Hola como estan?? primero q todo les quiero recomendar este blog algolaliterdistinto.blogspot.com es de @martm_15 y mio digamos porq la estoy ayudando!! la idea es recomendar noves y mucho mas! pasan y dejen su opinion porfis!!
Ahora se q prometi maraton,pero esq no puedo! aca estan mi sobrinito y mi primita q es como una hermana para mi asi q estoy con ellos jaja pero si firman subo otro cap para recompesar q dicen? bssss
Capitulo 18
—Que...
que esté débil —tartamudeó.
—Lali, sé
que anoche te lastimé.
A Lali no
le pareció que estuviese muy arrepentido. A decir verdad, más bien parecía
arrogante.
—Sí, me
lastimaste —murmuró—. Y estoy irritada. ¿Acaso hay más preguntas íntimas que
desees formularme?
Peter le
apretó la barbilla obligándolo a mirarlo otra vez, inclinó la cabeza y le rozó
los labios con la boca. Fue un beso tan tierno que Lali se relajó y se le
llenaron los ojos de lágrimas. Tal vez le brindara la palabra cariñosa que Lali
necesitaba con tanta desesperación.
—Si se me
ocurre alguna, te lo diré —afirmó, para luego soltarla.
—¿Si se te
ocurre qué cosa?
Una piedra
podía retener más tiempo a las moscas de lo que Lali podía retener un
pensamiento.
—Cualquier
otra pregunta íntima —le aclaró Peter.
Lali se
quedó inmóvil mientras Peter saltaba sobre la montura.
—Vamos, Lali.
Es hora de cabalgar.
—¿Y Nicolás
y Eugenia? ¿No tendríamos que esperarlos?
—Se han
marchado hace dos horas —respondió Peter.
—¿Se han
ido sin nosotros? —preguntó Lali con tono incrédulo.
—Sí.
—¿Por qué
no me despertaste?
Peter no
dejó de sonreír, pues la esposa estaba enfurruñada. Ya se le habían soltado
algunos rizos de la trenza y las hebras flotaban en torno de su rostro y sobre
la nuca esbelta.
Estaba
adorable.
—Necesitabas
dormir —le dijo Peter, con tono súbitamente gruñón.
—Ni
siquiera dijeron adiós —dijo Lali—. Me parece una grosería, ¿no crees, Peter?
—Se acercó a Fuego Fatuo, le dijo unas palabras cariñosas, le dio una palmadita
y montó. Hizo una mueca por el dolor que ese movimiento le provocaba—.
¿Trataremos de alcanzarlos?
Peter
movió la cabeza.
—A estas
alturas deben de haber tomado ya la ruta hacia el norte.
Lali no
pudo ocultar la decepción.
—¿Cuánto
tiempo tendremos que cabalgar para llegar a tu hogar?
—Tres días
más.
—¿Tres
días? —Otra vez estaba enfurruñada.
—Tres, si
marchamos a buen paso, esposa.
—¿En
dirección opuesta a la de mi hermana?
Antes de
que Peter pudiese responder, Lali murmuró:
—Nunca
volveré a ver a mi hermana, ¿verdad?
—Lali, no
estés tan abatida. El hogar de Eugenia está a una hora a caballo del nuestro.
Podrás verla cuantas veces quieras.
Esa
explicación fue incomprensible para Lali.
—Dices que
tendremos que andar tres días en dirección contraria, pero que Eugenia estará a
una hora de tu casa. No entiendo, Peter. Recuerdas dónde vives, ¿no es cierto?
—Nicolás
tiene clanes amigos y tiene que pasar por sus tierras, del mismo modo que
existen clanes amigos míos, Lali. Yo también tengo que detenerme a saludar en
mi función de señor del clan Lanzani.
—¿Por qué
no podíamos viajar los cuatro...?
—También
existen clanes que darían cualquier cosa por verme muerto.
“Eso sí
puedo entenderlo”, pensó Lali. “Si Peter es tan impaciente con los clanes como
lo es ahora conmigo, sin duda tendrá muchos enemigos.”
—¿Nicolás
es amigo de algunos de tus enemigos? —preguntó.
Peter
asintió.
—¿Entonces,
por qué lo consideras tu amigo? Si es leal a ti, tus enemigos tendrían que ser
los de Nicolás también.
Peter se
rindió. Sabía que aún no entendía.
—Peter,
¿tenemos muchos enemigos?
—¿Nosotros?
—Te
recuerdo que ahora soy tu esposa —respondió Lali—. Por eso, tus enemigos son
míos también, ¿no?
—Sí.
—¿Por qué
sonríes? ¿Acaso te agrada tener muchos enemigos?
—Sonrío
porque acabo de comprender que tienes rasgos de verdadera escocesa —respondió—
Eso me complace..
Lali le
dirigió una sonrisa esplendorosa y de inmediato Peter comprendió que su esposa
tenía cierta inclinación a la travesura. Ya había notado que cuando le
brillaban los ojos de ese modo era porque le iba a dar alguna réplica
ingeniosa.
Y no se
desilusionó.
—Peter,
nunca seré escocesa. Pero tú, mi señor, tienes rasgos de un auténtico barón
inglés. Y eso me complace.
Aunque eso
significaba un verdadero insulto, Peter rió y sacudió la cabeza ante el
comentario de Lali y ante su propia reacción.
—Lali,
recuerda esta conversación. Algún día, muy pronto, descubrirás lo equivocado de
tus ideas.
—¿De todas
mis ideas, Peter? —Lo miró ceñuda, y agregó—: Creo que comienzo a entender por qué
tenemos tantos enemigos.
Dio fin a
la conversación espoleando a Fuego Fatuo para que galopara, y con toda
premeditación tomó la delantera.
Cuando Peter
la llamó, no le hizo caso, decidida a obligar a Peter a que ese día marchara
detrás. ¡Que él se ahogara con el polvo que levantaba el caballo de delante!
De pronto,
Peter estuvo junto a ella. Tomó las riendas de Fuego Fatuo sin decirle una
palabra, hizo girar al animal de Lali y le arrojó otra vez las riendas.
—¿Bien?
—preguntó Lali.
—Ibas en
dirección equivocada —le dijo Peter, obviamente exasperado—. Claro, a menos que
estés pensando en regresar a Inglaterra.
—No
pensaba semejante cosa.
—Eso
significa que tu sentido de dirección es otro...
—Un simple
error, Peter —arguyó Lali—. Tengo un excelente sentido de la orientación.
—¿Has
estado en muchos sitios para probar esa teoría?
—No. Y
mientras me miras con el entrecejo fruncido, te haré otra pregunta. ¿Anoche
quedaste satisfecho conmigo?
Peter
pareció a punto de reír y Lali pensó que si lo hacía lo mataría.
—¿Y bien?
¿Fui buena en eso? ¡Y no te atrevas a pedirme que te explique la pregunta!
Sabes muy bien a qué me refiero.
Si le
decía que no era nada buena, se moriría. Estaba tan nerviosa que sus manos
apretaban con fuerza las riendas, dejándole marcas en las palmas, y debía de
estar furiosa consigo misma por haberle hecho esa pregunta.
—Mejorarás.
Peter
sabía bien qué decirle para encolerizarla y Lali supo que debía de tener fuego
en los ojos cuando lo miró.
Peter le
sonreía. La ternura en los ojos del esposo le demostró a Lali que sabía que la
cuestión era muy seria para ella.
—¿Mejoraré?
—dijo con voz estrangulada—. ¿Por qué...?
—Lali,
cuando lleguemos a casa practicaremos todas las noches hasta que te salga bien.
Tras esa
promesa, espoleó al caballo hacia adelante. Lali no supo cómo tomar esa
increíble afirmación. Pensó que la había insultado, pero por el modo en que la
miraba cuando le decía que practicarían, creyó que estaba ansioso de hacerlo.
De
cualquier modo que lo considerara, siempre llegaba a la misma conclusión: Peter
Lanzani tenía tanta compasión como una cabra.
Sin
embargo, tenía que concederle algo: fue muy considerado en dejarla dormir hasta
bien pasado el amanecer. Necesitaba ese sueño adicional y, aunque culpaba a Peter
por haberle quitado todas las energías la noche anterior, admitía que le
demostró cierta piedad.
Quizás, a
fin de cuentas no fuese un caso perdido por completo.
Al caer la
tarde, Lali cambió de opinión acerca de él. Habían cabalgado a través de los
bosques casi toda la mañana, deteniéndose sólo una vez para refrescarse en un
río. Peter casi no le dirigió una palabra amable. Parecía sumido en sus propios
pensamientos. En varias ocasiones Lali intentó entablar conversación, pero Peter
ignoró sus preguntas con una rudeza que le pareció desconcertante. De pie sobre
la orilla cubierta de hierbas, con las manos sujetas a la espalda, Lali supuso
que estaba impaciente por reanudar el viaje.
—¿Estás
esperando para que descansen los caballos, o yo? —dijo, cuando ya no pudo
soportar un minuto más de silencio.
—Los
caballos ya están listos —respondió Peter sin mirarla.
Por un
momento, Lali jugó con la idea de arrojarlo al río, pero luego desistió. Si se
hundía, estaría furioso y la joven ya tenía bastante de qué preocuparse con sus
propios dolores. Si tenía que escucharlo despotricar todo el día se tornaría
más amargo aún.
Lali se
acomodó otra vez sobre el lomo de Fuego Fatuo y luego dijo:
—Ya estoy
lista. Gracias por detenerte.
—Tú lo
pediste. —El tono sorprendido de Peter abatió a Lali.
—¿Tendré
que pedirlo?
—Por
supuesto.
¡Bueno,
podría haber mencionado esa extraña regla mucho antes!
—¿Siempre
accederás a mis deseos, Peter?
Giró sobre
la montura antes de contestarle:
—Siempre
que sea posible.
Los
caballos estaban tan juntos que la pierna de Peter se rozaba contra la de Lali.
—¿Y por
qué no te detuviste anoche cuando yo te lo pedí?
Peter la
tomó por la nuca y la acercó hacia él. Lali se aferró a la montura tratando de
conservar el equilibrio. Peter esperó a que lo mirase y atrapó su mirada.
—No
querías que lo hiciera. —Le sonrió.
—¡Es la
más arrogante...!
La besó
para hacerla callar. Sólo quería recordarle quién era el señor y quién la
esclava, pero los labios tan suaves de Lali bajo los propios le recordaron lo
bien que sabía. Barrió el interior de la boca de Lali con la lengua y luego la
apartó. La muchacha parecía por completo embelesada. Le apoyó la mano en la
mejilla en una caricia suave como una mariposa. Peter supo que no se daba
cuenta de que estaba acariciándolo.
—Lali, he
dicho que accedería a tus deseos siempre que fuese posible. Anoche no podía
detenerme.
—¿De
verdad?
Si seguía
haciéndolo repetir cada palabra, Peter se volvería loco. No le ocultó la
irritación.
—Esta vez,
puedes seguir adelante —le dijo, con intenciones de hacerla regresar al
presente.
Lali
asintió. Guió a Fuego Fatuo delante del caballo de Peter y estaba pasando por
debajo de una rama gruesa que le obstruía el camino cuando Peter apareció a su
lado. En cuanto el esposo tomó las riendas, Lali comprendió el error.
Peter no
se refirió a la lamentable equivocación, y Lali tampoco.
Pararon al
anochecer en el centro de una amplia pradera. Peter se acercó para sujetar a
Fuego Fatuo de las riendas. Los caballos ya estaban juntos, pero aun así Peter
no soltó las correas. Con rostro impasible, tenía la vista fija adelante.
—¿Algún
peligro, Peter? —dijo Lali sin poder ocultar la aflicción.
Peter
movió la cabeza. Si hubiese peligro, ¿estaría parado en medio de una extensión
abierta? La pregunta le pareció absurda, pero recordó que Lali no conocía las
costumbres de lucha de los hombres.
Lali pensó
en estirar un poco las piernas, pero cuando comenzó a desmontar, Peter la
detuvo, apoyándole la mano en el muslo sin la menor delicadeza.
Lali captó
de inmediato el mensaje silencioso, pero no comprendió la conducta de su
esposo. Apoyó las manos sobre la montura y esperó a que Peter le explicara lo
que estaba haciendo.
A través
del bosque, desde lejos, llegó un silbido apagado. De súbito, los árboles
parecieron cobrar vida cuando unos hombres con mantos castaños y amarillos
comenzaron a caminar hacia ellos.
Lali no
supo que apretaba la pierna de Peter hasta que este le cubrió la mano con la
propia.
—Son
aliados, Lali.
Al
instante, Lali lo soltó, irguió la espalda y volvió a juntar las manos sobre el
regazo.
—Ya lo
adiviné —dijo.
Claro que
era una mentira, y la empeoró al decir:
—Aun a la
distancia puedo verlos sonreír.
—Ni un
águila podría verles los rostros desde esta distancia —respondió Peter en tono
seco.
—Los
ingleses tenemos una visión perfecta. —Por fin, Peter se volvió hacia ella.
—¿Burlándote
de mí, esposa?
—¿Qué
crees?
—Sí, estás
burlándote —dijo Peter—. Ya lo sé todo acerca del sentido inglés del humor.
—¿Qué es
lo que sabes?
—Que
carecéis de él.
—Eso no es
cierto —arguyó Lali—. Yo tengo un maravilloso sentido del humor. —Tras tan
enfática afirmación, Lali se volvió.
—¿Lali?
—¿Si, Peter?
—Cuando se
acerquen a nosotros, dirige tu mirada hacia mí. No mires a nadie más,
¿entiendes?
—¿No
quieres que mire a ninguno de ellos?
—Correcto.
—¿Por qué?
—No
preguntes por mis motivos, esposa —dijo, en voz tan punzante como la del
viento.
—¿No podré
hablarles?
—No.
—Pensarán
que soy descortés.
—Pensarán
que eres sumisa.
—No lo
soy.
—Lo serás.
Lali
sintió que le ardía el rostro. Miró ceñuda a Peter, pero fue en vano pues él
miraba otra vez hacia adelante ignorándola.
—Peter,
quizá tendría que apearme y arrodillarme a tus pies. Así, tus aliados sabrían
que tienes una esposa verdaderamente sumisa —dijo, sin importarle que la voz le
temblara de rabia—. ¿Y bien, milord?
—La idea
tiene su mérito —respondió Peter.
No parecía
estar bromeando. Lali quedó demasiado perpleja con el comentario para
responderle.
Pero no
dejaría ver su enfado ante extraños, por más furiosa que estuviese con su
esposo. ¡Oh, haría el papel de esposa obediente, hasta que Peter y ella
estuvieran solos otra vez! Entonces, le haría arder las orejas.
Cuando por
fin los aliados llegaron junto a ellos, Lali mantuvo la mirada fija en el
perfil rudo del esposo. Necesitó apelar a toda su concentración para mantener
una expresión impasible. Sencillamente, pedirle serenidad era demasiado.
En ningún
momento Peter miró a su esposa. La conversación se desarrolló en gaélico. Lali
entendía casi todas las palabras aunque el dialecto era un poco diferente del
de las Tierras Bajas que le había enseñado Beak.
El hecho
de que Peter no supiera que Lali conocía bien su idioma, le dio a la muchacha
una satisfacción perversa. En ese momento resolvió que jamás se lo diría.
Escuchó
que rechazaba los ofrecimientos de bebida, comida y refugio. En ese instante,
sus modales inflexibles eran los de un guerrero poderoso, y cuando concluyeron
los ofrecimientos y los rechazos, pasaron a informarle de los últimos sucesos
acaecidos en los clanes.
Lali sabía
que la observaban y trató de conservar una expresión tranquila. Desesperada,
ofreció al Creador un mes de misas diarias si la ayudaba a sobrellevar esta
prueba humillante.
La súbita
comprensión de que Peter se avergonzaba de ella le provocó deseos de llorar.
Pero la autocompasión sólo duró un par de minutos para después ponerse furiosa.
¿Cómo se atrevía a avergonzarse de ella? Lali sabía que no era la más bella,
pero tampoco era un monstruo. Una vez, su padre hasta la había llamado
“hermosa”. Claro que el padre tenía obligación de brindarle elogios; después de
todo, ella era la hija menor, y la opinión de él era parcial. Aun así, Lali
nunca vio que la gente se diese la vuelta por temor a devolver la cena.
Cuando Peter
se volvió y sujetó las riendas de Fuego Fatuo, Lali prestó otra vez oídos a la
conversación y oyó que uno de los aliados preguntaba quién era ella.
—Mi
esposa.
No hubo
ningún matiz de orgullo en la voz de Peter. ¡A decir verdad, podría estar
refiriéndose a su perro! “No”, pensó Lali, “sin duda el perro significa más
para él.”
Lali pensó
que tampoco titubeó al decirlo, afanosa por encontrar algo positivo en la
actitud de él. Peter iba a hacer avanzar el caballo a través del grupo de
guerreros, cuando otro de los aliados preguntó:
—¿Cómo se
llama, Lanzani?
Peter se
tomó bastante tiempo para responder. Paseó la mirada por el grupo de hombres
con una expresión en los ojos que hizo estremecer a Lali. Su rostro parecía
tallado en piedra.
Y por fin,
respondió. La voz de Peter, fría como aguanieve, sonó como un grito de batalla:
—Mía.
ASIQUE SE LLAMA MIA AJJAJ O MIA LO DECIA PORQUE ES SUYA JAJA! ME ENCANTO EL CAPITULO, PETER NO CREO QUE LA CONSIDERE SUMISA.. ESO ES LO QUE EL QUIERE CREER AJJA!BUENO ESPERO MAS Y QUE ESTOS CLANES AMIGOS/ENEMIGOS NO HAGAN DAÑO! ESPERO EL PROX! BESOS!GIU
ResponderEliminarQuiero otro cap. por favor! ¿Mia? -_- ¡Pobre Lali! ):
ResponderEliminarpobreee peter que quiere que quiere demostrar que lali es sumisa jajajaja
ResponderEliminarsube mas :D
WUACK odie el final gracias a dios avanzamos pq yo no seria capaz de vivir en semejante situación Peter esta loco jajajaja y me gusto la parte de las preguntas Ah y gracias por la promojajajja
ResponderEliminarmas noveeeeeee
ResponderEliminarOtroo mas
ResponderEliminarSube otro pliss
ResponderEliminarMe encanta tu nove es la mejor
ResponderEliminarEs una adaptacion? O tu la escribiste?
ResponderEliminarSubiras otro mas? O ya no?
ResponderEliminarA no a negar al nombrea a otra.... Esto me suenaa problema
ResponderEliminarQue nombre tan peculiar!! me encanta más!
ResponderEliminarSubiras otro cap? Subelo por favor!
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