miércoles, 22 de mayo de 2013

Capitulos 25 y 26


Holaaa!! muchas gracias a todas! es lindo verlas firmando y q les guste la nove!=)
Nara q bien q te gusten las fotos!
Bue yo en lo personal ame estos caps jaja
Besos LAS AMO


CAPITULO 25
Lali abrió la caja más grande y encontró un vestido camisero, de diseño y tejido grueso. Deslizó la mano por la suave seda color azul marino. Jamás había tocado algo parecido. Mirando en el interior de las bolsas, encontró unos zapatos y otras cajas con el nombre de Victoria's Secret. Ruborizada, no se atrevió a abrirlas delante de German y de Mili. No a menos que quisiera morir de vergüenza.
–¿Cómo sabía mi talla? –preguntó mientras comprobaba la etiqueta del vestido.
German se encogió de hombros.
Mariana se detuvo al encontrar una nota dirigida a ella. La letra era de trazo elegante y resuelto.
«Siento mucho lo de tu jersey. Gracias por haberlo soportado todo tan bien. Thiago.»
Lali sonrió, aunque se sintió un poco dolida por el hecho de que se negara a usar su verdadero nombre con ella. Sin duda era la forma que utilizaba para mantener las distancias entre ellos. Que así fuera. Tenía derecho a mantener su intimidad. Tenía derecho a vivir su peligrosa vida inmortal sin ningún tipo de relación con un humano. Si quería seguir siendo Thiago para ella, lo respetaría.
Pero aún así… después de todo lo que habían compartido la noche anterior…
En su corazón, le daba igual el nombre que usara. Ella sabía quién era, conocía la verdad.
Recogió los regalos y se encaminó escaleras arriba para arreglarse antes de irse a trabajar. No obstante, lo que en realidad deseaba era darle las gracias a Thiago por su amabilidad.
Después de la ducha, abrió los regalos y encontró un tesoro de lencería atrevida. Thiago le había comprado unas medias de color azul marino que hacían juego con un liguero. Como jamás había tenido uno, le llevó unos minutos imaginarse cómo se abrochaba. El conjunto se completaba con un sujetador de seda y un tanga.
–Mmm… –para ser un hombre que quería mantener las distancias, había elegido algo muy personal para ella. Pero claro, ¿qué era él sino un enigma?
Mariana se mordió el labio y acarició el vestido. Se sentía increíblemente femenina con la suave lencería nueva y, cada vez que pensaba que las manos de Thiago habían tocado su ropa interior, un escalofrío le recorría la espalda. Resultaba muy erótico saber que él había deslizado sus dedos por el delicado encaje del tanga que ahora descansaba íntimamente entre sus muslos. O por el interior del sujetador que ahora encerraba sus pechos.
Cómo deseaba tenerlo al lado para que la desvistiera... Para que la tocara de forma tan íntima como había tocado la lencería. Al imaginar la expresión velada y oscura de su rostro mientras la tomaba entre sus brazos y le hacía el amor, comenzó a respirar de forma entrecortada y apretó los dientes con fuerza. Los pezones se le endurecieron, doloridos, ante la idea.
Cogió el vestido, que estaba sobre la cama, y lo sostuvo sobre su cuerpo. Por un instante creyó reconocer en él el exótico aroma de Thiago. El deseo la atravesó como una daga. Mientras se lo ponía, la seda del vestido se deslizó sobre su piel y le hizo recordar el sueño. Volvió a sentir las manos de Thiago recorriendo su cuerpo.
Dios, cómo deseaba que estuviese allí… Cómo deseaba poder observarlo mientras le desabrochaba el vestido y descubría a la mujer que se escondía bajo él… Pero jamás sucedería. Peter había desaparecido; había vuelto a su arriesgada existencia. Las punzadas de deseo desaparecieron al instante, reemplazadas por un dolor agudo. Un dolor para el que no encontraba explicación, pero que estaba allí. Profundo. Anhelante. Voraz.
Con un suspiro, se calzó los zapatos y bajó las escaleras; German la esperaba para llevarla al trabajo.
–Siento mucho lo de Mike.
Mariana apartó la mirada del escritorio, alzó la cabeza y contó hasta diez. Si una sola persona más volvía a decírselo, se dejaría arrastrar por la locura, iría al despacho de Mike y lo despedazaría en trocitos pequeños y sangrientos.
Le había contado a todo el personal de la empresa que habían roto y, arrogantemente, había esparcido el rumor de que estaba tan destrozada que no había podido ir a trabajar el día anterior.
¡Le daban ganas de matarlo!
–Estoy bien, Jessica –le dijo a la administradora de su sección con una sonrisa forzada.
–Eso es –contestó la mujer–. Mantén bien alto ese ánimo.
Lali frunció los labios cuando Jessica se marchó. Al menos el día tocaba a su fin. Podría irse a casa y…
Y soñar con el hombre alto y apuesto al que nunca volvería a ver.
¿Por qué le afectaba más la idea de no ver a Thiago que el hecho que de Mike hubiera cortado con ella? ¿Qué tenía Thiago que hacía que lo echara tanto de menos…?
En el fondo lo tenía muy claro: era guapísimo, inteligente y heroico; era misterioso y letal. Y hacía que su corazón se acelerara cada vez que le dedicaba esa deslumbrante sonrisa.
Se había ido para siempre.
Deprimida, se preparó para marcharse. Tras meter los documentos en su maletín, salió del despacho y se dirigió al ascensor. Pulsó el botón para bajar al vestíbulo; no quería dejar a Mili esperándola durante mucho rato en el estacionamiento, con los mellizos. Además, estaba cansada de estar en el despacho. Éste había resultado ser el día más largo de su vida. ¿Por qué habría querido ser contable? Euge tenía razón, su vida era desquiciantemente aburrida.
Al llegar al vestíbulo, las puertas se abrieron y echó un vistazo alrededor de la estancia acristalada mientras salía. Aunque en el exterior ya había anochecido, las luces del estacionamiento eran bastante potentes y vio que Mili aún no había llegado. ¡Joder! Estaba deseando irse a casa.
Irritada, se acercó hasta la puerta para esperar allí. Mientras soltaba el maletín, Mike salió de uno de los ascensores, rodeado de sus amigos.
Genial, sencillamente genial. El día iba mejorando a pasos agigantados.
Al verla sola, Mike se acercó a ella exhibiéndose como un pavo real.
–¿Ocurre algo? –le preguntó cuando se detuvo a su lado.
–No. Aún no han venido a recogerme –le contestó de forma educada.
–Bueno, si necesitas que te lleve a casa…
–No necesito nada de ti, ¿vale? –le espetó antes de cruzar la puerta y detenerse en el exterior del edificio. Era mejor esperar fuera y congelarse por el viento helado antes que pasar un solo minuto más al lado del último hombre al que le apetecía ver.
Mike la detuvo al salir del edificio. Las luces de la calle arrancaban unos suaves destellos a su pelo dorado.
–Mira, Mariana, no hay ningún motivo por el que no podamos ser amigos.
–No te atrevas a comportarte de forma caballerosa conmigo después de toda la basura que dijiste ayer. ¿Quién te crees que eres para hablarle a todo el mundo de mi familia?
–Vale, Mariana, venga ya…
–Deja de llamarme Mariana cuando sabes que lo odio.Ya que aunque era su nombre siempre prefirió que la llamaran Lali y él lo sabía muy bien.
Él miró sobre su hombro y Lali se dio cuenta de que la mitad del personal de la empresa estaba escuchándolos.
–Vamos a ver, yo no fui el que se quedó ayer en casa porque estaba emocionalmente indispuesto a causa de lo sucedido el sábado por la noche.
La furia de Lali creció por momentos. ¿Emocionalmente indispuesta? ¿Ella?
¿Por él?
Lo miró de arriba abajo. Y, por primera vez, fue consciente del gusano que tenía delante.
–Disculpa, pero yo tampoco estuve en casa ayer. De hecho, ¿quieres saber dónde estuve? Me pasé todo el día en los brazos de un magnífico dios rubio. Fíjate lo deprimida que estoy por ti.
Mike soltó un resoplido.
–Ya veo. Sabía que era sólo cuestión de tiempo que tu familia acabara influyendo en tu comportamiento. Estás tan loca como todos ellos. Apuesto a que no tardarás mucho en venir a trabajar vestida de cuero negro y hablando sobre desintegrar vampiros a estacazos.
Lali nunca había sentido un deseo tan fuerte de abofetear a alguien como el que bullía en esos momentos en su interior. ¿Cómo había podido pensar que eran compatibles? Era grosero y cruel. Peor aún, ¡juzgaba a la gente por las apariencias! Rochi podía ser una tarada, pero era su hermana ¡y nadie que no fuese de la familia tenía derecho a insultarla!
De repente, todos los defectos que no había visto en Mike salieron a la luz. Y pensar que había pasado todo un año de su vida intentando complacer a este cretino…
¡Era una idiota! Y una imbécil y una boba…
En ese momento notó cómo se le erizaba el vello de la nuca segundos antes de escuchar el rugido de un motor bien afinado que se acercaba hasta donde estaban ellos.
Mike giró la cabeza, miró a la calzada y se quedó boquiabierto.
Ella miró en la misma dirección, buscando el motivo de su distracción, y se quedó petrificada al ver un impecable Lamborghini negro doblar para entrar en el estacionamiento y aparcar en la acera, justo delante de ellos.
Sus labios dibujaron una sonrisa. No podía ser…


CAPITULO 26
El corazón se le aceleró cuando la puerta se alzó y Thiago bajó del coche. Vestido con unos vaqueros desgastados, un jersey gris y negro de cuello de pico y una chaqueta negra de cuero, estaba tan imponente que quitaba el hipo.
Ese andar firme, arrogante y letal le estaba aflojando las rodillas.
–¡Ay Dios! –escuchó susurrar a Jessica mientras Thiago rodeaba el coche.
Él se detuvo delante de Lali y la devoró con la mirada.
–Hola preciosa –le dijo con esa voz profunda y seductora–. Siento llegar tarde.
Antes de que pudiera reaccionar, Thiago la abrazó y le dio un beso sofocante. El cuerpo de Lali ardió en respuesta al roce de su lengua mientras él le presionaba la espalda con los puños cerrados. Al momento se agachó y la cogió en brazos.
–¡Thiago! –balbució mientras la llevaba, sin esfuerzo aparente, hasta el coche.
Él le dedicó esa sonrisa tan suya, maliciosa y de labios apretados. El humor y el deseo le daban un aspecto cálido y vivaz a esos ojos negros como la noche.
Con la punta del zapato abrió la puerta del asiento del acompañante y la dejó en el interior. Recogió el maletín y el bolso que ella había dejado caer en la acera y se los dio antes de darse la vuelta para mirar a Mike con una sonrisa de complicidad.
–Es imposible no amar a una mujer cuyo único fin en la vida es verte desnudo.
La expresión del rostro de Mike mientras observaba cómo Thiago cerraba la puerta del coche antes de rodearlo –con su característico andar elegante–para ocupar su asiento, no tenía precio.
Thiago se metió en el Lamborghini con un movimiento ágil y al instante abandonaron el estacionamiento.
Mil emociones bullían en el interior de Lali. Gratitud, felicidad y sobre todo, alegría por verlo de nuevo, especialmente después de que tanto German como su propia mente hubieran intentado convencerla de que jamás volvería a encontrarse con él.
No podía creer lo que Thiago acababa de hacer por ella.
–¿Qué estás haciendo aquí? –le preguntó mientras salían del estacionamiento.
–Me has estado volviendo loco durante todo el día –le contestó en voz baja–. Podía sentir tu confusión y tu dolor, pero no sabía el motivo. Así es que llamé a Mili y me enteré de que, supuestamente, tenía que recogerte a la salida del trabajo.
–Aún no me has explicado qué haces aquí.
–Tenía que comprobar que estabas bien.
–¿Y eso?
–No lo sé. Tenía que saberlo.
Reconfortada por sus palabras, Lali comenzó a juguetear con el cinturón de seguridad.
–Gracias por la ropa. Y por lo que acabas de hacer con Mike.
–Ha sido un placer.
En ese momento tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarse sobre él y acariciarlo. Para no besar a su guapísimo héroe.
Thiago aceleró y se alejó del distrito empresarial.
–Hay una cosa que no entiendo, ¿por qué iba a querer una mujer como tú casarse con alguien como él?
Mariana alzó una ceja.
–¿Cómo sabes que…?
–Tengo ciertas habilidades psíquicas, ¿lo recuerdas? Tu mente no deja de dar vueltas a tus verdaderos sentimientos por el «estúpido cretino».
Lali se encogió, avergonzada, y deseó poder ser capaz de bloquear sus pensamientos.
–También lo he oído –bromeó Thiago, haciendo que se preguntara si lo habría dicho en serio.
–¿No puedes hacer algo para dejar de fisgonear en mi cabeza todo el tiempo? Me resulta muy incómodo.
–Si quieres puedo renunciar a ese poder en tu caso.
–¿En serio? ¿Puedes prescindir de un poder cuando te venga en gana?
Él resopló.
–No exactamente. El único poder del que puedo prescindir es de la habilidad de leer los pensamientos de otra persona.
–¿Y una vez que renuncias a él puedes recuperarlo?
–Sí, pero no es fácil.
–Entonces deshazte de él, tío.
Peter soltó una carcajada e intentó concentrarse en la carretera, pero sólo era consciente de la abertura del vestido de Lali, que dejaba una buena porción del muslo cubierto de seda a la vista. Y, por si eso fuera poco, sabía lo que había debajo del vestido. Era otra de las imágenes que lo habían torturado durante todo el día mientras intentaba dormir.
Las lujuriosas curvas de Lali cubiertas por el liguero y el tanga… Sólo de pensarlo se le hacía la boca agua. Lo único que quería era deslizar la mano bajo el exquisito dobladillo hasta encontrar el pequeño trozo de seda que resguardaba la parte más privada de su cuerpo.
¡Uf, sí! Ya se imaginaba haciéndolo a un lado con los dedos para tener el camino despejado. O desgarrando esa frágil y minúscula barrera antes de arrancársela de las caderas y enterrarse en su cuerpo mientras ella lo rodeaba con las piernas enfundadas en las medias de seda.
Peter se movió y recordó, demasiado tarde, que debería haberse comprado unos pantalones anchos.
Acariciarla sería llegar al paraíso.
Si el paraíso fuese una posibilidad para una criatura como él.
Apretó con más fuerza la palanca del cambio de marchas mientras la idea se abría paso en su interior.
«Ninguna mujer te amará por otro motivo que no sea tu dinero. Recuerda lo que te digo, muchacho. Los hombres como nosotros nunca conseguimos algo tan sencillo. Tu mayor esperanza será tener un hijo que te quiera.»
Emitió un pequeño jadeo cuando los recuerdos, hacía tanto tiempo reprimidos, volvieron a su mente con total claridad. Y al hilo de lo anterior rememoró las últimas palabras que le dijo a su padre.
«¿Cómo podría amar a un hombre sin corazón como tú? No eres nada para mí, viejo. Y no lo serás jamás.»
El dolor lo dejó sin aliento. La ira había sido la fuente de esas palabras, que ya jamás podrían ser retiradas. ¿Cómo pudo hablarle así a la persona que más había amado y respetado?
–Entonces –dijo Lali, distrayéndolo–, ¿qué pasó anoche con Cayo? ¿Lo atrapaste?
Él agitó la cabeza para aclarar sus pensamientos y se concentró en el presente.
–Se metió en un refugio tras nuestro enfrentamiento.
–¿En dónde?
–En un refugio; el santuario de un Daimon –le explicó–. Son aberturas astrales entre dimensiones. Los Daimons pueden quedarse en ellas durante un par de días, pero, cuando la puerta vuelve a abrirse, se ven obligados a salir de nuevo.
Lali estaba perpleja. ¿Sería cierto lo que describía?
–No puedo creer que haya algún tipo de poder que permita utilizar a los Daimons un refugio para eludir la justicia.
–Y no lo hay. Los Daimons descubrieron los refugios por su cuenta. –La miró con una sonrisa pícara–. Pero no me quejo. Eso hace que mi trabajo sea infinitamente más interesante.
–Bueno, mientras no te aburras… –le dijo con sarcasmo–. No me gustaría que tu trabajo llegara a resultarte pesado algún día.
Thiago le lanzó una mirada que encendió su deseo.
Chère, tengo la sensación de que sería imposible aburrirse contigo cerca.
Sus palabras tocaron uno de los puntos sensibles de Lali.
–Eres el único que opina de ese modo –le dijo mientras recordaba la conversación con Eugenia–. Siempre me han dicho que encabezo la fila que se dirige a la Ciudad del Aburrimiento.
Thiago se detuvo en un semáforo y clavó los ojos en ella.
–No entiendo el por qué de ese comentario; a mí no me has dejado de sorprenderme desde el momento en que me despertaste y me llamaste «guapetón».
Con el rostro encendido por el rubor, Lali rió al recordarlo.
–Además –prosiguió él–, no puedes culpar a la gente por decir eso, cuando eres tú la que levanta la barrera protectora.
–¿Cómo dices?

PD:Chicas me ayudan siguiendo al blog porfa???:)

10 comentarios:

  1. Me encanta! Me mate de risa cuando le recordo lo de "guapeton" , que hijo de su madre ese mike! Si fuera lali ya me hubiese tirado arriba y empezado a pegar, aunque si llega peter mejor jajajaj

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  2. Me encanto todo el capi y cm dejo sin palabras al cretino del ex de lali :) amo esta pareja a full.

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  3. Yo odio el ex de lali..pero amo laliter jaja!Espero mas nove..beso!Giu

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  4. El tal Cayo es un poroto al lado de lali cuando habala de picar en pedacitos jajajajjaja que sadica jajaja bue amiga perdona que anoche no le puse mucha onda tuve una muy mala noche pero ya te contare esto se pone mejor espero que comenten asi puedo leer mas jajaja besos tk

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  5. K cretino Mike,lo bueni es k llego Peter al rescate d su dama.

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  6. me encanto me encanto que sienta lo que le pasa y vaya a buscarla un tierno. Yo te seguiría pero se me rompió la compu y entro desde el celular y desde el celular es diferente no puedo hacerlo en cuanto tenga la compu prometo hacerlo besos. Naara

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  7. lindo el capitulo, el ex de lali un idiota total.

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