miércoles, 16 de enero de 2013

Capitulo 14


Que tal si empezamos con la maraton??? me tengo q ir un rato,pero luego subo si hay +12 firmas!!
Y me dejaron decidir a mi,asi que ahi luego veo como hacemos con las noves!! bsss


Capítulo 14

Acamparon una hora más tarde cerca de un estanque de agua clara que bajaba de la montaña. Mientras Nicolás y Peter se ocupaban de los caballos, Lali desempaquetaba el cesto con comida que Agnes, muy acertadamente, había preparado para que cenaran. Eugenia se recostó contra el tronco de un árbol y observó cómo su hermana se atareaba. Lali pensó que tenía un aspecto desdichado.
Lali extendió una manta pequeña sobre el suelo. Se sentó sobre un borde, acomodó las faldas para que no se le viera ni un atisbo del tobillo, e indicó a Eugenia que se sentara junto a ella.
Las dos hermanas trataron de ignorar a los esposos. Peter y Nicolás se bañaron por turno en el estanque. A Lali no la inquietó ver a Nicolás que regresaba al campamento sin la chaqueta, pero cuando Peter apareció con el pecho desnudo, fue otra cuestión. Al alzar la mirada y verlo, se le cortó el aliento. Tenía el cuerpo bronceado por el sol. El despliegue de músculos en los hombros le recordó la fuerza que tenía, y el vello rubio oscuro que le cubría el pecho sólido enfatizaba la flagrante masculinidad. El vello formaba una flecha cruzando el vientre plano y desaparecía bajo la cintura de los pantalones negros.
—No quiero que Nicolás me toque.
El susurro atemorizado de Eugenia captó la atención de Lali.
—Es natural que estés un poco asustada —susurró, deseando parecer una muchacha que sabía de qué hablaba.
—Me ha besado.
Lali sonríó. En ese momento sintió que pisaba terreno seguro. Sabía todo lo referente a los besos.
—Tiene derecho a besarte, Eugenia. Peter también me ha besado a mí —agregó—. Si cuentas el que me dio después de la boda, me ha dado ya dos besos. Me parece muy agradable.
—¿Te ha besado de la forma en que un hombre besa a una mujer con la que quiere acostarse? —preguntó Eugenia—. Ya me entiendes, ¿la lengua de él tocó la tuya?
Lali no supo a qué se refería Eugenia, pero no quiso de mostrar ignorancia.
—¿Te gustó, Eugenia? —preguntó, evitando una respuesta directa.
—Fue asqueroso.
—¡Eugenia! —suspiró Lali—. Quizá, con el tiempo, llegue a gustarte el modo en que Nicolás te besa.
—Tal vez me habría gustado si él no hubiera estado tan furioso conmigo —musitó Eugenia—. Me atrapó y me besó. Todavía no sé por qué está enfadado. Sigue ceñudo.
—¿Será tu imaginación?
—No. ¿Hablarás con él, Lali? Averigua por qué está tan irritado.
Nicolás se acercó y se sentó junto a Eugenia antes de que Lali pudiese responder a la petición de su hermana. Codeó a Eugenia y luego indicó la comida. Eugenia captó el mensaje silencioso y le ofreció una porción.
Peter se separó de los otros tres. Se sentó sobre el suelo, con la espalda apoyada contra el tronco grueso de un árbol. Parecía muy relajado. Tenía una pierna flexionada y eso hacía resaltar los músculos del muslo, haciéndolos aun más prominentes.
Lali trató de no demostrar lo nerviosa que se sentía. Peter la miraba con fijeza. “No estoy acostumbrada a ser el centro de atención”, se dijo Lali, “y sin duda por eso me siento tan inquieta.”
Hizo señas a Peter de que se sentara junto a ella pero este movió la cabeza y le ordenó que se acercase a él.
Lali decidió acceder. Era el esposo, y se suponía que tenía la obligación de llevarse bien con él. La muchacha tomó una generosa tajada de queso, un poco de pan crujiente, uno de los tres odres de cuero cargado de cerveza y por fin se acercó a Peter.
El hombre aceptó lo que la esposa le ofrecía sin hacer comentarios. Lali comenzó a caminar de regreso hacia donde estaba Eugenia, pero Peter no la dejó. Tiró de ella hacia él, y suavizó la caída rodeándole la cintura con un brazo.
Lali no pudo menos que percibir lo posesivo del contacto. Mantuvo la espalda erguida como una lanza y unió las manos sobre el regazo.
—Inglesa, ¿otra vez me temes?
—Nunca te he tenido miedo, escocés —replicó—. Sólo estoy preocupada.
—¿Todavía preocupada?
—No.
—¿Por qué tratas de quitarme el brazo, pues?
—No es decente que me toques de ese modo delante de otros, Peter.
—¿En serio?
La muchacha no hizo caso del tono burlón del marido.
—Sí —insistió—. Y mi nombre es Lali, tienes que decirlo, Peter.
—Es raro.
—¿Otra vez con eso?
—Sí.
Lali se negó a mirar a Peter hasta que dejó de reír, y entonces dijo:
—Al parecer, mi nombre te divierte mucho. Tal vez eso sea conveniente, Peter, porque estás de buen humor y yo quería decirte algo que quizá no te agrade pero, cuando me hayas escuchado, estoy segura de que estarás de acuerdo con mi decisión.
El tono serio de Lali intrigó a Peter.
—¿Qué es lo que quieres pedirme?
—Quisiera pedirte que no me... toques. No te conozco lo bastante para permitirte ciertas libertades...
—¿Permitirme?
Un estremecimiento de temor recorrió la espalda de Lali. Por el tono de su voz, era evidente que a Peter no le agradó el modo en que Lali expresó su deseo.
—Peter, ¿quieres una esposa renuente?
—¿Estás preguntándome a mí o a tus manos?
—A ti.
—Entonces, mírame —le ordenó en tono áspero.
Lali necesitó de toda su voluntad para obedecerle. Si Peter no hubiese estado tan cerca, sería más fácil. De todos modos, el esposo no la dejaría apartarse por mucho que lo intentara.
Por fin, Lali se atrevió a mirarlo a los ojos durante un minuto, y luego bajó la mirada y la fijó en la boca de Peter: esa imprudencia la hizo suspirar. No importaba dónde mirase. Ese sujeto era todo dureza, y las patillas, después de un día sin aftitar, le daban un aspecto aun más feroz.
Cuando lo miró otra vez a los ojos, Lali tuvo la impresión de qué Peter trataba de leerle los pensamientos, aunque comprendía que era una impresión absurda.
De súbito se sintió caliente, al mismo tiempo fría, y confundida por completo.
—Ahora, hazme otra vez la pregunta —dijo Peter.
—¿Quieres una esposa renuente? —repitió, en un susurro quedó.
—No quiero ninguna clase de esposa.
De inmediato, semejante honestidad irritó a Lali.
—Bueno, pues la tienes.


—Sí, e inglesa por añadidura.
Peter pensó que si Lali erguía más la espalda se le quebraría. Su flamante esposa parecía tener un carácter formidable y daba la impresión de estar a punto de perder el control. Apretaba las manos entre sí con tanta fuerza que debían dolerle.
—¿Por qué pronuncias la palabra “inglesa” como si fuese un insulto?
—Lo es.
Al advertir que le había gritado, el sonrojo de Lali se intensificó y alzó la vista para ver cómo reaccionaba Peter. Estaba ceñudo, pero la muchacha pensó que no comprendía cuánto la exasperaba. Lali sabía disimular muy bien sus emociones.
—Nunca te encariñarías con una esposa inglesa, ¿verdad?
—¿Encariñarme?
—Sabes lo que quiero decir.
—Explícamelo.
Ese hombre era denso como la niebla.
—¡Amar! —estalló Lali. Vio que Eugenia y Nicolás la miraban; les dirigió una sonrisa y luego se volvió para mirar a Peter con expresión colérica—. ¿Podrías amar a una esposa inglesa? —murmuró.
—No creo.
—¿No crees?
—No tienes por qué gritar —señaló Peter. Disfrutaba sobremanera del enfado de la muchacha—. ¿Acaso mi sinceridad te molesta?
Lali hizo una honda aspiración antes de responderle.
—No, tu sinceridad no me molesta, pero el hecho de que te diviertas me resulta ofensivo, milord. Estamos hablando de un tema serio.
—Para ti es serio, no para mí.
—¿No crees que el matrimonio sea una cuestión importante?
—No.
—¿No?
Lali adoptó un aire abatido y furioso al mismo tiempo, y a Peter le pareció una combinación encantadora.
—Esposa, sólo eres una parte insignificante de mi vida. Cuando conozcas el modo de vida en las Tierras Altas, comprenderás lo tonto de tus temores.
—¿Yo soy insignificante y tonta? Peter, debes de considerarme muy inferior —replicó—. Con todo, te crees un santo. ¡Si hasta aseguras que nunca te descontrolas ni te enfadas! ¿No es eso lo que me dijiste?
—Es verdad —admitió Peter, riendo—. Eso fue lo que dije.
—Tampoco yo tenía muchos deseos de casarme contigo, Lanzani.
—Ya lo noté.
Lali estaba realmente sorprendida y Peter dejó de ocultar su exasperación.
—En la boda te pusiste un vestido negro —le recordó.
—Sucede que me gusta este vestido —repuso Lali, quitando una mota de polvo del bajo—. Lo usaría todos los días.
—Ah, ¿eso significa que nunca sentirías cariño por mí?
—Eso es más dudoso.
Peter lanzó unas risotadas tan profundas y resonantes que Lali creyó que la tierra temblaba.
—¿Por qué mi sinceridad te hace reír?
—Es el modo como lo has dicho.
—Peter, no quiero seguir con esta discusión. Si has terminado de comer, guardaré la comida.
—Deja que lo haga tu hermana.
—Es mi responsabilidad —replicó Lali.
—¿También lo era protegerla?
—Sí.
—Eugenia también está convencida de esta tontería, ¿no es así?
—¿Desde cuándo es una tontería cumplir con el deber de uno?
—Nicolás y yo escuchamos cuando tu hermana te ordenó que la protegieras del ataque de esos villanos ingleses. Vimos que te usó de escudo.
—No eran villanos ingleses —lo corrigió Lali, tratando de desviar la atención hacia ese punto. Peter estaba resuelto a no entender lo que se refería a Eugenia, y Lali tenía ganas de discutir—. Estoy segura de que esos miserables vinieron de... —Iba a decir que los asaltantes habían cruzado la frontera desde Escocia, pero lo pensó mejor—. No tienen patria. Por eso se llaman “descastados”, ¿no crees?
—Quizás —admitió Peter. El semblante ceñudo de Lali lo hizo pensar que ese tema era de vital importancia para ella—. Yo creía que tú eras la hermana menor. Yo oí que tu padre te llamaba “hijita” —Sonrió, y agregó—: ¿Estaba equivocado?
—No, no estabas equivocado —repuso Lali—. Soy la menor. Y a papá le gusta llamarme “hijita”. —Tras semejante confesión, la muchacha se ruborizó.
—Aun así, Eugenia te obligó a ser su escudo.
—¡No, ella no me obligó! —replicó Lali.
—Sí, lo hizo.
La voz de Lali adquirió un tono sospechosamente suave, y esta vez el entrecejo fruncido de Peter no la hizo retroceder.
—Es imposible que lo entiendas, Peter. No olvides que eres escocés, y no puedes comprender el modo de vida de los ingleses. En este sentido, tendrás que aceptar mi palabra. Siempre tuve el deber de proteger a mis hermanas mayores y quizá suceda lo mismo en todos los hogares ingleses.
—Esa idea me desagrada.
A Lali no le importó si sus ideas agradaban o no a Peter y se encogió de hombros para demostrarle indiferencia.
—Eres la más pequeña —insistió Peter—. Por eso, tus hermanas mayores tendrían que cuidar de ti.
Lali movió la cabeza, pues su esposo parecía decidido a hacerla cambiar de opinión.
—No, milord, no es así.
Fue el turno de Peter de mover la cabeza.
—Esposa, los más fuertes tienen que proteger a los más débiles. Y así es en todos lados, hasta en la santa Inglaterra.
Peter observó fascinado cómo los ojos de Lali adquirían un intenso tono violeta. Las opiniones de Peter no le agradaban en absoluto y lo enfatizó dándole un golpe en el hombro.
—No soy débil.
Peter contuvo el deseo de tomarla entre los brazos y besarla hasta que se le pasara el enfado. ¡Señor, esta mujer era tan hermosa que lo perturbaba!
—No, no eres débil —concedió.
La bravata de Lali se desinfló.
—Me alegro de que lo hayas advertido —dijo.
—Aun así, me tienes miedo.
—¿Por que insistir con eso? Peter, es poco amable de tu parte recordar ese incidente.
—Tal vez yo tenga una naturaleza poco amable.
—No.
La negativa inmediata y vehemente sorprendió a Peter.
—Pareces muy segura de lo que dices.
—Lo estoy —admitió Lali—. Fuiste amable con mi padre cuando se puso a lloriquear —le recordó—. Fuiste paciente y comprensivo. Pocos hombres hubieran sido tan compasivos.
Lali creyó haberlo elogiado, pero el estallido de carcajadas de Peter le demostró que más bien se divertía.
—Peter, es grosero reírse cuando te elogian. Muy grosero.
—Esposa mía, al calificarme de compasivo me has insultado. Jamás me han dicho algo semejante.
—Yo no estoy de acuerdo —replicó—. Que no te lo hayan dicho antes no significa que...

—Una esposa siempre debe estar de acuerdo con el marido.
Parecía sincero y Lali creyó que era hora de que lo sacara del error.

14 comentarios:

  1. jajja no hacen otra cosa que pelear pero son tan lindos!!!
    Bueno este serà la unica vez que firmare porque tengo q rme a dormir
    Besos

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  2. Ahh me encanto más.. Quiero maratón por favor!

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  3. si qe lo saqe ya qiero ver como se lo dice y la reaccion! jeje

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  4. Más más más más más nove

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  5. Me encanta la nove subí más plisssss

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  6. Quiero un cap. más por favor.. (:

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  7. Wii queremos maratón siiiiiiiii

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  8. Más, más, más, más, más! (:

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  9. jajajajja q tontos pelean por todo pero el tiene la culpa (ojo para mi ellos siempre tienen la culpa jajajajaj)bueno espero se den las 12 firmas para seguir con el MARATON !!!!

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