Capítulo 3
Lali se pasó
la noche sin dormir, soñando con Peter Lanzani y con sus besos. Al fin concilio
el sueño y se despertó de pronto, aún envuelta en la magia del momento
Ese día iría
de compras a Bridgetown y visitaría algunos lugares de interés en la capital de
la isla. Estaba segura de que los museos y los lugares históricos le
resultarían interesantes y tal vez encontraría algunos parques para seguir
examinando la variedad de flores que crecían con tanta profusión en la isla.
Estudió
algunos folletos que Suzanne le había enviado y descubrió que podría, pasear
por el muelle y observar las embarcaciones ancladas en el puerto. Eso cautivó
su imaginación. Se sintió complacida con esa idea, que además la mantendría
alejada de su vecino.
Hacía un día
hermoso y soleado. La carretera que llevaba a la ciudad bordeaba la costa y las
frondosas palmeras proyectaban sus siluetas contra el límpido cielo azul. Los
blancos edificios de Bridgetown tenían un aspecto refrescante y acogedor cuando
Lali se aproximó al centro de la ciudad.
La joven
aparcó su coche y se dirigió a la calle Broad para visitar las incontables
tiendas del barrio comercial de Bridgetown. Luego decidió comer cerca del
muelle y observar las embarcaciones ancladas en el puerto, así que siguió
caminando por la calle Broad hasta llegar a la plaza Trafalgar y al muelle. Le
habían comentado que era el mejor lugar para admirar los yates que llegaban a
Barbados y que allí había varios cafés donde se podía comer.
Cruzó la
calle y no tardó en encontrar un pintoresco café con vista al puerto. Eligió
una mesa en la sombra, se instaló de manera que pudiera observar las
embarcaciones y pidió una comida ligera. Contempló el escenario, agradecida por
su buena suerte al haberle permitido la tía Suzanne que usara la cabaña. Estaba
disfrutando de sus vacaciones. Barbados le brindaba la belleza que ansiaba, el
escenario tranquilo que necesitaba para su tranquilidad e interminables
kilómetros de playas desiertas. Estaba cada vez más bronceada después de
aquellos días tomando el sol y encontraba una energía adicional en ese ambiente
saludable.
Cuando vio a
dos jovencitas que pasaban frente a ella con unos helados, pensó que ése era el
postre que quería para terminar su comida. Divisó un puesto de helados un poco
más adelante, en la misma calle. Dejando sus paquetes sobre una silla, se
dirigió a comprar un helado doble de chocolate y regresó a su mesa. Al ver que
alguien parecía dispuesto a ocuparla, apresuró el paso para impedirlo, sus
compras aún estaban en la silla. Entonces, tratando de esquivar a otro peatón,
tropezó con Peter Lanzani.
Peter acababa
de cruzar la calle e iba impecablemente vestido con un traje de verano gris,
camisa azul claro y corbata de un tono más oscuro. Presentaba una apariencia
inmaculada, excepto por el helado de chocolate que se derretía, escurriéndose a
lo largo del pantalón.
Lali lo miró
consternada al darse cuenta de que su apresuramiento había sido la causa de ese
nuevo desastre. El inmaculado traje estaba ahora manchado de helado. Mientras
ella lo contemplaba horrorizada, el helado seguía deslizándose a lo largo del
pantalón y cayó encima de un zapato. La joven cerró los ojos, consternada, pero
sólo por un segundo. Luego los abrió y tomando varias servilletas, se inclinó
ante Peter.
—¡Oh, Dios
cuánto lo siento! Permíteme que te limpie la mancha —involuntariamente, lo
tuteó. Intentó limpiarle el helado con una servilleta.
Una mano de
hierro se apoderó entonces de su muñeca, apartándola. En ese mismo momento,
Lali se dio cuenta de lo cerca que había estado su mano de…
—Creo que yo
puedo hacerlo —su voz sonaba divertida.
Lali alzó la
vista para mirarlo, incapaz de interpretar su expresión, pues llevaba gafas
oscuras.
—Lo siento —volvió
a decir, contemplando la mancha del pantalón. Su mirada se detuvo en la camisa
azul que cubría su fuerte pecho. Sintió una extraña opresión en el estómago y
luego en el corazón. No podía apartar la vista.
Peter no dijo
una palabra, pero la llevó hacia la mesa donde ella estaba comiendo. La pareja
que pretendía ocuparla había encontrado otra.
—Siéntate
—seguía sujetándole la mano, mientras acercaba otra silla a la mesa. Se sentó,
la miró y luego desvió la vista hacia el helado que ahora formaba un charco en
la acera—. Deberías hablarme de nuevo de lo lista que eres. Tengo problemas
para recordarlo —su tono era resignado y un tanto divertido.
Lali asintió,
con la mirada fija en la mano que sujetaba su muñeca. Sentía un extraño
hormigueo en el brazo bajo ese contacto. Aspiró con fuerza, tratando de calmar
sus nervios. Recordó el momento en que se inclinó para limpiarle la mancha del
helado y se ruborizó. Tiró un poco y él la soltó al fin. Lo miró y deseó que se
quitara las gafas para verlo y saber lo que pensaba.
—Siento el
accidente —señaló la servilleta que sostenía entre sus dedos—. Sólo trataba de
volver antes de que ocuparan mi mesa.
Él miró a su
alrededor, pero no vio a nadie esperando una mesa. Luego se volvió para
mirarla.
—Después,
sólo quería quitarle la mancha… no pretendía insinuarme. En California somos un
poco más informales… quizá tú también deberías tranquilizarte un poco —añadió,
queriendo suavizar la tensión.
—También
somos informales en Barbados, Lali —sonrió—. ¿Quieres que te lo demuestre
después?
Su tono era
lo suficientemente seductor como para encender su imaginación y Lali se
preguntó qué haría él si ella aceptaba. Entonces recordó el beso de la cocina y
desvió la mirada, en silencio. No sabía qué decir para romper ese silencio,
hasta que Peter llamó al camarero.
—¿Quieres
algo de beber? —le preguntó él.
—Gracias,
otro té helado.
Él pidió dos
y luego añadió:
—Y tráigame
un trapo limpio.
El empleado
se movió con presteza y Lali se disgustó consigo misma por no haber pensado
antes en el trapo. Unos minutos después, el camarero volvió con dos tés helados
y dos trapos. Peter tomó uno y empezó a limpiarse la mancha de helado, sin
dejar de mirar a Lali.
—Lo que
debería hacer es quitarme el pantalón y lavarlo, pero presentaría una imagen
demasiado extravagante sentado aquí en ropa interior.
La joven
empezó a reír ante esa imagen absurda. Él sonrió ligeramente y tomó el otro
trapo. Lali no podía decidir si la molestaba o la alegraba la presencia de
Peter. Antes de que pudiera decirlo, él se quitó las gafas y se frotó los ojos.
Luego las dejó sobre la mesa, bebió un sorbo de té y la miró con expresión
especulativa.
—¿De nuevo
has intentado impresionarme? —preguntó.
Lali contestó
apresurada:
—No sabía que
estuvieras allí. Creo que debiste apartarte.
—Así que
ahora la culpa es mía —replicó él con tono suave.
—No, no seas
tonto. Tienes razón, debí ver por dónde iba, pero tenía prisa y no me fijé.
Siento lo de tu traje… envíame la cuenta de la tintorería.
—Lo haré —le
prometió él—, pero eso no me servirá de nada el día de hoy. Me dirigía a una
cita.
Ella se
sintió culpable por haber alterado sus planes. Peter estudió su expresión
desolada, suspiró y bebió otro sorbo de té.
—Por lo menos
hace un día muy bueno y no ha llovido, aunque han pronosticado una tormenta
antes de que anochezca.
Siguió un
largo momento de silencio y luego Lali comentó:
—Este lugar
es muy agradable; nunca antes había estado en un café al aire libre.
—¿No hay
ninguno en California?
—Sí, pero no
donde yo trabajo —lo miró a los ojos y sonrió cohibida—. ¿Has estado trabajando
hoy?
—Sí.
—¿Tienes que
ir a alguna parte?
—Puedo
disponer de unos minutos para sentarme aquí; ahora ya no podré acudir a mi cita
—miró brevemente la mancha de chocolate.
—¿Qué es lo
que haces para poder disponer de algo de tiempo? —le preguntó ella, ansiosa por
averiguar algo más de él y deseando que olvidara su descuido.
—¿Crees que
estoy perdiendo el tiempo? —la miró burlón—. Sólo es una pausa. Me dirigía a
una junta y ahora tendré que llamar para hacerles saber que no iré. No puedo
presentarme así.
Avergonzada,
Lali bajó la cabeza y Peter sonrió con expresión sardónica.
—Trabajo
muchas horas, no sólo de nueve a cinco. Si quiero hacer una pausa, la hago.
—¿Dónde
trabajas? —le preguntó ella.
—En The
Chandlery —respondió.
—¿Importaciones
y exportaciones? —Lali se sorprendió al reconocer ese nombre. Lo había oído en
los Estados Unidos antes de viajar a Barbados; era una empresa muy conocida.
Peter asintió.
—¿Qué haces
allí? —la joven miró su valioso traje y el reloj de oro que lucía en la muñeca.
Pensó que, obviamente, debía de ser un trabajo muy bien pagado.
—Me dedico a
administrar la empresa. Soy el propietario.
Ella parpadeó
sorprendida; no se había esperado de eso. Volvió a mirarlo. Se dijo que no era
de sorprender que tuviera una casa tan grande; debía de tener mucho dinero.
—Como si no
lo supieras —murmuro él.
—¡No lo
sabía! —exclamó Lali.
—Eso dices
tú. Pero la señora Tuttle lo sabe todo acerca de mí, de mi familia y de la
historia referente al negocio y no es la clase de mujer que se guarde esa
información; estoy seguro de que se lo cuenta a sus huéspedes cuando les habla
del lugar.
Lali no sabía
cómo reaccionar ante esa acusación, pues eso era lo que parecía.
—Escucha,
Peter, yo no sabía a qué te dedicabas —le aclaró con vehemencia—. No estabas
cuando yo llegué a la cabaña. Si hubiese pensado en ello, habría supuesto que
estabas de vacaciones.
—Era un viaje
de negocios. Pero ahora que he regresado, necesito concentrarme en mi trabajo,
no mezclarme con una turista que ha venido a pasar un tiempo aquí.
—¿Por qué
piensas que yo querría pasar algún tiempo contigo? ¡Eres un hombre descortés e
insufrible y tu vanidad es del tamaño de la isla entera! Aunque reconozco que
eres un hombre atractivo —era una declaración demasiado modesta, pues era uno
de los hombres más atractivos que había visto en su vida—. ¡Pero no eres un don
de Dios para las mujeres y yo no te tomaría ni en bandeja de plata!
—¿Así que
ahora te haces la inocente? ¿Qué me dices de lo que haces constantemente para
atraer mi atención? Coquetear, interrumpirme…
—¿Coquetear?
¡Nunca lo hago! —exclamó Lali, ofendida por esa acusación.
—Eres la
joven más coqueta que he visto en mucho tiempo y vienes aquí con tus largas
piernas bronceadas tus grandes ojos soñadores y tu cabello despeinado —la miró
fijamente mientras continuaba—: y no puedo tener un momento de paz contigo
cerca. ¿Cómo le llamas a eso? Estás de vacaciones aquí. ¿Qué haces en casa?
¿Coquetear con todos los hombres? ¿A eso lo llamas trabajar?
—¡Trabajo
mucho y no coqueteo con nadie! Empiezo a trabajar a las siete y termino cuando
la última cinta está completa. Eso puede llevarme diez horas o más cada día.
—¿Qué es lo
que haces? —le preguntó él.
Lali
contempló las coloridas embarcaciones que se mecían junto al muelle. El agua
parecía ligeramente aceitosa bajo la luz del sol. Poco a poco fue disminuyendo
su cólera y aspiró profundamente. Pensó que el paisaje era demasiado hermoso
como para estropearlo enfadándose.
—Soy ayudante
de producción de Many Lives and Loves. ¿No has oído hablar de ese programa? —se
volvió para mirarlo, ladeando la cabeza.
—No.
—Es una
telenovela que ha tenido mucho éxito —declaró ella, orgullosa.
Peter pareció
desconcertado, pero luego su expresión cambió al comprender lo que ella le
estaba diciendo.
—Mi madre ve
a veces las telenovelas. Yo nunca he visto una —repuso con voz dura.
—La mayoría
de la gente que trabaja fuera de casa no puede verlas pues se emiten durante el
día. La producción puede llegar a ser caótica. Cada día se filma un episodio.
Pero sería más fácil si filmáramos aquí, de alguna manera, este lugar parece
más pacífico —terminó Lali.
—Demasiado
pacifico para ti, estoy seguro. Se como trabajan las personas del mundo del
espectáculo. Celebran fiestas hasta el amanecer, cambian de pareja, hacen
cualquier cosa para conseguir publicidad, todo por una oportunidad… no les
importa a quién pisoteen para llegar a donde quieren. No me sorprende que te
comportes de esa manera… eso explica muchas cosas.
Lali lo miró
sorprendida por su tono amargo.
—¿Comportarme
de qué manera? —se dijo que no le había derramado intencionalmente el helado en
el traje para atraer su atención… ¿eso era lo que él pensaba?
Él la miró
durante un buen rato; luego se encogió de hombros y comentó:
—Pienso que
aquí somos un poco más equilibrados. No luchamos tanto como parecen hacerlo los
norteamericanos por el todopoderoso dólar. Nos tomamos nuestro tiempo para
disfrutar de lo que conseguimos gracias a nuestro trabajo. También somos leales
con los amigos y somos gente de confianza.
Lali se quedó
extrañada por su tono, y se preguntó por qué estaba tan disgustado. Contempló
el puerto y las embarcaciones. La gente que paseaba por las aceras parecía
contenta; los vendedores de las tiendas eran amables e incluso el tráfico no
parecía tan frenético. Se volvió para mirar a Peter. No podía imaginar a su
propio jefe o a alguno de sus amigos haciendo una pausa a mitad del día para
pasar algún tiempo con una conocida en un café al aire libre y bajo esas
circunstancias. El tiempo era dinero. Ella estaba de acuerdo con el comentario
de Peter; los habitantes de Los Ángeles no se tomaban las cosas con calma,
siempre estaban demasiado preocupados por ganar más dinero. ¿Pero a qué venía
eso de mencionar la lealtad y la confianza?
—No sé de qué
estás hablando, pero en Los Ángeles somos leales y también somos gente de
confianza —asentó—. Y las personas son ambiciosas, pero no a costa de los
amigos.
—Guarda la
ficción para tus telenovelas —rezongó Peter—. En una ocasión, estuve
comprometido con alguien del mundo del espectáculo. Todo iba bien hasta que yo
quise formalizar la relación, pero no en Hollywood. Entonces me dijo: «Gracias
por el paseo pero aquí me bajo pues lo que me atrajo de ti fue tu dinero. Si no
vas a usarlo para satisfacer mis necesidades, adiós».
La historia
dejó desconcertada a Lali, al igual que la expresión amarga de Jake. ¡Qué
terrible debió de haber sido eso para él! Se dijo que tenia que referirse a
Elizabeth Maltron.
—No todas las
mujeres son así —protestó, deseando borrar esa expresión de su rostro. Era
extraño, pero lamentaba su dolor.
—Las que no
lo son escasean y no pertenecen al mundo del espectáculo.
—¡Eso no es
cierto! Yo no te busco por tu dinero. Gano un buen salario y tengo lo
suficiente para cubrir mis necesidades. ¡Tienes que quitarte esa idea de la
cabeza!
—No te creo
—replicó él—. ¿De qué otra manera lo llamarías tú? ¡Siempre te interpones en mi
camino, luciendo tu cuerpo sensual!
—¡Basta ya!
—Lali apartó la silla y tomó las bolsas con sus compras. Sin mirar atrás, se
alejó a toda prisa.
«¡Vaya un
hombre egoísta, obstinado e insufrible! ¿Acaso piensa que todas las mujeres lo
persiguen porque es atractivo y tiene dinero?» se decía Lali. Se preguntó qué
habría sucedido entre Elizabeth y él.
¿Había tenido
experiencias con otras mujeres que solo perseguían su dinero? Lali estaba
segura de que eso no podía ser cierto. Aunque tuviera un céntimo, ella todavía
se sentiría atraída hacia él. Disminuyó el paso al llegar al extremo de la
calle. Era probable que la mayoría de las mujeres lo persiguieran, reconoció.
Era tan atractivo…
A pesar de
sus buenas intenciones, no resistió la tentación de mirar atrás. Peter se había
marchado. Soltó un suspiro de decepción. Por un momento casi se habían
entendido, pero habían vuelto a desenvainar las espadas. Alzando la barbilla,
contempló el mar. Estaba disfrutando de sus vacaciones y lo seguiría haciendo
cada día, según se presentara. Era una mujer autosuficiente y estaba orgullosa
de ello. Después regresaría a Los Ángeles y a su trabajo. No tenía tiempo para
hacer amistad con nadie en Barbados.
Tuvo que
volver sobre sus pasos para llegar a su coche. Cuando pasó delante del café,
miró hacia donde Peter y ella habían estado sentados. Ahora había allí una
pareja de ancianos y Lali desvió la mirada, recordando a Peter y esos pocos
momentos de armonía que habían pasado juntos.
Estuvo
inquieta toda la tarde. Escribió unas postales a sus amigos y trató de leer un
libro, pero no podía concentrarse en ninguna actividad. Después de la cena, se
puso su traje de baño, tomó su toalla y se dirigió a la playa. Llevaba su traje
de baño de dos piezas color turquesa y una camiseta larga, así como unas
sandalias para protegerse los pies mientras cruzaba el jardín y recorría el
sendero que conducía a la playa. Una vez allí se las quitó para sentir la arena
fina y suave como el talco, que aún conservaba el calor del sol. En el
horizonte empezaban a acumularse las nubes. Se preguntó si anunciarían la
tormenta que Peter había mencionado. Pronto oscurecería y aparecerían las
estrellas.
Se detuvo al
borde del agua y se quitó la camiseta; dejándola a un lado de la toalla, caminó
hacia el agua, cuya temperatura era un poco más fresca que la del aire. Cuando
llegó a mayor profundidad, se sumergió bajo la tranquila superficie. Nadó un
rato y luego se volvió de espaldas, flotando indolente. La noche era perfecta.
El rumor del viento entre las palmeras y el suave murmullo de las olas al besar
las playas casi pasaron inadvertidos para Lali, que contemplaba las estrellas
en lo alto. Era algo mágico.
Pero su
serenidad se hizo trizas por el ruido de un cuerpo al zambullirse en el mar y
luego el de unos brazos fuertes que agitaban el agua. Lali se irguió y trató de
ver quién nadaba directamente hacia ella.
—¿No sabes
que es peligroso nadar sola? —inquirió una voz familiar. Era Peter.
—Estoy bien.
No estoy lejos de la playa y no me suelen dar calambres —Lali notó que ya había
oscurecido, pues apenas podía verlo.
—Se pueden
presentar inesperadamente —se detuvo a poca distancia de ella.
La joven
desvió la vista, lejos de ese hombre amenazador. Ansiaba acercarse más, para
que él la sostuviera en el agua, para sentir su fresca piel contra la suya, sus
brazos fuertes rodeándola, sosteniéndola. Miró a su alrededor y se sorprendió
al ver lo lejos que estaba de la playa. Pensó que Peter tal vez tenía razón,
pero no estaba dispuesta a reconocerlo. Despacio, empezó a nadar de vuelta y él
se mantuvo a su lado.
—¿Por qué has
venido aquí al anochecer? ¿No sabes que es peligroso? —insistió él.
—Sólo quería
nadar. Ha hecho tanto calor hoy, que pensé que sería mejor venir por la noche.
No quería
reconocerlo, pero se alegraba de que Peter se hubiera reunido con ella. Cuando
sintió la arena bajo sus pies, se irguió. La brisa fresca la hizo estremecerse.
Necesitaba su toalla, así que se escurrió el cabello y se dirigió hacia donde
había dejado sus cosas.
—¡No deberías
salir sin un guardián! —exclamó Peter, de pie a su lado.
—No se
preocupe, señor Lanzani. No necesito ningún guardián —declaró ella dispuesta a
dar media vuelta.
—¿Qué es lo
que necesitas entonces?
La sujetó de
los brazos, la atrajo con fuerza hacia sí y su boca buscó y encontró la de
ella. El beso fue tan intenso que, incapaz de evitarlo, Lali abrió la boca
franqueando el paso a la lengua de Peter.
La joven
sintió que el corazón le latía acelerado. Tenía los senos aplastados contra el
pecho de Peter y podía sentir la frescura de su piel contra la suya. Su cuerpo,
antes refrescado por la brisa, ahora parecía arder. Respondió al beso con igual
pasión. Tenía los brazos inmovilizados, pero pudo deslizar las manos por su
pecho sintiendo sus fuertes músculos y la piel que se calentaba con la misma
rapidez que la suya.
Perdió toda
noción de tiempo y lugar. El beso se prolongó durante un momento interminable,
mientras Lali flotaba en una nube de placer y deleite.
De repente,
él la hizo volver a la realidad al apartarla de sí y pronunciar con voz un
tanto alterada:
—Desearía que
jamás hubieras venido aquí, Lali Espósito. ¡Podrías convertirte en un gran
problema y no quiero complicarme la vida!
Ella se soltó
de sus brazos.
—¡Vaya! ¡No
te estoy haciendo nada y me insultas sin motivo! No soy más problema que
cualquier otra persona y ciertamente no estoy tratando de cazarte. ¡Tú me
abrazaste! ¡Tu valiosa intimidad está segura… yo tampoco quiero tener nada que ver
contigo, Peter Lanzani! ¡Mantente lejos de mí!
Dio media
vuelta y empezó a caminar a toda prisa por la playa, furiosa. Sólo se detuvo a
recoger su camiseta y su toalla. No necesitaba secarse; el aire se había
encargado de eso mientras se besaban.
Se frotó la
boca con la toalla mientras caminaba furiosa por la arena, como si así pudiera
borrar la sensación de los labios de Peter y el recuerdo de la traicionera
respuesta de su propio cuerpo. Lo maldijo en silencio. Él le había impuesto su
presencia cuando ella estaba disfrutando de un baño en el mar. Ignoró la voz
interna que le recordaba que también había disfrutado con ese beso.
Su cólera se
avivó. Él sólo le había causado problemas desde su llegada. ¿Cómo se atrevía a
decir que ella era un problema? Ni siquiera la conocía. ¿Cómo podía decir que
ella era la causante de todo? Dio una patada con fuerza en el suelo, sin darse
cuenta de que aún iba descalza.
+15♥
Con lo del helado me rei mucho . Y a peter que le pasa es bipolar o k??? A ratos la trata bn y luego mal. Lo bueno esk x lo menos un poco se preocupa x ella . Y lo de la frase final que dice peter que jamas tenia que haber venido, yo creo k es xk esta empezando a sentir cosas x ella pero no lo quiere aceptar. MAS NOVE!!!!!
ResponderEliminarMaaaaaaaassss Noooooooveeeeee (:
ResponderEliminarJa! pero que bien se expresan jajajaj a final q carajos quiere porque no le aclara las cosas en vez de guardárselas pero el ya no puede esconder mas lo que siente capaz de que estaba vigilando sus movimientos porque no se abrirá a la opcion de que lali no es como los de la farandula
ResponderEliminarMAS NOVE PLIS
Q capitulo,pasó de todo!Peter es un loco,o mejor dicho se esta volviendo loco por ella y no quiere,pero no lo puede controlar!JAJAQ se ponga de acuerdo,o la quiere cerca o lejos pero si es lejos q no la busque,es un engreido además necesitaria un buen escarmiento de parte de ella,pero no parece q ella pueda darselo,se pierde en su boca,JAJA!
ResponderEliminarCómo quedó marcado Peter con lo q le pasó q piensa q todas son iguales!
ResponderEliminarEncontrarse a Peter nadando bajo la luna eso sí es bonus track!
ResponderEliminarQ buen cap,y q largo!Como me gustaria estar ahí,eso es un paraiso!
ResponderEliminarmassss! me encanta!!
ResponderEliminarqué va a pasar ahora? Lali se lastima y Peter la ayuda? JAAAAAA!
ResponderEliminarIr de vacaciones al Caribe,alquilar una cabaña y tener de vecino a Peter,GUAU...las mejores vacaciones q uno puede soñar!
ResponderEliminarsubi otro hoy, daleee porfaaa!
ResponderEliminarMAS NOVE!CDO PUEDAS SUBI MAS!!!!!!!!!
ResponderEliminarMas mas mas mas !! Es tan buena la nove. genia
ResponderEliminarEstoy adicta.. subi otro más! Me gusta mucho la novela
ResponderEliminarbuenisimo cap. Espero el proximo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSube otro, please! :)
ResponderEliminarJajajajajaja genial el
ResponderEliminarCAP estuvo buenísimo mas mas mas
Mas
Es genial! Me encantan!! Más!
ResponderEliminarMe gusto muchoo!!! Quiero maaas!!
ResponderEliminarUn besito, @clau_carpediem
MAS ME ENCANTA
ResponderEliminarLe pide k no lo busque, y es Peter el k parece k va siempre a su encuentro.¡¡¡esa patada!!!,espero k traiga algo bueno.
ResponderEliminarMe encanta! Muy buena :)
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