciones bajo nombres
diferentes; no quería que nadie supiera lo que estaba tramando. Por lo que se
podía deducir de aquellos datos, Sabrina estaba preparando una OPA hostil de Espósito
Enterprises.
No le cabía la menor duda de que Mariana
había examinado aquellos mismos datos, buscando exactamente lo mismo que él.
Sin embargo, no creía que ella se hubiera dado cuenta aún de lo que estaba
ocurriendo.
—¿Voy a ser yo la siguiente? —preguntó
Betty, muy angustiada.
—Creía que te acababa de decir que no te
preocuparas —replicó Peter.
—¿Que no me preocupe? Tengo dos hijos en
la universidad. Llevo más de treinta años trabajando aquí. Ni siquiera me
imagino encontrando otro trabajo. Faltan dos semanas para la Navidad, y ella se
pone a despedir a la gente. Eso no está bien. Vas a plantarle cara en esto,
¿verdad, Peter?
—Mariana Espósito no va a despedir a
nadie más. Créeme si te digo que le ha costado mucho despedirme a mí.
Peter era un experto en leer los
pensamientos de sus oponentes. Había notado la duda que había en la voz de Lali
y había visto la ansiedad que se reflejaba en sus ojos. Al menos, tenía el
suficiente sentido común como para tener miedo.
—Peter, ¿qué vas a hacer?
—Nada —replicó él tranquilamente—. Si la
señorita Espósito quiere esta empresa, que se la quede.
—Creía que me habías dicho que no tenía
nada de lo que preocupame. Todos sabemos lo que va a ocurrir si ella se queda
al mando. Las acciones no han dejado de caer en picado desde que ella es la
presidenta de la compañía.
—Supongo que cree que todo volverá a su
cauce cuando haya podido demostrar su valía.
—Para cuando se dé cuenta de lo que está
haciendo, ya no quedará empresa. Pensar que la conozco desde que era una
niña... Recuerdo que venía con su padre. El estaba muy orgulloso de ella. Lali
era una magnífica jugadora de tenis, ¿te acuerdas?
—No.
—Ganó bastantes competiciones. Algunos
de los partidos en los que jugó fueron retransmitidos por televisión. Todos
creíamos que se iba a hacer profesional. Era una niña muy agradable, siempre
muy educada y cortés. Tú le gustabas tanto por aquel entonces... No hacía más
que merodear por la puerta de tu despacho. Seguro que te acuerdas de eso,
¿verdad?
—Creo que te equivocas, Betty.
Los recuerdos que tenía de la hija de
Howard Espósito cuando era sólo una niña resultaban algo vagos. La mujer en la
que se había convertido era muy hermosa, con cabello rojizo largo y rizado y
unos brillantes ojos verdes. Recordaba perfectamente el momento en el que
volvió a verla después de tantos años. No sabía quién era, no pudo evitar
sentir una inmediata atracción. Ella iba vestida con un conservador traje de
color verde que le sentaba como un guante. La atracción se había evaporado
cuando descubrió que aquella hermosa mujer no era otra que Mariana Espósito.
Aunque no fuera la mujer más insufrible que hubiera conocido en toda su vida,
jamás empezaría una relación con ella. No tenía intención alguna de tener una
aventura con la accionista mayoritaria.
—¿Quién se iba a imaginar que volvería
para destruirnos a todos? —comentó Betty, sacudiendo la cabeza.
—No nos dejemos llevar. La lucha no ha
terminado. De hecho, está empezando —dijo Peter con una sonrisa—. Ahora, ve a
por tu maletín. Vamos a trasladar el centro de operaciones a mi apartamento
durante un tiempo.
Cuando Betty se marchó, Peter empezó a
recoger carpetas. Llevaba esperando aquel momento desde hacía bastante. Aunque
había esperado que Mariana, por su bien, cambiara de opinión, no le sorprendía
lo que acababa de ocurrir. Desde el primer día, ella había dejado muy claro que
regresaba en busca de venganza. En aquella ocasión, Peter le había prestado
poca atención. Sabía que Lali tenía intención de tratar de alcanzar el consejo
de dirección, pero jamás pensó que sus miembros la votarían a ella y mucho
menos que le entregarían la presidencia en bandeja de plata.
Después de todo, ¿cuáles eran sus
méritos? Un título y un par de años de experiencia en una empresa rival. Sin
embargo, a los miembros del consejo les había enternecido su causa. Mariana
quería dirigir la empresa que sus difuntos padres habían fundado.
Desgraciadamente, todo el mundo pasaba
por alto que hacía mucho tiempo que la empresa no le pertenecía a Howard Espósito.
La sangre y el sudor de Peter la habían convertido en lo que era. Cuando empezó
a trabajar por primera vez en Espósito, ésta era una pequeña empresa que
necesitaba un cambio. La mujer que amaba y con la que había pensado casarse
acababa de morir, y Espósito Enterprises le ofrecía la posibilidad de viajar
por todo el mundo. Durante los primeros meses, se había limitado a trabajar
como un autómata para escapar de su dolor. Cada vez que regresaba a Nueva York,
se moría de ganas por volverse a marchar. Trabajaba veinticuatro horas al día.
Un mes estaba en América del Sur, y al otro, en Asia.
Sin embargo, aquella paz recién encontrada
le duró muy poco. Howard Espósito pronto hizo que la empresa cotizara en bolsa,
y el nuevo consejo empezó a tener serias dudas de que no pudiera llevarla al
siguiente nivel. Cuando se dirigieron a Peter para plantearle que se hiciera
cargo, él mostró sus dudas. Sabía lo mucho que aquella empresa significaba para
su jefe, pero, tal y como los miembros del consejo le recordaron, ellos ya
habían tomado su decisión. Howard Espósito estaba fuera. Peter asumió la
presidencia y todos los problemas que vinieron a continuación. Pagó un precio
muy alto al tener que dedicar el cien por cien de su tiempo y sus energías en
conseguir que la empresa fuera un éxito.
No le había importado. Desde Karen, no
había conocido a nadie que le hiciera desear cancelar una reunión en Singapur o
la inauguración de un hotel en Río. Su familia se había acostumbrado a su
ausencia. Sin embargo, si Mariana se salía con la suya, todo aquello cambiaría
muy pronto.
A pesar de todo, no sentía enojo, sino
pena. No le quedaba más remedio que enseñarle una lección que ella jamás había
aprendido en la universidad.
Iba a destruirla al estilo de Peter Lanzani.
Y comienza la guerra!
ResponderEliminarEs esta bueno, veamos quien gana!! Más!!
ResponderEliminarMe gustaa
ResponderEliminarUUHHHH REVANCHA jaajajajaja nadie sabe lo que les espera, ni yo me imagino lo que viene espero el proximo cap
ResponderEliminarLALI al fin estaba haciendo lo k tanto tiempo estaba esperando despedir a PETER y vengar a su padre.
ResponderEliminarLALI al parecer no conoce muy la verdadera jistoria ellal piensa k el es causandte de todo.
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
MASSSSSSSSSSSSSSSSS
LALITER empezo LA GUERRA y ambos tendran j hacer lo mejor para no perder.
ResponderEliminarBUENISIMO EL CAP
MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
muy buena de una con el conflicto
ResponderEliminar@arimurb
OOOOOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarMe puse al día con las novelas!! uff ... me encantaa esa nueva nove :) Ya espero nuevos caps
ResponderEliminarMe Encanta masaaa
ResponderEliminarMas
Eliminarla va a hacer pagar con creces.
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