Hola mis amores!! que tal estan?? paso a dejar cap,no e andado con mucho tiempo asiq por eso casi no firmo en sus noves,pero ahi me estoy poniendo al dia,bueno si tiene razon este sera un matrimonio explosivo jaja ya veran!! a y me hacen un favor? pueden seguir a @RoCoCR_ es el club mio y de una amiga para la banda de Benja Rojas y Felipe Colombo aca en costa rica♥y estare haciendo pedidos de icons en @Angie_232alma pidanme!=) bye +10 firmas y otro cap♥
Capitulo
10
—Peter y
yo prometimos no volver a dormir una noche más sobre suelo inglés. Tenemos que
recorrer una buena distancia antes de que oscurezca.
Lali giró
a tiempo de ver que los dos escoceses salían del salón y se aferró de la mesa
con las manos a la espalda.
—¡Lanzani,
se supone que me dejarás aquí! —gritó—. Este es sólo un matrimonio de
conveniencia, ¿no es cierto?
Peter se
detuvo en el centro de la habitación y se volvió para mirarla.
—Sí,
esposa, es un matrimonio de conveniencia. Mi conveniencia, ¿entiendes?
Lali no hizo
caso del tono enfadado y de la expresión dura.
—No, Lanzani,
no entiendo —dijo, tratando de parecer tan arrogante como él, pero supo que era
un esfuerzo vano pues le temblaba la voz.
El fingido
enfado de la joven no engañó a Peter. Sabía que estaba asustada y se lo
demostró con una sonrisa.
—Te
aseguro que con el tiempo lo entenderás. Te doy mi palabra.
Lali no
quería que Peter le diese su palabra, si bien sabía que eso no le importaría
demasiado, ya que a fin de cuentas, era un señor de la guerra. Tampoco quería
discutir con él. En cuanto el hombre salió por la puerta, a Lali se le llenaron
los ojos de lágrimas y sólo quiso dejarse caer en la silla más próxima y llorar
a gusto.
Estaba
demasiado desasosegada para pensar en juntar sus posesiones, y las mellizas se
ocuparon de eso, dejando que Lali disfrutara de esos momentos inapreciables con
su padre.
Para
cuando Alice Y Agnes regresaron al salón, Eugenia estaba en completo estado de
nerviosismo. Apenas pudo tartamudear una despedida a su padre antes de salir
corriendo de la habitación.
—Lali,
recogeré el resto de tus cosas con todo cuidado y te las enviaré en una semana
—prometió Agnes—. Las Tierras Altas no deben de estar tan lejos.
—Empaquetaré
tus bellos tapices —intervino Alice—. Te prometo que no me olvidaré de nada. En
poco tiempo, te sentirás como en casa.
—Alice, yo
ya le he dicho a Lali que me encargaría de eso —musitó Agnes—. En realidad,
hermana, siempre tratas de superarme. Ah, Lali, he puesto el chal de mamá en tu
bolsa de viaje, junto con tus frascos de medicinas.
—Gracias,
hermanas —dijo Lali. Las abrazó precipitadamente—. ¡Oh, os echaré de menos! Os
quiero mucho.
—Lali,
eres muy valiente —murmuró Agnes—. Pareces tan calmada, tan serena... En tu
lugar, yo estaría enloquecida. Te has casado con uno de los...
—No es
necesario que se lo recuerdes —murmuró Alice—. No debe de haber olvidado que
asesinó a su esposa.
—No
estamos seguras —replicó la gemela.
Lali deseó
que las mellizas no siguieran tratando de consolarla. Las cosas que le
recordaban a Peter Lanzani la inquietaban más aún.
El barón
Jamison tiró de la falda de Lali para llamarle la atención.
—Me moriré
en una semana. ¿Quién se ocupará de mis comidas? ¿Quién escuchará mis relatos?
—Vamos,
papá, Agnes y Alice te cuidarán. Estarás bien —lo tranquilizó. Se inclinó para
darle un beso en la frente y agregó—: Por favor, no te pongas así. Eugenia y yo
vendremos a visitarte y...
No pudo
concluir la mentira, no pudo decirle a su padre que estaría muy bien. El mundo
de Lali había terminado, ya que todo lo que le resultaba familiar y seguro le
había sido arrebatado.
La que
enunció en un murmullo el mayor temor de Lali fue Agnes:
—Nunca
volveremos a verte, ¿verdad, Lali? No te dejará venir a nuestro hogar, ¿no es
así?
—Os
prometo que hallaré un modo de venir a veros —aseguró Lali, con voz temblorosa
y los ojos ardientes de lágrimas contenidas. ¡Dios querido, qué dolorosa era
esta despedida!
El barón
Jamison siguió murmurando entre sollozos que los escoceses le habían quitado a
sus preciosas niñitas y que ni Dios sabía cómo se las arreglaría sin ellas.
Aunque Lali intentó consolarlo, fue inútil. Papá no quería serenarse. Cuanto
más lo intentaba la muchacha, más gemía el padre.
Beak vino
a buscarla. Cuando intentó separar a la hija del padre, se produjo un breve
forcejeo. El barón Jamison no quería soltar la mano de su hija, pero al fin lo
lograron cuando Lali cooperó.
—Vamos, Lali.
Es mejor que no hagas enfadar a tu nuevo esposo. Está esperándote pacientemente
en el patio. Lord Nicolás y lady Eugenia ya se han marchado hacia Escocia,
chica. Ven conmigo ahora, te aguarda una nueva vida.
La voz
suave de Beak ayudó a calmar a Lali. Lo tomó de la mano y caminó junto a él
hasta la salida. Cuando se detuvo para despedirse por última vez de la familia,
Beak tiró de ella.
—No mires
atrás, Lali. Y deja de temblar. Comienza a pensar en tu venturoso futuro.
—Es ese
futuro lo que me hace temblar —confesó Lali—. Beak, lo ignoro todo acerca de mi
marido y me preocupan los siniestros rumores que he oído sobre él. No quiero
estar casada con él.
—Lo que
está hecho, hecho está —afirmó Beak—. Hay dos modos de verlo, muchacha. Puedes
entrar en este matrimonio con los ojos cerrados, sin ver a tu hombre, y ser
desdichada el resto de tu vida, o puedes abrirlos bien, aceptar a tu esposo y
sacar de esa vida el mejor provecho posible.
—No quiero
odiarlo.
Beak
sonrió. Lali parecía triste.
—No lo
odies, pues —le aconsejó—. De cualquier manera, no sabes odiar, muchacha.
Tienes un corazón demasiado tierno. Además —añadió mientras seguía tirando de Lali
hacia adelante— no es algo tan fuera de lo común.
—¿Qué cosa
no es fuera de lo común?
—La
mayoría de las novias se casan sin conocer al compañero.
—Pero
Beak, esas novias son inglesas y se casan con ingleses.
—Cálmate
—le ordenó Beak, percibiendo el temor en la voz de la muchacha—. Este Lanzani
es un buen hombre. Yo lo he evaluado, Lali. Te tratará bien.
—¿Lo
sabes? —preguntó Lali. Trató de detenerse y mirarlo de frente, pero el anciano
siguió tirando de ella—. Recuerda que existe el rumor de que mató a su primera
esposa.
—¿Tú lo
crees?
De
inmediato, Lali respondió:
—No.
—¿Por qué
no?
Lali se
encogió de hombros.
—No podría
explicarlo —murmuró—. Simplemente, pienso que no sería capaz de hacerlo...
—Exhaló un suspiro y agregó—: Tal vez creas que estoy loca, Beak, pero esos
ojos... bueno, no es un hombre malvado.
—Sucede
que yo sé que eso es mentira —afirmó Beak—. Él no la mató. Se lo pregunté
directamente, Lali.
—¡No me
digas! —Esa afirmación increíble la hizo reir—. Beak, debió de ponerse furioso
contigo.
—¡Al
diablo! —susurró Beak—. Lo que me preocupaba era tu futuro, no el enfado de Peter
—se jactó—. Claro que justamente le hice las preguntas cuando supe que te había
elegido a ti, ¿entiendes?
—¿Cuándo
tuviste ocasión? —preguntó Lali, frunciendo el entrecejo.
—Eso no
tiene importancia —se apresuró a decir Beak—. Por otra parte, supe que Lanzani
era un buen hombre cuando observé bien de cerca a su caballo. —Dio a Lali otro
suave empujón en la espalda para que siguiera caminando hacia su esposo—. Ese
guerrero te tratará con el mismo cuidado.
—¡Por el
amor de Dios! —murmuró Lali—. Viejo amigo, has sido demasiado tiempo jefe de
los establos. Existen diferencias entre una esposa y un caballo. Ya veo que
crees en estas tonterías que estás diciendo; pareces muy complacido contigo
mismo.
—Y así me
siento —se jactó Beak—. Te hago salir de aquí sin tener que arrastrarte, ¿no es
así?
Los ojos
de Lali se abrieron sorprendidos; se detuvo de golpe y Beak tuvo que darle otro
empujón.
Peter
estaba de pie en el centro del patio del castillo, junto al caballo. La
expresión del hombre no revelaba lo que estaba pensando, pero Lali no creyó que
la hubiese esperado pacientemente como aseguraba Beak. No, Lanzani no parecía
en absoluto paciente.
Peter
estaba seguro de que la aparición de Lali en las Tierras Altas causaría una
conmoción. Le sostuvo la mirada un momento largo, preguntándose cuándo se
acostumbraría a ella. Tenía los ojos del color violeta más intenso que él
hubiese visto jamás. Peter recordó que Beak había dicho: “Hay azules y azules”.
Ahora comprendía lo que había querido decir el jefe de los establos.
No podía
permitir que lo cautivase de ese modo. Tenía una boca demasiado atrayente que
amenazaba la paz de conciencia de Peter. “Sí, sin duda causará conmoción”,
reflexionó Peter, “lo sepa o no, pues aunque estoy seguro de que ninguno de los
miembros de mi clan se atrevería a tocar lo que me pertenece, los pensamientos
de mis hombres irán en esa dirección.”
Esa mujer
era demasiado atractiva para su propio bien. Aún le temía, y Peter pensó que
ése era un buen comienzo, dado que una esposa siempre tenía que sentirse un
tanto insegura del esposo. Sin embargo, ese temor lo irritaba. Si no hubiese
percibido la aprensión en la mirada de la muchacha, le habría ordenado que se
diese prisa en montar. Le recordaba a un ciervo que acabara de olfatear el
peligro.
Decidió
que ya era hora de que tomara el control de la situación.
Con un
movimiento fluido, Peter montó el corcel. El enorme caballo negro, nervioso,
cabrioleó hacia un lado, hacia el flanco de Fuego Fatuo. La yegua de Lali, al
verse obligada a estar junto a un macho cuyo olor le resultaba desconocido, ya
estaba nerviosa y de inmediato trató de retroceder. Peter arrebató las riendas
al mozo, que estaba desatento, y ordenó al animal que se quedara quieto.
Fuego
Fatuo obedeció de inmediato.
Beak oyó
que Lali contenía el aliento, observó el modo en que miraba al guerrero
escocés, y creyó que la joven estaba a punto de desmayarse. Le puso otra vez la
mano sobre el hombro.
—Recupera
los bríos, muchacha. Desmayarte no te beneficiaría, y sería una vergüenza. Yo
no te he educado así, ¿verdad?
Esas
palabras, dichas en tono gruñón, captaron al instante la atención de la joven. Lali
se irguió y se apartó del jefe de establos.
—Nadie se
desmayará —musitó—. Me ofendes al sugerir que soy tan débil.
Beak
disimuló una sonrisa. Ya no tendría que empujarla. Otra vez en los ojos de la
muchacha ardía el fuego. Con la gracia propia de una reina, Lali se alzó el
vestido y caminó hasta su cabalgadura. Beak la ayudó a montar sobre el lomo de
Fuego Fatuo y luego le palmeó la mano.
—Y ahora,
dale a este viejo la promesa de que te llevarás bien con tu esposo —le ordenó—.
Recuerda que es un mandato sagrado —añadió con un absurdo guiño.
—No es un
mandato —afirmó Lali.
—En las
Tierras Altas lo es.
Fue una
afirmación de Peter, que parecía hablar en serio. Lali lo miró enfurruñada y se
volvió hacia Beak. El caballerizo sonreía al esposo de Lali.
—Señor Lanzani,
¿no olvidará la promesa que me hizo?
Peter
asintió. Le arrojó a Lali las riendas de Fuego Fatuo, espoleó a su propio
caballo y dejó a Lali mirándolo con fijeza.
No la
esperaría. Lali hizo que Fuego Fatuo se quedara inmóvil, resuelta a ver hasta
dónde llegaba Peter antes de detenerse a esperarla. Cuando caballo y jinete
cruzaron el puente levadizo y desaparecieron de la vista, se convenció de que
no la esperaría en absoluto. Ni se molestó en mirar hacia atrás por encima del
hombro.
—¿Qué has querido
decir al recordarle la promesa que te hizo? —preguntó Lali, contemplando
distraída el puente.
—Nada que
deba preocuparte —dijo rápidamente Beak.
Lali lo
miró.
—Vamos,
Beak, dilo —le exigió.
—Tuve una
pequeña conversación con él, acerca de tu... inocencia, Lali.
—No
comprendo.
—Bueno,
muchacha, habrá una noche de bodas. Como fui yo quien te instruyó acerca de lo
que ocurre entre un hombre y una mujer, pensé que debía advertir a tu esposo...
—¡Dios!
¿Hablaste de eso?
—Así es.
Me prometió ser cuidadoso contigo, Lali. Tratará de no lastimarte demasiado la
primera vez.
Lali
sintió que le ardían las mejillas de vergüenza.
—Beak,
jamás permitiré que me toque, de modo que ha sido inútil haberle arrancado la
promesa.
—Vamos, Lali,
no seas testaruda. Tenía miedo por ti. A decir verdad, no te he contado
demasiado con respecto a las realidades del apareamiento. Le expliqué a Lanzani
que tú no sabías mucho de...
—No quiero
oír hablar más de esto. Nunca me tocará, y eso es todo.
Beak dejó
escapar un sonoro suspiro.
—En ese
caso, te espera una sorpresa, muchachita mía. Por el modo en que te mira, creo
que te tomará en la primera ocasión. Lali, tendrías que meterte eso en tu dura
cabeza. Limítate a hacer lo que te indique y todo saldrá bien.
—¿Lo que
me indique?
—Vamos,
chica, no me levantes la voz. Será mejor que te pongas en marcha, Lali —la
instó.
Lali movió
la cabeza.
—Iré en un
minuto, Beak. Primero quiero que me prometas que irás a buscarme si aquí surge
algún problema.
—¿Qué
clase de problema?
Mientras
murmuraba una explicación, Lali no pudo mirarlo a los ojos.
—Al
parecer, papá recibió unas monedas de oro de Andrew. Fue un préstamo, Beak, no
una dote, pero de cualquier manera estoy preocupada. No sé cómo podrá
devolvérselo papá.
Se animó a
lanzar una mirada rápida para juzgar la reacción de Beak, pero no era
necesario. El bramido de ira casi la hizo caer de la montura.
—¿Tomó oro
por ti? ¿Te vendió al barón Andrew?
—No, no me
has entendido —se apresuró a aclarar Lali—. Fue sólo un préstamo, Beak, y ahora
no tenemos tiempo de discutirlo. Limítate a darme tu palabra de que acudirás a
mí si papá necesitara ayuda.
—Sí,
muchacha —dijo Beak—. Te lo prometo. ¿Hay alguna otra preocupación que yo tenga
que conocer?
—Espero
que no.
—Entonces,
márchate. Si tu esposo...
—Otra cosa
más, y después me voy.
—Estás
demorándote adrede, ¿no es así, muchacha? Quieres irritarlo. Si es así, él
sabrá cómo eres de verdad —le predijo Beak, riendo entre dientes—. ¡Y después
de todo el trabajo que me tomé para decirle mentiras...!
—¿Mentiras?
—Le dije
que eras una doncella dulce y gentil.
—Soy una
doncella dulce y gentil —repuso Lali.
Beak
resopló.
—Cuando te
enfadas, eres tan dulce como la hiel.
—¿Qué más
le dijiste? —preguntó Lali, suspicaz—. Beak, será mejor que lo sepa todo para
poder defenderme.
—Le dije
que eras tímida.
—¡No me
digas!
—Que eras
débil, y que estabas habituada a ser consentida.
—¡No!
—Y que te
agradaba pasar el tiempo cosiendo y yendo a la iglesia.
Lali
comenzó a reír.
—¿Por qué
inventaste semejantes historias?
—Porque
quise darte ciertas ventajas —le explicó Beak, embarullándose en la
precipitación por aclararle las cosas—. Tampoco le dije que hablas en gaélico.
—Yo
tampoco se lo he dicho.
Los dos
confidentes intercambiaron una sonrisa, y Lali preguntó:
—No estás
arrepentido de todas las destrezas que me enseñaste, ¿no?
—Claro que
no —respondió Beak—. Pero si tu esposo te considera débil, supongo que estará
más alerta para cuidar de tu seguridad, chica. A mi modo de ver, será más
paciente contigo.
—No me
importa lo que opine de mí —replicó Lali—. Creo que incitaste mi orgullo porque
me hiciste parecer tan inferior.
—La
mayoría de las mujeres lo son —repuso Beak.
—¿La
mayoría de las mujeres cazan para la cena de la familia? ¿Acaso montan a
caballo mejor que un guerrero? ¿Acaso...?
—No te
enfurezcas conmigo, ahora —rogó Beak—. Limítate a mantener ocultos tus talentos
por un tiempo, Lali. Y todavía no lo provoques. Como siempre digo, es mejor no
atrapar a un perro salvaje por la cola si no quieres atenerte a las consecuencias.
—Nunca lo
has dicho.
—Siempre
quise decirlo —respondió el anciano. Lanzó una mirada afligida hacia el
puente—. Vete ya, Lali.
—He
guardado esto mucho tiempo, Beak, y no me daré prisa.
—¿Bien?
—preguntó Beak, casi gritando.
—Te
quiero. Nunca te lo había dicho, pero te quiero con todo mi corazón. Has sido
un buen padre para mí, Beak.
El anciano
dejó de lado toda bravata. Con los ojos húmedos de lágrimas y la voz
estrangulada, murmuró:
—Y yo te
quiero a ti, Lali. Has sido una hija maravillosa para mí. Siempre te he
considerado como mi hija.
—Prométeme
que no me olvidarás —dijo la joven, con un matiz desesperado en la voz.
Beak le
apretó la mano:
—No te
olvidaré.
Lali
asintió. Las lágrimas le corrían por las mejillas. Las enjugó, enderezó los
hombros y espoleó a Fuego Fatuo. Beak se quedó en el centro del patio, viendo
cómo se marchaba su joven ama. Rogó que no se volviera. No quería que lo viese
en semejante estado de perturbación.
Que el
Cielo lo amparase. ¡Lloraba como un hombre que hubiese perdido a su única hija!
En el fondo del corazón sabía la verdad: nunca volvería a ver a su niña.
Ay, mas tierno este capitulo ajja! no estoy tan segura de que peter no la tocarà ajaj! Espero mas nove, me encanto! besos! Giu
ResponderEliminarsube mas :D
ResponderEliminarQue lindo! Más me gusta!
ResponderEliminarmas
ResponderEliminar+++++++++
ResponderEliminarsube otro
ResponderEliminarme encanto!!
ResponderEliminarotro cap porfa
ResponderEliminarmasmamasmamas
ResponderEliminarOtroo
ResponderEliminarMe encanta tu nove pero se lee un poquito mal al verse el fondo de atras, besoooss :)
ResponderEliminarmasss :)
ResponderEliminarAmo la relación de Beak y Lali
ResponderEliminaresta re lindo el capitulo de hoy me encanta como se llevan beak y lali ese si es su padre!!
ResponderEliminarmasssssssssssss
ResponderEliminarAme a Beak
ResponderEliminarmuy bueno el cap..viste q al final no pude contenerme en leerlo hoy jajajaja bueno ahora si me voy a dormir pq espero q mañana temprano me quiten los puntos besos hablamos despues bye
ResponderEliminarMatrimonio por conveniencia,no?Sí mi conveniencia!Q Genial!
ResponderEliminarhola, hola regrese a leer, una disculpa por tardar pero aqui estoy. me puse al corriente y me gusta mucho la nove me intriga que va a pasar de ahora en adelante con Lali y Peter!!!!
ResponderEliminarSaludillos :)
@Titel842
Me encanto y que amor Beak *---*
ResponderEliminarEspero mas!!!!
Besos
mas nove mas nove mas nove
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