Aca el cap q prometi!! y al anonimo q pregunto la nove no es mia es una adaptacion!y una pregunta! les gusta 50 sombras?? tengo un motivo para preguntar jaja bueno ahora si hasta mañana o pasado,besos las quiero!!
Capítulo
19
Lali
comenzaba a pensar que Peter no era humano, dado que jamás parecía hambriento,
sediento ni cansado. La única ocasión en que se detuvo fue cuando Lali se lo
pidió, y sólo Dios sabía cuánto detestaba pedirle algo.
Desde
luego un inglés habría tenido en cuenta las comodidades de su esposa, pero al
parecer a Peter le costaba recordar que la tenía siquiera. Lali se sentía tan
apreciada como una espina en un costado.
Estaba
exhausta e imaginó que debía de tener un aspecto tan lamentable como el de una
bruja vieja, “pero no tiene importancia mi aspecto”, se dijo. Peter dejó la
situación en claro cuando se negó a presentársela a los aliados: no lo atraía
en lo más mínimo.
“Bueno, Peter
tampoco es un tesoro”, pensó Lali. “¡Por Dios, si tiene el cabello casi tan
largo como el mío, y si esa no es una costumbre bárbara, no sé qué cosa puede
serlo!”
No
abrigaría sentimientos tan sombríos hacia Peter si él tuviera una actitud más
agradable hacia ella. Sin duda, el aire de la montaña debía de afectarle a la
mente, pues cuanto más ascendían tanto más fríos y distantes se tornaban sus
modales.
Tenía más
defectos que Satán. Incluso, no sabía contar: le había dicho a Lali que les
llevaría tres días llegar a su propiedad, y ya era la quinta noche que
acampaban pero no aparecía ningún otro manto con los colores de los Lanzani a
la vista.
¿Acaso el
sentido de la orientación del hombre sería tan escaso como su capacidad de
contar? Lali pensó que estaba demasiado cansada para preocuparse por ello. En
cuanto Peter se concentró en atender a los caballos, Lali caminó hasta el lago
para disfrutar de unos momentos a solas. Se desnudó y se lavó lo mejor que pudo
en aquellas aguas heladas que Peter llamaba “lago” y se tendió en la orilla
repleta de hierbas. Sentía el cansancio en los huesos. Tuvo la intención de
cerrar los ojos unos minutos antes de volver a vestirse. A decir verdad, el
aire punzante no la molestaba.
Una niebla
espesa rodó hacia el valle. Peter le dio a Lali el tiempo que supuso que
necesitaba para bañarse, pero cuando la neblina le cubrió los pies descalzos,
la llamó, ordenándole que se acercara.
La llamada
no obtuvo respuesta y el corazón de Peter comenzó a latir con fuerza. No lo
afligía que los enemigos la hubieran sorprendido. No, ya estaban en tierra de
los Lanzani, en un área protegida donde nadie se habría atrevido a irrumpir.
Pero Lali no le contestaba. Peter atravesó la vegetación espesa y se detuvo
bruscamente, sin aliento ante la visión que se le presentó.
Parecía
una diosa de la belleza y estaba profundamente dormida. La niebla flotaba
alrededor de Lali confiriéndole un aspecto místico, y los torrentes de sol que
se filtraban entre la niebla acentuaban el efecto, pues la piel de la mujer era
de un genuino tono dorado. Dormía de costado, y la camisa blanca se había
subido hasta las caderas, revelando las largas piernas.
Peter
permaneció largo rato contemplándola, bebiendo su imagen. El deseo se hinchó
dentro de él de un modo casi doloroso: esa muchacha era demasiado magnífica
para él. Recordó la sensación de esas piernas rodeándolo, la sensación de estar
dentro de ella.
“Mi
esposa.” Lo inundó una oleada de posesión feroz y supo que no sobreviviría otra
noche si no volvía a hacerle el amor. No cumpliría la promesa de esperar hasta
que llegaran al castillo. Pero esta vez estaba decidido a actuar con lentitud.
Sería un amante tierno, sin exigencias. Y sería gentil..., aunque le fuera la
vida en ello.
Peter se
quedó mirándola dormir hasta que el sol se escondió por completo. Lali comenzó
a rodar por la loma y Peter corrió hacia ella y la atrapó en los brazos justo a
tiempo.
¡Qué
confiada era! Peter supo que se había despertado pero no abrió los ojos. Cuando
la alzó contra su propio pecho desnudo, Lali le pasó los brazos por el cuello,
se acurrucó en él y exhaló un suspiro suave.
La llevó
al campamento, envolvió a ambos en el manto y se tendió sobre el suelo. Lali
estaba protegida de la cabeza a los pies por la manta y por el esposo.
La boca de
la mujer estaba a escasos centímetros de la del hombre.
—¿Peter?
—preguntó, en un susurro adormilado.
—¿Sí?
—¿Estás
enfadado conmigo?
—No.
—¿Seguro?
—Quería verle el rostro. Pero el abrazo de Peter era férreo y no podía moverse.
—Estoy
seguro.
—Esta
noche estoy muy cansada. Ha sido un duro día de viaje, ¿no es cierto?
Para Peter
no lo fue, pero decidió no contradecirla.
—Sí, lo ha
sido.
—Peter,
quisiera preguntarte algo. —Lali se incorporó y soltó un quejido cuando las
manos de Peter se posaron sobre sus nalgas y la apretó contra él. Los muslos
del hombre eran más duros aun que el suelo.
Peter
comprendió que Lali no tenía idea de lo que le provocaban sus pequeños
movimientos y cerró los ojos. Era evidente que estaba demasiado cansada y
dolorida para recibir el ataque del esposo. “Tendré que esperar”, se dijo Peter.
“Es la única actitud decente que puedo adoptar.”
Sería el
desafío más difícil de afrontar.
—Peter,
por favor, saca las manos. Me duele.
—Duerme,
esposa. Necesitas descansar —dijo en voz entrecortada.
Lali se
arqueó contra él y a Peter le rechinaron los dientes.
—Me duele
el trasero.
Peter
percibió el pudor en la suave confesión. Pero cuando comenzó a frotarla para
aliviar la tensión de los músculos la exclamación no fue suave sino indignada.
El hombre no hizo caso de los forcejeos ni de las protestas.
—Tu
educación ha sido lamentablemente descuidada —le dijo Peter—. A decir verdad,
eres la mujer más inexperta que he conocido. ¿Qué opinas acerca de eso, esposa?
—Pienso
que crees que estoy a punto de llorar, marido —respondió Lali—. Sé que me ha
temblado la voz cuando te he dicho que estoy dolorida, y tú detestas a las
mujeres lloronas, ¿no es así? ¡Oh, no lo niegues, esposo! Vi cómo mirabas a mis
hermanas cuando lloriqueaban; parecías muy incómodo.
—Sí, es
cierto —admitió Peter.
—Y para
evitar que yo llore, me insultas y me provocas. Adivinaste que tengo un
temperamento fuerte y prefieres oírme gritar que llorar.
—Lali,
estás aprendiendo cómo soy.
—Te dije
que lo haría —se jactó Lali—. Pero aún tú tienes que aprender acerca de mí.
—No
necesito...
—¡Sí! —lo
interrumpió—. Peter, confundes inexperiencia con falta de habilidad. ¿Y si te
dijera que puedo lanzar una flecha mejor que cualquiera de tus guerreros? O que
quizá pueda cabalgar mejor que ellos..., a pelo, por supuesto. O que soy capaz
de...
—Diría que
estás burlándote de mí. Esposa, apenas te sostienes sobre la montura.
—Entonces,
¿ya te has formado una opinión con respecto a mí?
Peter pasó
por alto la pregunta y le formuló otra.
—¿Qué era
lo que querías preguntarme? Algo te preocupa, ¿no es así?
—No estoy
preocupada.
—Dímelo.
—No le permitiría evadirse.
—Sólo me
preguntaba si me darías indicaciones similares cuando llegáramos a tu castillo
y estuviésemos ante tus hombres.
—¿Indicaciones?
—la interrumpió, sin entender de qué hablaba.
—Peter, sé
que te avergüenzas de mí, pero no creo que pueda mantenerme callada todo el
tiempo. Estoy acostumbrada a hablar con bastante libertad, y en realidad no...
—¿Crees
que estoy avergonzado de ti? —dijo, de verdad sorprendido.
Lali se
volvió entre los brazos del esposo, apartó la manta y lo miró. Aun a la luz de
la luna veía la expresión atónita de Peter.
Lali no
estaba dispuesta a creerlo ni por un instante.
—Peter Lanzani,
no es necesario que finjas inocencia. Sé la verdad. Tendría que ser tonta para
no saber porqué no quieres que hable con tus aliados. Piensas que soy fea. E
inglesa.
—Eres
inglesa —le recordó.
—Y
orgullosa de serlo, esposo. ¿Sabes qué superficial es un hombre que juzga a una
mujer sólo por las apariencias?
Las
carcajadas de Peter interrumpieron el discurso.
—Tu
grosería es peor que mi aspecto —musitó Lali.
—Y tú,
esposa mía, eres la mujer más obstinada que he conocido.
—Eso no es
nada comparado con tus pecados —repuso Lali—. Eres tan retorcido como un escudo
viejo.
—No eres
fea.
Por el
modo en que lo miraba, Peter comprendió que no le creía.
—¿Cuando
has llegado a semejante conclusión?
—Ya te lo
he explicado —respondió Lali—. Fue cuando no me permitiste apartar la mirada de
ti, no me presentaste a tus amigos, no me dejaste expresar mis ideas. Así es
como he llegado a esa conclusión. No te equivoques, Peter —agregó
precipitadamente al ver que Peter iba a reírse otra vez—. No me importa si me
consideras hermosa o no.
El hombre
le sujetó la barbilla con firmeza.
—Si
hubieras mirado a un hombre más que a otro, por casualidad o voluntariamente,
ese sujeto hubiera creído que estabas dispuesta a entregarte. En mi opinión, no
se puede confiar por completo en los Kerry. Hasta para una inglesa como tú eso
es fácil de entender. Algunos pensarían que tus ojos violetas son mágicos;
otros, querrían tocar tu pelo para saber si es tan sedoso como parece. Desde
luego todos querrían tocarte.
—¿En
serio?
A lo largo
de la explicación, Lali lo miró con los ojos muy abiertos de asombro y Peter
comprendió que Lali no tenía la menor idea de su propio atractivo.
—Peter,
pienso que exageras. No creo que esos hombres quisieran tocarme.
Estaba
pidiendo un cumplido, y Peter decidió brindárselo.
—Sí,
querrían tocarte. No quería arriesgarme a tener una pelea, pues sé cuánto te
disgusta ver sangre.
La
explicación, dada en tono despreocupado, dejó perpleja a Lali. ¿Estaría
elogiándola? ¿Acaso creía que sus ojos eran mágicos?
—¿Por qué
frunces el entrecejo?
—Me
preguntaba si tú... es decir... —Exhaló un suspiro, le apartó la mano de su
propia barbilla y volvió a apoyar la cara contra el hombro tibio de su esposo—.
Entonces, no me consideras fea.
—No.
—Nunca
pensé que lo hicieras —admitió, en tono divertido—. Es bueno saber que no me
consideras carente de atractivos.
—No he
dicho eso.
Lali creyó
que se burlaba.
—Yo nunca
he dicho que tú no fueras feo —dijo—. Quizá piense que lo eres.
Peter rió
otra vez, con una risa plena que hizo ensanchar la sonrisa de Lali. ¿Era
posible que comenzara a habituarse a él?
Peter le
quitó el cabello de la frente.
—Hoy
tienes el rostro quemado por el sol. Tienes la nariz roja como el fuego. No me
pareces en absoluto atractiva.
—¿De
verdad? —exclamó Lali sobresaltada. Peter no ocultó la exasperación:
—Estaba
bromeando.
—Lo sabía
—dijo Lali, sonriendo otra vez.
Bostezó,
recordándole a Peter lo fatigada que estaba.
—Duérmete,
Lali.
La manera
tierna en que le acariciaba la espalda alivió la aspereza del tono con que dio
la orden. Cuando comenzó a frotarle los hombros tensos, Lali cerró los ojos y
lanzó un suspiro satisfecho. Tenía la palma de la mano apoyada sobre el pecho
de Peter y sentía bajo los dedos el golpeteo del corazón del hombre. Casi
distraída, comenzó a trazar círculos alrededor del pezón de Peter cubierto por
el vello del pecho. Le agradaba la sensación. El maravilloso aroma de Peter le
recordaba el del aire libre: ¡era tan limpio, tan terrenal...!
De súbito,
Peter le sujetó la mano y la apoyó abierta contra su propio pecho y Lali
imaginó que le iba a hacer cosquillas.
Peter, a
su vez, creyó que quería enloquecerlo.
—Deja de
hacer eso —le ordenó, con voz áspera como la arena.
Si bien Lali
no recordaba haberse quedado dormida, sí recordó que despertaba. Estaba soñando
el más delicioso de los sueños: que dormía, totalmente desnuda sobre un lecho
de flores silvestres. Dejaba que el sol tibio le calentara la piel hasta
sentirse febril, y esa erótica calidez la hizo olvidarse de respirar. Dentro de
ella crecía esa presión tan conocida y el dolor agudo entre los muslos exigía
alivio.
Su propio
gemido de deseo la despertó. A fin de cuentas, no era un sueño. La mente le
jugó una treta. Peter era el fuego que encendía su sangre. Tampoco estaba
rodeada de flores silvestres sino tendida sobre el manto suave de Peter. Pero
no tenía ya puesta la camisa. Se preguntó cómo podía ser, pero luego dejó de
lado esa preocupación. Peter insistía en reclamar su atención, frotando la
nariz con suavidad en el cuello de Lali. Estaba tendido entre los muslos
separados de la mujer.
Estaba
haciéndole el amor. De pronto, la confusión soñolienta de Lali se disipó. Ya
estaba por completo despierta.
En la
densa oscuridad, no podía verlo, pero el aliento entrecortado de él, sumado a
la música dulce del viento persistente, disiparon la resistencia de Lali. Pensó
en decirle que no quería que volviese a lastimarla, pero la boca de Peter se
deslizó hacia el pecho de Lali, al tiempo que su mano buscó los rizos suaves
entre los muslos de la mujer. Ya no le importó si le dolería.
Los dedos
de Peter eran mágicos. Sabía dónde tocarla para enloquecerla, para hacerla
humedecerse. Se puso tensa cuando los dedos del hombre apartaron los pliegues
suaves y sedosos y se metieron dentro de ella. La bendita agonía la hizo
gritar, reclamando alivio.
Le tiró
del pelo para que se detuviera pero cambió rápidamente de idea cuando el pulgar
de Peter comenzó a frotar el capullo de carne sensible y los dedos se hundieron
en ella.
Otra vez, Lali
le clavó las uñas en los hombros y Peter gruñó. Lali se desesperó por tocarlo,
por darle el mismo placer que él le brindaba. Trató de apartarse, pero Peter no
se lo permitió.
Se dieron
un beso ardiente, de bocas abiertas, arrasador. Peter le entregó la lengua y Lali
la succionó.
—Estás
mojada —le dijo el hombre.
—No puedo
evitarlo —murmuró, gimiendo.
Las manos
de Peter separaron los muslos de Lali y comenzó a penetrarla con lentitud.
—No quiero
que lo evites.
—¿De
verdad? —preguntó la mujer, haciendo fuerza para que la penetrara más.
Haciéndolo con tanta lentitud, la volvía loca. Sabía que moriría, pero quería
que la llenara, que la quemara.
—Significa
que estás caliente conmigo —murmuró Peter—. No te muevas así. Déjame...
—¡No es
momento para bromas!
Si hubiese
tenido fuerzas, habría reído.
—Estoy
tratando de ser suave —le dijo—. Pero eres tan estrecha que yo...
Lali se
arqueó contra él y Peter olvidó su propósito de ser gentil. Colocó las piernas
de Lali en torno de su propia cintura, aferró el cabello de la mujer alrededor
de sus manos para que no se apartara de él y la embistió con un movimiento
enérgico.
Ya estaba
tan fuera de control que no supo si la lastimaba o no. No podía detenerse.
Cubrió con la boca las protestas que pudiera pronunciar Lali, y cuando supo que
ya no podría con tenerse, cuando sintió que estaba por derramar su simiente en
la mujer, deslizó la mano entre los cuerpos de los dos y la incitó a que se
uniera a él.
Lo
sorprendió la fuerza de las piernas de Lali. Lo apretó entre sus muslos,
obligándolo a un orgasmo inmediato.
Peter se
dejó caer sobre Lali y le llevó largo rato recuperar la fuerza para mirarla. El
primer pensamiento coherente que se le ocurrió fue que había abusado de ella.
—Lali, ¿te
he lastimado? ¿He sido muy rudo contigo? —murmuró.
Lali no le
respondió. Peter se apoyó sobre un codo y la contempló con evidente
preocupación.
Estaba
profundamente dormida y Peter no supo qué hacer. Vio que tenía los dedos
entrelazados en el cabello de Lali y con una paciencia que lo sorprendió,
separó los rizos y se tomó unos momentos para apartarle el pelo de las
mejillas.
Supo que
la había satisfecho. Si bien lady Lanzani dormía como un tronco, tenía una
sonrisa en el rostro.
El día
siguiente resultó el más difícil para Lali. Viajaban por una comarca salvaje,
de asombrosa belleza, con lagos que el viento rizaba y páramos abiertos,
tapizados de una hierba del color y el brillo de las esmeraldas. También había
colinas desoladas. Parte del terreno ondulado tenía un denso follaje verde
llamado puerro silvestre, que despedía un aroma peculiar cuando se pisaba. La
grandiosidad del paisaje de las Tierras Altas hizo pensar a Lali que ascendían
lentamente al paraíso.
Hacia el
mediodía el paisaje perdió atractivos. El aire era más marcadamente punzante e
intenso a cada hora que pasaba. Lali se arropó en la capa de invierno. Tenía
tanto sueño que casi se cayó de la montura, por lo que Peter se acercó de
inmediato a ella y la puso sobre su propio caballo. Lali no se resistió, aun
cuando su esposo le quitó la capa y la arrojó al suelo. La envolvió en el
pesado manto y la apretó contra sí.
Lali soltó
un sonoro bostezo y preguntó:
—Peter,
¿por qué has tirado mi capa?
—Para
abrigarte usarás el manto con mis colores, Lali.
No pudo
resistir la tentación de rozar con la boca la coronilla de la mujer. Comenzaba
a pensar que su esposa era el ser más sorprendente: podía quedarse dormida en
un abrir y cerrar de ojos.
Le gustaba
sentirla apoyada contra él, su aroma femenino; y en el fondo de la mente de Peter
se formó una idea: Lali confiaba en él por completo. Eso era lo que más le
gustaba.
No había
mencionado la noche de amor apasionado pues, a la luz de la mañana, el sonrojo
de Lali le indicó que no quería hablar del tema.
Su timidez
lo divertía.
Sin
embargo, la mujer no era muy fuerte, no conocía las limitaciones de su propio
cuerpo. De inmediato, Peter vio que estaba agotada y procuró ir a paso lento.
Lali
dormía profundamente: Peter tuvo que sacudirla varias veces hasta obtener una
respuesta.
—Lali,
despiértate. Estamos en casa —repitió por tercera vez.
—¿En casa?
—preguntó, confusa.
Con suma
paciencia, Peter eludió los codos de Lali, que se frotaba los ojos.
—¿Te
cuesta tanto despertarte después de una siesta? —le preguntó.
—No lo sé,
pues nunca dormía la siesta.
Lali giró
para mirar en derredor y no vio el entrecejo de Peter.
—Peter,
sólo veo árboles. ¿Me has despertado para burlarte de mí?
En
respuesta, el hombre le alzó la barbilla y señaló:
—Allá,
esposa. Encima de la próxima loma. Puedes ver el humo del hogar.
En efecto,
Lali vio la columna de humo que se rizaba elevándose hacia las nubes, y un
atisbo de la torre cuando Peter hizo avanzar al caballo por la falda de la
colina.
NOOOO TE LO PIDO POR FAVOR NO SEAS MALITA UNO MAS POR HOY....voy a armar una revolucion...chicas ya que hoy ando haciendole la vida dificil a angie digo q hagamos huelga para que nos publique un ultimo cap q les parece jajajaj enloquecii
ResponderEliminartiene q ser un chiste que solo yo haya comentado ¿no?
EliminarTermina siendo todo tiernito con ella! Me encanta más!!
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminarMaasss
ResponderEliminarayy me encantaa maaasss ♥
ResponderEliminareste peter me desorienta igual que Lali!!
ResponderEliminarMASSSSS
ResponderEliminarMás Más Más!!
ResponderEliminar<3<3<3<3<3
mas nove mas nove mas nove!!
ResponderEliminarmas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
mas nove mas nove mas nove!!
massss nove pliss
ResponderEliminarmasssssssss
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