martes, 22 de enero de 2013

Cap 21


Hola mis ñinas!! como andamos hoy?? espero q bien!! y cuentenme les gusto solamente vos? a mi me encanto!! tengo q ver como hago para ver tambien #DA jaja bueno les cuento q en  ya esta posteada la organizacion del blog! pasen y comenten porfa haber si les gustan nuestras ideas y ya saben cualquier cosa nos hablan a @Angie_232alma y @martm_15 estamos para hablar o lo q sea!! bsss


Capítulo 21

Dejándola enfurruñada, Peter y Victorio bajaron los tres escalones que llevaban al salón grande. A decir verdad, tuvo que darle un buen empujón a Victorio para hacerlo caminar.
Llena de curiosidad, Lali miró en derredor. A su derecha, se erguía un muro de piedra, alto como una iglesia. Al tacto, las piedras eran frías y suaves como gemas pulidas, sin una mancha o una mota de polvo que empañara el color castaño dorado. Una escalera de madera ascendía hasta el segundo nivel, donde formaba ángulo con un balcón que se extendía por todo un lateral del edificio. Lali contó tres puertas en el piso superior y supuso que serían los dormitorios de Peter y de los familiares.
Desde luego la construcción no brindaba demasiada intimidad. El área era tan abierta que cualquiera que estuviese en el salón o en la entrada podía ver al que entrara o saliera de las habitaciones de arriba.
El salón principal estaba hecho como para gigantes. Tenía una apariencia desolada, aunque impecable. Justo enfrente de Lali había un sólido hogar de piedra. El aire de la inmensa habitación estaba caldeado por un buen fuego rugiente.
El salón era el más inmenso que Lali había visto. Claro que sólo conocía el de su padre, y supuso que en realidad era insignificante: el salón del padre se habría perdido en esa vastedad. El cuarto era amplio como un prado y estaba dividido por un largo pasillo central de juncos que terminaba en el hogar. A la izquierda, abarcando sólo una pequeña zona del salón, había una mesa con unos veinte taburetes. A la derecha, había otra mesa de idénticas dimensiones. Pocos metros detrás de esa segunda mesa, había una mampara alta de madera. Lali imaginó que la división encerraba la despensa.
Peter y Victorio estaban sentados a la mesa, junto a la mampara. Como ninguno de los dos guerreros le prestaba atención, Lali rodeó la mampara, miró tras ella y la asombró ver allí una cama sobre una plataforma alta. Varios ganchos estaban fijos en el muro, detrás de la cama, y por el tamaño de las prendas Lali adivinó que ahí debía de dormir Peter. Rogó estar equivocada.
Un soldado pasó junto a la joven y depositó la bolsa de viaje de Lali sobre la plataforma: Lali comprendió que había adivinado correctamente. El soldado le dirigió una mirada asustada, refunfuñó en respuesta al agradecimiento de Lali por haberle llevado el equipaje, y luego le hizo una seña de que se apartara cuando otro hombre corpulento trajo una bañera circular de madera que colocó en el rincón más alejado, tras la mampara.
Lali se daría el baño más silencioso de su vida, y eso era todo. Sintió que se ruborizaba de sólo pensar en la falta de intimidad. Claro que la mampara ocultaría su desnudez, pero cualquiera que entrase en el salón oiría el ruido y no tendría dudas sobre lo que estaba haciendo.
Lali regresó junto a su marido, decidida a descubrir dónde estaba la cocina para poder pedir la cena. Se colocó al lado de Peter y esperó largo rato, pero el hombre no le prestó atención. Victorio estaba dándole un informe y Peter sólo lo escuchaba a él. Lali se sentó sobre el banco junto a Peter, apoyó las manos sobre el regazo y esperó, paciente, a que el marido terminara.
Sería grosero interrumpir, y Lali sabía que tampoco debía quejarse. A fin de cuentas, era la esposa de un señor importante, y si era necesario que se quedara sentada esperando a obtener la atención de Peter hasta el alba, pues lo haría.
Pronto, sintió demasiado sueño para pensar en comer. Iba a levantarse de la mesa cuando dos mujeres entraron deprisa en el salón.
Los vestidos de ambas lucían los colores de los Lanzani, y por sus apariencias Lali supo que eran criadas. Las dos tenían cabello rubio oscuro, ojos castaños y sonrisas sinceras, hasta que la vieron.
En ese instante, las sonrisas se desvanecieron. La más alta, de hecho, dirigió a Lali una expresión hostil.
Lali les devolvió la misma expresión, pues estaba demasiado fatigada para tolerar semejante tontería. “Mañana”, pensó, “tendré tiempo de intentar conquistar la amistad de las mujeres. Por ahora, les pagaré con la misma moneda.”
Un soldado, de rasgos muy parecidos a los de las dos mujeres, entró luego en el salón. Se paró detrás de ellas, les apoyó las manos sobre los hombros y miró con fijeza a Lali. Tenía el cabello casi tan negro como el semblante que dirigía a Lali.
Lali pensó que ese sujeto ya había decidido odiarla y supuso que sería porque era inglesa. Allí, Lali era una extraña. Al clan de Peter le llevaría tiempo aceptarla. Sólo Dios sabía que a la muchacha también le costaría habituarse a ellos.
Peter no advirtió la intrusión hasta que Lali le dio un golpecito con el pie. La miró airado por interrumpirlo, y vio al trío que aguardaba cerca de la entrada. De inmediato, esbozó una amplia sonrisa y las dos mujeres la respondieron. La más alta de las dos corrió hacia él.
—¡Venid con nosotros! —exclamó Peter—. Maxi —agregó, al ver que el soldado ceñudo se acercaba a él—. Después de la cena, escucharé tu informe. ¿Has traído a Rocío?
—Sí —respondió Maxi en voz entrecortada.
—¿Dónde está?
—Quería quedarse en la cabaña, aguardando noticias de Pablo.
Peter asintió. Al ver que Maxi dirigía la mirada a su esposa, se acordó de ella.
—Esta es mi esposa —afirmó en tono indiferente. Y añadió—: Se llama Lali —luego se volvió hacia la esposa:
—Este es Maxi. Y esta es Paula —señaló con la cabeza a la mujer que estaba junto al guerrero ceñudo—. Maxi y Paula son hermanos, y primos hermanos de María.
Lali había supuesto que eran hermanos pues tenían el mismo entrecejo fruncido. Pero estaba muy concentrada en la explicación de Peter para preocuparse por la grosería de los hermanos. ¿Dónde estaba María? ¿Y quién era esa Rocío que Maxi acababa de mencionar?
Peter interrumpió las cavilaciones de Lali haciendo un gesto hacia la última integrante del trío:
—Y por último, pero no menos importante, ésta es mi Belén —anunció, con un tono cargado de afecto—. Acércate, niña —le dijo—. Debes conocer a tu nueva señora.
Cuando Belén cruzó deprisa el salón, Lali comprendió que en realidad era una mujer. Belén parecía ser sólo un par de años menor que la misma Lali, pero el rostro adorable tenía una expresión aniñada. Además, irradiaba un aire de inocencia.
Belén hizo una extraña reverencia a Lali y sonrió con dulzura. Dijo con la voz de una niña pequeña:
—¿Tengo que quererla, Peter?
—Sí —respondió Peter.
—¿Por qué?
—Porque eso me complacerá.
—Entonces, la querré —repuso Belén—. Aunque sea inglesa. —La sonrisa se ensanchó, y agregó—: Te he echado de menos, milord.
Sin darle a Peter tiempo de responder, Belén corrió hacia el otro extremo de la mesa y se sentó entre Maxi y Paula.
Lali continuó largo rato observando a Belén, hasta que comprendió qué le sucedía. Era una de esas personas especiales que son infantiles toda la vida. El corazón de Lali se conmovió por Belén, y también por Peter que le manifestó tanta bondad.
—¿También Belén es hermana de Maxi? —preguntó Lali.
—No, es la hermana de María.
—¿Quien es María?
—Era mi esposa.
Peter se volvió otra vez hacia Victorio antes de que Lali pudiera hacerle otra pregunta. Atrajo la atención de la joven un grupo de criadas que entró con prisa en el salón. Al instante, el estómago de Lali comenzó a gruñir a la vista de las fuentes con comida que traían las vigorosas mujeres.

Cubrieron la mesa bandejas hechas de pan viejo, ahuecado. Frente a Lali depositaron una gran fuente con cordero. Lali trató de no dar arcadas, pero la vista y el olor de la carne le revolvieron el estómago. Lali detestaba el cordero desde una ocasión en que, siendo niña, se había descompuesto después de comer una porción de esa carne en mal estado.
Rebanadas de queso, unas amarillas, otras anaranjadas con vetas rojas, gruesas tartas rebosantes de moras purpúreas y panes redondos morenos y moteados se agregaron al menú. La cena se completaba con jarras de cerveza y botellones de agua.
Peter ignoró la conmoción que habían provocado las criadas en el salón. Cuando entró un grupo de soldados, saludó a cada hombre con un movimiento de cabeza y volvió a interrogar a Victorio.
Comenzaba a impacientarse con su segundo jefe. Pese a que Victorio respondía con respuestas escuetas y eficientes a todas las preguntas del señor, no le concedía toda su atención pues seguía contemplando a Lali, que estaba al otro lado de la mesa.
Ante la ofensa involuntaria, la voz de Peter adquirió un tono áspero. Lali miró a su esposo.
—¿Las novedades te disgustan? —preguntó, cuando logró que le prestara atención.
—Pablo ha desaparecido.
—¿Pablo?
—Uno de mis soldados —le explicó Peter—. Tiene un rango similar al de Victorio, aunque desarrolla tareas diferentes.
—¿Es tu amigo?
Peter partió en dos un trozo de pan y le ofreció una mitad a Lali, al tiempo que le respondía:
—Sí, también es un buen amigo.
—¿Quién es Rocío? —preguntó Lali—. He oído que le preguntaste a Maxi si...
—Es la esposa de Pablo.
—Pobre mujer —dijo Lali con un tono de simpatía—. Debe de estar muy afligida. ¿No es posible que Pablo simplemente se haya retrasado?
Peter movió la cabeza. No entendía por qué Lali se preocupaba tanto, ya que no conocía al hombre. Pero la simpatía de Lali lo complacía.
—No está retrasado —afirmó—. Esposa, una demora sería un insulto hacia mí. No, algo le ha sucedido.
—Debe de estar muerto, pues si no, estaría aquí —intervino Victorio, encogiéndose de hombros.
—Sí —concordó Peter.
Los otros soldados escuchaban la conversación sin perder detalle, advirtió Lali. Y también que todos ellos debían de conocer el inglés tan bien como Peter. Todos estuvieron de acuerdo con el comentario de Victorio.
—No puedes saber si está muerto —dijo Lali. Esa actitud fría le pareció bárbara—. Es cruel hablar de ese modo acerca de un amigo.
—¿Por qué? —preguntó Victorio.
Lali no hizo caso de la pregunta y, en cambio, formuló otra:
—¿Por qué no están buscándolo?
—En estos momentos, hay soldados en las colinas buscándolo —respondió Peter.
—Es probable que por la mañana encuentren su cuerpo —vaticinó Victorio.
—Victorio, no creo que seas tan indiferente como pareces, no es cierto? —preguntó Lali—. Tienes que creer que tu amigo está vivo.
—¿Por que creerlo?
—Todos deberían creerlo —afirmó Lali, recorriendo con la mirada a todos los que estaban sentados a la mesa—. Siempre hay que tener esperanzas.
Peter disimuló la sonrisa. No hacía una hora que su esposa estaba en el hogar y ya daba órdenes.
—Sería una esperanza falsa —repuso—. Y no es necesario que te muestres tan ofuscada, esposa.
Peter hizo participar a los soldados en la conversación. Todos comenzaron a hablar al mismo tiempo dando su propia opinión acerca de lo que podría haberle sucedido a Pablo. Si bien no se ponían de acuerdo con respecto al modo en que Pablo había sido asesinado, todos concordaban en una conclusión: Pablo estaba muerto.
Durante el resto de la comida, mientras cada uno daba su propia suposición Lali guardó silencio. Pronto se hizo evidente que el desaparecido era importante para todos los presentes y, aun así, no abrigaban esperanzas.
Ni Paula ni Belén hicieron ningún comentario y mantuvieron la vista fija en la comida.
Peter tocó el brazo de Lali y cuando ésta lo miró, le ofreció un trozo de cordero.
—No, gracias.
—Comerás esto.
—No.
Incrédulo, Peter alzó una ceja. Tenía la audacia de discutirle ante sus propios hombres. Era inconcebible.
Lali vio que parecía atónito y llagó a la conclusión de que no le agradaba que lo contradijeran.
—No quiero cordero, pero de todos modos te lo agradezco.
—Lo comerás —ordenó Peter—. Estás débil, y necesitas ponerte fuerte.
—Ya soy bastante fuerte —murmuró Lali—. Peter, no puedo tolerar el cordero. No lo retengo en el estómago. Hasta el olor me enferma. Pero el resto de la comida es muy bueno. No podría pasar un bocado más.
—Entonces, ve a bañarte —le indicó el esposo, y frunció el entrecejo al ver otra vez reflejada la fatiga en los ojos de Lali—. Pronto se pondrá oscuro, y con la oscuridad hará un frío que te calará hasta los huesos si no estás en la cama.
—¿También a ti se te instalará el frío en los huesos? —preguntó la muchacha.
—No —respondió Peter, sonriendo—. Los escoceses estamos hechos de una madera más fuerte.
Lali rió y ese sonido musical atrajo la atención de todos.
—Me replicas con mis propias palabras —señaló. Peter no respondió—. Peter, ¿dónde dormiré?
—Conmigo —respondió, en un tono que no dejaba lugar a discusiones.
—Pero, ¿dónde? —insistió Lali—. Peter, ¿dormiremos aquí, detrás de la mampara, o en uno de los dormitorios de arriba?
Giró para señalar el balcón y de pronto se congeló. ¡Dios era testigo de que no podía creer lo que veía y sus ojos se abrieron asombrados!
Lali, de cara a la entrada, vio que había armas por todos lados. Llenaban las paredes desde el techo hasta el suelo, a ambos lados de la entrada, Pero no era el hecho de que el esposo tuviese un arsenal completo lo que dejaba atónita a Lali... ¡sino la espada que colgaba en el centro de la pared más alejada!
Era una espada magnífica, hercúlea, que tenía incrustadas en la empuñadura grupos de piedras preciosas rojas y verdes, que parecían gruesas uvas. Contempló la espada varios minutos antes de examinar las otras armas y luego las contó. En total, había cinco espadas que pendían entre mazas, garrotes, lanzas y otras armas que no conocía,
Volvió a contar para estar segura: sí, eran cinco espadas.
Y todas pertenecían a Peter. ¡Oh, cómo debió reír cuando Lali le ofreció gastar sus chelines trabajosamente ahorrados para hacerle fabricar una! Y si bien Lali había hecho el papel de tonta, la conducta de Peter fue peor, pues le permitió hacerlo.
Estaba tan avergonzada por su propia ingenuidad que no pudo mirar al marido. Siguió contemplando la pared y dijo:
—Victorio, todas esas armas pertenecen a mi esposo, ¿no es así?

—Así es —respondió Victorio, mirando a Peter para evaluar la reacción del amigo ante el cambio en el comportamiento de su esposa. Peter advirtió que la voz de Lali temblaba y que se ruborizaba. Le pareció en gran medida extraño, pues la joven se mostró muy dócil, casi tímida durante la cena. ¡Casi no habló una palabra!
Peter observaba a su esposa pero, cuando por fin Lali se volvió hacia él, en el semblante del guerrero se instaló una amplia sonrisa.
Lali puso los brazos en jarras y tuvo la audacia de mirar a su esposo con semblante ceñudo. La transformación de la mujer asombró a Victorio. La había considerado tímida, pero cambió de opinión al ver esos ojos furiosos, de un tono violeta intenso. Lady Lanzani ya no parecía tímida sino lista para la pelea.
Era con Peter con quien estaba dispuesta a pelear. ¿Acaso no conocía el temperamento feroz de Peter? Victorio llegó a la conclusión de que, sin duda, no lo conocía, pues de lo contrario no lo habría desafiado con semejante atrevimiento.
—Victorio, en Inglaterra, lo que pertenece al esposo también es propiedad de la esposa. ¿Aquí sucede lo mismo?
Lo preguntó sin apartar la mirada de su esposo.
—Es lo mismo —respondió Victorio—. ¿Por qué lo preguntas, milady? ¿Hay algo en especial que te interese?
—Sí.
—¿Qué cosa? —preguntó Victorio.
—La espada.
—¿Una espada, milady? —preguntó Victorio.
—No, Victorio. No una espada —aclaró Lali—. La espada. La que está allá, en el centro de la pared. Quiero esa espada.
Una exclamación colectiva se elevó en el salón, y la boca de Victorio se abrió. Fijó la mirada sobre la mesa, sabiendo que todos habían oído la conversación y parecían tan perplejos como el mismo Victorio.
—Pero esa es la espada del señor —tartamudeó Victorio—. Sin duda...
La risa de Peter cortó la explicación.
—Una esposa no podría ni aun alzar esa espada —dijo—. No, una simple mujer no tendría la fuerza suficiente; más aún, una mujer incapaz de comer cordero.
Lali dejó pasar el reto durante un prolongado momento.
—¿Hay dagas que una esposa pueda levantar con su fuerza insignificante? —preguntó al fin, dirigiendo a su esposo una dulcísima sonrisa.
—Por supuesto.
—En ese caso, quizá...
—Lali, sería muy fácil arrebatar un puñal de esas manos tan pequeñas.
Lali hizo un gesto de asentimiento. A Peter lo decepcionó ganar con tanta facilidad ese juego de desafíos. Lali le hizo una inclinación y se encaminó hacia la mampara. Peter contempló el suave meneo de sus caderas hasta que advirtió que los hombres también lo observaban. Se aclaró la voz para llamarles la atención y les manifestó su disgusto.
Lali estaba ya casi fuera de la vista cuando exclamó por encima del hombro:
—A menos que estuvieras durmiendo, Peter. En esa circunstancia, mis manos pequeñas tendrían fuerza suficiente, ¿no lo crees? Te deseo felices sueños.
La risa de Peter la siguió tras la mampara.
—¿He entendido mal? —preguntó Victorio—. ¿O tu esposa acaba de amenazar con matarte?
—No has entendido mal.
—¿Aun así te ríes?
—Deja de fruncir el entrecejo —dijo Peter—. No corro peligro. Mi esposa no me haría el menor daño, pues no está en su carácter.
—Es inglesa, Peter.
—Lo comprenderás cuando la conozcas mejor.
—Es muy bella —dijo Victorio, sonriendo—. No pude menos que notarlo.
—Pude ver que lo notabas.
—Sí... bueno, pasará un tiempo hasta que me acostumbre —admitió Victorio, incómodo al saber que el señor lo había sorprendido mirando a su esposa—. Los hombres darían su vida por salvarla, Peter, pero, para ser honesto, no sé 


Continuara....................Se viene el peligro!! Recuerden NO TODO ES LO Q PARECE!

17 comentarios:

  1. Che! como nos dejas con semejante declaracion! como que se viene el peligro? noooo ajjaja espero mas! besos! Giu

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  2. Paula, maxi, belen o los tres son lo que quieren la cabeza de peter??? O de lali! Más me encanta!

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  3. Yo pienso q Belen es mala!!

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  4. masmas mas mas por favor!!

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  5. mas nove mas nove!!
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  10. ah mira te preguntan si subes otro hoy y no fui yo viste jajajajjaja...bueno ahora si conseriedad estoy de acuerdo como se te ocurre dejarnos asi q significa para ti peligro pq ya lo dije dificil es revolear con chancletas ¿no? bueno el hecho quede :O jajaja estuvo bueno

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  11. El peligro? Como? Que va a hacer Peter? Por que dijo eso Victorio? :o Quiero mas nove!

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  12. Masssssssssssssssssssssssssssssssssss

    @DaniiVasqueez

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  13. Subi otro hoy porfavor
    Esta buenasa
    Me encanta que lali no se deje intimidar por su esposa
    Recuerdan : "EL PODER DE LAS MUJERES"
    @MariaPia0598

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  14. :O haaaaaaaaaa! lo amenazo haaa jajajjaaj ++ eso si qe fue intersante! jajajjjaa masssss

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