sábado, 4 de agosto de 2012

Capi 3 "Atrapada En Su Chantaje"

Hola aqui el 3 cap PORFA RECOMIENDEN LA NOVE y diganme quienes quieren que les avise por twitter un beso♥
Capítulo 3



—Es… Eso no ha tenido nada de gracia —dijo Lali, tartamudeando. Su corazón comenzaba a latir a mil por hora. Aquella conversación había dado un giro siniestro.

—Sé que estás herido y molesto, y entiendo que sientes la necesidad de pagarla con alguien. ¡Pero eso no te da derecho a mentir sobre mi familia!

—Tu hermano. Mis acusaciones van dirigidas hacia un miembro de tu familia. A los demás les concedo el beneficio de la duda… de momento.

Con cada palabra despiadada que salía de su boca arrojaba más leña al fuego que ardía en el interior de Lali.

—¿Acusas a mi padre de ser un corrupto? ¿Cómo le atreves a decir una cosa así?

—Me atrevo, como dices tú, porque soy banquero, y por eso no dejo que mi corazón controle mi cabeza.

—Creo que me he perdido —dijo Lali, aturdida.

—Entonces deja que te lo explique. Bianca es una mujer muy rica.

—Lo sé.

—Pero alguien podría hacerle pensar que su amor de la infancia se ha vuelto rico.

—Creo que necesitas tiempo para pensar las cosas —dijo Lali con seriedad y dio media vuelta.

—Vuestra relación… tan cercana, me hizo sentir una gran curiosidad —dijo él con toda su calma mientras ella andaba hacia la puerta—. Así que pensé que era buena idea investigarte a ti y a tu familia.

—¡Investigar! —una vez más Lali se volvió y lo miró con rabia—. ¿Pero quién te ha dado derecho a hacer algo así?

—El derecho de ser el futuro marido de Bianca. Esa amistad tan íntima me tenía intrigado. Tú no eres su tipo, Lali —le dijo sin más—. Cualquiera puede ver que Bianca está al otro lado de la acera, y sin embargo, aquí estás, y te hospedas en el mejor hotel de Milán, todo a cuenta de su familia. Llevas vestidos que ella te ha comprado para que no desentonaras en presencia de sus amigos ricos. Y además estabas a punto de tener la suerte de ser la primera dama de honor.

—Estaba —le espetó Lali, airada.

—Estabas —reconoció con un gesto—. Así que decidí indagar un poco y… Adivina lo que averigüé. Espósito no está atravesando una crisis pasajera, está a punto de irse a pique. Tu padre está hasta el cuello de deudas. Tu hermano detesta el oficio y no quiere seguir con el negocio.

Lali se sonrojó.

—Matthew quería ser artista.

—Oh, qué deseo tan romántico —le dijo, con mofa—. Con sus rizos de oro y su atormentada sensibilidad es el príncipe ideal para una joven tan impresionable como Bianca, pero tú… —siguió hablando antes de que Lali pudiera objetar algo—. Tú tienes lo que hace falta para taparle los ojos a la inocente Bianca y ocultarle los verdaderos tejemanejes de tu hermano.

Lali se puso erguida.

—¿Ya has terminado de insultar a mi familia? —le preguntó, deseando abofetearle.

—Orgullosa. Me gusta.

—¡Bueno, tú a mí no! Bianca y yo hemos sido amigas desde los doce años. Su riqueza o mi pobreza nunca han supuesto un problema porque la amistad verdadera es otra cosa. Mi familia trabaja duro para ganarse la vida. ¡Todos trabajamos duro! Mi padre no desperdició su vida viajando por el mundo y disfrutando de la vida disipada e inútil de un playboy mimado proveniente de una familia podrida en dinero, pero disfuncional, cuyo triste producto final ha resultado ser un cínico como tú. Y aunque mi hermano sea distinto a todos nosotros, por lo menos sabe que lo quieren, mientras que a ti, signor, a pesar de toda tu riqueza y tu arrogancia heredada, jamás te han querido, o de lo contrario no serías tan frió y despiadado; siempre sospechando de todo y de todos hasta el punto de ahondar en sus vidas a sus espaldas.

—¿Disfuncional? Tienes una idea muy cínica de mi historia familiar, señorita Espósito. Me gustaría saber dónde conseguiste esa información, y por qué, que es aún mucho más interesante.

—Yo… Bianca —dijo Lali, al darse cuenta de que se había metido en una trampa.

Una bocanada de calor invadió sus mejillas al recordar las horas que había pasado delante del ordenador, buscando información sobre Juan Pedro De Lanzani.

—Ella me dijo que casarse contigo era como pasar a formar parte de una dinastía porque tenía un buen nombre y provenía de una estirpe de abolengo. Aquello sonaba tan frío y profesional que pensé que estaba bromeando, pero ahora veo que estaba en un error. Tu corazón debería estar hecho pedazos, pero en cambio te dedicas a acusarme y a insinuar cosas absurdas.

—¿Has terminado? —le preguntó él cuando Lali se ahogó con sus palabras.

La joven apretó los labios para sofocar los temblores que la sacudían y asintió con la cabeza.

Él se levantó del escritorio.

—Bueno, ahora que hemos acabado con las críticas y los insultos, volveremos al tema de nuestro matrimonio.

—¡No voy a casarme contigo! —gritó Lali, desesperada, pensando que se había vuelto loco. Él rodeó el escritorio.

—Anoche me besaste.

Lali respiró profundamente al recordar ese momento. Había rezado toda la noche para que aquello fuera un sueño, pero él no lo había olvidado.

—Estaba bebida—alegó.

—Parecías estarlo —abrió un cajón y sacó una gruesa carpeta que puso sobre el escritorio—. Claro que tal vez formaba parte de la estrategia para desviar mi atención de los planes de Bianca.

Lali se quedó perpleja y las palabras huyeron de sus labios.

Él esbozó una sonrisa de hielo.

—Todo puede estar sujeto a un mal entendido, Lali. Cuando te acercaste a mí como una dulce virgen, tímida y algo mareada, yo me sentí… halagado. Bueno… —abrió la carpeta—. Qué distinto parece todo a la luz del día, con la mente clara, tras recuperar el sentido común. Ven a ver esto.

Aquello no era una sugerencia. Lali sintió un extraño cosquilleo sobre la piel. Sus temblorosas piernas se arrastraron hasta el escritorio. Él giró el documento y señaló un apartado específico.

Era un extracto bancario; un extracto bancario con el apellido Espósito en el título.

—¿Có… cómo has conseguido eso? —susurró ella.

—Soy banquero. Sólo tengo que tirar de unos cuantos hilos y consultar con los contactos adecuados para conseguir lo que quiero.

Lali no dejó escapar el doble sentido de aquella afirmación.

—Mira donde señala mi dedo.

Ella lo hizo, y entonces se quedó petrificada.

—La fecha demuestra que la cuenta de tu empresa recibió una enorme inyección de capital hace dos días —le dijo él.

Cinco millones y medio… Lali nunca había visto tanto dinero junto.

—Si miras la línea siguiente verás que el dinero fue retirado ese mismo día.

—No —exclamó Lali, negándose a creer aquella insinuación—. Tengo que llamar a mi padre.

Blanca como la leche, Lali empezó a sentir mareos y se dirigió hacia la puerta.

—No vas a llamar a nadie —dijo aquella voz terroríficamente pausada—. En este momento tengo la situación bajo control y tengo intención de que siga siendo así. Si alguien más interviene las cosas podrían complicarse.

—¿Qué es lo que tienes bajo control?

—A ti… No sabía por qué tu padre había retirado el dinero del préstamo que tanto le había costado conseguir inmediatamente después de obtenerlo. La carta de Bianca resolvió todas mis dudas.

Lali sintió ganas de sentarse. La única silla disponible estaba a varios metros del escritorio. La joven se dejó caer en ella. La cabeza le daba vueltas y las piezas de aquel complicado puzzle escapaban a su obnubilado raciocinio.



—Tu hermano es la única persona, aparte de tu padre, que tiene acceso a las cuentas. Sólo hay que encajar las piezas, Lali. No es difícil entender que tu hermano ha robado el dinero para llevar a cabo su romántica fuga con Bianca. Si tuviste algo que ver en ello, deberías tener en cuenta que te tocará pagar las consecuencias.

En ese momento lo último que le preocupaba a Lali era lo que iba a pasar con ella. Estaba muy preocupada por su padre. Cuando descubriera lo que Matthew había hecho…

—También tengo que decirte que aunque seas completamente inocente, vas a sufrir las consecuencias de todos modos… porque quiero una recompensa por haber sido tratado como un *******, y si eso significa ponerte el traje de Bianca y casarme contigo en su lugar, entonces así será.

—¡Por el amor de Dios! —Lali se puso en pie de un salto—. ¿No crees que las cosas ya están bastante mal como para que te dé un arrebato de locura?

Él se echó a reír y Lali se quedó perpleja.

—Tienes una forma muy curiosa de expresarte.

Si el escritorio no se hubiera interpuesto en su camino, se le habría tirado encima como un animal acorralado.

—¡No me voy a casar contigo! —dijo la joven.

—¿Por qué no? —le preguntó y se sentó en la silla del escritorio, con gesto desafiante—. ¿Tengo algo de malo?

—No me pidas que haga una lista —murmuró Lali, cruzándose de brazos y buscando algo de sentido en aquella absurda situación—. Tienes los ojos de un león.

—Los leones marcan su territorio y protegen a su manada con fiereza, pero no cazan —le respondió con pereza.

—¿Y eso qué significa?

Él se encogió de hombros.

—Estoy listo para… buscar pareja. Quiero tener… descendencia. No tuve que cazar a Bianca porque ella siempre ha estado ahí, lista para reclamar lo suyo al hacerse mayor. Y ahora tú estás aquí —esos ojos de oro se clavaron en el rostro de Lali—. Tú tampoco necesitas salir a cazar porque yo te he cazado y encadenado gracias a tu hermano y a la atracción por mí que tanto te cuesta esconder.

—Yo no me siento atraída por ti de ninguna forma.

—¿Entonces por qué me diste aquel beso tan dulce?

—Oh, por el amor de Dios. ¡No fue un beso! ¡Rocé mis labios contra tu cuello por accidente! ¡Y estaba bebida!

—Algo mareada, después de muchos meses de lujuria contenida. La atracción que sientes por mí es algo que no puedes ocultar. Siempre ha estado presente en tu lenguaje corporal desde la primera vez que nos vimos en Londres. Nunca has podido resistirle —le dijo con arrogancia—. Lo noté cuando nos encontramos en el ascensor en Milán, y anoche también, mientras bailábamos juntos y yo sucumbía a la tentación. También lo sentí cuando rozaste tus labios contra mi cuello.

Lali retrocedió, a punto de ahogarse en un charco de vergüenza.

—Tú tienes más de diez años que yo, y eso te convierte en un hombre demasiado viejo para mí, signor.

—Treinta y cuatro y veintidós es una buena diferencia, cara.

Aquélla era la primera vez que usaba esa palabra para dirigirse a ella. El sonido de su voz al pronunciarla se escurrió por la espalda de Lali como un escalofrío.

—Yo puedo ofrecerle experiencia y lealtad, y tú me das juventud y belleza, y también lealtad. Tomando el lugar de tu amiga puedes proteger a tu padre del peor escándalo que puedas imaginar si su nombre se ve involucrado en este asunto.

—Qué despiadado eres —Lali cruzó los brazos temblando.

—No en la cama.

—¿Y eso es todo? En la cama puedo disfrutar de tu lado más humano y también de una fabulosa experiencia mientras que fuera de ella desempeño el papel de una esposa trofeo, rica y mimada; una esposa que salva tu reputación. ¿Ni afectos, ni amor?

—El amor está sobreestimado.

—No esperaba otra cosa de ti.

—¿Estás hablando de mi familia disfuncional de nuevo?

—Estoy hablando de un hecho muy sencillo: no me gustas en absoluto.

—Pero me deseas desesperadamente.

Lali frunció el ceño, incómoda.

—Te excitas con sólo mirarme. Sabes que el sexo será muy bueno conmigo y no puedes apartarlo de tu mente. Si fuera hacia ti y te estrechara en mis brazos te derretirías como una vela.

—¿Sin la cama y las sábanas? —la pregunta sarcástica escapó de sus labios antes de que pudiera evitarlo.

Peter se echó a reír.

—Puedo adaptarme si es preciso.

Ante tanta insolencia y pretensión, Lali no dudó en contraatacar.

—¿Entonces aceptarías tener un apasionado encuentro sexual conmigo si un día apareciera en tu oficina para seducirte, aunque estuvieras ocupado hablando por teléfono, ganando millones?

—¿Ésa es una de tus fantasías? —le preguntó, haciéndola sonrojar—. En ese caso, haría todo lo que está en mi mano para hacerle sentir bien, y me aseguraría de que no lleves pantys —le dijo, mirándola de arriba abajo—. Es fácil librarse de las medias, pero los pantys indican una falla de refinamiento, y si tu fantasía me obliga a hacer millones mientras te doy placer, cuanto más fácil me pongas las cosas, más placer obtendrás de mí.

—Dios, eres insufrible —Lali dio media vuelta, incapaz de creer que pudiera hablar con tanto cinismo y odiándose a sí misma por haberle dado la oportunidad.

—Es que tengo más experiencia que tú en el juego. Pero el sexo sobre mi escritorio mientras hablo por teléfono es toda una novedad —admitió—. Quizá deberíamos intentarlo.

Lali levantó los hombros y los brazos, como si así pudiera borrar su escandalosa sugerencia. Él tenía razón. Tenía mucha más experiencia que ella y lo único que había conseguido desafiándole era caer en la trampa.

—¿Sabes por qué se han fugado los amantes? —le preguntó, sin pensárselo dos veces.

—No —ella sacudió la cabeza.

—¿Ya sabes por qué tu pelo arde en llamas cada vez que lo ilumina la luz del sol?

Aquel comentario sutil la hizo darse la vuelta súbitamente.

—Por Dios, deja de jugar a este juego.

—No es ningún juego —le dijo él, seguro de sí mismo—. Cásate conmigo la próxima semana y tu vida sexual será ardiente y emocionante.

—¿Quién le ha dicho que mi vida sexual es…?

—Bianca. ¿Quién si no?

Lali se quedó sin palabras ante aquella traición.

—Según ella saliste con dos tipos que no duraron ni un asalto en la cama. Ingleses… Claro… No saben lo que es el refinamiento.

—¿Y tú crees que hablarme así demuestra algo de refinamiento?

Lali sintió una profunda angustia y una punzada de dolor al ver que su mejor amiga la había decepcionado. ¿Cómo se había atrevido a hablarle de su vida privada? ¿Cómo se había atrevido a decir tantas mentiras?

—Bueno, yo creo que no. Y ya no quiero escuchar nada más —concluyó sin darle tiempo a responder.

Dio media vuelta, dispuesta a irse a casa.

Pero él no iba a dejarla marchar así como así.

—Cásate conmigo la próxima semana y yo pagaré las deudas de tu padre. Pagaré el préstamo y enviaré a un equipo de expertos para que lo ayuden a recuperar la empresa.



Lali se paró en seco.

—Yo financiaré el negocio hasta que funcione por sí solo. Si no te casas conmigo la próxima semana, correré un rumor de malversación de fondos y disfrutaré del espectáculo.

En ese momento Lali se dio cuenta de que aquel hombre estaba dispuesto a todo por recuperar su honor.

—Me lo deben, Lali —dijo en un tono siniestro—. O pagas la deuda de tu familia, o la paga tu familia. Tienes el lujo de poder elegir porque te deseo.

—Esto es sólo venganza—susurró ella.

—La venganza no es más que pasión, mi amore. Mi consejo es que aproveches la oferta mientras la sed de venganza corre por mis venas.

Palabras… Él era muy hábil con las palabras; tan hábil que había conseguido enredar sus emociones. Lali fue hacia una de las ventanas y contempló el lago, radiante bajo la neblina que descendía de las montañas. El pueblo de Bellagio no era más que una mancha blanca en la otra orilla.

Tan cerca, y sin embargo tan lejos. Bien podría haber estado atrapada en una isla; la prisionera de Peter. Él le había dejado muy claro que no iba a ir a ninguna parle sin su expreso consentimiento.

Y Matthew… ¿Por qué lo había hecho? Era mayor que ella, pero tenía buenas razones para estar resentido contra su padre por haberse negado a que su hijo hiciera lo que quisiera con su propia vida. ¿Se había llevado el dinero para vengarse? ¿Acaso Bianca lo había animado a hacerlo porque su padre les había impedido llevar a cabo su romántico matrimonio dos años antes?

La señora Moreno le había dicho a Edward Espósito que no estaba actuando bien. Tan dramática como siempre, le había dicho que sólo conseguiría crear a un Romeo y a una Julieta si les prohibía verse.

Tuviera o no razón, parecía que sus predicciones se habían hecho realidad. Lali sólo esperaba que su hermano y Bianca no estuvieran dispuestos a llegar al límite. No obstante, llevar las cosas tan lejos ya era alarmante, sobre todo porque habían tenido otras relaciones desde su ruptura; y la más importante de esas relaciones era la que Bianca había tenido con el hombre que en ese momento estaba ante sus ojos, esperando una respuesta.

Lali no podía negar que se sentía dolida. Ninguno de los dos había confiado en ella.

—¿Qué va a pasar con ellos cuando vuelvan a aparecer?

—Bianca no ha hecho nada malo, excepto cambiar de idea respecto a nuestro matrimonio; el derecho de una mujer. En cuanto a tu hermano, depende de tu padre y del banco.

Claro, conciso y sincero. Ni siquiera se había molestado en recordarle que él era el que mantenía el hacha sobre la cabeza de Matthew.

—No llevaré el traje de novia de Bianca —susurró la joven—. No me casaré contigo en una iglesia y no dejaré que me compres nada que no sea estrictamente necesario para el papel que tengo que desempeñar. Y no dejaré de trabajar porque tengo que ganar dinero para pagarle hasta el último centavo que invertirás en Espósito's.

—Tú te casarás conmigo según lo previsto. Aceptarás agradecida todo lo que yo decida darte y no volverás al trabajo.

Lali lo miró fijamente al recibir aquella patada.

—N… no puedes ponerme en el lugar de Bianca así como así. ¡Las autoridades no lo permitirán!

—No quiero parecer repetitivo, pero el dinero manda.

—Te desprecio.

—Sin embargo, ocuparás el lugar de Bianca con orgullo y dignidad, y engañarás al mundo haciéndoles creer que fuimos tú y yo los que descubrimos que no podían vivir el uno sin el otro. Y no me pagarás con nada excepto con un hijo. Con esa idea en mente vendrás a nuestra cama nupcial con afecto y sinceridad, lo que significa que no lucharás contra lo que ambos sentimos.

—¿Puedo irme ya? —estaba tan cerca de las lágrimas que apenas podía guardar la compostura. Aquella súplica ahogada hizo que Peter tuviera que reprimir un juramento. Se puso en pie e hizo ademán de acercarse a ella, pero entonces se detuvo.

—En un momento —le dijo; su rostro había vuelto a ser una fría máscara, dura e impenetrable—. Todavía tenemos que discutir algunos detalles.

—¿Discutir? ¿Acaso puedo opinar?

—Probablemente —hizo una mueca—. Pero me parece que no, porque como estaba a punto de decir, prefiero hablar con tu padre antes de que tú lo hagas. Esto no está abierto a la discusión —dijo al ver que intentaba decir algo—. Además, ya no volverás al hotel de Milán porque vivirás aquí a partir de ahora.

Lali apretó los dedos contra los labios para contener los temblores.

—Como una prisionera.

—No. Aquí puedo protegerte del escándalo que está a punto de golpearnos. Voy a hacerlo público hoy mismo, y el hotel de Milán estará sitiado. También sospecho que a los Moreno no les va a hacer mucha gracia. Tú sentirás pena por ellos. Yo no.

—Menuda broma —dijo Lali, riéndose frenéticamente—. ¿Por qué crees que me enviaron a mí?

La sorpresa iluminó sus ojos de oro un instante.

—Entonces están asustados. Bien, eso juega a nuestro favor.

—¿Por qué no dejas de hablar como si esto tuviera algo que ver conmigo cuando no es así? ¡Yo sólo soy el peón que vas a utilizar para salvar tu estúpido orgullo!

—Los peones son fichas muy poderosas en el tablero.

—¡Oh, cállale! ¿Tienes idea de la rabia que siento cuando encuentras respuestas para todo?

—Parece que no —esbozó un atisbo de sonrisa cínica—. Intentaré corregir ese mal hábito.

Lali respiró profundamente y soltó el aliento.

—¿Puedo irme ahora?

Peter hizo una llamada telefónica y empezó a dar instrucciones en italiano al que estaba al otro lado de la línea.

—¿Has entendido algo? —le preguntó después.

—Un poco —había aprendido algo de italiano gracias a Bianca—. Has ordenado preparar una habitación para mí.

—Estará lista en unos minutos.

Rodeó el escritorio y fue hacia Lali, que sintió deseos de echar a correr. Se detuvo justo delante de ella.

—¿Qué?

El guardó silencio. La miró con una expresión desconcertante y entonces le tocó la mejilla con suavidad. Lali dejó escapar un suspiro. Una parte de ella quería alejarse de él y la otra no estaba dispuesta a dejarla sucumbir a sus caricias. No podía dejarle ver cosas que no quería que supiera.

—Te propongo un trato —le dijo, deslizando el dedo por la comisura de sus labios—. Puedes pagarme lo que me debes con tus besos. Digamos… Un beso a un euro… Y si empezamos ahora…

Peter se acercó peligrosamente y deslizó la mano sobre la cabellera de Lali.

Ella quería empujarlo, pero no fue capaz de mover ni un solo dedo. Un hormigueo agradable recorrió su cuerpo, fascinado por la expresión de aquel hermoso rostro masculino.

Un suspiro incontenible la hizo entreabrir los labios y Peter lo sofocó con los suyos.

Después retrocedió un instante y escudriñó la mirada de Lali, buscando una reacción.

—Grises —murmuró e hizo una mueca—. Voy a tener que esforzarme más.

Volvió a acercarse, la agarró de la barbilla y le dio otro beso ardiente. Una bocanada de aire caliente inundó el cuerpo de la joven, que dejó escapar un gemido incontrolable.

—Casi verdes —le dijo él al apartarse—. Ya me has pagado dos euros.

Sonrió fugazmente y dio media vuelta. Abrió la puerta y la cerró tras de sí, dejándola a solas con su propia impotencia. Aunque aturdida, Lali no tuvo más remedio que afrontar la realidad: acababa de darle la prueba que él necesitaba para confirmar sus sospechas.

No tenía fuerzas para luchar contra él. Llevaba semanas resistiéndose a aquella atracción incomprensible, pero era inútil. Cada vez que sentía el roce de aquellos labios una llama se encendía en su interior, y él lo había notado.

El trato estaba hecho.


13 comentarios:

  1. me encanta esta novela siguela esta espextacular

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  2. Me da cosa Lali,es tratada como un objeto,q mal su hno y su amiga,a esos + vale perderlos q encontrarlos!

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  3. Sin comerlo ,ni beberlo,¡zas! se ve atrapada.Peter es implacable.

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  4. ES genial!!! Este peter es como un poco mucho soberbio!!! Más!!1

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  5. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

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  6. Esta muy muy buena la nove me encanta mas mas

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  7. Peter en esta nove me cae fatal jejeje. MAS NOVE!!!

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  8. Nueva lectora! :D
    ME ENCANTA! Escribes re bien!
    Más nove!
    Un beso desde Italia! :*
    (mi twitter es: @Ale_06_)

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  9. mas nove esta muy buena
    @arimurb

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  10. hola uff esta re buena me enganche de una eres buenisima escribiendo espero mas nove por ahora voy a seguir con los caps que me faltan

    @martm

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  11. hola uff esta re buena me enganche de una eres buenisima escribiendo espero mas nove por ahora voy a seguir con los caps que me faltan

    @martm

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