domingo, 13 de enero de 2013

Cap 12


Hola!! como pasaron el fina de semana? bueno casi no hubieron firmas en el cap anterior pero igual subo!! y ya falta poco para que se venga LALITER y con todo!! y vuelvo a preguntar ya q solo una de ustedes respondio,¿Quieren una nove completa de regalo solo para descarga?

Besos,las quiero!!

@Angie_232alma


Capitulo 12
—Odio Inglaterra casi siempre, pero hay excepciones.
Peter hizo un lento gesto afirmativo.
—Bueno, ¿cuándo no detestas Inglaterra, pues?
—Cuando la ataco.
—¿De verdad admites semejante pecado? —preguntó, atónita.
La sonrisa de Peter se ensanchó. El sonrojo de Lali se hizo tan intenso que parecía arder: esa esposa suya exhibía una honestidad refrescante en cada una de sus reacciones. En un hombre, sería un rasgo fatal, pues daría aviso a los otros de lo que ese sujeto pensaba, pero era encantador en una mujer. En especial, en su mujer.
—¿Y bien?
El hombre soltó un prolongado suspiro. Lamentablemente, al parecer la esposa de Peter carecía por completo de sentido del humor. No sabía cuándo estaba bromeando.
—Sube al caballo. El sol ya está poniéndose —le dijo—. Podrás descansar cuando estemos en lugar seguro.
—¿En lugar seguro?
—En Escocia.
Lali quiso preguntarle si pensaba que la seguridad y Escocia eran sinónimos, pero resolvió no hacerlo. Imaginó que la respuesta de Peter la irritaría.
Lali ya había aprendido dos cosas desagradables respecto del marido. Una: no le gustaba que lo cuestionasen ni lo contradijeran. Lali sabía que eso representaría un problema, pues estaba resuelta a cuestionario y a contradecirlo cada vez que quisiera. No le importaba si le gustaba o no. Dos: cuando la miraba ceñudo, a ella no le agradaba en absoluto. Ese segundo defecto era casi tan inquietante como el primero. El humor de Peter cambiaba como el viento. Las afirmaciones más inocentes lo hacían ponerse ceñudo.
—Lali, no me subiré otra vez a ese maldito caballo —dijo Eugenia tirando del brazo de su hermana para que le prestara atención.
Peter la oyó pero no le hizo caso. Se volvió y caminó hasta su propio caballo. Lali lo observó, pensando que la había dejado de lado como si no fuese más que una vulgar pelusa.
—Este hombre sí que es grosero —musitó.
—Lali, ¿estás escuchándome? —dijo Eugenia—. Tendrás que insistir para que descansemos el resto de la noche.
Lali se compadeció de su hermana. El rostro de Eugenia estaba sucio de tierra: parecía tan agotada como se sentía la propia Lali. Ésta tenía muchas más energías que su hermana, pero había estado en pie casi toda la noche, asistiendo al hijo enfermo de uno de los criados.
No se animó a ofrecerle sus simpatías a Eugenia, pues sabía que en ese momento necesitaba una mano firme. Si Lali le demostraba un mínimo de compasión, Eugenia se pondría a llorar, y esa perspectiva era escalofriante. Cuando Eugenia empezaba, era peor que las mellizas.
—¿Qué es de tu orgullo? —le preguntó Lali—. No es propio de una dama usar una palabra como “maldito”. Sólo los siervos emplean palabras tan groseras, Eugenia.
La bravata desapareció del semblante de Eugenia.
—¿Cómo puedes regañarme en este momento, por el amor de Dios? —gimió—. Quiero volver a casa. Echo de menos a papá.
—¡Basta! —ordenó Lali en un tono mucho más áspero. Palmeó el hombro de la hermana para suavizar el regaño y murmuró—: Lo hecho, hecho está. Estamos casadas con los escoceses, y no hay nada que hacer. No te enfurruñes pues nos avergonzarás a ambas. Además, falta poco para llegar a las Tierras Altas —exageró—. Peter me prometió que nos detendríamos para pasar la noche en cuanto cruzáramos la frontera. Puedes aguantar unos minutos más, hermana. Demuéstrale a tu marido que eres una mujer valiente.
Eugenia asintió.
—¿Y si es demasiado lento para notarlo?
—En ese caso, tendré mucho gusto en hacérselo notar —prometió Lali.
—Lali, ¿alguna vez en tu vida imaginaste que estarías en semejante situación? ¡Estamos casadas con escoceses!
—No, Eugenia, nunca se me ocurrió.
—Dios debe de estar muy enfadado con nosotras.
—Dios no —aclaró Lali—. Nuestro rey.
El penoso suspiro de Eugenia la siguió mientras caminaba hasta su caballo. Lali la observó hasta que llegó junto a Nicolás. El lord escocés sonreía y Lali supuso que lo divertía ver a su esposa caminando como una anciana, con las rodillas temblorosas.
Lali sacudió la cabeza pensando en el estado lamentable de su hermana, hasta que comprendió que ella estaba igual. Las piernas le temblaban como hojas secas. Echó la culpa a esa absurda montura que tuvo que aceptar para que Peter pensara que era una dama.
Tuvo que hacer tres intentos para montar a Fuego Fatuo. Había puesto nerviosa a la yegua. El animal comenzó a cabriolear y Lali tuvo que emplear bastante tiempo en calmarlo.
Sin duda, a Fuego Fatuo le disgustaba la silla tanto como a Lali.
Nicolás había ayudado a Eugenia a montar, pero Peter no mostró la misma caballerosidad y ni siquiera la miró. Se preguntó qué era lo que concitaba la atención del esposo, pues vio que observaba con atención el área de la que acababan de venir.
Lali resolvió hacerle tan poco caso como el que Peter le hacía a ella, y se volvió para brindarle una palabra de ánimo a su hermana.
No oyó cuando Peter se acercaba. De pronto, estuvo junto a ella. Antes de que Lali pudiese reaccionar, la había bajado del caballo. Luego, la arrastró casi hasta un peñasco irregular próximo al arbusto sobre el que había caído Eugenia. Peter empujó a Lali contra la roca con una mano, palmeó el flanco de Fuego Fatuo con la otra y dio la espalda a la mujer para luego acercarse a Nicolás.
El resto de la pregunta de Lali quedó olvidada cuando Eugenia fue empujada junto a ella. Nicolás se situó frente a la novia. Su espalda ancha mantenía a las dos muchachas apretadas contra la roca detrás de él.
Cuando Lali vio que Nicolás sacaba la espada, comprendió lo que sucedía. Aspiró profundamente observando que Nicolás miraba a Peter y alzaba tres dedos. Peter movió la cabeza y alzó cuatro dedos.
Eugenia aún no comprendía el peligro. Al ver que iba a protestar, Lali le cubrió la boca con la mano. Lali apartó el cabello del rostro de Eugenia para que pudiese verlo bien.
Peter volvió al centro del pequeño claro. Todavía no había sacado un arma, y luego Lali advirtió que no la tenía. ¡Buen Dios! ¡Estaba casi indefenso!
Lali se sintió desesperada de temor por la seguridad de Peter. Y luego del temor llegó la furia. ¿Qué clase de guerrero viajaba a través de un territorio salvaje sin un arma? “Uno muy distraído”, concluyó Lali frunciendo el entrecejo. Tal vez hubiera perdido la espada en algún punto del trayecto hacia Londres y no se molestó en reemplazarla.
Por supuesto, tendría que intervenir. Peter Lanzani era su esposo, y nadie lo lastimaría mientras Lali tuviese aliento. Se negó a reconocer que no quería verlo herido y se dijo que no quería quedar viuda el día de la boda... y eso era todo.
Lali sacó una pequeña daga que llevaba en la cintura con la esperanza de tener tiempo de alcanzar a Peter. Si se empleaba con habilidad, la daga podía provocar heridas graves. Recordó que también contaban con la espada de Nicolás. Rogó que el amigo de Peter supiera cómo blandir la espada, y estaba a punto de pedirle que ayudara a su esposo cuando de pronto Peter se volvió.
Se acercaba a Nicolás. Al verle el semblante, Lali comenzó a temblar. La expresión furiosa de esos helados ojos oscuros la aterró. Percibía la fuerza brutal de los brazos y los muslos fuertes del esposo. También percibió la cólera, que la inundó como una ola caliente. De Peter irradiaba un poder que parecía formar una espesa niebla en torno de él.
Aunque Lali nunca había visto una apariencia semejante, la reconoció. Estaba dispuesto a matar. Eugenia comenzó a llorar.

—Es un jabalí salvaje, ¿verdad, Lali?
—No, Eugenia —murmuró Lali. Sin apartar la vista de su marido, apretó el brazo de la hermana—. Todo saldrá bien. Nuestros maridos nos mantendrán a salvo, ya verás.
Lali casi creyó su propia afirmación, hasta que vio a los bandidos que se acercaban lentamente hacia Peter. Entonces pensó que no todo podría salir bien. Peter se había alejado bastante de ellos y Lali pensó que trataba de atraer a los bandidos lo más lejos posible de las mujeres.
Los asaltantes lo siguieron con lentitud. Se tomaron su tiempo, como si no tuviesen prisa en matar. Peter era mucho más corpulento que los enemigos, pero estaba desarmado. Las circunstancias no lo favorecían. Dos de los cuatro bandidos llevaban garrotes oscuros. Los otros dos, blandían alfanjes curvos en el aire provocando sonidos sibilantes. En las hojas se veían manchas de sangre seca, señal de que los anteriores ataques habían tenido éxito.
Lali creyó que se iba a descomponer. Esos sujetos tenían un aspecto malvado. Al parecer, disfrutaban de esa especie de juego; de hecho, dos de ellos sonreían. Los pocos dientes que les quedaban eran tan negros como los garrotes.
—Nicolás, por favor, ve a ayudar a Peter —ordenó Lali con voz debilitada por el temor.
—Son sólo cuatro, muchacha. Todo terminará en un minuto.
Esa respuesta la enfureció. Sabía que Nicolás estaba frente a ellas para protegerlas pero aun así no le parecía una actitud noble, pues el que estaba a punto de ser masacrado era su amigo.
Lali pasó la mano sobre el hombro de Eugenia y empujó a Nicolás en la espalda.
—Peter no tiene un arma para defenderse. Dale mi daga o tu espada, Nicolás.
—Peter no necesita un arma —dijo, en un tono tan alegre que Lali creyó que se había vuelto loco.
Desistió de seguir discutiendo con él.
—O vas a ayudarlo tú, o voy yo.
—De acuerdo, chica, si insistes... —Nicolás apartó las manos de Eugenia de su propia chaqueta y se encaminó hacia los hombres que rodeaban a Peter.
Pero al llegar al extremo del claro, se detuvo. Lali no pudo creer lo que vio. Con toda calma, Nicolás volvió a guardar la espada en la vaina, cruzó los brazos sobre el pecho... ¡y le sonrió a Peter!
Peter le devolvió la sonrisa.
—¡Estamos casadas con retrasados mentales! —le dijo Lali a Eugenia. Comprendió que estaba más asustada que enfadada, pues su voz tembló en medio de la quietud.
De súbito, un profundo bramido atrajo la atención de la joven: era Peter el que lanzaba su grito de guerra. Ese sonido escalofriante hizo gritar a Eugenia sin control.
El círculo se cerró en torno de Peter. El guerrero esperó a que el primero de los atacantes estuviese a la distancia justa, y se movió con tal velocidad que, a los ojos de Lali, se convirtió en un borrón. Lo vio aferrar al sujeto por el cuello y la mandíbula, y oyó el horrendo sonido de huesos que se quebraban cuando Peter retorció el cuello del enemigo hasta dejarlo en una posición antinatural.
En el preciso momento en que otros dos bandidos lo atacaban gritando desde la izquierda, Peter arrojó al primero hacia el suelo. Hizo chocar las cabezas de los dos atacantes, y los tiró sobre el hombre que yacía en el suelo.
El último de los cuatro enemigos trató de tomar ventaja, atacando desde atrás. Peter giró en redondo, estampó la bota en la ingle del sujeto en un movimiento que pareció no requerirle el menor esfuerzo, y por fin lo alzó del suelo con un poderoso golpe de puño bajo la mandíbula sobresaliente.
El montón sobre el suelo adquirió las proporciones de una pirámide. La jactancia de Nicolás al decir que pronto terminaría todo demostró ser correcta, pues había transcurrido menos de un minuto.
Peter no parecía estar sin resuello siquiera. Lali acababa de digerir esa idea asombrosa cuando otro ruido captó su atención. Giró en el mismo momento en que tres hombres corpulentos llegaban corriendo hacia ella, saliendo de entre los arbustos desde el lado opuesto del peñasco.
Se deslizaron como serpientes a través de la vegetación para alcanzar a la presa.
—¡Cuidado! —gritó Lali.
—¡Tienes que protegerme! —gritó Eugenia.
Antes de que Lali pudiese responder, la hermana la apartó de la roca, se apretó contra el peñasco y luego colocó a Lali ante ella. Aunque Eugenia era casi una cabeza más alta que la hermanita menor, encorvó los hombros en un hueco del peñasco, aplastó la cara entre los omóplatos de Lali y quedó a cubierto del ataque. El peñasco le protegía la espalda, y la hermana, el frente.
Lali no intentó cubrirse a sí misma. Sabía cuál era su deber. Eugenia estaba primero y, si era necesario, daría la vida para salvarla.
Cuando los tres hombres ya estaban casi sobre ellas, Lali recordó la pequeña daga que tenía en la mano. Apuntó y arrojó el arma sobre el más grande de los tres sujetos. Acertó; el bandido lanzó un grito agudo y cayó.
Nicolás se ocupó del segundo de los tres hombres morenos, y arrojó al villano al suelo con un fuerte golpe en la cintura. Peter tenía que cubrir una distancia mayor. Cuando alcanzó a la presa, ya era demasiado tarde. Pese a que Lali luchó como una gata salvaje, el canalla la atrapó en un abrazo fatal y le apoyó el cuchillo sobre el corazón.
—¡Quieto donde está! —le gritó el bandido a Peter en un tono muy agudo—. Ahora no tengo nada que perder. Si se acerca, la mato. Puedo quebrar el lindo cuello de la chica con toda facilidad.
Nicolás había concluido la pelea y se acercaba lentamente por detrás, pero Peter le indicó que se detuviese cuando el villano miró asustado por encima del hombro. Ante la nueva amenaza, aferró con más fuerza los cabellos de Lali, los enroscó alrededor de la mano y le echó la cabeza hacia atrás.
Peter vio la expresión salvaje y acorralada en los ojos turbios del sujeto. Era evidente que el canalla estaba aterrado, pues vio que le temblaban las manos. Era de estatura mediana, de cara abotagada y vientre abultado. Peter supo que lo mataría con rapidez cuando soltara a Lali y esta ya no corriese más peligro. Pero en ese momento el hombre era presa del pánico y eso lo hacía tan impredecible como una rata acorralada. Si se lo provocaba... o si creía que no tenía esperanzas, el enemigo podría matar a Lali.
¡Por supuesto que no tenía esperanzas! Iba a morir. En el momento en que tocó a Lali, el destino del bandido había quedado sellado.
Peter contuvo la furia aguardando una oportunidad. Compuso una actitud despreocupada, cruzó los brazos sobre el pecho y se fingió aburrido.
—Hablo en serio —gritó el sujeto—. ¡Y haga callar a la otra mujer! Con esos gritos, no puedo pensar.
Al instante, Nicolás se acercó a Eugenia. Le tapó la boca con la mano para obligarla a guardar silencio, sin dirigirle ni una mirada de simpatía. Se concentró por entero en el hombre que tenía a Lali, esperando también una ocasión para atacar.
Poco a poco, el miedo se disipó de la mirada del enemigo y lanzó una risita aviesa, imaginando que la victoria estaba de su lado. Entonces, Peter supo que lo tenía atrapado. La rata se preparaba para escabullirse del rincón. Estaba contento, y esa falsa confianza sería su perdición.
—¿Es su mujer? —vociferó a Peter.
—Sí.
—¿La quiere?
Peter se encogió de hombros.
—¡Sí, la quiere! —exclamó el enemigo, riendo alegremente, con un retintín que erizaba los nervios—. No quiere que mate a su preciosidad, ¿verdad?
Tiró del pelo de Lali para obligarla a hacer una mueca y demostrar así su propio poder y la indefensión de la muchacha, pero al observar a la arpía que había capturado, comprendió que había fracasado. La cautiva lo miraba con expresión hostil. El bandido sabía que estaba dolorida pero se negaba a gritar.

Peter evitó mirar a su esposa, pues comprendió que si descubría el temor en los ojos de Lali, perdería la concentración. Si lo hacía, no podría controlar la ira. Pero cuando el delincuente retorció con tanta fuerza el cabello de Lali, Peter la miró de manera instintiva.

18 comentarios:

  1. esta aflojando peter
    quiero otrooooooooo
    beso

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  2. hooo! esto si no lo esperaba! dios qe nervios qe va a hacer peter lali grita ¿? masssssssssss

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  3. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH MAAAAAAAAAAAAS

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  4. "En el momento en que tocó a Lali, el destino del bandido había quedado sellado."

    ME ENCANTO

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  5. Yo si quiero nove para descargar

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  6. quiero que la propia Lali le haga daño al ladron!

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  7. siiii por favor novela de regalo!!!
    y mas noveeeeee!!
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  9. masss no nos tortures!!! por favor
    mas nove!!1

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  10. no nos hagas esperar mucho queremos LALITER!!!
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  11. mas cap mas cap mas cap!

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  12. Lina (@Lina_AR12)14 de enero de 2013, 5:47

    A Peyer Lali lo puede!

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  13. Nose tengo la sensacion que sera Lali la que hara algo para librarse, pero nose! jajaja
    Lo que le hara Peteral hombre cuando dejara a Lali jajaja

    Bueno por lo de la novela, para mi puedes decidir tu, si preferis subir la otra novela, entonces esta que ya tienes adaptadas ponla para descargar :)
    Espero mas!!!
    Besos

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  14. pero por tercas por mandar a nico a donde no era pero algo me dice q peter la salva obviamente jajajjaja bueno ya solo me queda un capitulo

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