Holiiii como quedo el blog? gracias a las q ya lo vieron y les gusto,aprovechando q ya se editar jaja ni tiempo de editar imagen pero no queria dejarlas mas sin nove!! asi q a leer♥♥ las quierooo
Capítulo 9
Para la
boda, Lali se vistió de negro. La elección del atuendo fue un gesto de desafío
para enfurecer al escocés. Sin embargo, en cuanto entró nuevamente en el gran
salón, supo que el plan había fallado. Peter le echó una sola mirada y rompió a
reír. El retumbar de esa risa casi hizo caer los maderos del techo del salón.
Peter
pensó que Lali no tenía idea de lo mucho que lo complacía su carácter rebelde,
pues de lo contrario jamás habría hecho lo que hizo para provocarlo. Si hubiera
sabido cuánto odiaba las lágrimas, sin duda habría llorado. Aunque Peter no
creía que fuese tan convincente como las mellizas, Lali se movía como una
reina. Tenía la espalda erguida y derecha como una lanza, no inclinaba la
cabeza ante ningún hombre y Peter pensó que le costaría un terrible esfuerzo
adoptar cualquier actitud de debilidad femenina.
Aunque
estaba vestida como para un duelo, estaba magnífica. Los ojos de Lali seguían
cautivando a Peter, y se preguntó si alguna vez se acostumbraría a tanta
belleza. “Espero que sí”, pensó. “No puedo permitir que interfiera en mis
deberes principales.”
Esta chica
resultaba un enigma. Aunque Peter sabía que nació y se crió en Inglaterra, no
le parecía en absoluto cobarde. Se preguntaba qué milagro habría intervenido, y
llegó a la conclusión de que la inocencia y la carencia de miedo de la muchacha
se debía al hecho de que Lali nunca había sido tentada por la sórdida vida en
la corte del rey Henry. Por la gracia de Dios, Lady Lali nunca estuvo expuesta
a la inclinación inglesa hacia el libertinaje.
Lanzani
supuso que debía agradecerselo al barón, pues este había descuidado los deberes
hacia sus hijas. Claro que no pensaba pronunciar una sola palabra de
agradecimiento y de todos modos, dudaba de que el padre de Lali lo escuchase,
ya que en ese momento el barón estaba llorando. Peter sintió tal repulsión que
no quiso ni hablarle. Nunca había visto a un hombre humillarse de ese modo; le
revolvía el estómago.
Cuando el
sacerdote preguntó quién entregaría a las novias y el barón no pudo responder, Lali
murmuró:
—Estamos
todas muy apegadas a nuestro padre. —El rostro del barón estaba oculto tras un
pañuelo de lino empapado—. Papá nos echará de menos, milord. Esto es muy
difícil para él.
No levantó
la vista hacia Peter mientras presentaba excusas por la vergonzosa conducta del
padre pero el ruego vibró con claridad en la voz un poco ronca de la muchacha. Peter
supo que pedía su comprensión y la defensa que la hija hacía del padre le
pareció lo bastante valiosa para guardarse su propia opinión desfavorable hacia
el barón.
Era otro
indicio que Lali le ofrecía de su carácter, pues ese ruego significaba que era
leal a su propia familia. A Peter le pareció una cualidad noble bajo cualquier
circunstancia y, teniendo en cuenta los rasgos del resto de la familia, esa
lealtad rayaba en la santidad.
Lali
estaba demasiado aterrada para mirar al prometido. Ella y Eugenia estaban una
junto a la otra, tomándose de las manos en procura de consuelo. Nicolás estaba
a la derecha de Eugenia y Peter, a la izquierda de Lali. El brazo de Peter
tocaba el hombro de la joven, y su muslo se rozaba con el de Lali de manera
deliberada, insistente.
Lali no
podía apartarse dado que Eugenia estaba apretada a ella, y el brazo de Peter le
impedía retroceder. ¡Señor, cuánto odiaba estar asustada! No estaba
acostumbrada. Se dijo que era porque Peter era muy grande: se cernía sobre ella
como una inmensa nube furiosa. Olía a brezos y a masculinidad, también un poco
a cuero y, en condiciones más agradables ese aroma habría sido atractivo para Lali.
Claro que en ese momento la muchacha detestaba el tamaño del hombre, el aroma,
la sola presencia.
El
sacerdote concluyó la homilía acerca del sacramento del matrimonio, y se
dirigió hacia la hermana de Lali. Eugenia, honesta en exceso, lanzó una
carcajada mirando a Nicolás cuando el padre Charles le preguntó si lo tomaba
por esposo. La muchacha se demoró reflexionando sobre la pregunta, como si le
hubiese pedido que explicara el significado de la conquista normanda, y por fin
exclamó:
—A decir
verdad, padre, preferiría que no.
Lali
estaba al borde de la histeria. Se suponía que ella no tendría que casarse con
este señor de la guerra llamado Peter Lanzani. Y él tampoco le facilitaba las
cosas, pues estaban tan cerca que Lali podía sentir el calor que irradiaba del
cuerpo del hombre.
Mientras
el padre Charles rogaba a Eugenia que diese una respuesta correcta, Lali
intentaba apartarse de Peter. En un rincón de la mente de la joven se agazapaba
la idea cobarde de que podría apartarle el brazo, retroceder un paso y luego
salir corriendo del salón a la velocidad de un rayo.
Peter
debió de adivinarle la intención a través del brazo apoyado sobre los hombros
de la muchacha. Antes de que Lali pudiese protestar, la alzó contra su costado.
Lali no pudo soltarse. Lo intentó repetidas veces hasta que al fin le murmuró
que la soltara.
La
respuesta del hombre fue el silencio.
Frustrada,
Lali se volvió hacia su hermana y dijo:
—Eugenia,
no creo que nuestras preferencias tengan la menor importancia. Si no aceptas
casarte con Nicolás, estarás rebelándote contra nuestro rey.
—Pero si
digo que acepto a este hombre por esposo, me pongo en contra de Dios, ¿no es
así? —arguyó Eugenia—. Estaría mintiendo —concluyó con un sollozo.
—¡Por el
amor de Dios, Eugenia, respóndele al sacerdote! —la urgió Lali.
Eugenia se
irritó por el tono hostil de Lali, y miró colérica a su hermana para después
dirigirse al cura:
—¡Oh, está
bien! Lo acepto —Giró otra vez hacia Lali y murmuró—. ¿Ahora estás contenta,
hermana? Me has obligado a mentirle a un sacerdote.
—¿Te he
obligado?
El tono
jadeante de Lali no se debió del todo a la escandalosa afirmación de su
hermana: la mano de Peter estaba cerrada sobre la base del cuello de la joven.
Los dedos del hombre le acariciaban la sensible piel.
El padre
Charles hizo un gesto de asentimiento tras la respuesta de Eugenia.
Ahora era
el turno de Lali y Peter.
—Milord,
¿cuál es su nombre completo? —preguntó el sacerdote.
—Peter Lanzani.
El prelado
asintió. Tenía prisa por terminar esta penosa ceremonia, pues la expresión en
los ojos de la dulce Lali era tormentosa. En la precipitación añadió la palabra
“voluntariamente” al preguntarle si aceptaba a Peter por esposo.
—¿Voluntariamente?
—preguntó Lali. Tomó aliento, preparándose para asestar al cura su auténtica
opinión, cuando sintió que los dedos de Peter se cerraban en torno de su
cuello.
El hombre
trataba de intimidarla. Lali trató de quitarle la mano pero Peter no la movió;
se limitó a sujetarle los dedos y continuó ejerciendo presión. No se mostraba
demasiado sutil y Lali captó de inmediato el mensaje sin palabras. Si seguía
provocándolo, ese sujeto arrogante la estrangularía, y siendo escocés, Lali no
dudaba de que cumpliría la amenaza.
Comenzaba
a dolerle el cuello.
—Lo acepto
—barbotó.
El
sacerdote exhaló un suspiro de alivio y se apresuró a desarrollar el resto de
la ceremonia. En cuanto dio las bendiciones Eugenia trató de escapar del salón,
pero Nicolás la alcanzó en un par de zancadas. La alzó en brazos y sofocó el
grito de Eugenia con un beso ante el padre Charles y el resto de la familia. Cuando
terminó el amoroso ataque Eugenia se apoyó contra él. A Lali le pareció una
flor marchita.
Las
mellizas rompieron a llorar otra vez, papá comenzó a sollozar, y Lali deseó
morir súbitamente.
Peter Lanzani
no fue tan enérgico en el reclamo de un beso para sellar los votos conyugales.
Sólo se detuvo frente a la novia con las manos sobre las caderas, las piernas
vigorosas separadas, y la mirada fija sobre la cabeza gacha de Lali.
No dijo
una palabra, pero la rígida postura sugería que, si era necesario, se quedaría
así toda la noche hasta que la joven lo mirara. Lali se consoló con el hecho de
que ya no intentaba estrangularla. Lali sentía que el corazón le golpeaba
dentro del pecho. Imaginaba que Peter Lanzani haría lo que se le antojara. Se
armó de valor y alzó con lentitud la mirada para encontrarse con la de su
esposo.
De súbito,
Peter la tomó entre los brazos. Le sujetó la barbilla mientras su boca
descendía sobre la de Lali. El beso fue duro, inflexible... e increíblemente
cálido. Lali se sintió como si el sol la hubiese abrasado. El beso terminó
antes de que pudiese pensar siquiera en debatirse y, por unos instantes, se
quedó muda. Contempló largo rato al esposo y se preguntó si ese beso lo había
afectado tanto a él como a ella misma.
A Peter lo
divirtió la confusión que percibió en los ojos de Lali. Era evidente que no
había recibido muchos besos. Estaba ruborizada y apretaba las manos entre sí
con fuerza mortífera. Sí, Peter estaba complacido con Lali, y comprendió que
ese breve beso no lo dejaba indiferente. No podía dejar de contemplarla.
¡Diablos, quería besarla otra vez!
El súbito
grito de Eugenia rompió el hechizo.
—¿Qué?
—exclamó Eugenia, como quien pronuncia una blasfeEugenia—. En realidad no te
marcharás ahora mismo, ¿verdad?
—Sin duda,
mi hermana ha entendido mal —le dijo Lali a Peter—. No os marcháis ya mismo,
¿no es cierto?
—Sí
—respondió Peter—. A Nicolás y a mí nos esperan muchas responsabilidades en
nuestra patria. Partiremos dentro de una hora.
No había
incluido a Eugenia ni a Lali en la explicación y, al comprenderlo, Lali se puso
alerta. Casi sonrió ante la gozosa posibilidad pero luego decidió asegurarse de
haber entendido bien antes de abrigar esperanzas.
—¿Le
gustaría compartir nuestra humilde cena antes de que tú y Nicolás os marchéis?
—preguntó.
Peter supo
lo que estaba pensando: se traicionó al decir “tú y Nicolás”. Esa tonta mujer
en realidad creía que se irían sin ella. Peter sintió ganas de reír. Lali
parecía seria y esperanzada.
Peter
movió la cabeza.
Lali se
sintió como si acabara de abrirse la puerta de una prisión y ella estuviese
nuevamente libre. Hizo un desesperado esfuerzo por disimular la alegría, pues
habría sido grosero manifestar un placer tan obvio por la partida de Peter.
Los
matrimonios sólo lo serían de nombre. “Oh, ¿por qué no lo comprendí antes?”,
pensó. Con estas bodas, Peter y Nicolás se limitaban a cumplir un mandato del
monarca. Y ahora regresarían a su patria y volverían a cumplir con sus deberes,
cualesquiera fuesen, dejando a las agradecidas novias en Inglaterra, adonde
pertenecían.
En
realidad no era un arreglo demasiado extraño. Muchos matrimonios se realizaban
de esa manera tan satisfactoria. A decir verdad, Lali se sintió como una tonta
por no haberlo entendido antes. Se habría ahorrado mucha preocupación.
El alivio
la invadió con tanta fuerza que se le aflojaron las rodillas. Estaba habituada
a hacer tratos con el Creador y de inmediato le prometió a Dios una novena de
doce días por brindarle esta maravillosa tregua.
—¿Volvereis
a Inglaterra más adelante para quedaros un tiempo? —preguntó, tratando de
decirlo como si esa odiosa idea tuviese algún mérito.
—Haría
falta una guerra para hacerme regresar.
—No es
menester que te regocijes tanto con esa perspectiva —repuso Lali antes de poder
pensarlo mejor.
Le dirigió
una expresión enfadada y no le importó si se ofendía. Ese sujeto era tan romo
de entendimiento como un garrote, y si no era cortés, tampoco Lali se
molestaría en exhibir buenos modales. Apartó el cabello sobre el hombro, le dio
la espalda a Peter y se alejó de él con pasos lentos.
—Ya son
las últimas horas de la tarde, Peter Lanzani —dijo por encima del hombro—. Será
mejor que os pongáis en camino pues estoy segura de que tienen que cubrir una
buena distancia antes que termine el día.
Estuvo a
punto de agregar que había tenido gusto en conocerlo, pero esa mentira le
habría costado otra novena, y prefirió guardar silencio. Lali acababa de llegar
junto a la mesa cuando la detuvo una áspera orden de su esposo.
—Lali,
reúne tus cosas y despídete de tu familia mientras Nicolás y yo nos ocupamos de
los caballos. Date prisa.
—Tú
también, Eugenia —intervino Nicolás con ese tono alegre que comenzaba a irritar
a Lali.
—¿Qué
debemos darnos prisa? —preguntó Eugenia.
Y ahora?????????????
ResponderEliminarMas nove otro cap
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
ResponderEliminarNOOOOOOOOOOOOOOOVEEE
ResponderEliminarotro
ResponderEliminarcapitulo
ResponderEliminarmas
ResponderEliminarPeter y Lali van a ser un matrimonio un tanto extraño, explosivo
ResponderEliminarmmmmmmasssss
ResponderEliminarjajajjajaja ahora si empieza lo bueno...no se si voy a volver con regularidad pq veo q me estoy muriendo de dolor por ahora voy por un helado aunq ya este harta de ellos besos tk bye
ResponderEliminarOPA! un matrimonio esplosivo ajjaja me encanto el capitulo.. espero mas! esto se ve bueno ajaja! Besos Giu
ResponderEliminarSoy nueva lectora, me atrapo muchisimo esta nove! Y ahora Lali se va con Peter a Escocia? Tendremos que esperar el proximo cap. para saberlo! (: Concuerdo con Giulia Lupi creo que estos 2 son un matrimonio explisivo!
ResponderEliminary ahora que hacemos???
ResponderEliminarquiero otro capituloooooo...
besos
jajaja pobre Lali que pensaba que iba a ser un "matrimonio a distancia" y no tenia que irse deInglaterra! jajajaj
ResponderEliminarComo me rei con todo lo que pensaba! jajaaj
Cuando se van a quedar solos entre Peter y ella saltaran no solo chispas! jajjaja
Espero mas
Besos