viernes, 18 de enero de 2013

Capitulo 18


Hola como estan?? primero q todo les quiero recomendar este blog  es de @martm_15 y mio digamos porq la estoy ayudando!! la idea es recomendar noves y mucho mas! pasan y dejen su opinion porfis!!

Ahora se q prometi maraton,pero esq no puedo! aca estan mi sobrinito y mi primita q es como una hermana para mi asi q estoy con ellos jaja pero si firman subo otro cap para recompesar q dicen? bssss

Capitulo 18
—Que... que esté débil —tartamudeó.
—Lali, sé que anoche te lastimé.
A Lali no le pareció que estuviese muy arrepentido. A decir verdad, más bien parecía arrogante.
—Sí, me lastimaste —murmuró—. Y estoy irritada. ¿Acaso hay más preguntas íntimas que desees formularme?
Peter le apretó la barbilla obligándolo a mirarlo otra vez, inclinó la cabeza y le rozó los labios con la boca. Fue un beso tan tierno que Lali se relajó y se le llenaron los ojos de lágrimas. Tal vez le brindara la palabra cariñosa que Lali necesitaba con tanta desesperación.
—Si se me ocurre alguna, te lo diré —afirmó, para luego soltarla.
—¿Si se te ocurre qué cosa?
Una piedra podía retener más tiempo a las moscas de lo que Lali podía retener un pensamiento.
—Cualquier otra pregunta íntima —le aclaró Peter.
Lali se quedó inmóvil mientras Peter saltaba sobre la montura.
—Vamos, Lali. Es hora de cabalgar.
—¿Y Nicolás y Eugenia? ¿No tendríamos que esperarlos?
—Se han marchado hace dos horas —respondió Peter.
—¿Se han ido sin nosotros? —preguntó Lali con tono incrédulo.
—Sí.
—¿Por qué no me despertaste?
Peter no dejó de sonreír, pues la esposa estaba enfurruñada. Ya se le habían soltado algunos rizos de la trenza y las hebras flotaban en torno de su rostro y sobre la nuca esbelta.
Estaba adorable.
—Necesitabas dormir —le dijo Peter, con tono súbitamente gruñón.
—Ni siquiera dijeron adiós —dijo Lali—. Me parece una grosería, ¿no crees, Peter? —Se acercó a Fuego Fatuo, le dijo unas palabras cariñosas, le dio una palmadita y montó. Hizo una mueca por el dolor que ese movimiento le provocaba—. ¿Trataremos de alcanzarlos?
Peter movió la cabeza.
—A estas alturas deben de haber tomado ya la ruta hacia el norte.
Lali no pudo ocultar la decepción.
—¿Cuánto tiempo tendremos que cabalgar para llegar a tu hogar?
—Tres días más.
—¿Tres días? —Otra vez estaba enfurruñada.
—Tres, si marchamos a buen paso, esposa.
—¿En dirección opuesta a la de mi hermana?
Antes de que Peter pudiese responder, Lali murmuró:
—Nunca volveré a ver a mi hermana, ¿verdad?
—Lali, no estés tan abatida. El hogar de Eugenia está a una hora a caballo del nuestro. Podrás verla cuantas veces quieras.
Esa explicación fue incomprensible para Lali.
—Dices que tendremos que andar tres días en dirección contraria, pero que Eugenia estará a una hora de tu casa. No entiendo, Peter. Recuerdas dónde vives, ¿no es cierto?
—Nicolás tiene clanes amigos y tiene que pasar por sus tierras, del mismo modo que existen clanes amigos míos, Lali. Yo también tengo que detenerme a saludar en mi función de señor del clan Lanzani.
—¿Por qué no podíamos viajar los cuatro...?
—También existen clanes que darían cualquier cosa por verme muerto.
“Eso sí puedo entenderlo”, pensó Lali. “Si Peter es tan impaciente con los clanes como lo es ahora conmigo, sin duda tendrá muchos enemigos.”
—¿Nicolás es amigo de algunos de tus enemigos? —preguntó.
Peter asintió.
—¿Entonces, por qué lo consideras tu amigo? Si es leal a ti, tus enemigos tendrían que ser los de Nicolás también.
Peter se rindió. Sabía que aún no entendía.
—Peter, ¿tenemos muchos enemigos?
—¿Nosotros?
—Te recuerdo que ahora soy tu esposa —respondió Lali—. Por eso, tus enemigos son míos también, ¿no?
—Sí.
—¿Por qué sonríes? ¿Acaso te agrada tener muchos enemigos?
—Sonrío porque acabo de comprender que tienes rasgos de verdadera escocesa —respondió— Eso me complace..
Lali le dirigió una sonrisa esplendorosa y de inmediato Peter comprendió que su esposa tenía cierta inclinación a la travesura. Ya había notado que cuando le brillaban los ojos de ese modo era porque le iba a dar alguna réplica ingeniosa.
Y no se desilusionó.
—Peter, nunca seré escocesa. Pero tú, mi señor, tienes rasgos de un auténtico barón inglés. Y eso me complace.
Aunque eso significaba un verdadero insulto, Peter rió y sacudió la cabeza ante el comentario de Lali y ante su propia reacción.
—Lali, recuerda esta conversación. Algún día, muy pronto, descubrirás lo equivocado de tus ideas.
—¿De todas mis ideas, Peter? —Lo miró ceñuda, y agregó—: Creo que comienzo a entender por qué tenemos tantos enemigos.
Dio fin a la conversación espoleando a Fuego Fatuo para que galopara, y con toda premeditación tomó la delantera.
Cuando Peter la llamó, no le hizo caso, decidida a obligar a Peter a que ese día marchara detrás. ¡Que él se ahogara con el polvo que levantaba el caballo de delante!
De pronto, Peter estuvo junto a ella. Tomó las riendas de Fuego Fatuo sin decirle una palabra, hizo girar al animal de Lali y le arrojó otra vez las riendas.
—¿Bien? —preguntó Lali.
—Ibas en dirección equivocada —le dijo Peter, obviamente exasperado—. Claro, a menos que estés pensando en regresar a Inglaterra.
—No pensaba semejante cosa.
—Eso significa que tu sentido de dirección es otro...
—Un simple error, Peter —arguyó Lali—. Tengo un excelente sentido de la orientación.
—¿Has estado en muchos sitios para probar esa teoría?
—No. Y mientras me miras con el entrecejo fruncido, te haré otra pregunta. ¿Anoche quedaste satisfecho conmigo?
Peter pareció a punto de reír y Lali pensó que si lo hacía lo mataría.
—¿Y bien? ¿Fui buena en eso? ¡Y no te atrevas a pedirme que te explique la pregunta! Sabes muy bien a qué me refiero.
Si le decía que no era nada buena, se moriría. Estaba tan nerviosa que sus manos apretaban con fuerza las riendas, dejándole marcas en las palmas, y debía de estar furiosa consigo misma por haberle hecho esa pregunta.
—Mejorarás.
Peter sabía bien qué decirle para encolerizarla y Lali supo que debía de tener fuego en los ojos cuando lo miró.
Peter le sonreía. La ternura en los ojos del esposo le demostró a Lali que sabía que la cuestión era muy seria para ella.
—¿Mejoraré? —dijo con voz estrangulada—. ¿Por qué...?
—Lali, cuando lleguemos a casa practicaremos todas las noches hasta que te salga bien.
Tras esa promesa, espoleó al caballo hacia adelante. Lali no supo cómo tomar esa increíble afirmación. Pensó que la había insultado, pero por el modo en que la miraba cuando le decía que practicarían, creyó que estaba ansioso de hacerlo.
De cualquier modo que lo considerara, siempre llegaba a la misma conclusión: Peter Lanzani tenía tanta compasión como una cabra.
Sin embargo, tenía que concederle algo: fue muy considerado en dejarla dormir hasta bien pasado el amanecer. Necesitaba ese sueño adicional y, aunque culpaba a Peter por haberle quitado todas las energías la noche anterior, admitía que le demostró cierta piedad.
Quizás, a fin de cuentas no fuese un caso perdido por completo.
Al caer la tarde, Lali cambió de opinión acerca de él. Habían cabalgado a través de los bosques casi toda la mañana, deteniéndose sólo una vez para refrescarse en un río. Peter casi no le dirigió una palabra amable. Parecía sumido en sus propios pensamientos. En varias ocasiones Lali intentó entablar conversación, pero Peter ignoró sus preguntas con una rudeza que le pareció desconcertante. De pie sobre la orilla cubierta de hierbas, con las manos sujetas a la espalda, Lali supuso que estaba impaciente por reanudar el viaje.

—¿Estás esperando para que descansen los caballos, o yo? —dijo, cuando ya no pudo soportar un minuto más de silencio.
—Los caballos ya están listos —respondió Peter sin mirarla.
Por un momento, Lali jugó con la idea de arrojarlo al río, pero luego desistió. Si se hundía, estaría furioso y la joven ya tenía bastante de qué preocuparse con sus propios dolores. Si tenía que escucharlo despotricar todo el día se tornaría más amargo aún.
Lali se acomodó otra vez sobre el lomo de Fuego Fatuo y luego dijo:
—Ya estoy lista. Gracias por detenerte.
—Tú lo pediste. —El tono sorprendido de Peter abatió a Lali.
—¿Tendré que pedirlo?
—Por supuesto.
¡Bueno, podría haber mencionado esa extraña regla mucho antes!
—¿Siempre accederás a mis deseos, Peter?
Giró sobre la montura antes de contestarle:
—Siempre que sea posible.
Los caballos estaban tan juntos que la pierna de Peter se rozaba contra la de Lali.
—¿Y por qué no te detuviste anoche cuando yo te lo pedí?
Peter la tomó por la nuca y la acercó hacia él. Lali se aferró a la montura tratando de conservar el equilibrio. Peter esperó a que lo mirase y atrapó su mirada.
—No querías que lo hiciera. —Le sonrió.
—¡Es la más arrogante...!
La besó para hacerla callar. Sólo quería recordarle quién era el señor y quién la esclava, pero los labios tan suaves de Lali bajo los propios le recordaron lo bien que sabía. Barrió el interior de la boca de Lali con la lengua y luego la apartó. La muchacha parecía por completo embelesada. Le apoyó la mano en la mejilla en una caricia suave como una mariposa. Peter supo que no se daba cuenta de que estaba acariciándolo.
—Lali, he dicho que accedería a tus deseos siempre que fuese posible. Anoche no podía detenerme.
—¿De verdad?
Si seguía haciéndolo repetir cada palabra, Peter se volvería loco. No le ocultó la irritación.
—Esta vez, puedes seguir adelante —le dijo, con intenciones de hacerla regresar al presente.
Lali asintió. Guió a Fuego Fatuo delante del caballo de Peter y estaba pasando por debajo de una rama gruesa que le obstruía el camino cuando Peter apareció a su lado. En cuanto el esposo tomó las riendas, Lali comprendió el error.
Peter no se refirió a la lamentable equivocación, y Lali tampoco.
Pararon al anochecer en el centro de una amplia pradera. Peter se acercó para sujetar a Fuego Fatuo de las riendas. Los caballos ya estaban juntos, pero aun así Peter no soltó las correas. Con rostro impasible, tenía la vista fija adelante.
—¿Algún peligro, Peter? —dijo Lali sin poder ocultar la aflicción.
Peter movió la cabeza. Si hubiese peligro, ¿estaría parado en medio de una extensión abierta? La pregunta le pareció absurda, pero recordó que Lali no conocía las costumbres de lucha de los hombres.
Lali pensó en estirar un poco las piernas, pero cuando comenzó a desmontar, Peter la detuvo, apoyándole la mano en el muslo sin la menor delicadeza.
Lali captó de inmediato el mensaje silencioso, pero no comprendió la conducta de su esposo. Apoyó las manos sobre la montura y esperó a que Peter le explicara lo que estaba haciendo.
A través del bosque, desde lejos, llegó un silbido apagado. De súbito, los árboles parecieron cobrar vida cuando unos hombres con mantos castaños y amarillos comenzaron a caminar hacia ellos.
Lali no supo que apretaba la pierna de Peter hasta que este le cubrió la mano con la propia.
—Son aliados, Lali.
Al instante, Lali lo soltó, irguió la espalda y volvió a juntar las manos sobre el regazo.
—Ya lo adiviné —dijo.
Claro que era una mentira, y la empeoró al decir:
—Aun a la distancia puedo verlos sonreír.
—Ni un águila podría verles los rostros desde esta distancia —respondió Peter en tono seco.
—Los ingleses tenemos una visión perfecta. —Por fin, Peter se volvió hacia ella.
—¿Burlándote de mí, esposa?
—¿Qué crees?
—Sí, estás burlándote —dijo Peter—. Ya lo sé todo acerca del sentido inglés del humor.
—¿Qué es lo que sabes?
—Que carecéis de él.
—Eso no es cierto —arguyó Lali—. Yo tengo un maravilloso sentido del humor. —Tras tan enfática afirmación, Lali se volvió.
—¿Lali?
—¿Si, Peter?
—Cuando se acerquen a nosotros, dirige tu mirada hacia mí. No mires a nadie más, ¿entiendes?
—¿No quieres que mire a ninguno de ellos?
—Correcto.
—¿Por qué?
—No preguntes por mis motivos, esposa —dijo, en voz tan punzante como la del viento.
—¿No podré hablarles?
—No.
—Pensarán que soy descortés.
—Pensarán que eres sumisa.
—No lo soy.
—Lo serás.
Lali sintió que le ardía el rostro. Miró ceñuda a Peter, pero fue en vano pues él miraba otra vez hacia adelante ignorándola.
—Peter, quizá tendría que apearme y arrodillarme a tus pies. Así, tus aliados sabrían que tienes una esposa verdaderamente sumisa —dijo, sin importarle que la voz le temblara de rabia—. ¿Y bien, milord?
—La idea tiene su mérito —respondió Peter.
No parecía estar bromeando. Lali quedó demasiado perpleja con el comentario para responderle.
Pero no dejaría ver su enfado ante extraños, por más furiosa que estuviese con su esposo. ¡Oh, haría el papel de esposa obediente, hasta que Peter y ella estuvieran solos otra vez! Entonces, le haría arder las orejas.
Cuando por fin los aliados llegaron junto a ellos, Lali mantuvo la mirada fija en el perfil rudo del esposo. Necesitó apelar a toda su concentración para mantener una expresión impasible. Sencillamente, pedirle serenidad era demasiado.
En ningún momento Peter miró a su esposa. La conversación se desarrolló en gaélico. Lali entendía casi todas las palabras aunque el dialecto era un poco diferente del de las Tierras Bajas que le había enseñado Beak.
El hecho de que Peter no supiera que Lali conocía bien su idioma, le dio a la muchacha una satisfacción perversa. En ese momento resolvió que jamás se lo diría.
Escuchó que rechazaba los ofrecimientos de bebida, comida y refugio. En ese instante, sus modales inflexibles eran los de un guerrero poderoso, y cuando concluyeron los ofrecimientos y los rechazos, pasaron a informarle de los últimos sucesos acaecidos en los clanes.

Lali sabía que la observaban y trató de conservar una expresión tranquila. Desesperada, ofreció al Creador un mes de misas diarias si la ayudaba a sobrellevar esta prueba humillante.
La súbita comprensión de que Peter se avergonzaba de ella le provocó deseos de llorar. Pero la autocompasión sólo duró un par de minutos para después ponerse furiosa. ¿Cómo se atrevía a avergonzarse de ella? Lali sabía que no era la más bella, pero tampoco era un monstruo. Una vez, su padre hasta la había llamado “hermosa”. Claro que el padre tenía obligación de brindarle elogios; después de todo, ella era la hija menor, y la opinión de él era parcial. Aun así, Lali nunca vio que la gente se diese la vuelta por temor a devolver la cena.
Cuando Peter se volvió y sujetó las riendas de Fuego Fatuo, Lali prestó otra vez oídos a la conversación y oyó que uno de los aliados preguntaba quién era ella.
—Mi esposa.
No hubo ningún matiz de orgullo en la voz de Peter. ¡A decir verdad, podría estar refiriéndose a su perro! “No”, pensó Lali, “sin duda el perro significa más para él.”
Lali pensó que tampoco titubeó al decirlo, afanosa por encontrar algo positivo en la actitud de él. Peter iba a hacer avanzar el caballo a través del grupo de guerreros, cuando otro de los aliados preguntó:
—¿Cómo se llama, Lanzani?

Peter se tomó bastante tiempo para responder. Paseó la mirada por el grupo de hombres con una expresión en los ojos que hizo estremecer a Lali. Su rostro parecía tallado en piedra.
Y por fin, respondió. La voz de Peter, fría como aguanieve, sonó como un grito de batalla:
—Mía.

13 comentarios:

  1. ASIQUE SE LLAMA MIA AJJAJ O MIA LO DECIA PORQUE ES SUYA JAJA! ME ENCANTO EL CAPITULO, PETER NO CREO QUE LA CONSIDERE SUMISA.. ESO ES LO QUE EL QUIERE CREER AJJA!BUENO ESPERO MAS Y QUE ESTOS CLANES AMIGOS/ENEMIGOS NO HAGAN DAÑO! ESPERO EL PROX! BESOS!GIU

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  2. Quiero otro cap. por favor! ¿Mia? -_- ¡Pobre Lali! ):

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  3. pobreee peter que quiere que quiere demostrar que lali es sumisa jajajaja

    sube mas :D

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  4. WUACK odie el final gracias a dios avanzamos pq yo no seria capaz de vivir en semejante situación Peter esta loco jajajaja y me gusto la parte de las preguntas Ah y gracias por la promojajajja

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  5. Me encanta tu nove es la mejor

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  6. Es una adaptacion? O tu la escribiste?

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  7. Subiras otro mas? O ya no?

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  8. A no a negar al nombrea a otra.... Esto me suenaa problema

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  9. Que nombre tan peculiar!! me encanta más!

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  10. Subiras otro cap? Subelo por favor!

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