lunes, 13 de agosto de 2012

Capitulo 3

Holaaa! espero que empiezen bien la semana gracias a las que firman por aqui o por twitter y a las que solo leen tambien jaja espero que pronto se animen amo sus comentarios mis amores besos♥



Capítulo 3



Lali se pasó la noche sin dormir, soñando con Peter Lanzani y con sus besos. Al fin concilio el sueño y se despertó de pronto, aún envuelta en la magia del momento



Ese día iría de compras a Bridgetown y visitaría algunos lugares de interés en la capital de la isla. Estaba segura de que los museos y los lugares históricos le resultarían interesantes y tal vez encontraría algunos parques para seguir examinando la variedad de flores que crecían con tanta profusión en la isla.



Estudió algunos folletos que Suzanne le había enviado y descubrió que podría, pasear por el muelle y observar las embarcaciones ancladas en el puerto. Eso cautivó su imaginación. Se sintió complacida con esa idea, que además la mantendría alejada de su vecino.



Hacía un día hermoso y soleado. La carretera que llevaba a la ciudad bordeaba la costa y las frondosas palmeras proyectaban sus siluetas contra el límpido cielo azul. Los blancos edificios de Bridgetown tenían un aspecto refrescante y acogedor cuando Lali se aproximó al centro de la ciudad.



La joven aparcó su coche y se dirigió a la calle Broad para visitar las incontables tiendas del barrio comercial de Bridgetown. Luego decidió comer cerca del muelle y observar las embarcaciones ancladas en el puerto, así que siguió caminando por la calle Broad hasta llegar a la plaza Trafalgar y al muelle. Le habían comentado que era el mejor lugar para admirar los yates que llegaban a Barbados y que allí había varios cafés donde se podía comer.



Cruzó la calle y no tardó en encontrar un pintoresco café con vista al puerto. Eligió una mesa en la sombra, se instaló de manera que pudiera observar las embarcaciones y pidió una comida ligera. Contempló el escenario, agradecida por su buena suerte al haberle permitido la tía Suzanne que usara la cabaña. Estaba disfrutando de sus vacaciones. Barbados le brindaba la belleza que ansiaba, el escenario tranquilo que necesitaba para su tranquilidad e interminables kilómetros de playas desiertas. Estaba cada vez más bronceada después de aquellos días tomando el sol y encontraba una energía adicional en ese ambiente saludable.



Cuando vio a dos jovencitas que pasaban frente a ella con unos helados, pensó que ése era el postre que quería para terminar su comida. Divisó un puesto de helados un poco más adelante, en la misma calle. Dejando sus paquetes sobre una silla, se dirigió a comprar un helado doble de chocolate y regresó a su mesa. Al ver que alguien parecía dispuesto a ocuparla, apresuró el paso para impedirlo, sus compras aún estaban en la silla. Entonces, tratando de esquivar a otro peatón, tropezó con Peter Lanzani.



Peter acababa de cruzar la calle e iba impecablemente vestido con un traje de verano gris, camisa azul claro y corbata de un tono más oscuro. Presentaba una apariencia inmaculada, excepto por el helado de chocolate que se derretía, escurriéndose a lo largo del pantalón.



Lali lo miró consternada al darse cuenta de que su apresuramiento había sido la causa de ese nuevo desastre. El inmaculado traje estaba ahora manchado de helado. Mientras ella lo contemplaba horrorizada, el helado seguía deslizándose a lo largo del pantalón y cayó encima de un zapato. La joven cerró los ojos, consternada, pero sólo por un segundo. Luego los abrió y tomando varias servilletas, se inclinó ante Peter.



—¡Oh, Dios cuánto lo siento! Permíteme que te limpie la mancha —involuntariamente, lo tuteó. Intentó limpiarle el helado con una servilleta.



Una mano de hierro se apoderó entonces de su muñeca, apartándola. En ese mismo momento, Lali se dio cuenta de lo cerca que había estado su mano de…



—Creo que yo puedo hacerlo —su voz sonaba divertida.

Lali alzó la vista para mirarlo, incapaz de interpretar su expresión, pues llevaba gafas oscuras.



—Lo siento —volvió a decir, contemplando la mancha del pantalón. Su mirada se detuvo en la camisa azul que cubría su fuerte pecho. Sintió una extraña opresión en el estómago y luego en el corazón. No podía apartar la vista.

Peter no dijo una palabra, pero la llevó hacia la mesa donde ella estaba comiendo. La pareja que pretendía ocuparla había encontrado otra.



—Siéntate —seguía sujetándole la mano, mientras acercaba otra silla a la mesa. Se sentó, la miró y luego desvió la vista hacia el helado que ahora formaba un charco en la acera—. Deberías hablarme de nuevo de lo lista que eres. Tengo problemas para recordarlo —su tono era resignado y un tanto divertido.



Lali asintió, con la mirada fija en la mano que sujetaba su muñeca. Sentía un extraño hormigueo en el brazo bajo ese contacto. Aspiró con fuerza, tratando de calmar sus nervios. Recordó el momento en que se inclinó para limpiarle la mancha del helado y se ruborizó. Tiró un poco y él la soltó al fin. Lo miró y deseó que se quitara las gafas para verlo y saber lo que pensaba.



—Siento el accidente —señaló la servilleta que sostenía entre sus dedos—. Sólo trataba de volver antes de que ocuparan mi mesa.



Él miró a su alrededor, pero no vio a nadie esperando una mesa. Luego se volvió para mirarla.



—Después, sólo quería quitarle la mancha… no pretendía insinuarme. En California somos un poco más informales… quizá tú también deberías tranquilizarte un poco —añadió, queriendo suavizar la tensión.



—También somos informales en Barbados, Lali —sonrió—. ¿Quieres que te lo demuestre después?



Su tono era lo suficientemente seductor como para encender su imaginación y Lali se preguntó qué haría él si ella aceptaba. Entonces recordó el beso de la cocina y desvió la mirada, en silencio. No sabía qué decir para romper ese silencio, hasta que Peter llamó al camarero.



—¿Quieres algo de beber? —le preguntó él.



—Gracias, otro té helado.



Él pidió dos y luego añadió:



—Y tráigame un trapo limpio.



El empleado se movió con presteza y Lali se disgustó consigo misma por no haber pensado antes en el trapo. Unos minutos después, el camarero volvió con dos tés helados y dos trapos. Peter tomó uno y empezó a limpiarse la mancha de helado, sin dejar de mirar a Lali.



—Lo que debería hacer es quitarme el pantalón y lavarlo, pero presentaría una imagen demasiado extravagante sentado aquí en ropa interior.



La joven empezó a reír ante esa imagen absurda. Él sonrió ligeramente y tomó el otro trapo. Lali no podía decidir si la molestaba o la alegraba la presencia de Peter. Antes de que pudiera decirlo, él se quitó las gafas y se frotó los ojos. Luego las dejó sobre la mesa, bebió un sorbo de té y la miró con expresión especulativa.



—¿De nuevo has intentado impresionarme? —preguntó.



Lali contestó apresurada:



—No sabía que estuvieras allí. Creo que debiste apartarte.



—Así que ahora la culpa es mía —replicó él con tono suave.



—No, no seas tonto. Tienes razón, debí ver por dónde iba, pero tenía prisa y no me fijé. Siento lo de tu traje… envíame la cuenta de la tintorería.



—Lo haré —le prometió él—, pero eso no me servirá de nada el día de hoy. Me dirigía a una cita.



Ella se sintió culpable por haber alterado sus planes. Peter estudió su expresión desolada, suspiró y bebió otro sorbo de té.



—Por lo menos hace un día muy bueno y no ha llovido, aunque han pronosticado una tormenta antes de que anochezca.



Siguió un largo momento de silencio y luego Lali comentó:



—Este lugar es muy agradable; nunca antes había estado en un café al aire libre.



—¿No hay ninguno en California?



—Sí, pero no donde yo trabajo —lo miró a los ojos y sonrió cohibida—. ¿Has estado trabajando hoy?



—Sí.



—¿Tienes que ir a alguna parte?



—Puedo disponer de unos minutos para sentarme aquí; ahora ya no podré acudir a mi cita —miró brevemente la mancha de chocolate.



—¿Qué es lo que haces para poder disponer de algo de tiempo? —le preguntó ella, ansiosa por averiguar algo más de él y deseando que olvidara su descuido.



—¿Crees que estoy perdiendo el tiempo? —la miró burlón—. Sólo es una pausa. Me dirigía a una junta y ahora tendré que llamar para hacerles saber que no iré. No puedo presentarme así.

Avergonzada, Lali bajó la cabeza y Peter sonrió con expresión sardónica.



—Trabajo muchas horas, no sólo de nueve a cinco. Si quiero hacer una pausa, la hago.



—¿Dónde trabajas? —le preguntó ella.



—En The Chandlery —respondió.



—¿Importaciones y exportaciones? —Lali se sorprendió al reconocer ese nombre. Lo había oído en los Estados Unidos antes de viajar a Barbados; era una empresa muy conocida.



Peter asintió.



—¿Qué haces allí? —la joven miró su valioso traje y el reloj de oro que lucía en la muñeca. Pensó que, obviamente, debía de ser un trabajo muy bien pagado.



—Me dedico a administrar la empresa. Soy el propietario.

Ella parpadeó sorprendida; no se había esperado de eso. Volvió a mirarlo. Se dijo que no era de sorprender que tuviera una casa tan grande; debía de tener mucho dinero.



—Como si no lo supieras —murmuro él.



—¡No lo sabía! —exclamó Lali.



—Eso dices tú. Pero la señora Tuttle lo sabe todo acerca de mí, de mi familia y de la historia referente al negocio y no es la clase de mujer que se guarde esa información; estoy seguro de que se lo cuenta a sus huéspedes cuando les habla del lugar.



Lali no sabía cómo reaccionar ante esa acusación, pues eso era lo que parecía.



—Escucha, Peter, yo no sabía a qué te dedicabas —le aclaró con vehemencia—. No estabas cuando yo llegué a la cabaña. Si hubiese pensado en ello, habría supuesto que estabas de vacaciones.



—Era un viaje de negocios. Pero ahora que he regresado, necesito concentrarme en mi trabajo, no mezclarme con una turista que ha venido a pasar un tiempo aquí.



—¿Por qué piensas que yo querría pasar algún tiempo contigo? ¡Eres un hombre descortés e insufrible y tu vanidad es del tamaño de la isla entera! Aunque reconozco que eres un hombre atractivo —era una declaración demasiado modesta, pues era uno de los hombres más atractivos que había visto en su vida—. ¡Pero no eres un don de Dios para las mujeres y yo no te tomaría ni en bandeja de plata!



—¿Así que ahora te haces la inocente? ¿Qué me dices de lo que haces constantemente para atraer mi atención? Coquetear, interrumpirme…



—¿Coquetear? ¡Nunca lo hago! —exclamó Lali, ofendida por esa acusación.



—Eres la joven más coqueta que he visto en mucho tiempo y vienes aquí con tus largas piernas bronceadas tus grandes ojos soñadores y tu cabello despeinado —la miró fijamente mientras continuaba—: y no puedo tener un momento de paz contigo cerca. ¿Cómo le llamas a eso? Estás de vacaciones aquí. ¿Qué haces en casa? ¿Coquetear con todos los hombres? ¿A eso lo llamas trabajar?



—¡Trabajo mucho y no coqueteo con nadie! Empiezo a trabajar a las siete y termino cuando la última cinta está completa. Eso puede llevarme diez horas o más cada día.



—¿Qué es lo que haces? —le preguntó él.



Lali contempló las coloridas embarcaciones que se mecían junto al muelle. El agua parecía ligeramente aceitosa bajo la luz del sol. Poco a poco fue disminuyendo su cólera y aspiró profundamente. Pensó que el paisaje era demasiado hermoso como para estropearlo enfadándose.



—Soy ayudante de producción de Many Lives and Loves. ¿No has oído hablar de ese programa? —se volvió para mirarlo, ladeando la cabeza.



—No.



—Es una telenovela que ha tenido mucho éxito —declaró ella, orgullosa.



Peter pareció desconcertado, pero luego su expresión cambió al comprender lo que ella le estaba diciendo.



—Mi madre ve a veces las telenovelas. Yo nunca he visto una —repuso con voz dura.



—La mayoría de la gente que trabaja fuera de casa no puede verlas pues se emiten durante el día. La producción puede llegar a ser caótica. Cada día se filma un episodio. Pero sería más fácil si filmáramos aquí, de alguna manera, este lugar parece más pacífico —terminó Lali.



—Demasiado pacifico para ti, estoy seguro. Se como trabajan las personas del mundo del espectáculo. Celebran fiestas hasta el amanecer, cambian de pareja, hacen cualquier cosa para conseguir publicidad, todo por una oportunidad… no les importa a quién pisoteen para llegar a donde quieren. No me sorprende que te comportes de esa manera… eso explica muchas cosas.



Lali lo miró sorprendida por su tono amargo.



—¿Comportarme de qué manera? —se dijo que no le había derramado intencionalmente el helado en el traje para atraer su atención… ¿eso era lo que él pensaba?



Él la miró durante un buen rato; luego se encogió de hombros y comentó:



—Pienso que aquí somos un poco más equilibrados. No luchamos tanto como parecen hacerlo los norteamericanos por el todopoderoso dólar. Nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar de lo que conseguimos gracias a nuestro trabajo. También somos leales con los amigos y somos gente de confianza.



Lali se quedó extrañada por su tono, y se preguntó por qué estaba tan disgustado. Contempló el puerto y las embarcaciones. La gente que paseaba por las aceras parecía contenta; los vendedores de las tiendas eran amables e incluso el tráfico no parecía tan frenético. Se volvió para mirar a Peter. No podía imaginar a su propio jefe o a alguno de sus amigos haciendo una pausa a mitad del día para pasar algún tiempo con una conocida en un café al aire libre y bajo esas circunstancias. El tiempo era dinero. Ella estaba de acuerdo con el comentario de Peter; los habitantes de Los Ángeles no se tomaban las cosas con calma, siempre estaban demasiado preocupados por ganar más dinero. ¿Pero a qué venía eso de mencionar la lealtad y la confianza?



—No sé de qué estás hablando, pero en Los Ángeles somos leales y también somos gente de confianza —asentó—. Y las personas son ambiciosas, pero no a costa de los amigos.



—Guarda la ficción para tus telenovelas —rezongó Peter—. En una ocasión, estuve comprometido con alguien del mundo del espectáculo. Todo iba bien hasta que yo quise formalizar la relación, pero no en Hollywood. Entonces me dijo: «Gracias por el paseo pero aquí me bajo pues lo que me atrajo de ti fue tu dinero. Si no vas a usarlo para satisfacer mis necesidades, adiós».



La historia dejó desconcertada a Lali, al igual que la expresión amarga de Jake. ¡Qué terrible debió de haber sido eso para él! Se dijo que tenia que referirse a Elizabeth Maltron.



—No todas las mujeres son así —protestó, deseando borrar esa expresión de su rostro. Era extraño, pero lamentaba su dolor.



—Las que no lo son escasean y no pertenecen al mundo del espectáculo.



—¡Eso no es cierto! Yo no te busco por tu dinero. Gano un buen salario y tengo lo suficiente para cubrir mis necesidades. ¡Tienes que quitarte esa idea de la cabeza!



—No te creo —replicó él—. ¿De qué otra manera lo llamarías tú? ¡Siempre te interpones en mi camino, luciendo tu cuerpo sensual!



—¡Basta ya! —Lali apartó la silla y tomó las bolsas con sus compras. Sin mirar atrás, se alejó a toda prisa.



«¡Vaya un hombre egoísta, obstinado e insufrible! ¿Acaso piensa que todas las mujeres lo persiguen porque es atractivo y tiene dinero?» se decía Lali. Se preguntó qué habría sucedido entre Elizabeth y él.



¿Había tenido experiencias con otras mujeres que solo perseguían su dinero? Lali estaba segura de que eso no podía ser cierto. Aunque tuviera un céntimo, ella todavía se sentiría atraída hacia él. Disminuyó el paso al llegar al extremo de la calle. Era probable que la mayoría de las mujeres lo persiguieran, reconoció. Era tan atractivo…



A pesar de sus buenas intenciones, no resistió la tentación de mirar atrás. Peter se había marchado. Soltó un suspiro de decepción. Por un momento casi se habían entendido, pero habían vuelto a desenvainar las espadas. Alzando la barbilla, contempló el mar. Estaba disfrutando de sus vacaciones y lo seguiría haciendo cada día, según se presentara. Era una mujer autosuficiente y estaba orgullosa de ello. Después regresaría a Los Ángeles y a su trabajo. No tenía tiempo para hacer amistad con nadie en Barbados.



Tuvo que volver sobre sus pasos para llegar a su coche. Cuando pasó delante del café, miró hacia donde Peter y ella habían estado sentados. Ahora había allí una pareja de ancianos y Lali desvió la mirada, recordando a Peter y esos pocos momentos de armonía que habían pasado juntos.



Estuvo inquieta toda la tarde. Escribió unas postales a sus amigos y trató de leer un libro, pero no podía concentrarse en ninguna actividad. Después de la cena, se puso su traje de baño, tomó su toalla y se dirigió a la playa. Llevaba su traje de baño de dos piezas color turquesa y una camiseta larga, así como unas sandalias para protegerse los pies mientras cruzaba el jardín y recorría el sendero que conducía a la playa. Una vez allí se las quitó para sentir la arena fina y suave como el talco, que aún conservaba el calor del sol. En el horizonte empezaban a acumularse las nubes. Se preguntó si anunciarían la tormenta que Peter había mencionado. Pronto oscurecería y aparecerían las estrellas.



Se detuvo al borde del agua y se quitó la camiseta; dejándola a un lado de la toalla, caminó hacia el agua, cuya temperatura era un poco más fresca que la del aire. Cuando llegó a mayor profundidad, se sumergió bajo la tranquila superficie. Nadó un rato y luego se volvió de espaldas, flotando indolente. La noche era perfecta. El rumor del viento entre las palmeras y el suave murmullo de las olas al besar las playas casi pasaron inadvertidos para Lali, que contemplaba las estrellas en lo alto. Era algo mágico.



Pero su serenidad se hizo trizas por el ruido de un cuerpo al zambullirse en el mar y luego el de unos brazos fuertes que agitaban el agua. Lali se irguió y trató de ver quién nadaba directamente hacia ella.



—¿No sabes que es peligroso nadar sola? —inquirió una voz familiar. Era Peter.



—Estoy bien. No estoy lejos de la playa y no me suelen dar calambres —Lali notó que ya había oscurecido, pues apenas podía verlo.



—Se pueden presentar inesperadamente —se detuvo a poca distancia de ella.



La joven desvió la vista, lejos de ese hombre amenazador. Ansiaba acercarse más, para que él la sostuviera en el agua, para sentir su fresca piel contra la suya, sus brazos fuertes rodeándola, sosteniéndola. Miró a su alrededor y se sorprendió al ver lo lejos que estaba de la playa. Pensó que Peter tal vez tenía razón, pero no estaba dispuesta a reconocerlo. Despacio, empezó a nadar de vuelta y él se mantuvo a su lado.



—¿Por qué has venido aquí al anochecer? ¿No sabes que es peligroso? —insistió él.



—Sólo quería nadar. Ha hecho tanto calor hoy, que pensé que sería mejor venir por la noche.



No quería reconocerlo, pero se alegraba de que Peter se hubiera reunido con ella. Cuando sintió la arena bajo sus pies, se irguió. La brisa fresca la hizo estremecerse. Necesitaba su toalla, así que se escurrió el cabello y se dirigió hacia donde había dejado sus cosas.



—¡No deberías salir sin un guardián! —exclamó Peter, de pie a su lado.



—No se preocupe, señor Lanzani. No necesito ningún guardián —declaró ella dispuesta a dar media vuelta.



—¿Qué es lo que necesitas entonces?



La sujetó de los brazos, la atrajo con fuerza hacia sí y su boca buscó y encontró la de ella. El beso fue tan intenso que, incapaz de evitarlo, Lali abrió la boca franqueando el paso a la lengua de Peter.



La joven sintió que el corazón le latía acelerado. Tenía los senos aplastados contra el pecho de Peter y podía sentir la frescura de su piel contra la suya. Su cuerpo, antes refrescado por la brisa, ahora parecía arder. Respondió al beso con igual pasión. Tenía los brazos inmovilizados, pero pudo deslizar las manos por su pecho sintiendo sus fuertes músculos y la piel que se calentaba con la misma rapidez que la suya.



Perdió toda noción de tiempo y lugar. El beso se prolongó durante un momento interminable, mientras Lali flotaba en una nube de placer y deleite.



De repente, él la hizo volver a la realidad al apartarla de sí y pronunciar con voz un tanto alterada:



—Desearía que jamás hubieras venido aquí, Lali Espósito. ¡Podrías convertirte en un gran problema y no quiero complicarme la vida!



Ella se soltó de sus brazos.



—¡Vaya! ¡No te estoy haciendo nada y me insultas sin motivo! No soy más problema que cualquier otra persona y ciertamente no estoy tratando de cazarte. ¡Tú me abrazaste! ¡Tu valiosa intimidad está segura… yo tampoco quiero tener nada que ver contigo, Peter Lanzani! ¡Mantente lejos de mí!



Dio media vuelta y empezó a caminar a toda prisa por la playa, furiosa. Sólo se detuvo a recoger su camiseta y su toalla. No necesitaba secarse; el aire se había encargado de eso mientras se besaban.



Se frotó la boca con la toalla mientras caminaba furiosa por la arena, como si así pudiera borrar la sensación de los labios de Peter y el recuerdo de la traicionera respuesta de su propio cuerpo. Lo maldijo en silencio. Él le había impuesto su presencia cuando ella estaba disfrutando de un baño en el mar. Ignoró la voz interna que le recordaba que también había disfrutado con ese beso.



Su cólera se avivó. Él sólo le había causado problemas desde su llegada. ¿Cómo se atrevía a decir que ella era un problema? Ni siquiera la conocía. ¿Cómo podía decir que ella era la causante de todo? Dio una patada con fuerza en el suelo, sin darse cuenta de que aún iba descalza.

+15♥

23 comentarios:

  1. Con lo del helado me rei mucho . Y a peter que le pasa es bipolar o k??? A ratos la trata bn y luego mal. Lo bueno esk x lo menos un poco se preocupa x ella . Y lo de la frase final que dice peter que jamas tenia que haber venido, yo creo k es xk esta empezando a sentir cosas x ella pero no lo quiere aceptar. MAS NOVE!!!!!

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  2. Maaaaaaaassss Noooooooveeeeee (:

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  3. Ja! pero que bien se expresan jajajaj a final q carajos quiere porque no le aclara las cosas en vez de guardárselas pero el ya no puede esconder mas lo que siente capaz de que estaba vigilando sus movimientos porque no se abrirá a la opcion de que lali no es como los de la farandula
    MAS NOVE PLIS

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  4. Q capitulo,pasó de todo!Peter es un loco,o mejor dicho se esta volviendo loco por ella y no quiere,pero no lo puede controlar!JAJAQ se ponga de acuerdo,o la quiere cerca o lejos pero si es lejos q no la busque,es un engreido además necesitaria un buen escarmiento de parte de ella,pero no parece q ella pueda darselo,se pierde en su boca,JAJA!

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  5. Cómo quedó marcado Peter con lo q le pasó q piensa q todas son iguales!

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  6. Encontrarse a Peter nadando bajo la luna eso sí es bonus track!

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  7. Q buen cap,y q largo!Como me gustaria estar ahí,eso es un paraiso!

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  8. qué va a pasar ahora? Lali se lastima y Peter la ayuda? JAAAAAA!

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  9. Ir de vacaciones al Caribe,alquilar una cabaña y tener de vecino a Peter,GUAU...las mejores vacaciones q uno puede soñar!

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  10. subi otro hoy, daleee porfaaa!

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  11. MAS NOVE!CDO PUEDAS SUBI MAS!!!!!!!!!

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  12. Mas mas mas mas !! Es tan buena la nove. genia

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  13. Estoy adicta.. subi otro más! Me gusta mucho la novela

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  14. buenisimo cap. Espero el proximo

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  15. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  16. Jajajajajaja genial el
    CAP estuvo buenísimo mas mas mas
    Mas

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  17. Me gusto muchoo!!! Quiero maaas!!
    Un besito, @clau_carpediem

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  18. Le pide k no lo busque, y es Peter el k parece k va siempre a su encuentro.¡¡¡esa patada!!!,espero k traiga algo bueno.

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