lunes, 7 de enero de 2013

Capitulo 9


Holiiii como quedo el blog? gracias a las q ya lo vieron y les gusto,aprovechando q ya se editar jaja ni tiempo de editar imagen pero no queria dejarlas mas sin nove!! asi q a leer♥♥ las quierooo


Capítulo 9

Para la boda, Lali se vistió de negro. La elección del atuendo fue un gesto de desafío para enfurecer al escocés. Sin embargo, en cuanto entró nuevamente en el gran salón, supo que el plan había fallado. Peter le echó una sola mirada y rompió a reír. El retumbar de esa risa casi hizo caer los maderos del techo del salón.
Peter pensó que Lali no tenía idea de lo mucho que lo complacía su carácter rebelde, pues de lo contrario jamás habría hecho lo que hizo para provocarlo. Si hubiera sabido cuánto odiaba las lágrimas, sin duda habría llorado. Aunque Peter no creía que fuese tan convincente como las mellizas, Lali se movía como una reina. Tenía la espalda erguida y derecha como una lanza, no inclinaba la cabeza ante ningún hombre y Peter pensó que le costaría un terrible esfuerzo adoptar cualquier actitud de debilidad femenina.
Aunque estaba vestida como para un duelo, estaba magnífica. Los ojos de Lali seguían cautivando a Peter, y se preguntó si alguna vez se acostumbraría a tanta belleza. “Espero que sí”, pensó. “No puedo permitir que interfiera en mis deberes principales.”
Esta chica resultaba un enigma. Aunque Peter sabía que nació y se crió en Inglaterra, no le parecía en absoluto cobarde. Se preguntaba qué milagro habría intervenido, y llegó a la conclusión de que la inocencia y la carencia de miedo de la muchacha se debía al hecho de que Lali nunca había sido tentada por la sórdida vida en la corte del rey Henry. Por la gracia de Dios, Lady Lali nunca estuvo expuesta a la inclinación inglesa hacia el libertinaje.
Lanzani supuso que debía agradecerselo al barón, pues este había descuidado los deberes hacia sus hijas. Claro que no pensaba pronunciar una sola palabra de agradecimiento y de todos modos, dudaba de que el padre de Lali lo escuchase, ya que en ese momento el barón estaba llorando. Peter sintió tal repulsión que no quiso ni hablarle. Nunca había visto a un hombre humillarse de ese modo; le revolvía el estómago.
Cuando el sacerdote preguntó quién entregaría a las novias y el barón no pudo responder, Lali murmuró:
—Estamos todas muy apegadas a nuestro padre. —El rostro del barón estaba oculto tras un pañuelo de lino empapado—. Papá nos echará de menos, milord. Esto es muy difícil para él.
No levantó la vista hacia Peter mientras presentaba excusas por la vergonzosa conducta del padre pero el ruego vibró con claridad en la voz un poco ronca de la muchacha. Peter supo que pedía su comprensión y la defensa que la hija hacía del padre le pareció lo bastante valiosa para guardarse su propia opinión desfavorable hacia el barón.
Era otro indicio que Lali le ofrecía de su carácter, pues ese ruego significaba que era leal a su propia familia. A Peter le pareció una cualidad noble bajo cualquier circunstancia y, teniendo en cuenta los rasgos del resto de la familia, esa lealtad rayaba en la santidad.
Lali estaba demasiado aterrada para mirar al prometido. Ella y Eugenia estaban una junto a la otra, tomándose de las manos en procura de consuelo. Nicolás estaba a la derecha de Eugenia y Peter, a la izquierda de Lali. El brazo de Peter tocaba el hombro de la joven, y su muslo se rozaba con el de Lali de manera deliberada, insistente.
Lali no podía apartarse dado que Eugenia estaba apretada a ella, y el brazo de Peter le impedía retroceder. ¡Señor, cuánto odiaba estar asustada! No estaba acostumbrada. Se dijo que era porque Peter era muy grande: se cernía sobre ella como una inmensa nube furiosa. Olía a brezos y a masculinidad, también un poco a cuero y, en condiciones más agradables ese aroma habría sido atractivo para Lali. Claro que en ese momento la muchacha detestaba el tamaño del hombre, el aroma, la sola presencia.
El sacerdote concluyó la homilía acerca del sacramento del matrimonio, y se dirigió hacia la hermana de Lali. Eugenia, honesta en exceso, lanzó una carcajada mirando a Nicolás cuando el padre Charles le preguntó si lo tomaba por esposo. La muchacha se demoró reflexionando sobre la pregunta, como si le hubiese pedido que explicara el significado de la conquista normanda, y por fin exclamó:
—A decir verdad, padre, preferiría que no.
Lali estaba al borde de la histeria. Se suponía que ella no tendría que casarse con este señor de la guerra llamado Peter Lanzani. Y él tampoco le facilitaba las cosas, pues estaban tan cerca que Lali podía sentir el calor que irradiaba del cuerpo del hombre.
Mientras el padre Charles rogaba a Eugenia que diese una respuesta correcta, Lali intentaba apartarse de Peter. En un rincón de la mente de la joven se agazapaba la idea cobarde de que podría apartarle el brazo, retroceder un paso y luego salir corriendo del salón a la velocidad de un rayo.
Peter debió de adivinarle la intención a través del brazo apoyado sobre los hombros de la muchacha. Antes de que Lali pudiese protestar, la alzó contra su costado. Lali no pudo soltarse. Lo intentó repetidas veces hasta que al fin le murmuró que la soltara.
La respuesta del hombre fue el silencio.
Frustrada, Lali se volvió hacia su hermana y dijo:
—Eugenia, no creo que nuestras preferencias tengan la menor importancia. Si no aceptas casarte con Nicolás, estarás rebelándote contra nuestro rey.
—Pero si digo que acepto a este hombre por esposo, me pongo en contra de Dios, ¿no es así? —arguyó Eugenia—. Estaría mintiendo —concluyó con un sollozo.
—¡Por el amor de Dios, Eugenia, respóndele al sacerdote! —la urgió Lali.
Eugenia se irritó por el tono hostil de Lali, y miró colérica a su hermana para después dirigirse al cura:
—¡Oh, está bien! Lo acepto —Giró otra vez hacia Lali y murmuró—. ¿Ahora estás contenta, hermana? Me has obligado a mentirle a un sacerdote.
—¿Te he obligado?
El tono jadeante de Lali no se debió del todo a la escandalosa afirmación de su hermana: la mano de Peter estaba cerrada sobre la base del cuello de la joven. Los dedos del hombre le acariciaban la sensible piel.
El padre Charles hizo un gesto de asentimiento tras la respuesta de Eugenia.
Ahora era el turno de Lali y Peter.
—Milord, ¿cuál es su nombre completo? —preguntó el sacerdote.
—Peter Lanzani.
El prelado asintió. Tenía prisa por terminar esta penosa ceremonia, pues la expresión en los ojos de la dulce Lali era tormentosa. En la precipitación añadió la palabra “voluntariamente” al preguntarle si aceptaba a Peter por esposo.
—¿Voluntariamente? —preguntó Lali. Tomó aliento, preparándose para asestar al cura su auténtica opinión, cuando sintió que los dedos de Peter se cerraban en torno de su cuello.
El hombre trataba de intimidarla. Lali trató de quitarle la mano pero Peter no la movió; se limitó a sujetarle los dedos y continuó ejerciendo presión. No se mostraba demasiado sutil y Lali captó de inmediato el mensaje sin palabras. Si seguía provocándolo, ese sujeto arrogante la estrangularía, y siendo escocés, Lali no dudaba de que cumpliría la amenaza.
Comenzaba a dolerle el cuello.
—Lo acepto —barbotó.

El sacerdote exhaló un suspiro de alivio y se apresuró a desarrollar el resto de la ceremonia. En cuanto dio las bendiciones Eugenia trató de escapar del salón, pero Nicolás la alcanzó en un par de zancadas. La alzó en brazos y sofocó el grito de Eugenia con un beso ante el padre Charles y el resto de la familia. Cuando terminó el amoroso ataque Eugenia se apoyó contra él. A Lali le pareció una flor marchita.
Las mellizas rompieron a llorar otra vez, papá comenzó a sollozar, y Lali deseó morir súbitamente.
Peter Lanzani no fue tan enérgico en el reclamo de un beso para sellar los votos conyugales. Sólo se detuvo frente a la novia con las manos sobre las caderas, las piernas vigorosas separadas, y la mirada fija sobre la cabeza gacha de Lali.
No dijo una palabra, pero la rígida postura sugería que, si era necesario, se quedaría así toda la noche hasta que la joven lo mirara. Lali se consoló con el hecho de que ya no intentaba estrangularla. Lali sentía que el corazón le golpeaba dentro del pecho. Imaginaba que Peter Lanzani haría lo que se le antojara. Se armó de valor y alzó con lentitud la mirada para encontrarse con la de su esposo.
De súbito, Peter la tomó entre los brazos. Le sujetó la barbilla mientras su boca descendía sobre la de Lali. El beso fue duro, inflexible... e increíblemente cálido. Lali se sintió como si el sol la hubiese abrasado. El beso terminó antes de que pudiese pensar siquiera en debatirse y, por unos instantes, se quedó muda. Contempló largo rato al esposo y se preguntó si ese beso lo había afectado tanto a él como a ella misma.
A Peter lo divirtió la confusión que percibió en los ojos de Lali. Era evidente que no había recibido muchos besos. Estaba ruborizada y apretaba las manos entre sí con fuerza mortífera. Sí, Peter estaba complacido con Lali, y comprendió que ese breve beso no lo dejaba indiferente. No podía dejar de contemplarla. ¡Diablos, quería besarla otra vez!
El súbito grito de Eugenia rompió el hechizo.
—¿Qué? —exclamó Eugenia, como quien pronuncia una blasfeEugenia—. En realidad no te marcharás ahora mismo, ¿verdad?
—Sin duda, mi hermana ha entendido mal —le dijo Lali a Peter—. No os marcháis ya mismo, ¿no es cierto?
—Sí —respondió Peter—. A Nicolás y a mí nos esperan muchas responsabilidades en nuestra patria. Partiremos dentro de una hora.
No había incluido a Eugenia ni a Lali en la explicación y, al comprenderlo, Lali se puso alerta. Casi sonrió ante la gozosa posibilidad pero luego decidió asegurarse de haber entendido bien antes de abrigar esperanzas.
—¿Le gustaría compartir nuestra humilde cena antes de que tú y Nicolás os marchéis? —preguntó.
Peter supo lo que estaba pensando: se traicionó al decir “tú y Nicolás”. Esa tonta mujer en realidad creía que se irían sin ella. Peter sintió ganas de reír. Lali parecía seria y esperanzada.
Peter movió la cabeza.
Lali se sintió como si acabara de abrirse la puerta de una prisión y ella estuviese nuevamente libre. Hizo un desesperado esfuerzo por disimular la alegría, pues habría sido grosero manifestar un placer tan obvio por la partida de Peter.
Los matrimonios sólo lo serían de nombre. “Oh, ¿por qué no lo comprendí antes?”, pensó. Con estas bodas, Peter y Nicolás se limitaban a cumplir un mandato del monarca. Y ahora regresarían a su patria y volverían a cumplir con sus deberes, cualesquiera fuesen, dejando a las agradecidas novias en Inglaterra, adonde pertenecían.
En realidad no era un arreglo demasiado extraño. Muchos matrimonios se realizaban de esa manera tan satisfactoria. A decir verdad, Lali se sintió como una tonta por no haberlo entendido antes. Se habría ahorrado mucha preocupación.
El alivio la invadió con tanta fuerza que se le aflojaron las rodillas. Estaba habituada a hacer tratos con el Creador y de inmediato le prometió a Dios una novena de doce días por brindarle esta maravillosa tregua.
—¿Volvereis a Inglaterra más adelante para quedaros un tiempo? —preguntó, tratando de decirlo como si esa odiosa idea tuviese algún mérito.
—Haría falta una guerra para hacerme regresar.
—No es menester que te regocijes tanto con esa perspectiva —repuso Lali antes de poder pensarlo mejor.
Le dirigió una expresión enfadada y no le importó si se ofendía. Ese sujeto era tan romo de entendimiento como un garrote, y si no era cortés, tampoco Lali se molestaría en exhibir buenos modales. Apartó el cabello sobre el hombro, le dio la espalda a Peter y se alejó de él con pasos lentos.
—Ya son las últimas horas de la tarde, Peter Lanzani —dijo por encima del hombro—. Será mejor que os pongáis en camino pues estoy segura de que tienen que cubrir una buena distancia antes que termine el día.
Estuvo a punto de agregar que había tenido gusto en conocerlo, pero esa mentira le habría costado otra novena, y prefirió guardar silencio. Lali acababa de llegar junto a la mesa cuando la detuvo una áspera orden de su esposo.
—Lali, reúne tus cosas y despídete de tu familia mientras Nicolás y yo nos ocupamos de los caballos. Date prisa.
—Tú también, Eugenia —intervino Nicolás con ese tono alegre que comenzaba a irritar a Lali.
—¿Qué debemos darnos prisa? —preguntó Eugenia.

14 comentarios:

  1. Lina (@Lina_AR12)7 de enero de 2013, 21:10

    Y ahora?????????????

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  2. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  3. NOOOOOOOOOOOOOOOVEEE

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  4. Peter y Lali van a ser un matrimonio un tanto extraño, explosivo

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  5. jajajjajaja ahora si empieza lo bueno...no se si voy a volver con regularidad pq veo q me estoy muriendo de dolor por ahora voy por un helado aunq ya este harta de ellos besos tk bye

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  6. OPA! un matrimonio esplosivo ajjaja me encanto el capitulo.. espero mas! esto se ve bueno ajaja! Besos Giu

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  7. Soy nueva lectora, me atrapo muchisimo esta nove! Y ahora Lali se va con Peter a Escocia? Tendremos que esperar el proximo cap. para saberlo! (: Concuerdo con Giulia Lupi creo que estos 2 son un matrimonio explisivo!

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  8. y ahora que hacemos???
    quiero otro capituloooooo...
    besos

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  9. jajaja pobre Lali que pensaba que iba a ser un "matrimonio a distancia" y no tenia que irse deInglaterra! jajajaj
    Como me rei con todo lo que pensaba! jajaaj
    Cuando se van a quedar solos entre Peter y ella saltaran no solo chispas! jajjaja
    Espero mas
    Besos

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