Hola!! como pasaron el fina de semana? bueno casi no hubieron firmas en el cap anterior pero igual subo!! y ya falta poco para que se venga LALITER y con todo!! y vuelvo a preguntar ya q solo una de ustedes respondio,¿Quieren una nove completa de regalo solo para descarga?
Besos,las quiero!!
@Angie_232alma
Capitulo
12
—Odio
Inglaterra casi siempre, pero hay excepciones.
Peter hizo
un lento gesto afirmativo.
—Bueno,
¿cuándo no detestas Inglaterra, pues?
—Cuando la
ataco.
—¿De
verdad admites semejante pecado? —preguntó, atónita.
La sonrisa
de Peter se ensanchó. El sonrojo de Lali se hizo tan intenso que parecía arder:
esa esposa suya exhibía una honestidad refrescante en cada una de sus
reacciones. En un hombre, sería un rasgo fatal, pues daría aviso a los otros de
lo que ese sujeto pensaba, pero era encantador en una mujer. En especial, en su
mujer.
—¿Y bien?
El hombre
soltó un prolongado suspiro. Lamentablemente, al parecer la esposa de Peter
carecía por completo de sentido del humor. No sabía cuándo estaba bromeando.
—Sube al
caballo. El sol ya está poniéndose —le dijo—. Podrás descansar cuando estemos
en lugar seguro.
—¿En lugar
seguro?
—En
Escocia.
Lali quiso
preguntarle si pensaba que la seguridad y Escocia eran sinónimos, pero resolvió
no hacerlo. Imaginó que la respuesta de Peter la irritaría.
Lali ya
había aprendido dos cosas desagradables respecto del marido. Una: no le gustaba
que lo cuestionasen ni lo contradijeran. Lali sabía que eso representaría un
problema, pues estaba resuelta a cuestionario y a contradecirlo cada vez que
quisiera. No le importaba si le gustaba o no. Dos: cuando la miraba ceñudo, a
ella no le agradaba en absoluto. Ese segundo defecto era casi tan inquietante
como el primero. El humor de Peter cambiaba como el viento. Las afirmaciones
más inocentes lo hacían ponerse ceñudo.
—Lali, no
me subiré otra vez a ese maldito caballo —dijo Eugenia tirando del brazo de su
hermana para que le prestara atención.
Peter la
oyó pero no le hizo caso. Se volvió y caminó hasta su propio caballo. Lali lo
observó, pensando que la había dejado de lado como si no fuese más que una
vulgar pelusa.
—Este
hombre sí que es grosero —musitó.
—Lali,
¿estás escuchándome? —dijo Eugenia—. Tendrás que insistir para que descansemos
el resto de la noche.
Lali se
compadeció de su hermana. El rostro de Eugenia estaba sucio de tierra: parecía
tan agotada como se sentía la propia Lali. Ésta tenía muchas más energías que
su hermana, pero había estado en pie casi toda la noche, asistiendo al hijo
enfermo de uno de los criados.
No se
animó a ofrecerle sus simpatías a Eugenia, pues sabía que en ese momento
necesitaba una mano firme. Si Lali le demostraba un mínimo de compasión, Eugenia
se pondría a llorar, y esa perspectiva era escalofriante. Cuando Eugenia
empezaba, era peor que las mellizas.
—¿Qué es
de tu orgullo? —le preguntó Lali—. No es propio de una dama usar una palabra
como “maldito”. Sólo los siervos emplean palabras tan groseras, Eugenia.
La bravata
desapareció del semblante de Eugenia.
—¿Cómo
puedes regañarme en este momento, por el amor de Dios? —gimió—. Quiero volver a
casa. Echo de menos a papá.
—¡Basta!
—ordenó Lali en un tono mucho más áspero. Palmeó el hombro de la hermana para
suavizar el regaño y murmuró—: Lo hecho, hecho está. Estamos casadas con los
escoceses, y no hay nada que hacer. No te enfurruñes pues nos avergonzarás a
ambas. Además, falta poco para llegar a las Tierras Altas —exageró—. Peter me
prometió que nos detendríamos para pasar la noche en cuanto cruzáramos la
frontera. Puedes aguantar unos minutos más, hermana. Demuéstrale a tu marido
que eres una mujer valiente.
Eugenia
asintió.
—¿Y si es
demasiado lento para notarlo?
—En ese
caso, tendré mucho gusto en hacérselo notar —prometió Lali.
—Lali,
¿alguna vez en tu vida imaginaste que estarías en semejante situación? ¡Estamos
casadas con escoceses!
—No, Eugenia,
nunca se me ocurrió.
—Dios debe
de estar muy enfadado con nosotras.
—Dios no
—aclaró Lali—. Nuestro rey.
El penoso
suspiro de Eugenia la siguió mientras caminaba hasta su caballo. Lali la
observó hasta que llegó junto a Nicolás. El lord escocés sonreía y Lali supuso
que lo divertía ver a su esposa caminando como una anciana, con las rodillas
temblorosas.
Lali
sacudió la cabeza pensando en el estado lamentable de su hermana, hasta que
comprendió que ella estaba igual. Las piernas le temblaban como hojas secas. Echó
la culpa a esa absurda montura que tuvo que aceptar para que Peter pensara que
era una dama.
Tuvo que
hacer tres intentos para montar a Fuego Fatuo. Había puesto nerviosa a la
yegua. El animal comenzó a cabriolear y Lali tuvo que emplear bastante tiempo
en calmarlo.
Sin duda,
a Fuego Fatuo le disgustaba la silla tanto como a Lali.
Nicolás
había ayudado a Eugenia a montar, pero Peter no mostró la misma caballerosidad
y ni siquiera la miró. Se preguntó qué era lo que concitaba la atención del
esposo, pues vio que observaba con atención el área de la que acababan de
venir.
Lali
resolvió hacerle tan poco caso como el que Peter le hacía a ella, y se volvió
para brindarle una palabra de ánimo a su hermana.
No oyó
cuando Peter se acercaba. De pronto, estuvo junto a ella. Antes de que Lali
pudiese reaccionar, la había bajado del caballo. Luego, la arrastró casi hasta
un peñasco irregular próximo al arbusto sobre el que había caído Eugenia. Peter
empujó a Lali contra la roca con una mano, palmeó el flanco de Fuego Fatuo con
la otra y dio la espalda a la mujer para luego acercarse a Nicolás.
El resto
de la pregunta de Lali quedó olvidada cuando Eugenia fue empujada junto a ella.
Nicolás se situó frente a la novia. Su espalda ancha mantenía a las dos
muchachas apretadas contra la roca detrás de él.
Cuando Lali
vio que Nicolás sacaba la espada, comprendió lo que sucedía. Aspiró
profundamente observando que Nicolás miraba a Peter y alzaba tres dedos. Peter
movió la cabeza y alzó cuatro dedos.
Eugenia
aún no comprendía el peligro. Al ver que iba a protestar, Lali le cubrió la
boca con la mano. Lali apartó el cabello del rostro de Eugenia para que pudiese
verlo bien.
Peter
volvió al centro del pequeño claro. Todavía no había sacado un arma, y luego Lali
advirtió que no la tenía. ¡Buen Dios! ¡Estaba casi indefenso!
Lali se
sintió desesperada de temor por la seguridad de Peter. Y luego del temor llegó
la furia. ¿Qué clase de guerrero viajaba a través de un territorio salvaje sin
un arma? “Uno muy distraído”, concluyó Lali frunciendo el entrecejo. Tal vez
hubiera perdido la espada en algún punto del trayecto hacia Londres y no se
molestó en reemplazarla.
Por
supuesto, tendría que intervenir. Peter Lanzani era su esposo, y nadie lo
lastimaría mientras Lali tuviese aliento. Se negó a reconocer que no quería
verlo herido y se dijo que no quería quedar viuda el día de la boda... y eso
era todo.
Lali sacó
una pequeña daga que llevaba en la cintura con la esperanza de tener tiempo de
alcanzar a Peter. Si se empleaba con habilidad, la daga podía provocar heridas
graves. Recordó que también contaban con la espada de Nicolás. Rogó que el
amigo de Peter supiera cómo blandir la espada, y estaba a punto de pedirle que
ayudara a su esposo cuando de pronto Peter se volvió.
Se
acercaba a Nicolás. Al verle el semblante, Lali comenzó a temblar. La expresión
furiosa de esos helados ojos oscuros la aterró. Percibía la fuerza brutal de
los brazos y los muslos fuertes del esposo. También percibió la cólera, que la
inundó como una ola caliente. De Peter irradiaba un poder que parecía formar
una espesa niebla en torno de él.
Aunque Lali
nunca había visto una apariencia semejante, la reconoció. Estaba dispuesto a
matar. Eugenia comenzó a llorar.
—Es un
jabalí salvaje, ¿verdad, Lali?
—No, Eugenia
—murmuró Lali. Sin apartar la vista de su marido, apretó el brazo de la
hermana—. Todo saldrá bien. Nuestros maridos nos mantendrán a salvo, ya verás.
Lali casi
creyó su propia afirmación, hasta que vio a los bandidos que se acercaban
lentamente hacia Peter. Entonces pensó que no todo podría salir bien. Peter se
había alejado bastante de ellos y Lali pensó que trataba de atraer a los
bandidos lo más lejos posible de las mujeres.
Los asaltantes
lo siguieron con lentitud. Se tomaron su tiempo, como si no tuviesen prisa en
matar. Peter era mucho más corpulento que los enemigos, pero estaba desarmado.
Las circunstancias no lo favorecían. Dos de los cuatro bandidos llevaban
garrotes oscuros. Los otros dos, blandían alfanjes curvos en el aire provocando
sonidos sibilantes. En las hojas se veían manchas de sangre seca, señal de que
los anteriores ataques habían tenido éxito.
Lali creyó
que se iba a descomponer. Esos sujetos tenían un aspecto malvado. Al parecer,
disfrutaban de esa especie de juego; de hecho, dos de ellos sonreían. Los pocos
dientes que les quedaban eran tan negros como los garrotes.
—Nicolás,
por favor, ve a ayudar a Peter —ordenó Lali con voz debilitada por el temor.
—Son sólo cuatro,
muchacha. Todo terminará en un minuto.
Esa
respuesta la enfureció. Sabía que Nicolás estaba frente a ellas para
protegerlas pero aun así no le parecía una actitud noble, pues el que estaba a
punto de ser masacrado era su amigo.
Lali pasó
la mano sobre el hombro de Eugenia y empujó a Nicolás en la espalda.
—Peter no
tiene un arma para defenderse. Dale mi daga o tu espada, Nicolás.
—Peter no
necesita un arma —dijo, en un tono tan alegre que Lali creyó que se había
vuelto loco.
Desistió
de seguir discutiendo con él.
—O vas a
ayudarlo tú, o voy yo.
—De
acuerdo, chica, si insistes... —Nicolás apartó las manos de Eugenia de su
propia chaqueta y se encaminó hacia los hombres que rodeaban a Peter.
Pero al
llegar al extremo del claro, se detuvo. Lali no pudo creer lo que vio. Con toda
calma, Nicolás volvió a guardar la espada en la vaina, cruzó los brazos sobre
el pecho... ¡y le sonrió a Peter!
Peter le
devolvió la sonrisa.
—¡Estamos
casadas con retrasados mentales! —le dijo Lali a Eugenia. Comprendió que estaba
más asustada que enfadada, pues su voz tembló en medio de la quietud.
De súbito,
un profundo bramido atrajo la atención de la joven: era Peter el que lanzaba su
grito de guerra. Ese sonido escalofriante hizo gritar a Eugenia sin control.
El círculo
se cerró en torno de Peter. El guerrero esperó a que el primero de los
atacantes estuviese a la distancia justa, y se movió con tal velocidad que, a
los ojos de Lali, se convirtió en un borrón. Lo vio aferrar al sujeto por el
cuello y la mandíbula, y oyó el horrendo sonido de huesos que se quebraban
cuando Peter retorció el cuello del enemigo hasta dejarlo en una posición
antinatural.
En el
preciso momento en que otros dos bandidos lo atacaban gritando desde la
izquierda, Peter arrojó al primero hacia el suelo. Hizo chocar las cabezas de
los dos atacantes, y los tiró sobre el hombre que yacía en el suelo.
El último
de los cuatro enemigos trató de tomar ventaja, atacando desde atrás. Peter giró
en redondo, estampó la bota en la ingle del sujeto en un movimiento que pareció
no requerirle el menor esfuerzo, y por fin lo alzó del suelo con un poderoso
golpe de puño bajo la mandíbula sobresaliente.
El montón
sobre el suelo adquirió las proporciones de una pirámide. La jactancia de Nicolás
al decir que pronto terminaría todo demostró ser correcta, pues había
transcurrido menos de un minuto.
Peter no
parecía estar sin resuello siquiera. Lali acababa de digerir esa idea asombrosa
cuando otro ruido captó su atención. Giró en el mismo momento en que tres
hombres corpulentos llegaban corriendo hacia ella, saliendo de entre los
arbustos desde el lado opuesto del peñasco.
Se
deslizaron como serpientes a través de la vegetación para alcanzar a la presa.
—¡Cuidado!
—gritó Lali.
—¡Tienes
que protegerme! —gritó Eugenia.
Antes de
que Lali pudiese responder, la hermana la apartó de la roca, se apretó contra
el peñasco y luego colocó a Lali ante ella. Aunque Eugenia era casi una cabeza
más alta que la hermanita menor, encorvó los hombros en un hueco del peñasco,
aplastó la cara entre los omóplatos de Lali y quedó a cubierto del ataque. El
peñasco le protegía la espalda, y la hermana, el frente.
Lali no
intentó cubrirse a sí misma. Sabía cuál era su deber. Eugenia estaba primero y,
si era necesario, daría la vida para salvarla.
Cuando los
tres hombres ya estaban casi sobre ellas, Lali recordó la pequeña daga que
tenía en la mano. Apuntó y arrojó el arma sobre el más grande de los tres
sujetos. Acertó; el bandido lanzó un grito agudo y cayó.
Nicolás se
ocupó del segundo de los tres hombres morenos, y arrojó al villano al suelo con
un fuerte golpe en la cintura. Peter tenía que cubrir una distancia mayor.
Cuando alcanzó a la presa, ya era demasiado tarde. Pese a que Lali luchó como
una gata salvaje, el canalla la atrapó en un abrazo fatal y le apoyó el
cuchillo sobre el corazón.
—¡Quieto
donde está! —le gritó el bandido a Peter en un tono muy agudo—. Ahora no tengo
nada que perder. Si se acerca, la mato. Puedo quebrar el lindo cuello de la
chica con toda facilidad.
Nicolás
había concluido la pelea y se acercaba lentamente por detrás, pero Peter le
indicó que se detuviese cuando el villano miró asustado por encima del hombro.
Ante la nueva amenaza, aferró con más fuerza los cabellos de Lali, los enroscó
alrededor de la mano y le echó la cabeza hacia atrás.
Peter vio
la expresión salvaje y acorralada en los ojos turbios del sujeto. Era evidente
que el canalla estaba aterrado, pues vio que le temblaban las manos. Era de
estatura mediana, de cara abotagada y vientre abultado. Peter supo que lo
mataría con rapidez cuando soltara a Lali y esta ya no corriese más peligro.
Pero en ese momento el hombre era presa del pánico y eso lo hacía tan
impredecible como una rata acorralada. Si se lo provocaba... o si creía que no
tenía esperanzas, el enemigo podría matar a Lali.
¡Por
supuesto que no tenía esperanzas! Iba a morir. En el momento en que tocó a Lali,
el destino del bandido había quedado sellado.
Peter
contuvo la furia aguardando una oportunidad. Compuso una actitud despreocupada,
cruzó los brazos sobre el pecho y se fingió aburrido.
—Hablo en
serio —gritó el sujeto—. ¡Y haga callar a la otra mujer! Con esos gritos, no
puedo pensar.
Al
instante, Nicolás se acercó a Eugenia. Le tapó la boca con la mano para
obligarla a guardar silencio, sin dirigirle ni una mirada de simpatía. Se
concentró por entero en el hombre que tenía a Lali, esperando también una
ocasión para atacar.
Poco a
poco, el miedo se disipó de la mirada del enemigo y lanzó una risita aviesa,
imaginando que la victoria estaba de su lado. Entonces, Peter supo que lo tenía
atrapado. La rata se preparaba para escabullirse del rincón. Estaba contento, y
esa falsa confianza sería su perdición.
—¿Es su
mujer? —vociferó a Peter.
—Sí.
—¿La
quiere?
Peter se
encogió de hombros.
—¡Sí, la
quiere! —exclamó el enemigo, riendo alegremente, con un retintín que erizaba
los nervios—. No quiere que mate a su preciosidad, ¿verdad?
Tiró del
pelo de Lali para obligarla a hacer una mueca y demostrar así su propio poder y
la indefensión de la muchacha, pero al observar a la arpía que había capturado,
comprendió que había fracasado. La cautiva lo miraba con expresión hostil. El
bandido sabía que estaba dolorida pero se negaba a gritar.
Peter
evitó mirar a su esposa, pues comprendió que si descubría el temor en los ojos
de Lali, perdería la concentración. Si lo hacía, no podría controlar la ira.
Pero cuando el delincuente retorció con tanta fuerza el cabello de Lali, Peter
la miró de manera instintiva.
esta aflojando peter
ResponderEliminarquiero otrooooooooo
beso
sube mas :D
ResponderEliminarque es tonta eugenia xD
ResponderEliminarhooo! esto si no lo esperaba! dios qe nervios qe va a hacer peter lali grita ¿? masssssssssss
ResponderEliminarAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH MAAAAAAAAAAAAS
ResponderEliminarOtro capituloo mass
ResponderEliminar"En el momento en que tocó a Lali, el destino del bandido había quedado sellado."
ResponderEliminarME ENCANTO
Yo si quiero nove para descargar
ResponderEliminarY ahora que pasará?
ResponderEliminarquiero que la propia Lali le haga daño al ladron!
ResponderEliminarsiiii por favor novela de regalo!!!
ResponderEliminary mas noveeeeee!!
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masss no nos tortures!!! por favor
ResponderEliminarmas nove!!1
no nos hagas esperar mucho queremos LALITER!!!
ResponderEliminarno nos hagas esperar mucho queremos LALITER!!! no nos hagas esperar mucho queremos LALITER!!!
no nos hagas esperar mucho queremos LALITER!!!
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ResponderEliminarA Peyer Lali lo puede!
ResponderEliminarNose tengo la sensacion que sera Lali la que hara algo para librarse, pero nose! jajaja
ResponderEliminarLo que le hara Peteral hombre cuando dejara a Lali jajaja
Bueno por lo de la novela, para mi puedes decidir tu, si preferis subir la otra novela, entonces esta que ya tienes adaptadas ponla para descargar :)
Espero mas!!!
Besos
pero por tercas por mandar a nico a donde no era pero algo me dice q peter la salva obviamente jajajjaja bueno ya solo me queda un capitulo
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