sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 31 y 32


CAPITULO 31
Lali tenía los ojos llenos de lágrimas por el dolor que reflejaba su voz. Entendía perfectamente su sufrimiento. Dios santo, nadie se merecía un castigo semejante por haber amado a quien no le correspondía.
Pero lo que más le sorprendía era que no había dicho nada de lo que Tanya le había hecho a él. Peter sólo sufría por lo que habían padecido su familia y su país.
El deseo de acariciarlo era tan fuerte que no sabía muy bien cómo lograba contenerlo. Se obligó a concentrarse en Jack, abrazándolo del modo que le gustaría abrazar a Thiago.
–No lo sé –le susurró una vez que desapareció el nudo que le obstruía la garganta–. Supongo que yo también la habría matado.
–Eso es lo que todo el mundo supone.
Lali sintió que un escalofrío le recorría la espalda.
–No lo hiciste, ¿verdad?
–No. Le rodeé el cuello con las manos y estaba a punto de acabar con su vida cuando me miró con los ojos llenos de lágrimas y presa del pánico. Durante un minuto quise matarla y, un instante después, sentía deseos de enjugar sus lágrimas, besar sus temblorosos labios y dejar que siguiera viviendo en paz. –Apretó los dientes al acabar–. Así que ya ves, estás sentada junto al imbécil más grande que jamás ha pisado la tierra. Un hombre que vendió su alma a cambio de una venganza que jamás llevó a cabo.
Lali se sintió abrumada por todo el horror que había soportado Peter. A pesar de todo lo que había sufrido a causa de esa mujer, después de todo lo que había perdido, había seguido amándola. Profundamente.
No importaba lo que Tanya le hubiese hecho, al final la había perdonado.¿Cómo podía alguien traicionar a un hombre capaz de demostrar tanto amor y fidelidad? No le cabía en la cabeza.
–Lo siento.
–No lo hagas. Como dice el refrán, yo mismo me hice la cama. Fui un estúpido que no quiso ver la verdad. Me di cuenta demasiado tarde de que jamás me había dicho que me amaba; ni una sola vez.
El pesar y el dolor que reflejaba su voz la estaban desgarrando.
–Tú no tuviste la culpa –le dijo mientras enfilaban el Garden District–. Ella no tenía derecho a traicionarte.
–Tanya no me traicionó. Yo mismo lo hice.
¡Por amor de Dios! Era obstinado. Jamás había conocido a nadie que estuviese tan dispuesto a cargar con más responsabilidades. Ojalá pudiese encontrar el modo de penetrar el muro de hierro que había alzado a su alrededor.
Con el corazón en un puño, vio que pasaban frente a las mansiones de estilo neoclásico, donde los enormes pinos y los robles estaban cubiertos de musgo español.
Thiago se desvió por un camino al final de la calle. Los árboles impidieron que Lali viera la casa con claridad antes de llegar a una pesada puerta de hierro de más de tres metros de altura, flanqueada por dos enormes pedestales de piedra. Un alto muro de ladrillo rojo rodeaba la propiedad y parecía extenderse hasta el infinito.
El lugar se asemejaba a una fortaleza.
Peter sacó un mando a distancia de la guantera, apretó el botón y las pesadas puertas comenzaron a abrirse.
Lali se quedó sin aliento y con la boca abierta de par en par cuando avanzaron por el largo y sinuoso camino y por fin pudo ver la casa donde él vivía. ¡Era enorme! El estilo neoclásico era de lo mejor que ella había visto jamás. Unas altas columnas flanqueaban el porche alrededor de toda la planta inferior y los balcones estaban adornados con rejas de hierro forjado pintadas de blanco.
Thiago siguió conduciendo hasta la parte trasera del edificio y entró en un garaje con capacidad para seis vehículos, donde ella pudo ver que también tenía un Mercedes, un Porsche, un Jaguar Vintage y un Buick último modelo que parecía estar fuera de lugar.
Vale, el Lamborghini la había hecho pensar que Thiago tenía mucho dinero, pero jamás se hubiera imaginado que pudiera vivir así. Como si perteneciera a la realeza.
Al pensarlo se estremeció.
Por supuesto que pertenecía a la realeza. Era un príncipe. Un príncipe de la Antigua Grecia.
Mientras la puerta del garaje se cerraba tras ellos, Thiago la ayudó a bajar del coche y dejó a Jack suelto en el patio posterior antes de guiarla hacia el interior de la casa.
Mariana intentaba mirarlo todo a la vez mientras caminaban por el pequeño pasillo que llevaba hasta la cocina, en la que una mujer delgada, entrada en años y de apariencia latina, sacaba del horno algo de aspecto delicioso.
La cocina era descomunal, equipada con electrodomésticos de acero inoxidable y antiguas vasijas, que adornaban las paredes pintadas de verde oscuro y la encimera de mármol.
–Carmen –dijo Thiago con tono de reproche mientras dejaba las llaves en la encimera, cerca de la puerta–. ¿Qué haces aquí?
Carmen dio un respingo y se llevó la mano al pecho.
–¡Por el amor de Dios!, m'ijo acabas de quitarme diez años de vida.
–Y voy asustarte mucho más si no haces caso al médico. Tú y yo tenemos un trato. ¿Tengo que llamar otra vez a Miguel?
La mujer lo miró con los grandes ojos castaños entrecerrados mientras colocaba la sartén con el pollo sobre el fuego.
–No me vengas con amenazas. Yo di a luz a ese chico y no voy a permitir que me diga lo que tengo que hacer. Y eso también va por ti.
–Sí, señora.
Carmen se detuvo al ver a Lali y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.
–Me alegra verte con una chica, m'ijo.
Peter miró con timidez a Lali y se acercó a la cocina para inspeccionar la comida.
–Esto huele de maravilla, Rosa, gracias.
La mujer sonrió encantada mientras le observaba probar el pollo.
–Ya lo sé; por eso lo hice. Estoy cansada de ver bolsas de comida rápida y paquetes de precocinados en la basura. Necesitas comer algo de verdad, para variar. Esas porquerías industriales van a matarte.
Thiago le dedicó una sonrisa afable.
–Ya me las arreglaré.
Carmen resopló.
–Eso decimos todos y mira cómo estoy yo ahora: tomándome medicinas para el corazón.
–A propósito –siguió Thiago mirándola con enfado–, se supone que deberías estar en casa a estas horas. Me lo prometiste.
–Ya me voy. He dejado una ensalada en el frigorífico. Debería haber suficiente para los dos.
Thiago cogió el abrigo de Carmen del respaldo de una silla y la ayudó a ponérselo.
–Mañana vas a tomarte el día de descanso.
–Pero ¿y el jardinero?
–Seth se encargará de darle paso.
–Pero…
–Seth se ocupará de todo, Carmen.
La mujer le dio unas cariñosas palmaditas en la mano.
–Eres un buen chico, m'ijo. Hasta el miércoles.
–No aparezcas antes del mediodía.
Ella sonrió.
–De acuerdo. Buenas noches.
–Adiós.
–Vaya –comenzó Lali tan pronto estuvieron solos–, después de todo eres capaz de ser agradable con alguien.
Se dio cuenta de que Thiago hacía un esfuerzo para suprimir la sonrisa, pero acabó fracasando y sus labios se curvaron levemente.
–Sólo cuando estoy de humor.
Tras sacar de un cajón un tenedor y un cuchillo, cortó un pedacito de pollo.
–Mmm esto está muy bueno –dijo antes de cortar otro trozo–. Ten, tienes que probarlo.
Sin pensar en lo que hacía, Lali dejó que Thiago le acercara el tenedor a los labios y le diera de comer. Los sabores de las especias inundaron su paladar en el mismo instante en que caía en la cuenta de lo íntimo del momento que estaban compartiendo. La mirada de Thiago le dio a entender que él había pensado lo mismo segundos antes.
–Está muy bueno –le contestó ella, alejándose un poco.
Sin decir nada más, Thiago se dio la vuelta y sacó un par de platos. Mientras lo observaba, el horror de los acontecimientos cayó sobre ella como una losa.
–Mi casa ha desaparecido –murmuró–. No queda nada de ella.
Peter dejó los platos a un lado al percibir su dolor, provocado por el sentimiento de pérdida.
Ella lo miró con los ojos llorosos.
–¿Por qué quemó mi casa?, ¿por qué?
–Al menos no estabas dentro.
–Pero podía haber estado allí. ¡Dios mío, Thiago! ¡Rochi suele estar en casa a esa hora! ¿Y si no hubieses estado allí? Cande estaría muerta y podrían haber asesinado a mi hermana –dijo sollozando y mirando a su alrededor, presa del pánico–. No va a detenerse hasta matarnos a todos, ¿verdad?
Thiago tiró de ella y la abrazó con fuerza, casi sin ser consciente de lo que hacía.
–No pasa nada Lali, yo te protegeré. –Y al instante se quedó helado al darse cuenta de lo que había dicho.
La había llamado por su nombre. Y, al hacerlo, una de sus barreras acababa de desmoronarse.
El rostro de Lali estaba surcado por las lágrimas.
–Sé que solo se trata de una casa, pero todas mis cosas estaban allí. Mis libros preferidos, la colcha de ganchillo que mi abuela me hizo antes de morir… todo lo que había en esa casa formaba parte de mí.
–Pero tú todavía estás aquí.
Siguió sollozando, apoyada sobre su pecho. Peter cerró los ojos y apoyó la mejilla sobre la cabeza de Lali mientras ella se aferraba a él. Habían pasado siglos desde la última vez que consolara a una mujer. Siglos desde que sintiera lo que sentía en esos momentos. Y eso lo desconcertaba profundamente.
–¿Puede Cayo atrapar a Rochi?
–No –le contestó, susurrando sobre su pelo mientras intentaba no inhalar su dulce olor a rosas; pero no pudo evitarlo y, al instante, su cuerpo reaccionó y su miembro se tensó, ardiente de deseo–. Mientras permanezca en casa de un humano, Cayo no podrá atraparla. Es una de las limitaciones que Apolo estableció cuando lanzó su maldición, para dar algún tipo de protección a los mortales.
Lali se alejó de él, respirando aún entrecortadamente.
–Lo siento –le dijo, limpiándose las lágrimas.
Él apretó los dientes al notar cómo le temblaba la mano. Mataría a Cayo por haberle hecho daño.
–No suelo llorar delante de la gente.
–No tienes que disculparte –murmuró él, tomándole el rostro entre las manos–. En realidad lo estás soportando mucho mejor de lo que se podría esperar, dadas las circunstancias.
Ella lo miró con las pestañas aún humedecidas por las lágrimas. Peter no pudo evitar que el corazón se le acelerara al contemplar la fragilidad que reflejaban esos ojos. Una fragilidad que lo afectaba de un modo que no quería analizar.
La deseaba. Con desesperación.
Hacía tanto que no sentía un deseo semejante… No, se corrigió, jamás había sentido algo así por una mujer, ni siquiera por Tanya. No se trataba tan sólo de lujuria o de amor. Entre ellos había un vínculo. Eran como dos mitades de un mismo corazón.
No podía ser cierto. Era una mentira. Ya no creía en el amor. No creía en nada.
Pero aun así…
Ella había hecho que volviera a creer. Había despertado anhelos olvidados hacía mucho tiempo: las suaves caricias de una mano enredada en el cabello al despertar, la sensación de dormir junto a un cuerpo cálido.
Se sentía indefenso.
En ese momento sonó su móvil. Lo cogió del cinturón y contestó.
Era Paul.
–¿La mujer está contigo? –le preguntó.
–Sí, ¿por qué?

CAPITULO 32
–Porque tienes un enorme problema. El apolita me ha dicho que los incendios fueron provocados por dos temporizadores escondidos en el interior de las casas.
Peter frunció el ceño y se sobresaltó al recordar algo que Lali había dicho el día anterior.
–¿Lali? –la llamó–, ¿no me dijiste que Cayo te había capturado cuando estabas en casa de tu hermana?
Ella asintió.
–En la salita de estar.
Peter notó que el miedo le provocaba un nudo en el estómago.
–¿Has oído eso? –le dijo a Paul. El otro Cazador Oscuro lanzó una maldición–. ¿Cómo es posible?
–Alguien debe haber invitado a Cayo a entrar. Lo que significa que hay un humano trabajando con él, o para él. Mi intuición me dice que Rochi no es tan estúpida.
–Cande tampoco –los interrumpió Lali–. Sabe cuidarse de la gente con apariencia sospechosa.
Peter meditó un instante.
–¿Se te ocurre algo? –le preguntó a Paul.
–No.
–¿Qué dice tu guía?
–Ceara no sabe nada. Y, además, hay otro pequeño contratiempo: mi espalda no está sanando.
Si se le hacía otro nudo más en el estómago acabaría teniendo un rosario.
–¿Cómo que no está sanando?
–Me hirieron con una descarga astral exactamente igual a la de los dioses.
Peter se quedó petrificado.
–No maté a ningún dios, era un Daimon.
–Ya lo sé.
Peter maldijo en voz baja.
–¿En qué nos hemos metido?
–No tengo ni idea, pero hasta que tengamos más información te sugiero que no te alejes de la chica. Con los poderes reprimidos que tiene, Cayo irá tras ella con todo su arsenal. Estoy seguro de que la preferirá antes que a su hermana.
Peter se cambió el teléfono al otro lado mientras observaba a Lali, que acababa de sentarse a la mesa. ¡Por los dioses! No podía soportar la idea de que resultase herida. El simple hecho de imaginárselo lo atormentaba.
–¿Necesitas ayuda con la espalda?
–No, pero duele horrores.
Peter lo sabía por experiencia. El hombro aún le daba pinchazos tras el ataque de Afrodita.
–Empiezo a comprender cómo mató Cayo a los últimos ocho Cazadores Oscuros que se enfrentaron a él.
–Sí –asintió Paul–. Y no quiero que seamos el noveno y el décimo.
–Yo tampoco. Vale, mantendré a Lali a salvo a mi lado, pero aún nos queda el problema de que su hermana ande suelta por ahí.
–Haré que Gaston la ate en corto de momento. Tú asegúrate de que Lali se mantiene en contacto con ella, o nos complicará la vida todavía más.
–De acuerdo –y colgó antes de dejar el teléfono sobre la encimera.
–¿Algo va mal? –le preguntó Lali.
Él rió a pesar de las circunstancias.
–Creo que la pregunta correcta sería: ¿algo va bien?
–¿Y eso qué significa?
–Significa que tu aburrida vida acaba de llegar a su fin y que, durante los próximos días, vas a descubrir de primera mano lo peligrosa que es la mía
–¡Ah, no! –exclamo Lali, poniéndose de puntillas para quedar nariz con nariz frente a Peter. Arqueó una ceja y lo desafió con la mirada a que negara sus palabras. Cuando habló, hizo hincapié en cada palabra–. Estás muy equivocado. Quiero volver a mi vida anterior. Quiero una vida aburrida y quiero que sea larga.
A Peter le hizo gracia el énfasis que dio a la última palabra. Estaba espectacular cuando se enfadaba y él no podía evitar preguntarse cuánto tiempo podría mantenerla con ese rubor en las mejillas y echando fuego por esos increíbles ojos azules.
Mejor aún… mientras sus pechos subían y bajaban debido a la respiración agitada, se le ocurrieron unas cuantas cosas más que podrían causarle aún más dificultades para respirar.
Quería dejarla sin aliento. Quería comprobar la fuerza de su pasión.
Le dolían los labios por el deseo de besarla y las manos por el ansia de acariciar su cuerpo hasta hacerla gritar de placer.
¡Por los todos los dioses! Esa mujer era la mayor tentación que había sentido jamás. Y menuda paradoja, porque hubo una época en la que adoraba las tentaciones más allá de lo racional. A lo largo de los siglos, había olvidado ese pequeño defecto de su carácter pero, desde que despertara con ella al lado, había ido recordando, dolorosamente, al hombre que una vez fue. Podía sentir cómo Lali iba derribando, poco a poco, cada una de las barreras que él había construido durante los años, poniendo fin al entumecimiento en el que se refugiaba. Había conseguido mantenerse alejado de sus propios sentimientos durante siglos y, aunque había conocido a muchos mortales por los que había sentido cierto cariño, ninguno de ellos había conseguido afectarlo como ella.
Era algo muy extraño. ¿Por qué Lali? ¿Y por qué ahora? Ahora que necesitaba de toda su lucidez para enfrentarse a Cayo.
Las Parcas estaban jugando de nuevo con él y eso no le gustaba en absoluto.
Sentía cómo la sangre corría con fuerza por sus venas mientras contemplaba los labios húmedos y llenos de Lali. Casi podía saborearlos. Sentirlos. Que los dioses se apiadasen de él, porque la deseaba con desesperación.
Sólo ella era capaz de despertar a la bestia hambrienta que moraba en su interior. Esa parte de él que quería rugir y devorar todo su cuerpo, centímetro a centímetro, durante toda la noche. Pero ella era humana y él no tenía nada que ofrecerle. Su alma y su lealtad pertenecían a Artemisa. Además, Lali tenía todo el derecho a soñar con una vida normal; con una familia y un hogar al lado de un hombre común y corriente.
Después de haber visto cómo sus propios sueños habían sido destrozados de un modo cruel y vengativo, se negaba a que Lali pasara por el mismo trance. Ella se merecía tener una vida larga, dichosa y aburrida. Todo el mundo merecía la oportunidad de cumplir sus deseos.
Se tragó el nudo que le obstruía la garganta, dolorido aún por el deseo insatisfecho y supo, en ese mismo instante, que tenía que alejarla de sus pensamientos.
Jamás podría ser suya.
Su destino era regresar junto a una familia que la amaba y encontrar un hombre que la ayudara a…
No pudo acabar. Le dolía tan sólo de pensarlo.
–Por tu bien –le susurró, luchando contra el impulso de acariciarle el pelo– espero que sea verdad, pero me temo que con los poderes que mantienes ocultos y la caza de vampiros que está llevando a cabo Rocio, no va a ser posible que regreses a tu aburrida vida durante los próximos días.
Lali apartó la mirada.
–No tengo poderes –dijo con voz afilada, pero sin la convicción de antes.
Peter alargó la mano y con un dedo le alzó la barbilla; quería ayudarla a aliviar la preocupación que veía en su rostro. Lali tenía miedo y él no entendía la causa. ¿Por qué no era capaz de reconocer los dones con los que había nacido?
–Puede que no quieras utilizarlos, Lali, pero están ahí. Tienes premoniciones y eres telépata, empática y además puedes proyectarte fuera de tu cuerpo. Tus poderes son muy parecidos a los de tu hermana pero mucho más fuertes.
El brillo intenso del color zafiro volvió a sus ojos.
–Estás mintiéndome.
La acusación lo sorprendió.
–¿Por qué iba a hacerlo?
Ella se aclaró la garganta.
–No lo sé. Sólo sé que no tengo poderes.
–¿Por qué tienes tanto miedo de ellos?
–Porque…
Él ladeó la cabeza cuando la voz de Lali se desvaneció y dejó la frase sin acabar.
–¿Por qué? –la instó.
Ella alzó la mirada y el dolor que se reflejó en sus ojos lo dejó sin aliento.
–Cuando tenía quince años –comenzó casi en un susurro– tuve un sueño. –Parpadeó para apartar las lágrimas mientras se agarraba a la encimera que estaba justo a su lado–. En aquella época solía tener muchos. Y siempre se hacían realidad. En éste del que te hablo, mi mejor amiga moría en un accidente de coche. La vi. Sentí su miedo y escuché los últimos pensamientos que cruzaron por su mente antes de morir.
Peter apretó la mandíbula al percibir el dolor que transmitía su voz. Alargó el brazo y la tomó de la mano. Estaba helada y temblaba.
–Cuando la vi en el instituto hice todo lo que estuvo en mis manos para que no se fuese ese día a casa con Bobby Thibideaux. Incluso le conté lo del sueño. –Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas–. No me escuchó. Me dijo que era una imbécil y que lo que me ocurría era que tenía celos porque Bobby estaba con ella y no conmigo. –Sacudió la cabeza mientras recordaba lo sucedido aquel día–. No estaba celosa, Thiago; lo único que quería era evitar su muerte.
Peter le acarició los dedos, intentando que entrara en calor.
–Lo sé,Lali.
–Se metió en el coche gritándome que la dejara en paz. Todo el instituto me estaba mirando, pero me daba igual. Rochi me apartó para que pudieran marcharse y la gente empezó a reírse. –Se humedeció los labios resecos–. No se rieron a la mañana siguiente, cuando se enteraron de que los dos habían muerto camino de casa. Empezaron a llamarme monstruo. Durante los tres años siguientes nadie quiso acercarse a mí. Para ellos yo era esa chica rara que veía cosas.
La ira brilló en los ojos de Mariana cuando lo miró.
–Dime, ¿qué hay de bueno en esos poderes cuando hacen que la gente se asuste de mí? ¿Por qué veo cosas si no las puedo cambiar? ¿Qué tiene eso de bueno?
Peter no supo qué contestarle. Percibía el torbellino de sus emociones y su angustia.
–¿No lo entiendes? –prosiguió ella–. No quiero conocer el futuro si no puedo detenerlo. Quiero ser normal –insistió con la voz rota al pronunciar la última palabra–.No quiero ser como Paul ni como mi abuela y tener a los muertos hablándome a todas horas. No quiero saber lo que estás sintiendo. Sólo quiero vivir mi vida como el resto de la gente ¿Nunca has deseado eso mismo?
Cerrando los ojos ante la absurda agonía que le atenazaba el corazón, Peter dejó de acariciar la suave piel de Lali y se alejó de ella.
–Qué más da lo que yo desee.
Ella se sorprendió cuando lo miró a los ojos. Lo había herido de algún modo.

Hola! q tal su fin de semana?? espero lo pasen bien y les sirva para descansar un poco :)
Bueno arranca la maraton +10 firmas y subo otros dos caps!

@Angie_232alma

16 comentarios:

  1. sube yo hago las 10 firmas

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  2. <sube <sube <sube <sube <sube <sube <sube <sube

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  3. <sube <sube <sube <sube <sube <sube <sube <sube <sube

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  4. ya son diez sube mas

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  5. mas mas nove por favorrr

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  6. maraton por fvaor subeeee

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  7. mas soy la misma que escribio la mayoria de los comentarios

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