martes, 7 de agosto de 2012

Capi 8


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Capítulo 8



―Lo… siento —murmuró con gesto serio—. Ha sido una grosería de mi parte.

—Cuando me hayas castigado lo bastante por no ser la mujer con la que querías casarte…—susurró—. Hazme un favor, Peter, y prepara mi vuelo de vuelta a casa, por favor.

Él se arrodilló delante de ella y le rozó las mejillas con los dedos. Ella no levantó la vista.

—Me llevé una gran sorpresa… cuando lo vi esta mañana. Sentí que te había robado algo que no me pertenecía.

—¿Y ésa es tu única excusa? —le preguntó sin mirarlo.

—No. Tengo otras, aunque creo que no estás lista para oírlas ahora.

Lali pensó que tenía razón. Ya estaba harta de tanto cinismo.

—A mí no me vas a tratar como tenías pensado hacer con Bianca. Me arruinaste la pasada noche, dos veces, teniendo en cuenta cómo acabas de comportarte, y creo que lo hiciste deliberadamente.

—Ataco cuando estoy a la defensiva. Creía que ibas a lanzarme alguna acusación merecida, así que me adelanté.

—¿Sabes lo que eres, Peter? —se volvió hacia él—. Eres tan cínico y cruel que no reconoces los sentimientos de los demás. Crees que puedes tratarme con desprecio porque nunca fui capaz de esconder la atracción que sentía por ti.

Él esbozó una extraña sonrisa.

—No es desprecio.

—Entonces había sangre en las sábanas —dijo Lali—, Un hombre sensible me lo habría dicho de otra manera, pero tú no eres de ésos. Tú lo sueltas de cualquier manera a plena luz del día sin importarte el daño que causas.

—Pensaba que lo habías visto.

—Bueno, no es así —huyó de su mirada—. ¿Y cuál es el problema con mi inexperiencia? —le preguntó, desafiante—. ¿Por qué crees que tienes derecho a burlarte?

—Puedo hacerlo mejor. Ayer estaba… enfadado por muchas cosas; cosas que no debería haberme llevado a la cama. Sólo te pido que aceptes mis disculpas y mi promesa de que puedo hacerlo mejor de ahora en adelante.

—Has salido a cazar.

Él se quedó perplejo y entonces se echó a reír. La agarró de la barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos.

—He salido a cazar—confirmó con una sonrisa relajada—. Lo cual significa que éste es un mal día para los leones. Deben de estar desesperados.

—Si vuelves a hacer que me avergüence de ti, me iré sin más, no importa cuánto me amenaces.

Ante la sorpresa de Lali, él asintió sin rechistar. Se puso en pie y le ofreció una mano. Ella la miró durante unos segundos y finalmente le dio la suya.

La ayudó a levantarse, pero no le soltó la mano, sino que tiró de ella hasta tenerla muy cerca, tan cerca que el corazón de Lali empezó a palpitar sin control.

—Necesito algunas cosas que tu maravilloso equipo de estilistas olvidó incluir en mi equipaje —le dijo, intentando distraer su atención con una frase apresurada.

—¿Como qué?

—Un caballero no hace esas preguntas.

—Pensaba que ya habías decidido que yo no soy uno de ellos.

Ella levantó la vista y reparó en sus labios, en los que se atisbaba una mueca irónica.

—Un sombrero, y un cargamento de leche solar —le dijo, intentando parecer tranquila a pesar de su proximidad.

Él le tiró de la mano y la hizo acercarse más. Lali volvió a mirarlo a la cara y entonces la besó.

Fue un roce tan fugaz que terminó antes de que ella pudiera reaccionar.

—Entonces vayamos de compras —le dijo sin más.

Lali sabía que acababan de sellar otro trato, pero no sabía de qué se trataba esa vez.

Él volvió a ser el tipo frío y distante de siempre; el hombre que jamás perdía el control de las cosas, incluyendo una esposa rebelde. La llevó al pueblo en un deportivo y juntos dieron un paseo por la zona comercial, que estaba llena de tiendas de curiosidades pintadas en tonos pastel. De no haber ido con él, a Lali le habría encantado perderse en ellas.

Él le escogió un sombrero sin que ella se diera cuenta. Lo pagó, se lo puso en la cabeza, y la hizo salir de la tienda sin darle tiempo a protestar. Era un sombrero de paja rosa de ala ancha que no conjugaba demasiado bien con su color de pelo, pero eso a él no le importaba.

—Arrogante —murmuró Lali.

—Desde siempre —respondió él.

La hizo entrar en una farmacia y eligió el factor de protección más alto. Esa vez Lali ni siquiera se molestó en decirle nada, sino que fue a buscar otros productos necesarios mientras tantos.

Él pagó la cuenta y Lali empezó a sentirse como alguien sin voz ni voto, resentida y mimada.

—Mi esposa, Lali —dijo a modo de presentación cuando se encontraron con unas amistades suyas.

Al ver la expresión de sus rostros, Lali se dio cuenta de que la noticia de su escandaloso matrimonio debía de haber llegado hasta esa remota isla del Caribe.

—Cara, éstos son Elena y Fabio Romano, unos amigos míos.

Elena Romano era una joven esbelta y hermosa, pero tenía un misterioso brillo en sus oscuros ojos que recordaba a las brujas de largas uñas y escobas voladoras. Fabio era un hombre de mediana edad, alto y de piel bronceada. Sin embargo, su expresión natural denotaba un aburrimiento crónico alarmante.

Lali no pudo evitar preguntarse si Peter iba a terminar así cuando llegara a su edad. Los Romano les dijeron que estaban navegando por el Caribe en su yate privado y los invitaron a tomar algo por la tarde. Peter rechazó la invitación con toda la elegancia de que era capaz y Fabio Romano aceptó la negativa con la misma dosis de elegancia. Su encantadora esposa, sin embargo, no se lo tomó tan bien. Sus negros ojos lanzaron centellas dirigidas a Lali.

—Qué sombrero tan bonito, cara. Qué alegre y qué… rosa. ¿Cómo puedes llevar ese color con tu tono de pelo? —le preguntó con insolencia.

—Peter me lo eligió —respondió sin vacilar—. A él le gustan alegres y rosas.

Elena se rió con afectación. Lali sintió la presión de los dedos de Peter sobre la cintura.

—Ah —Elena no había terminado—. Eso explica lo de las fotos de vuestra boda en la edición matutina de los periódicos —asintió—. Qué imagen tan dramática. La pálida novia virgen junto al mujeriego serio y reformado.

—Mis estilistas son excepcionales. ¿No crees? —dijo Lali, siguiéndole el juego a la bruja de Blanca nieves.

Los años que había pasado al lado de Bianca le habían enseñado a defenderse ante esa clase de mujer. Peter volvió a clavarle los dedos en la cintura, pero Lali no se molestó en mirarlo.

—Sí, y con tan poco tiempo —Elena bajó la vista y se fijó en el vientre de Lali.

—Vaya. ¡Nunca pensé que la gente pudiera pensar que el pobre Peter se había casado conmigo por obligación! —dijo Lali, contraatacando.

—Y no es así —Fabio Romano decidió poner fin al atrevimiento de su esposa—. Elena sólo quiere meterse en lo que no le importa. Siempre lo hace. A eso se dedican las mujerzuelas profesionales.

Lali la miró con gesto triunfal y Elena se sonrojó.

Unos minutos después se despidieron con cortesía y volvieron al coche.

—Bueno, me has sido de gran ayuda —le dijo Lali con rabia.

Peter ni se inmutó.

—Pronto aprenderás que es mejor mantener la boca cerrada delante de gente como Elena.

Pero Lali no tenía por qué agachar la cabeza. Y si eso era lo que le esperaba en Italia, no estaba dispuesta a tolerarlo.

—Se siente atraída por ti, y es por eso que la tomó conmigo.

—Bueno, sí que tienes imaginación.



—Entonces será una ex resentida porque no logró convertirse en tu «pálida novia virgen».

—Tendrías que remontarte muy atrás en el pasado de Elena para encontrar la virgen —dijo, riéndose—. ¿Y por qué estás enfadada conmigo si fuiste más que capaz de manejar la situación sin mi ayuda?

—No me gusta tu estilo de vida.

Él guardó silencio, le abrió la puerta y esperó a que entrara en el vehículo. Lali se quitó el sombrero, se lo puso sobre las piernas y le observó mientras dejaba las bolsas a sus pies y le cerraba la portezuela del coche.

—Quiero ver la foto de la que hablaba —le dijo Lali cuando se sentó a su lado.

—No —arrancó el coche.

—¿Por qué no? ¿La has visto?

Peter mantuvo la vista al frente y no dijo ni una palabra. En el camino de vuelta, Lali empezó a encajar las piezas del puzzle. La desagradable escena de la mañana debía de estar relacionada con el comentario de Elena.

—La has visto —le dijo, insistiendo—. Es por eso que te mostraste tan desagradable esta mañana. Viste la foto y no te gustó lo que había en ella, es decir, yo, con la cara pálida, y tú; un tipo rico al que han cazado con el truco más viejo del mundo.

—Tienes una gran imaginación.

—Quiero verla.

Él no dijo nada. Paró delante de la casa y salió del coche. Lali también bajó y lo fulminó con la mirada por encima del capó. Él tenía en ceño fruncido y se empeñaba en ignorarla como si fuera una pesada mosca que podía derribar de un manotazo.

Lali entró en la casa, decidida a no darse por vencida. Un hombre como Peter De Lanzani no podía vivir sin una conexión a Internet.

Atravesó el vasto recibidor y empezó a abrir puertas hasta localizar su objetivo.

—Si quieres ver la casa entera, cara —le dijo con prepotencia—. Yo estaré encantado de enseñártela. No hay necesidad de que destroces la pintura de las puertas. Puedes irte. Nina —dijo al ver acudir al ama de llaves.

Lali se volvió a tiempo para verla desaparecer rumbo a la parte trasera de la mansión. Él estaba en mitad de la habitación, inmutable y soberbio.

La joven apretó los puños contra el costado.

—¡Si el mundo entero ha visto una foto de mí el día de mi boda, entonces yo también quiero verla! —le gritó, furiosa.

—Te aseguro que es mejor que no —sonrió y dejó escapar un suspiro impaciente.

Ella le dio la espalda y abrió la siguiente puerta.

—¿Cómo es que todo el mundo conoce tu lado más amable menos…?

No terminó la frase, pero Lali no se dio cuenta. Estaba demasiado ocupada examinando la habitación en la que acababa de entrar. Un enorme retrato enmarcado en oro colgaba de una de las paredes color azul.

—La virago —murmuró, demasiado perpleja como para recordar qué había ido a buscar allí—. Dios santo —exclamó y dio otro paso adelante.

—La contessa Alexandra De Lanzani —dijo Peter desde detrás—. La gran dama, la matriarca, la mala madre, la maravillosa abuela, mi otra virago inglesa.

—Es igual que yo —susurró Lali.

—Creo que Nina te lo dijo.

—Pero tú no —su vivo reflejo la miraba desde aquel retrato.

—Tú tienes el pelo más oscuro y tus ojos son grises, no azules.

—¿Cuántos años tenía en ese momento?

—Cuarenta y nueve.

Lali dejó escapar el aliento. Aquella mujer no aparentaba más de treinta años.

—Mi abuelo encargó el retrato como un regalo para su cincuenta cumpleaños. Él decía que su belleza era la única cosa que los mantenía juntos. Ella decía que seguían juntos porque ella así lo quería, a pesar de las muchas aventuras que él tuvo durante su largo matrimonio.

—Quieres decir que ella lo amaba.

—Eso quiero pensar, pero no creo que él se mereciera tanta lealtad. En la sociedad italiana de la época no existía el divorcio.

—Y ella le hizo pagar de otras maneras.

—Muy astuto de su parte —le dijo él después de una breve pausa.

Lali contempló el cuadro durante unos momentos y se sintió identificada con aquella dama misteriosa.

—Crees que soy como mi abuelo —le dijo él.

—Tú tomas lo que te gusta porque crees que tienes derecho y no juegas limpio —se dio la vuelta y levantó la barbilla—. Quiero ver esa foto ahora.

Peter se tomó su tiempo antes de mirarla a la cara, pero no dejó que su rostro delatara lo que sentía.

—Seguimos discutiendo —dijo finalmente.

Lali asintió y apretó los labios.

—Y tú sigues empeñado en creer que vas a ganar. Sé usar un ordenador, así que si me muestras el camino…

Él sonrió. No fue una sonrisa condescendiente, pero tampoco fue agradable. Si Lali hubiera podido verse a sí misma, habría emprendido la retirada de inmediato.

La redonda silueta de sus pechos se movía demasiado deprisa dentro del diminuto top y sus pezones duros se dibujaban bajo el tejido.

Él, sin embargo, ya había reparado en todo ello y apenas podía luchar contra la tentación.

Lali bajó la vista y entonces recordó el tacto de su piel bronceada bajo los labios…

—Creo que iré…

—Cobarde —dijo él, riéndose suavemente.

Se movió tan deprisa que Lali no lo vio acercarse hasta estar en sus brazos y sentir su boca hambrienta.

Fue un beso ardiente y profundo que la dejó sin aliento. Cuando volvió a la realidad, sintió la urgencia de su propio cuerpo al apretarse contra él y se ruborizó.

—Me gustaría que dejaras de abrazarme así —le dijo en un susurro.

—Yo nunca juego limpio —le recordó él con sequedad y volvió a besarla.

Cuando por fin se separó de Lali, ella temblaba de arriba abajo.

—¿Despacio o deprisa? —le preguntó él mientras jugueteaba con sus labios—. Deprisa significa que nos arrancamos la ropa del cuerpo y lo hacemos aquí mismo, contra la pared o en el suelo. Despacio significa que intentamos llegar a la intimidad del dormitorio. Tú eliges.

—No sé —dijo Lali—. No se me dan bien estas cosas.

—Confía en mí, cara. Se te da muy bien.

Lali sucumbió a su propuesta y puso los labios sobre su piel bronceada. Él masculló un juramento, la agarró de la cintura y la apartó bruscamente.

—Lo siento —susurró Lali, temblando.

La tomó de la mano y la llevó al dormitorio. Una vez dentro, cerró la puerta y la apoyó contra uno de los postes de la cama.



—No te muevas —le dijo y dio un paso atrás.

Lali hubiera querido tener la fuerza para irse de allí, pero no era capaz. Él empezó a quitarse la ropa. Músculos duros y piel bronceada quedaron al descubierto a medida que se desnudaba. Habiéndose quitado la camiseta, Lali recorrió la delgada línea de vello con la mirada hasta toparse con la cintura del pantalón. Él tiró a un lado los zapatos y se deshizo de los pantalones. Sólo quedaba una única prenda de ropa sobre su cuerpo.

—¿Te gusta lo que ves?

Lali se humedeció los labios.

—¿Quieres que vuelva a tu lado? —le preguntó él.

—Sí, por favor.

Avanzó hacia ella; tan increíblemente hermoso, arrogante y poderoso, que el corazón de Lali entró en un delirio rítmico.

—Disfruta —le dijo.

Lali fue hacia él y empezó a acariciarlo con impaciencia, probándolo con la lengua y mordisqueándole la piel con los dientes. Él le rodeó la cintura con los brazos y la dejó hacer lo que quisiera. Cuando ella levantó la mirada buscando su boca él se la dio sin más. Entonces ella se atrevió a deslizar los dedos sobre el fino vello y exploró la longitud de su erección. En cuanto sintió el roce, su potencia masculina palpitó con urgencia.

Él respiraba entrecortadamente y la tensión creciente le agarrotaba los músculos. Lali le rodeó el cuello con los brazos y entonces él tomó el control. Le arrancó la falda del cuerpo de un tirón, y mientras Lali la veía caer a sus pies, él se había agachado para quitarle las braguitas. En ese momento la joven sintió la cálida intrusión de su lengua entre las piernas y lanzó un gemido instintivo. Después Peter le quitó el top y el sujetador, y le agarró los pechos para saborear sus pezones con la lengua. Lali sintió olas de placer en su interior y le clavó las uñas en los bíceps, temblando y retorciéndose de deseo.

Cuando por fin la tumbó en la cama y le separó las piernas, Lali experimentó una deliciosa sensación de anticipación. Pero en lugar de poseerla en ese mismo momento, él se tumbó sobre ella y empezó a atormentarla con toda clase de experiencias nuevas que la dejaron temblando para cuando por fin se decidió a hacerle el amor.

Entró en su sexo húmedo con un poderoso empujón que le arrebató el aliento y entonces ambos empezaron a moverse al unísono hasta alcanzar el paraíso.

Aferrada a sus brazos, Lali dejó que la llevara de vuelta a la Tierra con un beso interminable.

«Nunca dejaré que un hombre vuelva a hacerme esto…», pensó.

Sin embargo, no se dio cuenta de que lo había susurrado en voz alta y un momento después Peter emprendió aquel viaje sensual una vez más.

Pasaron toda la tarde haciendo el amor. Ni se vistieron, ni tampoco salieron de la habitación. Se ducharon abrazados y cayeron exhaustos sobre la cama.

22 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por aclararlo no me acordaba jaja

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  2. Vaya capítulo me quede con ganas de más, espero leer el próximo me encanta la novela enhorabuena

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  3. quiero mas nove
    @arimurb

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  4. WOU!!! jajajja es que son como la pareja rebelde SE AMAN, me da intriga lo de la foto ¿tan mal salia? y ¿porque Lali se parece tanto a la abuela de Peter? y bueno tendre que esperar para saber pero me gusta que ya se muestran mas el cariño y el va a tener que empezar a pensar antes de que Lali quede embarazada ¿no?
    esta excelente plis escribe mas

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  5. massss porfa esta buenisima

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  6. me encanto otro cpitulo mas pliss

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  7. masssssssssssssssssssssssssssssssssmasssssssssssssssssssssssssssssssssssssmsasssssssssssssssssssssssss

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  8. mas es muy buena cuantos cap son

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  9. Muy buen capitulo!Todo pasión!

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  10. Rock laliter ah re satira

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  11. mas noveeeeeeeeeeeeeeee

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  12. mas mas masssssssssssssssssss

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  13. cada vez mejorrrrrrrrrrr

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  14. Lali no se deja amedrantar ,hasta k llega el momento d una caricia ,y sucumbe enseguida.

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