jueves, 10 de enero de 2013

Capitulo 10


Hola mis amores!! que tal estan?? paso a dejar cap,no e andado con mucho tiempo asiq por eso casi no firmo en sus noves,pero ahi me estoy poniendo al dia,bueno si tiene razon este sera un matrimonio explosivo jaja ya veran!! a y me hacen un favor? pueden seguir a @RoCoCR_ es el club mio y de una amiga para la banda de Benja Rojas y Felipe Colombo aca en costa rica♥y estare haciendo pedidos de icons en @Angie_232alma pidanme!=) bye +10 firmas y otro cap♥


Capitulo 10
—Peter y yo prometimos no volver a dormir una noche más sobre suelo inglés. Tenemos que recorrer una buena distancia antes de que oscurezca.
Lali giró a tiempo de ver que los dos escoceses salían del salón y se aferró de la mesa con las manos a la espalda.
—¡Lanzani, se supone que me dejarás aquí! —gritó—. Este es sólo un matrimonio de conveniencia, ¿no es cierto?
Peter se detuvo en el centro de la habitación y se volvió para mirarla.
—Sí, esposa, es un matrimonio de conveniencia. Mi conveniencia, ¿entiendes?
Lali no hizo caso del tono enfadado y de la expresión dura.
—No, Lanzani, no entiendo —dijo, tratando de parecer tan arrogante como él, pero supo que era un esfuerzo vano pues le temblaba la voz.
El fingido enfado de la joven no engañó a Peter. Sabía que estaba asustada y se lo demostró con una sonrisa.
—Te aseguro que con el tiempo lo entenderás. Te doy mi palabra.
Lali no quería que Peter le diese su palabra, si bien sabía que eso no le importaría demasiado, ya que a fin de cuentas, era un señor de la guerra. Tampoco quería discutir con él. En cuanto el hombre salió por la puerta, a Lali se le llenaron los ojos de lágrimas y sólo quiso dejarse caer en la silla más próxima y llorar a gusto.
Estaba demasiado desasosegada para pensar en juntar sus posesiones, y las mellizas se ocuparon de eso, dejando que Lali disfrutara de esos momentos inapreciables con su padre.
Para cuando Alice Y Agnes regresaron al salón, Eugenia estaba en completo estado de nerviosismo. Apenas pudo tartamudear una despedida a su padre antes de salir corriendo de la habitación.
—Lali, recogeré el resto de tus cosas con todo cuidado y te las enviaré en una semana —prometió Agnes—. Las Tierras Altas no deben de estar tan lejos.
—Empaquetaré tus bellos tapices —intervino Alice—. Te prometo que no me olvidaré de nada. En poco tiempo, te sentirás como en casa.
—Alice, yo ya le he dicho a Lali que me encargaría de eso —musitó Agnes—. En realidad, hermana, siempre tratas de superarme. Ah, Lali, he puesto el chal de mamá en tu bolsa de viaje, junto con tus frascos de medicinas.
—Gracias, hermanas —dijo Lali. Las abrazó precipitadamente—. ¡Oh, os echaré de menos! Os quiero mucho.
—Lali, eres muy valiente —murmuró Agnes—. Pareces tan calmada, tan serena... En tu lugar, yo estaría enloquecida. Te has casado con uno de los...
—No es necesario que se lo recuerdes —murmuró Alice—. No debe de haber olvidado que asesinó a su esposa.
—No estamos seguras —replicó la gemela.
Lali deseó que las mellizas no siguieran tratando de consolarla. Las cosas que le recordaban a Peter Lanzani la inquietaban más aún.
El barón Jamison tiró de la falda de Lali para llamarle la atención.
—Me moriré en una semana. ¿Quién se ocupará de mis comidas? ¿Quién escuchará mis relatos?
—Vamos, papá, Agnes y Alice te cuidarán. Estarás bien —lo tranquilizó. Se inclinó para darle un beso en la frente y agregó—: Por favor, no te pongas así. Eugenia y yo vendremos a visitarte y...
No pudo concluir la mentira, no pudo decirle a su padre que estaría muy bien. El mundo de Lali había terminado, ya que todo lo que le resultaba familiar y seguro le había sido arrebatado.

La que enunció en un murmullo el mayor temor de Lali fue Agnes:
—Nunca volveremos a verte, ¿verdad, Lali? No te dejará venir a nuestro hogar, ¿no es así?
—Os prometo que hallaré un modo de venir a veros —aseguró Lali, con voz temblorosa y los ojos ardientes de lágrimas contenidas. ¡Dios querido, qué dolorosa era esta despedida!
El barón Jamison siguió murmurando entre sollozos que los escoceses le habían quitado a sus preciosas niñitas y que ni Dios sabía cómo se las arreglaría sin ellas. Aunque Lali intentó consolarlo, fue inútil. Papá no quería serenarse. Cuanto más lo intentaba la muchacha, más gemía el padre.
Beak vino a buscarla. Cuando intentó separar a la hija del padre, se produjo un breve forcejeo. El barón Jamison no quería soltar la mano de su hija, pero al fin lo lograron cuando Lali cooperó.
—Vamos, Lali. Es mejor que no hagas enfadar a tu nuevo esposo. Está esperándote pacientemente en el patio. Lord Nicolás y lady Eugenia ya se han marchado hacia Escocia, chica. Ven conmigo ahora, te aguarda una nueva vida.
La voz suave de Beak ayudó a calmar a Lali. Lo tomó de la mano y caminó junto a él hasta la salida. Cuando se detuvo para despedirse por última vez de la familia, Beak tiró de ella.
—No mires atrás, Lali. Y deja de temblar. Comienza a pensar en tu venturoso futuro.
—Es ese futuro lo que me hace temblar —confesó Lali—. Beak, lo ignoro todo acerca de mi marido y me preocupan los siniestros rumores que he oído sobre él. No quiero estar casada con él.
—Lo que está hecho, hecho está —afirmó Beak—. Hay dos modos de verlo, muchacha. Puedes entrar en este matrimonio con los ojos cerrados, sin ver a tu hombre, y ser desdichada el resto de tu vida, o puedes abrirlos bien, aceptar a tu esposo y sacar de esa vida el mejor provecho posible.
—No quiero odiarlo.
Beak sonrió. Lali parecía triste.
—No lo odies, pues —le aconsejó—. De cualquier manera, no sabes odiar, muchacha. Tienes un corazón demasiado tierno. Además —añadió mientras seguía tirando de Lali hacia adelante— no es algo tan fuera de lo común.
—¿Qué cosa no es fuera de lo común?
—La mayoría de las novias se casan sin conocer al compañero.
—Pero Beak, esas novias son inglesas y se casan con ingleses.
—Cálmate —le ordenó Beak, percibiendo el temor en la voz de la muchacha—. Este Lanzani es un buen hombre. Yo lo he evaluado, Lali. Te tratará bien.
—¿Lo sabes? —preguntó Lali. Trató de detenerse y mirarlo de frente, pero el anciano siguió tirando de ella—. Recuerda que existe el rumor de que mató a su primera esposa.
—¿Tú lo crees?
De inmediato, Lali respondió:
—No.
—¿Por qué no?
Lali se encogió de hombros.
—No podría explicarlo —murmuró—. Simplemente, pienso que no sería capaz de hacerlo... —Exhaló un suspiro y agregó—: Tal vez creas que estoy loca, Beak, pero esos ojos... bueno, no es un hombre malvado.
—Sucede que yo sé que eso es mentira —afirmó Beak—. Él no la mató. Se lo pregunté directamente, Lali.
—¡No me digas! —Esa afirmación increíble la hizo reir—. Beak, debió de ponerse furioso contigo.
—¡Al diablo! —susurró Beak—. Lo que me preocupaba era tu futuro, no el enfado de Peter —se jactó—. Claro que justamente le hice las preguntas cuando supe que te había elegido a ti, ¿entiendes?
—¿Cuándo tuviste ocasión? —preguntó Lali, frunciendo el entrecejo.
—Eso no tiene importancia —se apresuró a decir Beak—. Por otra parte, supe que Lanzani era un buen hombre cuando observé bien de cerca a su caballo. —Dio a Lali otro suave empujón en la espalda para que siguiera caminando hacia su esposo—. Ese guerrero te tratará con el mismo cuidado.
—¡Por el amor de Dios! —murmuró Lali—. Viejo amigo, has sido demasiado tiempo jefe de los establos. Existen diferencias entre una esposa y un caballo. Ya veo que crees en estas tonterías que estás diciendo; pareces muy complacido contigo mismo.
—Y así me siento —se jactó Beak—. Te hago salir de aquí sin tener que arrastrarte, ¿no es así?
Los ojos de Lali se abrieron sorprendidos; se detuvo de golpe y Beak tuvo que darle otro empujón.
Peter estaba de pie en el centro del patio del castillo, junto al caballo. La expresión del hombre no revelaba lo que estaba pensando, pero Lali no creyó que la hubiese esperado pacientemente como aseguraba Beak. No, Lanzani no parecía en absoluto paciente.
Peter estaba seguro de que la aparición de Lali en las Tierras Altas causaría una conmoción. Le sostuvo la mirada un momento largo, preguntándose cuándo se acostumbraría a ella. Tenía los ojos del color violeta más intenso que él hubiese visto jamás. Peter recordó que Beak había dicho: “Hay azules y azules”. Ahora comprendía lo que había querido decir el jefe de los establos.
No podía permitir que lo cautivase de ese modo. Tenía una boca demasiado atrayente que amenazaba la paz de conciencia de Peter. “Sí, sin duda causará conmoción”, reflexionó Peter, “lo sepa o no, pues aunque estoy seguro de que ninguno de los miembros de mi clan se atrevería a tocar lo que me pertenece, los pensamientos de mis hombres irán en esa dirección.”
Esa mujer era demasiado atractiva para su propio bien. Aún le temía, y Peter pensó que ése era un buen comienzo, dado que una esposa siempre tenía que sentirse un tanto insegura del esposo. Sin embargo, ese temor lo irritaba. Si no hubiese percibido la aprensión en la mirada de la muchacha, le habría ordenado que se diese prisa en montar. Le recordaba a un ciervo que acabara de olfatear el peligro.
Decidió que ya era hora de que tomara el control de la situación.
Con un movimiento fluido, Peter montó el corcel. El enorme caballo negro, nervioso, cabrioleó hacia un lado, hacia el flanco de Fuego Fatuo. La yegua de Lali, al verse obligada a estar junto a un macho cuyo olor le resultaba desconocido, ya estaba nerviosa y de inmediato trató de retroceder. Peter arrebató las riendas al mozo, que estaba desatento, y ordenó al animal que se quedara quieto.
Fuego Fatuo obedeció de inmediato.
Beak oyó que Lali contenía el aliento, observó el modo en que miraba al guerrero escocés, y creyó que la joven estaba a punto de desmayarse. Le puso otra vez la mano sobre el hombro.
—Recupera los bríos, muchacha. Desmayarte no te beneficiaría, y sería una vergüenza. Yo no te he educado así, ¿verdad?
Esas palabras, dichas en tono gruñón, captaron al instante la atención de la joven. Lali se irguió y se apartó del jefe de establos.
—Nadie se desmayará —musitó—. Me ofendes al sugerir que soy tan débil.
Beak disimuló una sonrisa. Ya no tendría que empujarla. Otra vez en los ojos de la muchacha ardía el fuego. Con la gracia propia de una reina, Lali se alzó el vestido y caminó hasta su cabalgadura. Beak la ayudó a montar sobre el lomo de Fuego Fatuo y luego le palmeó la mano.
—Y ahora, dale a este viejo la promesa de que te llevarás bien con tu esposo —le ordenó—. Recuerda que es un mandato sagrado —añadió con un absurdo guiño.
—No es un mandato —afirmó Lali.
—En las Tierras Altas lo es.

Fue una afirmación de Peter, que parecía hablar en serio. Lali lo miró enfurruñada y se volvió hacia Beak. El caballerizo sonreía al esposo de Lali.
—Señor Lanzani, ¿no olvidará la promesa que me hizo?
Peter asintió. Le arrojó a Lali las riendas de Fuego Fatuo, espoleó a su propio caballo y dejó a Lali mirándolo con fijeza.
No la esperaría. Lali hizo que Fuego Fatuo se quedara inmóvil, resuelta a ver hasta dónde llegaba Peter antes de detenerse a esperarla. Cuando caballo y jinete cruzaron el puente levadizo y desaparecieron de la vista, se convenció de que no la esperaría en absoluto. Ni se molestó en mirar hacia atrás por encima del hombro.
—¿Qué has querido decir al recordarle la promesa que te hizo? —preguntó Lali, contemplando distraída el puente.
—Nada que deba preocuparte —dijo rápidamente Beak.
Lali lo miró.
—Vamos, Beak, dilo —le exigió.
—Tuve una pequeña conversación con él, acerca de tu... inocencia, Lali.
—No comprendo.
—Bueno, muchacha, habrá una noche de bodas. Como fui yo quien te instruyó acerca de lo que ocurre entre un hombre y una mujer, pensé que debía advertir a tu esposo...
—¡Dios! ¿Hablaste de eso?
—Así es. Me prometió ser cuidadoso contigo, Lali. Tratará de no lastimarte demasiado la primera vez.
Lali sintió que le ardían las mejillas de vergüenza.
—Beak, jamás permitiré que me toque, de modo que ha sido inútil haberle arrancado la promesa.
—Vamos, Lali, no seas testaruda. Tenía miedo por ti. A decir verdad, no te he contado demasiado con respecto a las realidades del apareamiento. Le expliqué a Lanzani que tú no sabías mucho de...
—No quiero oír hablar más de esto. Nunca me tocará, y eso es todo.
Beak dejó escapar un sonoro suspiro.
—En ese caso, te espera una sorpresa, muchachita mía. Por el modo en que te mira, creo que te tomará en la primera ocasión. Lali, tendrías que meterte eso en tu dura cabeza. Limítate a hacer lo que te indique y todo saldrá bien.
—¿Lo que me indique?
—Vamos, chica, no me levantes la voz. Será mejor que te pongas en marcha, Lali —la instó.
Lali movió la cabeza.
—Iré en un minuto, Beak. Primero quiero que me prometas que irás a buscarme si aquí surge algún problema.
—¿Qué clase de problema?
Mientras murmuraba una explicación, Lali no pudo mirarlo a los ojos.
—Al parecer, papá recibió unas monedas de oro de Andrew. Fue un préstamo, Beak, no una dote, pero de cualquier manera estoy preocupada. No sé cómo podrá devolvérselo papá.
Se animó a lanzar una mirada rápida para juzgar la reacción de Beak, pero no era necesario. El bramido de ira casi la hizo caer de la montura.
—¿Tomó oro por ti? ¿Te vendió al barón Andrew?
—No, no me has entendido —se apresuró a aclarar Lali—. Fue sólo un préstamo, Beak, y ahora no tenemos tiempo de discutirlo. Limítate a darme tu palabra de que acudirás a mí si papá necesitara ayuda.
—Sí, muchacha —dijo Beak—. Te lo prometo. ¿Hay alguna otra preocupación que yo tenga que conocer?
—Espero que no.
—Entonces, márchate. Si tu esposo...
—Otra cosa más, y después me voy.
—Estás demorándote adrede, ¿no es así, muchacha? Quieres irritarlo. Si es así, él sabrá cómo eres de verdad —le predijo Beak, riendo entre dientes—. ¡Y después de todo el trabajo que me tomé para decirle mentiras...!
—¿Mentiras?
—Le dije que eras una doncella dulce y gentil.
—Soy una doncella dulce y gentil —repuso Lali.
Beak resopló.
—Cuando te enfadas, eres tan dulce como la hiel.
—¿Qué más le dijiste? —preguntó Lali, suspicaz—. Beak, será mejor que lo sepa todo para poder defenderme.
—Le dije que eras tímida.
—¡No me digas!
—Que eras débil, y que estabas habituada a ser consentida.
—¡No!
—Y que te agradaba pasar el tiempo cosiendo y yendo a la iglesia.
Lali comenzó a reír.
—¿Por qué inventaste semejantes historias?
—Porque quise darte ciertas ventajas —le explicó Beak, embarullándose en la precipitación por aclararle las cosas—. Tampoco le dije que hablas en gaélico.
—Yo tampoco se lo he dicho.
Los dos confidentes intercambiaron una sonrisa, y Lali preguntó:
—No estás arrepentido de todas las destrezas que me enseñaste, ¿no?
—Claro que no —respondió Beak—. Pero si tu esposo te considera débil, supongo que estará más alerta para cuidar de tu seguridad, chica. A mi modo de ver, será más paciente contigo.
—No me importa lo que opine de mí —replicó Lali—. Creo que incitaste mi orgullo porque me hiciste parecer tan inferior.
—La mayoría de las mujeres lo son —repuso Beak.
—¿La mayoría de las mujeres cazan para la cena de la familia? ¿Acaso montan a caballo mejor que un guerrero? ¿Acaso...?
—No te enfurezcas conmigo, ahora —rogó Beak—. Limítate a mantener ocultos tus talentos por un tiempo, Lali. Y todavía no lo provoques. Como siempre digo, es mejor no atrapar a un perro salvaje por la cola si no quieres atenerte a las consecuencias.
—Nunca lo has dicho.
—Siempre quise decirlo —respondió el anciano. Lanzó una mirada afligida hacia el puente—. Vete ya, Lali.
—He guardado esto mucho tiempo, Beak, y no me daré prisa.
—¿Bien? —preguntó Beak, casi gritando.
—Te quiero. Nunca te lo había dicho, pero te quiero con todo mi corazón. Has sido un buen padre para mí, Beak.
El anciano dejó de lado toda bravata. Con los ojos húmedos de lágrimas y la voz estrangulada, murmuró:
—Y yo te quiero a ti, Lali. Has sido una hija maravillosa para mí. Siempre te he considerado como mi hija.
—Prométeme que no me olvidarás —dijo la joven, con un matiz desesperado en la voz.
Beak le apretó la mano:
—No te olvidaré.
Lali asintió. Las lágrimas le corrían por las mejillas. Las enjugó, enderezó los hombros y espoleó a Fuego Fatuo. Beak se quedó en el centro del patio, viendo cómo se marchaba su joven ama. Rogó que no se volviera. No quería que lo viese en semejante estado de perturbación.
Que el Cielo lo amparase. ¡Lloraba como un hombre que hubiese perdido a su única hija! En el fondo del corazón sabía la verdad: nunca volvería a ver a su niña.

22 comentarios:

  1. Ay, mas tierno este capitulo ajja! no estoy tan segura de que peter no la tocarà ajaj! Espero mas nove, me encanto! besos! Giu

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  2. Me encanta tu nove pero se lee un poquito mal al verse el fondo de atras, besoooss :)

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  3. Amo la relación de Beak y Lali

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  4. esta re lindo el capitulo de hoy me encanta como se llevan beak y lali ese si es su padre!!

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  5. muy bueno el cap..viste q al final no pude contenerme en leerlo hoy jajajaja bueno ahora si me voy a dormir pq espero q mañana temprano me quiten los puntos besos hablamos despues bye

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  6. Lina (@Lina_AR12)11 de enero de 2013, 4:56

    Matrimonio por conveniencia,no?Sí mi conveniencia!Q Genial!

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  7. hola, hola regrese a leer, una disculpa por tardar pero aqui estoy. me puse al corriente y me gusta mucho la nove me intriga que va a pasar de ahora en adelante con Lali y Peter!!!!

    Saludillos :)
    @Titel842

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  8. Me encanto y que amor Beak *---*
    Espero mas!!!!
    Besos

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  9. mas nove mas nove mas nove
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