lunes, 6 de agosto de 2012

Cap 7 "Atrapada en su chantaje"


Capítulo 7



—No, quédate quieta—le dijo él en un susurro. Pero la arritmia de su corazón tatuó un dibujo de pánico contra sus costillas. Lali trató de respirar y se dio la vuelta, mirándolo fijamente.

—Pensaba que…

Él sofocó sus palabras con un beso.

—Vamos a recuperar nuestra noche de bodas, amare, y lo haremos muy despacio, tanto que olvidarás tener miedo.

Lali hubiera querido decir que no tenía miedo, pero no podía. La mano que reposaba sobre su vientre le despertaba todos los sentidos. Él estaba completamente desnudo y la potencia de su miembro erecto le presionaba el muslo.

Cerró los ojos y entreabrió los labios. Él suspiró y aceptó la invitación, hundiendo la lengua en su boca con pasión. Ella levantó las manos y se aferró a él. Le clavó las uñas en la piel y sintió el impulso de arquear la espalda contra la mano que le acariciaba el vientre.

Como si aquel movimiento desatara algo en él, Peter deslizó la mano más abajo, recorriendo sus caderas, sus muslos, el borde del camisón… En una rápida maniobra se lo levantó hasta el cuello y se lo quitó hábilmente. Entonces volvió a besarla con avidez y le acarició los muslos, el suave contorno de la cadera, la cintura… Cuando ella le susurró algo al oído, él se incorporó y miró el trazo que seguían sus dedos sobre su inmaculado pecho.

Lali cerró los ojos cuando sintió el posesivo recorrido de aquella mano y se preparó para la embestida de placer que sus caricias y masajes provocaban. Él apretó el henchido pezón con la punta del dedo pulgar y ella se estremeció de vergüenza.

Él, sin embargo, no se cohibía. Usaba sus largos dedos para moldear aquellos capullos de rosa antes de llevárselos a los labios. Una punzada caliente atravesó uno de los pezones de la joven y dibujó un rastro incandescente hasta su entrepierna, retorciendo su cuerpo como una varita mágica. Una vez más él levantó la cabeza, la miró y la besó a lo largo de la mandíbula. Lali cerró los ojos y esperó lo que tanto deseaba: sentir la cálida presión de aquellos labios sobre los suyos propios.

Ella lo besaba como si ésa fuera la última vez, flotando en una nube de erotismo. Cuando él trató de calmarla, ella le deslizó las uñas por la espalda y continuó a lo largo de la espalda.

—Il virago inglese —susurró Peter con voz temblorosa.

A Lali no le importaba. Deseaba sentirlo bajo sus manos; deseaba tumbarse sobre la cama y continuar lo que habían dejado a medias. Quería experimentar todas aquellas sensaciones que sabía estaban por venir.

Al ver su comportamiento Peter masculló un suave juramento y la agarró de los brazos con fuerza.

—Dije despacio —le dijo—. No voy a aprovecharme de ti, Lali.

Pero ella no conocía la diferencia entre «rápido» y «despacio». Sus atolondrados sentidos guiaban sus movimientos. La tensa pulsión del deseo marcaba el ritmo.

Lo agarró de la nuca con violencia y lo obligó a besarla.

—Quiero que te aproveches —le susurró al oído.

Él esbozó una sonrisa amarga.

—No lo entiendes. No voy a darte una excusa para que puedas acusarme cuando todo haya terminado y empieces a arrepentirte.

Ella abrió los ojos, sorprendida.

—Yo… Yo no haría eso…

—Sí lo harías. Me deseas, pero no quieres desearme. Y has decidido olvidarlo durante un rato. De hecho, imagino que disfrutarás mucho acusándome después.

—¿Cómo puedes ser tan cruel e insensible como para pensar en esas cosas en este momento?

—No soy cruel e insensible —le dijo, contrayendo el rostro—. ¡Sólo trato de jugar limpio contigo!

—¿Conmigo? —Lali soltó una carcajada envenenada—. No has jugado limpio desde que me conociste —apretó los puños y trató de empujarlo—. Eres un amante penoso, Peter —añadió con frustración al ver que no podía moverle ni un milímetro—. ¡Parece que quisieras hacerme firmar otro contrato antes de acceder a seguir adelante con este matrimonio!

Una vez más sus labios se habían dejado llevar por la ira. Lali lo supo en cuanto oyó sus propias palabras. Con ellas escapó el aliento que quedaba en sus pulmones al ver la impasible expresión de Peter. Con el corazón desbocado, se mordió los labios mientras esperaba una respuesta. Su absurda testarudez le impedía retirar lo dicho antes de que fuera demasiado tarde.

Sabía que debía haberlo hecho. Los ojos de Peter se lo decían muy claro. Sin embargo, él no se movió, ni habló, ni tampoco la dejó ver que aquel comentario había hecho mella en él.

—Di… Di algo —dijo Lali cuando ya no pudo soportar el silencio ni un minuto más.

De repente él movió el brazo y una luz se encendió. Lali no sintió alivio alguno a pesar de la calidez de aquel resplandor dorado que bañaba sus ojos. Él siguió mirándola fijamente, observando la cascada de rizos rojos esparcidos alrededor de la almohada.

El corazón de Lali latía deprisa, temiendo lo que pudiera ocurrir a continuación, ya que la expresión de Peter no delataba sus intenciones.

Enredó los dedos en la melena de la joven y la agarró de la nuca. Ella suspiró y entonces él la hizo echar la cabeza hacia atrás para poder besarla en el cuello.

La poca experiencia de Lali con los hombres no la había preparado para lo que estaba a punto de ocurrir. Se trataba de seducción al nivel más profundo y sutil. Aquel hombre experimentado no estaba dispuesto a condescender ante semejante derroche de inocencia desafiante e insensata.

Le hizo el amor en silencio, con seriedad y pericia, haciendo aflorar el erotismo más primario a la superficie de su piel. Moviendo los labios con destreza llegó hasta la boca de la joven, temblorosa y entreabierta. Y entonces la besó sin tregua hasta embriagarla de placer. El sonido de su voz la hacía moverse como una marioneta. Estaba atrapada, esclavizada por las invisibles cuerdas de su experiencia amorosa, y también por su propio deseo de sentir todo lo que él decidiera regalarle. Peter acarició cada palmo de su piel, cada curva, cada valle, cada rincón de su cuerpo… Amasó sus pechos turgentes con ternura y ella le clavó los dientes en la tersa piel del hombro al sentir sus labios alrededor de los pezones, jugueteando y mordisqueando.

Lali incluso lo sintió temblar cada vez que le rozaba la piel con dedos torpes. Y cuando el incansable descenso de sus manos le llevó a explorar la entrepierna de la joven, ella se derritió en un mar de calor, ajena a la realidad.

No había un rincón de su ser que no conociera las caricias de Peter; los poros de su piel, sus músculos, los escondites de su feminidad… Todo su cuerpo palpitaba y cantaba su nombre una y otra vez.

Cuando sintió el peso de su fornido cuerpo y la urgencia de sus movimientos al separarle las piernas, Lali abrió los ojos y lo miró fijamente, perdiéndose así en sus pupilas de oro.

Todo en él era oscuro y dorado. Sus anchos pectorales no dejaban pasar la luz de la lámpara y su torso musculoso le presionaba las caderas. En ese momento notó el poder de su erección, que le rozaba en la entrepierna. Él reclamó su boca con un beso delirante.

Y entonces ocurrió. La agarró de las nalgas para elevarla un poco, y empujó las caderas suavemente.

Lali se abrió como una flor a su paso y entonces sintió una ardiente avalancha en el centro de su feminidad. Se quedó sin aliento y le clavó las uñas en los hombros. Una descarga de miedo y expectación atravesó su cuerpo y escapó por donde se unían sus cuerpos.

—¿Estás segura? —le preguntó de pronto.

Lali se quedó desconcertada. ¿Acaso era él quien no lo deseaba?

Asintió con la cabeza, sintiendo la caricia de su aliento en el rostro. Entonces él cerró los ojos y dio el empujón decisivo. Lali apenas pudo reprimir un grito de dolor, pero él le apartó el pelo de la cara con manos temblorosas y la besó una y otra vez hasta hacer desaparecer la tensión que abigarraba sus delicados músculos.



Empujó un poco más adentro y Lali sintió la respuesta de sus nervios ante aquella intrusión forzosa. Peter deslizó las manos por las piernas de la joven y, agarrándola de las pantorrillas, la hizo flexionarlas alrededor de su cintura. Con aquel movimiento llegó a lo más profundo de su sexo y entonces ella le oyó mascullar algo en italiano.

La abrazó con fuerza y empezó a moverse a un ritmo frenético que palpitaba como un ser vivo en el interior de la joven. Ella se aferró a su espalda para amortiguar las embestidas, cada vez más rápidas. Sabía adonde iba, pero no sabía cómo llegar y gemía impotente sobre los labios de él.

Peter la agarró del pelo y la hizo echar atrás la cabeza.

—Mírame —le dijo y obró el milagro, preparando su cuerpo para la rendición final; un tsunami de sensaciones ardientes y convulsas.

Lali gimió desde lo más profundo de su ser y entonces él aceleró el ritmo, haciéndola resbalar al borde del precipicio. Lali perdió aquello a lo que se aferraba y cayó al abismo del éxtasis. Él tiraba de los hilos, orquestando así cada espasmo de placer que sacudía su frágil constitución hasta que ya no pudo aguantar más.

Con una embestida bestial se dejó caer tras ella, ahogándose en un gemido primitivo que disparó balas de gozo en todas direcciones.

«Seducción…», pensó Lali unos minutos después cuando recuperó la conciencia. «Acabo de ser seducida completamente y sin contemplaciones…»

Peter seguía inmóvil y su cuerpo se hacía cada vez más pesado. Lali sentía cómo retumbaba su corazón de hierro. Todavía tenía las piernas enroscadas alrededor de su cintura, pero ya no eran uno solo. No obstante, la imagen jamás se borraría de su memoria.


«Hacer el amor…»

Era así de básico y sencillo.

Lali estiró los miembros para descargar la tensión. Él se apoyó en el antebrazo y apagó la luz. Aquello había sido tan repentino y definitivo. Sin soltarla, se acostó a su lado, en silencio. Ni una mirada, ni una palabra… Era como si sólo deseara dormirse de una vez después de lo ocurrido.

Lali sintió el picor de las lágrimas en la garganta. Sentía algo de humedad entre las piernas y el persistente temblor del placer todavía sacudía sus músculos contraídos.

Cuando ya no pudo soportarlo más, trató de hablar, pero él le puso una mano sobre la nuca y la atrajo hacia la calidez de su pecho viril.

Y así se quedó dormido, abrazándola. Lali nunca se había sentido tan miserable en toda su vida. ¿Se lo había buscado ella sola? ¿Era aquel silencio solemne un castigo por todos los dardos envenenados que le había lanzado desde la boda? Ojalá hubiera sabido por qué lo había hecho. Ojalá hubiera sido capaz de entender por qué lo odiaba y deseaba al mismo tiempo. Ojala hubiera podido entenderse a sí misma.

Trató de apartarse de él, pero sus poderosos brazos la sujetaban con firmeza. Sin embargo, a Lali jamás se le habría ocurrido pensar que él tenía los ojos abiertos, y mucho menos que tuviera que luchar contra sí mismo cada vez que la sentía moverse.

Finalmente la joven se dejó llevar por el sueño acurrucada entre sus brazos y a la mañana siguiente se despertó en una cama vacía. De alguna forma era un gran alivio. Así no tenía que soportar silencios incómodos y miradas embarazosas en un momento de máxima debilidad. Podía ducharse a sus anchas y recomponerse a sí misma.

No… No podía hacerlo. Vencida, se desplomó sobre el borde de la bañera y dejó que los dulces recuerdos de lo sucedido la atormentaran sin tregua.

¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué lo estaban haciendo? Lo único que sabía a ciencia cierta era que en algún momento había dejado que una fiebre de deseo incontrolable por Peter De Lanzani se apoderara de ella.

Porque lo amaba…

¡No! ¡No lo amaba! Se puso en pie de un sallo. ¡No quería amarlo!

Media hora más tarde, magullada y dolorida tras una noche de pasión, Lali se armó de valor y bajó las escaleras. Al llegar al vestíbulo decidió dirigirse al salón donde habían cenado la noche anterior. Era tarde, casi la hora de almorzar, pero su reloj interno estaba tan dislocado que ya no sabía si la hora de comer era la de Italia o la del Caribe. Había olvidado ponerse el reloj de pulsera antes de dejar la casa del lago Como.

La habitación parecía distinta a la luz del día; más grande y luminosa. Un enorme toldo ondeaba en la brisa e impedía que la luz del sol entrara por los grandes ventanales abiertos. Bajo sus pies había un patio de piedra que llegaba hasta una gigantesca piscina. Más allá había un exuberante y colorido jardín tropical que se extendía hasta la playa de arena blanca. Desde esa parte de la casa no se divisaba la glorieta. La perezosa marea del mar en calma acariciaba la orilla.

Un ruido la hizo darse la vuelta. Era Nina.

—Ah, ya se ha levantado, señora. El señor Peter me dijo que la dejara recuperarse del jet lag, pero ya empezaba a temer que fuera a perderse este maravilloso día.

La conversación animada y ligera del ama de llaves alivió la tensión que atenazaba a Lali. En cuestión de minutos estaba sentada en la misma silla de la noche anterior, disfrutando de un sabroso desayuno de zumo de naranja y fruta fresca. Nina la mimaba como si fuera una niña pequeña.

—Por favor, llámame Lali —le dijo.

No se sentía como una signara, aunque el anillo que llevaba en el dedo dijera lo contrario.

—El señor Peter se fue a ver a los granjeros, como hace siempre —Nina logró captar su atención.

—¿Los granjeros?

Nina asintió al tiempo que le servía el café.

—¿No se lo ha dicho? La casa y las tierras eran de su abuela. Su retrato está en el salón principal. Se lo enseñaré luego, si quiere. El señor Peter pasó gran parte de su infancia aquí, en las vacaciones. Su abuela era una mujer emprendedora. Ella fue pionera en la introducción de la agricultura colectiva en la isla. El señor Peter se ocupó de todo tras su inesperada muerte el año pasado.

Lali la miró con ojos sorprendidos. Nina asintió.

—Todavía la echamos de menos. El señor Peter sobre todo. Una vez me dijo que ella lo había hecho humano —el ama de llaves hizo una pausa y suspiró—. Supongo que ésa es la desventaja de nacer en el seno de una familia adinerada. Las responsabilidades sofocan las buenas intenciones y hay que mantenerse fuerte —sonrió—. Y ahora la tiene a usted, para hacerlo sentir humano. ¿No? —le dijo con un brillo especial en los ojos—. Usted le habría agradado mucho a su abuela. Se parece mucho a ella. Era tan testaruda como usted. Además, ella también era…

—Inglesa —dijo una voz diferente.

Lali se quedó de piedra y miró hacia la puerta. Él estaba apoyado contra el marco. Llevaba unos pantalones de pinzas en un tono pálido, una camiseta azul, y la brisa marina le había revuelto el pelo.

—Una auténtica virago —el ama de llaves se volvió hacia él y sonrió—. Usted la llama la virago inglesa.

―Il virago inglese —dijo él en italiano. Sus ojos estaban escondidos detrás de un espeso bosque de pestañas.

Lali se sonrojó de pies a cabeza.

—Buon giorno, la mia moglie bella —murmuró. Sus ojos emitieron un destello de oro al mirarla de arriba abajo.

Lali llevaba un diminuto top blanco con una mini falda azul.

―¿No me dices nada, cara? ―le dijo, burlón.

Ella trató de controlar el temblor que empezaba a sacudir sus labios. Él se dio cuenta, pero su rostro no revelaba lo que estaba pensando.



—Entonces mi dulce esposa virgen se ha quedado sin palabras —le dijo—. A lo mejor aún hay algo de esperanza para mí y mi estrategia miserable.

—Déjalo ya —le dijo Lali, nerviosa. ¿Cómo se atrevía a decirle algo así delante del ama de llaves después de lo que habían vivido la noche anterior?

—Estamos solos —le dijo él al verla mirar hacia donde estaba Nina—. Se fue en cuanto te vio sonrojarte. Y es demasiado tarde para mantener en secreto tu virginidad en nuestra noche de bodas, amore.

Lali se puso pálida.

—¿No te diste cuenta? —avanzó hacia ella—. Seguro que la sirvienta que hizo la cama sí lo hizo.

De pronto sintió el roce de su camisa y se encogió. Él le pasó por delante y tomó el pedazo de piña que había dejado en la mesa.

—Sin comentarios —le dijo, intentando provocarla—. Admito que cuando lo vi me sentí como si estuviera en la Edad Media —le dio un mordisco a la piña—. Casi esperaba encontrarme la prueba de tu castidad colgando de la ventana esta mañana. La prueba de tu castidad y de mi indudable…

Lali ahogó un sollozo, dio media vuelta y echó a andar a toda prisa. Al salir en el vestíbulo oyó un estruendo a sus espaldas y se preguntó si le había molestado que lo dejara con la palabra en la boca después de un comentario tan soez. Afuera hacía tanto calor que estuvo a punto de cambiar de idea y regresar a la casa, pero no podía. Quemarse viva era mejor que volver. Atravesó el césped y siguió adelante, sin rumbo.

Se dejó caer en los peldaños de piedra de la glorieta, puso los brazos alrededor de las rodillas y contempló el océano. Estaba temblando y las imágenes desagradables se sucedían en su imaginación. Sirvientas que intercambiaban sonrisas indiscretas y susurraban el secreto… Peter había dicho que parecía algo medieval, pero para ella era mucho peor.

De pronto oyó unos pasos que se aproximaban lentamente…


Aqui esta lo prometido aunque el proximo a mi opinion esta mejor♥ diganme si falta alguien de avisarle por twitter y lo agrego porfa recomienden la nove beosos♥
+20

25 comentarios:

  1. massssssssssssssssmasssssssssssssssssss

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  2. No termino de entender a peter, es como q le tiene miedo a algo pero no se a q!! Más!

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  3. Si el proximo es mejor no quiero ni imaginarmelo!Estuvo buenísimo !Lali no sólo era virgen sino q ingenua,pobre!Y él debe estar más q agrandado con q todos sepan q él fue su primer hombre!#MACHISTA:COM!Me gusta y terminaran super enamorados si es q ya no lo están y lo ocultan bajo ese juego de pasion y ataque constante!

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  4. Probre lali . Que IDIOTA peter . Espero que lo arregle. MAS NOVE!!

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  5. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  6. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  7. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  8. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  9. Para mi que a Peter le gustaba desde hace rato pero se hace el loco...esta buenisima por favor pon mas no aguanto la intriga quiero ver cuanto tardan en darse cuenta que se aman de verdad !!! yo ya te agregue por twitter soy @martm_15 plis sube artos

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  10. massss noveeeeee me encantaaaaa

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  11. que le pasa a peter no me gusta nada como le habla a la pobre lali

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  12. me encanta esta nove otro cpitulo mas porfiii

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  13. massssssssssssssssssssss

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  14. Tarado de Peter.
    Lalita pobrecita
    MAS MAS MAS CAPS

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  15. Lali ya siente amor x Peter ,pero este es muy orgulloso,está disfrazando lo k siente.

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  16. me gusta la nove pero tengo unas dudas. me podrias situar el horizonte temporal en q sucede la historia y cual es la edad de peter y lali

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  17. Peter es un imbécil y por comportarse así será el quién vaya luego detrás de Lali.
    Masi_ruth

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  18. Maaaaaaas!! Me encantaa la nove!!!
    Me puedes nombrar en twiter porfa??
    Un besito, @clau_carpediem

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