domingo, 19 de mayo de 2013

Capitulo 21 y 22


CAPITULO 21
Desenganchó la toalla del brazalete y, echándosela sobre un hombro, comenzó a andar hacia la habitación. Mairnana apretó los dientes al contemplar ese delicioso y magnífico trasero.
Con el cuerpo en llamas, recordó el pañal.
Tan pronto como pensó en él, Thiago abrió la puerta, le arrojó uno y cerró de nuevo.
Peter se apoyó contra la puerta cerrada, luchando contra el ardiente deseo que lo atravesaba. Era una sensación voraz y traicionera que le hacía anhelar cosas que jamás podría tener. Cosas que sólo conseguirían acrecentar su sufrimiento. Y ya había sufrido el equivalente a diez mil vidas humanas.
Tenía que sacársela de la cabeza.
Pero mientras estaba allí plantado, la soledad de su existencia se posaba sobre él con saña.
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Se encogió al recordar la advertencia de su padre. Ninguno de los dos sabía en aquel momento lo ciertas que acabarían siendo esas palabras.
Soy un Cazador Oscuro.
Tenía que aferrarse a la realidad. Era lo único que se interponía entre Mariana y lo que sería su aniquilación.
Cayo estaba ahí fuera y él debía detenerlo.
Pero lo que en realidad deseaba hacer, era bajar las escaleras, alzar a Mariana entre sus brazos y llevarla hasta su casa donde pasaría la noche entera explorando cada centímetro de su cuerpo con los labios, con las manos. Con la lengua.
–Soy un imbécil –masculló mientras se obligaba a ponerse la ropa que German le había prestado.
No volvería a pensar en Mariana ni en el pasado. Tenía algo mucho más importante que hacer. Algo que no podía dejar de lado. Protegía a la gente. Y viviría y moriría protegiéndolos, lo que significaba que los deseos físicos que despertaba una mujer como Mariana estaban estrictamente prohibidos.
Unos minutos después, vestido con unos vaqueros de German y un jersey negro de cuello de pico, salió de la habitación con el abrigo de cuero sobre el hombro y bajó hasta el recibidor, donde lo esperaban German, Mili, Mariana y los niños.
German le ofreció una pequeña bolsa de papel.
–¡Jolines! –dijo Peter al cogerla–, gracias papi. Te prometo que seré un buen chico y que me portaré bien con los otros niños.
German soltó una carcajada.
–Payaso.
–Es mejor que ser un hazmerreír. –Peter mantuvo la compostura cuando miró a Mariana y sintió que el deseo lo abrasaba. ¿Qué tenía esa mujer que le resultaba imposible mirarla sin desear probar sus labios o sentir su cuerpo entre los brazos? Se aclaró la garganta antes de hablar–. Aseguraos de que se queda aquí hasta que amanezca. Los Daimons no podrán entrar sin una invitación.
–¿Y qué pasará mañana por la noche? –preguntó Mili.
–Cayo estará muerto para entonces.
German asintió.
Peter se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de que llegar a la puerta, Mariana lo agarró del brazo con suavidad y lo detuvo.
–Gracias –le dijo.
Él inclinó la cabeza.
Márchate. Porque si no lo hacía, acabaría sucumbiendo a la exigente necesidad que sentía en su interior.
Apartó los ojos de Mariana y miró a Mili.
–Ha sido un placer conocerte, Mili.
–Lo mismo digo, general.
Antes de que pudiera moverse para acercarse a la puerta, Mariana volvió a sujetarlo y tiró de él hasta que quedó frente a ella y, sin saber muy bien lo que hacía, le dio un beso en la mejilla.
–Ten cuidado –le dijo en un susurro mientras se alejaba de él.
Petrificado, Peter sólo atinó a parpadear. Pero lo que más lo conmovió fue la preocupación que vio en esos ojos de un azul cristalino; la preocupación que Mariana sentía en su corazón. No quería que le hicieran daño.
Cayo está esperando.
Ese pensamiento pasó veloz por su mente. Tenía que marcharse.
Pero alejarse de Mariana era lo más difícil que había hecho jamás.
–Sé feliz, bombón –le deseó él.
¿Bombón? –preguntó Mariana, ofendida.
Él sonrió.
–Después de lo de «chulo vestido de cuero», te debía una –le dijo dándole unas palmaditas en la mano antes de apartarla de su brazo–. Son casi las ocho, será mejor que llames a tu hermana.
Peter le soltó las manos y, al instante, la echó en falta.
Intercambió una mirada con German. Ésta sería la última vez que se vieran y ambos lo sabían.
–Adiós, adelphos.
–Adiós hermano –le contestó German.
Peter se dio la vuelta, abrió la puerta y se dirigió en solitario hacia el coche. Una vez en el interior del vehículo, no pudo resistir la tentación de mirar atrás. Aunque no pudiera ver a Mariana, aún podía sentir su presencia al otro lado de la puerta, mirándolo.
Era incapaz de recordar la última vez que alguien se había entristecido al ver cómo se marchaba. Y tampoco recordaba haber sentido antes esa absurda necesidad de mantener a su lado a una mujer a cualquier precio
CAPITULO 22
Después de que Juan Pedro se marchara, Mariana llamó a Rochi y la tranquilizó, asegurándole que se encontraba a salvo. Se dio una ducha rápida y se vistió con una sudadera y unos pantalones deportivos de Mili. Cuando ésta y los niños se retiraron para dormir, ella se sentó en el sofá con un plato de espaguetis.
German salió de la cocina y le ofreció una Coca-Cola antes de sentarse en uno de los sillones.
–Bien –dijo–, ¿por dónde empiezo?
Mariana no tuvo que pensarlo.
–Por el principio. Quiero saber exactamente qué es un Cazador Oscuro y qué son los Daimons. De dónde vienen los apolitas y qué relación hay entre todos ellos.
German soltó una carcajada.
–Vas directa al grano, ¿verdad? –Mientras giraba el vaso de té helado entre las manos pareció sopesar la mejor forma de contestar sus preguntas–. En momentos como éste me gustaría que la Kynigostaia de Homero hubiese sobrevivido al paso del tiempo.
–¿Kyni qué?
Él se volvió a reír y tomó un sorbo de té.
–Recogía el nacimiento de los Kynigstosi, los Cazadores Oscuros, y podría haber respondido a la mayoría de tus dudas. Narraba con detalle el nacimiento de las dos razas que una vez dominaron la tierra: los humanos y los apolitas.
Mariana asintió brevemente.
–De acuerdo. Sé de donde vienen los humanos, pero no sé nada de los apolitas.
–Hace eones, Apolo y Zeus caminaban por la ciudad de Tebas cuando, de repente, Zeus declaró la grandeza de la raza humana y la llamó «el pináculo de la perfección terrenal». Apolo soltó un bufido y dijo que podía mejorarse en muchos aspectos. Se jactó de poder crear fácilmente una raza superior y Zeus lo retó a que lo hiciera. Así es que Apolo buscó una ninfa que estuviese de acuerdo en dar a luz a sus hijos.
»En tres días nacieron los primeros apolitas. Tres días más tarde esos niños habían alcanzado la madurez y tres días después estaban preparados para ser los regentes de la tierra.
Mariana se limpió los labios con la servilleta.
–Entonces, los apolitas son los hijos de Apolo. Lo he pillado. ¿Y por qué algunos de ellos se convierten en Daimons?
–¿Por qué no te esperas? Soy yo el que está contando la historia –le dijo German pacientemente, con la misma voz que Mariana suponía que usaba con sus alumnos de la facultad–. Puesto que los apolitas nacieron con un intelecto, una belleza y una fuerza superiores a los de los humanos, Zeus los envió a vivir a la isla de la Atlántida, donde esperaba que vivieran en paz. No sé si has leído los Diálogos de Platón...
–No te ofendas, pero me pasé toda la carrera evitando las asignaturas de letras…
German sonrió.
–Da igual. De todos modos, la mayoría de lo que Platón escribió acerca de la Atlántida es cierto. Eran una raza agresiva que quería dominar la tierra y, como broche final, también el Olimpo. A Apolo no le importaba ya que, una vez cumplidos sus propósitos, él se convertiría en el dios supremo.
Mariana supo a dónde llevaba todo esto.
–Apuesto a que el viejo Zeus estaba contentísimo con esa idea.
–Estaba encantado –le contestó German irónicamente–. Pero no tanto como los pobres griegos que estaban siendo abatidos por los apolitas. Los humanos se dieron cuenta de que luchar no los llevaría a ningún sitio, por lo que idearon un plan para que Apolo cambiara de bando. Eligieron a la mujer más hermosa nacida entre la raza humana, Jane y se la entregaron a Apolo como amante.
–¿Era más hermosa que Helena de Troya?
–Todo esto sucedió muchísimo antes de que Helena naciera y, sí, según las crónicas ella era la mujer más hermosa que el mundo ha visto jamás. De cualquier forma, Apolo –siendo como es…– no pudo resistirse a Jane. Se enamoró de ella y, finalmente, la mujer quedó embarazada. Cuando la reina de los apolitas escuchó lo que sucedía, se enfureció tanto que envió a un grupo de asesinos para que acabaran con la vida de la madre y del niño. La reina dio instrucciones a sus hombres para que el crimen pareciera ser el ataque de un animal salvaje, de modo que Apolo no se vengara de los apolitas.
Mariana soltó un silbido e imaginó lo que ocurrió después.
–Apolo lo descubrió.
–Exacto, y no le sentó muy bien. No sé si sabrás que Apolo es también el dios de las plagas. Destruyó la Atlántida y hubiese destruido a todos y cada uno de sus habitantes si Artemisa no lo hubiera detenido.
–¿Y por qué lo hizo?
–Porque los apolitas eran carne y sangre de Apolo. Destruirlos hubiese significado acabar con el propio dios y eso habría supuesto el fin del mundo tal y como lo conocemos.
–¡Vaya! –exclamó Mariana con los ojos abiertos de par en par–. Qué desastre. Menos mal que lo detuvo.
–Eso pensó el resto del panteón griego. Pero Apolo quería vengarse. Y lo hizo. Prohibió a los apolitas caminar bajo la luz del sol para no tener que verlos nunca más y recordar su traición. Puesto que habían intentado hacerle creer que Jane había sido atacada por un animal salvaje, les dio características animales: colmillos, sentidos muy desarrollados…
–¿Y la velocidad y la fuerza?
–Ya la tenían; junto con las habilidades psíquicas que Apolo no pudo quitarles.
Mariana frunció el ceño.
–Pensaba que los dioses podían hacer cualquier cosa que se les antojase. ¿No consiste en eso lo de ser dios?
–No siempre. Tienen leyes a las que atenerse, igual que nosotros. Pero en el caso de los poderes psíquicos es diferente; una vez ese canal se abre no puede volver a cerrarse. Por eso Apolo no pudo quitarle a Cassandra el don de la adivinación del futuro cuando ella lo rechazó. Lo que hizo fue enmarañarlo todo, de modo que nadie creyera en sus profecías.
–¡Claro!, eso tiene sentido –dijo Mariana antes de beber un sorbo de Coca-Cola–. Vale, entonces los apolitas tienen poderes psíquicos, son muy fuertes y, además, no resisten la luz del sol. ¿Y lo de beber sangre? ¿Lo hacen o no?
–Sí. Beben sangre, pero sólo si proviene de otro apolita. De hecho, a causa de la maldición de Apolo, están condenados a alimentarse los unos de los otros cada pocos días para no morir.
–¡Puaj! –exclamó ella arrugando la nariz–. Eso es asqueroso –dijo, temblando ante la mera idea de tener que vivir de ese modo–. Algunos de ellos beben sangre humana, ¿no es cierto?
German vaciló antes de contestar.
–No exactamente. Si se convierten en Daimons, beberán de los humanos; pero no es la sangre lo que buscan… es el alma.
Mariana alzó una ceja y sintió un escalofrío en la espalda. Peter no había estado bromeando en ese aspecto. Genial.
–¿Y por qué necesitan robar nuestras almas?
–Los apolitas sólo viven veintisiete años. El día de su vigésimo séptimo aniversario mueren de forma lenta y dolorosa; sus cuerpos se desintegran, literalmente, y se convierten en polvo en un plazo de veinticuatro horas.
En esta ocasión, Mariana hizo un gesto de dolor.
–Eso es horrible. Supongo que la moraleja de la historia es que no hay que cabrear al dios de las plagas.
–Sí –contestó German sombríamente–. Para evitar su destino, la mayoría de los apolitas se suicidan el día anterior a su cumpleaños. Otros deciden convertirse en Daimons. Como tales, burlan la sentencia de muerte apropiándose de almas humanas y manteniéndolas en sus cuerpos. En tanto las almas humanas vivan en su interior, podrán seguir existiendo. Pero el problema reside en que el alma de un humano no puede vivir mucho tiempo en el cuerpo de un apolita, y comienza a morir casi en el mismo instante en que es robada de su verdadero dueño. Como resultado, los Daimons se ven obligados a perseguir y matar humanos cada pocas semanas para poder seguir viviendo.
Mariana era incapaz de imaginarse el tormento que debía suponer ser asesinado por un apolita y perder no sólo la vida, sino también el alma.
–¿Qué sucede con las almas que mueren?
–Están perdidas para siempre. Por eso existen los Cazadores Oscuros. Su trabajo consiste en buscar a los Daimons y liberar las almas antes de que expiren.
–¿Y lo hacen de forma voluntaria?
–No, más bien son obligados.
Mariana lo miró, ceñuda.
–¿Obligados de qué forma?
German bebió otro sorbo de té y miró al suelo con una expresión extraña. Daba la sensación de estar recordando su pasado. Algo doloroso.
–Cuando alguien sufre una horrible injusticia –explicó en voz baja–, su alma grita tan fuerte que el sonido llega hasta el Olimpo. Si Artemisa lo escucha, se acerca a la persona que acaba de gritar y le ofrece un trato: un solo Acto de Venganza en contra de aquellos que hicieron el mal y, a cambio, ella obtiene un juramento de lealtad y un nuevo integrante para su ejército de Cazadores Oscuros.
Mariana respiró hondo intentando procesar toda la información.
–¿Y tú cómo sabes todo esto?
German alzó la cabeza y la abrasó con su intensa mirada.
–Porque mi alma gritó así el día que mis hijos murieron.
Ella tragó saliva al observar el odio y el dolor que reflejaban los ojos de German. Eran tan evidentes que hasta ella se sentía embargada por el sufrimiento.
–¿Fue Artemisa hasta ti para ofrecerte el trato?

Holaaaaa,como andan??? bueno ya masu tengo una idea de q noves les gustan,aunq todas tienen gustos diferentes jaja ahi les dire cuando decida :) y bueno la maraton tambien hubieron opiniones distintas,asiq tal vez el otro fin de semana? o aunque sea caps todos los dias? asi vamos mas rapido,pero para eso necesito la ayuda de Mar(se q no te lo e dicho jaja,ahi hablamos) bueno les subo 2 y si hay mas de 10 firmas van otros 2!

Bye
@Angie_232alma

10 comentarios:

  1. jajajjaja aqui llegue yo y claro q te ayudo pero con lo colgada q soy capaz no llego a hablar contigo jajajjaaj bueno ya que conozco tu plan te hablo ajjaja sorry amiga

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  2. Hola soy Naara y hace una semana encontré tú blog ya termine de leer los capítulos y está nove me encanta espero más capítulos besos

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  3. acercamiento de lali y juan pedro que lindo

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